SÉPTIMO APORTE EN SOLITARIO: SEGUNDO MINIFIC DE ALBERT
Después de haber publicado la tan ansiada firma y que el señorito Neal por fin tuviera algo decente que ponerse, Adriana daba los últimos toques a la historia que sería el siguiente aporte.
En eso estaba cuando Terry se acercó a ella, curiosamente y para no variar, se le veía molesto,
-¡Hola, Terry!- lo saludó pero viendo que no le respondía, continuó diciendo -¿sucede algo?-
-Eso me lo deberías decir tú.-
-¿A qué te refieres?-
-No te hagas la que no sabes-
-¿Saber de qué? Yo no sé a qué te refieres, así que por favor sácame de la duda o déjame en paz, ya que necesito trabajar en el siguiente aporte.-
Viendo que ella se volvió de nueva cuenta al monitor, Terry entrecerró los ojos. Era claro que necesitaba decírselo de otra manera,
-Muy bien, señorita. Sería usted tan amable de explicarme porque en ese calendario- señaló el que estaba en la mesa -dice que mi firma sería publicada el lunes, cuando en realidad lo hiciste el martes...-
-....- Adriana se sintió descubierta.
-Estoy esperando- cruzó sus brazos.
-Bueno, pues...-
-¡Habla!-
-Caray, no puede uno equivocarse porque el mundo parece venirse abajo. Así es Terry, no publiqué el lunes porque se me olvidó.-
-¿Cómo que se te olvidó? ¡Explícate!-
-Uy, qué genio. Pues verás, aparte de trabajar, llevar una vida normal, seguir buscando por tierra, mar y cielo artículos y celdas para el Museo de Candy, también necesito a veces dormir. Para tu mala suerte, resulta que el lunes estaba muy cansada y bueno, se me pasó.-
-¿Y lo dices tan tranquila?-
-Pues sí, soy humana y con derecho a equivocarse, ¿no?-
-Y una muy distraída... a ver, dime, ¿cómo es que no se te olvidó la del 'elegante'? Es más, ¡hasta la del 'quejumbroso' la subiste a tiempo! ¡Esto es realmente inaudito!-
-Ya, ya. No me hagas un teatro aquí, lamento que se me haya olvidado. Como viste, la publiqué sin falta al día siguiente y a tus 'miles' de admiradoras, les encantó. ¿Qué más quieres?-
-Una disculpa como se debe...-
-¿Y qué crees que estoy haciendo? No te pongas tus moños, ya discúlpame y sigamos adelante.-
-No es suficiente.-
-Si quieres le digo a las chicas que te escriban en una pancarta: 'Terry, perdona a Adriana... lo hizo sin querer'.-
-Y después de todo, te burlas...-
-Ya, en serio. Como te dije, dejemos esto por la paz. No fue mi intención.-
Notando que Adriana en verdad parecía arrepentida y se estaba realmente disculpando, Terry soltó un suspiro contenido,
-Y yo que pensé que portándome 'bien', lograría que publicaras mis aportes.-
-¿Entonces por eso lo hacías? Ya decía yo que había gato encerrado en tu actitud.-
-¿Tú, que crees?- cruzó de nueva cuenta los brazos -piensas que de buena gana estaba dispuesto a 'compartir' la habitación con el elegante y el inventor?-
-Puede ser que a veces la gente cambie...-
-¡Pues yo no!-
-Bueno, ya no te esponjes y para que veas que estoy arrepentida, publicaré una historia tuya.-
-¿De veras lo harás?- la miró sospechoso.
-Claro que sí.-
-Perfecto, hazlo hoy.-
-Eh, eso no será posible...-
-¿Por qué si se puede saber?-
-El Alto Mando.-
-¿Alto Mando?-
-Así es. La Tía Abuela me dio instrucciones precisas. Así que déjame ver...- y mirando el calendario, le mostró -hmmm... ¿ves?, aquí dice que hoy es el turno de Tío Albert.-
-¿Otra vez Albert?-
Viendo que probablemente se enfrascarían en una discusión sin fin, Adriana con toda la tranquilidad del mundo, tomó el teléfono. Marcó un número y cuando estaba sonando, se lo pasó a Terry. Éste al ver el lindo rostro de la Tía Abuela en el número, no podía creerlo,
-'Bue... no...'- la voz al otro lado se escuchaba tan grave como de ultratumba y de seguro lo era por lo somnolienta que estaba.
Sin demora, Terry rápidamente apretó el botón que cortaba la llamada. Luego de soltar un suspiro de alivio, se volvió a mirar a Adriana que lo contemplaba de lo más tranquila,
-Pensé que querías expresar tu descontento con el Alto Mando acerca de su decisión de...-
-¡Olvídalo! Yo con tu Tía no me meto, primero me las veo con un tigre de Bengala.-
-Pero si la Tía es bien linda y compresiva...-
-Eso crees tú.-
-Entonces, ¿puedo publicar la historia de Albert?-
-¡Haz lo que quieras!- hizo seña con la mano en señal de derrota y luego se alejó un poco. Pero antes de desaparecer, se volvió para agregar -pero que conste que el siguiente aporte es mi historia- y luego desaprecio en su habitación.
Una vez que desapareció de vista, Adriana se volvió a mirar el calendario,
-Terry alucina si cree que el siguiente aporte es para él... ¡es el turno de mi Amorcito! - y soltando un gran suspiro al pensar en Anthony, Adriana se puso a soñar con él.
Después de un rato y de bajar de su nube de ensueño, por fin pudo publicar la segunda historia de Albert, que por cierto, era tan romántica como la primera.
¡Hola a todos! Espero que los ánimos sigan adelante y no estén tan cansados como yo. En verdad que ha sido un mes intenso, no sólo por el evento sino por cuestiones de trabajo y personales, pero ¡aquí seguimos!
No es broma, en verdad que quería publicar a Terry el lunes, pero se me pasó, por eso la vieron hasta el martes. ¡Ups!
En fin, vayamos al grano. Esta es la segunda historia de Albert y esta dedicada a mi queridísima Tía Lilián JC. Como ven, he escrito este año una historia para cada una de las hermanas. Mi estimada tía Lilián, espero que te guste la tuya.
Por lo que sin más, transportémonos a exóticas tierras en el Caribe para escuchar sobre esta historia... ahhhhh, en verdad que salió muy romántica.
Estén al pendiente porque el siguiente aporte es de mi Amorcito, pero shhhh no se lo digan a Terry, sino se me arma jeje.
Abrazos
BAJO LAS ESTRELLAS INOLVIDABLES
El Caribe... su sola mención nos lleva a pensar en exóticos lugares y un paraíso sin igual. Esto en verdad que era cierto y pudo ser comprobado por Lilián, una aventurera chica que sin dudarlo y en compañía de su mejor amiga Ana, se embarcó en lo que sería una gran aventura.... una que sin saberlo, cambiaría su vida por completo.
En un soleado día de verano, las dos chicas desembarcaban felices y emocionadas del avión en el concurrido aeropuerto de las Bahamas, la isla de hermosas playas y de un mar azul por excelencia. Sin embargo, una vez que se dirigieron al carrusel para recoger sus maletas, una desagradable sorpresa las aguardaba: sus valijas por alguna extraña razón, no habían llegado.
Después de pasar un par de horas en el mostrador de la aerolínea para identificar su equipaje, no tuvieron más que aceptar sin remedio alguno la idea de que no tendrían sus maletas por el momento. Así que sin más por hacer, ambas se dirigieron al hotel con tan sólo sus pequeñas valijas de mano. En verdad que el comienzo de sus vacaciones no había sido nada como lo habían planeado.
Al llegar fueron recibidas en un lindo hotel que para su sorpresa, era mucho mejor de lo que esperaban. No en balde Ana, como buena azafata, conocía bien los mejores sitios en Internet para poder conseguir las mejores ofertas en lugares que de otra manera, hubieran resultado en extremo caros e inaccesibles para ellas.
Una vez que ambas subieron a su habitación, se dirigieron a su balcón para poder admirar la hermosa vista que daba al mar. Aún cuando un percance había estropeado su día, parecía que el lugar deseaba compensarlas con un mar azul turquesa que contrastaba con las playas de finísima arena blanca y un cielo tan despejado que parecía mezclarse con las aguas en el horizonte.
Suspirando ante lo que veía, Lilián no pudo contenerse y entonces comentó a su amiga,
-¡Es hermoso! Realmente jamás había visto algo como esto- ambas sonrieron.
-Sabía que te gustaría, por eso elegí este hotel en especial. Tiene una de las mejores vistas- las chicas seguían admirando todo, mientras se recargaban en la baranda y sus miradas se perdían en el horizonte.
-¿Qué haremos con las maletas?- interrumpió Lilián no dejando de pensar en lo único que parecía estropear las perfectas vacaciones.
-Me parece que no podremos hacer nada hasta que la aerolínea las envíe.-
-¿Tardarán mucho?- preguntó la otra con preocupación.
-Depende- Ana se volvió a mirar a su amiga -si las mandaron a China o Malasia, podrían arribar en varios días.-
Lilián al escucharlo no pudo contenerse y se volvió para mirarla angustiada. Que las maletas se demoraran unas horas era una cosa, pero días.... de solo pensarlo, sintió que se le hacía un nudo en el estomago. Al ver sus reacción, Ana soltó una carcajada y agregó riendo,
-¡Vamos! No te pongas así, es una broma.-
-No le veo la gracia.-
-Te aseguro que no tienes porqué preocuparte. Lo más seguro es que todavía se encuentren en casa y que nos las manden cuanto antes. Calculo que llegarán en el vuelo de mañana.-
-¿Y si no es así?- preguntó la otra interrumpiendo.
-Entonces tendremos que ir de compras para tener algo que ponernos. No creo que te disguste la idea, ¿o sí?-
-No, pero....-
-Entonces no se diga más, prepárate para salir. Iremos a comprar algo para poder cambiarnos.-
Al ver a su amiga dudando, Ana no le permitió a la joven seguir argumentando por algo que sabía bien no arruinaría sus vacaciones. Claro, como ella estaba acostumbrada a viajar por el mundo, era fácil decir y hacer las cosas. Pero en su caso, Lilián no se sentía bien con la situación en la que estaban, ya que todo lo que estaba viviendo era nuevo para ella y no se sentía en control. Para la tímida joven, ésta había sido su primera aventura en el extranjero y no le cabía en la mente la idea de verla arruinada solamente porque su mejor ropa de verano estaba en dicha maleta.
Así que soltando otro suspiro, se dirigió a su pequeña maleta de mano para sacar lo poco que traía ahí y acomodarlo tanto en la cómoda como el guardarropa que ambas iban a compartir.
Una hora después, ambas chicas se encontraban caminando por el puerto mientras que curioseaban por las muchas tiendas ubicadas en la avenida principal. Con su acostumbrada manera de ser, Ana entraba sonriendo mientras saludaba a todos en el lugar y casi jalando a su amiga, la llevaba directo a donde se encontraban los coloridos vestidos veraniegos para empezar a buscar uno para Lilián.
