*Lenguaje Explicito, mayores de edad*
Historias de Mucamas: Wendolyn, La Condesa.
Golpes, se removió entre las sabanas, no podía abrir los ojos. Más ruidos, algo que parecían murmullos, un pobre intento de acallar a alguien. ¡Ok, se pueden ir un ratito largo a la mierda! Se sentó molesta en la cama, sacudiendo su abultada cabellera, tratando de espantar el sueño y agudizar el oído. Ahí estaba de nuevo. Tiró de las ropas de cama hecha una fiera, por fin pudo identificar de donde provenía ese estruendo del infierno. Con los ojos a media asta, peleando consigo misma por despertar, tanteo por la habitación cual ciego, tratando de dar con su bata. “¡A la verga!” soltó molesta. Salió al pasillo ya sin importarle ir cubierta. Camino el corto trayecto con aire asesino.
“¡Condesa!” soltó una visiblemente nerviosa ama de llaves.
“¿Me puedes explicar, que carajos haces apoyada en esa puerta?” lo último en lo que pensaba era en los convencionalismos y los modales “¿Y BIEN?”
“Condesa, por favor baje la voz” le rogó apuntando con la mirada hacía la otra habitación, señalando a los que aun dormían. “El señor llegó con unas copas de más, yo sólo me limite a traerle a sus aposentos” enderezó la postura. “Vuelva a su cama” le sonrió.
“¿Tú te crees la gran cosa que vienes a darme ordenes?” levantó una ceja con aire desafiante. El sueño, el frío y la postura de la mucama la tenían hasta el hartazgo. “¡Córrete!” la orden fue dada en voz baja, pero amenazante.
“El señor necesita descansar, llegó en muy ma…” no alcanzó a terminar de hablar. Wendolyn le había agarrado del brazo tirándola lejos.
“Si tanto te preocupa el señor” dijo burlona “ve por Laura para que le atienda. De lo contrario vete a limpiar algo mientras yo me ocupo de mi hombre ¿vale?” Vio el rostro de Raelana desfigurarse. A ella no le venían con cuentos. ¡No mamita! ¡Cuando tú vas, yo vengo de vuelta! Solía soltarle a Ruby. Ella había intuido desde hace mucho tiempo ya los sentimientos de varias del personal. Tenía más que suficiente con una enemiga en casa para tener que bancarse al servicio. Una vez la muchacha se marchó, cerró la puerta para dirigirse a la cama de su amado. Ahí estaba, tirado sobre las sabanas, apestando a alcohol. Mamarracho. Se acercó para inspeccionarle mejor. La chaqueta a la altura de los hombros, el chaleco a medio desabotonar, la camisa fuera, el pantalón abierto, su miembro afuera y semi erecto. “¡¿QUUEEÉ?!” Le agarró de las solapas zamarreándole con fuerza. “¡¡Puto de mierda!! ¡¿Qué hiciste?!” volvió al ataque, pero Neal no estaba en sus cabales.
“Por…e te nojass bonita” se sacudía del fuerte agarré.
Wendolyn le soltó, no sin antes abofetearle. Como alma que lleva el diablo salió de la habitación rumbo a la cocina. De milagro no cayó al bajar las majestuosas escaleras. Al llegar al recibidor constató el desastre que Neal había dejado al llegar. Igzell limpiaba los restos de lo que alguna vez fue un carísimo jarrón. “¡Córrete muchacha, me estorbas!” la mucama se hizo a un lado sin atreverse a decir nada.
“¡ÑAÑITAAAAA!” se quejó al llegar a la cocina. La cocinera saltó asustada.
“¡No vuelvas a hacer eso!” le regañó “Me dejaste con el Jesús en la boca mujer” miró a la condesa por un momento antes de abrir los brazos. “¿Qué haces en pie tan temprano?” preguntó nerviosa mientras le abrazaba, rezando, por segunda vez en la corta mañana.
“Dame torta Ñañita” la miró haciendo un enorme puchero.
