Ahora dejo con ustedes el final de esta serie de drabbles. Por un momento pensé que no terminaría los aportes de este año, pero poco a poco voy viendo la luz
Muchas gracias a todas ustedes que se toman el tiempo de ver y dejar un lindo comentario
Sé que este año muchas de nosotras hemos estado ocupadas con actividades y no hemos estado tanto como quisieramos, pero aquí seguimos chicas
Tambien me falta una sorpresita para este aporte, así que esperenlo
Gracias y les mando un abrazo
Serie de Drabbles: "Kazoku"
Espíritu Libre
Drabble #3
Espíritu Libre
Drabble #3
Las manchas de sus pequeñas patitas se encontraban alrededor de toda la habitación de Rosemary. Incluidas su cama y almohada. Cualquiera que viera la escena, pensaría que era parte de una extravagante decoración, y si fuera por la pequeña seguramente estaría más que encantada de que así fuera.
Sin embargo, no a todo el mundo le caía en gracia eso.
— Vamos señorita — una de las sirvientas de la mansión Andrew se encontraba acorralando a la pequeña Rosemary en una de las esquinas de su cuarto.
— No, he dicho que se quedará en mi cuarto — repetía ocultando entre sus brazos el pequeño bulto que sostenía.
— Pero… me regañarán señorita… por favor… — insistía una y otra vez la joven mucama.
Pero eso parecía importarle poco a la pequeña, pues su rostro demostraba a la perfección que nada la haría cambiar de opinión.
Cuando Albert pasó por la habitación, de inmediato su atención fue puesta en la escena.
— No lo dejaré afuera, está herido y hasta que no esté curado voy a dejarlo solo.
La mucama resopló cansada.
— ¿Qué pasa, Rose? — la voz de su padre captó de inmediato la mirada de hija.
La niña corrió hasta colocarse detrás de las piernas de su padre, quien solo la miró esperando una explicación.
— Papá, dile a Lissie que no se lo llevé — pidió de inmediato.
Albert miró a su pequeña, y entonces entendió a lo que se refería.
Un pequeño gato descansaba en sus brazos, mientras lamía una de sus patas que al parecer tenía una herida.
El rubio miró a la mucama y asintió haciéndole entender que él arreglaría todo. Ella intentó decir algo, pero al final se dio por vencida dejándolos solos.
Albert entonces cargó a su pequeña y la sentó sobre la cama. Observó al felino y entonces se dio cuenta que su hija también tenía algunos raspones en sus brazos y piernas.
— Estaba en el árbol del jardín, pero no podía bajar porque estaba herido. Así que tuve que subir por él — la niña comenzó a dar la explicación mientras miraba a su padre. — Sé que me has dicho que debo tener cuidado, pero no podía dejarlo así de herido.
Albert acarició sus cabellos, no había nada que reprocharle, después de todo Rosemary se parecía demasiado a él.
— ¿Y? ¿Lo has curado ya? — preguntó con tranquilidad.
— Estaba por hacerlo, pero Lissie entró para llevárselo y no me dejo terminar.
— Entonces, vamos a curarlo. Por ahora es lo más importante.
Albert entonces tomó lo necesario para hacer la curación mientras su hija lo observaba fascinada. Una vez terminado, colocó de nuevo al gatito en el regazo de su hija.
Ella lo acarició con cariño mientras el felino parecía más tranquilo.
— Papá… — le llamó — gracias.
— Bueno, no podíamos dejarlo así, ¿no lo crees?
Ella sonrió y abrazó a su padre.
— Gracias por enseñarme a ser alguien tan bueno como tú.
— Eso, Rosemary, es algo que sientes aquí — señalo el pecho de su hija — si no lo sintieras, no lo harías. No importa lo mucho que te lo hubiera enseñado.
— Si no te hubiera visto ser así, quizá no lo sentiría. Gracias por ser mi ejemplo papá. Te quiero.
— Yo también te quiero, Rose.
Porque ver la libertad y el corazón de su pequeña hija era lo que mantenía a Albert. Y deseaba que algún día ella pudiera ser capaz de comprender que ser ella misma era lo más importante.