CAPÍTULO 1
Dos años habían pasado desde aquel día donde él se sintió totalmente humillado.
Se encontraba en la parte trasera de su casa en la playa que diera vista a la espectacular playa de Palm beach, en la Florida. Recordaba como su compromiso con Candy fuera cancelado nada menos que por el tío Abuelo William Albert Ardlay, su asombro fue tan grande cuando supo quien era, nada menos que aquel vagabundo que vivía con Candy y sus primos ayudaban, lejos de sentir algún tipo de afecto su odio y enojo creció.
Su madre le dijo que debía salir de Chicago mientras las habladurías disminuían y surgiera un nuevo cotilleo. Era increíble como su vida había cambiado tanto desde aquel día. Suspiró recordando, admiraba el atardecer y el romper de las olas contra la arena.
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—Vamos hijo es mejor que empaques debes salir de Chicago, viajarás a New York junto con tu hermana Eliza —ordenó su madre—. Jamás pensé que el tío abuelo te hiciera esto, ¡es un maldito William!
En ningún momento se detuvo a platicar con él o preguntar cómo es que se sentía o si acaso quería marcharse de Chicago, para él quedó muy claro que para Sarah Leagan, lo importante era el que dirán, no su propio hijo. Eso aunado a los sentimientos que sentía por Candy, lo hicieron derramar lágrimas amargas en la soledad de su habitación.
Su hermana Eliza viajó con él durante año y medio primero Pittsburgh, después a New York.
Durante ese tiempo Eliza, más que ayuda había sido una molestia, siempre quería estar de compras y en reuniones que para él se habían vuelto odiosas los últimos seis meses. En su estadía en uno de los hoteles más famosos de New York, El gran Plaza.
Aunque él quisiera olvidar lo vivido con Candy, Eliza siempre se encargaba de recordarle la humillación de aquella maldita huérfana; pero algo dentro de sí mismo no le permitía odiarla, se enamoró o creía haberse enamorado, se encontraba en un punto que ya ni él mismo lo sabía.
—¡Ay hermanito! vamos de compras, anda salgamos de este lugar, no puedo creer que sigas asi por esa maldita huérfana, ya ha pasado más de un año, vayamos al teatro muero por ver a Granchester actuando.
—¡Basta Eliza! ¡no te voy a permitir que sigas diciéndome una y otra vez lo mismo! en una cosa tienes razón, tal vez este no sea amor, sino gratitud por lo que ella hizo por mí, cosa que tu, ni mis padres han hecho jamás hacia mi persona.
—¡Cómo te atreves! —espetó furibunda su hermana.
—Eliza, no te quieres ni a ti misma, muchas veces me has preguntado y gritado ¡¿qué maldita cosa tiene Candy?! para que todos nos hayamos fijado en ella, hoy te lo voy a decir. Ella es una persona que se preocupa por los demás, es desinteresada totalmente de recibir algo a cambio, tal vez debieras aprender eso y te aseguro conseguirás algunos pretendientes, ¡ah..! por que dejame decirte ese tal Robert, solo quiere relacionarse contigo por los contactos de la familia Ardley. Tu vales mucho, de verdad hermana, no te cases por interes, date la oportunidad de amar, hoy entiendo un poco a Candy, con la noticia que me dio mi padre hace un mes, quieren que me case con Daisy Cooper, no es fea pero no me provoca absolutamente nada, quiero sentir amor verdadero, deseo, atracción, que cuando la bese mi cuerpo se estremezca.
—¡Oh Neal! ¡Qué cosas dices!
—¡Oh vamos Eliza! no te hagas la santurrona conmigo por favor, te conozco muy bien, hemos sido cómplices en muchas cosas. ¡Por favor no arruines tu vida!
—Bueno y si no sientes Nada por Daisy, por que has aceptado el compromiso.
—¡No! no lo he aceptado, le dije a papá que lo pensaría.
