Roslyn
Rosas Rojas para Patty
Rosas Rojas para Patty
Patty despertó de esa pesadilla cubierta de sudor, el cual había humedecido de una forma desagradable su cama. Desde que recibió la terrible noticia de la muerte de Stear, ella no paraba de soñar con aviones que surcaban el cielo negro dejando estelas rojas que lo salpicaban cual rastros de sangre entre estallidos de bombas y gritos de moribundos. No veía ni escuchaba a Stear, pero eso no hacía que el miedo o el impacto fuera menor. Donde habían quedado los restos de ese joven que había llegado a amar de una forma tan dulce y sin embargo tan intensa? Esa madrugada se levantó en cuanto se despertó espantada por el ruido en su mente y de un salto brincó hasta el balcón donde sintió un impulso sobrenatural de lanzarse hacia el vacío. El dolor de sentirse imposibilitada de despedirse apropiadamente de su primer y único amor le resultaba difícil de tolerar.
Sosteniéndose de la baranda, lloró con amargura rogando a la noche que la ayudara a aliviar ese dolor, necesitaba algo que le confirmara que Stear de verdad ya no volvería jamás, no quería quedarse con la duda de cuál había sido su destino final.
"No quiero olvidarme de tí, me niego a creer que tu luz no volverá a iluminarme ni que todos los sueños que llegamos a compartir para nuestro futuro serán imposibles de realizar, quisiera dejarme caer desde esta altura si con ello tuviera la certeza de que iré a donde estas... si tuviera esa certeza..."
Su abuela intentaba por todos los medios de consolarla y distraerla, pero Patty se deslizaba sin deseos de detenerse por una pendiente de tristeza y abatimiento, refugiándose en el recuerdo del joven que alimentaba con fotografías y cartas que leía una y otra y otra vez. Ya no contestó el teléfono cuando sus amigas le llamaron, y cada día pasaba más horas dentro de su habitación leyendo a los poetas malditos como Bécquer y Byron.
Una noche pasado el mes, soñó de una forma distinta. Vio con claridad que ella estaba a la orilla de un risco de pie a una costa con un mar gris y borrascoso de fondo. A lo lejos vio venir a Stear con unas rosas rojas entre sus manos. Ella sintió su corazón latir lleno de una alterada alegría. Después de tanto tiempo podía al fin verlo y corrió a su encuentro, pero él con el rostro inexpresivo le dijo de forma autoritaria: "No! Detente, no puedes tocarme, aún no!"
Paty temblando se detuvo en seco mientras veía como el joven dejaba en el suelo frente a ella las rosas que parecían haber sido arrancadas violentamente de algún rosal, y pudo ver las manos sangrantes del joven quien se retiró en ese momento los lentes y le sonrió con tristeza mientras ella ahogaba un sollozo cubriendo su boca con ambas manos. "Volvere por ti, pero aun no es el momento. No me he olvidado de ti, Patricia O´brien..."
Patricia despertó en ese momento aturdida y con un grito atacado en su garganta, hallándose de nuevo en la soledad de su habitación. Al mirar hacia todos lados buscándolo, vio sobre su mesita de noche 3 rosas rojas tal cual las recordaba en su sueño, y tocándose la frente para cerciorarse que no deliraba por una fiebre, las tomó viendo que no eran producto de su imaginación. Viéndolo como una señal de su amado enviada desde el más allá, las abrazó llena de emoción e insana alegría. El estaba vivo, él había hallado la forma de comunicarse y ella esperaría que la noche llegara nuevamente para ver que otra cosa tendría que decirle, hacerle saber, ella haría cualqueir cosa, CUALQUIER COSA, con tal de estar de nuevo a su lado.
La segunda noche, volvió a verse de pie en el risco, y a lo lejos vio como de un bunker alemán disparos de metralla atacaban los aviones que portaban el escudo distintivo de los aliados, mientras que a su vez eran perseguidos por proyectiles lanzados desde naves enemigas. El estruendo era ensordecedor y llevándose las manos a la cabeza del terror por lo que sus asombrados ojos presenciaban, miró como todas las naves aliadas caían abatidas estrellándose en diferentes puntos de esa playa teñida en sangre. El último de ellos cayó casi a sus pies y en ese momento se despertó de nuevo maldiciendo a Stear por haberse involucrado en una atrocidad semejante como lo era la guerra. En todo ese día no pudo salir de la cama y su abuela tuvo que llevarle alimentos a la cama para evitar se deshidratara, mientras ella lloraba presa de una nueva crisis de nervios como los primeros días posteriores a la noticia.
