SÉPTIMO APORTE – PELOTON PECOCITAS
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Este es mi séptimo aporte como Subteniente del Pelotón Pecocitas.
Espero que disfruten este mini-shot de Archie que he escrito para este personaje.
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Saludos a todas mis compañeras del Pelotón Pecocitas, especialmente a mi querida amiga y compañera Nerckka Andrew quien me invito hacer parte de su grupo en la Guerra Florida hace años, a mi querida amiga Maravilla121 de Fanfiction quien siempre me apoya leyendo mis borradores y a quería mi amiga Gissa Álvarez del grupo Amazonas de Terry.
Un Paseo Por El Parque
Se escuchó un profundo suspiro en el pequeño consultorio, el bonachón doctor sonrió burlón al ver a su atolondrada enfermera con la mirada clavada al reloj, parecía que rogaba que las manecillas del armatoste del tiempo corrieran más rápido. El viejo matasanos aprovechando el descuido de su carcelero rubio metió mano a una de sus botellitas de aquel liquido embriagante que él guardaba por todas partes. Tomó un pequeño sorbo de aquel prohibido líquido, y aquella pecosa rubia ni por enterada se dio, todo por seguir vigilando el dichoso relojito.
El bonachón hombre pareció meditarlo, esa tarde se apiadaría de esa alma enamorada, ¡pero aún era muy temprano apenas marcaban las diez de la mañana! Esa enfermera despistada estaba perdida por aquel jovenzuelo y ni por enterada aún se daba. Burlón, giro sus pasos y se adentró a su humilde consultorio meneando la cabeza, sería un largo día para la despistada enamorada.
Entre vendas, llantos y pacientes agradecidos, los minutos de aquella jovencita enfermera pasaron lentos aquella mañana. De nada le servia mirar a cada rato esas lentas manecillas, tal pareciera que se habían puesto en huelga ese día de primavera en contra de ella.
El viejo doctor salió por un momento a preguntarle por la ficha de un viejo paciente, sonrió burlón al ver la cómica escena, la rubia enfermera revisando minuciosamente el reloj, ¡arriba de una silla! Parecía que no confiaba en su lento movimiento. No pudo descifrar lo que aquella nerviosa muchachita le murmuraba al marcador del tiempo. ¡Era cómico parecía que le exigía correr más rápido!
La alegre algarabía de unos niños que jugaban cerca del consultorio llamó su atención, curioso se acercó a la ventana. El día era precioso con razón su atolondrada enfermera estaba desesperada por salir. A lo lejos, una jubilosa alondra cantaba sobre el nido de un imponente árbol. Se llevó su mano a la barbilla, sonrió, era tiempo, se apiadaría de aquella despistada enamorada. Se preguntó por un momento si aquel elegante jovenzuelo estaría fastidiando a sus relojes de la misma manera que Candy lo venia haciendo a diario. Ese par se veía que morían el uno por el otro, pero se preguntaba si ella ya se había dado cuenta de su enamoramiento por aquel jovencito. Él se veía a leguas que, si lo sabía, pero ella, lo dudaba. Decidió ayudarle a aquel desesperado pretendiente, hoy jugaría un poco al cupido.
— ¿Esta seguro Dr. Martin? —, preguntó angustiada, no es que no quisiera marcharse inmediatamente, pero más valía asegurarse que había escuchado lo correcto. El bonachón doctor se quitó los lentes para limpiarlos mientras de reojo miraba a una nerviosa Candy quien desperada esperaba su respuesta. — ¿Dr. Martin? —, exclamó nerviosamente.
— ¡Ah!, sí…sí Candy, puedes irte, no tengas pendiente —, contesto burlonamente mientras seguía limpiando sus anteojos.
Ni tarda ni perezosa, la jovencita metió rápidamente todas sus cosas en una pequeña bolsa y como rayo salió del consultorio mientras un risueño galeno la observaba atento. Despistada como siempre salió sin despedirse, el doctor Martin solo movió la cabeza, esa jovencita nunca cambiaría. Apenas iba a dirigirse a su oficina cuando una agitada Candy regresó corriendo a la clínica.
