Duouniverses
Cross Point
Escrito por: An Le Mon
Cross Point
Escrito por: An Le Mon
Capitulo dos
— ¡Ay…, ya guey! —chillaron el par de nenazas. Se habían unido en un abrazo, bien paniqueados que estaban .
La música paro y el terrorífico instante, salió de la cabeza de los… ¡¡¡nenazas!!! ja, ja, ja . Ellos suspiraron, sus miradas se fundieron en una sola. La oscuridad de la carretera daba pie a…
— ¡hey! —Terry levanto una piedra y la lanzo directo a la escritora . El contrato que se había firmado especificaba; “no borracho ¡y no boca abajo!” .
“tic tic tic” el teclado corrigió .
Los hombrecitos continuaron con su charla . Así, como si estuvieran en la fila de las tortillas. Terry solo agito su cabeza , al parecer no le gusta ir por las tortillas .
— Entonces ¿la escritora… “¡murió!”?
— ¡¡¡No!!! ¡claro que no la mate! —Terry miraba con burla a su angustiado amigo —¡es colmilluda! y su alma siempre está al pendiente de ella . Pero me la acalambré… y ya después le advertí . Chiquita y no se la acaba, si me vuelve a poner pedo en una de sus pato historietas .
— Terry… ¿te la acalambraste? —El inglés dio un suspiro, muchos corazones flotaban sobre su cabeza. Albert puso toda su atención, estaba ansioso por escuchar a Terry. Bien chismoso el magnate , ¡metido, pregunto! Y al otro, que no se le cuecen los fríjoles —¡vamos cuenta! que de aquí no sale.
— ¡Amigo… amigo…! Que te puedo contar —a Terry se le vinieron unos pensamientos, llenitos de cochinadas y perversiones —Para empezar, no estaba el socio, la escritora pues… ¡sí eh! además creativa, ¡uff! “Gupta” y […]
Albert, estaba bien atento , no quería perder detalle alguno; hasta un esquema gráfico , comenzó a dibujar en una libreta.
A el casto y puro doncello, se le aguadaba la saliva y se le endurecía la penca; ya estaba planeando en su mente arrecha, sacar cita con la escritora
— Ni lo sueñes cabroncito . Vos está casado y mi culpa no es que, vuestra esposa lo quiera mantener como “Henry Graves” —le grito la escritora .
A él rubio, su ímpetu se le había despertado , pero después del gritoneo, de sorrajazo se le achico —donde me vuelvas a meter en tus infieles pensamientos, te corto el camote y te mando al averno alcornoque —gritaba la escritora, cada instante le hacían emberracarse mas. Albert al escuchar las palabras de la escritora, inmediatamente su mente se puso en blanco . Sabía bien quien tenía el sartén por el mango, además… no queria quedarse sin longanizas .
— ¡¡¡Güey!!! ¿Qué estabas pensando? –Terry se comenzó a burlar de su amigo, entre tremendas carcajadas pregunto: —¿Por qué te regañó la escritora? ¡¡¡vos sos un cebollín!!!
— ¡Nada…! No pensaba nada . Pero ya vez cómo es ella, de tiquismiqis —Albert frunció el ceño, trataba de ocultar la vergüenza de su “bizarre” pensamiento. Decidió cambiar de tema, para que la escritora no lo siguiera molestándole ¡¡¡por su “bizarre” pensamiento!!! —Terry, aún no me contesta ¿qué hacías deambulando por la carretera?
— Bueno… pues veras, lo último que recuerdo es que… ¡yo estaba sentado en mi sillón! leyendo el guion de la obra y esperaba a mi pecosita para “cenármela” . Eso fue hace unos minutos ¡y ahora estoy aquí! —[ilógicos] pensaba él inglés. Tampoco el entendía lo que sucedía
— ¡Ya voy entendiendo! —respondió Albert, como si hubiese descubierto el hilo negro —el periodo reglamentario de la escritora, se acerca .
Tic tic tic tic… los dedos sobre el teclado, sacaban lumbre por la rapidez del tic tic tic… Albert se tapó la cara con las manos [ya la surre] pensó el rubio — sí y tamaño jumbo —dijo la escritora .
— Que hiciste cabrocente —espeto furioso Terry, el pánico se apodero de ello.
Del cielo comenzó a caer caca de pájaros, unas parvadas enormes sanates , se instalaron sobre el cielo que los cubría. Los chicos metelones, echaron a correr hacia el carro . Albert como un campeón de “Parkour”, se introdujo al auto ¡aventándose por la ventana! Pero… la puerta que Terry intentaba abrir, estaba atascada . Archie desde dentó, hacia pala con su pierna y brazo. Literal, se habia transformado en una rígida y fuerte tranca .
— ¡¡¡Déjame entrar Archie!!! —enfurecido, jalaba la puerta el inglés —déjame que pueda abrir esta puerta, y veras que te dejare el ojo, con una belleza bien peculiar .
— ¡¡¡Noooo!!! ¡Terry no va con nosotros! – Archie estaba bien aferrado a la puerta, parecía el bastón de mi abuelo, je, je, je… lo ocupaban para atrancar la puerta; total hay el viejito que se rompa su máuser . Pero bueno…, estábamos en que este par, no aflojaban y la cabeza de Terry; ya estaba como palo de perico .
— Archie, disculpa un momento —Terry chasqueo sus dedos, y a ese ritmo grito —¡¡¡corte… paren la toma!!! —con un dedo apunto a Archie y le dijo: —tu mantén la posición, solo arreglo algunos puntos
La cosa se iba a poner feas —¡uuuy! — dijo la escritora , al mirar el rostro mal encarado del inglés.