Por eso cuando llegaron a una tienda en particular, Ana no pudo contenerse al ver un hermoso vestido que le pareció ideal para su querida amiga,
-¡Este está perfecto para ti!- le dijo emocionada mientras lo colocaba frente a ella.
-Creo que es un poco caro, ¿no crees?- le respondió la otra al mirar más la etiqueta que el vestido mismo.
-¡Qué va! Déjame decirte que lo vale. Dime, ¿dónde habías visto algo tan lindo? Además, el color naranja con motivos amarillos te queda muy bien.-
-No sé, tal vez debiéramos ir a otras tiendas....-
-Si no aprovechas ahora, tal vez no lo encontremos cuando regresemos.... mira, es el último de tu talla.-
-Pero....-
-Nada de peros. Me gusta tanto que si no lo llevas, yo misma lo compraré para ti. No se te olvide que pronto será tu cumpleaños- le dijo con un guiño.
-¡Si falta un mes para mi cump....!-
-Considéralo como mi regalo por adelantado- interrumpió Ana con una gran sonrisa mientras casi empujaba a su amiga para que se lo probara.-
Sin poder llevarle la contraria, Lilián fue hasta los probadores y una vez que se lo probó, se dio cuenta de que Ana tenía razón.... era realmente hermoso y le quedaba muy bien. Era simplemente perfecto.
En eso, cuando quiso salir de los probadores para preguntar la opinión a Ana, vio que su amiga platicaba amenamente con un joven rubio. Al acercarse, su amiga le dijo algo al extraño y entonces él se volvió para mirar a Lilián.
En cuanto ambos se vieron directo a los ojos, algo muy extraño y a la vez especial ocurrió entre ellos: la mirada de ella se conectó de alguna manera en esos cielos azules donde se sumergió por unos segundos. Sintiendo algo extraño y a la vez excitante, al perderse en esa misteriosa mirada, por breves y eternos instantes se olvidó de todo a su alrededor excepto del joven frente a ella.
Así que no sabiendo qué era lo que estaba sucediendo, su mente perdió el sentido de la realidad hasta que su amiga tuvo que palmear su hombro varias veces hasta que Lilián no tuvo más que romper contacto con él,
-¿Qué... me decías?- preguntó aún anonadada por lo extraño del momento.
-Te decía que el vestido se te ve muy bien.-
-Ah.... sí...- le respondió la tímida chica mientras sonrojada, se volvió a mirar de nuevo al joven que continuaba mirándola atento.
Dándose cuenta de que algo interesante sucedía, Ana sonrió para sí misma y con toda la intención, entonces se dirigió al joven que estaba junto a ella,
-Quisiera presentarte a mi mejor amiga, Lilián.-
-Mucho gusto- respondió él sin despegar la mirada de la joven al frente -mi nombre es Albert- y extendiendo su mano, se la ofreció a la chica que continuaba como hechizada ante él y en cuanto ella tímidamente se la ofreció, él la tomó en la suya con firmeza por unos instantes. Luego la dejó ir al tiempo que él se colocaba las manos en sus bolsillos.
Al ver Ana esto, supo de inmediato lo que estaba ocurriendo entre esos dos. Así que con aire un tanto pícaro, decidió interrumpir el momento preguntando,
-Dime, Albert, ¿vienes de visita o estás trabajando?- el joven entonces por fin pudo despegar su mirada de la dulce jovencita y aún sonriendo, se volvió a la otra joven a su lado,
-Estoy trabajando.-
-¡Qué lástima!- le comentó Ana -hubiera sido lindo que pasaras unos días con nosotras.
-Estaré aquí hasta mañana en la mañana- y en eso de nuevo, volvió a mirar a Lilián -pero ustedes no tienen planes, podría invitarlas a cenar esta noche.-
Al escuchar la invitación, Lilián casi dejó de respirar, ya que había algo intrigante en él que ella simplemente encontró irresistible y a la vez en verdad misterioso. Pero como aún se encontraba bajo ese indescriptible encanto, no le fue posible responder. Por esa razón, fue su amiga la que tomó la palabra,
-Claro que sí, nos encantará ir.-
-Bien- respondió él con aire de triunfo -entonces pasaré por ustedes, conozco un buen restaurante que es famoso en la isla. Puedo pasar digamos, ¿a las siete....?-
-Sí- respondió Ana emocionada -estamos hospedadas en el Marriot- y fue entonces que Albert concentró su atención en Lilián. Como ella simplemente no respondía más que con la mirada, la otra chica tuvo que hacerlo por ella,
-¡Claro que Lilián también está de acuerdo! ¿No es así?-
-....- confundida y despertando del ensueño en el que continuaba, tímidamente respondió con un balbuceo -este.... claro... quiero decir....sí....-
-Pues no se hable más- dijo él con una sonrisa -tengo que hacer unas entregas ahora, pero es seguro que nos veremos después- y con una gran sonrisa que obviamente fue dirigida exclusivamente a la tímida joven, se encaminó a la entrada y después de despedirse de ambas alzando la mano, desapareció del lugar.
Lilián por su parte, no estaba segura de lo que había sucedido, pero sea lo que fuere de algo sí se había percatado: había algo en ese joven que simplemente no la dejaba apartarse de esos hermosos cielos que parecían atraerla con tanta insistencia.
Así que sin darse cuenta, dejó soltar un gran suspiro contenido y no fue sino hasta que Ana le habló que se percató de que su amiga había estado observándola todo este tiempo,
-Mi querida amiga, creo que sigues en tu nube.-
-.....- abochornada por el comentario, ella solamente se sonrojó a tal punto que tuvo que llevarse las manos a la cara para poder controlarse.
Ana solamente sonrió satisfecha por haber comprobado lo que era más que obvio y con aire de triunfo comentó,
-¿Sabes? Albert es un joven muy atractivo pero también un tanto extraño....- Lilián se volvió a verla con atención mientras que ella continuaba mirando la entrada por donde él desapareció -hace unos meses nos conocimos a través de un amigo que es piloto y supe entonces que él trabajaba en una pequeña avioneta llevando y trayendo ciertos equipos y provisiones para los zoológicos y refugios de animales en el Caribe... sin embargo...-
-¿Sin embargo?- preguntó Lilián curiosa.
Entonces Ana se volvió a mirarla con una sonrisa para responderle con una evasiva,
-Nada, olvídalo. Son sólo suposiciones mías. Anda y ve a cambiarte, llevaremos este vestido. Recuerda que saldremos esta noche y necesitas verte muy linda.-
-Pero, Ana....-
-Insisto, nada de peros, haz como te digo mientras elijo uno para mí, ¿ok?-
Ante la insistencia de su amiga, Lilián no tuvo más remedio que aceptar y sin decir nada más, se dirigió hasta los probadores. Una vez ahí, volvió a admirarse ante el espejo de cuerpo entero... en verdad que era hermoso el vestido y entonces, sin poder evitarlo, se dedicó a pensar en lo afortunada que era de volver a ver a Albert una vez más.
Supuso que seguramente esta noche sería algo que nunca olvidaría y sin saberlo, estaba realmente en lo cierto: ésta en verdad resultaría ser una velada inolvidable, una que jamás siquiera llegó a imaginar que tendría.
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Como a las seis y media en la habitación del hotel, las dos chicas entraban y salían apuradas del baño mientras se daban prisa en arreglarse para salir. Mientras que Lilián llevaba el vestido naranja, Ana optó por uno amarillo que compró para ella en la misma tienda. Como era obvio que su atavío no estaría completo sin los zapatos y accesorios para combinarlo, éstos los pudieron conseguir sin problema en otra tienda que estaba en rebajas.... y eso por insistencia de Lilián, ya que no quería que su amiga gastara tanto en ella.
Así que cuando por fin dieron las siete, ambas jóvenes bajaron al lobby para encontrarse con su amigo y también con una sorpresa que las aguardaba: Albert ya estaba ahí. El joven rubio esperaba sentado, vistiendo unos pantalones negros y una camisa azul oscura a rayas adornada con una corbata color vino..... pero lo más interesante de todo era que en sus manos llevaba un par de rosas blancas. Por lo que al verlas salir del elevador, de inmediato él se puso de pie para ir a su encuentro y darle a las chicas su regalo,
-¡Qué lindo detalle, Albert!- dijo de inmediato Ana -muchas gracias.-
-Gracias- agregó tímidamente la otra,
-Soy yo quien les agradece a ustedes por aceptar mi invitación- respondió él no despegando la mirada de Lilián que continuaba sonrojada por todo y que no despegaba la suya del piso.
Al notar que la tímida chica de alguna manera evadía encontrarse con esa mirada que tanto la emocionaba, Ana sugirió que no perdieran el tiempo y que se dirigieran al restaurante. Así todos se encaminaron hacia la entrada.
Una vez ahí, Albert pidió por su auto y cuál fue la sorpresa de las chicas al ver que se trataba de un Jaguar convertible gris oscuro. Ana con toda la intención, de inmediato se acomodó en la parte trasera del auto, por lo que no dio otra opción a Lilián más que la de sentarse adelante junto a Albert. Una vez arriba, Albert arrancó el auto y se dirigieron por la calle que los llevó a la avenida paralela a la playa.
Con el atardecer casi desapareciendo en el horizonte todos en el auto permanecieron callados mientras admiraban la inigualable vista a su derecha. Como iba conduciendo, Albert solamente dirigía su mirada de vez en cuando al ocaso que dibujaba entonces algunos matices rojos y naranjas, mientras el sol parecía comenzar a sumergirse en el cristalino mar.
Sin embargo, Lilián contemplaba no solamente el paisaje, sino también al joven a su lado: mirándolo de perfil, ella pudo admirar más detalladamente sus finos rasgos y lo más importante de todo, sin que él se diera cuenta. No obstante, fue precisamente en ese momento que sin aviso alguno, súbitamente él se volvió a verla por unos instantes al sentir su mirada. Con el sol tras de sí, la imagen del joven rubio adquirió un aura especial, sobre todo cuando le dedicó la más tierna de las sonrisas.
Esta imagen de Albert con el sol detrás bañando tenuemente su blanca piel y su rubio cabello con sus tonos rojizos, quedaría para siempre impregnada en el corazón de Lilián. Sería una visión de él que jamás olvidaría.
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Al poco tiempo y cuando ya se había cernido la noche en el lugar, Albert se dirigió a un restaurante en las afueras de la ciudad en lo alto de una colina. Al llegar, un par de empleados les abrieron galantemente la puerta a las chicas para darles la bienvenida al singular lugar: se trataba de un exclusivo restaurante italiano alumbrado con variadas antorchas colocadas a lo largo de la entrada.
De inmediato, Albert les dio el paso para invitarlas a entrar y cuando lo hicieron, ninguna podía creer aquello que se les presentaba ante sus ojos: el lugar de sobria elegancia y sofisticación, estaba a desnivel y gran parte estaba al descubierto, alumbrado casi enteramente por velas y tenues luces de color ámbar. Como el lugar estaba situado cerca de lo que parecía ser un risco junto al mar, a lo lejos se podía escuchar el suave golpeteo de las olas contra las rocas.
