Llegué antes que los del equipo, aunque mi presencia no importara tanto, pues yo era el aguador. Estúpido Brower, nunca debe subestimar a nadie.
Lo pensé mucho antes de elegir mi atuendo. Sabía que hoy sería un día particularmente difícil, ese estúpido volante insinuando cosas horribles acerca de mi pecosa. Sobre mí, realmente no me importó, ya que tengo una muy buena autoestima. Me impacta la facilidad con que las personas juzgan a otras, sólo por su apariencia. Son unos ineptos.
Revelar mi ejercitado cuerpo sería una revelación para todos y todas, pero mi pecosa necesitaba un aire de seguridad, y ese sólo puedo dárselo yo.
Cuando el equipo empezó a llegar, noté cómo el rubio oxigenado le dirigió una mirada profunda a mi rubia, y ella le correspondió la mirada, entre interrogativa y recelosa. Afortunadamente llegó la “Casa de empeño” y rompió el momento. Decir que no me dolió, sería mentir, pero cuando me embarqué en este viaje, supe que la travesía sería larga y difícil.
Mi mirada se dirigió a mi novia. Se veía hermosa en su acostumbrado uniforme de porrista. Esa mini falda que dejaba ver sus hermosas y largas piernas torneadas, y su playera ajustada revelaba unos turgentes y firmes senos. Esta mujer era Afrodita en la Tierra… Toda ella me tiene cautivado.
Cuando vi a la tal Susana dirigirse con su bando de metiches hacia mi pecosa, una alarma se activó en mí. No me había presentado al entrenamiento como tal, oí al oxigenado preguntar por el nerd, pero nadie supo darle razón, así que soltó una serie de improperios. Estuve ejercitándome en la parte trasera del campo de entrenamiento, pero tenía una buena vista del espacio donde estaba mi rubia.
Notar el acercamiento de aquellas fulanas, me hizo tomar la decisión de aproximarme sigilosamente, en caso de que mi nena me necesitara. Presencié todo de principio a fin. Las provocaciones de Susana, sus hirientes palabras, el tema del volante y, la opinión acerca de mí, el nerd.
Escuchar y ver la forma tan apasionada en que Candy me defendió, hizo que mi pecho se hinchara de orgullo y adoración por ella. Esa es mi chica, fuerte, valiente y decidida. Sin importarme nada, tomé una decisión. Sabía que mi acción traería consecuencias, pero no mi importan. Lo único que deseo es fundirme con ella en un beso y, a través de él, demostrarle lo que su defensa me hizo sentir.
Caminé entre el aglomeramiento de porristas, aún con el rostro cubierto por la capucha. Oí la exclamación de las chicas, sus murmullos y suspiros… Noté cómo Susana perdía el hilo de lo que fuera que iba a decir… Pero mis ojos volvieron enseguida, como cual imán con metal, al motivo de mis acciones: mi rubia pecosa.
Bajé mi capucha y pude ver la sorpresa en los grandes ojos de mi novia… Aún no se recuperaba de la impresión, cuando la tomé de la cintura y la besé… Fue un beso caliente, con el cual le decía que me sentía orgulloso y agradecido con ella… Mis manos estaban tocando su desnuda cintura; sentí su piel estremecerse y la pegué más a mí… Quizá no fuera correcto, pero de esta manera estaba marcando mi territorio. Sabía que el oxigenado estaría mirando y con ello le declaraba, a él y a todos, que Candy es mía y sólo mía, así como yo soy y seré sólo suyo. Candy se restregó contra mí, y en ese instante, un halo de cordura se filtró por mi mente. Necesitaba parar antes que, mi ya iniciada erección, delatara lo que estaba pensando y deseando. A regañadientes me separé de ella, coloqué mi frente a la de ella y luego la abracé. Con una enorme sonrisa en mis labios, la puse frente a mí y dije:
--Hola.
Ella me miró totalmente sonrojada, y respondió un hola en un hilo de voz, para luego volver a esconder su rostro en mi cuello. Yo sólo sonreí. Escuché que la amiga más parlanchina de Candy ponía a las chicas a trabajar, por lo que la llevé hacia las gradas, ante la atenta mirada de las “víboras” como las llama mi pecosa.
--¿Estás bien? –Pregunté al notarla tan callada. Ella me miró fijamente y asintió. Me sentí un poco avergonzado ante su atenta mirada. –Entonces… ¿te comió la lengua el ratón? –Dije burlonamente.
Candy no dejaba de mirarme, y eso empezaba a ponerme nervioso.
--Cariño, debemos volver al entrenamiento, sea lo que sea que tu mentecilla esté formulando –La vi ponerse roja—lo hablaremos después de clases.
Le di un ligero beso en los labios y dije:
--Te veo al rato. –Ella asintió.
Di la vuelta ante la curiosa audiencia y caminé hacia el equipo masculino. Ya no tenía caso esconderme.
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¡Por todos los cielos! ¿O serían los infiernos? Digo, por aquello del calor que me recorría el cuerpo desde la cabeza hasta los pies.
