Letras inspiradas en Translation de Bachdenkeli, para el reto
El caballero se siente en el sillón individual que se encuentra frente de la chimenea, en su diestra marea al cubito de hielo que se remoja en el whisky… tuerce el gesto como queriendo que cada vértebra de su cuello vuelva a su posición, esa que siente que ha perdido desde hace años mientras fingía mirar para otro lado.
Intenta librarse del nudo de corbata que lo lleva asfixiando desde el día que se la puso antes de ir al altar… pero no recuerda cuando dejó de sentir la necesidad de renovar el oxígeno de sus pulmones… pues ella se había encargado de proveerle ese elemento esencial para cualquier ser viviente.
Hace media hora que las personas finalmente han dejado su residencia después de haberle acompañado en el momento que se supone es el más triste de todo hombre. Pero esa tristeza no es nueva, ya una vez la experimentó y de repente se encontró sumergido en un mundo gris, extraño, absurdo y taciturno.
-Terry…
El hilo de voz que había pronunciado lo sacó de su trance, gira su rostro para ver a la señora que se dirigía a él en ese momento
-Terry… ya todos los invitados se han marchado y la cocina está recogida
-Muchas gracias por encargarse del servicio después del sepelio señora Marlow
-No es nada, también era mi hija
El caballero se levanta de su asiento a la vez que hace un asentimiento de cabeza indicando que recordaba y aceptaba ese detalle.
-¿Está seguro que desea quedarse solo?
-Sí, no se preocupe estaré bien
-Muy bien… yo me retiro, hasta luego
-Adiós señora Marlow.
La acompaña hasta la puerta para despedirla con la mayor serenidad posible… le cuesta entender este nuevo sentimiento que lo está estorbando, hormiguea en todo su ser. Puede que sea el recuerdo de esas emociones reprimidas o ilusiones olvidadas.
-Terry… yo sé… sé que a quien en verdad quieres es a Candy… aún estás a tiempo, puedes ir tras ella y alcanzarla
-Susana. Me he decidido por ti
-¿De verdad?
-Sí
-Te prometo… prometo que te querré tanto y pondré todo en mi mano por hacerte feliz… y todo este dolor quedará en el olvido de este invierno, mañana saldrá el sol y verás cuán grande es mi amor.
¡Oh Susana! Tus ojos brillan, tu sonrisa es dulce… realmente me amas, me das razones para querer estar a tu lado. Según dicen, el tiempo y los años colocan a uno donde corresponde ¿Es junto a ti donde debo estar?
Al final quise convencerme que debía proteger sus sueños, esperar que floreciera con la estación, por una primavera que no vino, quería que te volvieses mi sol, mis razones y mis gustos… pero al final preferí cambiar tus manos por una botella, tus besos por el alcohol.
Me diste todas las razones para poder amarte, pero todo eso lo que hizo fue lanzarme a los brazos de la desesperación… pero cuando la vi, ella también sonreía, había aceptado la misma suerte que implicaba estar lejos de mi ¿Acaso soy un estúpido que no entiende esto del amor?
Regreso contigo para darte todo lo que un corazón añora, sin importar cuanto pueda condenar a mi alma. Te haré mi señora.
El hombre da un paseo por cada estancia observando los retratos y cuadros colgados de las paredes, muebles y flores que ella había dispuesto para convertir esa casa en un cálido hogar, antes no se había percatado de esos pequeños detalles.
Cada estación había pasado y con ello sus esfuerzos por hacerla feliz, de poder sentir el sol en sus días y alegrarle la vida. Conoció la intimidad de su esposa y esas caricias le sabían ha escarcha, tal parecía que ese invierno nunca se marcharía.
-El sentimiento que creció en mí para ti nunca fue el que tú esperabas, por más que te esforzaras, y me dieras todo de ti con gusto. Mientras me esforzaba para hacerte sentir bien. Los años pasaron y con el invierno de mi corazón te fuiste marchitando, tus veranos se fueron acortando. Tu paciencia y mi conciencia se volvieron aliados y todo ha terminado como cuando empezó... como hace tantos años atrás bajo una tormenta de nieve.
Puede que la melancolía haya hecho de las suyas, pero su corazón le dice “Has obrado bien” y que ha llegado la hora de empezar un nuevo camino. Se sienta en su escritorio y prepara las cuentas, cartas de recomendación para sus empleados que han estado ahí esos años; despidiéndose de su amigo Robert, su madre Eleanor, dejando un fideicomiso para la señora Marlow… y una carta que nunca pensaba enviar, en la cual afirmaba
-PD: Mis sentimientos nunca cambiaron.
