Duouniverses
Cross Point
Por: An Le Mon
Mayo 24.
Mansión Andrew.
La mañana se encontraba soleada…, a decir verdad, demasiado calurosa para la gente del poblado. La primavera había llegado con el más hermoso de los soles, iluminando los grandes cultivos de rosales en el jardín. Pero… así como hacia crecer los grandes pastizales, y llenar de alegría a los animalitos del bosque, también hacia estrago en todo cuerpo humano.
En la acogedora cama de un guapo pelinegro, se encontraban totalmente revueltas unas lindas sabanas de seda —pobrecillas…, daba la impresión de encontrarse avergonzadas—, literalmente ninguna orilla del colchón, podría decirse doncella.
El joven buen mozo y lleno de bien buenas cualidades, aún mantenía encuartelada una punta de la sabana. Sí…, esta se encontraba exactamente entre sus piernas —francamente realizaba el servicio de una carpa de circo—, ¡El calorcito primaveral! estaba hospedado, en el cuerpo bien dotado del joven. Él, se encontraba plácidamente perdido, en los brazos de Morfeo. La faena de esa noche, había estado excepcional, pero… aun existía una pizquilla de calor. Para muestra —¡la carpa! “perdón… perdón…”—. un botón.
Los benditos sueños húmedos —esos sueños bien cachorros, donde “¡¡¡se dice!!!” que hasta arañas la cabecera de la cama—. Al parecer, él señorito tuvo más de un en esta semana, puesto las mesitas de noche, junto con las lámparas; tenías hasta mordidas.
Bien travieso él muchacho, entre risitas y gemiditos seguía jugueteándose…, ahí… —“el chostomo”—, con la voz bien roca de tanto gemir y jadeo seguía susurraba:
—¡párate…, hummm…, Paty! ¡¡no párate, oh… je, je, je!! ¡¡¡No… mmm… traviesa he ji, ji!
¡Toc, toc, toc…!
Fuertes golpes a su puerta le hicieron despertar de un jalón , su respiración estaba bien acelerada. Al ver la magnitud de la situación que, tenía entre las piernas; Stear, se apresuró a buscar una almohada, está la coloco sobre el “asunto” en cuestión y pues nada…, la almohada quedo bien linda, se igualaba al plato chino “Henrys” con palo . Sí se le soplaba a la pobre almohada, con toda seguridad giraría como reguilete.
—¡¡¡Esperen…, un momento…!!! —, grito bien compungido el chaval [por favor amiguito ¡¡¡duérmete!!!] Stear, telepáticamente trataba de tranquilizar a su cabeza baja —. ¡escritora! ¿¡Está usted actuando con mala leche, otra vez con tus guarradas!?
Refunfuñando el chico, mientras pensaba en otra forma de tapar su “problemita”, que se había convertido en un broncón , tamaña caguama. Hay como pudo, se medió incorporo y se puso tres almohadas, por si las dudas; no fuera a ser que salía una expulsada, por el gran y duro levantamiento .
Los almohadones los había apretujado entre sus piernas [ahora sí] pensó, mientras miraba su asegurada muralla. Stear respiro hondo varias veces y después, dio la orden de pasar . Con el semblanteé cargado de timidez, Dorothy la chica del servicio, se adentró a la alcoba. Grandes se abrieron sus ojos cuando miraron al joven: todo desgreñado y bien sudado —¡como taco de canasta! —un tanto avergonzado, saludo Stear:
— Buenos días Dorothy —él lanzo una sonoriza tan amplia que, toda la mazorca le mostró—. En verdad que hace algo de calor ¿no lo crees?
— Así es…, joven —la chica escondía una risita, apretando sus sonrojadas mejillas. Sin mirarle nuevamente continuo: —“Disculpe usted que haya tocado de esa manera, pero tenía más de media hora llamando a su puerta, y… bueno…, al escucharle decir el nombre de la señorita Paty, yo…” —Dorothy, necesitaba salir huyendo de la alcoba, temía soltarse en irreverentes carcajadas, así que como tarabilla se arrancó—. “¡¡¡Le llego este telegrama en carácter de urgente por eso me tome la libertad de despertarle espero no haya sido incorrecto mi atrevimiento compromiso señor!!!”.
— ¡Oh! Por supuesto que no — respondió, con gratitud en la voz—. Es bueno que mi correspondencia, no circule por toda la casa ¡por favor! Solo deja sobre la mesa
Dorothy, dejo caer el telegrama sobre la mesa, con un rapidísimo asentimiento de cabeza se despidió y apresurada salió de la habitación —sentía que el semental iba tras sus enaguas—. “¡Yiiiiii!” Los lindos zapatitos de la mucama, solo chillaron como llantas en asfaltó liso, al doblar el pasillo.
A Stear, no le incomodo que su ganzúa, aun siguiera apuntando hacia el sur . Hay iba rumbo a la mesa, tambaleando la macana. Al tomar el telegrama, se sintió más excitando
“Plap” frunciendo el entrecejo, dejo caer el sobre sobre la mesa
— “¡¡¡STOP!!!” para tu carro escritora, si me existas ¡¡¡más!!! esto va a reventar como globo de feria
— ok, corrijo —“Tic, tic, tic, tic” sonó el teclado y escribió él caballerito, se sentía bien motivado -¿esa palabra si te parece Stear?
El guapo y bien dotado castaño, solo asintió con un leve moviente de cabeza ¡ah! y su tiesa virilidad, también dijo sí.
Con telegrama en mano y la voz igualando a don cascarrabias, pregunto: —Te podrías salir de mi habitación ¡¡¡ y no es pregunta, es una orden escritora!!! —la puerta, no se abrió y la escritora, tampoco se movió. Él dio un profundo suspiro —estoy desnudo , con el asunto parado, y quiero leer mi correspondencia ¡¡¡Exijo privacidad!!!
La escritora, enmarco en su rostro angelical, una lujurias y perversa sonrisa ; ¡ay! Chillo la pluma, cuando le hinco el diente. Su rostro, se tornó expresivamente inocente, y dijo con su dulce voz: —¡Querido Stear! yo que vos, me hacia a la idea; porque veras… este es el comienzo. Así qué “Chingale”, lee tu telegrama y yo seguiré… describiéndote ¡perdón! Escribiendo.