– ¡hey… tú! Escritora balín —ella cruzó su mirada con la de Terry (“en su mente”) pero la cruzó. Guardando la calma, dio dos caladas a su cigarrillo electrónico —bien chiquita… asi me gusta , que me mires a los ojos. Ahora te doy ¡tres…! para que borres esta mierda de párrafo y me limpies mi cabeza ¡¡¿estamos?!!
Terry se encamino hacia la puerta, del auto y retomo su postura de forcejeo . A la escritora, se le habían ido las ideas, por culpa de pijo inglés. Sus exigencias de divo […] pensó la escritora y después de un instante dijo: —bueno…, de acuerdo Terry, di tus líneas.
— ¡Archie! ¡déjame entrar! —exigía el divo inglés y así, sin más, aparte de caca de pájaro, comenzaron a caer rayos y centellas . Un mini rayito, aterrizo en el buen fundillo de engreído , altanero y sobrado inglés.
— ¡toma canijo, pa’ que aprenda! —refunfuño la escritora. Archie, rapido abrió la puerta e introdujo a Terry al auto. A el chico, le saltaban unas lagrimillas y se le escurría el moco; pues el ardía el culillo.
— ¡¡¡Que cruz!!! ¡que te den…, escritora loca! —decia Archie, bien asustado y soplándose al inglés.
— ¡¡¿Cómo?!! —grito fúrico Terry —¿Otra vez Yao? ¡¡¡Nooo, nooo y nooo!!!
— Tranquilo Terry, me equivoque ; ahora corrijo este mal escrito —decía la escritora con una carita angelical.
Archie bien asustado, metió a Terry de un jalón y le soplo a su trasero, pues traía alguito de fuego —de esta manera se entiende mejor chicos —bien comprensible pregunto la escritora, olvidando que tres párrafos arriba, habia sido peor que un grano en el culo .
Los cinco mozuelos, amotinados en un rincón , repitieron en corito: — sí…, lo que vos escribas, está bien .
— Asi me gustan, mansitos para educarlos —decía la escritora, dándole un repaso a las tanguitas de Neil.
— ¿A dónde van? — pregunto Terry, estaba impactado. Miraba los tremendos maletones. Bueno…, aunque el morralito de Albert, no estaba ahí, él era como “Dora la Exploradora” siempre con su mochila, pegada a la espalda «él solo ha de carga con su calzón» pensó Terry, escondió una risita burlona. Bien sabía que sus insolencias, le podía restar puntos con el suegro .
Stear, comenzó el relato extendiéndole el telegrama. Terry lo tomo, lo miro y elevo una ceja . ¡¡¡No entendió ni maíz tampoco!!! Se lo devolvió a Stear, este le dirigió una mirada bien tierna y dijo: —¿te gustaría venir con nosotros?
— ¡Vamos Terry, no sea fresa! al parecer es una misión secreta con una línea de súper héroes —todos, volvieron su mirada al parlanchín, y bocón de Neil .
— ¿Y tú como sabes eso Neil? —cuestiono Stear, con cara de “ya fregaste el cuento ” todos, llenos de desconfianza, miraron a Neil. Este, tenía más información que el invitado de honor.
- Bueno… yo… – titubeaba el guapetón de Neil
- ¡¡¡Deja de titubear y habla!!! – bien rijoso, Archie lo encaro.
El chico boca floja no decía nada, al parecer le cocieron la boca ; pues se le veía el hilo negro que, Albert creía haber descubierto .
- ¿No vas a hablar Neil? – Albert lo miraba por el retrovisor
Al inglés, como balde de agua helada le cayó el veint e. En sus ojos se podía vislumbrar un fuego interno , sus manos empuñadas, se comenzaron a tornar color verdoso. Todo enardecido grito bien fuerte: —¡zorra!
Su saliva espesa por la rabia, salpico a todos sus compas.
El elogio bien guarro, fue dirigido a la escritora —peneque— le contesto est a
— Traidora, coqueta, mentirosa, infiel —la escritora se quedó con cara ¿what?
— No maus miky, o sea, que me reclamas ¿y por qué? —Terry se cruzó de brazos y las lágrimas corrieron por sus mejillas.
— Terry ¡yo no sabía que tú y la escritora…! – Neil trataba de arreglar las cosas, pues no quería un viaje incómodo ¡y mucho menos! que lo retacharan a su mansión . Pero eso si, le dejo bien en claro sus sentimientos —disculpa, pero lo mío si es amor del bueno .
Terry, mantenía sus brazos cruzados, enérgicamente subía y bajaba los hombros, en total signo de ¡me vale un pizarrín!
Pero… él no sabía que la escritora, siempre maneja los sentimientos de sus personajes. Así que ella, le susurro bien cerquitas de su oído: —ya se te pasara, al rato mando a la Candy a chutarse todo el Kama Sutra, ya verás… te pondrás bien contento .
Ahí iban los cinco caballeros, buscando las coordenadas, bien juiciosos; como “teacher” de algebra. De pronto, comenzó a sonar una rolita :
“Que lo nuestro, se quede en nuestro, que yo de amarte no me arrepiento”
Albert solto un suspiro y miro bien cañón a Neil, él moreno de fuego, elevo sus manos a la altura de sus hombros; en señal de inocencia.
