DIOS DAME FUERZAS
Afuera, se escuchaban los golpes en la puerta; a veces más insistentes, a veces, más débiles... Dentro, una llorosa rubia pedía fuerzas para resistir, ¿qué no pensaba largarse de una vez?? Seguiría insistiendo otra noche mas? "Dios, dame fuerzas y pueda no abrir." Era la oración que la actriz repetía.
Se enteró por los diarios, después de la vergonzosa muerte de la Duquesa de Grandchester, que sufrió un accidente al huir con su amante en turno, la deshonra y la tragedia envolvió al ducado. De los hijos de la pareja, el mayor muerto en combate, el menor encontrado culpable de traición al vender información a los alemanes. Y la marquesa, se suicidó al descubrirse embarazada de un caballerango del castillo.
Una posterior auditoría arrojó a la luz los malos manejos del ducado, por lo que lo Corona decidía el embargo de todas las propiedades y títulos. Dejándo al viejo duque solo, sin su preciada posición, poder, riquezas y títulos.
Volvía a America, después de que el mundo le volvió la espalda, ya que se sentía ahogar en la soledad y desesperanza; ya que ni un amigo le prestara oído a sus pena, y ni que decir de sus amantes, ya sin fortuna o influencias, lo abandonaron; pasando noches en vela pensando en qué se había equivocado, ya que no aceptaba que todo eso eran sólo las consecuencias de sus actos y decisiones; creyó que ella lo recibiría con los brazos abiertos, al recuerdo de ese viejo amor, con un "aún te amo, quédate conmigo."
Decidido, citó a su "amada Ellie" en un café para reconquistarla, ya que no quería quedarse solo. Pero no, Eleonor Baker no era ya esa chica impresionable e ingenua. Ya no cayó en el juego que Richard reinició, sabía que era una farsa, al igual que sus cumplidos y miradas. No, ella también había estado ahí hace ya más de 20 años, y su sonrisa "seductora," ahora la veía socarrona, falsa...
En el aire nocturno y en su corazón solo quedaba ese sentimiento, " No sabes cuánto esperé este momento, ver que sufras más de lo que yo sufrí, que vinieras a mi porque te estás ahogando en la miseria que tú mismo creaste... pero, no puedo darte la mano, oh, Dios! No puedo ni quiero! Ya no me busques, a mi lado ya hay lugar para ti.
Dejó la cafetería con su elegante caminar y la frente en alto. " Volverás conmigo Eleonor, te lo juro!!" Escuchó sin mirar atrás. Desde ese día ya hace una semana, cada noche golpeaba a su puerta, a veces amenazante, a veces suplicando...
"Mamá, ven, salgamos por la puerta de atrás, Candy y los niños nos esperan." "Si Terry, ya aquí nada me ata, venderé la casa y viajaré un tiempo. Después, quién sabe."
Salieron madre e hijo al frío de la noche con la esperanza de un fututo sin fantasmas del pasado.