— Lo siento Doctor Martin, nos vemos mañana que pase una agradable tarde —, dijo rápidamente mientras se disculpaba. Él solo le sonrió y con la mano se despidió.
La joven le guiñó el ojo y salió rápidamente del consultorio nuevamente. Afuera un esplendoroso sol le acariciaba su bello rostro, el atardecer era primoroso, suspiró profundamente, sería un agradable paseo por el parque…con él, siempre con él. Una sonrisa dibujo su ilusionado rostro y su corazón palpitó intensamente.
Candy sujetó su bolsa con ambas manos y caminó lentamente rumbo hacia el parque, iba un poco preocupada, con las prisas por salir, no se puso a pensar que tal vez él no estaría en el jardín a esa hora. Era demasiado temprano.
— Candy, eres una tonta es demasiado temprano —, se regañó mentalmente y comenzó a caminar en círculos en la acera ante los ojos curiosos de los transeúntes. ¿Qué hago? ¿Me voy al departamento y lo espero ahí? ¿Qué hago? ¿Me voy al departamento? —, se preguntaba apesarada mientras se mordía una de sus uñas, su corazón latía acelerado.
Lo que ella ignoraba es que en una banca del parque un gallardo joven la esperaba ansioso aquella tarde.
Todos los viernes tenía por costumbre esperarla en aquel parque para acompañarla a su pequeño departamento desde temprano, la excusa era que tenía que entregar unos papeles todas esas tardes en una oficina por el área. Tan despistada era la rubia que no se ponía a pensar que siendo tan rico el galán, era risorio pensar que él siendo uno de los herederos tuviera que hacerle al mensajero.
El gallardo jovencito la acompañaba en todas sus salidas, pero los viernes era especial, él se había convertido en su único compañero. Primero perdió al joven inglés, sin que ella se diera cuenta, aquel dolor romántico fue pasando a la historia, y de aquel enamoramiento de colegio solo un lindo recuerdo le quedaba. Su desilusión en New York fue suficiente para matar toda esa ilusión amorosa. Después fue la perdida de su fiel amigo vagabundo, de la noche a la mañana desapareció de la faz de la tierra, nunca supo que paso con su querido amigo. De la misma manera misteriosa que llegó, de la misma manera se retiró. Por él si tenía preocupación, su amnesia le angustiaba, pero él así lo decidió. Otra perdida, la más dolorosa fue la repentina muerte de su querido científico en esa terrible guerra que se llevaba a cabo del otro lado del Atlántico.
Patty y Annie también se alejaron de sus vidas. La madre adoptiva de la tímida pelinegra harta de las evasivas del heredero del clan Cornwell Andrew para cerrar un compromiso con su hija, le aseguró un jugoso matrimonio a la jovencita con un rico hacendado. La simpática Paty también se apartó de ellos, la perdida de Stear la impactó tanto que sus familiares la alejaron para ayudarle a sanar su solitario y adolorido corazón. Al final, Archie fue la única persona que se quedo a su lado, siempre junto a ella amándola en silencio sin esperanzas de ser amado.
Al final Candy decidió llegar temprano a parque y esperarlo. Total, no iba a perder nada. ¿Qué tal si su primo no la encontraba en el jardín y se marchaba a su casa sin verla? No, eso no lo soportaría, ella quería verlo ese día, sí señor, así tuviera que esperarlo horas. Bueno, no es que estuviera desesperada por verlo, no claro que no. Lo que pasaba es que como buena prima que era, ella se preocupaba por el bienestar de Archie, eso era lo que se venía repitiendo en el camino. Ya vería que escusa le inventaría si le cuestionaba su temprana salida. Alegre aceleró su paso y se encaminó a su destino.
Casi brinco de gusto cuando lo miró a lo lejos, pero de inmediato frunció el ceño al verlo acompañado. Unas guapas jóvenes lo acechaban sin descanso. Furiosa adelantó el paso, era el colmo, ella preocupada por este sinvergüenza y el riendo con aquellas coquetas.