— ¡Tu maldito gusano! —Albert, perdió la compostura que, debía portar como el patriarca y se jalo, del puro cogote a Neil —¡me la quitaste! ¡¡¡ahora ya no me quiere!!! me voto como vil perro callejero. Y todavía se fue diciendo la muy canija, me voy a otro bando hay se los dejo . No pues sí… ya tenía quien la esperara en la esquina .
— ¡No Albert! a mí no me cargues tu muertito , tu primero te la llevaste a bailar y luego resulta, que hasta boda en castillo tuviste . No mi chavo ¡eso no es de dios! ¡¡¡Y si!!! dice que le gusto, pero aún no hay “bisnes” ¡¡¿estamos?!! —Neil logro zafase del apretón que, daba Albert a su cogote y miro a los otros tres pimpollos —mi horco… lo vieron, mi horco
Retomaron su camino, y como se dice “cada loco con su tema”, se internaron en sus propios pensamientos. Pero eso era agotador. Escribir lo que cada uno pensara, no pues como así.
Entonces, la maléfica escritora les metió otra rolita. Bien ardillas Terry y Neil, se entonaron en corito: “pude tomarte solamente como un juego, pero me hice ilusiones con tus besos y ahora solo me toca aceptaaaar”. Los dos canijos, se miraron retadores y como gallitos de pelea, se comenzaron a tirar fregadazos .
— Ora, insipientes —gritaba el pobre de Archie, iba en medio de los dos tozudos. Albert dio un enfrenón tipo “Go Karts” el carrito, dio dos machincuepas .
— ¡Se me aplacan señorita! —él rubio puso orden, poco a poco se reacomodaron los mozuelos, por el impulso de las vueltas, quedaron como sardinas en lata .
Albert, con cero de paciencia prendió el carro, pero dio un llavazo tan fuerte, que hasta la maquina chillo. Inhalo y exhalo , necesitaban sacarse la mala vibra y apretó el acelerador “rrrnn… rrrnn…” rujía el motorcito.
La escritora miro la pluma, esta aun tenia tinta, asi que les anoto otra rolita “oxigenada, zorra parada, cada vez estas más aguada, ponte pomada de la campanaaaaa ” Albert, dio un mega frenón, hasta las llantas quedaron pintaditas en el asfalto.
— ¡¡¡Paila!!! – Exclamo Terry, bien indignado.
— ¡Escritora! será mucho pedir que, no ponga esas rolitas – Albert, llevó sus manos a su abdomen ¡¡¡Ufff!!! ¡bien marcada la tablita de chocolate! Perdón me fui a mi lado “hot”. Bueno… entonces, él esperando la respuesta de la escritora, comenzó a rodar sus pulgares
— Bien…, ¡no quieren música ok! Entonces —tic tic tic el teclado sonó, [no maus mike] pensaron llenos temor, sabían que la escritora era de sonriza difícil y moral relajada .
Con negrillas, subrayado, en letra impacto 3D, tonalidad en rojo; escribió: “¡huélanse su pedo!” “¡¡jum!!”
— ¡¡¡No chingues, Stear!!! —grito Neil, curiosamente el hilo negro de Alber, ahora ataba sus manos .
— O sea, ¡¡¡te estas pudriendo en vida!!! – dijo Archir, este, sin razon algún le comenzó a falta el aire. Motivo por el cual tuvo que respiraba a toda pris a.
— ¡Sabia que esta canija se iba a desquitar! —dijo Terry, sacando su cabeza por la ventana.
— Es una ¡chingaquedito! Mirando su carita de angel, todas se las compras, pero es una hija del averno —un poco molesto, dijo el patriarca.
— ¡Lo siento! — decia Stear con la boca llena de: huajes y frijoles. Su rostro estaba bien sonrojado, no podía ocultar la vergüenza.
Después de que se salió el fétido olor, que se impregno por largo rato dentro del auto, volvieron a toma sus lugares. Ahora Terry era el que manejaba, hay iban, buscando el fastidioso camino amarillo y recogiendo trocitos de pan. La malévola escritora, se estaba dando un divertida.
Terry estaba poseído por el efecto “Goofy”. Su comportamiento, no era de un conductor normal, como bestia, giraba la dirección del carrito, al tomar las curvas. Escupía palabrotas, diez tonos arriba de lo permitido; cada curva la habia bautizado, una se llamaba “hija de la veiz” otra “hijoheput…” las demás tenían perores nombres.
Los chicos se aferraban bien fuerte a su lugar. Literal les habia salido dientes en el fundillo.
— ¡¡Terry!! tu no traes maleta – angustiado dijo Albert, necesitaba que el guapo inglés, bajara la velocidad del auto. Creyendo tener mirada de Halcón, el rubio visualizaba los alrededores. Como esta vez no apareció ningún espectacular, decidió —ya estamos lejos de cualquier poblado, asi que ya lo decidí. Neil tú le darás unas cuantas mudas, a nuestro amigo.
— ¿Amigo…? ¿mío…? ¡¡¡no señor!!! ni mi amigo, ni le comparto —se negó Neil rotundamente. Ante la mira de advertencia que le lanzo Alber, el morenazo de fuego, justifico a su negativo y díscolo comportamiento —de todas maneras, no le van a quedan mis trucitas .
— Bueno… entonces te vamos a regresar ¡a tu caserón! para que bajes el avispero —Albert pidió a Terry que retornara.
