"ME HACE FALTA"
IM A FOOL TO WANT YOU
-Soy una tonta, soy una tonta por quererte!!!
-Señorita Rose, por favor, no diga tonterías, usted está confundida y yo no puedo permitir que esto se salga de control...
-Yo, yo te quiero George, siempre me has gustado, y yo se que tambien te gusto, por favor, no lo niegues!
George no daba crédito a lo que sus impactados oídos escuchaban. Desde su regreso coincidiendo con la fiesta de presentación de la hermosa rubia, se percató en ella un cambio desconcertante. Intentó hacerse el desentendido, ya que le parecía completamente absurdo interpretar el interés de la señorita por él en algo más que simple cariño por haber crecido de cierta manera juntos. Habían pasado 4 años desde que ellos habían llegado prácticamente a vivir a Lakewood, y siempre la trato a ella y a su hermano con el más absoluto respeto que su condición de servidumbre le imponía, aunque quizá por ser niños, el acompañarlos en sus juegos y cuidarles durante los paseos a caballo y mientras exploraban la propiedad en sus escapadas infantiles quizá pudo haber algún tipo de acercamiento emocional que nunca consideró inapropiado. Pero ahora él tenía casi 24 años y ella 16, y la sorpresiva confesión le caía como un baldazo de agua helada.
-No, señorita, se lo ruego por favor! No somos iguales, yo solo soy un sirviente de sus tíos y jamás estaría bien que alguien como usted se fijara en mi... se está confundiendo, por favor...
La jovencita intentaba rodear su cuello en un abrazo apasionado pero torpe, y él a punto de la desesperación y la vergüenza la evadía temeroso de que alguien pudiera ver el bochornoso momento y hacerlo responsable por ello.
-Pero por qué estaría mal?? Tu eres un muchacho de bien, trabajador, inteligente, estudioso, mis tíos te aprecian mucho, se que no se opondrían a que nos quisiéramos...
-Es que usted no entiende, señorita Rose, yo, yo...
-Tú que George, es que acaso no te gusto, acaso no me quieres??
George la miró con tristeza y frialdad, en ese momento Rose entendió la naturaleza de sus sentimientos y recibió con asombro e incredulidad el rechazo del muchacho. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus sonrosadas mejillas, mientras un puchero infantil surgía de su pecho herido.
-Tú, tú, de verdad no sientes nada por mi...
-Rose...
-Dime la verdad, George...
-...
-Quieres a otra...?
-...
-Dímelo, necesito que me digas que es por eso que me rechazas... no por que no me merezca tu amor...
-Señorita...
-Debe ser así... Dímelo, DÍMELO!
-Si. George bajó la mirada, sabía que no mentía y eso le causaba más vergüenza.
La jovencita se limpió el llanto con el dorso de la mano como la niña que aun era, y dando la media vuelta regresó llorando a la casa grande dejando a George de pie a medio camino entre la caballeriza y esta. No tenía idea de cómo iba a terminar esa situación, por que lo que menos quería era causar problemas a las personas que le habían dado un sentido y propósito a su vida, le aterraba la idea de que pudieran pensar que había provocado semejante desaguisado. Se fue arrastrando los pies a su cabaña y se dejó caer en su catre pensando en Emilia, qué diría si se enterara de los sentimientos de su amada sobrina, con toda seguridad lo correría sin averiguaciones.
La señora Elroy vio llegar a su sobrina cubriendo su rostro y subiendo como rafaga hasta su habitación. Le extraño verla llorando y de inmediato se fue detrás de ella para ver que estaba pasándole. Al intentar entrar a su cuarto la puerta tenía seguro por lo que tocó con firmeza.
-Rose, querida, dime que tienes, estas bien? Te pasa algo??
-No, tía, no me pasa nada. Solo me dolió la cabeza, me quiero dormir temprano. La voz de Rose se escuchaba ahogada, era obvio que estaba llorando pero decidió darle espacio. Así de sensibles y emocionales eran las adolescentes.
-Esta bien hija, voy a pedir que te suban la merienda a tu...
-No tía! No, por favor, no tengo hambre. Estoy bien, creo que estoy resfriada. Mañana estaré mejor si puedo dormir. No se preocupe.
Emilia se apartó preocupada y nada convencida con la explicación que su sobrina le dio.
A la mañana siguiente, con la intención de aligerar cualquier tristeza que la chica sintiera, ordenó que sirvieran el desayuno en la terraza. El señor Elroy estaba de viaje en Chicago así que los niños Andley, Sara y ella estaban cómodamente sentados disfrutando de la tenue luz matinal y el cantar de los pájaros. Emilia en compañía de sus sobrinos se volvía más locuaz e incluso bromista. El pequeño Bert era una delicia y generalmente Rose también lo era, pero esa mañana la jovencita no respondía como acostumbraba a la conversación. Miraba con desinterés hacia la nada mientras su desayuno permanecía prácticamente sin tocar en la mesa. Emilia no le quitaba la vista de encima disimuladamente, cuando vio como el rostro de su niña se iluminaba de una manera evidente, incluso la vio suspirar y al voltear hacia el punto que la había hecho reaccionar así, casi se quiso ir de espaldas al percatarse que la fuente de la angustia adolescente de Rose era nada menos que George. El muchacho llevaba a un par de caballos a entrenar como parte de sus actividades diarias, antes de encerrarse en el despacho a revisar los números de la hacienda en el despacho.
