***CELTICS FAIRIES: ANDREW'S HEART***
VEINTE DE ENERO (Minific)
DISCLAIMER: Los personajes de Candy-Candy, pertenecen a sus autoras Misuki e Igarashi. La historia a continuación ha sido escrita sin fines de lucro y solo para entretenimiento.
Premisa: Trama basada en el manga, en la época previa al viaje de Candy a Broadway.
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PREVIAMENTE...CAPÍTULO 5 AQUÍ
POV Albert
El olor a café recién preparado invade mis sueños con la imagen de una hermosa rubia preparando con esmero el desayuno; la visualizo sonriente untando el pan, usando la sartén para el aderezo, cortando el queso en pequeños trozos mientras nuestra mofeta espera curiosa que se le derrame la leche y el grito de ayuda no tarde en circular por el aire sin embargo, la ausencia de ollas cayéndose o aceite con olor a quemado confirman que todo se trata de una utopía.
El ruido de las aves de invierno junto a los pasos apurados de los transeúntes se filtra a través de la ventana indicando que ya ha amanecido.
Abro los ojos y estiro un poco los brazos. Sonrío ante la llegada del nuevo día con los pensamientos invadidos y las sensaciones grabadas en mi cuerpo al recordar la textura y sabor de los labios de mi princesa.
No puedo evitar hacer una mueca de frustración al recordar los días pasados. Sigo sintiendo la opresión en mi pecho y la agitación en mi estómago a pesar de todas las tácticas y entretenimientos que he realizado con tal de alejarme de ella, y que por cierto no ha servido de mucho.
Creo que jamás en mi vida mi autocontrol se ha visto a prueba como días atrás.
Un beso, solo un beso de ella bastó para sentirme perdido e inseguro entre lo correcto e incorrecto.
Por las mañanas he evitado mirar a la bella durmiente de la litera de abajo, por temor a que la visión de su tobillo destapado me hiciese querer descubrir más piel cremosa debajo de ese pijama de conejitos blancos.
Cada noche he tenido que llegar tarde y proporcionar una ducha helada a mi cuerpo para congelar los pensamientos impropios que me acechaban y consistían en actuar de una forma nada caballerosa de mi parte.
Debo admitir, que todo se ha ido en picada en cuanto he visto la invitación de Terry sobre la mesa y mis entrañas han sentido nauseas al entender sus intenciones de mantenerla lejos de Chicago. Aquello, me ha hecho comprender que si no actúo pronto, voy a perderla.
En tres días he luchado con mis demonios internos y mis miedos hasta el punto de afrontar todo lo que su sonrisa, encanto y presencia causa en mí.
La amo, sí. Pero… ¿Está bien para un desmemoriado como yo tener esperanza de que el futuro no será distinto y estaremos juntos sin importar lo que suceda?
Anoche, encontrarla dormida con los labios entreabiertos, sus manos juntas hacia un costado con el camisón a media pierna dejando a ver sus delicados muslos, ha sido demasiado abrumador. La belleza de mi bello ángel durmiente me cautivó tanto que no dudé en probar la suavidad de su piel con mi boca.
No he tenido que esperar mucho para ver su reacción bajo mi toque así como la enorme satisfacción de oírla suspirar mi nombre con un dejo de placer.
Sus manos delicadas y suaves han cogido con anhelo mis cabellos aferrándome más hacia ella y cuando ha vuelto en sus cincos sentidos, aquellas pupilas verdes dilatas me han mostrado lo mucho que me desea.
Se veía tan dolorosamente seductora que he estado a punto de ceder ante mis impulsos. Pero aunque hubiese querido poseerla en ese mismo instante y estoy seguro que ella no se habría negado, una vez más he tenido que postergar nuestra unión no sin antes prometer una conversación pendiente.
Quiero hablar con ella cuanto antes así que pensando en ello, me levanto y deslizo de la cama con sigilo para no despertarla, pero esta vez soy yo el que me llevo la sorpresa al darme cuenta que mi raptora de besos no se encuentra ahí.
Enarco la ceja con asombro.
“¿Candy ha madrugado? Eso sí que es nuevo—Pienso divertido. — ¿Estará en la cocina? “
El olor a café, hace que gire mi rostro y es ahí, cuando veo que la mesa está servida pero su presencia está ausente en esa parte del apartamento.
Camino hacia el baño y no veo ninguno de sus implementos de enfermera. ¿Se habrá ido a trabajar?
Busco el reloj de pared que me dice que son las siete menos quince. Tal vez acaba de salir, entonces salgo hacia la calle y trato de ver algún rastro de su pequeña figura entre las personas a esa hora de la mañana.
Nada.