— ¡Vale! ¡¡ok!! ¡¡¡ya güey!!! Te dare solo dos mudas, ahí que lave su calzón cuando se bañe —[le voy a dar solo dos calzones, si… esos que me quedaron apretados, para que sus tejones dejen de respirar y queden bien recocidos muajajaja] pensaba Neil, posando su malosa sonriza
— ¡No, Neil! quiero los “Nice Laundry”
— ¡Eh! —espeto confundido, el morenazo de fuego. Los chicos mantenían fijos sus ojos, sobre su cabeza; esto llamo la atención de Neil y tambien, volvió su vista hacia arriba. Los subtítulos de sus pensamientos, flotaban como pajarillos chismosos .
Después de tanto choro mareador, los chavales llegaron a su destino .
Un narrador visual de ronca vos, comenzó a decir: —La noche ya habia caído , estaba bien oscuro .
“auuu, auuu, au au uuuu” —los coyotes aullaban, el lugar estaba solo y despoblado —“sss sss sss” —hasta el viento tenía miedo —ran rataplán ran ran rataplán—. el sonido de tambores se escuchaba a lo lejos .
— ¡hey… escritora! —susurro uno de los chicos, con la voz bien temblorosa
— ¿Qué quieres Archie? —contesto la escritora, ya está bien pilas; en espera del nuevo zafarrancho.
— Disculpe mi pregunta, pero… ¿su historieta es de terror? —bien acobardado el chaval preguntaba —¿tendremos que huir de fantasma, zombies y esas cosas? Porque… si no es asi, sería posible ¡que haga la luz! es que vera… a mí, si me da alguito de miedo esta cosa.
— ¡Que cochino eres! —dijo Terry, mirando como escurría agua, en los pies de Albert —¿que no fuiste a maternal uno? ahí te enseñan a controlar esfínter y vejiga “aj…puaj” cochino, meón, fuchalas.
Albert, estaba bien abrazado de Neil , al morenazo de fuego, le valió que este su hubiese pipiado. Archie y Stear, tambien corrieron a abrasarse , solo que el pobre de Stear, parecía coca cola; cada que se movía se le salía el gas. Asi que el dicho: “corrió como si trajera cuetes en el rabo”, le quedo al puro pedal .
Terry miro a las dos parejitas y peso «no Albert tiene pipi y Stear huele a pedo, mejor me abrazo solito»
— ¡Uy… tu! ¡¡¡salpicado!!! —dijo Neil, bien indignado. había leído los subtitulos de Terry.
El lugar se ilumino, gracias a la nave nodriza que, sigilosamente decencia del cielo; esta, se estaciono como si fuera a pagar parquímetro. El cerebro de Stear en ese exacto segundo, comenzó a trabajas y se dio cuenta que, traía pegado a cuatro chicles [Y ahora, como los subo a la nave, si la invitación no decia “tráigase a toda su pandilla] su pensamiento era muy…, muy, muy angustioso.
Su corazón iba más rapido que, el segundero de su reloj [¡mare mí! y ahora como sacó este pedín] le pujo y salió bien tronado, hasta polvo levanto [¡ay! ya listo] se sobo su barriga [ahora si a pensar, ya me siento a gusto]
Stear recordó que, en alguna ocasión se encontró con Alicia [”¡Alicia!” o sí, que bien no la pasamos, lástima que paso el conejo, que si no ¡mmm!] se miró los callos de su mano y sonrió alguito apenado.
De un bolso sacó un frasquito, ahí habian ocho pastillitas, cuatro azules y cuatro rositas. Las miro algo confundido. El chico recordaba haber visto solo cuatro pastillas [¿y las otras? ¡tal vez me las dio de pilón!] ingenuamente pensó.
— Chicos… necesito hablar con ustedes —Stear, al ser una persona tan noble, de tiernos sentimiento, y sobre todo leal; le costaba mucho trabajo, desilusionar a las personas —verán… el telegrama ¡solo me requería a mí!
— ¡buuu… fraude…! —chillo Terry
— ¡Que devuelvan las entradas! —canturrio Albert
Neil cayo de culo y chillando como nenaza dijo: —¡¡¿voy a tener que regresar a casa y bajar ese avispero?!!
Archi, no decías nada. Solo pensaba, no sabía cómo justificaría, la compra exprés que hiso por internet. Los trajes que traía en el baúl, no eran de uso y mucho menos, nada baratos.
— Chicos no se molesten ¡tengo la solución! solo que yo aún no la eh probado ¡¡¡seria bajo su arriesgue!!! —Stear abrió el frasquito y mostro las ocho pastillas. Como los chavales no querían regresar, no les importaba que estuvieran meados, tomaron una de cada color, y se las tragaron; así, sin agua. “¡Hijo del maíz!” hasta a la escritora le dolió, cuando tragaron en secó.
Las pastillas rosas, rápidamente hicieron efecto, quedaron de diez centímetros cada uno. “¡Ah!” y las azules, de igual hizo su trabajo; la virilidad masculina les quedo de veinte, dura, erguida y bien potente. Stear al mirar la situación, tremendos ojos pelo, exactamente no sabía de donde agárralos. Los de la tripulación ya estaban próximos a él . Cerro los ojos, no quería ver de donde les tomaba, sin más, los sorrajo dentó de un maletón; total hay luego se lavaría las manos.
— ¡Escritora! ere una guarra, falsa, malqueda, traicionera, gamberra, ortiba —Albert, sacaba lo cien mil mejores insultos, de la enciclopedia “Extienda su vocabulario” la finalidad, era distraer a su amigote que había despertado. Por cada palabrota un milímetro más se le regalaba .
— cortesía de la casa —dijo la escritora igualando la voz del GPS. Alber seguía con su “Síndrome de Tourette”.