Se siente aliviado de poder dedicarle esas pocas líneas, pues es consciente de algo
-Ahora ya no es hora, no puedo ir a buscar un amor que dejé marchar… no puedo decirte que eres la mujer que no he podido olvidar; ahora ya no es hora de querer curarte ese corazón roto que deje partir y entrar en su vida porque aparento ser libre. Ya no es hora.
A bordo de un trasatlántico, Terreuce Grandchester se dirige en busca de un nuevo sueño, una nueva primavera. Atrás quedan los días de su juventud, noviazgo y matrimonio y se llevaba consigo solo lo mejor.
El tiempo pasó y la señora Baker considerando que no había razón para seguir manteniendo la residencia que había sido el hogar de Susana y Terry, decide ponerla a la venta. Antes de que el nuevo propietario fuese a tomar posesión de la casa, pasa por esta para revisar si existe algo que valga la pena guardar… revisa los pocos papeles que había sobre el escritorio, incluso una carta sin destinatario… aunque no lo necesitaba, pues con solo leer el contenido sabía a quién estaba dedicada. Lamentaba que su hijo haya tenido ese final. Coge los papeles entre sus manos y le da un par de golpes sobre la superficie de madera para que queden emparejados mientras observa si en esa estancia existe algo más de valor.
Terry se ha hecho de una carrera de renombre en Londres, finalmente el sol vuelve a brillar en su vida y siente que su corazón late como hacía mucho no lo sentía. Había quedado con su madre en la calle Horner Square, para ver juntos el mercadillo… mientras la espera observa el par de puestos que están cerca de él.
-¡Terry! ¿Llevas mucho tiempo esperando?
-Hola madre… tranquila, he llegado hace un par de minutos
-¿Has visto algo que te guste de este puesto?
-Creo que me llevaré este cuadro, de seguro a mi esposa le va a encantar… conocemos un lugar que se parece muchísimo al de este lienzo… quizás y conoce quién es “Slim”
-¿De verdad? Espero que me ayudes a buscarle un lindo regalo de cumpleaños
-Sí claro, pierde cuidado.
AHORA YA NO ES HORA.
El caballero se siente en el sillón individual que se encuentra frente de la chimenea, en su diestra marea al cubito de hielo que se remoja en el whisky… tuerce el gesto como queriendo que cada vértebra de su cuello vuelva a su posición, esa que siente que ha perdido desde hace años mientras fingía mirar para otro lado.
Intenta librarse del nudo de corbata que lo lleva asfixiando desde el día que se la puso antes de ir al altar… pero no recuerda cuando dejó de sentir la necesidad de renovar el oxígeno de sus pulmones… pues ella se había encargado de proveerle ese elemento esencial para cualquier ser viviente.
Hace media hora que las personas finalmente han dejado su residencia después de haberle acompañado en el momento que se supone es el más triste de todo hombre. Pero esa tristeza no es nueva, ya una vez la experimentó y de repente se encontró sumergido en un mundo gris, extraño, absurdo y taciturno.
-Terry…
El hilo de voz que había pronunciado lo sacó de su trance, gira su rostro para ver a la señora que se dirigía a él en ese momento
-Terry… ya todos los invitados se han marchado y la cocina está recogida
-Muchas gracias por encargarse del servicio después del sepelio señora Marlow
-No es nada, también era mi hija
El caballero se levanta de su asiento a la vez que hace un asentimiento de cabeza indicando que recordaba y aceptaba ese detalle.
-¿Está seguro que desea quedarse solo?
-Sí, no se preocupe estaré bien
-Muy bien… yo me retiro, hasta luego
-Adiós señora Marlow.
La acompaña hasta la puerta para despedirla con la mayor serenidad posible… le cuesta entender este nuevo sentimiento que lo está estorbando, hormiguea en todo su ser. Puede que sea el recuerdo de esas emociones reprimidas o ilusiones olvidadas.
-.-.-
-Terry… yo sé… sé que a quien en verdad quieres es a Candy… aún estás a tiempo, puedes ir tras ella y alcanzarla
-Susana. Me he decidido por ti
-¿De verdad?
-Sí
-Te prometo… prometo que te querré tanto y pondré todo en mi mano por hacerte feliz… y todo este dolor quedará en el olvido de este invierno, mañana saldrá el sol y verás cuán grande es mi amor.