Con el aliento contenido ante lo que estaba viviendo, Lilián no sintió cuando Albert se colocó a su lado sino hasta que le ofreció el brazo para ayudarla a bajar las escaleras.... una que los llevarían a la planta baja, que era la parte principal. Mirando primero el brazo que la invitaba a apoyarse en él y luego a esos cielos sin igual, la chica definitivamente se sintió como viviendo un ensueño; en especial cuando él le dedicó una tierna sonrisa.
Así que al tomarlo del brazo y sosteniéndose con el otro de la baranda de la escalera, los tres comenzaron a bajar, ya que momentos antes él también le había ofrecido el brazo a Ana. Así que mientras los tres bajaban, Ana sonreía para sí misma y no les quitaba la mirada de encima a sus amigos.
Al llegar al pie de la escalera, el maitré con toda pompa y formalidad posible, les dio la bienvenida saludando con familiaridad al joven para luego acompañarlos hasta su mesa; una en una parte privada en donde a la luz de las velas, se podían contemplar ya las estrellas mientras se disfrutaba de una suave y refrescante brisa.
Como todo un caballero, el rubio ayudó a Lilián con su silla mientras el maitré lo hacía con Ana y una vez que todos estuvieron sentados a la mesa, de inmediato les sirvieron un cóctel de bienvenida.
De inmediato, Lilián se dedicó a admirar la hermosa vista que tenía a un lado... era una noche clara en donde la luna llena reflejaba lo mejor se sí sobre un mar tan calmado que parecería un espejo si no fuera por las suaves olas que se dibujaban en su superficie. Además, en una noche clara y por lo lejos que estaban de las luces de la ciudad, las estrellas adornaban lo que parecería el escenario perfecto para una noche inolvidable.
Por lo que absorta en esto, Lilián no se dio cuenta de que alguien la observaba y no fue sino hasta que el mesero se acercó a preguntar lo que ordenarían para cenar, que ella se percató de la intensa mirada que él le estaba dedicando. Así que evadiéndolo con timidez, le preguntó a su amiga lo que pensaba pedir,
-Creo que pediré una ensalada y el salmón a la plancha- comentó Ana con una sonrisa haciéndose la desentendida,
-Para mí....- comentó Lilián, sumiéndose en el menú para no mirar a Albert que estaba justo frente a ella -el pollo con salsa de champiñones....-
-Por favor, tráigame la especialidad de la casa- fue la respuesta de Albert.
Y tomando nota, el mesero repitió la orden para luego retirarse. En ese momento Ana quiso romper con el silencio que imperó súbitamente en la mesa,
-Parece que conoces bien este lugar, Albert.-
-Es mi favorito- respondió mientras miraba a un lado hacia el mar -vengo aquí desde que lo descubrí hace unos meses y cada vez que visito a la isla, procuro venir por lo menos un par de veces.-
-En verdad que es es hermoso- por fin se aventuró a comentar Lilián.
-Me alegra que te haya gustado- él se volvió a mirarla de nuevo y levantando su copa, quiso hacer un brindis -por los viajes y mis bellas acompañantes... ¡salud!-
-¡Salud!- respondió Ana mientras Lilián se cohibió aún más y solamente dibujó una sonrisa nerviosa al joven a su lado.
Sonrojada, Lilián no hizo entonces más que mirar hacia un lado mientras sentía que los colores se le subían al rostro, debido a que unos ojos que parecían observarla a detalle, no la dejaban ni por un momento.
Después de que les sirvieron al cena y cuando estaban disfrutándola, Ana se aventuró a preguntarle a su amigo acerca de su trabajo y entonces las chicas escucharon asombradas las variadas historias que Albert les estaba compartiendo acerca de los refugios para animales salvajes y pequeños zoológicos que estaban alocados en casi todas las islas del Caribe. Su trabajo consistía principalmente en llevar equipo, provisiones y medicamento a estos centros.
En ese momento, Lilián se dio cuenta de la importante labor que el atractivo joven estaba realizando en pro de los animales de las muchas islas por el Caribe, una que al parecer no atraía a mucha gente por la poca remuneración que dejaba... de acuerdo a lo que entendió de la charla.
Al momento de terminar con el postre y mientras Albert pagaba la cuenta, parecía que estaban listos para marcharse. Al dejar la mesa y encaminarse a la salida, Lilián se rezagó un poco de sus amigos, ya que quería llenarse del ambiente en el que estaba y poder grabar en su mente todos y cada uno de los detalles de esta velada. Para ella, este lugar parecía haber salido de un sueño y su intención era recordar vívidamente todo.... en especial al joven que caminaba frente a ella. Así que con su rosa en la mano, disfrutó de su aroma y grabó el momento con esa fragancia en su corazón.
Una vez en el auto y en el camino a su hotel, Albert se animó a preguntarles cuáles iban a ser sus planes para los próximos días, a lo que Ana respondió que tenían planeado hacer un par de recorridos por la isla, bucear un poco y principalmente descansar y disfrutar de la playa.
Para cuando llegaron a la puerta del hotel, el joven rubio supo que ésta era su última oportunidad de estar con la chica que lo había hechizado desde que la vio, así que sin miramientos y antes de que ellas entraran, les comentó,
-Es un poco temprano para regresar a la habitación- les dijo mirando su reloj -quisiera proponerles algo, ¿qué tal si vamos a caminar por la playa?- de inmediato su mirada fue dirigida a Lilián.
-¡Me parece buena idea!- respondió Ana al tiempo que su amiga la miraba confundida, no sabiendo qué responder.
-Pues entonces vamos- dijo él dándoles el paso y los tres avanzaron hacia los jardines.
Sin embargo, Ana entendió de inmediato lo que estaba sucediendo y las verdaderas intenciones del rubio, así que cuando los otros se adelantaron un poco, se rezagó a propósito para luego decirles,
-La noche está un poco fresca para mí, creo que subiré por algo para ponerme. ¿Está bien si los alcanzó en la playa?-
-....- Albert solamente sonrió y con asentimiento de cabeza, siguió caminando.
Al verlo dirigirse a la playa, Lilián se volvió a mirar a Ana que con una seña de su mano le dijo que continuara y dándole su bolsa y rosa a su amiga para que las llevara a la habitación, no tuvo más remedio que caminar a la par de Albert, mientras que la otra joven dibujaba una gran sonrisa.
Al dejar escapar un profundo suspiro al tiempo que observaba a la pareja adentrarse en los jardines, Ana se dirigió al lobby del hotel para momentos después perderse de vista por uno de los ascensores.
En definitiva, Ana sabía que algo interesante ocurriría en esa caminata por la playa y lo último que deseaba era arruinarla con su presencia.
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Como la noche estaba despejada y clara, el ambiente se sentía especial y aunado con la suave brisa que refrescaba, caminar junto a la orilla del mar no parecía después de todo ser tan mala idea.
Cruzando por los jardines y llegando después a la parte arenosa, ambos se vieron frente al mar. Entonces, sin miramiento alguno, Albert se sentó en una banca a un lado para quitarse los zapatos. Como la chica lo miraba confundida, le sugirió hacer lo mismo,
-No es cómodo caminar en la arena con zapatos- le comentó mientras también se arremangaba los pantalones y al terminar, le preguntó -¿quieres que te ayude?-
-.....- abochornada, Lilián sólo negó con la cabeza mientras apoyándose en un pilar, se sacó ambas zapatillas.
Satisfecho con la reacción de la chica, el rubio se encaminó luego a la arena para dirigirse lentamente hasta la orilla seguido por ella. Al llegar, Albert colocó sus zapatos a un lado y se adentró un poco en el agua, dejándose acariciar por las olas mientras que dirigía su mirada hacia el firmamento. Momentos después, giró su cabeza hacia la jovencita, que estaba detrás, lo miraba extrañada. Entonces, extendiendo su mano, le dijo,
-Por favor, acércate....-
Confundida aún, Lilián dudó por un momento; pero esos ojos le inspiraron confianza. Por lo que dándose valor y luego de dejar sus zapatos juntos a los de él, se acercó dudando hasta la mano que se extendía hacia ella. Al tomarla, dio titubeante un paso y se colocó al lado de Albert; pero luego al sentir el vaivén de las olas, se tambaleó un poco y fue cuando sintió un firme agarre que se dio cuando él tomó su brazo para enlazarlo con el suyo.
Una vez junto a él, Albert le sonrió a la chica que obviamente continuaba nerviosa. No sabiendo qué hacer, Lilián solamente optó por una actitud evasiva pero aun así, se dejó llevar al tiempo que sentía cómo su corazón latía acelerado. Él lo notó de inmediato y sabiendo que seguramente ella estaba así por el temor de caer en el agua, debido a que aún las suaves olas podrían hacerle perder el control, le comentó para tranquilizarla,
-No te preocupes, yo te sostendré. Solamente mira hacia arriba... hacia las estrellas.-
-....- ella se afianzó aún más fuerte a su brazo con ambas manos y Albert sonrió.
Por vez primera desde que se conocieron, Lilián le estaba mostrando cierta confianza.
Así cuando se sintió firme en el arenoso mar, de manera paulatina y con suma lentitud, la chica fue levantando su mirada. Para su sorpresa, se encontró con algo único que jamás había presenciado: eran cientos de estrellas que estaban dispersas por todo el firmamento, alumbrando la oscuridad que los rodeaba en la noche. Todo esto era en verdad un espectáculo sin igual, uno que literalmente la dejó boquiabierta.
Así que en la solitaria playa y solamente alumbrados por la luz de la luna, la pareja aún enlazada, se dedicó a contemplar uno de los mejores espectáculos que la naturaleza pudiera ofrecer. Uno que aunado al arrullo que las olas producían a sus pies y la suave brisa acariciando sus rostros, hacía que este momento fuera único e inolvidable... uno que seguramente ninguno de los dos jamás olvidaría.
Al continuar contemplando el cielo, Lilián por primera vez se dejó llevar por completo y por un momento, se relajó un poco para cerrar sus ojos y disfrutar de lo que estaba viviendo. Sin querer, dejó soltar un suave suspiro contenido y al abrir sus ojos, se topó con unos cielos que la miraban absortos.
Entonces, sin aviso alguno, Albert se acercó un poco a ella para retirar un mechón del cabello que con la brisa, había caído en su rostro. Sin embargo, al hacerlo, Lilián sintió una sutil caricia en su mejilla que la hizo estremecerse... y que obviamente la paralizó por completo.
Albert entendiendo lo que le sucedía y el nerviosismo que obviamente su audacia le causó, quiso distraerla desviando su mirada hacia arriba e indicándole con su mano una constelación en los cielos,
-Ese grupo de estrellas es Orión- para poder mirar hacia arriba y sin pensarlo, ella se tuvo que acercar más a él hasta casi recargarse a un costado. Albert sonreía aún más -....y esas otras, son la Osa Mayor y la Osa Menor.-
Mirando hacia el firmamento, la nerviosa joven se desconectó de sus pensamientos de temor y por fin, se estaba dejando guiar para poder disfrutar con plenitud del momento. Callada y al mismo tiempo ensimismada, por primera vez en su vida admiraba lo que nunca antes se había tomado el tiempo para contemplar. En ese momento, ella se dio cuenta de que Albert era alguien muy distinto a lo que inicialmente había pensado: en verdad que él era un joven especial.