— ¡Ya güey, me vas a picar mi ojo —dijo Terry bien asustado .
La música paro y el terrorífico instante, salió de la cabeza de los… ¡¡¡nenazas!!! ja, ja, ja . Ellos suspiraron, sus miradas se fundieron en una sola. La oscuridad de la carretera daba pie a…
— ¡hey! —Terry levanto una piedra y la lanzo directo a la escritora . El contrato que se había firmado especificaba; “no borracho ¡y no boca abajo!” .
“tic tic tic” el teclado corrigió .
Los hombrecitos continuaron con su charla . Así, como si estuvieran en la fila de las tortillas. Terry solo agito su cabeza , al parecer no le gusta ir por las tortillas .
— Entonces ¿la escritora… “¡murió!”?
— ¡¡¡No!!! ¡claro que no la mate! —Terry miraba con burla a su angustiado amigo —¡es colmilluda! y su alma siempre está al pendiente de ella . Pero me la acalambré… y ya después le advertí . Chiquita y no se la acaba, si me vuelve a poner pedo en una de sus pato historietas .
— Terry… ¿te la acalambraste? —El inglés dio un suspiro, muchos corazones flotaban sobre su cabeza. Albert puso toda su atención, estaba ansioso por escuchar a Terry. Bien chismoso el magnate , ¡metido, pregunto! Y al otro, que no se le cuecen los fríjoles —¡vamos cuenta! que de aquí no sale.
— ¡Amigo… amigo…! Que te puedo contar —a Terry se le vinieron unos pensamientos, llenitos de cochinadas y perversiones —Para empezar, no estaba el socio, la escritora pues… ¡sí eh! además creativa, ¡uff! “Gupta” y […]
Albert, estaba bien atento , no quería perder detalle alguno; hasta un esquema gráfico , comenzó a dibujar en una libreta.
A el casto y puro doncello, se le aguadaba la saliva y se le endurecía la penca; ya estaba planeando en su mente arrecha, sacar cita con la escritora
— Ni lo sueñes cabroncito . Vos está casado y mi culpa no es que, vuestra esposa lo quiera mantener como “Henry Graves” —le grito la escritora .
A él rubio, su ímpetu se le había despertado , pero después del gritoneo, de sorrajazo se le achico —donde me vuelvas a meter en tus infieles pensamientos, te corto el camote y te mando al averno alcornoque —gritaba la escritora, cada instante le hacían emberracarse mas. Albert al escuchar las palabras de la escritora, inmediatamente su mente se puso en blanco . Sabía bien quien tenía el sartén por el mango, además… no queria quedarse sin longanizas .
— ¡¡¡Güey!!! ¿Qué estabas pensando? –Terry se comenzó a burlar de su amigo, entre tremendas carcajadas pregunto: —¿Por qué te regañó la escritora? ¡¡¡vos sos un cebollín!!!
— ¡Nada…! No pensaba nada . Pero ya vez cómo es ella, de tiquismiqis —Albert frunció el ceño, trataba de ocultar la vergüenza de su “bizarre” pensamiento. Decidió cambiar de tema, para que la escritora no lo siguiera molestándole ¡¡¡por su “bizarre” pensamiento!!! —Terry, aún no me contesta ¿qué hacías deambulando por la carretera?
— Bueno… pues veras, lo último que recuerdo es que… ¡yo estaba sentado en mi sillón! leyendo el guion de la obra y esperaba a mi pecosita para “cenármela” . Eso fue hace unos minutos ¡y ahora estoy aquí! —[ilógicos] pensaba él inglés. Tampoco el entendía lo que sucedía
— ¡Ya voy entendiendo! —respondió Albert, como si hubiese descubierto el hilo negro —el periodo reglamentario de la escritora, se acerca .
Tic tic tic tic… los dedos sobre el teclado, sacaban lumbre por la rapidez del tic tic tic… Albert se tapó la cara con las manos [ya la surre] pensó el rubio — sí y tamaño jumbo —dijo la escritora .
— Que hiciste cabrocente —espeto furioso Terry, el pánico se apodero de ello.
Del cielo comenzó a caer caca de pájaros, unas parvadas enormes sanates , se instalaron sobre el cielo que los cubría. Los chicos metelones, echaron a correr hacia el carro . Albert como un campeón de “Parkour”, se introdujo al auto ¡aventándose por la ventana! Pero… la puerta que Terry intentaba abrir, estaba atascada . Archie desde dentó, hacia pala con su pierna y brazo. Literal, se habia transformado en una rígida y fuerte tranca .
— ¡¡¡Déjame entrar Archie!!! —enfurecido, jalaba la puerta el inglés —déjame que pueda abrir esta puerta, y veras que te dejare el ojo, con una belleza bien peculiar .
— ¡¡¡Noooo!!! ¡Terry no va con nosotros! – Archie estaba bien aferrado a la puerta, parecía el bastón de mi abuelo, je, je, je… lo ocupaban para atrancar la puerta; total hay el viejito que se rompa su máuser . Pero bueno…, estábamos en que este par, no aflojaban y la cabeza de Terry; ya estaba como palo de perico .
— Archie, disculpa un momento —Terry chasqueo sus dedos, y a ese ritmo grito —¡¡¡corte… paren la toma!!! —con un dedo apunto a Archie y le dijo: —tu mantén la posición, solo arreglo algunos puntos
La cosa se iba a poner feas —¡uuuy! — dijo la escritora , al mirar el rostro mal encarado del inglés.
