-Stear, es hora de apagar la luz!
-Ya te oí Archi, deja de moler y duerme de una vez, caramba!
-No puedo con la luz prendida, que lata contigo, de verdad, no tienes fin...
El guapo hermano menor se arropó con el edredón mientras su hermano permanecía sentado en su cama con su libreta de bocetos dibujando y diseñando a la luz de la candela. Tenia muchos meses de sostener correspondencia con una bella jovencita de nombre Mimi a quien había conocido el día que fueron a despedir a sus padres cuando partieron a Medio Oriente. Fue un click instantáneo pero lo suficientemente intenso para que intercambiaran direcciones y sostuvieran una amistad epistolar muy dulce e inocente, pero muy sincera.
Esa noche él estaba particularmente inspirado diseñando una cajita musical que al abrirse mostraría un hermoso girasol de latón. Ella también compartía el gusto por los trabajos manuales y le había hecho saber que había ejecutado algunos de los diseños que él en confianza le había compartido. Algunos con resultados positivos, otros no tanto pero el intercambio intelectual era muy apasionante para ambos.
Esta carta en particular significaba mucho para él, ya que se les había dicho que el año entrante habrían de viajar a Europa para ingresar a una escuela de mucho renombre y alcurnia. El en un principio quiso resistirse a la idea ya que amaba su país, su hogar en Lakewood y sobre todo esa palpable posibilidad de reencontrarse de nuevo con Mimi. Junto con el boceto, Stear escribió una carta-confesión, donde externaba de forma tierna y sincera, la naturaleza de sus sentimientos por la dulce Mimi:
"Sabes, Mimi querida, a veces quisiera tener la rebeldía suficiente para negarme a seguir las ordenes de mi familia y decidirme a volar con mis propias alas, pero la verdad es que no puedo negar mi propia naturaleza y la responsabilidad que mis padres dejaron en mi respecto a cuidar de mi hermano, e incluso a mi primo Anthony. Sabes? A través de mis inventos me siento libre, cuando estoy diseñando siento que no hay ataduras y que todo es posible, y poder compartir estos sueños contigo, me hacen anhelar un futuro que ahorita parece muy lejano. Me han dicho que nos iremos lejos y se que tal vez nuestra correspondencia se vuelva cada vez mas espaciada, pero deseo prometerte una cosa, Mimi: cuando escuches la cajita funcionar, será una parte de mi alma la que ahí se quedará eternamente, y en ese girasol que danzará para ti, habitarán todas esas conversaciones y risas que quedaran pendientes para cuando la vida nos vuelva a poner frente a frente. Por que nada deseo mas en esta vida, que poder tener el tiempo de estar cerca de ti y poder enamorarte... sonará atrevido de mi parte, pero nunca había sentido algo así por alguien, la confianza y la certeza de que me comprendes y ves la vida como lo hago yo..."
Stear miró nuevamente la carta, algo en su corazón se estrujó y lamentó que la vida le llevara por un camino que no deseaba seguir. Siempre conforme a los dictados de alguien más, siempre en función de lo que otros determinaban. Miró hacia la cama a un lado donde roncaba mansamente su hermano, y se dijo a si mismo que no podía dejarlo, por más que soñara con tomar su propio camino. Pero algo en su interior le ronroneaba, una ansiedad por extender unas alas que lo llevaran lejos, muy lejos hacia otros mundos y otras estrellas.
No dudaba de la sinceridad de su cariño por Mimi, pero también sabía que la vida daba muchas vueltas, así que con una ternura infantil dobló la carta y el documento con el boceto para proceder a meterlo en el sobre que mañana se encargaría de darle a George para que este lo llevara al correo. Mañana tendría que continuar trabajando en la carcacha en la que estaba practicando sus habilidades mecánicas ya que le había prometido a sus hermanos que los llevaría a pasear al pueblo en ella.
Muchos años después, Mimi abría su cofre de recuerdos y con gran ternura tomó la vieja cajita que con mucho amor armó conforme a las instrucciones que aquel entrañable amigo le había enviado y dentro de la cual guardaba esa carta de tierno amor juvenil que él le había escrito. De hecho fue la ultima que de él recibió, ya que la vida lo había llevado demasiado lejos para poder cumplir esa promesa hecha, y lamentablemente, había perdido la vida de una forma precoz y triste. Pero para ella, cada vez que escuchaba las dulces notas era como volverlo a ver de pie en el muelle, despidiendo a sus padres y sonriéndole optimista, mientras aguantaba una lagrima para enfrentar la despedida con buen animo de corazón. Así le gustaba recordarlo, y así cada año tenía su reencuentro con él, en su aniversario. Así Mimi honraba su memoria, amando la vida y agradeciendo haber compartido cosas maravillosas como la preciosa cajita que ella construyó con sus propias manos...
Última edición por Maga Cafi el Sáb Abr 03, 2021 12:22 pm, editado 1 vez