Sin embargo, con los pies en el agua y el sereno de la noche, la chica eventualmente comenzó a titiritar un poco de frío sin poder evitarlo. No queriendo arruinar el momento, al principio no dijo nada, pero su acompañante lo notó al sentirla temblar sin parar,
-¿Tienes frío?- se volvió a mirarla preocupado.
-....- ella solamente asintió.
-Entonces, será mejor que volvamos.-
No obstante, antes de siquiera moverse, él tuvo un impulso irresistible de abrazarla y sin poder contenerse más, con sus brazos la envolvió tiernamente, tratando de darle el calor que ella necesitaba en ese momento.... desde que la conoció, Albert sintió que había algo muy especial en ella, algo indescriptible y hasta se podía pensar que era como cierta fragilidad que despertó de inmediato en él un fuerte instinto de protección. Eso indudablemente lo había llevado a tal atrevimiento.
Por su parte, Lilián al sentir sus brazos rodeándola y atrayéndola a su pecho, se sintió de nueva cuenta paralizada. Pero después de unos instantes, al escuchar el fuerte latido de ese varonil corazón que parecía querer decirle algo, extrañamente se tranquilizó. Entonces, se dio el valor para levantar tímidamente la mirada y encontrarse con esos cielos que nunca se apartaron de ella.
A ambos les pareció una eternidad esos instantes en que los dos estaban enlazando su mirada, ya que ninguno de los dos sabía cuál sería la reacción del otro a lo que estaban viviendo y experimentando. Esto en cierto modo, esta incógnita los tenía al filo de un abismo en su interior.
El primero en derribar su muralla interna fue Albert, que alzando una mano hacia el rostro que lo tenía como hechizado, empezó a acariciarlo lentamente,
-No sé qué es lo que me sucede contigo- fueron las palabras dichas con suma suavidad -nunca antes jamás alguien me hizo sentir tantas emociones tan intensas en tan poco tiempo...-
-....- ella simplemente lo miraba atónita conteniendo la respiración y sintiéndose desmayar por sus palabras.
-Mañana por la tarde debo regresar a Chicago, tengo un asunto muy importante al que no debo faltar, pero...- y acercándose peligrosamente a ella, le depositó un casto beso en su frente para luego dirigirse a su oído y confesarle con suavidad -me gustaría que pasásemos más tiempo juntos.... tan sólo unas horas más. En verdad que deseo conocer más de ti antes de mi partida. Dime, ¿me harías el honor de acompañarme a esperar el amanecer aquí en la playa?- al decir esto se retiró con lentitud para poder mirarla de frente y saber su respuesta. Una que buscaba aunque fuese dicha tan sólo con un gesto.
Ella tragó en seco. Con el corazón acelerado a mil y ensordeciéndole los oídos, ahora más que nunca Lilián sintió el revoloteo de miles de mariposas en su interior al tiempo que sus piernas le estaban fallando a tal punto, que sintió desfallecer. Entonces, no tuvo otra alternativa más que tomarlo con más fuerza de los brazos... su acción no era tan sólo para sostenerse, sino también tratando de poner cierta distancia. Algo que obviamente con la posición en la que estaban, le resultó casi imposible.
Ante la insistencia de esa mirada y sin saber qué responder, la joven intentó abrir la boca para articular aunque fuera una palabra, pero su voz se negó a salir de su interior y su reacción fue solamente bajar rápidamente la mirada. Al verla dudar así, Albert no supo qué hacer.
Sin embargo, él no se daría por vencido y entendiendo que era el momento de dejarle saber bien en claro que él sí estaba hablando en serio, suavemente levantó su mentón y acercándose lentamente a su rostro, sin poder resistirse más, le depositó un suave beso en esos indecisos pero dulces labios.
Fue algo tan fugaz y breve que Lilián sintió que lo había imaginado, mientras que él por su parte, hasta llegó a pensar que tan sólo había sucedido en su mente. Ninguno de los dos pudo saborear cabalmente el efímero beso. No obstante, en efecto sí había ocurrido y por lo tanto, las cosas jamás volverían a ser lo mismo entre ellos dos.
Después de haberla acariciado tan fugazmente con sus labios, él se dedicó a mirarla insistente, directo a los ojos como tratando de descubrir algo en ellos.... como si quisiera comprobar que ella estaba sintiendo lo mismo que él. Quería saber si esa chica en sus brazos experimentaba la misma pasión y emoción que misteriosamente se había despertado en él, una que mágicamente se había encendido desde el momento mismo en que la vio por vez primera.
Por su parte, la joven aún tratando de asimilar lo que recién había sucedido, no se dio cuenta de que la marea había subido un poco más y que el oleaje ahora mojaba la parte baja de su vestido. Literalmente temblando de frío, se quedó muda y paralizada. Por lo que al notarlo, Albert supo que era el momento de regresar a la playa. Así que sin aviso alguno, la tomó de la mano y se encaminó con ella de regreso a la arena.
Ahora en la playa y tomando los zapatos de ambos, Albert simplemente se negó a soltarla y para sorpresa de la chica, a la voz de "vamos", la jaló consigo y comenzó a correr con ella como tratando de liberarse de la ansiedad y la emoción que los momentos en el agua, causaron en él.
Corrieron hasta el otro lado de la playa hacia una pequeña barda que era el límite entre la arena y un paso peatonal. Una vez ahí, mientras que ella se sentaba tratando de recuperar el aliento, Albert solamente se quedó parado frente a la chica colocando las manos en sus pantalones y no sabiendo qué hacer, se dedicó a contemplarla sin decir nada y ella por supuesto, se quedó tan muda como él.
Por un rato, solamente se quedaron vieron el uno al otro... tal vez esperando que uno de ellos rompiera con el imperante silencio. No obstante, quien por fin habló fue el que menos se esperaba,
-Gracias- la voz de ella se escuchó tan suave que pareció un murmullo, al tiempo que apartó su vista y se dedicó a mirar al suelo.
-De nada- respondió él.
-....- el silencio volvió a imperar entre la pareja hasta que súbitamente se escuchó algo más -sí- dijo ella unos instantes después ante la mirada intrigada de Albert.
En ese momento, la chica levantó por fin su mirada y mientras la brisa jugueteaba con su cabello que hacía que algunos mechones se depositaran en su rostro, ella se aventuró a buscar la tierna mirada del rubio y agregar,
-Sí, me gustaría.... - tragó en seco -me gustaría esperar contigo el amanecer.-
Entonces Albert lo comprendió todo. Contrario a lo que hubiese pensado, esta decisión no había sido algo fácil para la tímida joven, ya que obviamente ella deseaba hacerlo tanto como él, pero simplemente no supo cómo expresarlo en su momento.
Con el rostro iluminado por la felicidad que esto le causaba, Albert se sentó a su lado y con una sonrisa le preguntó,
-¿Aún tienes frío?... porque si es así, iré por mi chaqueta al auto.-
-¡No!- respondió ella de inmediato -quiero decir, no es necesario... estoy bien, gracias. Mi vestido se mojó un poco, pero pronto se sacará- y llevándose las manos a sus brazos, trató de darse un poco de calor.
Enternecido por su reacción, Albert se acercó más a ella y dejándose llevar de nueva cuenta por su instinto protector, pasó su brazo sobre el hombro de la chica y luego la atrajo hacia sí para en ese momento, abrazarla tiernamente. Sin embargo, en esta ocasión, extrañamente Lilián no se resistió y sin siquiera dudarlo, recargó su cabeza en el varonil hombro. Curiosamente, ahora ella parecía estarlo disfrutando y a su modo, se lo estaba demostrando.
Con el sonido de las olas como música de fondo y el firmamento estrellado como un perfecto escenario sobre ellos, los dos se mantuvieron así, juntos y en completo silencio por largo rato. Todo era tan perfecto ahora que ninguno de los dos quería romper con el encanto que les hacía sentir esta nueva proximidad de la que gozaban. Era como si en el momento justo que se dijera algo, la magia se perdería y todo esto desapareciera como si se tratase tan sólo de un sueño.
No obstante, miles de pensamientos y voces se escuchaban resonando en el interior de ambos; especialmente porque estaban ante una realidad que les intrigaba y sobre todo, porque ambos eran conscientes de que muy pronto, en cuanto el sol comenzara a iluminar el cielo, tendrían que despedirse.
Saber esto no fue fácil para Lilián, pero sin que ella lo supiera, esta realidad le resultaba aún más difícil para el rubio a su lado.
Albert nunca había sido una persona que compartiera mucho de sí mismo con otros en el pasado. Esto, aunado a su carácter un tanto serio y solitario, lo hacía parecer evasivo y hasta misterioso ante los demás. Por esa razón, él mismo se sorprendió al descubrir que esta tímida chica en sus brazos pareciera abrir parte de su interior sin reserva alguna, para compartirle lo más íntimo de él.
Así que después de meditarlo por un rato, él no pudo contener más sus pensamientos y por lo limitado del tiempo, no quiso demorar más en expresarlos,
-¿Sabes?- ella se separó de inmediato para poder verlo a la cara mientras él mantenía su mirada fija en un punto a lo lejos -jamás había contemplado la idea de hacer partícipe de todo esto con alguien...- Lilián lo contemplaba sorprendida.
Entonces él se volvió a mirarla y con una sonrisa, le explicó,
-Me gusta mucho la naturaleza y ser libre, y hasta ahora nunca se había cruzado por mi mente el compartir este tipo de experiencias con los demás. Siempre pensé que nadie lo apreciaría tanto como yo... no hasta que...- entonces con rostro serio, alzó su mano y comenzó a acariciar suavemente la mejilla de la joven con su dorso -desde esta tarde en que te vi, despertaste algo en mí que ahora me hace anhelar el compartir todo lo que me apasiona contigo...-
Obviamente, Lilián tragó en seco al entender lo que él trataba de decirle.
Entendiendo que tal vez estaba yendo muy deprisa en su conquista, Albert optó por dejarla de abrazar y hasta se apartó un poco de ella. Entonces, señalando con su mano derecha el firmamento, quiso distraerla al volver a mencionar algo sobre la constelación bajo la que estaban,
-Orion ha sido considerado en el pasado como el lugar de origen de la vida...- primero, ella se volvió a mirarlo y después llevó sus ojos al punto donde él le señalaba: se trataba de tres estrellas brillantes que destacaban por su luminosidad en la noche.
Así, el rubio comenzó a narrarle las diferentes historias y leyendas que rodeaban a dicha constelación en los cielos.
Al principio, la joven solamente escuchaba atenta, pero eventualmente se aventuró a expresar su opinión y también a comentar lo que había aprendido al respecto. Poco a poco Albert se fue ganando su confianza y muy pronto la pareja comenzó a sentirse en verdad a gusto el uno con el otro.
De esta manera, ambos pasaron gran parte de la noche compartiendo mitos sobre estrellas, pero sobre todo, se permitieron dar la oportunidad de abrir su interior y dejar saber al otro algo íntimo de sus pensamientos.