Lo que Candy ignoraba es que Archie estaba incomodo con aquella situación, por enésima vez les había dicho a las insistentes jóvenes que se había encontrado por casualidad en ese lugar, que él no la podía acompañar. Eran unas insípida y presumidas jóvenes con las que su “adorable” tía Elroy lo quería emparentar. Maldita fuera su suerte, porque diablos tenia que encontrarse con esas mujeres. Estaba ya mareado con el fastidioso perfume de las presumidas e imprudentes jovencitas. Estaba irritado, se llevó dos de sus dedos al puente de su nariz, estaba harto. Candy se escondió tras uno de los arboles para observarlo a lo lejos, quería ver hasta donde llegaba ese coqueto.
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Según él siempre le había dado a entender que ella era la única mujer de su vida. Bueno no exactamente con esas frases, pero inclusive Annie la última vez se vieran, le gritó a la cara que Archie la seguía amando y que ella era la culpable de que su madre adoptiva le hubiera buscado un nuevo galán.
Hubo un tiempo que se sintió culpable de la nueva suerte de Annie, por eso se negaba a ver a Archie, pero ante la insistencia de este, ella finalmente comprendió que lo único importante para la madre de Annie siempre había sido la fortuna del posible esposo para su hija adoptiva. El amor o cariño eran cosas sin importancia para ella, y al parecer también para su examiga. Ella misma lo colaboró cuando la miró feliz besándose y del brazo del futuro prometido.
Por eso ahora no entendía nada. ¿Dónde estaba ese amor tan grande que Archie decía tenerle?
Ahí estaba el muy cínico con tres mujercitas coqueteando. Abrió los ojos sorprendida, una de aquellas resbalosas se le estaba acercando demasiado a su querido “primo,” una rabia intensa la sacudió. Esas tres le recordaban a Eliza, igualitas de descaradas, falsas y ridículas, tenía unas ganas de desaparecer a ese traidor y mentiroso de la faz de la tierra. Agarró con fuerza su humilde bolsa e iracunda quiso largarse de ahí.
— Que le aproveche —, pensó irritada, se giró furiosa para irse, pero la voz varonil la detuvo.
— Ya les dije que estoy esperando a alguien muy importante y no puedo acompañarlas.
Candy abrió los ojos como plato y se giró para seguir escuchando. Al parecer Archie no tenia intenciones de hablar o acompañar a esos tres pajarracos. La rubia sintió unos celos tremendos al ver que una de ellas trató de acariciar su mejilla, pero la enfermera respiró tranquila, al ver que él de inmediato dio dos pasos hacia atrás rechazándola. Tenía que salvarlo, claro, ella era su prima y era su obligación. Sí, maldita sea, su obligación, pero tenía que pensar en algo.
No quería a la vieja Elroy en la tarde tocándole histérica en la puerta de su departamento prohibiéndole verlo o acercársele. Ya tenía suficiente con que la hubiera sacado de su mansión cuando estuvo enferma. Tronó los dedos, y una sonrisa traviesa iluminó su hermoso rostro; se arregló su humilde traje de enfermera, era una idea descabellada tal vez cruel, pero era un caso extremo. Dejó su humilde bolsa cerca del tronco del árbol silenciosamente, y se dio ánimos.
Archie nuevamente les dijo que no a las tres atractivas chicas, pedía a gritos que algo pasara y esas urracas ya se marcharan. Unos pasos firmes se escucharon.
— Buenas tardes —, escuchó una melodiosa y conocida voz detrás de él; sonrió feliz era ella. Se sorprendió un poco aún era temprano, pero no importaba, su Gatita estaba aquí y eso era lo importante.
Las tres elegantes mujeres se giraron para ver a la guapa enfermera, la barrieron con la mirada. La joven era guapísima, humilde, pero bellísima. Una de ellas disimuladamente miró al joven Cornwell Andrew, ¿acaso esta rubia era la mujercita que él estaba esperando? No, eso era imposible, Elroy Andrew nunca lo permitiría, era una muerta de hambre. Antes de que Archie hablara, una traviesa Candy habló apresurada interrumpiendo el acoso de las musarañas.
