El aroma de su amor
Malinalli caminaba pensativa en su campo de rosas.
Su vestido blanco se movía lentamente, mimado por el tímido viento que provenía de algún lugar lejano, acercándole murmullos distantes.
Sus dedos anhelaban al pasar, cada rosa que él con tanto amor, había plantado y cuidado y aunque sólo acariciaba una rosa a la vez, su alma las abrazaba a todas, juntándolas a su pecho; como si cada uno de los pétalos fuese un latido de su propio corazón. ¿Cómo se podía amar tanto; abarcar tanto por amor?
En esos momentos en que lo único que podía escucharse era al viento besando las hojas de los árboles y a los pajarillos arrullándose con gentil ternura, sintió su alma inundarse de eternidad. De pie, mientras las plantas de sus pies recibían la frescura de la tierra fértil que era la cuna de sus amadas rosas y mientras sus ojos se perdían en la inmensidad de aquel cielo tan azul, tan inmenso y tan puro como los ojos de su amado, sintió sus manos rodear su cintura y su cabeza hundirse en el hueco insondable de su cuello. Un escalofrío de placer recorrió todo su ser, mientras Anthony respiraba profundamente el aroma de sus cabellos. Lo escuchó emitir un profundo y leve gemido y pronunciar su nombre como si de una plegaria se tratase. Ella recostó su cabeza en la nobleza exclesa de su amplio pecho y, cerrando sus ojos, se dejó inundar, una vez más por el aroma perfecto de su amor.
Su vestido blanco se movía lentamente, mimado por el tímido viento que provenía de algún lugar lejano, acercándole murmullos distantes.
Sus dedos anhelaban al pasar, cada rosa que él con tanto amor, había plantado y cuidado y aunque sólo acariciaba una rosa a la vez, su alma las abrazaba a todas, juntándolas a su pecho; como si cada uno de los pétalos fuese un latido de su propio corazón. ¿Cómo se podía amar tanto; abarcar tanto por amor?
En esos momentos en que lo único que podía escucharse era al viento besando las hojas de los árboles y a los pajarillos arrullándose con gentil ternura, sintió su alma inundarse de eternidad. De pie, mientras las plantas de sus pies recibían la frescura de la tierra fértil que era la cuna de sus amadas rosas y mientras sus ojos se perdían en la inmensidad de aquel cielo tan azul, tan inmenso y tan puro como los ojos de su amado, sintió sus manos rodear su cintura y su cabeza hundirse en el hueco insondable de su cuello. Un escalofrío de placer recorrió todo su ser, mientras Anthony respiraba profundamente el aroma de sus cabellos. Lo escuchó emitir un profundo y leve gemido y pronunciar su nombre como si de una plegaria se tratase. Ella recostó su cabeza en la nobleza exclesa de su amplio pecho y, cerrando sus ojos, se dejó inundar, una vez más por el aroma perfecto de su amor.
Es un honor, para este Foro Rosa, celebrar el de participación en este evento, de una escritora talentosísima y una excelente persona. Su calidad humana relumbra donde quiera que va y su creatividad nos ha transportado en innumerables ocasiones, a esa maravillosa dimensión donde la palabra "posibilidad" ha sanado incontables heridas.
Porque no todos poseemos la capacidad de sanar nuestro entorno con nuestras palabras y actos, es que el Baúl de los Recuerdos del Foro Rosa, se abre el día de hoy, para honrar a nuestra querida Malinalli.
¡Que estos diez años transcurridos entre llantos y risas, hayan florecido en ti como el vino añejo, que con cada día que pasa, se vuelve más valioso y más apreciado! ¡Te queremos!
Porque no todos poseemos la capacidad de sanar nuestro entorno con nuestras palabras y actos, es que el Baúl de los Recuerdos del Foro Rosa, se abre el día de hoy, para honrar a nuestra querida Malinalli.
¡Que estos diez años transcurridos entre llantos y risas, hayan florecido en ti como el vino añejo, que con cada día que pasa, se vuelve más valioso y más apreciado! ¡Te queremos!
¡Vuélvenos a sorprender!