“¿Qué pasó?” le invitó a sentarse mientras iba hacia la nevera. Aquí va arder Troya. Miró a los cielos. Flaco ¿Qué hice yo pa merecer esto? Sacó un trozó grande de Sacher, acompañándole con una buena cantidad de nata. “Dime ¿Qué te hizo ahora?”
“Est..maric…se acuest… con otra” trataba de explicarle mientras se metía ávida trozos de pastel a la boca. “Raelana…” dijo antes de dar otro mordisco.
“¿Cómo?” exclamó, un poco chillón para su gusto, tratando de fingir no saber nada, llevándose una mano al pecho en señal de consternación.
“Noooo mujer…” tomó un sorbo de té. “Ya quisiera” dijo en voz baja a la cocinera, como confiándole un nuevo secreto “Me despertó el ruido que metió al tratar de arrastrarlo a la cama. Me la encontré fuera de su pieza. ¿Creerás que la muy ladina no quería dejarme entrar?” apuntó con el tenedor lleno de torta “Is qui tiene qui discansar” se mofó. Acto seguido guardo silencio y con ojos llorosos añadió “Ñañitaaa, tenía la verga afueraaaa”
Mimi quiso soltar la carcajada. Una bella mujer, en paños menores, chascona a mas no poder, lloraba ante ella con la boca llena de chocolate. Alivió, por otra parte. El ego de su amiga le impedía ver lo que a todas luces ocurría frente a ella. “¿Por qué sigues con él Ñaña, si sabes cómo es?”
Wendolyn se secó las lágrimas, mirando la humeante taza de té.
Su querida amiga le había invitado a pasar la noche de año nuevo con su familia. Famosas eran las fiestas en la casa de los Leagan. Ambas fueron de compras a la ciudad, buscando vestidos para la magna ocasión. Sonrió al recordar, la mansión iluminada, llena de vida; todos animados entre la comida, las charlas y el baile. Un poco cansada se escabullo buscando un lugar donde descansar. Fue hasta uno de los balcones, buscando aire fresco, cuando en el balcón de al lado llega una pareja discutiendo.
“Tú querías saber, yo respondí” dijo el hombre molesto
“¡No seas absurdo!” le regañó “Esa explicación nadie te la pidió, así que guárdatela”
“Querías una respuesta sincera ¿no?” sonrió malicioso.
“Me pone enferma tu sinceridad” arremetió.
“¿Cuál fue la pregunta?” les dijo casi gritando desde su balcón. Quizás fue el alcohol que la volvió aún más atrevida, pero ella quería saber. Porqué perder el tiempo en pelear, cuando ella estaría devorándose a ese galán.
“¿A ti que te importa?” le grito la chica de vuelta.
Neal se acercó al borde de la baranda para mayor molestia de su acompañante “¿Existe el amor eterno?” le sonrió divertido.
“¡¿Por qué le contestas?!” lo miró escandalizada.
“Shhh… ¡cállate! Quiero saber su respuesta” la mujer se fue vociferando palabrotas. “¿Y bien?” volvió su atención hacia ella.
“No lo sé. Sólo sé que se marchita con la rutina”
“Espérame ahí”
Nada en su historia era rutinario. Ese hombre era caliente, idiota, divertido, hiriente, tierno. Su vida junto a él era un parque de diversiones. En un principio aceptó su falta de compromiso, el que mirara a otras mujeres. Pero al paso del tiempo, la actitud de Neal comenzó a doler, lo que partió como un juego se había transformado en amor. ¿Y ahora, que puedo hacer? A diferencia de Ruby ella no le peleaba, no de la misma manera, llegaría a su corazón con otra estrategia. No podía estar lejos de la meta si él le había invitado a mudarse cuando compró la nueva mansión. Trató de ocultar su desazón al ver que no era la única, no importaba, estaba decidida a llevar una especie de paz armada contra su rival con tal de no claudicar.
“Porque lo amo” le respondió a la cocinera, ya más serena. “No te preocupes” le sonrió. “Ya averiguare quien es y cuando eso suceda, ahí la quiero ver”
Continuara...
Última edición por cilenita79 el Jue Abr 16, 2020 9:54 pm, editado 1 vez