— Disculpen que los interrumpa, pero ¿quería saber si no han visto a una señora con unas manchas corriendo por esta área? — Preguntó inocentemente, sus miradas se cruzaron fugazmente, pero fue suficiente para entenderse, disimuló su sorpresa y le siguió su juego sin hablarse.
—¡Qué! —, gritaron las tres presumidas asustadas. Candy sonrió satisfecha parecía que había capturado su atención.
— Estoy buscando a una señora con manchas rojas por todo el cuerpo, ¿no la han visto? —, repitió nuevamente y aparentó seguir buscando con la mirada a la enferma.
— ¿Ronchas, ha dicho usted manchas rojas? —, preguntó histérica una de ellas al tiempo que se alejaban de ella y se llevaba su mano temblorosa a su mejilla. Candy estuvo a punto de carcajearse, pero aparentando una profunda preocupación dijo seriamente.
— Sí, no quiero alarmarlas, pero al parecer es un caso de viruela. Por favor yo les aconsejo que se retiren de esta área, estamos buscándola para evitar un contagio y siguió su camino dejándolas estupefactas, él embobado la miró perderse entre el camino.
— Vámonos —, gritó la más alta de ellas y de inmediato trató de sujetar el brazo del atractivo joven, tenía el pretexto perfecto para que la protegiese, pero él volvió hacerse para atrás evitando los tentáculos de histérica jovencita.
— Siento mucho no poder acompañarlas señoritas Harrington, pero como ya les había explicado antes estoy esperando a alguien muy importante para mí, me despido de ustedes que tengan una excelente tarde, adiós —, dijo molesto, era la quinta vez que les decía lo mismo a esas tercas mujercitas. Necesitaba que se fueran con urgencia para buscar a su Gatita. Ellas lo miraron atónitas y se dio la media vuelta para sentarse a esperar a su amada enfermera.
— Pero Archie, ¿quién puede ser tan importante para arriesgar tu vida de esa manera? —, cuestionó histérica una de ellas.
Él se detuvo, estaba harto del acoso de estas mujeres, tenían meses fastidiándolo por todas partes, presentía que su tía Elroy se había propuesto emparentarlo con aquella ridícula familia, pero de eso nada; su corazón le pertenecía a alguien desde años y no pararía hasta conquistarla. Se giró y decidió dar un golpe definitivo a los sueños de aquellas desesperadas.
— Ella es mi prometida, buenas tardes señoritas —, se giró nuevamente y se encaminó a una banca cercana, se sentó ignorándolas. Ellas enmudecieron al principio, fúrica una de ellas quiso decir algo, pero al ver venir a lo lejos a la enfermera, el pánico las inundo. Ningún hombre por muy guapo y rico que fuera valía el riesgo de una enfermedad como la viruela, así que se alejaron rápidamente de aquel lugar. Archie sonrió al verla, se veía hermosa, Candy suspiró aliviada al fin solos; caminó más despacio. Él inmediatamente avanzó hacia su encuentro y la saludó enamorado y alegre.
— Hola Candy.
Ella lo ignoró y se dirigió al árbol donde dejara su pequeña bolsa, él se sorprendió por su fría actitud la siguió mientras la cuestionaba amoroso.
— Gatita, ¿te pasa algo? ¿Estás enojada? —, la cuestionó mientras ella trataba de agarrar su pequeña valija que estaba escondida tras del frondoso árbol, antes que ella lo hiciera, el gallardo heredero tomó el pequeño maletín y se la dio a las manos.
Ella la tomó y lo siguió ignorándolo. Archie la miró inquisitivo algo no estaba bien, ¿por qué su parlanchina amada no contestaba sus saludos y se veía enojada? Apenas hacía unos minutos había espantado a aquellas fastidiosas acosadoras con una mentira ingeniosa, y ¡ahora lo ignoraba como si no existiera! Ella pretendió marcharse sin contestar, pero él no la dejo partir, la tomó cariñoso de los hombros y trató de obtener una respuesta de la airada jovencita.