—Ay Neil, no te entiendo de verdad, creo que algo en tu cerebro se cruzó, no te reconozco y la culpable es esa maldita de Candy.
—Sabes que Eliza, anda vete de compras no quiero pelear contigo eres más necia que una mula. —la sacó de la habitación a empujones.
—Te compraré algo lindo ya lo verás —le dijo del otro lado de la puerta—. Y ya verás que ese mal humor se esfumará hermanito —gritó para que lograste escucharla.
Esa tarde Neal aprovechó la salida de Eliza, tomó su maleta y empezó a empacar todas sus pertenencias, debía estar solo y su hermana no le era de ayuda, debía enfrentarse a sí mismo y superar todo lo que en su pecho le quemaba. Pero sabía que antes de marcharse de New York, debía hablar con alguien, no sabía cómo le haría para hablar con él, pero lo intentaría.
Neal se alistó, tomó su abrigo y su maleta se dirigió a central Park, faltaban unas horas antes de que saliera su tren. Semanas atrás mandó una misiva y nunca pensó tener contestación de parte de la persona a la que había mandado una carta pidiendo un encuentro.
Pero al salir del hotel y avisar en recepción de su salida la dama que atendía el mostrador de recepción le entregó un sobre.
—Joven Leagan, ha llegado una carta para usted, pido disculpas porque llegó hace dos días y no se la habíamos entregado.
—Esta bien no se preocupe justo en este momento pensaba buscar a esta persona —mencionó al ver el remitente—. Le pido que le entregue esta carta a mi hermana la señorita Eliza Leagan. Por la mañana.
El dió esas órdenes pues no quería que lo buscara en la estación de tren, seguramente Eliza pensaría que se había ido a jugar cartas o algún bar como alguna noche atrás lo hiciera.
Él caminaba en Central Park, con el viento otoñal miró las hojas caer, faltaba poco para que empezara el invierno, esa es la manera en la que él se sentía como un árbol de otoño deshojado sus hojas.
A lo lejos miro la silueta del hombre parado en el pequeño puente donde se citó con él. Cuando llegó al pisar las hojas aquel hombre varonil de ojos azules volteo.
—¡Terrence…! —lo llamó Neal, haciendo que volteara el chico ojiazul.
—Bien aquí estoy, no se cual es tu juego o plan por el cual me hayas citado, pero creeme no soy un cobarde aqui me tienes, no te tengo miedo, tu y tu hermanita nos hicieron mucho daño a Candy, y a mi con aquella mentira del establo en el Colegio San Pablo, dejame decirte que eres un ¡maldito! ¡poco hombre! no mereces el amor de Candy, no se como fue que se fijó en ti, oh acaso vienes a burlarte y restregarme tu boda con Candy, mire la noticia hace meses en los diarios.
—Terrence, ¡callate idiota! de eso es de lo que quiero hablar contigo, me lo supuse y no me equivoque, se que debiste ver en los diarios la noticia, nunca se formalizó el compromiso, el tío abuelo William lo cancelo, mañana se dará a conocer en los diarios de la nación la identidad del tío abuelo y dejame decirte que no es nada menos que tu amigo Albert, yo supe por mis primos, que él es un gran amigo tuyo desde Londres.
—¡¿Albert has dicho?! —preguntó asombrado.
—Si, escuchaste bien, es aquel vagabundo que cuidó y defendió a Candy. Ella es así, lo entendí hace un tiempo, se da con todos no importando nada, ella me defendió, sentí su atención y cariño… pensé estar enamorado de ella, en este año y medio entendí que no lo estuve, y quiero que ella sea feliz, buscala no te encadenes a una mujer que no amas, me enteré de Susana Marlow, vela por ella, cuídala, pero eso no quiere decir que te tengas que casar con ella.
—¿Por qué me dices esto Neil?
