Lilqalab
Por el corazón
By Alnair Skat, Adry Grandchester
CAPÍTULO I
La sala VIP del aeropuerto internacional de Dubái se encontraba saturada, los vuelos se habían retrasado, debido a la caída en los precios del petróleo, la incertidumbre financiera provocó que muchos magnates del oro negro quisieran salir en sus jets privados para trasladarse a la sede de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en Viena, Austria, pero las pistas de despegue estaban al límite al ser temporada vacacional, lo que imposibilitaba el libre flujo de vuelos al exterior, dando prioridad a los aviones que aterrizaban de acuerdo a la programación.
En uno de esos jets llegaban los miembros de una de las familias más importantes de Estados Unidos, se trataba de los jóvenes Ardlay, Anthony Brower, Stear y Archie Cornwell y Candice White, también viajaban con ellos sus amigas Annie Britter y Patricia Obrien, así como los hermanos Elisa y Neil Leagan, impuestos por la matriarca de la familia con quienes no tenían muy buena relación, sin embargo, los toleraban.
Los chicos, habían decidido vacacionar en la Ciudad del Oro, era tan impresionante el desarrollo de la urbe con sus imponentes edificios, que los chicos, después de culminar sus estudios profesionales querían conocer todo de esta capital del futuro, ya que estaban destinados a tomar las riendas de los negocios de su familia, así que era una de las últimas oportunidades para disfrutar de su libertad, la única que no estaba incluida en dichas responsabilidades era la doctora, Candice, dado que su profesión no tenía nada que ver en los negocios, solo tendría que ocuparse de las fundaciones que el clan mantenía para brindar ayuda a las personas de bajos recursos.
Candice White Ardlay era una joven de 26 años de risos dorados y vivaces ojos verdes, quien en un principio no estaba convencida de ir a esas vacaciones de ensueño, tenía recelo de subir a un avión, los viajes que había realizado durante su vida, los había hecho en cualquier medio de transporte, menos aviones, el temor la invadía desde la muerte de sus padres en un fatídico accidente aéreo. A pesar de ello, era una joven alegre de buen corazón, para su hermano, William Albertl Ardlay, quien se había convertido en su tutor, era su niña consentida.
Estudiar medicina, le había representado a la chica un reto, ante la rotunda oposición de su tía abuela, quien, caracterizada por su férreo carácter, imponía sus preceptos a los deseos de sus sobrinos, dado que los tres varones ocuparían los principales cargos financiero, legal y administrativo en el consorcio Ardlay, estuvieron obligados a estudiar economía, finanzas y leyes.
Los tres chicos acostumbrados a las imposiciones de su tía abuela, sabían que tarde o temprano tendrían que asumir su posición al frente de las empresas, así que no oponían resistencia, sólo Candice era la rebelde, no quiso ir a una universidad particular, prefirió asistir a una pública, se escapaba con sus amigos a fiestas en barrios humildes, entablaba amistad con todo tipo de personas, no deseaba convivir con los miembros de la alta sociedad, en fin, era el dolor de cabeza de la matriarca, que terminaba aceptando sin reparos sus acciones ante el apoyo que su hermano le brindaba.
A pesar de estar cansados por las casi 14 horas de vuelo, bromeaban entre ellos ocasionando que las miradas de los viajantes se volvieran hacia ellos. Candice por fin suspiraba comentando a sus amigas que estaba tan aliviada de tocar tierra firme, que sería capaz de imitar al papa y besar el suelo, las chicas reían ante sus comentarios, además de la cara que tenía Archie, que buscaba con la mirada los servicios para acomodar su rubia cabellera, él era demasiado meticuloso con su apariencia, así que las jóvenes se burlaban descaradamente de él, ya que se preocupaba tanto por su físico, incluso más que una mujer.