Stear, bien cabreado tomo la hoja y comenzó a lee r:
“Mansión Andrew. Señorito Stear Cornwell.
— Ja, ja, ja. Deja eso, no es para usted, después de anoche; vos ya… —en medio de un ataque de risa decía la escritora
— ¡Sssssh…! —silbo entre dientes el joven caballero y continuo leyendo .
“Solc. Sus. servs. Como. Inven e Ing. Cord. Ahí. 130°I 360°D145°I des 180°I des 290°D"
Ahí nave esperando”. Liga de la Justicia.
El chico termino de leer el telegrama, lleno de frustración, se tapó la cara con la hoja .
— Haber escritora canija, responda tres cosas. “Uno” ¿Cómo que señorito? ahora ya todos saben que ¡yo nunca he machucado al perrito! [pero el ganso… ji, ji, ji ] “Dos” ¿adónde me vas a mandar? estas no son coordenadas normales ¿vos me quieres mandar al mismito infierno “¡verdad!”.? “Y… tres” ¿qué es esto de la liga de justicia? ¡no friegue, pues! creo que su cigarrillo, no trae tabaco .
La escritora estaba tentada a, lanzarle la pluma en la cabeza, al chico juzgón y con harta muina grito : —mira niñito ¡deja de estar fastidiando y juzgando mi historieta! ¿estamos? Porque si no te parece, ahorita borro todo y te hago una historia Yao . Pero… antes te presto mi móvil, para que le hables al inglés engreído y te cuente, como le fue. Por mí no hay pex ¡eh!
Stear, solo agacho su carota y con un dedito indico que no. La escritora termino diciendo:
— Ahora… lárgate a bañar y te tallas esa mano, que ya hasta callos tienen de tanto jalarle el cuello al ganso ¡Ah! y te tallas bien la cara, pues la tinta del telegrama venia fresca, y te la has embarraste en toda tu face .
Stear, camino con dirección al baña, murmuraba unas cuantas palabrotas, dirigidas hacía la escritora
— hey… Stear – el chico puso oído, a la escritora – cuando salgas, te vas a lavas esas sabanas . La pobre de Dorothy de tanto tallar tu almidón, ya tiene las manos como lija ¡Pareces fábricas de espermas!
Ya habiendo hecho su tarea encomendada, Stear se dirijo a su alcoba e hizo una maleta, solo llevaría cosas esenciales. Después de una horas, estaban listo: dos maletas y su maletín de herramientas .
Salió de su habitación con una gran sonrisa. Pero… a mitad de pasillo, se encontró con su hermano Archie. Él se sorprendió al ver a Stear , con equipaje en mano.
- ¿A dónde vas “¡hermano!”.? –con la voz llena de angustia, pregunto Archie.
El joven de lentes algo dubitativo miro a su hermano . Ni él mismo sabía a donde carajos se dirigiría, así que no tenía una respuesta clara para el cuestionamiento.
– Pues… veras hermano. Esta mañana llego este telegrama, donde solicitan mis servicios como inventor e ingeniero ¡¡¡bueno!!! eso es lo que yo interprete. Pero… para serte sincero, ni idea del lugar a donde se solicitan mis servicios; de hecho, no se ni quien sea el señor Liga —Stear extendió el telegrama, para que lo leyera Archie.
El guapetón ojimiel, leyó de corrido y sin trabase. Pero… ¡ni maíz ! que entendió el telegrama [yo creo que es un insulto en clave morse] pensó, algo no le olía bien [¡ah! es que no me he bañado ] se recordó el muy cochino.
— Bien…, hermano ¿sabes que tengo que cuidarte? Entonces… iré con vos ¿qué te parece? ¡exente idea! ¿no es así? —dijo con una enorme sonoriza—. solo deja recojo, algunos artículos de mi alcoba y nos vamos.
Archie se encamino rumbo a su habitación, iba ensimismado en su pensamiento, trataba de esconder una risita burlona [que bien…, un tiempito sin la chilletas de Annie, me caerán de perlas ] Saco un ¡¡¡maletón!!! de tamaño de un baúl, Dentro, coloco sus trajes de marca exclusiva, unas lindas camisas “pin Oxford”, algunos cuantos pares de zapatos, corrió al baño y en un bolso bien kuquis, introdujo todo lo de su aseo persona, ¡ah! y también empaco, dos que tres lociones francesas [uno nunca sabe] se decía para sí mismo.
Con alguito de dificultad salió de su alcoba, pues su “equipaje” sí que era grotesco, pero se daba animo pensando [¡uno nunca sabe! ¡uno nunca sabe!]
— ¡Stear! — grito Archie desesperado, al no hallar a su hermano, donde lo había dejado. “Plum” su corazón cayó al suelo y los ojitos se le nublaron; con harto sentimiento comenzó a cantar: —“Me dejaste abrazado de un poste, esperándote y nunca llegaste. Me dijiste que ahí te esperara, bien recuerdo que me lo juraste ay, ay, ay… hua, hua, hua…”
El chico de lentes salió de la cocina, con un morral llenito de viveras, miro a su hermano sentado sobre aquel ¡¡¡maletón!!! y llorando como magdalena. Se acercó lentamente…, bien cuidadoso, pensaba de todo [¿¡enloqueció!? ¿se arrepintió? ¡no! fue la Annie, le ha de haber hecho un pedo de puta madre, y al paredón mandaron a es parce] estos hermanitos le hacían honor al dicho “cada loco con su tema” —¡Archie! ¿¡Por qué llora!?
— ¡Hermano! —El ojimiel se lazo a los bazos de Srear, aun el moco le escurría y la lagrima como grifo con fuga salía —¡no me dejaste! pensé que te habías ido sin mi ¡ay mis hijos…!
— ¡Archie! dime ¿qué tiene que ver la llorona en este momento? —Stear estaba algo confundido, el final del dialogo de su hermano, le había erizado los vellos —¿acaso sientes pasos en la azotea?
