AUNQUE NO SEA CONMIGO
Por Zanya Granchester
Cómo olvidar el día que te vimos, mis compañeras de equipo quedamos prendadas como moscas en la malla de la cancha de basquetbol de la comunidad, alto, guapo, delgado, con porte, cabello largo, tu rostro perfilado y con la sonrisa y ojos mas bellos que jamás había visto.
Eras el capitán del equipo, el número diez, uno de los mejores jugadores, el popular entre las chicas, levantabas tu mano en cuanto encestabas, tu cabello cobraba vida en cuanto estabas en movimiento, el aire era el único que podía tocar, sentir y acariciarlo sin pudor alguno.
Como olvidarlo, el tiempo se detuvo, no había nadie mas en mi campo de visión, todos desaparecieron, como en cámara lenta te veía detenidamente, cada paso, movimiento, gesto, sonrisas, se notaba que disfrutabas jugar , que amabas el deporte… Y desde ese día nosotras fuimos la porra oficial de tu equipo.
Entrenábamos tres veces por semana en las canchas de la escuela secundaria, de las diecinueve con treinta horas a las veinte con treinta horas, los días lunes, miércoles y viernes, días que también ensayaba la estudiantina de la escuela y ahí estaba mi mejor amigo Albert, el cual, conocí también en la cancha cuando pertenecía a otro equipo de básquet cuando cursaba la primaria y desde entonces hicimos una bonita amistad, amistad que al final del día para él se convirtió en amor, pero eso es otra historia que posiblemente cuente mas adelante. El asunto es que él estaba en segundo año en lo que yo estaba en primero de secundaria , era mi confidente, paño de lágrimas, mi incondicional. Tocaba la guitarra, cantaba, practicaba varios deportes, era demasiado sociable, inteligente y demasiado maduro para ser solo un adolescente.
Luego nos acompañaba a ver los partidos de los “Caza fantasmas” y creo que mi amigo se divertía a costilla nuestra por tanto grito que incluso, luego el árbitro amenazaba con sacarnos de ahí y fingíamos estar ofendidas y hacer el último intento de declararlo como un árbitro vendido. Le caímos bien a los muchachos y digo muchachos, porque ellos ya eran mayores de edad, conforme nos fuimos conociendo y platicando por ratitos porque ellos no eran de la localidad sino de otro… resultó que el mas chico de ellos era precisamente Terry y estudiaba el último semestre de bachillerato mientras los demás, estaban en la universidad.
Albert se dio cuenta de que Terry me gustaba, creo que fui muy obvia, quizá porque nunca le hablé mas que a sus amigos, quizá porque me ponía roja en cuanto lo veía, quizá porque no lo dejaba de mirar cuando jugaba. No sabía nada de él mas que deseaba ingresar a la universidad en la carrera de educación física, según sus compañeros de equipo, era muy diestro para los deportes y sí lo creo, su presencia decía mucho, su seguridad, todo él imponía, incluso su voz, esa voz varonil que te conquista en cuanto lo escuchas, todo en él era casi perfecto, sí, casi todo perfecto, y Albert lo sabía, todos lo sabían, menos yo.
Terry tenía novia y se llamaba Candy, una chica que para ser honesta, era muy bella, ¿quién podría competir con ella y mas con su carácter dulce? No, yo no, además ella era unos años mayor que yo, que incluso, nunca coincidiríamos en un partido porque éramos categorías diferentes. Era muy buena jugadora también y no supe mas de ella hasta los años, no me importaba mucho, solamente él, pero no había modo de saberlo solo preguntando, pero el hacerlo sería evidenciarme y como ya lo había comentado, todo el mundo sabía que él me gustaba, porque después en pleno partido no faltaba que le gritaran mi nombre sin importarles lo que yo pensara, sintiera y ni de la forma en que la tierra me tragara estando su novia presente.
Qué recuerdos aquellos, no sé que hubiera dado por dar una vuelta con él en el parque, me dedicara una mirada, creo que lo mas cercano que estuve a él fue en la fiesta de quince años de mi amiga Annie, por ella supe algunas cosas de él, se hicieron amigos y con el tiempo se hizo novia de Archie, el mejor amigo de Terry, ella no se quedó como espectadora, ella inteligentemente sin evidenciarse logró conquistar el amor de ese coqueto, con sonrisa cautivadora, estudiante de ingeniería mecánica.
