"En el establo"...
El festival de Mayo, había llegado y todos estaban muy entusiasmados, bailaban y se divertían; todo se desarrollaba de manera perfecta. Terry Grandchester decidó asistir y fue una sorpresa para todos, ya que nunca había asistido ni le había importado el evento, pero este año algo era distinto. El joven solitario y arrogante se presento en el salón de baile disfrazado de caballero francés, cautivando miradas por doquier; pero él solo tenia un objetivo, él solo quería una mirada, él solo buscaba a una persona: A Ella, A Candy.
Candy White tras recibir los disfraces de Romeo y Julieta decidió asistir al festival, a pesar de encontrarse confinada en el cuarto de castigo. Tomo el primer traje, el de Romeo, se vistió y salió a toda prisa. Después de haberse topado con la hermana Grey, haber bailado con Annie y prometerle a Stear que regresaría a bailar con él; se dirigió al escondite donde dejo guardados los trajes, para cambiar su disfraz por el de Julieta; sin saber lo que el destino le tenia preparado, esa tarde de primavera.
—Veo que lady Juliet esta de buen humor—dijo Terry, con una sonrisa de medio lado.
—Teee…rry… ¡Terrence!,¿me estabas espiando mientras me cambiaba?
—Te vi, pero no te mire respondió él en tono jocoso
—Eres… eres… voy a…
—¿Quiere decir que soy un mirón? Lady Juliet?
Una melodía muy conocida por Candy comenzó a sonar, cautivando su atención . “Esta pieza… este vals… es el que baile con Anthony…”
—¿Me concede el honor Lady Juliet? —pregunto Terry sacándola de sus pensamientos.
—Terry…
Mientras giraba y daba vueltas bailando con Terry en el pasto, Candy recordaba a Anthony; su mente comparaba a los dos muchachos. “Anthony…Terry… Es Terry quien baila conmigo y me mira con dulzura, con amor...”
—¿Sucede Algo? —pregunta Terry.
—Esta melodía la baile con Anthony la primera vez—responde tímidamente Candy.
Abruptamente, el muchacho detuvo el baile: esta vez la mirada que le brinda a la muchacha es totalmente diferente, ésta esta cargada de reproche, de rabia, de resentimiento.
—¿Qué pasa Terry?—pregunta Candy notando el cambio abrupto en él.
De súbito, Terry la tomó entre sus brazos y la besó. Un beso de rabia, un beso feroz, un beso que a pesar del miedo que brindo a Candy, la hizo temblar, despertando en ella, algo aun desconocido, algo que la hizo estremecer. Este beso robado destinado a escarmentarla había tenido un extraño daño colateral, despertando algo llamado pasión.
Él quería castigarla por la osadía que tuvo al mencionar a otro en su presencia; él quería ser el único, su principio y fin, nadie mas que él debía habitar en su mente y corazón; sin saberlo se había enamorado de ella, de su sonrisa, del sentimiento de paz que le daba, a pesar de sus continuas discusiones. Ella se sentía confundida, herida, torturada por sus recuerdos y los acontecimientos de su presente; una mezcla de sentimientos encontrados afloraban y amenazaban con explotar, sabia que Terry era mas que solo un amigo, pero tenia miedo, miedo de avanzar y dejar su pasado atrás, de no poder nunca abrir su corazón y entregárselo a él.
PLAF!!! —¿Como pudiste?, ¡Eres un canalla, un imbécil! —dice Candy con los ojos desbordantes de lagrimas. —Todos tenían razón, no eres mas que un maldito canalla que maltrata chicas, no mereces que nadie confíe en ti. ¡Fui tan estúpida!
PLAF!!! —¡¿Qué sabes tú de mi?!, apenas me conoces. ¡No tienes ni puta idea de quien soy!