El frío golpea mi cara haciendo que tome consciencia de que estoy sin abrigo. Regreso con rapidez hacia el apartamento y saludo a la casera que me ha quedado mirando un momento.
—Espero que su hermana no se quede muchos días en el hospital viviendo—anuncia haciendo ademán de ingresar a su piso. — Es una lástima que siendo tan joven deba trabajar tanto.
—Espere, ¿cómo dice?— Pregunto extrañado- ¿Usted sabe a dónde ha ido Candy?
—La vi salir con una maleta y mencionó que se quedaba unos días en el hospital porque tendría guardias dobles estos días—responde con su tono seco.
—Ya veo.
—Pensé que se iba de viaje, pero ella dijo que no. —Añade con esa mirada de suspicacia. — ¿Es que no se lo ha dicho?
—Uhm...—trato de disimular mi desconcierto— Creo que he estado más dormido que despierto, así que es una posibilidad de que no lo recuerde.
—Seguro. Pensé que se estaba mudando sin decírmelo, pero ella aseguró que no y que usted se quedaba como garantía de que no habría mudanza.
— Gracias, Señora Levan. — me despido mientras subo las escalera con demasiada agitación tratando de no pensar que Candy se ha dado cuenta que su futuro está en Nueva York y por eso ha decidido que salir sin despedirse, es lo mejor.
Exhalo con lentitud.
Debo averiguar si tal vez se ha ido a algún lugar cercano antes de tomar alguna conclusión precipitada.
Los minutos se han convertido en horas, y aunque no he querido decirlo en voz alta, me siento preocupado.
¿Dónde estás Candy?
Sé por sus amigos que no los ha ido a visitar, que en el hospital tampoco se sabe de ella.
He pasado por cada parque, por la ribera del lago, y hasta me sentido tentado en preguntar en la estación de policía en caso le haya pasado algo, pero al ver los titulares del periódico, me he quedado sobre el pasto tratando de asimilar lo que más temía: Candy ha ido a reunirse con Terry a Nueva York.
No puedo pensar lo peor de ella, sin embargo, las dudas comienzan a crecer sobre mi cabeza.
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Hoy es un nuevo amanecer.
Despierto nuevamente con la sensación de vacío después de pasar la mayor parte de la noche en vela.
No sé qué hora del día es, ni quiero averiguarlo.
Parece que se ha detenido el tiempo cuando el departamento se torna tan silencioso si ella no está revoloteando con su charla incesante o sus intentos desesperados por cocinar.
Miro hacia el techo y me la imagino trayendo las dos tazas a juego que ha comprado para nosotros con la intención de compartir una tarde junto al fuego.
Sonrío un poco, aunque me levanto de mala gana y el dolor de cabeza amenaza con regresar.
La extraño más de lo que me permito admitir.
Antes de buscar una muda de ropa, paso la mano encima de su cajón sintiéndome tentado a acariciar el pijama que lleva su letra. Al final, me rindo y levanto con cuidado la tela de franela e inhalo su fragancia a rosas y vainilla.
“Regresa que te necesito, Candy”
Momentos después con la misma delicadeza, devuelvo la ropa a su lugar en tanto me alisto para comenzar el día.
Al llegar a la ducha una sonrisa aflora mis labios ante el recuerdo de su voz cantarina mientras se baña.
“Hay que cantar con mucha energía para alegrarnos la vida ¿no crees, Albert?”— me la figuro diciendo en tanto yo preparo la cena.
Después de asearme, voy hacia la cocina a buscar algo de comer mientras lucho con la melancolía y lo que implica para mí otro día sin ella.
El golpe de alguien tras la puerta anuncia que tengo un visitante.
Giro el pestillo y espero que ella sea la que está tras la madera.
—Tú no eres, Candy—saludo con una sonrisa a mi huésped.
—Ni así use falditas y me ponga peluca—contesta estrechándome la mano. — Es bueno verte de buen humor, Albert.
—Pero bueno.. no te quedes parado ahí , Stear y pasa por favor.— digo mientras voy a la cocina a apagar la olla con la leche.
— Gracias— repone mientras cierra la puerta tras él y se queda parado un instante sin saber cómo actuar, lo cual es raro en él.
— ¿Todo bien? —Pregunto mientras saco dos tazas de café de la alacena— Tienes pinta de no haber pegado el ojo en toda la noche.
—Así que se nota ¿eh?—sonríe tomando asiento pero luego se pone de pie y me mira con seriedad—pienso enlistarme en la armada.
Dejo de vaciar el café y le dirijo una mirada de escrutinio. Está hablando en serio.
—En buena hora, entonces—le congratulo con sinceridad.
Sus ojos no pueden disimular el asombro ni la sorpresa de mi respuesta.