Annie reservó una mesa especialmente para sus amigos y amigas deportistas, íbamos con nuestras mejores ropas, lo crean o no, todos nos veíamos guapos a excepción de él, él de por sí era guapo, ¿qué sigue después de eso? No le hacía justicia estar con ropa deportiva a la casual, qué chico tan más bello, si hubiera sido actor me hubiera declarado su más ferviente fan, creo que le diría por Instagram que tiene los ojos más hermosos que jamás he visto en otra persona, quizá me sentiría una acosadora, pero, ¿cómo sabría él que soy yo con un seudónimo? Creo que ya me desvié del tema y me fui como siempre a las fantasías del “hubiera” que nadie sabe, hasta ahora solo ustedes… ¿Y saben qué? Era mi oportunidad para hablarle, para involucrarme aunque sea en la conversación, ¡Ya había pasado dos años de haberlo conocido! No lo hice, tenía la impresión de que él fuera a pensar lo peor de mí y así me quedé hasta que todos hicimos nuestras vidas, al menos ellos, porque nosotras en ese tiempo éramos estudiantes de secundaria.
Y así pasaron los años, ellos concluyeron la universidad y nosotras nos quedamos en el bachillerato con un futuro adelante y un amor incierto al menos para mí, en donde siempre me cuestioné en donde estaría el amor de mi vida porque sabía de antemano, que Terry jamás sería para mí. Tuve novios, incluso mi amigo Albert lo fue por un tiempo pero realmente no funcionó, yo le tenía un amor de amigo y de hermano, ya no reíamos, jugábamos ni platicábamos como lo solíamos hacer, me sentía extraña incluso cuando me tomaba de la mano… después de varios meses, él ingresó al Tecnológico de Veracruz y yo me quedé en el último año de bachillerato, viajaba todos los días y se daba tiempo para irme a buscar a la escuela hasta que empecé a cortarle vuelta a raíz de que intentó darme un beso, ahí fue que comprendí que no lo podía ver de otra manera mas que como amigo, no pude, me di la vuelta y salí corriendo. Ya no podía esconderme de él, saliendo de la escuela me miró de manera suplicante para poder platicar, expusimos nuestros sentimientos, me disculpé y quedamos como amigos nuevamente. Siguió estando a mi lado, con los años comprendí que él esperaba por mí como yo esperaba por Terry, aunque no lo supiera, ¿Qué cosas con el amor, no lo creen?
Albert y yo nos seguimos viendo de forma esporádica porque ahora yo cursaba la Universidad pero en la capital del estado y a pesar de la distancia iba a visitarme cada quince días, platicábamos, nos poníamos al día y le confiaba toda mi vida, era mi confidente y paño de lágrimas y en ese estado fue cuando nos vimos por última vez.
Lloraba en sus brazos desconsoladamente, tomé la decisión de terminar un noviazgo de tres años, el cual, había planes de una vida juntos, podría decir que él era el amor de mi vida y yo la de él pero las circunstancias no nos permitió concretarlo y tuvimos que separarnos, actualmente somos amigos y con los años me gané la simpatía de su esposa, vive en otro estado pero con los medios de comunicación no hemos perdido contacto y cuando viene a ver a sus papás, me visita y veo reflejado los años entre nosotros… Sonará irónico, pero él fue mi compañero de bachillerato, conoció a Albert como mi novio y nos hicimos novios después de que egresamos, lo consideraba mi amigo pero no como mi amigo Albert que era también como mi hermano. Hasta hoy, no me había puesto a pensar qué hizo la diferencia de una amistad a la otra.
En cuanto a Albert, a partir de ese día no lo volví a ver, me abrazó mientras lloraba en su pecho, él era mucho mas alto que yo y estando con él me sentía protegida, siempre estaba cuando lo necesitaba, siempre tan incondicional amándome en silencio esperando una oportunidad y al ver que nunca le correspondería renunció a nuestra amistad para no hacerle mas daño. Con los años conoció al amor de su vida y él está felizmente casado, ¿qué cómo lo sé? Él me lo dijo cuando nos encontramos en la terminal de autobuses, para ese tiempo ya había hecho mi vida y tenía a mi hijo mayor en brazos.
Todos hicimos nuestras vidas y el primero en hacerlo fue Terry, terminó casado con Candy dos años después de que ella se graduó de la Facultad de Medicina… Qué ironías tiene la vida, pensando en ser madre por segunda vez después de cinco años de haberme estrenado como una, me encontraba trabajando en una tienda como empleada de mostrador (en realidad, apoyaba una amistad en su negocio en lo que encontraba empleada), y él, apareció en un atardecer con el sol rojo en sus espaldas, el cual, no se veía mas que una sombra que daba la bienvenida nuevamente al pasado.