— Candy… ¿acaso he hecho algo que te ha ofendido? —, ella lo miró y bajo la mirada inmediatamente, meneó la cabeza. — Entonces Candy, ¿por qué no me dices que te pasa? —, insistió el joven mientras le levantaba su rostro cariñosamente y acariciaba levemente su mejilla para poder reflejarse en esas bellas esmeraldas, ella se estremeció y su rostro adquirió un matiz rojizo ante la audaz caricia.
— No…no, me pasa nada —, titubeante contestó sintiéndose mareada ante su intensa mirada.
— ¿Entonces por qué estas tan enojada? —, ella bajó la vista y levantó los hombros, él no le dio tregua y levantó su rostro nuevamente, necesitaba saber la razón de su errático comportamiento.
— Candy, no te entiendo, tú nunca estas tan seria. ¿Me puedes decir qué te pasa?, he estado esperando por ti.
Ella lo miró furiosa, se zafó de sus brazos y molesta dijo.
— ¿Esperando? Sí como no, lo que yo vi fue un hombre coqueteando con tres elegantes mujeres.
Archie abrió los ojos sorprendido, ¿Qué era lo que estaba diciendo Candy? ¿Acaso ella?
— ¿Candy...estas celosas?
Por un momento ella se quedó boquiabierta, muerta de vergüenza contestó atropelladamente mirando hacia el suelo.
— Nno…por supuesto que no, yo…yo solo quería ayudarte a —, la silencio cuando la tomó nuevamente del rostro, estaban tan cerca que ella podía sentir su respiración en su cara. Ella estaba nerviosa, sus bellas esmeraldas la delataban. El corazón de Archie se aceleró al sentirla tan cerca y percibir que su Gatita estaba celosa, se sentía feliz. Esta era la oportunidad que él había esperado por años.
— Candy, tú nunca mientes, dime la verdad mirándome a los ojos, ¿estas celosas?
Ella tembló, no sabia que decir, se soltó y nerviosa murmuró.
— Me tengo que ir —, quiso salir corriendo, pero no llegó muy lejos cuando una fuerte mano la sujetó de la cintura, la acercó a su cuerpo y tomó por sorpresa su boca. Ella asustada, quiso separarse, pero la otra mano inmovilizó su nuca para impedir su escape. Ella no lo podía creer, su segundo beso y para variar robado, pero este fue diferente. Fue suave al principio, y poco a poco el joven de mirada ambarina la sumergió en una intensa pasión que la fue enloqueciendo de amor. Se le olvido hasta de su nombre, lo único que atinó a hacer fue abrazarlo con todas sus fuerzas.
Sí, ahora sí podía gritarlo, estaba celosa. No supo cuándo ni cómo, pero Archie se fue metiendo en su corazón y ahora le pertenecía solo a él, a su eterno paladín.
— Te amo gatita, te amo —, susurró mientras le besaba todo el rostro y ella lo miraba embelesada.
— …yo —, suspiró profundamente. — También te amo Archie…y sí, sí estoy celosa, muy celosa.
La besó tiernamente, y le tomó su mano para llevarla a su corazón.
— ¿Lo sientes? —, le preguntó dulcemente.
— Sí —, murmuró.
— Gatita…mi corazón solo late por ti y es para ti, solo para ti —, una sonrisa iluminó su hermoso rostro, estaba extasiada con esa declaración amorosa. — Nunca tengas celos de este loco enamorado, mi amor es eterno y es solo para ti. Te amo.
Volvieron a sumergirse en un apasionado beso de amor. La pareja pasó la tarde de la mano jurándose amor. A lo lejos un hombre elegante de negro bigote miraba satisfecho la escena, el líder del clan estaría satisfecho con esa noticia. Ellos ayudarían a que ese amor superara los obstáculos y lograran ser felices para siempre.
Fin
Última edición por stormaw el Vie Abr 26, 2019 8:27 pm, editado 1 vez