Stear mantenía el ceño fruncido, estaba entre un gran dilema. Llamar a Annie, acusarlo, y ella tan dulce, le podría (nuevamente) grillete en el pie o llevarlo al cuarto blanco, con camisa de fuerza, y dos enfermaras a su cuidado [de esas que usan faldita blanca y medias con liguero ¡oh, sí! chiquitas mamá ] pensó el castaño, mientras mordía su labio inferior.
— ¡¡¡Claro que no, guey!!! —Archie, con el enfado enmarcado en su rostro, continúo diciendo: —¡ya ves que la escritora esta re-loca! y mete todo lo que se le atraviesa en su cabeza.
Los hermanitos Cornwell, atravesaban la estancia, encaminándose a la salida. Arrastraban su pesado equipaje. En ese pequeño tramo, se encontrar con Albert. Él los miraba, como los perfectos sospechosos de algún crimen.
El enorme baúl que arrastraban, los colocaban en la primera plana, de todos los diarios. La forma acusatoria con la que los miraba, intimido a los chicos [¡estos se escabecharon a Eliza! o… ¡¡¡se llevan toda la plata de la mansión!!!] su primer impulso fue catearlos y sácales de una patada por ratas. Pero se la pensó mejo y decidió lo más coherente que, haría un hombre de su edad:
— Buenas tardes, chicos —Bert, miraba con insistencia los “¡¡¡maletones!!!”—. ¿A dónde va? ¿¡si se puede saber!?
Stear cruzo una mirada con Archie
— Tío Abuelo, no hemos matada a Eliza —dijo Stear [¡¡aun!!] su sonoriza malvada revelo su pensamiento
— ¡Y tampoco no llevamos la plata! —refunfuño con molestia Archie—. No somos unos maliciosos vagabundos
Albert se sentía chinche, un verdadero güevón ante sus sobrinos; pero… la duda le entro, así que los cuestiono:
— Y ustedes como saben que… yo… pensé
— La escritora te puso subtítulos —cantaron en corito los muy sapos .
— Nos vamos de viaje —dijo Stear, entrándole el telegrama; pues ya no tenía saliva para dar explicaciones .
El joven inventor sentía que su cuerpo, como gelatina mal cuajada, el bendito equipaje pesaba a horrores. Sin aliento y agotado Stear se desparramo sobre un baúl, ¡¡¡solo lo habían arrastrado, unos centímetros!!! [parecen muñequitas de sal. Ji, ji, ji son bien chillones] pensaba la escritora.
— Muy bien… —concluyo Albert —¡vayámonos chicos que se hace tarde!
Él rubio no tenía problema, pues siempre traía su morralito, colgado en su lomo ¡ah! y su apestoso pupe en su hombro ¡¡¡Puaj!!!.
A los chicos Cornwell, les flotaba por encima de sus cabezas las incógnitas, volvieron a cruzar sus miradas. Telepáticamente se preguntaron:
— Archie, ¿tú lo invitaste? – la mirada acusatoria de Stear, comenzaba a enfureces a su hermano .
“¡zas! ¡zas!” dos buenos cacasos, cayeron sobre la cabeza de pelinegro.
— “¡grrrrr…!” —gruño el gatito —No…, tú lo hiciste por queda bien – Archie, mantenía tensas las facciones de su rostro.
— ¡¡¡Claro que no!!! Ya está añoso y si le pasa algo —telepáticamente decía Stear a Archie, este agitaba su cuerpo, traía una pataleta interna; quería tirarse al piso y hacerse taquito —¡Pues ya ni pedo! Ya deja de estar de mamarracho. Total si nos secuestran el tío que suelte los verdes.
Albert, volvió su vista hacia los dos bocones y telepáticamente, les recordó su diez de mayo . Hay los dejo solos por canijos, él les iba a ayudar con sus sarcófagos, pero ya no, por mala leche.
Después de una hora llegaron los hermanitos, sin aliento y con la boca seca. Aventaron al ahí se va su equipaje ¡ya estaban hartos!
El buen… —¡y sí que esta de bueno ver! —de Ber, bien propio tomo el asiento de conductor. Los hermanitos, arrastrándose como tortugas se subieran al auto. Ya colocados en sus asientos, echó a andar el carrito y “¡¡¡Pum!!!” salió como bala.
“¡hiiiiii!” rechinaron las llantas del carro, a las afueras de la mansión. Albert había frenado súbitamente, pues el guapo de Neil, salió como liebre a media noche . Por un pelito de rana calva, pasa a mejor vida, pues el auto donde iban los tres chicos casi lo arroya.
Se bajó el Tío Abuelo y…
— ¡Hey… escritora! nada de Tío Abuelo ¡eh! soy Albert y no quiero canijadas ¡me escuchaste! ¿verdad? ¡güerita loca! – la escritora de buen modo corrigió el párrafo.
Albert, con toda galanura se bajó del auto y le propino tremendo coscorrón , al pobre de Neil. Esto hizo que el tarugo chico, ahora si perdiera todos sus puntos cardinales, y solo mirara pajaritos sobre su cabecita.
— ¿¡Qué te pasa chamaco endemoniado!? —Albert lo jalaba de solapa , agitando el atolondrado cuerpo, del morenazo de fuego —¡te pude arrollar! ¡¡¡parece que no tienes dos dedos de frente!!!
Dentro del carro, un corito bien contento canturriaba “¡que se repita, que se repita!” Él tío —¿así…, sí le puedo llamar, señor Andrew! —se volvió hacia los chicos y les lanzo una mirada fúrica, llena de advertencia; la cual los hizo callar. A la escritora solo le apunto con un dedo —sí… ese, el del corazón—
— Disculpa, Tío Abuelo – Albert suspiro y lanzo tres grandes indecencias, contra la escritora, la cual de bolada arreglo el inconveniente.
- Disculpa ¡Albert! es solo que… – el pobre de Neil, se restregaba contra la pared, parecía perro recién bañado e intentaba dar una buena disculpa —mi hermana al no saber de las hospicianas, y estos que se le esconden pues… busca como entretenerse —Neil se echó a los pies del Albert—. ¡¡¡ya no puedo con esto!!! mi hermana es mala ; más mala que, los tacos placeros Tacubaya.