Esperaban que bajaran el equipaje, por lo que fueron trasladados a la sala VIP, pero estaba repleta de hombres elegantemente vestidos, que guardaron silencia ante el bullicio que los chicos hicieron al entrar. Entre ellos estaba el magnate Richard Grandchester con su hijo, Terence, un joven de 28 años, alto, de cabellera castaña, piel blanca, cuerpo atlético, que se veía marcado aun con el traje gris Oxford que portaba, un mechón de su cabello tapaba una parte de su frente, sin embargo, no se podían ocultar sus hermosos ojos azules.
El castaño se encontraba sentado con la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, mientras que con su mano derecha apretaba el inicio de su nariz, estaba agotado, llevaba casi dos horas en esa sala; la mañana había sido demasiado complicada y esa tarde amenazaba con tornarse peor ante la incertidumbre de los mercados financieros, aunado al mal carácter de su padre, que en ese momento estaba a punto de explotar por el retraso en la salida de su vuelo.
Cuando entró el grupo de jóvenes en la sala, pensó — ¡No puede ser! Esto era lo último que me faltaba una bola de escandalosos, dijo para sí, sin abrir los ojos, trataría de no hacer caso, sin embargo, la risa de los muchachos retumbaba en sus oídos, sin soportar más se levantó de su asiento dirigiéndose a los servicios, entró, se mojó las manos y la nuca, debía tener paciencia, tal parecía que su estancia en esa sala de espera se prolongaría más, al salir se encontró de frente con una chica rubia, ambos conectaron sus miradas. Ella se sumergió en lo profundo del azul, él en ese verde que le recordaba sus días de verano en Escocia. El encanto que pareció eterno fue interrumpido por Annie que llamó a Candy, ella parpadeó rompiendo el momento, se sintió tonta al quedarse ahí parada, caminó hacía su amiga sin ver de nuevo al chico.
Terence regresó al lado de su padre y demás empresarios, que esperaban con ansia a que les permitieran continuar su camino. No sabía por qué se había quedado congelado al ver a esa chica, sentía como si la conociera de algún lugar. Finalmente se concentró en la plática del grupo. Candice por su parte, tampoco sabía por qué se quedó sin habla a toparse con ese joven, era demasiado guapo, si, pero eso nunca le había pasado.
Una hora más pasó y no les entregaban el equipaje, los jóvenes ya se habían desesperado, aunque las bromas se Stear hacían la espera más liviana, llegó un momento en que Anthony, con cara de enfado regresaba de preguntar a qué hora les entregarían el equipaje.
— Lo Siento chicos no pueden bajar el equipaje del avión porque está saturado con las llegadas de varios destinos, además parece que hubo un desplome en los precios del petróleo y muchas personas buscan salir del país, dado que no se sabe cómo afectará esto a la economía internacional — Dijo el joven mirando a sus amigos.
Archie se levantó para decir — ¡Estas bromeando! ¿Verdad? Necesito ducharme, no soporto estar con la misma ropa — Provocando que los demás soltaran tremendas carcajadas, ante la mirada molesta del joven que arremetió — ¡Claro! ¿Cómo ustedes no se preocupan de su apariencia? Véanse al espejo ¡Nos vemos espantosos! Intensificando las risas que llamaron la atención de las personas, en su mayoría hombres, que voltearon a ver al grupo con mirada desaprobatoria.
El tiempo transcurría, sin que salieran los vuelos privados, ni entregaran los equipajes. Candice estaba sumamente cansada, pero no se podía hacer nada, más que esperar, sus primos y amigos, seguían bromeando, pero era más para no desesperarse, que por otra cosa. Ella se había levantado por una botella de agua, deteniéndose frente a las paredes de cristal, observaba las labores incesantes de los trabajadores del aeropuerto, mientras Terence caminaba de un lado a otro, en su vaivén la observaba discretamente, cuando decidió acercarse, ella dio la vuelta, sus miradas se encontraron nuevamente.