Creo que fue mas que obvia mi reacción, estaba temblando, mis ojos abiertos como platos, roja y muda. Él era mucho mas alto que Albert, por vez primera él estaba parado frente a mí, nos separaba solo el mostrador, solo una pequeña distancia en comparación de cuando lo veía jugar e incluso en la fiesta de mi amiga Annie. Lo vi mucho mas guapo y atractivo, el tiempo y la edad lo benefició aún mas, ya no era ese chico rebelde de cabello largo, era solo él, que por azares del destino había decidido ir a comprar unas cosas que su esposa le pidió para su hijo.
Él frente a mí, me vió con esa mirada transparente, me sentí en ese momento chiquita y cuando creí que todo se había acabado me dijo “Hola, ¿Cómo has estado? ¿Trabajas aquí? Por vez primera teníamos una breve conversación después de esas dos preguntas… La familia de Candy vivía cerca de la tienda donde laboraba , Candy era médico y él director de la CONADE (Consejo Nacional del Deporte) en un Estado de la República Mexicana que no pretendo mencionar…
Se despidió de mí dándome la mano y si inicialmente no esperaba verlo, que estuviera frente a mi y que me saludara, menos esperaba que de forma amistosa concluyera su despedida con un beso en la mejilla, y así como llegó, se fue de la tienda sin mirar atrás y sin volver a verlo nunca más.
¡Adiós, a mi amor platónico, a mi amor de juventud a mi amor idealizado!
¡Adiós, a mi amigo, a mi confidente, mi paño de lágrimas, al hermano que me protegió hasta de mí misma cuando deseaba pasar a otro plano fuera de lo terrenal!
¡Adiós al amor de mi vida, el que fue mi última relación de noviazgo sana, inocente y sin malicias, en donde construimos castillos en el aire con amor y con una felicidad acompañada con hijos!
¡Adiós a una vida rosa, bienvenida a la vida real, en donde no existe el por siempre y para siempre aunque lo hayas jurado por la eternidad!
Mientras haya vida algún día nos volveremos a ver y si no, quizás en otras vidas o en otras muertes, así que, en donde quiera que estén, deseo que sean felices aunque no haya sido conmigo.
Eras el capitán del equipo, el número diez, uno de los mejores jugadores, el popular entre las chicas, levantabas tu mano en cuanto encestabas, tu cabello cobraba vida en cuanto estabas en movimiento, el aire era el único que podía tocar, sentir y acariciarlo sin pudor alguno.
Como olvidarlo, el tiempo se detuvo, no había nadie mas en mi campo de visión, todos desaparecieron, como en cámara lenta te veía detenidamente, cada paso, movimiento, gesto, sonrisas, se notaba que disfrutabas jugar , que amabas el deporte… Y desde ese día nosotras fuimos la porra oficial de tu equipo.
Entrenábamos tres veces por semana en las canchas de la escuela secundaria, de las diecinueve con treinta horas a las veinte con treinta horas, los días lunes, miércoles y viernes, días que también ensayaba la estudiantina de la escuela y ahí estaba mi mejor amigo Albert, el cual, conocí también en la cancha cuando pertenecía a otro equipo de básquet cuando cursaba la primaria y desde entonces hicimos una bonita amistad, amistad que al final del día para él se convirtió en amor, pero eso es otra historia que posiblemente cuente mas adelante. El asunto es que él estaba en segundo año en lo que yo estaba en primero de secundaria , era mi confidente, paño de lágrimas, mi incondicional. Tocaba la guitarra, cantaba, practicaba varios deportes, era demasiado sociable, inteligente y demasiado maduro para ser solo un adolescente.
Luego nos acompañaba a ver los partidos de los “Caza fantasmas” y creo que mi amigo se divertía a costilla nuestra por tanto grito que incluso, luego el árbitro amenazaba con sacarnos de ahí y fingíamos estar ofendidas y hacer el último intento de declararlo como un árbitro vendido. Le caímos bien a los muchachos y digo muchachos, porque ellos ya eran mayores de edad, conforme nos fuimos conociendo y platicando por ratitos porque ellos no eran de la localidad sino de otro… resultó que el mas chico de ellos era precisamente Terry y estudiaba el último semestre de bachillerato mientras los demás, estaban en la universidad.