—Candy merece ser feliz y se que tu formas parte de ello, se que todo lo que he hecho desde niño no tiene justificación, ella es una extraordinaria mujer no seas cobarde y enfrenta lo que sea por ella, creo que lo vale no lo crees Grandchester.
—¡Eres un estupido Neil¡ lo sabes verdad, siempre lo he creído. Tú hermana Eliza ha tenido un poder de persuasión sobre ti para hacer estupideces y reconozco que si soy cobarde en no luchar por la mujer que amo, me estoy ahogando en el deber de estar con Susana, te agradezco que vinieras a decirme esto.
—No lo hago por ti Grandchester, es por ella, es todo lo que tengo que que decirte, debo partir, en unas horas sale mi tren. Adiós.
Neil se alejó y un Terry desconcertado por la actitud de moreno lo dejó pensativo «ojalá tú también encuentres tu destino Leagan» pensó el oji azul, al verlo subir en un carro de alquiler y desaparecer.
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Neil llegaba a la estación, no sabía ni a dónde se dirigiría se acercó a la taquilla y pidió un boleto de primera clase en un vagón privado.
—Deme un boleto de primera clase —el taquillero solo lo observo esperando—. ¡¿Acaso no escuchó?! ¡Quiero un boleto!
—Sí señor, pero no me ha dicho: ¿a dónde se dirige?
—Deme un boleto hacia... donde usted quiera, que tal la próxima salida, allí quiero ir.
El decidió al azar su destino, cualquier lugar sería mejor que al lado de su hermana y su cantaleta de todos los dias, tenia el suficiente dinero para subsistir un tiempo en el lugar a donde fuera, después se comunicaría con el tío abuelo William, para decirle donde se encontraba, es el único al que le quería decir de su paradero y pedirle que por favor no dijera nada a sus padres, el enojo que había sentido por Albert también había disminuido.
Después de la cancelación del compromiso con Candy su padre fue incapaz de hablar con él, encerrándose en su despacho, ninguna palabra tuvo para él y su madre lo único que quiso es que se desapareciera de Chicago, para ella era más importante tratar de silenciar el cotilleo.
Es verdad que había llorado lágrimas de enojo y amargura por aquella cancelación de su compromiso; con el paso de los días y semanas medito y entendió que esto no era más que un capricho que sus padres habían tratado de cumplir y sabía que lo habían aceptado porque Candy era una Ardley y le convenía a la familia la unión de las dos familias; si hubiera sido una huérfana cualquiera oh sirvienta jamás lo hubieran aceptado, su madre moriría de imaginar eso al igual que su hermana.
—Aquí tiene joven, el tren del andén dos está por salir en quince minutos su destino es Palm Beach en la Florida.
Neal tomó el ticket entre sus manos, un vuelco pudo sentir en su estómago, pero no hizo caso omiso a ese sentimiento y se dirigió para abordar el tren, lo que él no sabía es que desde que pisara el tren, en su destino estaba a punto de escribirse una nueva página.
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Una chica corría aprisa, no sabía si alcanzaría el tren, debía llegar a tiempo tenía reserva del boletaje pero debía recoger sus tickets en la ventanilla, cuando de repente tropezó con una chico de cabello rojizo castaño y ojos color avellana.
—!Perdone! ¡Perdone! no fue mi intención empujarlo —decía la chica de cabellos rojizos.
—No te preocupes —respondió Neal un poco molesto; trato de disimularlo.
Él siguió su camino y miró que detrás de la chica pelirroja que había una chica de cabello castaño claro y ojos color miel, por un momento se le hizo conocida pero ignoro de donde, solo sabía que debía apurarse o el tren lo dejaría.
Ya instalado en su vagón abrieron la puerta y molesto dijo:
—¡¿Acaso se le ha perdido algo señorita?!. Este es un vagón privado.
—Exactamente y es mío, creo que usted se ha equivocado.
—Eso no puede ser yo acabo de comprar este boleto —se lo mostró a la chica con la que chocará unos minutos atrás.