— ¿No dirás que es una locura?
—Uhmm—cavilo un momento antes de responder—Arriesgado sí, locura… no lo creo.
— ¿Crees que estoy haciendo lo correcto, entonces?— interroga con un tono de vacilación. — ¿Piensas que debo enlistarme?
—Alistair Cornwell— respondo mientras señalo la silla en tanto me acomodo en otra y espero que él haga lo mismo. — Escucha bien lo que te voy a decir: “La decisión debe ser solamente tuya, por sobre todas las cosas no traiciones tus principios y tu manera de pensar, respétate, los seres que te aprecian entenderán, y sus afectos por ti crecerán, porque el respeto engendra amor en quien lo practica.”(**)
El silencio que prosigue a continuación es debido a que él se ha quedado cavilando mirando hacia el ventanal. Por un buen rato, ninguno habla pero no es necesario porque me doy cuenta exactamente que él está tomando una de las decisiones más importantes de su vida.
—Gracias, Albert— musita finalmente extendiendo su mano para estrechar la mía. — Ahora estoy más seguro de lo que debo hacer.
—No es nada, Stear. Solo asegúrate de regresar a salvo— expreso con una sonrisa—Estoy seguro que Candy me degollaría vivo si no te hago prometer esto.
— ¿Cómo sabes que esa es mi decisión?— inquiere sorprendido.
—Tu mirada lleva la determinación escrita en cada pupila. — respondo con soltura mientras extiendo mis pies y siento que hay algo debajo de mi zapato.
—Ya veo. Entonces prepararé todo para mi viaje—prosigue en tanto yo me he agachado a recoger el papel doblado que lleva mi nombre en la parte exterior.
¿Cómo es que no lo he visto antes?
—Por supuesto— medio convengo distraído a la vez que abro la hoja y una caligrafía conocida aparece ante mí.
“Querido Albert,
No puedo permanecer más sin hacer nada. Estos tres días en las cuales el silencio ha sido mi compañía, he llegado a tomar una decisión. Te preguntarás a qué me refiero ¿Verdad?
Bueno… ¿cómo explicarte que mi corazón, cada pensamiento, incluso hasta mis sueños están llenos de ti?
Ya no puedo ocultar que solo tú puedes iluminar mi día con una sonrisa, hacer que mi alma brinque con el sonido de tu voz, y mi respiración se entrecorte con tu sola presencia. ¿Es así como se llama estar enamorada?
No obstante, tienes razón cariño. No soy libre de compromiso pero mis afectos hacia ti son genuinos y sinceros.
Cuando despiertes, ya me habré ido.
Pero por favor, no te enfades. Debo realizar este viaje aunque no desee separarme de ti ni un momento más, pero tengo la intención de regresar como una mujer que te pueda amar sin restricciones.
Sí, porque aunque no he podido decirte lo que siento mirándote a los ojos, esta es mi verdad: Te amo, Albert.
No creo que a partir de esta declaración haya vuelta atrás, por eso tengo mucha esperanza de que tú y yo podamos tener un futuro, juntos.
Espera a mi regreso, ¿Sí? ¿Lo harás?
Tuya, Candy.”
Un golpe seco en la mesa me hace regresar a la realidad.
¡Candy me ama!
—¿Sucede algo?— pregunta Stear un poco inquieto de verme casi en shock.
Me obligo a sonreír y respirar. Siento que el alma me ha regresado el cuerpo y el hielo del invierno no es más que calor que calienta mi cuerpo.
—No, todo está perfecto, Stear.— digo de pronto revitalizado mirando hacia el reloj y hago cálculos mentales de cuanto me debo apurar. — Tengo un tren que tomar.
CONTINUARÁ....
(**) Palabras citadas por Albert, en la serie.
CAPÍTULO SIETE CONTINÚA AQUÍ
Holis, muy buenas horas a cada una de vosotras. Os traigo la sexta parte de este corto minific, dedicado a mi hermana de trinchera, Lu de Andrew quien me dio el reto de escribir una historia con la canción Veinte de Enero ( Oreja de Van Gogh)
A las que querían saber qué contenía la carta de Candy, pos," ahora ya lo sabéis"
¿Qué creen que sucederá a continuación?
¡¡Que corran las apuestas!!
Como siempre disfruto mucho de su compañía virtual y la alegría de este mes florido.
Si gustan firmita, anotarse por favor. Las entregas serán personalizadas. Gracias nuevamente.
Oh, antes que lo olvide. La musica de hoy se llama "Kiss the rain" interpretada por Yurima.
Nos seguimos leyendo.
¡Hasta la próxima!
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*******PORQUE PROTEGER EL CORAZÓN ANDREW, ES NUESTRO LEGADO*******
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