Cuando Terry me besó de aquella manera, no tuve tiempo de pensar en nada más. Sentí sus manos sobre mi cintura y juró que miles de descargas salieron de mi vientre y recorrieron todo mi acalorado cuerpo, y luego, con una facilidad que me asombra, me restregué contra él buscando un contacto más íntimo. Si él no se hubiera detenido, casi le hubiera rogado que me hiciera el amor, ¿pero quéeeee estaba pensando? Este Terry me está volviendo loca, digo, un día es nerd, o sea, sigue siendo nerd, pero con un cuerpo de infarto y de esos que llevan escrito con todas sus letras: SEXO CALIENTE, si su cuerpo no dice eso, no sé qué más pueda decir.
No es que yo sea una pervertida, digo, sí hice mi propuesta y todo, pero en mi defensa diré que estaba muy enfadada y no pensé lo que hacía… Y si mi querida Annie no le hubiera echado más leña al fuego, yo no habría hecho esa apuesta…Suspiré… No le había dicho a Terry lo de la apuesta, y la verdad, ya no sé si quiero hacerlo. Lo había mirado como tratando de descubrir qué otra sorpresa traería, estuve tentada a quitarle los lentes, pero el día que lo haga, será a solas, no sea que debajo de esas horribles gafas hayan unos ojos volteados, o en caso contrario, unos muy hermosos, ¿y luego cómo le alejo a las moscas?
El beso me dejó muy caliente, mis pezones se habían endurecido cuando me froté contra él… Y luego cuando, como si nada, me hacía preguntas, yo sólo quería entender qué había pasado. No soy ninguna libertina, jamás me hubiera comportado de esa manera con nadie, ni porque sea mi novio y menos en tan pocos días, pero con Terry era diferente. Él era la miel y yo una fiel abeja obrera, que deseaba trabajar en ella sin descanso. Sentí mi rubor furiosamente en mi rostro y sonreí, este chico me estaba convirtiendo en una desvergonzada. Obvio no le diría lo que tengo en mi mente.
Lo vi irse hacia el campo de futbol, y sólo mirar su espalda me incitó morderme el labio inferior. Volví a sonreír… Ya quería que acabara el entrenamiento. Noté que Anthony lo hablaba, y pude sentir la tensión entre ellos, contuve el aliento; afortunadamente, en ese preciso instante, hizo su aparición el entrenador y pude volver a respirar.
Me dirigí hacia las chicas, y recordé a la estúpida de gusana… dichosamente se había largado. El trío maligno se había retirado y eso me dio un descanso.
Seguimos las actividades, y me concentré en los ejercicios, la gusana tenía razón, teníamos encima el interdeportivo y debíamos trabajar mucho.
Me metí de lleno a la práctica que no sentí pasar el tiempo. Cuando vine a darme cuenta, ya era hora de retirarse. Esta actividad me apasionaba. Nos dirigimos a las duchas y vestidores, y ahí me abordaron Patty y Annie.
--Oh por Dios Candy, el nerd resultó ser todo un papuchoooo –Casi gritó Annie.
--Shhhh, cállate loca, ¿quieres que toda la escuela lo sepa?
--Jajajaja cómo si no fueran a darse cuenta Candy, por todos los dioses, ese chico está haciendo historia ehhh, y la ganona fuiste tú. OMG imagina cuando vayas a la cama con él—Chilló Annie.
--¡¡¡ANNIE!!! –Gritamos Patty y yo totalmente escandalizadas.
--Bueno, si no quieres la cama, ¡¡¡puede ser en la sala, la cocina o en el auto!!!
De mis 2 amigas, Annie era la que había iniciado su vida sexual a lado de Archie, su primer y único amor, pero mi amiga no se abstenía de mirar y admirar la belleza masculina, y tampoco ponía filtro a sus ideas. Como en este momento.
Patty y yo moríamos de la vergüenza cuando ella hablaba, con toda soltura, de cosas de sexo. No es que fuera una puritana, pero tampoco iba por ahí contando mis más oscuros deseos que, de unos días para acá, se han acentuado pensando en un misterioso castaño nerd.
--¿Sigues creyendo que la apuesta no fue buena idea? –Preguntó la pelinegra.
--Annie –Dijo una atribulada Patty. –No creo que sea buena idea hablar de eso aquí.
--Patty tiene razón Annie, no debemos sacar ese tema.
--Bueno pero tienes que reconocer que fue una excelente idea, al final, creo que tendrás a 2 machos cabríos peleando por tu amor, y te darás el lujo de escoger. Los 2 están muy buenos, pero creo que si le pusieras unos lentes de contacto y le cambiaras ese peinado soso a Terry, se llevará por calle a Tony, y tendrás días muyyy satisfactorios –Me miró y elevó sus ojos de manera muy graciosa.
--¿Qué diría Archie si te escuchara? –Preguntó en tono burlón Patty.
--Diría que tengo muy buen ojo para elegir modelos.
Y las 3 estallamos en carcajadas.
Estábamos tan absortas en nuestra plática, que nunca nos dimos cuenta que alguien había oído, y algo más, nuestra conversación.[/size]