-¿Quiénes eran esos tipos? –preguntó Terry mientras se servía una copa.
-No lo sé.
-Y entonces… ¿Por qué huías?
-Porque me estaban siguiendo.
-Y vas a decirme que no sabías porque te seguían-insistió.
-Es… deben... creo que son hombres de Neal.
Terry la miró fijamente mientras tomaba su vaso de Whiskey, la verdad es que al reconocerla sintió un dejo de desconcierto y alegría de volverla a ver. Habían pasado muchos años, ambos habían cambiado, y aun así se sorprendió a sí mismo distinguiéndola sin ningún problema. La situación no era para nada normal y ellos ya no eran los mismos chiquillos del pasado. Terrence y sus hombres la sacaron de aquel lugar. Cuando llegaron a su edificio, Candy se había rehusado entrar, de no ser porque él no la soltó, obligándola a entrar a la fuerza. Nuevamente, sin decir nada, sólo con la mirada, les dio la orden de no molestar. Asintiendo, del mismo modo, se apostaron fuera de la suite, atentos a cualquier situación. Terry ya no confiaba en nadie, ni siquiera en una vieja amiga que por “casualidad” era perseguida por un grupo de rufianes.
-¿Qué haces en Nueva York?- prosiguió con sus cuestionamientos.
-¿Me estás interrogando? Yo no hice nada, de verdad, solo vine a un encargo y….
-¿Qué tipo de encargo?- le cortó.
-El hospital donde trabajo, me enviaron por un lote de medicamentos que son de carácter urgente- respondió un poco molesta por su actitud prepotente.
-¿Y qué tiene que ver Neal Leagan en esto?
-Creo que … fue porque no quería que yo viniera- se sintió incómoda.
-Me estás diciendo que Leagan te persigue, que incluso metió a sus hombres en la boca del lobo solo por ti.
-No sé de qué hablas, pero … Neal ya no es quien piensas, él…
-Se bien quien es Leagan y a qué tipo de trabajos se dedica. También sé que está buscando expandirse, no será que te envió a ti sabiendo lo que…
En ese momento Terry se detuvo, Candy lo miraba confundida y asustada al mismo tiempo. Horas atrás, cuando chocó contra él creyó que estaría segura a su lado, al menos eso parecía. Pero ahora, al escucharlo hablar de aquella manera, le hizo ver que tampoco era el chico que ella alguna vez conoció.
-Disculpa si te moleste, mejor me voy… yo creo que no debí venir- dijo haciendo el ademán de levantarse de su asiento.
Terry la retuvo del brazo, no había terminado de formular sus preguntas.
-¿Por qué Neal te sigue?
Candy paró en seco, no supo si debía contestar. Por su forma de actuar no estaba segura si le creería. Harta al fin, decidió contestar, ella siempre decía la verdad.
-Desde que rompí mi compromiso con él, sigue obsesionado conmigo.
Sus palabras lo tomaron por sorpresa ¿Candy comprometida con Leagan? ¿Cuándo había pasado? Por la forma en que la mujer le miraba supo que ella decía la verdad.
-Disculpa que te haga tantas preguntas- le invitó a tomar asiento nuevamente con un gesto amable. - pero debes de coincidir conmigo en que nuestro encuentro no fue de lo más normal.
-Yo solo intentaba alejarme de ellos- le aclaró. -No estaba en mis planes encontrarme contigo- le aseguró.
-Aquí no te molestaran. –dijo tomando otro trago. – descansa, te invito a comer.
-No es necesario, en el hotel que me hospedo…
-Si te vas no puedo garantizar tu seguridad- le cortó nuevamente.
-Yo me iré en una semana.
-No importa, este edificio es mío. No se atreverán a asomar sus narices aquí. Te asignare una habitación y enviaré a mis hombres por tus cosas- afirmó. – Podremos ponernos al día. - le brindó esa antigua sonrisa que ella bien conocía. -Permíteme ser tu guía, creo que te lo debo por la última vez que estuviste aquí. –lo dijo sin rencor y como si fuese algo muy natural para ambos.
Candy pensó un momento, iba ser muy difícil cumplir con la misión que el DR. Martín le había encomendado mientras era perseguida, la verdad era demasiado. Asintió, aceptando su propuesta. Terry le pidió el nombre del hotel y número de cuarto donde se hospedaba para mandar por sus cosas.
En Chicago Neal recibió la noticia de Ricci mediante una llamada. No sólo no la habían atrapado, y traído de vuelta, sino que ahora tenía la ayuda de Grandchester… Él sabía bien quién era Terrence, había seguido sus pasos durante algún tiempo, desde que decidió unirse a la Mafia. No sólo fue su rival de amores sin siquiera saberlo, sino que ahora ambos estaban metidos como jefes de la mafia…
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En Chicago Neal recibió la noticia de Ricci mediante una llamada. No sólo no la habían atrapado, y traído de vuelta, sino que ahora tenía la ayuda de Grandchester… Él sabía bien quién era Terrence, había seguido sus pasos durante algún tiempo, desde que decidió unirse a la Mafia. No sólo fue su rival de amores sin siquiera saberlo, sino que ahora ambos estaban metidos como jefes de la mafia…
Sonrió con malicia, era hora de buscar la tan anhelada expansión, sacaría a Terry Grandchester de su camino y de paso recuperar lo que era suyo…