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Después de haber publicado la tan ansiada firma y que el señorito Neal por fin tuviera algo decente que ponerse, Adriana daba los últimos toques a la historia que sería el siguiente aporte.
En eso estaba cuando Terry se acercó a ella, curiosamente y para no variar, se le veía molesto,
-¡Hola, Terry!- lo saludó pero viendo que no le respondía, continuó diciendo -¿sucede algo?-
-Eso me lo deberías decir tú.-
-¿A qué te refieres?-
-No te hagas la que no sabes-
-¿Saber de qué? Yo no sé a qué te refieres, así que por favor sácame de la duda o déjame en paz, ya que necesito trabajar en el siguiente aporte.-
Viendo que ella se volvió de nueva cuenta al monitor, Terry entrecerró los ojos. Era claro que necesitaba decírselo de otra manera,
-Muy bien, señorita. Sería usted tan amable de explicarme porque en ese calendario- señaló el que estaba en la mesa -dice que mi firma sería publicada el lunes, cuando en realidad lo hiciste el martes...-
-....- Adriana se sintió descubierta.
-Estoy esperando- cruzó sus brazos.
-Bueno, pues...-
-¡Habla!-
-Caray, no puede uno equivocarse porque el mundo parece venirse abajo. Así es Terry, no publiqué el lunes porque se me olvidó.-
-¿Cómo que se te olvidó? ¡Explícate!-
-Uy, qué genio. Pues verás, aparte de trabajar, llevar una vida normal, seguir buscando por tierra, mar y cielo artículos y celdas para el Museo de Candy, también necesito a veces dormir. Para tu mala suerte, resulta que el lunes estaba muy cansada y bueno, se me pasó.-
-¿Y lo dices tan tranquila?-
-Pues sí, soy humana y con derecho a equivocarse, ¿no?-
-Y una muy distraída... a ver, dime, ¿cómo es que no se te olvidó la del 'elegante'? Es más, ¡hasta la del 'quejumbroso' la subiste a tiempo! ¡Esto es realmente inaudito!-
-Ya, ya. No me hagas un teatro aquí, lamento que se me haya olvidado. Como viste, la publiqué sin falta al día siguiente y a tus 'miles' de admiradoras, les encantó. ¿Qué más quieres?-
-Una disculpa como se debe...-
-¿Y qué crees que estoy haciendo? No te pongas tus moños, ya discúlpame y sigamos adelante.-
-No es suficiente.-
-Si quieres le digo a las chicas que te escriban en una pancarta: 'Terry, perdona a Adriana... lo hizo sin querer'.-
-Y después de todo, te burlas...-
-Ya, en serio. Como te dije, dejemos esto por la paz. No fue mi intención.-
Notando que Adriana en verdad parecía arrepentida y se estaba realmente disculpando, Terry soltó un suspiro contenido,
-Y yo que pensé que portándome 'bien', lograría que publicaras mis aportes.-
-¿Entonces por eso lo hacías? Ya decía yo que había gato encerrado en tu actitud.-
-¿Tú, que crees?- cruzó de nueva cuenta los brazos -piensas que de buena gana estaba dispuesto a 'compartir' la habitación con el elegante y el inventor?-
-Puede ser que a veces la gente cambie...-
-¡Pues yo no!-
-Bueno, ya no te esponjes y para que veas que estoy arrepentida, publicaré una historia tuya.-
-¿De veras lo harás?- la miró sospechoso.
-Claro que sí.-
-Perfecto, hazlo hoy.-
-Eh, eso no será posible...-
-¿Por qué si se puede saber?-
-El Alto Mando.-
-¿Alto Mando?-
-Así es. La Tía Abuela me dio instrucciones precisas. Así que déjame ver...- y mirando el calendario, le mostró -hmmm... ¿ves?, aquí dice que hoy es el turno de Tío Albert.-
-¿Otra vez Albert?-
Viendo que probablemente se enfrascarían en una discusión sin fin, Adriana con toda la tranquilidad del mundo, tomó el teléfono. Marcó un número y cuando estaba sonando, se lo pasó a Terry. Éste al ver el lindo rostro de la Tía Abuela en el número, no podía creerlo,
-'Bue... no...'- la voz al otro lado se escuchaba tan grave como de ultratumba y de seguro lo era por lo somnolienta que estaba.
Sin demora, Terry rápidamente apretó el botón que cortaba la llamada. Luego de soltar un suspiro de alivio, se volvió a mirar a Adriana que lo contemplaba de lo más tranquila,
-Pensé que querías expresar tu descontento con el Alto Mando acerca de su decisión de...-
-¡Olvídalo! Yo con tu Tía no me meto, primero me las veo con un tigre de Bengala.-
-Pero si la Tía es bien linda y compresiva...-
-Eso crees tú.-
-Entonces, ¿puedo publicar la historia de Albert?-
-¡Haz lo que quieras!- hizo seña con la mano en señal de derrota y luego se alejó un poco. Pero antes de desaparecer, se volvió para agregar -pero que conste que el siguiente aporte es mi historia- y luego desaprecio en su habitación.
Una vez que desapareció de vista, Adriana se volvió a mirar el calendario,
-Terry alucina si cree que el siguiente aporte es para él... ¡es el turno de mi Amorcito! - y soltando un gran suspiro al pensar en Anthony, Adriana se puso a soñar con él.
Después de un rato y de bajar de su nube de ensueño, por fin pudo publicar la segunda historia de Albert, que por cierto, era tan romántica como la primera.
¡Hola a todos! Espero que los ánimos sigan adelante y no estén tan cansados como yo. En verdad que ha sido un mes intenso, no sólo por el evento sino por cuestiones de trabajo y personales, pero ¡aquí seguimos!
No es broma, en verdad que quería publicar a Terry el lunes, pero se me pasó, por eso la vieron hasta el martes. ¡Ups!
En fin, vayamos al grano. Esta es la segunda historia de Albert y esta dedicada a mi queridísima Tía Lilián JC. Como ven, he escrito este año una historia para cada una de las hermanas. Mi estimada tía Lilián, espero que te guste la tuya.
Por lo que sin más, transportémonos a exóticas tierras en el Caribe para escuchar sobre esta historia... ahhhhh, en verdad que salió muy romántica.
Estén al pendiente porque el siguiente aporte es de mi Amorcito, pero shhhh no se lo digan a Terry, sino se me arma jeje.
Abrazos
BAJO LAS ESTRELLAS INOLVIDABLES
El Caribe... su sola mención nos lleva a pensar en exóticos lugares y un paraíso sin igual. Esto en verdad que era cierto y pudo ser comprobado por Lilián, una aventurera chica que sin dudarlo y en compañía de su mejor amiga Ana, se embarcó en lo que sería una gran aventura.... una que sin saberlo, cambiaría su vida por completo.
En un soleado día de verano, las dos chicas desembarcaban felices y emocionadas del avión en el concurrido aeropuerto de las Bahamas, la isla de hermosas playas y de un mar azul por excelencia. Sin embargo, una vez que se dirigieron al carrusel para recoger sus maletas, una desagradable sorpresa las aguardaba: sus valijas por alguna extraña razón, no habían llegado.
Después de pasar un par de horas en el mostrador de la aerolínea para identificar su equipaje, no tuvieron más que aceptar sin remedio alguno la idea de que no tendrían sus maletas por el momento. Así que sin más por hacer, ambas se dirigieron al hotel con tan sólo sus pequeñas valijas de mano. En verdad que el comienzo de sus vacaciones no había sido nada como lo habían planeado.
Al llegar fueron recibidas en un lindo hotel que para su sorpresa, era mucho mejor de lo que esperaban. No en balde Ana, como buena azafata, conocía bien los mejores sitios en Internet para poder conseguir las mejores ofertas en lugares que de otra manera, hubieran resultado en extremo caros e inaccesibles para ellas.
Una vez que ambas subieron a su habitación, se dirigieron a su balcón para poder admirar la hermosa vista que daba al mar. Aún cuando un percance había estropeado su día, parecía que el lugar deseaba compensarlas con un mar azul turquesa que contrastaba con las playas de finísima arena blanca y un cielo tan despejado que parecía mezclarse con las aguas en el horizonte.
Suspirando ante lo que veía, Lilián no pudo contenerse y entonces comentó a su amiga,
-¡Es hermoso! Realmente jamás había visto algo como esto- ambas sonrieron.
-Sabía que te gustaría, por eso elegí este hotel en especial. Tiene una de las mejores vistas- las chicas seguían admirando todo, mientras se recargaban en la baranda y sus miradas se perdían en el horizonte.
-¿Qué haremos con las maletas?- interrumpió Lilián no dejando de pensar en lo único que parecía estropear las perfectas vacaciones.
-Me parece que no podremos hacer nada hasta que la aerolínea las envíe.-
-¿Tardarán mucho?- preguntó la otra con preocupación.
-Depende- Ana se volvió a mirar a su amiga -si las mandaron a China o Malasia, podrían arribar en varios días.-
Lilián al escucharlo no pudo contenerse y se volvió para mirarla angustiada. Que las maletas se demoraran unas horas era una cosa, pero días.... de solo pensarlo, sintió que se le hacía un nudo en el estomago. Al ver sus reacción, Ana soltó una carcajada y agregó riendo,
-¡Vamos! No te pongas así, es una broma.-
-No le veo la gracia.-
-Te aseguro que no tienes porqué preocuparte. Lo más seguro es que todavía se encuentren en casa y que nos las manden cuanto antes. Calculo que llegarán en el vuelo de mañana.-
-¿Y si no es así?- preguntó la otra interrumpiendo.
-Entonces tendremos que ir de compras para tener algo que ponernos. No creo que te disguste la idea, ¿o sí?-
-No, pero....-
-Entonces no se diga más, prepárate para salir. Iremos a comprar algo para poder cambiarnos.-
Al ver a su amiga dudando, Ana no le permitió a la joven seguir argumentando por algo que sabía bien no arruinaría sus vacaciones. Claro, como ella estaba acostumbrada a viajar por el mundo, era fácil decir y hacer las cosas. Pero en su caso, Lilián no se sentía bien con la situación en la que estaban, ya que todo lo que estaba viviendo era nuevo para ella y no se sentía en control. Para la tímida joven, ésta había sido su primera aventura en el extranjero y no le cabía en la mente la idea de verla arruinada solamente porque su mejor ropa de verano estaba en dicha maleta.
Así que soltando otro suspiro, se dirigió a su pequeña maleta de mano para sacar lo poco que traía ahí y acomodarlo tanto en la cómoda como el guardarropa que ambas iban a compartir.
Una hora después, ambas chicas se encontraban caminando por el puerto mientras que curioseaban por las muchas tiendas ubicadas en la avenida principal. Con su acostumbrada manera de ser, Ana entraba sonriendo mientras saludaba a todos en el lugar y casi jalando a su amiga, la llevaba directo a donde se encontraban los coloridos vestidos veraniegos para empezar a buscar uno para Lilián.