—Pues el que está mal eres tú, mira —le mostró los dos tickets de ella y su acompañante—. Este es nuestro vagón.
Neal molesto las miró y comprobó que los boletos eran con el mismo número.
—Debe de haber un error busquemos al botones del tren o alguien que aclare este malentendido —Mencionó Karen Kleiss—. Yo no pienso compartir con alguien tan insolente como tu.
—¡Perdón! Aquí la única persona que se está comportando como insolente es usted señorita, que se ha creído que por que es una actriz puede cumplir cualquier capricho, yo compre primero el boleto por derecho es mío.
—Yo iré a buscar alguien que nos pueda ayudar —dijo la acompañante de Karen, regresando a los pocos minutos con un empleado del ferrocarril.
—Disculpen creo que el taquillero se equivocó y ha vendido doble vez este boleto estamos muy apenados, quien decida no viajar le devolveremos el costo y en la siguiente salida su viaje será gratis.
—Pues yo llegué primero, el lugar es mío —dijo Neal.
—Pero yo reservé hace dos días, solo debía completar mi compromiso con la compañía Stratford, si no hubiera salido antes hacia la Florida.
—No me importa, este vagón es mío, así que ve y busca otro lugar, en segunda o tercera clase, en la siguiente ciudad podrás comprar tal vez un boleto de primera clase.
—No creo que eso sea posible —mencionó el empleado del tren, los tres vagones de primera clase están ocupados hasta el término de viaje en la Florida y en este momento el tren está lleno no podrán viajar hasta dentro de dos días.
—¡No puedo esperar tanto! —mencionó angustiada Karen.
—Neal, ¡por favor! —pidió la acompañante de Karen—. Te lo pido, permite que compartamos el vagón, el tío de Karen se debate entre la vida y la muerte debemos llegar a la Florida, esperar la siguiente salida sería tal vez no alcanzarlo con vida.
El estaba apunto de contestarle que no, pero al escuchar la situación se detuvo a pensar, le desconcertó que aquella chica lo llamara por su nombre.¿Quién era? ¿De dónde lo conocía? entonces era verdad su rostro era conocido pero no sabia de donde.
—Bueno, está bien, el vagón consta de dos asientos y una cama, nos podemos arreglar con esta situación.
El empleado del tren solo suspiro aliviado sabía que ese error le podía costar el trabajo a su compañero pero gracias a Dios las cosas se habían arreglado, él se retiró diciendo que partían en cinco minutos.
—Tomen la cama y el sillón doble yo me sentaré aquí —les dijo mirando a la acompañante de Karen.
—¡Muchas gracias Neal! asi te llamo mi amiga no es así —afirmó Karen.
—De nada, entiendo la situación es algo de vida y muerte, si no creeme no las dejaría viajar conmigo
—Eres un…
—No, no lo digas, este día ya he recibido bastantes insultos primero mi hermana después de…. —recordó a Terry, prefirió quedarse callado aunque sabía muy bien por los tabloides del periodico que Karen Kleyss era su compañera de teatro.
—Alistense yo iré por un trago al comedor —mencionó observando los ojos color miel de la amiga de Karen.
Mientras el tren silbaba anunciando su salida el camino hacia el comedor pidió un trago de whisky «¿de dónde la conozco?» pensó recordando los ojos de la chica.
Mientras tanto en el camarote Karen, le preguntaba a su asistente. Que más que asistente era su mejor amiga se había convertido en una gran amiga desde el día que empezará a trabajar para ella.— ¿De donde conoces a ese insoportable niño rico? lo llamaste por su nombre —preguntó Karen. La chica se quedó pensativa ante la pregunta de Karen.
Continuará….
Si se han animado a leer gracias por darle la oportunidad, este fic existe desde el cumple de nuestro chocolatito espero lo disfruten nos leemos en el que sigue por su lectura
Última edición por Saadesa el Mar Abr 06, 2021 9:58 am, editado 2 veces