Albert, se compadeció del chaval y le contó de su viaje que emprenderían. Archie se puso bien colado, no se sabía si era de coraje, o porque mordió Chile habanero. Stear, se tapó la cara con una mano y repetía en su mente [¡esto no está sucediendo! ¡es un mal sueño! Ya se ¡¡¡está escritora comió pellote!!!] Con una sonrisa de oreja a oreja, Neil sin pensarlo subió al auto; aun se quitaba una que otra hormiga Africana, su linda hermana se las había arrojado sobre su lomo .
Albert, al mirar a los chicos nada contentos, con el nuevo “invitado” decido armar la paz.
— Muchachos somos familia y la familia se une bla bla bla…
En automático, se reventó un discurso de cuarenta tomos literarios, sobre lo lindo de la familia
Archie maldecía a la escritora; para él, ella era una verdadera tocacojones.
Albert, como grabación seguía detallando, cada uno de los tomos, no sabía cómo para. Aparte... que la escritora ¡no quería que parara! ella quería que hablara, hasta que se hartase de el mismo.
Después de cinco horas consecutivas, que se echó Albert hablando, ya sentía que su lengua giraba como hélice de helicóptero; su vista se encontraba perdida en el espacio. Los tres chicos, por medio de la telepatía se comunicaron. Así que la escritora, no pillo sus intenciones :
Rapidito quitaron a Albert del volante, le han sacaron del auto, como robot de media pila. Lo sentaron bien quietito en la parte trasera, pusieron a Neil a su lado para cuidarlo, por no ser invitado; fue asignado como el nano de Albert.
— Ahora que recuerdo… Neil no tiene equipaje ¿cómo te cambiaras? —Archie con angustia cuestionaba al chico.
Al no recibir respuesta, giro el volante y regreso por el camino ya andado —debemos volver, llevarte a tu casa y hacer un ¡¡¡maletón!!! como el mío.
— ¡¡¡No!!! —aterrado grito Neil. Archie dio una enfrenada tan rudo, que hasta el pobre carro se paró en dos llantas —¡Eliza quiere miel! para una mascarilla y dice que lo natural es lo mejor, así que me espera con un palo, para que tire un enjambre; según ellas está cargado de miel.
Los cuatro chicos, agarraron al carrito y así "tipo los pica piedra"; lo levantaron, lo giraron y retomaron las coordenadas, que los llevarían a su nueva travesía.
Albert pensó en un plan “B” echo un vistazo y “bingo” un espectacular frente a ellos se ilumino.
El grito desgarrador de Archie, hizo que todos de replegaran. Lo miraban como si ya se hubiese pirado el chico. El gatito ni se molesto en aparcar el auto, se bajó como si fuese el “Black Friday”.
Neil, se surtió de lo lindo. Agarrando mucho y de todo; total el Albert iba a pagar.
Ahora si todo listo, volvieron los cuatro chicos al auto [te debo una macita ] Neil, en sus pensamientos agradecía a la escritora. Eso de darle vuelta al calzón “¡puaj!”.
— De la nada —susurraron al oído de Neil, una vocecita bien cachorra —cariño fue todo un placer, verte probar esos calzoncitos corte tanguit a; hummm…
Neil agacho su avergonzado rostro, había sido espiado por la escritora fisgona, le miro su chorra… en vivo y a todo color. Él, llevó sus manos y cubrió sus partesilla, en sus labios se dibujó un puchero.
El ocaso del atardecer, se comenzaba a vislumbrar en el cielo. El camino se comenzaba a perder, entre la oscuridad de la noche. A un costado de la carretera, la silueta de un chaval, se reflejaba en medio de la neblina. Su porte fino al caminar y la figura corporalmente atlética, llamaba la atención ¿un indigente? ¡no era! Su larga cabellera, digna de un comercial de “Waterman´s” se agitaba con el viento.
Albert, agudizo su mirada —tiene complejo de lechuza o cree tener mirada de halcón, ya saben es el Doctor Dolittle. Ji, ji, ji—. Sin razones previas, pidió a Archie detener el auto . Él lindo gatito… más pata le metió al acelerador, bien que se fijó quien era.
Al sentir un buen mazapanazo en su choya freno, pues toda mala y buena idea se le había ido. Albert bajo y corrió hacia la persona en cuestión, gritando su nombre:
- ¡Terry…! ¡Terry…, amigo! —en cuanto le dio alcancé, rápidamente lo examino con la mirada, literal le dio una buena escaneada —¿qué hace caminado solo, en medio de oscuridad y… “¡por la carretera!”.?
— ¡No... Albert! no estoy borracho
— ¡Eh! —exclamo Albert sorprendido. Terry apunto con un dedo a los subtítulos que flotaban sobre su cabeza .
Albert agito sus manos sobre su cabeza […] pensó (?)
— Esto es en represaría —dijo Terry bien cabreado
— ¿Por qué represaría?
— Bueno… ¿recuerdas la última churrada que se aventó esta “escritora”? —Albert asintió —Pues me lance a su casa, que me trepe por su balcón y ahí estaba la muy canija, bien dormida. Que la levanto de un jalón, con toda la intención de que su Angelito, no regresara a tiempo.
— ¿¡Y… qué le paso!? - Albert tenia cara de… “¡quiero hacer popo!” y también se le reflejaba pisquita de preocupación. Le intrigaba no saber, quién carajos les estaba escribiendo esta historieta y con lágrimas en los ojos pregunto: —¿la mataste? Terry… ¿ella… murió? Si es así, entonces… ¿quién será la desquiciada que nos enrolo en esta travesía?
Las miras de ambos se cruzaron y una tétrica musiquita, comenzó a sonar...
Cross Point
Por: An Le Mon
Mayo 24.
Mansión Andrew.
