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CONSULTA MÉDICA
-Doctora Grandchester, ya me retiro, se le ofrece algo más?
- No, todo está bien Nancy. Nos vemos mañana, y dime Candy, ya te lo he dicho.
Candy terminó de actualizar los expedientes de los pacientes que revisó ese día y se quitó las gafas de lectura, fué un día agotador y deseaba llegar a su casa, ponerse ropa cómoda y tomar una copa de vino. Terry llegaría tarde, en los últimos días con la nueva puesta en escena tenía mucho trabajo. Si, una tarde de reposo seria ideal.
En eso, tocaron la puerta, -Doctora, lo siento mucho, Candy, llegó un nuevo paciente, dice que es urgente, necesita que me quede?
-No será necesario Nancy, me las ingeniaré. Hasta mañana.
Entró un hombre de aspecto nervioso. Su cabello rojizo y rizado, sobre su nariz algo bulbosa, unos anteojos de carey que enmarcan unos ojos miel. Vestía un traje a cuadros y no dejaba de mover un bastón
- Buenas tardes, en qué le puedo ayudar.
- Buuenas ... tardes, ven vengo porque no he podido dorrrmir bien ulti últimamente.- Respondió secándose con un pañuelo nerviosamente.
-Relájese y dígame sus síntomas, señor...
-Darcy, Jonh Darcy.
-Bien, lo escucho.
- Bueno, todo empezó hace unas noches. He tenido mucho trabajo y cuando intento dormir,- bajó la mirada avergonzado y con un sonrojo continuó-mi pulso, se acelera, mi visión se enturbia, no pu puedo respirar, tengo que jadear, también aumento de temperatura, palpitaciones, no no puedo articular palabras y acalambramiento en algunas partes.
Suspiró y comentó -Disculpe mi tartamudeo, son los nervios y vergüenza. Ya me está causando problemas en mi trabajo y vida personal
- Estos síntomas que me dice, señor Darcy, discúlpe mi curiosidad, son sólo por la noche?
- Al principio si, ahora se presentan en forma repentina.
-No se preocupe, haré lo necesario, siéntese en la camilla para que lo revise.
Candy se colocó el estetoscopio y se acercó a su paciente, corroborando los síntomas descritos. Pulso acelerado, dificultad para respirar, leves jadeos y mirada turbia. Lo peor de todo, es que son contagiosos. La doctora al palpar el torso bien definido de su paciente, y al comprobar los síntomas, también empezó a sentir cómo su pulso, respiración y visión se alteraban. El señor Darcy no perdió el tiempo y besó a la rubia con pasión desenfrenada y ella correspondió casi de inmediato. Una de las manos de él levantaron la falda de Candy mientras la otra masajeó el pecho con destreza.
Se levantó de la camilla rodeandola con sus brazos y siguió elevando la ropa de la doctora ya que ambos ahora tenían aumento de temperatura. Iniciaron las palabras entrecortadas, palpitaciones y que les obligó a comunicarse con gruñidos y jadeos. La fuerte palpitación que seguía en aumento en sus entrepiernas, la calmaban con besos y caricias cada vez más frenéticas, Candy, semidesnuda en la camilla recibió encantada las atenciones que el señor Darcy le daba a su zona íntima. Mientras ella se esmeraba en masajear el falo conocido de su amante, asi llegaba Candy a su orgasmo con un grito ahogado por la firme mano del señor Darcy.
La guió al escritorio, y la inclinó de espaldas, y aprovechando la humedad del orgasmo recién obtenido, la penetró con fuerza. Con una mano ahogando sus gritos y la otra estimulando su clítoris, la hizo llegar al segundo, la giró y poniendola contra la pared la beso con desesperación sin salir de ella, siguió bombeando hasta que juntos llegaron al feliz termino.
Acomodándose las ropas, en medio de miradas cómplices, la rubia preguntó:
-Se siente mejor, señor Darcy?
-Mejor que nunca, doctora, su tratamiento es magnífico; puedo venir en caso de recaer?
-Será un placer, señor Darcy. Ya es tarde, es hora de cerrar, mi chofer vendrá por mi en cualquier momento, necesita que lo lleve algún lado?
-No quiero causar problemas, saldré por la puerta de atrás. Hasta luego, doctora Pecas.
- Hasta pronto, señor Darcy. Suerte con su nuevo papel.
Le guiñó un ojo mientras salia por el callejón, rumbo al teatro dónde dejaría el vestuario de la próxima obra.