Albert se dio cuenta de que Terry me gustaba, creo que fui muy obvia, quizá porque nunca le hablé mas que a sus amigos, quizá porque me ponía roja en cuanto lo veía, quizá porque no lo dejaba de mirar cuando jugaba. No sabía nada de él mas que deseaba ingresar a la universidad en la carrera de educación física, según sus compañeros de equipo, era muy diestro para los deportes y sí lo creo, su presencia decía mucho, su seguridad, todo él imponía, incluso su voz, esa voz varonil que te conquista en cuanto lo escuchas, todo en él era casi perfecto, sí, casi todo perfecto, y Albert lo sabía, todos lo sabían, menos yo.
Terry tenía novia y se llamaba Candy, una chica que para ser honesta, era muy bella, ¿quién podría competir con ella y mas con su carácter dulce? No, yo no, además ella era unos años mayor que yo, que incluso, nunca coincidiríamos en un partido porque éramos categorías diferentes. Era muy buena jugadora también y no supe mas de ella hasta los años, no me importaba mucho, solamente él, pero no había modo de saberlo solo preguntando, pero el hacerlo sería evidenciarme y como ya lo había comentado, todo el mundo sabía que él me gustaba, porque después en pleno partido no faltaba que le gritaran mi nombre sin importarles lo que yo pensara, sintiera y ni de la forma en que la tierra me tragara estando su novia presente.
Qué recuerdos aquellos, no sé que hubiera dado por dar una vuelta con él en el parque, me dedicara una mirada, creo que lo mas cercano que estuve a él fue en la fiesta de quince años de mi amiga Annie, por ella supe algunas cosas de él, se hicieron amigos y con el tiempo se hizo novia de Archie, el mejor amigo de Terry, ella no se quedó como espectadora, ella inteligentemente sin evidenciarse logró conquistar el amor de ese coqueto, con sonrisa cautivadora, estudiante de ingeniería mecánica.
Annie reservó una mesa especialmente para sus amigos y amigas deportistas, íbamos con nuestras mejores ropas, lo crean o no, todos nos veíamos guapos a excepción de él, él de por sí era guapo, ¿qué sigue después de eso? No le hacía justicia estar con ropa deportiva a la casual, qué chico tan más bello, si hubiera sido actor me hubiera declarado su más ferviente fan, creo que le diría por Instagram que tiene los ojos más hermosos que jamás he visto en otra persona, quizá me sentiría una acosadora, pero, ¿cómo sabría él que soy yo con un seudónimo? Creo que ya me desvié del tema y me fui como siempre a las fantasías del “hubiera” que nadie sabe, hasta ahora solo ustedes… ¿Y saben qué? Era mi oportunidad para hablarle, para involucrarme aunque sea en la conversación, ¡Ya había pasado dos años de haberlo conocido! No lo hice, tenía la impresión de que él fuera a pensar lo peor de mí y así me quedé hasta que todos hicimos nuestras vidas, al menos ellos, porque nosotras en ese tiempo éramos estudiantes de secundaria.
Y así pasaron los años, ellos concluyeron la universidad y nosotras nos quedamos en el bachillerato con un futuro adelante y un amor incierto al menos para mí, en donde siempre me cuestioné en donde estaría el amor de mi vida porque sabía de antemano, que Terry jamás sería para mí. Tuve novios, incluso mi amigo Albert lo fue por un tiempo pero realmente no funcionó, yo le tenía un amor de amigo y de hermano, ya no reíamos, jugábamos ni platicábamos como lo solíamos hacer, me sentía extraña incluso cuando me tomaba de la mano… después de varios meses, él ingresó al Tecnológico de Veracruz y yo me quedé en el último año de bachillerato, viajaba todos los días y se daba tiempo para irme a buscar a la escuela hasta que empecé a cortarle vuelta a raíz de que intentó darme un beso, ahí fue que comprendí que no lo podía ver de otra manera mas que como amigo, no pude, me di la vuelta y salí corriendo. Ya no podía esconderme de él, saliendo de la escuela me miró de manera suplicante para poder platicar, expusimos nuestros sentimientos, me disculpé y quedamos como amigos nuevamente. Siguió estando a mi lado, con los años comprendí que él esperaba por mí como yo esperaba por Terry, aunque no lo supiera, ¿Qué cosas con el amor, no lo creen?
