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LA TIA SARAH
Había enviudado hacía un año. Después de tanta perdida su corazón estaba destrozado, sin embargo prefería ocultarlo, pero de alguna forma había decidido no volver a enamorarse nunca más.
Durante los últimos 5 años lo único que hacía era trabajar, Albert se había alejado de los negocios y tal solo se acercaba cuando era necesaria su presencia, de parte de los Leagan, Neal había decidido irse del país al lado de su esposa, Eliza se había casado y vivía también alejada de la familia y la única persona con quien contaba era su tía Sarah, quien también había enviudado y por primera vez tomaba las riendas de la familia en sus manos. No porque no tuviera confianza en él, sino porque de alguna manera quería mantenerse fuerte e independiente y sabía bien que si no estaba más su marido se encontraba a virtud de lo que la familia decidiera por ella. “No más”, había dicho y a pesar de sus fuertes convicciones hacía el hecho de que una mujer trabajara decidió hacerlo, aunque en realidad no era un trabajo pues solo tenía que estar pendiente de sus acciones y de tomar las decisiones correctas basada en la opinión de los accionistas. Era casi el mismo trabajo que Archie tenía y por lo cual empezaron a coincidir tanto en reuniones familiares como reuniones de negocios.
Por alguna razón y a pesar de su renuencia a tratarla, poco a poco Archie comenzó a sentirse cómodo con ella, era una mujer madura pero elegante, compartían gustos en algunos ámbitos como el arte, apreciaban la moda, las buenas costumbres, los buenos vinos y las buenas cenas y esto lo fueron descubrieron lentamente sin darse cuenta, algún día Archie se vio forzado a invitarla a comer por pura galantería y ella acepto por puro aburrimiento y disfrutaron aquella cena, vaya que lo hicieron puesto que después de aquella cena vinieron muchas más.
No era extraño, para nada, después de todo eran sobrino y tía. Aunque lejanos, lo suficientemente lejanos para que un día al llegar a la puerta de la Mansión Leagan el embriagado por la perfección de la noche se atreviera a besarla.
- Archibald!!!
- Lo siento… lo siento. – le había dicho, aunque en realidad no lo sentía.
Durante meses habian estado saliendo y desde algunos cuantos el se sentía completamente atraído a su tía Sarah y si habia llegado hasta ese punto aquel dia era porque estaba seguro que a ella tambien le atraía.
Sarah no supo que hacer despues de esa disculpa, perdonarlo, cerrarle la puerta, gritarle, abofetearlo. No, realmente no supo que hacer, se sentía sola y el era la única persona que le hacia compañía y la hacia sentir bien. Pero no estaba bien, no lo estaba, ella era una viuda respetable, una mujer mayor que el, alguien que tenia hijos tan grandes como su sobrino y además… además era su tia. Se giro y estuvo a punto de entrar cuando el la detuvo de los hombros, sorprendiéndola.
- No, la verdad no lo siento, se lo que debe pasar por tu cabeza en estos momentos, tal vez es lo mismo que esta pasando por la mia. Soy mucho menor que tu, podría ser tu hijo pero no lo soy, soy tu sobrino pero solo políticamente, soy… soy un loco por siquiera proponerlo pero me gustas Sarah, me gustas mucho y ya estoy cansado de estar solo, no puedes negar que tu tambien, no puedes negar que sientes algo por mi y somos lo suficientemente adultos para tomar el riesgo. Tal vez no públicamente pero podemos seguir adelante y hacernos compañía hasta que nos cansemos, hasta que encontremos algo mas, hasta que…
- Estas loco?
- Tal vez… no estas cansada ya de esperar algo que no llegara? Yo si y prefiero tomar el riesgo de tomar lo que ya esta cerca.
Ella se giro y lo miro fijamente, si, tambien estaba cansada y a decir verdad, quien sospecharía de una relación entre ambos, al fin y al cabo era su tia y el podría visitarla cuantas veces quisiera y ella a el. Lo halo al interior, cerro la puerta y le tomo la mano para guiarlo a su habitación, al fin y al cabo los sirvientes eran discretos. El solo sonrio y la siguió escaleras arriba… No volverían a estar solos.