– ¡hey… tú! Escritora balín —ella cruzó su mirada con la de Terry (“en su mente”) pero la cruzó. Guardando la calma, dio dos caladas a su cigarrillo electrónico —bien chiquita… asi me gusta , que me mires a los ojos. Ahora te doy ¡tres…! para que borres esta mierda de párrafo y me limpies mi cabeza ¡¡¿estamos?!!
Terry se encamino hacia la puerta, del auto y retomo su postura de forcejeo . A la escritora, se le habían ido las ideas, por culpa de pijo inglés. Sus exigencias de divo […] pensó la escritora y después de un instante dijo: —bueno…, de acuerdo Terry, di tus líneas.
— ¡Archie! ¡déjame entrar! —exigía el divo inglés y así, sin más, aparte de caca de pájaro, comenzaron a caer rayos y centellas . Un mini rayito, aterrizo en el buen fundillo de engreído , altanero y sobrado inglés.
— ¡toma canijo, pa’ que aprenda! —refunfuño la escritora. Archie, rapido abrió la puerta e introdujo a Terry al auto. A el chico, le saltaban unas lagrimillas y se le escurría el moco; pues el ardía el culillo.
— ¡¡¡Que cruz!!! ¡que te den…, escritora loca! —decia Archie, bien asustado y soplándose al inglés.
— ¡¡¿Cómo?!! —grito fúrico Terry —¿Otra vez Yao? ¡¡¡Nooo, nooo y nooo!!!
— Tranquilo Terry, me equivoque ; ahora corrijo este mal escrito —decía la escritora con una carita angelical.
Archie bien asustado, metió a Terry de un jalón y le soplo a su trasero, pues traía alguito de fuego —de esta manera se entiende mejor chicos —bien comprensible pregunto la escritora, olvidando que tres párrafos arriba, habia sido peor que un grano en el culo .
Los cinco mozuelos, amotinados en un rincón , repitieron en corito: — sí…, lo que vos escribas, está bien .
— Asi me gustan, mansitos para educarlos —decía la escritora, dándole un repaso a las tanguitas de Neil.
— ¿A dónde van? — pregunto Terry, estaba impactado. Miraba los tremendos maletones. Bueno…, aunque el morralito de Albert, no estaba ahí, él era como “Dora la Exploradora” siempre con su mochila, pegada a la espalda «él solo ha de carga con su calzón» pensó Terry, escondió una risita burlona. Bien sabía que sus insolencias, le podía restar puntos con el suegro .
Stear, comenzó el relato extendiéndole el telegrama. Terry lo tomo, lo miro y elevo una ceja . ¡¡¡No entendió ni maíz tampoco!!! Se lo devolvió a Stear, este le dirigió una mirada bien tierna y dijo: —¿te gustaría venir con nosotros?
— ¡Vamos Terry, no sea fresa! al parecer es una misión secreta con una línea de súper héroes —todos, volvieron su mirada al parlanchín, y bocón de Neil .
— ¿Y tú como sabes eso Neil? —cuestiono Stear, con cara de “ya fregaste el cuento ” todos, llenos de desconfianza, miraron a Neil. Este, tenía más información que el invitado de honor.
- Bueno… yo… – titubeaba el guapetón de Neil
- ¡¡¡Deja de titubear y habla!!! – bien rijoso, Archie lo encaro.
El chico boca floja no decía nada, al parecer le cocieron la boca ; pues se le veía el hilo negro que, Albert creía haber descubierto .
- ¿No vas a hablar Neil? – Albert lo miraba por el retrovisor
Al inglés, como balde de agua helada le cayó el veint e. En sus ojos se podía vislumbrar un fuego interno , sus manos empuñadas, se comenzaron a tornar color verdoso. Todo enardecido grito bien fuerte: —¡zorra!
Su saliva espesa por la rabia, salpico a todos sus compas.
El elogio bien guarro, fue dirigido a la escritora —peneque— le contesto est a
— Traidora, coqueta, mentirosa, infiel —la escritora se quedó con cara ¿what?
— No maus miky, o sea, que me reclamas ¿y por qué? —Terry se cruzó de brazos y las lágrimas corrieron por sus mejillas.
— Terry ¡yo no sabía que tú y la escritora…! – Neil trataba de arreglar las cosas, pues no quería un viaje incómodo ¡y mucho menos! que lo retacharan a su mansión . Pero eso si, le dejo bien en claro sus sentimientos —disculpa, pero lo mío si es amor del bueno .
Terry, mantenía sus brazos cruzados, enérgicamente subía y bajaba los hombros, en total signo de ¡me vale un pizarrín!
Pero… él no sabía que la escritora, siempre maneja los sentimientos de sus personajes. Así que ella, le susurro bien cerquitas de su oído: —ya se te pasara, al rato mando a la Candy a chutarse todo el Kama Sutra, ya verás… te pondrás bien contento .
Ahí iban los cinco caballeros, buscando las coordenadas, bien juiciosos; como “teacher” de algebra. De pronto, comenzó a sonar una rolita :
“Que lo nuestro, se quede en nuestro, que yo de amarte no me arrepiento”
Albert solto un suspiro y miro bien cañón a Neil, él moreno de fuego, elevo sus manos a la altura de sus hombros; en señal de inocencia.
— ¡Tu maldito gusano! —Albert, perdió la compostura que, debía portar como el patriarca y se jalo, del puro cogote a Neil —¡me la quitaste! ¡¡¡ahora ya no me quiere!!! me voto como vil perro callejero. Y todavía se fue diciendo la muy canija, me voy a otro bando hay se los dejo . No pues sí… ya tenía quien la esperara en la esquina .
