Aquel hombre de recia mirada podía ser capaz de acabar con todo un ejército de hacer falta, por eso todo el mundo le temía, por eso todo el mundo le obedecía. Terry Grandchester había logrado lo que ninguno en su familia y eso era darse un nombre y un prestigio en casi todo el mundo, era un actor ante la vida y ante cada situación que se presentaba, era un conquistador de tierras de alguna forma, pero lo único que no pudo tener fue a aquella que lo abandonara a su suerte cuando más la necesito. Por ello le guardaba rencor, pero al mismo tiempo su corazón latía tan solo de escuchar su nombre.
Cuando hubo tomado las riendas en su familia y se había deshecho del estigma de ser un bastardo su carácter reacio le hizo de poderosos enemigos, no confiaba en nadie, tan solo en su amada Teodora, su bella yegua, compañera de andanzas y de batallas por así decirlo. Era ahora un duque, uno que se había apoderado de su papel de tal manera que pareciera volver a la edad media donde él era el tirano de un reino antiguo, manejaba empresas y deberes desde su villa. Había dejado la actuación hacía mucho tiempo y ya no le interesaban los libros de comedias o dramas como antaño, prefería estar alejado de aquel mundo del cual alguna vez se enamoró. Rompió lazos con América, así como lo hizo con su madre quien con el tiempo solo escribía cartas con las mismas letras… letras que ahora le parecían vacías pues en su presencia ella nunca demostró estar a su lado en aquel entonces. No, no necesitaba de nadie pero haría que el mundo necesitara de él.
Cuando la Guerra termino el había regresado con la sola idea de buscarse asimismo y sin embargo se encontró con una familia casi destruida, su padre había perdido mucho con aquella guerra y a pesar de ser parte de una familia real, su título se había vuelto solo eso, un título que no le permitía mantener a flote a su familia, por ello Terry empezó a involucrarse y se dio cuenta que tenía la facultad de ser la cabeza de aquello y también que podía obtener el poder a través de su voz y sus acciones, no solo era carácter lo que había forjado al alejarse de ahí, sus experiencia con la actuación le permitió apoderarse del papel de gran empresario y dueño de todo hasta el punto que aquel papel se convirtió en su ser mismo. Fue entonces que su padre le reconoció ante todos y que pasó a ser el primogénito y el único heredero de su fortuna, fortuna que Terry había recuperado y que en realidad ya no podía ceder a nadie más a pesar de la renuencia de su esposa y otros hijos.
Fue Terry quien le hizo firmar todo a su nombre, fue el quien se dio el lujo de mandarlos exiliados a una villa con el pretexto de que ahí podrían descansar y pasar sus días sin vicisitudes, y quien se daba el lujo de tener que autorizarles cualquier cosa que ellos desearan adquirir, su padre lejos de sentirse orgulloso se sentía disminuido ante su hijo, le guardaba respeto pero también temor porque durante la Guerra se dio cuenta cual frágil era su fortuna y su vida y ahora dependía completamente de su hijo para mantenerse a flote. Tal vez era que ya estaba cansado.
Terry prefería mantenerse alejado tanto como podía de la gente, solo acudía cuando era necesario pero cualquiera que viviera en la misma mansión que el podía decir que no había mañana o tarde que no saliera a cabalgar en su blanco corcel, mas que una rutina era un escape de todo y de todos.
El dia que aquella bella yegua cayo por el acantilado Terry quiso saltar con ella, de hecho esa era su intención desde el inicio pero la dejo caer sola y el salto para salvar su vida, escucho su relincho mientras caِía y escucho el golpe a pesar de que era casi imposible, del animal contra las rocas. Sabia que era lo mas humano que habia hecho, aquella yegua le habia servido bien y habia sido su única compañera sin embargo era vieja, estaba enferma y una muerte lenta era menos piadoso que hacerla correr hacia aquel acantilado, el la acompañaría, el se iria con ella pero al final no logro hacerlo, no logro terminar con su vida, no logro acompañar a su amiga. Se paro al borde del acantilado y vio como la sangre corria entre las rocas y aquella mirada que tanto amo eran presa del pánico. Aun asi creyo que fue lo mejor, se dejo caer mientras lloraba despidiendo a su fiel compañera y prometio que pronto, muy pronto la acompañaría y volverían a cabalgar en el campo como antaño. Se quedo ahí llorando y dejando desbordar todos aquellos años de abandono del mundo y decidio en ese preciso momento que no volveria a querer a nadie.