La mañana se encontraba soleada…, a decir verdad, demasiado calurosa para la gente del poblado. La primavera había llegado con el más hermoso de los soles, iluminando los grandes cultivos de rosales en el jardín. Pero… así como hacia crecer los grandes pastizales, y llenar de alegría a los animalitos del bosque, también hacia estrago en todo cuerpo humano.
En la acogedora cama de un guapo pelinegro, se encontraban totalmente revueltas unas lindas sabanas de seda —pobrecillas…, daba la impresión de encontrarse avergonzadas—, literalmente ninguna orilla del colchón, podría decirse doncella.
El joven buen mozo y lleno de bien buenas cualidades, aún mantenía encuartelada una punta de la sabana. Sí…, esta se encontraba exactamente entre sus piernas —francamente realizaba el servicio de una carpa de circo—, ¡El calorcito primaveral! estaba hospedado, en el cuerpo bien dotado del joven. Él, se encontraba plácidamente perdido, en los brazos de Morfeo. La faena de esa noche, había estado excepcional, pero… aun existía una pizquilla de calor. Para muestra —¡la carpa! “perdón… perdón…”—. un botón.
Los benditos sueños húmedos —esos sueños bien cachorros, donde “¡¡¡se dice!!!” que hasta arañas la cabecera de la cama—. Al parecer, él señorito tuvo más de un en esta semana, puesto las mesitas de noche, junto con las lámparas; tenías hasta mordidas.
Bien travieso él muchacho, entre risitas y gemiditos seguía jugueteándose…, ahí… —“el chostomo”—, con la voz bien roca de tanto gemir y jadeo seguía susurraba:
—¡párate…, hummm…, Paty! ¡¡no párate, oh… je, je, je!! ¡¡¡No… mmm… traviesa he ji, ji!
¡Toc, toc, toc…!
Fuertes golpes a su puerta le hicieron despertar de un jalón , su respiración estaba bien acelerada. Al ver la magnitud de la situación que, tenía entre las piernas; Stear, se apresuró a buscar una almohada, está la coloco sobre el “asunto” en cuestión y pues nada…, la almohada quedo bien linda, se igualaba al plato chino “Henrys” con palo . Sí se le soplaba a la pobre almohada, con toda seguridad giraría como reguilete.
—¡¡¡Esperen…, un momento…!!! —, grito bien compungido el chaval [por favor amiguito ¡¡¡duérmete!!!] Stear, telepáticamente trataba de tranquilizar a su cabeza baja —. ¡escritora! ¿¡Está usted actuando con mala leche, otra vez con tus guarradas!?
Refunfuñando el chico, mientras pensaba en otra forma de tapar su “problemita”, que se había convertido en un broncón , tamaña caguama. Hay como pudo, se medió incorporo y se puso tres almohadas, por si las dudas; no fuera a ser que salía una expulsada, por el gran y duro levantamiento .
Los almohadones los había apretujado entre sus piernas [ahora sí] pensó, mientras miraba su asegurada muralla. Stear respiro hondo varias veces y después, dio la orden de pasar . Con el semblanteé cargado de timidez, Dorothy la chica del servicio, se adentró a la alcoba. Grandes se abrieron sus ojos cuando miraron al joven: todo desgreñado y bien sudado —¡como taco de canasta! —un tanto avergonzado, saludo Stear:
— Buenos días Dorothy —él lanzo una sonoriza tan amplia que, toda la mazorca le mostró—. En verdad que hace algo de calor ¿no lo crees?
— Así es…, joven —la chica escondía una risita, apretando sus sonrojadas mejillas. Sin mirarle nuevamente continuo: —“Disculpe usted que haya tocado de esa manera, pero tenía más de media hora llamando a su puerta, y… bueno…, al escucharle decir el nombre de la señorita Paty, yo…” —Dorothy, necesitaba salir huyendo de la alcoba, temía soltarse en irreverentes carcajadas, así que como tarabilla se arrancó—. “¡¡¡Le llego este telegrama en carácter de urgente por eso me tome la libertad de despertarle espero no haya sido incorrecto mi atrevimiento compromiso señor!!!”.
— ¡Oh! Por supuesto que no — respondió, con gratitud en la voz—. Es bueno que mi correspondencia, no circule por toda la casa ¡por favor! Solo deja sobre la mesa
Dorothy, dejo caer el telegrama sobre la mesa, con un rapidísimo asentimiento de cabeza se despidió y apresurada salió de la habitación —sentía que el semental iba tras sus enaguas—. “¡Yiiiiii!” Los lindos zapatitos de la mucama, solo chillaron como llantas en asfaltó liso, al doblar el pasillo.
A Stear, no le incomodo que su ganzúa, aun siguiera apuntando hacia el sur . Hay iba rumbo a la mesa, tambaleando la macana. Al tomar el telegrama, se sintió más excitando
“Plap” frunciendo el entrecejo, dejo caer el sobre sobre la mesa
— “¡¡¡STOP!!!” para tu carro escritora, si me existas ¡¡¡más!!! esto va a reventar como globo de feria
— ok, corrijo —“Tic, tic, tic, tic” sonó el teclado y escribió él caballerito, se sentía bien motivado -¿esa palabra si te parece Stear?
El guapo y bien dotado castaño, solo asintió con un leve moviente de cabeza ¡ah! y su tiesa virilidad, también dijo sí.
Con telegrama en mano y la voz igualando a don cascarrabias, pregunto: —Te podrías salir de mi habitación ¡¡¡ y no es pregunta, es una orden escritora!!! —la puerta, no se abrió y la escritora, tampoco se movió. Él dio un profundo suspiro —estoy desnudo , con el asunto parado, y quiero leer mi correspondencia ¡¡¡Exijo privacidad!!!
La escritora, enmarco en su rostro angelical, una lujurias y perversa sonrisa ; ¡ay! Chillo la pluma, cuando le hinco el diente. Su rostro, se tornó expresivamente inocente, y dijo con su dulce voz: —¡Querido Stear! yo que vos, me hacia a la idea; porque veras… este es el comienzo. Así qué “Chingale”, lee tu telegrama y yo seguiré… describiéndote ¡perdón! Escribiendo.
Stear, bien cabreado tomo la hoja y comenzó a lee r:
“Mansión Andrew. Señorito Stear Cornwell.