— ¡No Albert! a mí no me cargues tu muertito , tu primero te la llevaste a bailar y luego resulta, que hasta boda en castillo tuviste . No mi chavo ¡eso no es de dios! ¡¡¡Y si!!! dice que le gusto, pero aún no hay “bisnes” ¡¡¿estamos?!! —Neil logro zafase del apretón que, daba Albert a su cogote y miro a los otros tres pimpollos —mi horco… lo vieron, mi horco
Retomaron su camino, y como se dice “cada loco con su tema”, se internaron en sus propios pensamientos. Pero eso era agotador. Escribir lo que cada uno pensara, no pues como así.
Entonces, la maléfica escritora les metió otra rolita. Bien ardillas Terry y Neil, se entonaron en corito: “pude tomarte solamente como un juego, pero me hice ilusiones con tus besos y ahora solo me toca aceptaaaar”. Los dos canijos, se miraron retadores y como gallitos de pelea, se comenzaron a tirar fregadazos .
— Ora, insipientes —gritaba el pobre de Archie, iba en medio de los dos tozudos. Albert dio un enfrenón tipo “Go Karts” el carrito, dio dos machincuepas .
— ¡Se me aplacan señorita! —él rubio puso orden, poco a poco se reacomodaron los mozuelos, por el impulso de las vueltas, quedaron como sardinas en lata .
Albert, con cero de paciencia prendió el carro, pero dio un llavazo tan fuerte, que hasta la maquina chillo. Inhalo y exhalo , necesitaban sacarse la mala vibra y apretó el acelerador “rrrnn… rrrnn…” rujía el motorcito.
La escritora miro la pluma, esta aun tenia tinta, asi que les anoto otra rolita “oxigenada, zorra parada, cada vez estas más aguada, ponte pomada de la campanaaaaa ” Albert, dio un mega frenón, hasta las llantas quedaron pintaditas en el asfalto.
— ¡¡¡Paila!!! – Exclamo Terry, bien indignado.
— ¡Escritora! será mucho pedir que, no ponga esas rolitas – Albert, llevó sus manos a su abdomen ¡¡¡Ufff!!! ¡bien marcada la tablita de chocolate! Perdón me fui a mi lado “hot”. Bueno… entonces, él esperando la respuesta de la escritora, comenzó a rodar sus pulgares
— Bien…, ¡no quieren música ok! Entonces —tic tic tic el teclado sonó, [no maus mike] pensaron llenos temor, sabían que la escritora era de sonriza difícil y moral relajada .
Con negrillas, subrayado, en letra impacto 3D, tonalidad en rojo; escribió: “¡huélanse su pedo!” “¡¡jum!!”
— ¡¡¡No chingues, Stear!!! —grito Neil, curiosamente el hilo negro de Alber, ahora ataba sus manos .
— O sea, ¡¡¡te estas pudriendo en vida!!! – dijo Archir, este, sin razon algún le comenzó a falta el aire. Motivo por el cual tuvo que respiraba a toda pris a.
— ¡Sabia que esta canija se iba a desquitar! —dijo Terry, sacando su cabeza por la ventana.
— Es una ¡chingaquedito! Mirando su carita de angel, todas se las compras, pero es una hija del averno —un poco molesto, dijo el patriarca.
— ¡Lo siento! — decia Stear con la boca llena de: huajes y frijoles. Su rostro estaba bien sonrojado, no podía ocultar la vergüenza.
Después de que se salió el fétido olor, que se impregno por largo rato dentro del auto, volvieron a toma sus lugares. Ahora Terry era el que manejaba, hay iban, buscando el fastidioso camino amarillo y recogiendo trocitos de pan. La malévola escritora, se estaba dando un divertida.
Terry estaba poseído por el efecto “Goofy”. Su comportamiento, no era de un conductor normal, como bestia, giraba la dirección del carrito, al tomar las curvas. Escupía palabrotas, diez tonos arriba de lo permitido; cada curva la habia bautizado, una se llamaba “hija de la veiz” otra “hijoheput…” las demás tenían perores nombres.
Los chicos se aferraban bien fuerte a su lugar. Literal les habia salido dientes en el fundillo.
— ¡¡Terry!! tu no traes maleta – angustiado dijo Albert, necesitaba que el guapo inglés, bajara la velocidad del auto. Creyendo tener mirada de Halcón, el rubio visualizaba los alrededores. Como esta vez no apareció ningún espectacular, decidió —ya estamos lejos de cualquier poblado, asi que ya lo decidí. Neil tú le darás unas cuantas mudas, a nuestro amigo.
— ¿Amigo…? ¿mío…? ¡¡¡no señor!!! ni mi amigo, ni le comparto —se negó Neil rotundamente. Ante la mira de advertencia que le lanzo Alber, el morenazo de fuego, justifico a su negativo y díscolo comportamiento —de todas maneras, no le van a quedan mis trucitas .
— Bueno… entonces te vamos a regresar ¡a tu caserón! para que bajes el avispero —Albert pidió a Terry que retornara.
— ¡Vale! ¡¡ok!! ¡¡¡ya güey!!! Te dare solo dos mudas, ahí que lave su calzón cuando se bañe —[le voy a dar solo dos calzones, si… esos que me quedaron apretados, para que sus tejones dejen de respirar y queden bien recocidos muajajaja] pensaba Neil, posando su malosa sonriza
— ¡No, Neil! quiero los “Nice Laundry”
— ¡Eh! —espeto confundido, el morenazo de fuego. Los chicos mantenían fijos sus ojos, sobre su cabeza; esto llamo la atención de Neil y tambien, volvió su vista hacia arriba. Los subtítulos de sus pensamientos, flotaban como pajarillos chismosos .