Albert y yo nos seguimos viendo de forma esporádica porque ahora yo cursaba la Universidad pero en la capital del estado y a pesar de la distancia iba a visitarme cada quince días, platicábamos, nos poníamos al día y le confiaba toda mi vida, era mi confidente y paño de lágrimas y en ese estado fue cuando nos vimos por última vez.
Lloraba en sus brazos desconsoladamente, tomé la decisión de terminar un noviazgo de tres años, el cual, había planes de una vida juntos, podría decir que él era el amor de mi vida y yo la de él pero las circunstancias no nos permitió concretarlo y tuvimos que separarnos, actualmente somos amigos y con los años me gané la simpatía de su esposa, vive en otro estado pero con los medios de comunicación no hemos perdido contacto y cuando viene a ver a sus papás, me visita y veo reflejado los años entre nosotros… Sonará irónico, pero él fue mi compañero de bachillerato, conoció a Albert como mi novio y nos hicimos novios después de que egresamos, lo consideraba mi amigo pero no como mi amigo Albert que era también como mi hermano. Hasta hoy, no me había puesto a pensar qué hizo la diferencia de una amistad a la otra.
En cuanto a Albert, a partir de ese día no lo volví a ver, me abrazó mientras lloraba en su pecho, él era mucho mas alto que yo y estando con él me sentía protegida, siempre estaba cuando lo necesitaba, siempre tan incondicional amándome en silencio esperando una oportunidad y al ver que nunca le correspondería renunció a nuestra amistad para no hacerle mas daño. Con los años conoció al amor de su vida y él está felizmente casado, ¿qué cómo lo sé? Él me lo dijo cuando nos encontramos en la terminal de autobuses, para ese tiempo ya había hecho mi vida y tenía a mi hijo mayor en brazos.
Todos hicimos nuestras vidas y el primero en hacerlo fue Terry, terminó casado con Candy dos años después de que ella se graduó de la Facultad de Medicina… Qué ironías tiene la vida, pensando en ser madre por segunda vez después de cinco años de haberme estrenado como una, me encontraba trabajando en una tienda como empleada de mostrador (en realidad, apoyaba una amistad en su negocio en lo que encontraba empleada), y él, apareció en un atardecer con el sol rojo en sus espaldas, el cual, no se veía mas que una sombra que daba la bienvenida nuevamente al pasado.
Creo que fue mas que obvia mi reacción, estaba temblando, mis ojos abiertos como platos, roja y muda. Él era mucho mas alto que Albert, por vez primera él estaba parado frente a mí, nos separaba solo el mostrador, solo una pequeña distancia en comparación de cuando lo veía jugar e incluso en la fiesta de mi amiga Annie. Lo vi mucho mas guapo y atractivo, el tiempo y la edad lo benefició aún mas, ya no era ese chico rebelde de cabello largo, era solo él, que por azares del destino había decidido ir a comprar unas cosas que su esposa le pidió para su hijo.
Él frente a mí, me vió con esa mirada transparente, me sentí en ese momento chiquita y cuando creí que todo se había acabado me dijo “Hola, ¿Cómo has estado? ¿Trabajas aquí? Por vez primera teníamos una breve conversación después de esas dos preguntas… La familia de Candy vivía cerca de la tienda donde laboraba , Candy era médico y él director de la CONADE (Consejo Nacional del Deporte) en un Estado de la República Mexicana que no pretendo mencionar…
Se despidió de mí dándome la mano y si inicialmente no esperaba verlo, que estuviera frente a mi y que me saludara, menos esperaba que de forma amistosa concluyera su despedida con un beso en la mejilla, y así como llegó, se fue de la tienda sin mirar atrás y sin volver a verlo nunca más.
¡Adiós, a mi amor platónico, a mi amor de juventud a mi amor idealizado!
¡Adiós, a mi amigo, a mi confidente, mi paño de lágrimas, al hermano que me protegió hasta de mí misma cuando deseaba pasar a otro plano fuera de lo terrenal!
¡Adiós al amor de mi vida, el que fue mi última relación de noviazgo sana, inocente y sin malicias, en donde construimos castillos en el aire con amor y con una felicidad acompañada con hijos!
¡Adiós a una vida rosa, bienvenida a la vida real, en donde no existe el por siempre y para siempre aunque lo hayas jurado por la eternidad!
Mientras haya vida algún día nos volveremos a ver y si no, quizás en otras vidas o en otras muertes, así que, en donde quiera que estén, deseo que sean felices aunque no haya sido conmigo.
FIN