"De verdad esto está pasando??" Emilia no se quedaría con la duda por que le costaba trabajo imaginar que su George estuviera haciendo algo indebido abusando de la confianza que se le había brindado. Mandó a llamar al mayordomo y le pidió ordenara al muchacho preparará monturas para ella y su sobrina. La chica quiso negarse alegando no sentirse bien, principalmente por que no quería verlo y sentirse humillada por el rechazo recibido, pero la tía no aceptó un no por respuesta y ella dócilmente aceptó la orden. Poco después llegaba con el par de caballos preparados y como siempre, con una actitud de absoluto respeto las ayudó a montar. Él estaba sereno aunque no miró a Emilia al rostro, y el rostro de Rose se sonrojó hasta las orejas. El corazón de Emilia dio un vuelco de angustia ante lo que aparentemente estaba pasando.
Una vez que hubieron montado a una distancia razonable de la casa grande, Emilia se acercó a Rose sonriendo para romper el hielo e interrogarle respecto a sus reservas.
-Rose, querida...
-Dime tía. La joven respondió como distraída.
-Quiero conocer tu opinión, respecto a nuestra servidumbre...
-Si?
Emilia procedió a pedir su opinión de varios empleados al azar, a lo que la joven contestaba muy tranquilamente con comentarios positivos. todos los empleados de Lakewood eran personas por demás amables y respetuosas.
-Y de George? Que opinión tienes de él, cariño?
La jovencita la miró y las lágrimas comenzaron a derramarse copiosamente por las mejillas. Emilia se enfureció interpretando la reacción como una denuncia.
-Por Dios, dime que él no se aprovechó de tí?? Por que soy capaz de matarlo ahora mismo, Rose!!
-NO! No, tía!! De ninguna manera, él no ha hecho nada malo!! Rose comenzó a sollozar desconsoladamente dejando a su tía aún más confundida.
-Entonces hija, dime por que te pones así? Es obvio que él es el motivo de tus lágrimas, explicame por favor que ha pasado??
Rose a como pudo se contuvo.
-Yo, yo... tía yo amo a George...
-Rose!!
-Pero! La muchacha la interrumpió, -Tía, él no siente nada por mi...
-Cómo lo sabes, cariño??
-El, me lo dijo ayer cuando le confesé mis sentimientos... él me dijo que no estaba a mi altura...
-Pues si hija, él no es de tu clase, es un buen muchacho pero no es para tí...
-Pero yo lo quiero tía, en el corazón no se manda... pero no es sólo eso... lo que me duele...
-Hija, eres muy joven, conocerás un hombre de tu nivel que será todo lo que necesitas para formar una familia, no hay razón para sufrir por alguien que no podrá darte lo que te mereces... Emilia sintió un alivio en su interior al saber que su George no había hecho nada indebido, que al contrario, había obrado con honor y pulcritud.
-Tía, me dijo que ama a otra... tía me quiero ir de aquí, no podré verlo a la cara después de haberme rechazado, aun con todo y lo gentil que intentó ser!!!
Oír la última confesión fue como recibir un duro golpe en el estómago, saber que él había expresado sus sentimientos por otra mujer le hirió casi tanto como la sospecha anterior, aunque, sabía que ella no era nadie para encelarse de que el muchacho tuviera un amor... de inmediato pensó en quién sería esa mujer que era la dueña de sus sentimientos.
-Ay cariño, eres muy joven, esto pasará y hasta te reirás de ello.
-Tía quiero ir a Florida a pasar una temporada con nuestros familiares, de verdad, no quiero quedarme aquí.
Emilia guardó silencio, no quería forzar a la jovencita a tragarse un trago amargo de despecho. De cierta manera la comprendió pues ella misma sentía algo similar, su muy oculto sentimiento.
Esa noche organizó el viaje para Rose hacia la ciudad portuaria, donde semanas después, llevada por el despecho inició un romance con un marinero de nombre Vincent Brown.
Emilia en ese lapso, recibió una desagradable noticia, su marido había sufrido un ataque cardíaco y debió viajar de emergencia a Chicago para ir al hospital donde este era atendido, y quien debió acompañarla por indicación directa del señor Elroy no fue otro que el sorprendido George Johnson. Emilia iba con el alma en un hilo y George sufría la angustia de saber que el hombre que le había tratado mejor que su propio padre estaba al borde de la muerte. Los dos viajaron en el carruaje sentados frente a frente en un silencio incomodo, donde el orgullo de una y la reverencia del otro les impidió emitir ni una sola palabra. Se miraban disimuladamente, evitando el contacto de los ojos, y la tensión los mantuvo entumecidos ante todas las palabras que ansiaban gritarse, pero que no se atrevieron a decir.
"Soy un tonto por desearte, pobre de mí, te necesito... se que estoy mal, debo estar mal,
pero bien o mal, no puedo seguir sin ti..."
CONTINUARÁ
Última edición por Maga Cafi el Miér Mayo 12, 2021 11:00 pm, editado 1 vez