Tapándose el rostro empapado ya de lagrimas, Candy menciona que es su primera vez, la primera vez que la besan, que Anthony nunca lo hubiera hecho así. Esto ultimo termino de desatar la furia de Terry, dando unos pasos y quedando muy cerca de ella, la mira con los ojos oscurecidos por la ira y dice: —¿Qué tenia ese Anthony? —. La abraza con dureza, con posesión, haciéndola gemir de dolor, —Dime, ¿Anthony te abrazaba así?, ¿lo hacia con mas ternura?, ¡Dímelo!. Cada vez mas fuera de si, Terry expresaba su sentir, el odio que sentía al ser comparado, al ser relegado por otro en los pensamientos y en la vida de Candy. —¿Cómo puedes saber lo que siento?, Anthony, siempre Anthony, ¡¿Cómo demonios puedes compararme con un muerto?!
—¡Basta, Terry!, por favor, basta.
—¡Vamos!, pide auxilio —Le decía apretándola mas. —¡Llámalo! ¡Solo llámalo! ¡vamos!
—¡Anthony esta muerto! ¡Y los muertos no vuelven!, se quedan fríos bajo tierra pudriéndose.
—¡Basta, Terry, basta!, te lo suplico, basta—dice Candy cayendo de rodillas. Terry al verla así, trata de contener su ira, pero es demasiado tarde, la espiral ha llegado a la cima y hay un desenlace en todo esto. La sujeta por los hombros, hace que lo enfrente y replica: —¡Hare que te olvides de él! ¡lo borrare de tu alma¡ ¡Lo juro! ¡Como que me llamo Terrence Graham Grandchester!
Cogiéndola duramente de la muñeca se la llevo con él. Caminando como si el demonio lo estuviera persiguiendo, casi la arrastro hasta el establo donde estaba Teodora. Ninguno de los dos previo los acontecimientos que esta vorágine de odio, resentimiento, pasión y amor, desataría… cambiando sus vidas para siempre.
Al llegar al establo, Terry dejo caer, sin ninguna delicadeza, a Candy encima del heno que había ahí para Teodora, cerro la puerta con seguro y comenzó a moverse como un tigre acechando a su presa, clavo los ojos en ella y sin dejar de mirarla se fue acercando de poco a poco; Candy, atemorizada e hipnotizada por su mirada azul refulgente, no atinaba a moverse solo lo miraba, esperando, anhelando y temiendo el encuentro.
—Te jure que lo arrancaría de tu alma, pero ahora también te aseguro que lo borrare de tu corazón —anuncio Terry mientras se inclinaba hacia ella y enredaba su mano en sus rizos rubios jalándolos echando su cabeza hacia atrás, dejando su cuello níveo a su disposición.
—Hare que el único recuerdo que puedas tener sea el mío.
Dicho esto, Terry asalto su boca, en un beso pasional que expresaba toda su ira, toda su frustración por haberlo comparado, dándole a probar ese elixir que solo sus labios podían. Candy estaba mareada, confundida y aterrada, pero a la vez sentía como su cuerpo reaccionaba por voluntad propia al beso, acoplándose mas al cuerpo masculino que sin notarlo, ya estaba sobre ella. Las manos que había puesto sobre su pecho para tratar de empujarlo lejos de ella, se movían ahora y acariciaban delicadamente debajo del saco de Terry, sintiendo así los músculos fibrosos y firmes; su cuerpo se restregaba contra el de él, haciéndola ver como una hembra en celo, ansiosa de ser tomada y así satisfacer su deseo. Eran dos cuerpos sedientos el uno por el otro.
En un atisbo de conciencia, Candy, mordió con fuerza el labio inferior de Terry hasta hacerlo sangrar; logrando así que Terry , a causa del dolor, se separara de ella unos cuantos centímetros, los cuales, Candy aprovecho para escabullirse de él. La ventaja no duro mucho, él con agilidad y destreza, la volvió a tomar entre sus brazos, esta vez arrinconándola contra una de las columnas de madera, haciéndola prisionera y poder hacer así su voluntad.
—Vamos Candy, se que estas tan húmeda por mi, tus muslos están tan pegajosos que puedo oler tu excitación. Me puedo imaginar ese coño tuyo resbaladizo sobre mi polla endurecida.
