***CELTICS FAIRIES: ANDREW'S HEART***
VEINTE DE ENERO (Minific)
DISCLAIMER: Los personajes de Candy-Candy, pertenecen a sus autoras Misuki e Igarashi. La historia a continuación ha sido escrita sin fines de lucro y solo para entretenimiento.
Premisa: Trama basada en el manga, en la época previa al viaje de Candy a Broadway.
****************************************************
PREVIAMENTE...CAPÍTULO 2 AQUÍ
¡Ugh! Estoy harta. Sí, eso mismo que estás leyendo: Harta.
Tres días, 12 horas, 20 minutos, 25 segundos de continuo silencio van a acabar con mi cordura.
¿Y todo por qué? Un beso.
¿Cómo era posible que hubiésemos llegado a esta situación?
Nunca me he sentido tan ignorada ni menos conocido a una persona tan firme en sus decisiones y tozuda, aparte de mí por supuesto.
Bueno (suspiro)…Supongo que la vida te hace conocer a la horma de tu zapato y además te hace probar de tu propia medicina ¿Verdad? Aunque esto ya es demasiado. ¡Demasiado!
Respiro profundo para liberarme de este fastidio que me carcome el estómago y además me está dando migraña.
Aunque no quiera admitirlo, creo que ha llegado el momento de actuar.
Albert, mi adorado tormento, si no existe otra forma de demostrarle lo importante que es para mí, entonces haré justo lo que me ha pedido.
Pero y si…
Niego con la cabeza alejando cualquier pensamiento que me distraiga de mi objetivo.
Me levanto de la mullida litera para buscar mi pequeña maleta roja y poder empacar un par de mudas de ropa, el boleto de tren y la entrada de la obra a la cual pienso asistir.
Acomodar mis cosas no me ha llevado más de 20 minutos así que voy por una taza con un poco de café mientras veo por la ventana como las luces de la ciudad aún siguen encendidas dándole ese aire de vida nocturna.
Es más de medianoche y Albert no ha llegado aún, así que me resigno a no esperarlo en el mueble y regreso a mi cama a intentar dormir por lo menos un par de horas.
Caigo rendida a pesar de que mi intención es sentir el momento en el que él llega, pero no lo consigo.
No recuerdo que momento de la noche es, pero me siento más abrigadita que de costumbre, sonrío adormecida y me giro hacia el lado de la pared.
En sueños, mi mente rememora el sabor y el toque etéreo de unos labios besándome con dulzura.
—Sí, por favor—ruego mentalmente.
Es tan suave. Se siente muy delicioso, tan real que me aferro a aquella sensación y entreabro mi boca para profundizar el beso. Un suspiro familiar recorre mi boca explorando mi lengua, estremeciéndome, torturándome a medida que delinea con sus dientes, mis labios.
—Albert— murmuro entre susurros— Solo tú….
El beso va disminuyendo de intensidad, mi respiración se va calmando y mi aliento se mezcla una vez más con aquel néctar ya conocido para mí.
Recobro el sentido cuando mis manos acarician unas hebras suaves de cabello en mi intento de volver a profundizar el beso.
Abro los ojos de golpe y la respiración agitada.
—Albert— musito sorprendida de que el beso es real. Lo sé por la manera en que mis manos siguen sujetando su cabeza, y él no hace nada por alejarse. — Estás aquí.
— Sí. — Es su suave respuesta besando mi nariz con mucha ternura. — Trata de dormir, princesa.
— Pero…
— Hablaremos por la mañana, Candy. — responde luego de darme un dulce beso más y se aparta con suavidad antes de subirse a la litera.
No insisto. Me quedo mirando el techo en silencio, con el pecho agitado y los dedos sobre mis labios.
¡Albert me ha besado! ¡Me ha besado!
Pongo mi puño sobre la boca, me giro sobre la almohada y doy un gritito de alegría.
¡Ay! ¡Qué emoción!
Pero oh. — Me detengo a pensar— ¿Debo cambiar mis planes por este beso?...
Doy vueltas una y otra vez inquieta sobre la cama esperando que pasen las horas, creo que si sigo así ya no podré dormir.
A las cinco en punto de la mañana, levanto el edredón de la cama, me desperezo y arreglo la colcha en puntillas después de verificar que Albert sigue durmiendo, busco mi ropa, mi abrigo, la maleta y salgo con cuidado hacia la cocina.