— ¿A caso me estas siguiendo? Van dos veces que nos encontramos de la misma manera — Preguntó ella — ¿Yo? No para nada, te equivocas pecosa, escandalosa, simplemente fui por una botella de agua —Respondió el joven con media sonrisa — ¡Qué! ¿Cómo me llamaste? ¿Pecosa? ¿Escandalosa? — ¡Si, tú pecosa! Junto con tus amigos no han parado de hacer alboroto, parece que están ebrios — ¡Pero! ¿Cómo te atreves? No estamos ebrios, solo nos divertimos, pero parece que hay personas tan amargadas que no saben la diferencia — O más bien que no tienen educación dijo finalmente el joven alejándose de la chica que se quedó haciendo muecas, él se volvió a mirarla y le recomendó — No hagas corajes que las pecas se te ven más, soltando una risa burlona.
Pero qué le pasa a ese tipo, está bien que sea endemoniadamente guapo, pero que decirnos ebrios, escandalosos… Grosero, insolente, engreído, murmuraba, mientras observaba como se integraba al grupo de los hombres elegantemente vestidos —Pero, no sé de dónde lo conozco, prosiguió con sus pensamientos, caminando de regreso con sus amigos, quienes al verla con sus mejillas estaban rojas se mofaron de ella, pensaban que estaba así porque ya quería irse. Ella se integró a las bromas tratando de olvidar lo acontecido con el chico engreído aquel.
El ambiente se hacía más pesado conforme pasaban los minutos, así el silencio se fue apoderando de la sala, unos pasajeros dormían en los cómodos sillones, otros veían sus celulares, algunos platicaban en voz baja. De momento se escuchó un fuerte estruendo, que dio paso a un zumbido intenso, mientras que un denso humo se iba dispersando por el lugar. Poco a poco el sonido se iba percibiendo conforme algunas personas se levantaban, desconcertadas por lo que había pasado.
El humo impedía la visión a menos de un metro de distancia, el bullicio, gritos de ayuda se iban escuchando; un intenso movimiento se percibía a lo lejos entre el personal de seguridad, al poco rato las sirenas de ambulancias y patrullas se hacía más fuerte. Candice recobró el conocimiento, buscaba a sus familiares y amigos, pero no los veía, gateando tocaba con su mano lo que tenía en frente, al hacerlo los vidrios se incrustaban en sus rodillas yen las blanquecinas palmas, su voz emitía apenas sonidos, pero ella pensaba que gritaba llamando a todos, estaba sorda, no escuchaba nada. Anthony, también había reaccionado, un cálido líquido que resbalaba por sus sienes le hizo saber que sangraba de la cabeza, a su lado yacía Archie desmayado, más adelante Stear sentado apretaba con manos ambos lados de su cara.
Candice seguía buscando hasta que encontró a Annie y Patty, quienes abrazadas y sangrando de los oídos se abrazaban. Cuando la rubia llegó junto a ellas intentaron moverse para acortar la distancia, pero no pudieron. Candy prosiguió, al estar cerca intentaba revisarlas, pero el zumbido en sus oídos la tenía mareada, hizo lo posible por sobreponerse comenzando la valoración. Annie, tenía luxado el tobillo izquierdo y un trozo de cristal se clavó en el muslo derecho; Patty tenía golpes por todo el cuerpo y una cortadura profunda en el brazo derecho; la doctora con uno de los pedazos de vidrio cortó un saco de las chicas y cubrió las heridas, además de inmovilizar el pie de Annie con los mismos escombros que encontró.