—¿Qué dices? ¿Cómo te atreves? —dijo Candy tratando de soltarse, luchando contra lo que bien sabia era cierto. Dando pelea para no caer en lo que era inevitable, entregarse al hombre que había comenzado amar y deseaba mas allá de su entendimiento.
Terry la miro, con sus ojos azules oscurecidos por el deseo que se había apoderado de él, sujetando con una mano, las muñecas de Candy por encima de su cabeza, comenzó a desatar las cintas del vestido, dejando a su visión el corsé que cubría el cuerpo de juvenil. Sus labios descendieron y comenzó a dejar besos desde la mejilla, el cuello, los pechos, cuando llego a estos, con su mano libre bajo con fuerza la tela rasgándola en su camino, Candy jadeo con sorpresa, cerrando los ojos y moviendo su cabeza repetidas veces negando, “Esto no esta bien, no esta bien” … En un impulso flexiono su rodilla dándole un golpe certero a Terry en la ingle, el cual se quejo de dolor, pero aun así no la soltó, por el contrario, como reacción le dio una bofetada que la desconcertó y nublo su vista, por las lagrimas que empezaban a desbordarse.
—¡No vuelvas a golpearme! ¡Me entiendes! ¡No lo hagas o te arrepentirás!,
—¡No creo que mas de lo que me arrepiento de haberte conocido! —grito Candy enfurecida y enfebrecida por el dolor y humillación.
Aunque lo ultimo dicho por Candy fue un golpe al corazón de Terry, este la encontró como una hermosa visión, sonrosada, habida de protección, como un animalito herido en pie de lucha, y no se resistió mas. La tomo por la cintura y la levanto, arrinconándola ahora contra la pared del establo. Candy supo entonces que estaba perdida, su mente no hacia conexión con sus movimientos y solo se dejo llevar. Subió los brazos y aprisiono su cuello, enrosco las piernas en la cintura de Terry y se volvió tan descarada como él, sobándose y arremetiendo con su parte intima, aun cubierta, contra la gran erección de él.
Cada uno parecía el manantial del otro, el oasis que calmaría la sed que sentían en esos momentos.
—¿Quieres llamar a Anthony ahora? , dímelo Candy, ¿Quisieras que él estuviera besándote en mi lugar? ¡dímelo, maldita sea, dímelo!
—Por favor Terry, por favor, yo…yo…
—¿Tú que Candy? ¿Tú que?
Candy no podía decir nada, mientras sentía las manos de Terry recorriéndola con deseo y posesión, sentía como se ahogaba con las sensaciones que le provocaban sus manos debajo del vestido que se había arrugado ya en su cintura, lo único que hizo fue mirarlo y con mirada suplicante le expreso en silencio que No, que no quería a nadie mas que a él.
—Dímelo Candy, o por los infiernos te juro que te usare, olvidare todo lo vivido, no serás mas que un mal recuerdo y me largare para nunca mas volver.
Ante esto ultimo Candy sintió una opresión en su corazón, un desespero por el solo hecho de pensar que podría perderlo, de que se fuera de su vida así por que si. Entonces sacando fuerzas de lo mas profundo de su interior, dijo: —¡No!, ¡No deseo a nadie mas que a ti, Terrence! ¡Solo a ti! ¡Siempre serás solo tú!
Y en ese momento los dos se entregaron a ese nuevo sentimiento despertado, dando rienda suelta a todos los instintos que emergían desde lo mas profundo de su ser. Él la hizo suya muchas veces, tomándola de mil formas, penetrando no solo su cuerpo sino su alma, demostrándole que sin no era él no existiría nadie mas. La daño para siempre. Ella se entrego a él, sintiendo las llamaradas de fuego quemarle la piel y recordando solo un nombre: Terry, era suya y nada cambiaria eso.
Esto fue el comienzo de varios encuentros fortuitos en los que sus cuerpos explotaban en deseo y pasión, los cuales se iban transformando en el amor mas fuerte que pudo unir alguna vez a un hombre y a una mujer.
FIN? Solo depende de su apoyo y comentarios mis preciosas