— Ja, ja, ja. Deja eso, no es para usted, después de anoche; vos ya… —en medio de un ataque de risa decía la escritora
— ¡Sssssh…! —silbo entre dientes el joven caballero y continuo leyendo .
“Solc. Sus. servs. Como. Inven e Ing. Cord. Ahí. 130°I 360°D145°I des 180°I des 290°D"
Ahí nave esperando”. Liga de la Justicia.
El chico termino de leer el telegrama, lleno de frustración, se tapó la cara con la hoja .
— Haber escritora canija, responda tres cosas. “Uno” ¿Cómo que señorito? ahora ya todos saben que ¡yo nunca he machucado al perrito! [pero el ganso… ji, ji, ji ] “Dos” ¿adónde me vas a mandar? estas no son coordenadas normales ¿vos me quieres mandar al mismito infierno “¡verdad!”.? “Y… tres” ¿qué es esto de la liga de justicia? ¡no friegue, pues! creo que su cigarrillo, no trae tabaco .
La escritora estaba tentada a, lanzarle la pluma en la cabeza, al chico juzgón y con harta muina grito : —mira niñito ¡deja de estar fastidiando y juzgando mi historieta! ¿estamos? Porque si no te parece, ahorita borro todo y te hago una historia Yao . Pero… antes te presto mi móvil, para que le hables al inglés engreído y te cuente, como le fue. Por mí no hay pex ¡eh!
Stear, solo agacho su carota y con un dedito indico que no. La escritora termino diciendo:
— Ahora… lárgate a bañar y te tallas esa mano, que ya hasta callos tienen de tanto jalarle el cuello al ganso ¡Ah! y te tallas bien la cara, pues la tinta del telegrama venia fresca, y te la has embarraste en toda tu face .
Stear, camino con dirección al baña, murmuraba unas cuantas palabrotas, dirigidas hacía la escritora
— hey… Stear – el chico puso oído, a la escritora – cuando salgas, te vas a lavas esas sabanas . La pobre de Dorothy de tanto tallar tu almidón, ya tiene las manos como lija ¡Pareces fábricas de espermas!
*** :heart:
Ya habiendo hecho su tarea encomendada, Stear se dirijo a su alcoba e hizo una maleta, solo llevaría cosas esenciales. Después de una horas, estaban listo: dos maletas y su maletín de herramientas .
Salió de su habitación con una gran sonrisa. Pero… a mitad de pasillo, se encontró con su hermano Archie. Él se sorprendió al ver a Stear , con equipaje en mano.
- ¿A dónde vas “¡hermano!”.? –con la voz llena de angustia, pregunto Archie.
El joven de lentes algo dubitativo miro a su hermano . Ni él mismo sabía a donde carajos se dirigiría, así que no tenía una respuesta clara para el cuestionamiento.
– Pues… veras hermano. Esta mañana llego este telegrama, donde solicitan mis servicios como inventor e ingeniero ¡¡¡bueno!!! eso es lo que yo interprete. Pero… para serte sincero, ni idea del lugar a donde se solicitan mis servicios; de hecho, no se ni quien sea el señor Liga —Stear extendió el telegrama, para que lo leyera Archie.
El guapetón ojimiel, leyó de corrido y sin trabase. Pero… ¡ni maíz ! que entendió el telegrama [yo creo que es un insulto en clave morse] pensó, algo no le olía bien [¡ah! es que no me he bañado ] se recordó el muy cochino.
— Bien…, hermano ¿sabes que tengo que cuidarte? Entonces… iré con vos ¿qué te parece? ¡exente idea! ¿no es así? —dijo con una enorme sonoriza—. solo deja recojo, algunos artículos de mi alcoba y nos vamos.
Archie se encamino rumbo a su habitación, iba ensimismado en su pensamiento, trataba de esconder una risita burlona [que bien…, un tiempito sin la chilletas de Annie, me caerán de perlas ] Saco un ¡¡¡maletón!!! de tamaño de un baúl, Dentro, coloco sus trajes de marca exclusiva, unas lindas camisas “pin Oxford”, algunos cuantos pares de zapatos, corrió al baño y en un bolso bien kuquis, introdujo todo lo de su aseo persona, ¡ah! y también empaco, dos que tres lociones francesas [uno nunca sabe] se decía para sí mismo.
Con alguito de dificultad salió de su alcoba, pues su “equipaje” sí que era grotesco, pero se daba animo pensando [¡uno nunca sabe! ¡uno nunca sabe!]
— ¡Stear! — grito Archie desesperado, al no hallar a su hermano, donde lo había dejado. “Plum” su corazón cayó al suelo y los ojitos se le nublaron; con harto sentimiento comenzó a cantar: —“Me dejaste abrazado de un poste, esperándote y nunca llegaste. Me dijiste que ahí te esperara, bien recuerdo que me lo juraste ay, ay, ay… hua, hua, hua…”
El chico de lentes salió de la cocina, con un morral llenito de viveras, miro a su hermano sentado sobre aquel ¡¡¡maletón!!! y llorando como magdalena. Se acercó lentamente…, bien cuidadoso, pensaba de todo [¿¡enloqueció!? ¿se arrepintió? ¡no! fue la Annie, le ha de haber hecho un pedo de puta madre, y al paredón mandaron a es parce] estos hermanitos le hacían honor al dicho “cada loco con su tema” —¡Archie! ¿¡Por qué llora!?
— ¡Hermano! —El ojimiel se lazo a los bazos de Srear, aun el moco le escurría y la lagrima como grifo con fuga salía —¡no me dejaste! pensé que te habías ido sin mi ¡ay mis hijos…!
— ¡Archie! dime ¿qué tiene que ver la llorona en este momento? —Stear estaba algo confundido, el final del dialogo de su hermano, le había erizado los vellos —¿acaso sientes pasos en la azotea?
Stear mantenía el ceño fruncido, estaba entre un gran dilema. Llamar a Annie, acusarlo, y ella tan dulce, le podría (nuevamente) grillete en el pie o llevarlo al cuarto blanco, con camisa de fuerza, y dos enfermaras a su cuidado [de esas que usan faldita blanca y medias con liguero ¡oh, sí! chiquitas mamá ] pensó el castaño, mientras mordía su labio inferior.