Después de tanto choro mareador, los chavales llegaron a su destino .
Un narrador visual de ronca vos, comenzó a decir: —La noche ya habia caído , estaba bien oscuro .
“auuu, auuu, au au uuuu” —los coyotes aullaban, el lugar estaba solo y despoblado —“sss sss sss” —hasta el viento tenía miedo —ran rataplán ran ran rataplán—. el sonido de tambores se escuchaba a lo lejos .
— ¡hey… escritora! —susurro uno de los chicos, con la voz bien temblorosa
— ¿Qué quieres Archie? —contesto la escritora, ya está bien pilas; en espera del nuevo zafarrancho.
— Disculpe mi pregunta, pero… ¿su historieta es de terror? —bien acobardado el chaval preguntaba —¿tendremos que huir de fantasma, zombies y esas cosas? Porque… si no es asi, sería posible ¡que haga la luz! es que vera… a mí, si me da alguito de miedo esta cosa.
— ¡Que cochino eres! —dijo Terry, mirando como escurría agua, en los pies de Albert —¿que no fuiste a maternal uno? ahí te enseñan a controlar esfínter y vejiga “aj…puaj” cochino, meón, fuchalas.
Albert, estaba bien abrazado de Neil , al morenazo de fuego, le valió que este su hubiese pipiado. Archie y Stear, tambien corrieron a abrasarse , solo que el pobre de Stear, parecía coca cola; cada que se movía se le salía el gas. Asi que el dicho: “corrió como si trajera cuetes en el rabo”, le quedo al puro pedal .
Terry miro a las dos parejitas y peso «no Albert tiene pipi y Stear huele a pedo, mejor me abrazo solito»
— ¡Uy… tu! ¡¡¡salpicado!!! —dijo Neil, bien indignado. había leído los subtitulos de Terry.
El lugar se ilumino, gracias a la nave nodriza que, sigilosamente decencia del cielo; esta, se estaciono como si fuera a pagar parquímetro. El cerebro de Stear en ese exacto segundo, comenzó a trabajas y se dio cuenta que, traía pegado a cuatro chicles [Y ahora, como los subo a la nave, si la invitación no decia “tráigase a toda su pandilla] su pensamiento era muy…, muy, muy angustioso.
Su corazón iba más rapido que, el segundero de su reloj [¡mare mí! y ahora como sacó este pedín] le pujo y salió bien tronado, hasta polvo levanto [¡ay! ya listo] se sobo su barriga [ahora si a pensar, ya me siento a gusto]
Stear recordó que, en alguna ocasión se encontró con Alicia [”¡Alicia!” o sí, que bien no la pasamos, lástima que paso el conejo, que si no ¡mmm!] se miró los callos de su mano y sonrió alguito apenado.
De un bolso sacó un frasquito, ahí habian ocho pastillitas, cuatro azules y cuatro rositas. Las miro algo confundido. El chico recordaba haber visto solo cuatro pastillas [¿y las otras? ¡tal vez me las dio de pilón!] ingenuamente pensó.
— Chicos… necesito hablar con ustedes —Stear, al ser una persona tan noble, de tiernos sentimiento, y sobre todo leal; le costaba mucho trabajo, desilusionar a las personas —verán… el telegrama ¡solo me requería a mí!
— ¡buuu… fraude…! —chillo Terry
— ¡Que devuelvan las entradas! —canturrio Albert
Neil cayo de culo y chillando como nenaza dijo: —¡¡¿voy a tener que regresar a casa y bajar ese avispero?!!
Archi, no decías nada. Solo pensaba, no sabía cómo justificaría, la compra exprés que hiso por internet. Los trajes que traía en el baúl, no eran de uso y mucho menos, nada baratos.
— Chicos no se molesten ¡tengo la solución! solo que yo aún no la eh probado ¡¡¡seria bajo su arriesgue!!! —Stear abrió el frasquito y mostro las ocho pastillas. Como los chavales no querían regresar, no les importaba que estuvieran meados, tomaron una de cada color, y se las tragaron; así, sin agua. “¡Hijo del maíz!” hasta a la escritora le dolió, cuando tragaron en secó.
Las pastillas rosas, rápidamente hicieron efecto, quedaron de diez centímetros cada uno. “¡Ah!” y las azules, de igual hizo su trabajo; la virilidad masculina les quedo de veinte, dura, erguida y bien potente. Stear al mirar la situación, tremendos ojos pelo, exactamente no sabía de donde agárralos. Los de la tripulación ya estaban próximos a él . Cerro los ojos, no quería ver de donde les tomaba, sin más, los sorrajo dentó de un maletón; total hay luego se lavaría las manos.
— ¡Escritora! ere una guarra, falsa, malqueda, traicionera, gamberra, ortiba —Albert, sacaba lo cien mil mejores insultos, de la enciclopedia “Extienda su vocabulario” la finalidad, era distraer a su amigote que había despertado. Por cada palabrota un milímetro más se le regalaba .
— cortesía de la casa —dijo la escritora igualando la voz del GPS. Alber seguía con su “Síndrome de Tourette”.
— ¡Ya güey, me vas a picar mi ojo —dijo Terry bien asustado .
Continuara...
Muchas gracias por leer. Espero le guste la manera no tan peculiar de festejar a nuestro querido inventor