Por eso cuando llegaron a una tienda en particular, Ana no pudo contenerse al ver un hermoso vestido que le pareció ideal para su querida amiga,
-¡Este está perfecto para ti!- le dijo emocionada mientras lo colocaba frente a ella.
-Creo que es un poco caro, ¿no crees?- le respondió la otra al mirar más la etiqueta que el vestido mismo.
-¡Qué va! Déjame decirte que lo vale. Dime, ¿dónde habías visto algo tan lindo? Además, el color naranja con motivos amarillos te queda muy bien.-
-No sé, tal vez debiéramos ir a otras tiendas....-
-Si no aprovechas ahora, tal vez no lo encontremos cuando regresemos.... mira, es el último de tu talla.-
-Pero....-
-Nada de peros. Me gusta tanto que si no lo llevas, yo misma lo compraré para ti. No se te olvide que pronto será tu cumpleaños- le dijo con un guiño.
-¡Si falta un mes para mi cump....!-
-Considéralo como mi regalo por adelantado- interrumpió Ana con una gran sonrisa mientras casi empujaba a su amiga para que se lo probara.-
Sin poder llevarle la contraria, Lilián fue hasta los probadores y una vez que se lo probó, se dio cuenta de que Ana tenía razón.... era realmente hermoso y le quedaba muy bien. Era simplemente perfecto.
En eso, cuando quiso salir de los probadores para preguntar la opinión a Ana, vio que su amiga platicaba amenamente con un joven rubio. Al acercarse, su amiga le dijo algo al extraño y entonces él se volvió para mirar a Lilián.
En cuanto ambos se vieron directo a los ojos, algo muy extraño y a la vez especial ocurrió entre ellos: la mirada de ella se conectó de alguna manera en esos cielos azules donde se sumergió por unos segundos. Sintiendo algo extraño y a la vez excitante, al perderse en esa misteriosa mirada, por breves y eternos instantes se olvidó de todo a su alrededor excepto del joven frente a ella.
Así que no sabiendo qué era lo que estaba sucediendo, su mente perdió el sentido de la realidad hasta que su amiga tuvo que palmear su hombro varias veces hasta que Lilián no tuvo más que romper contacto con él,
-¿Qué... me decías?- preguntó aún anonadada por lo extraño del momento.
-Te decía que el vestido se te ve muy bien.-
-Ah.... sí...- le respondió la tímida chica mientras sonrojada, se volvió a mirar de nuevo al joven que continuaba mirándola atento.
Dándose cuenta de que algo interesante sucedía, Ana sonrió para sí misma y con toda la intención, entonces se dirigió al joven que estaba junto a ella,
-Quisiera presentarte a mi mejor amiga, Lilián.-
-Mucho gusto- respondió él sin despegar la mirada de la joven al frente -mi nombre es Albert- y extendiendo su mano, se la ofreció a la chica que continuaba como hechizada ante él y en cuanto ella tímidamente se la ofreció, él la tomó en la suya con firmeza por unos instantes. Luego la dejó ir al tiempo que él se colocaba las manos en sus bolsillos.
Al ver Ana esto, supo de inmediato lo que estaba ocurriendo entre esos dos. Así que con aire un tanto pícaro, decidió interrumpir el momento preguntando,
-Dime, Albert, ¿vienes de visita o estás trabajando?- el joven entonces por fin pudo despegar su mirada de la dulce jovencita y aún sonriendo, se volvió a la otra joven a su lado,
-Estoy trabajando.-
-¡Qué lástima!- le comentó Ana -hubiera sido lindo que pasaras unos días con nosotras.
-Estaré aquí hasta mañana en la mañana- y en eso de nuevo, volvió a mirar a Lilián -pero ustedes no tienen planes, podría invitarlas a cenar esta noche.-
Al escuchar la invitación, Lilián casi dejó de respirar, ya que había algo intrigante en él que ella simplemente encontró irresistible y a la vez en verdad misterioso. Pero como aún se encontraba bajo ese indescriptible encanto, no le fue posible responder. Por esa razón, fue su amiga la que tomó la palabra,
-Claro que sí, nos encantará ir.-
-Bien- respondió él con aire de triunfo -entonces pasaré por ustedes, conozco un buen restaurante que es famoso en la isla. Puedo pasar digamos, ¿a las siete....?-
-Sí- respondió Ana emocionada -estamos hospedadas en el Marriot- y fue entonces que Albert concentró su atención en Lilián. Como ella simplemente no respondía más que con la mirada, la otra chica tuvo que hacerlo por ella,
-¡Claro que Lilián también está de acuerdo! ¿No es así?-
-....- confundida y despertando del ensueño en el que continuaba, tímidamente respondió con un balbuceo -este.... claro... quiero decir....sí....-
-Pues no se hable más- dijo él con una sonrisa -tengo que hacer unas entregas ahora, pero es seguro que nos veremos después- y con una gran sonrisa que obviamente fue dirigida exclusivamente a la tímida joven, se encaminó a la entrada y después de despedirse de ambas alzando la mano, desapareció del lugar.
Lilián por su parte, no estaba segura de lo que había sucedido, pero sea lo que fuere de algo sí se había percatado: había algo en ese joven que simplemente no la dejaba apartarse de esos hermosos cielos que parecían atraerla con tanta insistencia.
Así que sin darse cuenta, dejó soltar un gran suspiro contenido y no fue sino hasta que Ana le habló que se percató de que su amiga había estado observándola todo este tiempo,
-Mi querida amiga, creo que sigues en tu nube.-
-.....- abochornada por el comentario, ella solamente se sonrojó a tal punto que tuvo que llevarse las manos a la cara para poder controlarse.
Ana solamente sonrió satisfecha por haber comprobado lo que era más que obvio y con aire de triunfo comentó,
-¿Sabes? Albert es un joven muy atractivo pero también un tanto extraño....- Lilián se volvió a verla con atención mientras que ella continuaba mirando la entrada por donde él desapareció -hace unos meses nos conocimos a través de un amigo que es piloto y supe entonces que él trabajaba en una pequeña avioneta llevando y trayendo ciertos equipos y provisiones para los zoológicos y refugios de animales en el Caribe... sin embargo...-
-¿Sin embargo?- preguntó Lilián curiosa.
Entonces Ana se volvió a mirarla con una sonrisa para responderle con una evasiva,
-Nada, olvídalo. Son sólo suposiciones mías. Anda y ve a cambiarte, llevaremos este vestido. Recuerda que saldremos esta noche y necesitas verte muy linda.-
-Pero, Ana....-
-Insisto, nada de peros, haz como te digo mientras elijo uno para mí, ¿ok?-
Ante la insistencia de su amiga, Lilián no tuvo más remedio que aceptar y sin decir nada más, se dirigió hasta los probadores. Una vez ahí, volvió a admirarse ante el espejo de cuerpo entero... en verdad que era hermoso el vestido y entonces, sin poder evitarlo, se dedicó a pensar en lo afortunada que era de volver a ver a Albert una vez más.
Supuso que seguramente esta noche sería algo que nunca olvidaría y sin saberlo, estaba realmente en lo cierto: ésta en verdad resultaría ser una velada inolvidable, una que jamás siquiera llegó a imaginar que tendría.
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Como a las seis y media en la habitación del hotel, las dos chicas entraban y salían apuradas del baño mientras se daban prisa en arreglarse para salir. Mientras que Lilián llevaba el vestido naranja, Ana optó por uno amarillo que compró para ella en la misma tienda. Como era obvio que su atavío no estaría completo sin los zapatos y accesorios para combinarlo, éstos los pudieron conseguir sin problema en otra tienda que estaba en rebajas.... y eso por insistencia de Lilián, ya que no quería que su amiga gastara tanto en ella.
Así que cuando por fin dieron las siete, ambas jóvenes bajaron al lobby para encontrarse con su amigo y también con una sorpresa que las aguardaba: Albert ya estaba ahí. El joven rubio esperaba sentado, vistiendo unos pantalones negros y una camisa azul oscura a rayas adornada con una corbata color vino..... pero lo más interesante de todo era que en sus manos llevaba un par de rosas blancas. Por lo que al verlas salir del elevador, de inmediato él se puso de pie para ir a su encuentro y darle a las chicas su regalo,
-¡Qué lindo detalle, Albert!- dijo de inmediato Ana -muchas gracias.-
-Gracias- agregó tímidamente la otra,
-Soy yo quien les agradece a ustedes por aceptar mi invitación- respondió él no despegando la mirada de Lilián que continuaba sonrojada por todo y que no despegaba la suya del piso.
Al notar que la tímida chica de alguna manera evadía encontrarse con esa mirada que tanto la emocionaba, Ana sugirió que no perdieran el tiempo y que se dirigieran al restaurante. Así todos se encaminaron hacia la entrada.
Una vez ahí, Albert pidió por su auto y cuál fue la sorpresa de las chicas al ver que se trataba de un Jaguar convertible gris oscuro. Ana con toda la intención, de inmediato se acomodó en la parte trasera del auto, por lo que no dio otra opción a Lilián más que la de sentarse adelante junto a Albert. Una vez arriba, Albert arrancó el auto y se dirigieron por la calle que los llevó a la avenida paralela a la playa.
Con el atardecer casi desapareciendo en el horizonte todos en el auto permanecieron callados mientras admiraban la inigualable vista a su derecha. Como iba conduciendo, Albert solamente dirigía su mirada de vez en cuando al ocaso que dibujaba entonces algunos matices rojos y naranjas, mientras el sol parecía comenzar a sumergirse en el cristalino mar.
Sin embargo, Lilián contemplaba no solamente el paisaje, sino también al joven a su lado: mirándolo de perfil, ella pudo admirar más detalladamente sus finos rasgos y lo más importante de todo, sin que él se diera cuenta. No obstante, fue precisamente en ese momento que sin aviso alguno, súbitamente él se volvió a verla por unos instantes al sentir su mirada. Con el sol tras de sí, la imagen del joven rubio adquirió un aura especial, sobre todo cuando le dedicó la más tierna de las sonrisas.
Esta imagen de Albert con el sol detrás bañando tenuemente su blanca piel y su rubio cabello con sus tonos rojizos, quedaría para siempre impregnada en el corazón de Lilián. Sería una visión de él que jamás olvidaría.
-–---------
Al poco tiempo y cuando ya se había cernido la noche en el lugar, Albert se dirigió a un restaurante en las afueras de la ciudad en lo alto de una colina. Al llegar, un par de empleados les abrieron galantemente la puerta a las chicas para darles la bienvenida al singular lugar: se trataba de un exclusivo restaurante italiano alumbrado con variadas antorchas colocadas a lo largo de la entrada.
De inmediato, Albert les dio el paso para invitarlas a entrar y cuando lo hicieron, ninguna podía creer aquello que se les presentaba ante sus ojos: el lugar de sobria elegancia y sofisticación, estaba a desnivel y gran parte estaba al descubierto, alumbrado casi enteramente por velas y tenues luces de color ámbar. Como el lugar estaba situado cerca de lo que parecía ser un risco junto al mar, a lo lejos se podía escuchar el suave golpeteo de las olas contra las rocas.