— ¡¡¡Claro que no, guey!!! —Archie, con el enfado enmarcado en su rostro, continúo diciendo: —¡ya ves que la escritora esta re-loca! y mete todo lo que se le atraviesa en su cabeza.
Los hermanitos Cornwell, atravesaban la estancia, encaminándose a la salida. Arrastraban su pesado equipaje. En ese pequeño tramo, se encontrar con Albert. Él los miraba, como los perfectos sospechosos de algún crimen.
El enorme baúl que arrastraban, los colocaban en la primera plana, de todos los diarios. La forma acusatoria con la que los miraba, intimido a los chicos [¡estos se escabecharon a Eliza! o… ¡¡¡se llevan toda la plata de la mansión!!!] su primer impulso fue catearlos y sácales de una patada por ratas. Pero se la pensó mejo y decidió lo más coherente que, haría un hombre de su edad:
— Buenas tardes, chicos —Bert, miraba con insistencia los “¡¡¡maletones!!!”—. ¿A dónde va? ¿¡si se puede saber!?
Stear cruzo una mirada con Archie
— Tío Abuelo, no hemos matada a Eliza —dijo Stear [¡¡aun!!] su sonoriza malvada revelo su pensamiento
— ¡Y tampoco no llevamos la plata! —refunfuño con molestia Archie—. No somos unos maliciosos vagabundos
Albert se sentía chinche, un verdadero güevón ante sus sobrinos; pero… la duda le entro, así que los cuestiono:
— Y ustedes como saben que… yo… pensé
— La escritora te puso subtítulos —cantaron en corito los muy sapos .
— Nos vamos de viaje —dijo Stear, entrándole el telegrama; pues ya no tenía saliva para dar explicaciones .
El joven inventor sentía que su cuerpo, como gelatina mal cuajada, el bendito equipaje pesaba a horrores. Sin aliento y agotado Stear se desparramo sobre un baúl, ¡¡¡solo lo habían arrastrado, unos centímetros!!! [parecen muñequitas de sal. Ji, ji, ji son bien chillones] pensaba la escritora.
— Muy bien… —concluyo Albert —¡vayámonos chicos que se hace tarde!
Él rubio no tenía problema, pues siempre traía su morralito, colgado en su lomo ¡ah! y su apestoso pupe en su hombro ¡¡¡Puaj!!!.
A los chicos Cornwell, les flotaba por encima de sus cabezas las incógnitas, volvieron a cruzar sus miradas. Telepáticamente se preguntaron:
— Archie, ¿tú lo invitaste? – la mirada acusatoria de Stear, comenzaba a enfureces a su hermano .
“¡zas! ¡zas!” dos buenos cacasos, cayeron sobre la cabeza de pelinegro.
— “¡grrrrr…!” —gruño el gatito —No…, tú lo hiciste por queda bien – Archie, mantenía tensas las facciones de su rostro.
— ¡¡¡Claro que no!!! Ya está añoso y si le pasa algo —telepáticamente decía Stear a Archie, este agitaba su cuerpo, traía una pataleta interna; quería tirarse al piso y hacerse taquito —¡Pues ya ni pedo! Ya deja de estar de mamarracho. Total si nos secuestran el tío que suelte los verdes.
Albert, volvió su vista hacia los dos bocones y telepáticamente, les recordó su diez de mayo . Hay los dejo solos por canijos, él les iba a ayudar con sus sarcófagos, pero ya no, por mala leche.
Después de una hora llegaron los hermanitos, sin aliento y con la boca seca. Aventaron al ahí se va su equipaje ¡ya estaban hartos!
El buen… —¡y sí que esta de bueno ver! —de Ber, bien propio tomo el asiento de conductor. Los hermanitos, arrastrándose como tortugas se subieran al auto. Ya colocados en sus asientos, echó a andar el carrito y “¡¡¡Pum!!!” salió como bala.
“¡hiiiiii!” rechinaron las llantas del carro, a las afueras de la mansión. Albert había frenado súbitamente, pues el guapo de Neil, salió como liebre a media noche . Por un pelito de rana calva, pasa a mejor vida, pues el auto donde iban los tres chicos casi lo arroya.
Se bajó el Tío Abuelo y…
— ¡Hey… escritora! nada de Tío Abuelo ¡eh! soy Albert y no quiero canijadas ¡me escuchaste! ¿verdad? ¡güerita loca! – la escritora de buen modo corrigió el párrafo.
Albert, con toda galanura se bajó del auto y le propino tremendo coscorrón , al pobre de Neil. Esto hizo que el tarugo chico, ahora si perdiera todos sus puntos cardinales, y solo mirara pajaritos sobre su cabecita.
— ¿¡Qué te pasa chamaco endemoniado!? —Albert lo jalaba de solapa , agitando el atolondrado cuerpo, del morenazo de fuego —¡te pude arrollar! ¡¡¡parece que no tienes dos dedos de frente!!!
Dentro del carro, un corito bien contento canturriaba “¡que se repita, que se repita!” Él tío —¿así…, sí le puedo llamar, señor Andrew! —se volvió hacia los chicos y les lanzo una mirada fúrica, llena de advertencia; la cual los hizo callar. A la escritora solo le apunto con un dedo —sí… ese, el del corazón—
— Disculpa, Tío Abuelo – Albert suspiro y lanzo tres grandes indecencias, contra la escritora, la cual de bolada arreglo el inconveniente.
- Disculpa ¡Albert! es solo que… – el pobre de Neil, se restregaba contra la pared, parecía perro recién bañado e intentaba dar una buena disculpa —mi hermana al no saber de las hospicianas, y estos que se le esconden pues… busca como entretenerse —Neil se echó a los pies del Albert—. ¡¡¡ya no puedo con esto!!! mi hermana es mala ; más mala que, los tacos placeros Tacubaya.