Tratando de no hacer ruido, preparo el desayuno haciendo realmente un esfuerzo porque no se me queme nada y mientras el agua hierve, busco una hoja, una pluma porque pienso que al menos un mensaje debo escribir.
Pero... ¿Cómo se lo explico?
Luego de cavilar por unos momentos, extiendo la punta de la plumilla sobre la tinta y comienzo a moldear mis letras.
.
.
.
¡Listo! Creo que ya está. Aunque me he quedado con la mano temblando de solo pensar que él va a leerla, espero que la tinta se seque y pongo la hoja sobre la mesita en tanto preparo la mesa con el desayuno.
¡Ay, no!—estoy a punto de decir en voz alta— En mi afán de poder darle la sorpresa y escribir la carta, he olvidado de comprar el pan.
Menuda despistada que soy.
En fin, no me queda de otra así que busco en mi monedero un poco de chelines, no sin antes doblar la carta con mucho cuidado además de colocarlo sobre la mesa.
Voy escaleras abajo dispuesta a encontrarme con una mañana fría y con manchas blancas descendiendo sobre mi rostro, pero no me importa, estoy feliz.
Hay poca gente a estas horas. ¿Siempre es así?
Encojo mis hombros, sin poder ocultar la sonrisa. Albert dice que soy muy dormilona, tal vez por eso no he notado la poca actividad si siempre me levanto cerca de las siete de la madrugada.
Habiendo comprado el pan y una magdalena, me dirijo de regreso al apartamento. Hay algo que me estoy olvidando pero marcho tan apurada que ya ni sé de qué se trata.
Subo las escaleras muy aprisa, contenta de haber logrado terminar a tiempo antes de partir, dejo la bolsa de pan sobre la mesa y me apresuro a coger mi maleta no sin antes lanzar un beso hacia el lugar donde descansa mi amado.
Vuelvo a hacer el viaje escaleras abajo, esta vez un poco más lento.
— ¿Se va de viaje?— escucho la voz de mi casera quien se me ha quedado parada en la puerta de su casa al verme partir.
¡Lo que me faltaba! La viejita chismosa.
— Buenos días señora, Levan — saludo —Tengo turnos dobles en el hospital por eso debo tener ropa a la mano. — miento lo más inocente que puedo.
—Ah…—me observa con detenimiento— Eso quiere decir que no se va a mudar. ¿Cierto?
Niego con la cabeza y le sonrío.
—Por supuesto que no señora Levan. Pierda cuidado.
—Ya veo— responde encogiéndose de hombros— Al menos su hermano se queda como garantía de que no se va sin pagar.
—No tenemos intención de mudarnos, señora Levan. —replico intentando no perder la paciencia. — La veré en un par de días…
Mi casera no responde, solo se limita a mirarme una vez más y cierra la puerta de su vivienda dándome tiempo a salir en busca de transporte.
Llego a la estación azuzando al cochero que tome atajos en el camino porque estoy a punto de perder el tren, pero felizmente me embarco sin retraso. Y aunque tiempo atrás hubiese dado todo por disfrutar de la hermosa vista, en esta oportunidad prefiero descansar un poco antes de enfrentar la realidad en el gigante comercial de Nueva York.
CONTINUARÁ....
CAPÍTULO CUATRO
Holis, muy buenas horas a cada una de vosotras. Os traigo la tercera parte de este corto minific, dedicado a mi hermana de trinchera, Lu de Andrew quien me dio el reto de escribir una historia con la canción Veinte de Enero ( Oreja de Van Gogh)
¿Qué os pareció esta parte?
La firmita la podéis llevar personalizada, dejando su nick.
La música de fondo, proviene del drama coreano "추노 (Chu No)" con la canción "비익련리(比翼連里) Lovers" El mensaje de la canción, se basa en un pájaro legendario llamado "비익조" (Bi-ik-jo). Se dice que nace con sólo un ojo y un ala y por lo tanto necesita un compañero que tiene otro lado de ojo y ala; por lo tanto los pájaros no pueden volar por separado. Desde tiempos antiguos, esto es símbolo de un verdadero amor.
Nos seguimos leyendo.
¡Hasta la próxima!
- RECOGER AQUÍ:
*******PORQUE PROTEGER EL CORAZÓN ANDREW, ES NUESTRO LEGADO*******
|