Con el aliento contenido ante lo que estaba viviendo, Lilián no sintió cuando Albert se colocó a su lado sino hasta que le ofreció el brazo para ayudarla a bajar las escaleras.... una que los llevarían a la planta baja, que era la parte principal. Mirando primero el brazo que la invitaba a apoyarse en él y luego a esos cielos sin igual, la chica definitivamente se sintió como viviendo un ensueño; en especial cuando él le dedicó una tierna sonrisa.
Así que al tomarlo del brazo y sosteniéndose con el otro de la baranda de la escalera, los tres comenzaron a bajar, ya que momentos antes él también le había ofrecido el brazo a Ana. Así que mientras los tres bajaban, Ana sonreía para sí misma y no les quitaba la mirada de encima a sus amigos.
Al llegar al pie de la escalera, el maitré con toda pompa y formalidad posible, les dio la bienvenida saludando con familiaridad al joven para luego acompañarlos hasta su mesa; una en una parte privada en donde a la luz de las velas, se podían contemplar ya las estrellas mientras se disfrutaba de una suave y refrescante brisa.
Como todo un caballero, el rubio ayudó a Lilián con su silla mientras el maitré lo hacía con Ana y una vez que todos estuvieron sentados a la mesa, de inmediato les sirvieron un cóctel de bienvenida.
De inmediato, Lilián se dedicó a admirar la hermosa vista que tenía a un lado... era una noche clara en donde la luna llena reflejaba lo mejor se sí sobre un mar tan calmado que parecería un espejo si no fuera por las suaves olas que se dibujaban en su superficie. Además, en una noche clara y por lo lejos que estaban de las luces de la ciudad, las estrellas adornaban lo que parecería el escenario perfecto para una noche inolvidable.
Por lo que absorta en esto, Lilián no se dio cuenta de que alguien la observaba y no fue sino hasta que el mesero se acercó a preguntar lo que ordenarían para cenar, que ella se percató de la intensa mirada que él le estaba dedicando. Así que evadiéndolo con timidez, le preguntó a su amiga lo que pensaba pedir,
-Creo que pediré una ensalada y el salmón a la plancha- comentó Ana con una sonrisa haciéndose la desentendida,
-Para mí....- comentó Lilián, sumiéndose en el menú para no mirar a Albert que estaba justo frente a ella -el pollo con salsa de champiñones....-
-Por favor, tráigame la especialidad de la casa- fue la respuesta de Albert.
Y tomando nota, el mesero repitió la orden para luego retirarse. En ese momento Ana quiso romper con el silencio que imperó súbitamente en la mesa,
-Parece que conoces bien este lugar, Albert.-
-Es mi favorito- respondió mientras miraba a un lado hacia el mar -vengo aquí desde que lo descubrí hace unos meses y cada vez que visito a la isla, procuro venir por lo menos un par de veces.-
-En verdad que es es hermoso- por fin se aventuró a comentar Lilián.
-Me alegra que te haya gustado- él se volvió a mirarla de nuevo y levantando su copa, quiso hacer un brindis -por los viajes y mis bellas acompañantes... ¡salud!-
-¡Salud!- respondió Ana mientras Lilián se cohibió aún más y solamente dibujó una sonrisa nerviosa al joven a su lado.
Sonrojada, Lilián no hizo entonces más que mirar hacia un lado mientras sentía que los colores se le subían al rostro, debido a que unos ojos que parecían observarla a detalle, no la dejaban ni por un momento.
Después de que les sirvieron al cena y cuando estaban disfrutándola, Ana se aventuró a preguntarle a su amigo acerca de su trabajo y entonces las chicas escucharon asombradas las variadas historias que Albert les estaba compartiendo acerca de los refugios para animales salvajes y pequeños zoológicos que estaban alocados en casi todas las islas del Caribe. Su trabajo consistía principalmente en llevar equipo, provisiones y medicamento a estos centros.
En ese momento, Lilián se dio cuenta de la importante labor que el atractivo joven estaba realizando en pro de los animales de las muchas islas por el Caribe, una que al parecer no atraía a mucha gente por la poca remuneración que dejaba... de acuerdo a lo que entendió de la charla.
Al momento de terminar con el postre y mientras Albert pagaba la cuenta, parecía que estaban listos para marcharse. Al dejar la mesa y encaminarse a la salida, Lilián se rezagó un poco de sus amigos, ya que quería llenarse del ambiente en el que estaba y poder grabar en su mente todos y cada uno de los detalles de esta velada. Para ella, este lugar parecía haber salido de un sueño y su intención era recordar vívidamente todo.... en especial al joven que caminaba frente a ella. Así que con su rosa en la mano, disfrutó de su aroma y grabó el momento con esa fragancia en su corazón.
Una vez en el auto y en el camino a su hotel, Albert se animó a preguntarles cuáles iban a ser sus planes para los próximos días, a lo que Ana respondió que tenían planeado hacer un par de recorridos por la isla, bucear un poco y principalmente descansar y disfrutar de la playa.
Para cuando llegaron a la puerta del hotel, el joven rubio supo que ésta era su última oportunidad de estar con la chica que lo había hechizado desde que la vio, así que sin miramientos y antes de que ellas entraran, les comentó,
-Es un poco temprano para regresar a la habitación- les dijo mirando su reloj -quisiera proponerles algo, ¿qué tal si vamos a caminar por la playa?- de inmediato su mirada fue dirigida a Lilián.
-¡Me parece buena idea!- respondió Ana al tiempo que su amiga la miraba confundida, no sabiendo qué responder.
-Pues entonces vamos- dijo él dándoles el paso y los tres avanzaron hacia los jardines.
Sin embargo, Ana entendió de inmediato lo que estaba sucediendo y las verdaderas intenciones del rubio, así que cuando los otros se adelantaron un poco, se rezagó a propósito para luego decirles,
-La noche está un poco fresca para mí, creo que subiré por algo para ponerme. ¿Está bien si los alcanzó en la playa?-
-....- Albert solamente sonrió y con asentimiento de cabeza, siguió caminando.
Al verlo dirigirse a la playa, Lilián se volvió a mirar a Ana que con una seña de su mano le dijo que continuara y dándole su bolsa y rosa a su amiga para que las llevara a la habitación, no tuvo más remedio que caminar a la par de Albert, mientras que la otra joven dibujaba una gran sonrisa.
Al dejar escapar un profundo suspiro al tiempo que observaba a la pareja adentrarse en los jardines, Ana se dirigió al lobby del hotel para momentos después perderse de vista por uno de los ascensores.
En definitiva, Ana sabía que algo interesante ocurriría en esa caminata por la playa y lo último que deseaba era arruinarla con su presencia.
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Como la noche estaba despejada y clara, el ambiente se sentía especial y aunado con la suave brisa que refrescaba, caminar junto a la orilla del mar no parecía después de todo ser tan mala idea.
Cruzando por los jardines y llegando después a la parte arenosa, ambos se vieron frente al mar. Entonces, sin miramiento alguno, Albert se sentó en una banca a un lado para quitarse los zapatos. Como la chica lo miraba confundida, le sugirió hacer lo mismo,
-No es cómodo caminar en la arena con zapatos- le comentó mientras también se arremangaba los pantalones y al terminar, le preguntó -¿quieres que te ayude?-
-.....- abochornada, Lilián sólo negó con la cabeza mientras apoyándose en un pilar, se sacó ambas zapatillas.
Satisfecho con la reacción de la chica, el rubio se encaminó luego a la arena para dirigirse lentamente hasta la orilla seguido por ella. Al llegar, Albert colocó sus zapatos a un lado y se adentró un poco en el agua, dejándose acariciar por las olas mientras que dirigía su mirada hacia el firmamento. Momentos después, giró su cabeza hacia la jovencita, que estaba detrás, lo miraba extrañada. Entonces, extendiendo su mano, le dijo,
-Por favor, acércate....-
Confundida aún, Lilián dudó por un momento; pero esos ojos le inspiraron confianza. Por lo que dándose valor y luego de dejar sus zapatos juntos a los de él, se acercó dudando hasta la mano que se extendía hacia ella. Al tomarla, dio titubeante un paso y se colocó al lado de Albert; pero luego al sentir el vaivén de las olas, se tambaleó un poco y fue cuando sintió un firme agarre que se dio cuando él tomó su brazo para enlazarlo con el suyo.
Una vez junto a él, Albert le sonrió a la chica que obviamente continuaba nerviosa. No sabiendo qué hacer, Lilián solamente optó por una actitud evasiva pero aun así, se dejó llevar al tiempo que sentía cómo su corazón latía acelerado. Él lo notó de inmediato y sabiendo que seguramente ella estaba así por el temor de caer en el agua, debido a que aún las suaves olas podrían hacerle perder el control, le comentó para tranquilizarla,
-No te preocupes, yo te sostendré. Solamente mira hacia arriba... hacia las estrellas.-
-....- ella se afianzó aún más fuerte a su brazo con ambas manos y Albert sonrió.
Por vez primera desde que se conocieron, Lilián le estaba mostrando cierta confianza.
Así cuando se sintió firme en el arenoso mar, de manera paulatina y con suma lentitud, la chica fue levantando su mirada. Para su sorpresa, se encontró con algo único que jamás había presenciado: eran cientos de estrellas que estaban dispersas por todo el firmamento, alumbrando la oscuridad que los rodeaba en la noche. Todo esto era en verdad un espectáculo sin igual, uno que literalmente la dejó boquiabierta.
Así que en la solitaria playa y solamente alumbrados por la luz de la luna, la pareja aún enlazada, se dedicó a contemplar uno de los mejores espectáculos que la naturaleza pudiera ofrecer. Uno que aunado al arrullo que las olas producían a sus pies y la suave brisa acariciando sus rostros, hacía que este momento fuera único e inolvidable... uno que seguramente ninguno de los dos jamás olvidaría.
Al continuar contemplando el cielo, Lilián por primera vez se dejó llevar por completo y por un momento, se relajó un poco para cerrar sus ojos y disfrutar de lo que estaba viviendo. Sin querer, dejó soltar un suave suspiro contenido y al abrir sus ojos, se topó con unos cielos que la miraban absortos.
Entonces, sin aviso alguno, Albert se acercó un poco a ella para retirar un mechón del cabello que con la brisa, había caído en su rostro. Sin embargo, al hacerlo, Lilián sintió una sutil caricia en su mejilla que la hizo estremecerse... y que obviamente la paralizó por completo.
Albert entendiendo lo que le sucedía y el nerviosismo que obviamente su audacia le causó, quiso distraerla desviando su mirada hacia arriba e indicándole con su mano una constelación en los cielos,
-Ese grupo de estrellas es Orión- para poder mirar hacia arriba y sin pensarlo, ella se tuvo que acercar más a él hasta casi recargarse a un costado. Albert sonreía aún más -....y esas otras, son la Osa Mayor y la Osa Menor.-
Mirando hacia el firmamento, la nerviosa joven se desconectó de sus pensamientos de temor y por fin, se estaba dejando guiar para poder disfrutar con plenitud del momento. Callada y al mismo tiempo ensimismada, por primera vez en su vida admiraba lo que nunca antes se había tomado el tiempo para contemplar. En ese momento, ella se dio cuenta de que Albert era alguien muy distinto a lo que inicialmente había pensado: en verdad que él era un joven especial.