La tercer noche, soñó que estaba sola en lo que parecía ser la parte superior de un faro, era una pequeña habitación desde la cual se podía ver a relativa distancia la misma playa donde veía los aviones volar mientras se disparaban proyectiles y eran repelidos por la defensiva de los bunquers ubicados en el risco. Paty se sostenía de la barandilla llorando, viendo desde otra perspectiva la misma imagen espantosa que había visto las noches pasadas.
-No, Stear, NO! Por qué tuviste que hacer esto, por que?? No puedo soñarte en otro escenario, no puede haber otra oportunidad de tenerte que no sea en una pesadilla donde te veo morir???
-Patty... La jovencita escuchó la voz de Stear a sus espaldas y giró sobre sus talones para verlo de pie en el centro de la habitación. Los ruidos de las detonaciones se escuchaban a sus espaldas, pero la alegría de verlo la hicieron ignorarlos, temerosa de que desapareciera si ella hacía algún movimiento, se quedó quieta mientras él se acercaba sonriendo de una forma diferente a la primera vez que le había visto en sueños. Se quitó los lentes y sus ojos castaños la miraron con una pasión arrobadora, con un brillo sobrenatural.
-Stear! Oh Stear, estas vivo!!
-No mi princesa, no lo estoy, no en el sentido que la gente entiende por vivir... yo, estoy atorado en un punto intermedio, por que no me dejas ir... y por que yo no quiero dejarte...
Stear se acercó a ella y le retiró con gentileza los lentes sin los cuales vio con una claridad cegadora. Al sentir la cercanía del cuerpo del muchacho, con inseguridad levantó su mano para acariciar su mejilla y él demostró disfrutar de la caricia, tomando su mano y sosteniendola contra su rostro.
-Stear, yo, yo no quiero olvidarte, quedaron tantas cosas por vivir, siento como si me hubieran arrancado algo en el pecho. Yo quiero ir a donde estas, la vida no tiene sentido para mi...
-Quieres morir entonces, Patty, eso es lo que quieres? Los ojos de Stear la miraron con tristeza.
-Si, si eso es necesario para que estemos juntos, sería capaz de morirme!
-No, princesa, no. No digas eso, yo estaba equivocado. Fue un gran error partir, debí quedarme a tu lado y no participar de lo que allá afuera se escucha tal cual es, una pesadilla sin sentido.
-Stear!! Nunca me escuchaste!! Teníamos toda la vida por delante y te fuiste en pos de algo que te robó la vida... tú, tú nunca me besaste, sólo me quedé con lo amargo del amor que fue perderte, Stear, perderte...
El la miró sosteniendole el rostro con ambas manos, y sin decir ni una palabra, la besó en los labios y ella al borde del llanto correspondió sedienta a la caricia de esos labios que tanto anheló y esperó. La boca de Stear besó cada centímetro de su rostro y ella presa de una vehemencia largamente reprimida le abrazó con fuerza mientras cerraba los ojos pidiendo que el sueño no se acabara, que estaba dispuesta a ignorar el fragor de la batalla que cada vez se hacía más y más fuerte a su alrededor. Las manos de Stear la estrujaban y escuchaba la respiración en su oído, el olor de su piel, su cabello era tal cual lo recordaba. Las caricias del muchacho fueron a partes de su anatomía que ella desconocía de si misma, y el deseo la hizo caer de rodillas mientras sentía como todas sus bridas se reventaban ante las marejadas de deseo que recorrían su piel haciéndola estremecerse violentamente.
-Patty, mi dulce Patty... Estas viva, y siempre seré tuyo, todo esto sólo será tuyo mientras llega el tiempo en que puedas volverte abrir al amor. Princesa, va a llegar el momento que habrán nuevas rosas para tí, y nada te robará la alegría de vivir, mi amor, ni siquiera mi recuerdo...
Con el orgasmo final, Patty se quedó profundamente dormida. La luz de la mañana la acarició con suavidad despertándola con una tranquilidad que no había experimentado en meses. Aún sentía la tersura de los labios de Stear sobre los suyos. Sintió con claridad el aroma de su amado perfumándola y una lágrima de resignación rodó mientras oía a un gorrión cantar en su balcón. Una rosa roja estaba a un lado de su cama y entonces supo que El ya estaba camino a las estrellas, y ella le diría adiós sin más aflicción ni aprehensión.