Albert, se compadeció del chaval y le contó de su viaje que emprenderían. Archie se puso bien colado, no se sabía si era de coraje, o porque mordió Chile habanero. Stear, se tapó la cara con una mano y repetía en su mente [¡esto no está sucediendo! ¡es un mal sueño! Ya se ¡¡¡está escritora comió pellote!!!] Con una sonrisa de oreja a oreja, Neil sin pensarlo subió al auto; aun se quitaba una que otra hormiga Africana, su linda hermana se las había arrojado sobre su lomo .
Albert, al mirar a los chicos nada contentos, con el nuevo “invitado” decido armar la paz.
— Muchachos somos familia y la familia se une bla bla bla…
En automático, se reventó un discurso de cuarenta tomos literarios, sobre lo lindo de la familia
Archie maldecía a la escritora; para él, ella era una verdadera tocacojones.
Albert, como grabación seguía detallando, cada uno de los tomos, no sabía cómo para. Aparte... que la escritora ¡no quería que parara! ella quería que hablara, hasta que se hartase de el mismo.
Después de cinco horas consecutivas, que se echó Albert hablando, ya sentía que su lengua giraba como hélice de helicóptero; su vista se encontraba perdida en el espacio. Los tres chicos, por medio de la telepatía se comunicaron. Así que la escritora, no pillo sus intenciones :
Rapidito quitaron a Albert del volante, le han sacaron del auto, como robot de media pila. Lo sentaron bien quietito en la parte trasera, pusieron a Neil a su lado para cuidarlo, por no ser invitado; fue asignado como el nano de Albert.
— Ahora que recuerdo… Neil no tiene equipaje ¿cómo te cambiaras? —Archie con angustia cuestionaba al chico.
Al no recibir respuesta, giro el volante y regreso por el camino ya andado —debemos volver, llevarte a tu casa y hacer un ¡¡¡maletón!!! como el mío.
— ¡¡¡No!!! —aterrado grito Neil. Archie dio una enfrenada tan rudo, que hasta el pobre carro se paró en dos llantas —¡Eliza quiere miel! para una mascarilla y dice que lo natural es lo mejor, así que me espera con un palo, para que tire un enjambre; según ellas está cargado de miel.
Los cuatro chicos, agarraron al carrito y así "tipo los pica piedra"; lo levantaron, lo giraron y retomaron las coordenadas, que los llevarían a su nueva travesía.
Albert pensó en un plan “B” echo un vistazo y “bingo” un espectacular frente a ellos se ilumino.
“Macy´s”
El grito desgarrador de Archie, hizo que todos de replegaran. Lo miraban como si ya se hubiese pirado el chico. El gatito ni se molesto en aparcar el auto, se bajó como si fuese el “Black Friday”.
Neil, se surtió de lo lindo. Agarrando mucho y de todo; total el Albert iba a pagar.
Ahora si todo listo, volvieron los cuatro chicos al auto [te debo una macita ] Neil, en sus pensamientos agradecía a la escritora. Eso de darle vuelta al calzón “¡puaj!”.
— De la nada —susurraron al oído de Neil, una vocecita bien cachorra —cariño fue todo un placer, verte probar esos calzoncitos corte tanguit a; hummm…
Neil agacho su avergonzado rostro, había sido espiado por la escritora fisgona, le miro su chorra… en vivo y a todo color. Él, llevó sus manos y cubrió sus partesilla, en sus labios se dibujó un puchero.
El ocaso del atardecer, se comenzaba a vislumbrar en el cielo. El camino se comenzaba a perder, entre la oscuridad de la noche. A un costado de la carretera, la silueta de un chaval, se reflejaba en medio de la neblina. Su porte fino al caminar y la figura corporalmente atlética, llamaba la atención ¿un indigente? ¡no era! Su larga cabellera, digna de un comercial de “Waterman´s” se agitaba con el viento.
Albert, agudizo su mirada —tiene complejo de lechuza o cree tener mirada de halcón, ya saben es el Doctor Dolittle. Ji, ji, ji—. Sin razones previas, pidió a Archie detener el auto . Él lindo gatito… más pata le metió al acelerador, bien que se fijó quien era.
Al sentir un buen mazapanazo en su choya freno, pues toda mala y buena idea se le había ido. Albert bajo y corrió hacia la persona en cuestión, gritando su nombre:
- ¡Terry…! ¡Terry…, amigo! —en cuanto le dio alcancé, rápidamente lo examino con la mirada, literal le dio una buena escaneada —¿qué hace caminado solo, en medio de oscuridad y… “¡por la carretera!”.?
— ¡No... Albert! no estoy borracho
— ¡Eh! —exclamo Albert sorprendido. Terry apunto con un dedo a los subtítulos que flotaban sobre su cabeza .
¿estáis borracho? ¡churriado! ¡Ay… no! ¿las dos? ¡le quitare a mi pequeña! ¡Ay… quiero hacer popo! ¡lo bueno que corrí! ¡así se fue la nubecita ji, ji, ji!
Albert agito sus manos sobre su cabeza […] pensó (?)
— Esto es en represaría —dijo Terry bien cabreado
— ¿Por qué represaría?
— Bueno… ¿recuerdas la última churrada que se aventó esta “escritora”? —Albert asintió —Pues me lance a su casa, que me trepe por su balcón y ahí estaba la muy canija, bien dormida. Que la levanto de un jalón, con toda la intención de que su Angelito, no regresara a tiempo.
— ¿¡Y… qué le paso!? - Albert tenia cara de… “¡quiero hacer popo!” y también se le reflejaba pisquita de preocupación. Le intrigaba no saber, quién carajos les estaba escribiendo esta historieta y con lágrimas en los ojos pregunto: —¿la mataste? Terry… ¿ella… murió? Si es así, entonces… ¿quién será la desquiciada que nos enrolo en esta travesía?
Las miras de ambos se cruzaron y una tétrica musiquita, comenzó a sonar...
Continuara…
Hola chicas Legendarias Guerreras de Zafiro se presentan con este extraño crosover Esperamos que lo disfruten al máximo
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Última edición por an le mon el Dom Mayo 24, 2020 1:00 pm, editado 1 vez