Sin embargo, con los pies en el agua y el sereno de la noche, la chica eventualmente comenzó a titiritar un poco de frío sin poder evitarlo. No queriendo arruinar el momento, al principio no dijo nada, pero su acompañante lo notó al sentirla temblar sin parar,
-¿Tienes frío?- se volvió a mirarla preocupado.
-....- ella solamente asintió.
-Entonces, será mejor que volvamos.-
No obstante, antes de siquiera moverse, él tuvo un impulso irresistible de abrazarla y sin poder contenerse más, con sus brazos la envolvió tiernamente, tratando de darle el calor que ella necesitaba en ese momento.... desde que la conoció, Albert sintió que había algo muy especial en ella, algo indescriptible y hasta se podía pensar que era como cierta fragilidad que despertó de inmediato en él un fuerte instinto de protección. Eso indudablemente lo había llevado a tal atrevimiento.
Por su parte, Lilián al sentir sus brazos rodeándola y atrayéndola a su pecho, se sintió de nueva cuenta paralizada. Pero después de unos instantes, al escuchar el fuerte latido de ese varonil corazón que parecía querer decirle algo, extrañamente se tranquilizó. Entonces, se dio el valor para levantar tímidamente la mirada y encontrarse con esos cielos que nunca se apartaron de ella.
A ambos les pareció una eternidad esos instantes en que los dos estaban enlazando su mirada, ya que ninguno de los dos sabía cuál sería la reacción del otro a lo que estaban viviendo y experimentando. Esto en cierto modo, esta incógnita los tenía al filo de un abismo en su interior.
El primero en derribar su muralla interna fue Albert, que alzando una mano hacia el rostro que lo tenía como hechizado, empezó a acariciarlo lentamente,
-No sé qué es lo que me sucede contigo- fueron las palabras dichas con suma suavidad -nunca antes jamás alguien me hizo sentir tantas emociones tan intensas en tan poco tiempo...-
-....- ella simplemente lo miraba atónita conteniendo la respiración y sintiéndose desmayar por sus palabras.
-Mañana por la tarde debo regresar a Chicago, tengo un asunto muy importante al que no debo faltar, pero...- y acercándose peligrosamente a ella, le depositó un casto beso en su frente para luego dirigirse a su oído y confesarle con suavidad -me gustaría que pasásemos más tiempo juntos.... tan sólo unas horas más. En verdad que deseo conocer más de ti antes de mi partida. Dime, ¿me harías el honor de acompañarme a esperar el amanecer aquí en la playa?- al decir esto se retiró con lentitud para poder mirarla de frente y saber su respuesta. Una que buscaba aunque fuese dicha tan sólo con un gesto.
Ella tragó en seco. Con el corazón acelerado a mil y ensordeciéndole los oídos, ahora más que nunca Lilián sintió el revoloteo de miles de mariposas en su interior al tiempo que sus piernas le estaban fallando a tal punto, que sintió desfallecer. Entonces, no tuvo otra alternativa más que tomarlo con más fuerza de los brazos... su acción no era tan sólo para sostenerse, sino también tratando de poner cierta distancia. Algo que obviamente con la posición en la que estaban, le resultó casi imposible.
Ante la insistencia de esa mirada y sin saber qué responder, la joven intentó abrir la boca para articular aunque fuera una palabra, pero su voz se negó a salir de su interior y su reacción fue solamente bajar rápidamente la mirada. Al verla dudar así, Albert no supo qué hacer.
Sin embargo, él no se daría por vencido y entendiendo que era el momento de dejarle saber bien en claro que él sí estaba hablando en serio, suavemente levantó su mentón y acercándose lentamente a su rostro, sin poder resistirse más, le depositó un suave beso en esos indecisos pero dulces labios.
Fue algo tan fugaz y breve que Lilián sintió que lo había imaginado, mientras que él por su parte, hasta llegó a pensar que tan sólo había sucedido en su mente. Ninguno de los dos pudo saborear cabalmente el efímero beso. No obstante, en efecto sí había ocurrido y por lo tanto, las cosas jamás volverían a ser lo mismo entre ellos dos.
Después de haberla acariciado tan fugazmente con sus labios, él se dedicó a mirarla insistente, directo a los ojos como tratando de descubrir algo en ellos.... como si quisiera comprobar que ella estaba sintiendo lo mismo que él. Quería saber si esa chica en sus brazos experimentaba la misma pasión y emoción que misteriosamente se había despertado en él, una que mágicamente se había encendido desde el momento mismo en que la vio por vez primera.
Por su parte, la joven aún tratando de asimilar lo que recién había sucedido, no se dio cuenta de que la marea había subido un poco más y que el oleaje ahora mojaba la parte baja de su vestido. Literalmente temblando de frío, se quedó muda y paralizada. Por lo que al notarlo, Albert supo que era el momento de regresar a la playa. Así que sin aviso alguno, la tomó de la mano y se encaminó con ella de regreso a la arena.
Ahora en la playa y tomando los zapatos de ambos, Albert simplemente se negó a soltarla y para sorpresa de la chica, a la voz de "vamos", la jaló consigo y comenzó a correr con ella como tratando de liberarse de la ansiedad y la emoción que los momentos en el agua, causaron en él.
Corrieron hasta el otro lado de la playa hacia una pequeña barda que era el límite entre la arena y un paso peatonal. Una vez ahí, mientras que ella se sentaba tratando de recuperar el aliento, Albert solamente se quedó parado frente a la chica colocando las manos en sus pantalones y no sabiendo qué hacer, se dedicó a contemplarla sin decir nada y ella por supuesto, se quedó tan muda como él.
Por un rato, solamente se quedaron vieron el uno al otro... tal vez esperando que uno de ellos rompiera con el imperante silencio. No obstante, quien por fin habló fue el que menos se esperaba,
-Gracias- la voz de ella se escuchó tan suave que pareció un murmullo, al tiempo que apartó su vista y se dedicó a mirar al suelo.
-De nada- respondió él.
-....- el silencio volvió a imperar entre la pareja hasta que súbitamente se escuchó algo más -sí- dijo ella unos instantes después ante la mirada intrigada de Albert.
En ese momento, la chica levantó por fin su mirada y mientras la brisa jugueteaba con su cabello que hacía que algunos mechones se depositaran en su rostro, ella se aventuró a buscar la tierna mirada del rubio y agregar,
-Sí, me gustaría.... - tragó en seco -me gustaría esperar contigo el amanecer.-
Entonces Albert lo comprendió todo. Contrario a lo que hubiese pensado, esta decisión no había sido algo fácil para la tímida joven, ya que obviamente ella deseaba hacerlo tanto como él, pero simplemente no supo cómo expresarlo en su momento.
Con el rostro iluminado por la felicidad que esto le causaba, Albert se sentó a su lado y con una sonrisa le preguntó,
-¿Aún tienes frío?... porque si es así, iré por mi chaqueta al auto.-
-¡No!- respondió ella de inmediato -quiero decir, no es necesario... estoy bien, gracias. Mi vestido se mojó un poco, pero pronto se sacará- y llevándose las manos a sus brazos, trató de darse un poco de calor.
Enternecido por su reacción, Albert se acercó más a ella y dejándose llevar de nueva cuenta por su instinto protector, pasó su brazo sobre el hombro de la chica y luego la atrajo hacia sí para en ese momento, abrazarla tiernamente. Sin embargo, en esta ocasión, extrañamente Lilián no se resistió y sin siquiera dudarlo, recargó su cabeza en el varonil hombro. Curiosamente, ahora ella parecía estarlo disfrutando y a su modo, se lo estaba demostrando.
Con el sonido de las olas como música de fondo y el firmamento estrellado como un perfecto escenario sobre ellos, los dos se mantuvieron así, juntos y en completo silencio por largo rato. Todo era tan perfecto ahora que ninguno de los dos quería romper con el encanto que les hacía sentir esta nueva proximidad de la que gozaban. Era como si en el momento justo que se dijera algo, la magia se perdería y todo esto desapareciera como si se tratase tan sólo de un sueño.
No obstante, miles de pensamientos y voces se escuchaban resonando en el interior de ambos; especialmente porque estaban ante una realidad que les intrigaba y sobre todo, porque ambos eran conscientes de que muy pronto, en cuanto el sol comenzara a iluminar el cielo, tendrían que despedirse.
Saber esto no fue fácil para Lilián, pero sin que ella lo supiera, esta realidad le resultaba aún más difícil para el rubio a su lado.
Albert nunca había sido una persona que compartiera mucho de sí mismo con otros en el pasado. Esto, aunado a su carácter un tanto serio y solitario, lo hacía parecer evasivo y hasta misterioso ante los demás. Por esa razón, él mismo se sorprendió al descubrir que esta tímida chica en sus brazos pareciera abrir parte de su interior sin reserva alguna, para compartirle lo más íntimo de él.
Así que después de meditarlo por un rato, él no pudo contener más sus pensamientos y por lo limitado del tiempo, no quiso demorar más en expresarlos,
-¿Sabes?- ella se separó de inmediato para poder verlo a la cara mientras él mantenía su mirada fija en un punto a lo lejos -jamás había contemplado la idea de hacer partícipe de todo esto con alguien...- Lilián lo contemplaba sorprendida.
Entonces él se volvió a mirarla y con una sonrisa, le explicó,
-Me gusta mucho la naturaleza y ser libre, y hasta ahora nunca se había cruzado por mi mente el compartir este tipo de experiencias con los demás. Siempre pensé que nadie lo apreciaría tanto como yo... no hasta que...- entonces con rostro serio, alzó su mano y comenzó a acariciar suavemente la mejilla de la joven con su dorso -desde esta tarde en que te vi, despertaste algo en mí que ahora me hace anhelar el compartir todo lo que me apasiona contigo...-
Obviamente, Lilián tragó en seco al entender lo que él trataba de decirle.
Entendiendo que tal vez estaba yendo muy deprisa en su conquista, Albert optó por dejarla de abrazar y hasta se apartó un poco de ella. Entonces, señalando con su mano derecha el firmamento, quiso distraerla al volver a mencionar algo sobre la constelación bajo la que estaban,
-Orion ha sido considerado en el pasado como el lugar de origen de la vida...- primero, ella se volvió a mirarlo y después llevó sus ojos al punto donde él le señalaba: se trataba de tres estrellas brillantes que destacaban por su luminosidad en la noche.
Así, el rubio comenzó a narrarle las diferentes historias y leyendas que rodeaban a dicha constelación en los cielos.
Al principio, la joven solamente escuchaba atenta, pero eventualmente se aventuró a expresar su opinión y también a comentar lo que había aprendido al respecto. Poco a poco Albert se fue ganando su confianza y muy pronto la pareja comenzó a sentirse en verdad a gusto el uno con el otro.
De esta manera, ambos pasaron gran parte de la noche compartiendo mitos sobre estrellas, pero sobre todo, se permitieron dar la oportunidad de abrir su interior y dejar saber al otro algo íntimo de sus pensamientos.
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