¡Oh Susana! Tus ojos brillan, tu sonrisa es dulce… realmente me amas, me das razones para querer estar a tu lado. Según dicen, el tiempo y los años colocan a uno donde corresponde ¿Es junto a ti donde debo estar?
Al final quise convencerme que debía proteger sus sueños, esperar que floreciera con la estación, por una primavera que no vino, quería que te volvieses mi sol, mis razones y mis gustos… pero al final preferí cambiar tus manos por una botella, tus besos por el alcohol.
Me diste todas las razones para poder amarte, pero todo eso lo que hizo fue lanzarme a los brazos de la desesperación… pero cuando la vi, ella también sonreía, había aceptado la misma suerte que implicaba estar lejos de mi ¿Acaso soy un estúpido que no entiende esto del amor?
Regreso contigo para darte todo lo que un corazón añora, sin importar cuanto pueda condenar a mi alma. Te haré mi señora.
-.-.-
El hombre da un paseo por cada estancia observando los retratos y cuadros colgados de las paredes, muebles y flores que ella había dispuesto para convertir esa casa en un cálido hogar, antes no se había percatado de esos pequeños detalles.
Cada estación había pasado y con ello sus esfuerzos por hacerla feliz, de poder sentir el sol en sus días y alegrarle la vida. Conoció la intimidad de su esposa y esas caricias le sabían ha escarcha, tal parecía que ese invierno nunca se marcharía.
-El sentimiento que creció en mí para ti nunca fue el que tú esperabas, por más que te esforzaras, y me dieras todo de ti con gusto. Mientras me esforzaba para hacerte sentir bien. Los años pasaron y con el invierno de mi corazón te fuiste marchitando, tus veranos se fueron acortando. Tu paciencia y mi conciencia se volvieron aliados y todo ha terminado como cuando empezó... como hace tantos años atrás bajo una tormenta de nieve.
Puede que la melancolía haya hecho de las suyas, pero su corazón le dice “Has obrado bien” y que ha llegado la hora de empezar un nuevo camino. Se sienta en su escritorio y prepara las cuentas, cartas de recomendación para sus empleados que han estado ahí esos años; despidiéndose de su amigo Robert, su madre Eleanor, dejando un fideicomiso para la señora Marlow… y una carta que nunca pensaba enviar, en la cual afirmaba
-PD: Mis sentimientos nunca cambiaron.
Se siente aliviado de poder dedicarle esas pocas líneas, pues es consciente de algo
-Ahora ya no es hora, no puedo ir a buscar un amor que dejé marchar… no puedo decirte que eres la mujer que no he podido olvidar; ahora ya no es hora de querer curarte ese corazón roto que deje partir y entrar en su vida porque aparento ser libre. Ya no es hora.
A bordo de un trasatlántico, Terreuce Grandchester se dirige en busca de un nuevo sueño, una nueva primavera. Atrás quedan los días de su juventud, noviazgo y matrimonio y se llevaba consigo solo lo mejor.
El tiempo pasó y la señora Baker considerando que no había razón para seguir manteniendo la residencia que había sido el hogar de Susana y Terry, decide ponerla a la venta. Antes de que el nuevo propietario fuese a tomar posesión de la casa, pasa por esta para revisar si existe algo que valga la pena guardar… revisa los pocos papeles que había sobre el escritorio, incluso una carta sin destinatario… aunque no lo necesitaba, pues con solo leer el contenido sabía a quién estaba dedicada. Lamentaba que su hijo haya tenido ese final. Coge los papeles entre sus manos y le da un par de golpes sobre la superficie de madera para que queden emparejados mientras observa si en esa estancia existe algo más de valor.
-.-.-
Terry se ha hecho de una carrera de renombre en Londres, finalmente el sol vuelve a brillar en su vida y siente que su corazón late como hacía mucho no lo sentía. Había quedado con su madre en la calle Horner Square, para ver juntos el mercadillo… mientras la espera observa el par de puestos que están cerca de él.
-¡Terry! ¿Llevas mucho tiempo esperando?
-Hola madre… tranquila, he llegado hace un par de minutos
-¿Has visto algo que te guste de este puesto?
-Creo que me llevaré este cuadro, de seguro a mi esposa le va a encantar… conocemos un lugar que se parece muchísimo al de este lienzo… quizás y conoce quién es “Slim”
-¿De verdad? Espero que me ayudes a buscarle un lindo regalo de cumpleaños
-Sí claro, pierde cuidado.
-.-.- Fin -.-.-
Última edición por Cherry Cheddar el Mar Abr 28, 2020 8:15 pm, editado 1 vez