Hoy, tan vacío, tan perdido, tan sin ganas de vivir, ¡JA!, como siempre ha sido desde que te dejé ir, desde que la luz de mis ojos me abandonó, desde que respirar se volvió un calvario, desde que estoy sumido en la mas infinita oscuridad y respirar es simplemente un impulso natural que nada tiene que ver con..."vivir", si es que a esto se le puede llamar así.
Pero hoy después de mucho tiempo siento un..."alivio"?, tal vez está mal que lo piense pero así me siento, como si me quitara un gran peso de encima, porque a pesar que le debía el estar vivo también le debía mi infelicidad, claro que nunca lo dije ni lo pensé tan abiertamente como ahora, ni en mis horas mas oscuras, se lo debía a ...Ella...a mi razón de existir y por la única que aguanté todo este tiempo ésta miserable existencia. Porque si, ahora lo entiendo, fue tan miserable como también lo fue para mi "dulce carcelera", nunca pude amarla, mi gratitud eterna si, pero amor, me parece que ni siquiera lo intenté, no podía, no quería, no a ella.
Yo solo entregué mi corazón y mi alma a ese ser maravilloso que la vida me permitió conocer, descubrir y amar y que después tan cruelmente me obligó a dejar.
Pero hoy... hoy..., soy libre.
Hoy soy libre para buscarla e intentar alcanzar esa felicidad que siempre de una u otra forma me ha sido negada y aunque sé que las posibilidades de haberla perdido para siempre son muchas y que tampoco tengo derecho a perturbarla, también sé que si al menos no lo intento y lo compruebo con mis propios ojos, no podré al menos tratar de seguir adelante.
Hoy es el día, hoy es la fecha y la espera ha terminado, no se que esperar o mejor dicho no espero nada o tal vez si, porque desde que nos vimos aquel día que me atreví a buscarla en su hogar, en su colina junto a su Padre Árbol, sentí que podíamos tener una oportunidad y me aferré a ella y aunque me pidió tiempo y eso dolió y me desestabilizó un poco, no, no un poco, me aterró y me sentí morir, pero a ella lo que pidiera y si tiempo necesitaba, eso le daría, así que me fui y me pidió regresara en un mes y aquí estoy a punto de salir rumbo a la estación de tren, porque hoy se cumple ese mes.
Estoy ansioso, temeroso, pero muy feliz, no se lo que me espera pero tengo un buen presentimiento. Salgo apurado de mi departamento, tan absorto en mis pensamientos, en mis miedos, que no reparo en nada ni nadie, mi único objetivo está a miles de kilómetros de ahí y hacia allá me dirijo, necesito verla, necesito saber, muero por descubrir que sigue siendo mi "tarzán con pecas", mi inolvidable Candy.
Al salir a la calle e intentar girar, siento como algo impacta contra mi pecho y debo decir que fue bastante duro el golpe, aunque no tanto para mí como para la otra persona porque veo como toda su humanidad sale proyectada en dirección al suelo, todo voló, su maleta, su sombrero, ella, todo fue tan rápido, tan inesperado que apenas logro salir de mi aturdimiento corro a auxiliar a la dama en desgracia, está agachada no levanta la vista, seguro está dolorida y apenada, su bello vestido color durazno se ha dañado un poco y apenas me agacho para ayudarla llega a mi un aroma delicioso, uno que ya conozco, uno que nunca he olvidado y nunca olvidaré...me quedo inmóvil, no puedo creerlo, observo mejor y ahora distingo con toda claridad una cabeza rubia llena de hermosos rizos dorados y brillantes y poco a poco ella levanta su mirada hacia mi, me mira fijamente y yo solo puedo ser el hombre mas feliz del mundo.
Porque hoy Terruce Graham Granchester ha renacido y se vuelve a ver reflejado en esos maravillosos ojos verdes que tanto ha amado, que tanto ha añorado y de los cuales no piensa separarse ni ahora ni nunca, ni en esta vida ni en las que siguen.
Hoy la vida comienza de nuevo para ellos.