Cuando hubo terminado dijo — ¡Calmémonos por favor chicas! Tenemos que serenarnos y buscar a los demás, a pesar de no dejar de llorar las dos mujeres asintieron, poniéndose de pie para iniciar su búsqueda. A unos metros de distancia, Elisa tapaba el estómago de su hermano que sangraba, al ver a Candy le gritó — ¿Y tú?, ¿Qué haces ahí? ¡Ven a auxiliar a mi hermano, para eso eres doctora ¿No? — La rubia no estaba para discutir, apresurándose a atender al muchacho, quien solo tenía una lesión poco profunda, pero sangraba mucho, al igual cubrió la herida, aún sus manos temblaban — ¿Tú, Elisa? ¿Estás bien? — ¡Si, creo que sí! —Respondió llorosa la joven. Bien, hay que encontrar a… No terminó la frase, ya que Anthony y Stear se acercaban arrastrando a Archie aún desmayado con sus brazos en los hombros de cada uno.
— ¡Chicas! Gracias a Dios que se encuentran bien —Comentó Stear, quien tenía una de las micas de sus anteojos rota, pero mi hermano no reacciona, inmediatamente Candice se acercó al inconsciente para tomar su pulso y revisarlo —Creo que debió de recibir un fuerte golpe y por eso no ha recobrado la conciencia, desafortunadamente no contamos con los aparatos necesarios para saber la gravedad del mismo — Respondió la rubia al terminar su valoración.
— ¿Qué habrá pasado? —Cuestionó Anthony mirando los destrozos a su alrededor —No lo sé, pero por un momento imaginé que se trataba de una bomba — Declaró Stear, quien acomodaba la cabeza de su hermano con su chaqueta como almohada, al momento de levantarse se escucharon gritos desesperados solicitando ayuda — ¡Auxilio! ¡Un doctor! Por favor ¡Un doctor! Gritaba un joven cubierto de polvo y con la frente ensangrentada.
Candice al escucharlo respondió — ¡Yo soy médico! El chico la tomó de la mano y la llevó corriendo hacía el otro lado de la sala, ella no opuso resistencia, a pesar de que Anthony le decía — ¡Espera! No te alejes, no sabemos lo que ha pasado, puede ser peligroso, pero no lo escuchó, continuó su camino. Tonny temeroso de que algo más le pasara a la rubia los siguió.
En el otro lado del recinto, las cosas no eran diferentes, había muchos heridos, gente que lloraba y gritaba pidiendo ayuda, pero Terence la guío hasta donde se encontraba su padre en el suelo inconsciente. De inmediato la joven se inclinó para revisarlo, notando que los signos vitales del hombre eran débiles iniciando RCP (Reanimación Cardio Pulmonar) el desmayado estaba entrando en paro. Sin embargo, después de varios minutos de intenso trabajo, Richard Grandchester respiraba por si solo. Terence aliviado tomó la mano de su padre para decirle — ¡Padre! ¿Me escuchas? Tenemos que salir de aquí, debes de estar bien ¿Entiendes? — Candice al mirar la angustia del joven, reconoció que no se había equivocado de profesión y dijo —Tienes que llevarlo a un hospital, aunque no llegó al paro respiratorio, si es necesario que se ponga en observación — ¡Gracias Pecosa! — ¡Vaya! Se ve que el golpe te dejó mal de la cabeza muchachito engreído — Terence con una leve sonrisa asintió — ¡Gracias Pecosa! — ¡Vaya! Se ve que el golpe te dejó mal de la cabeza muchachito engreído, me voy —Reparó ella.
Anthony que observó la escena interrumpió — ¡Bien! Ya ayudaste, ahora vamos, también debemos salir de aquí —Increpó con tono molesto ante el confianzudo agradecimiento de aquel hombre.
La rubia después de escucharlo, se dio media vuelta para tomar la mano de Tonny, apenas iban dando unos pasos cuando Terry miró hacia donde momentos antes habían paredes de cristal visualizando que un artefacto con rapidez impresionante amenazaba con estrellarse de nuevo cerca del lugar, pensando en que lastimaría a la chica de un salto se paró y corrió hacia ella, gritando — ¡Candy, Cuidadoooooooo!...
Continuará...
Última edición por Adry Grandchester el Lun Abr 12, 2021 12:20 pm, editado 1 vez