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FanArt De Génesis Carmesí
DESTINO O CASUALIDAD
BY ROSSY CASTANEDA
&
PECAS TG
CAPÍTULO 2
BY ROSSY CASTANEDA
&
PECAS TG
CAPÍTULO 2
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[h2]
—¡Oh, ya me empezaste a tutear! ¡grandioso!
Candy rodó los ojos ante sus palabras. Se centró luego en la búsqueda de los libros que tuvieran el contenido del interés de Terry. Tras encontrar 4 ejemplares, extendió uno de sus brazos y los tomó para posteriormente entregárselo.
—Aquí tienes estos.
Terry la miró con profundidad mientras tomaba los ejemplares de su mano. Luego se giró y caminó a la mesa del rincón que estaba detrás de ella. Se despojó de su impermeable negro al igual que lo hizo con su bufanda bicolor. Agitó la mano sobre su rostro al mismo tiempo que ella soplaba el suyo en un claro ejemplo que ambos habían sentido la oleada de calor que los rodeó de pronto.
—¿Por qué no hay aire acondicionado en esta área? —preguntó Terry algo sofocado.
Candy se encongió de hombros, lamentando estar con una camisa manga larga en ese momento, más un chaleco y un pantalón, ambos de color negro.. para variar. Afortunadamente, esa tarde llevaba el cabello recogido en un moño que le deba una apariencia demasiada seria.
—Te recuerdo que esta ala está en remodelación ¿Acaso sufres de lagunas mentales o algo así? —bromeó a la distancia.
—Eres odiosa —respondió él sonriendo suavemente.
—Sí, me lo han dicho antes. —le respondió con humor. Puso luego otros ejemplares sobre la mesa —es todo lo que tenemos con la temática que buscas, espero sea suficiente para que tu inspiración vuelva —dijo de manera sarcástica mientras se encaminaba a la puerta de salida.
—¿Por qué no te quedas y lees conmigo?. —le señaló la silla a su lado.
Candy sufrió un ataque de tos ante semejante invitación. Su sarcasmo se transformó en vergüenza.
—E…ese no es mi estilo…de lectura. –Balbuceó con las mejillas encendidas mientras pasaba sus manos por el moño que sostenía su cabello —ahora si me discuplas, me retiro.
—¿Por qué? ¿Acaso no lees novelas románticas? –enarcó las cejas incrédulo.
—Románticas sí. —respondió. Su sonrorojo había llegado hasta sus orejas.
—¿Entonces por qué no lees estos? —levantó uno de los libros y la miró detenidamente —no me digas que porque es erótico —aguantó las ganas de reír al ver que la joven tenía problemas para tragar su propia saliva.
—Por supuesto que no—respondió ella haciendo su mayor esfuerzo para que sus palabras sonarán convincentes.
—¿Y entonces?
—No es correcto —respondió.
—¿Por qué?
—No estoy aquí para leer junto a las personas que vienen en busca de un libro en particular —respondió sintiéndose una completa tonta por escudarse en la excusa más estúpida que jamás hubiese utilizado.
—No le veo nada malo —Terry se encogió de hombros —además no hay nadie más en la estancia, así que bien podrías dejarte seducir por esta belleza.
Candy sintió recorrer un fuerte cosquilleo que iba desde la raíz de su cabello y bajaba hasta la planta de sus pies ante la sensual manera como aquella palabras fueron expulasada por aquellos preciosos labios.
—Me está haciendo sentir incómoda señor Grantchester. —le tembló la voz —lo dejo solo para que lea tranquilo.
—¿Ya volvimos con los formalismo? —dijo Terry rodando los ojos con fastidio ante la forma como ella se dirigió a él —no te vayas, Candy. —extendió su mano hacia ella —Siéntate conmigo.
—No puedo hacerlo.
—¿Por qué, acaso tienes miedo?
—¿Miedo, yo?, mira como me rió del miedo —fingió unas carcajadas imitando a Nalah la leona de la película de El Rey Leon y continuó: —mejor dime, ¿debería tenerlo? —se limpió un sucio imaginario de su ropa.
—No, por supuesto que no —respondió él curvando sus labios de manera burlona.
—Escucha, no tengo miedo — se acercó a él.
—Claro que lo tienes, puedo verlo en tu mirada.
Mierda! ¿Era tan evidente?.
—No se trata de miedo —respondió tras reponerse —es cuestión de valores morales y pudor.
<> pensó.
—¿Valores Morales?, ¿pudor? —Terry rió de manera sarcástica —¿Sabes cuantos matrimonios se han basado en esas tonterias del pudor y valores morales? —rodó los ojos —¿sabes que quienes lo han hecho, al pasar del tiempo suelen aburrirse y terminan con una tercera persona?
Candy tomó asiento en la mesa con sentimientos de derrota, él se paró frente a ella con la mirada fija en sus ojos sin pestañar siquiera.
Cuando viajó de New York a Chicago, Terry jamás imaginó la sorpresa que la vida le tenía deparada. ¿Sería aquello lo que todos llaman destino o una simple casualidad?. De pronto, recordó una charla con su padre en donde ambos debatieron sobre el tema.
**********
Existen muchas teorías sobre el tema. Los griegos por ejemplo, llamaban al destino Ananké. Lo consideraban una fuerza superior no solo a los hombres, sino incluso a los mismos dioses. Los Romanos por su parte utilizaban una palabra en Latin para llamar al destino “Fatum”, ellos decian que era el poder sobrenatural inevitable e ineludible que guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido, de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad. Los religiosos en cambio, creían que el destino era un plan creado por Dios, por lo que no puede ser modificar de ninguna manera, pero los Japóneses, creen en la leyenda del Hilo Rojo del Destino, segun ellos, se trata de un hilo rojo invisible, atado a sus meñiques, el cual une a las personas destinadas a conocerse. Dicho hilo se puede estirar, contraer, enredar, pero jamás podrá romperse. —le había dicho a su padre quien se limitó a responderle como todo un filósofo de la vida real:
“Nada existe por azar, al igual que nada se crea de la nada.Todo tiene una causa, y si tiene una causa, estaba predestinado a existir desde el momento en que la causa surgió. La vida existe antes que nosotros, y nos corresponde a nosotros incorporamos a ella en el momento de nacer, es necesario apegarnos a ella y no tratar de estar por encima de ella. Toda acción conlleva una reacción, dos acciones iguales tendrán la misma reacción”.
*******
<<¿Seria aquello posible?>>. No lo sabía, pero ahora, iba a comprobar si era cierto o no.
—Dime una cosa Candy, ¿que es el sexo para ti? …a Candy se le hizo un fuerte nudo en la garganta, pero lo disimuló muy bien. —¿crees que es solo un intercambio de fluidos y sonidos guturales hasta llegar al orgasmo?.
Ella permaneció en silencio observándolo y controlando los temblores de su cuerpo ante el curso que había tomado aquella charla.
—Para mí…—prosiguió Terry poniendo ambas manos en la mesa a los lados de sus caderas acercándose peligrosamente a ella —es una conexión casi sagrada. En el proceso hay un punto en el que sientes que tu alma y tu cuerpo se funden con la de la otra persona. —Se aproximó a su rostro. —Si no has experimentado eso con tu novio, significa que estás con la persona equivocada. —sentenció seguro mientras la rodeaba como un felino rodea a su presa.
A Candy no le quedó mas opción que asentir con la cabeza. ¿Que otra cosa podía hacer? .. él tenía razón.. su relación con Anthony se estaba yendo a la basura. Ella quería una relación estable con hijos, Anthony en cambio, estaba tan centrado en su trabajo y todas las responsabilidades que el manejo de la empresa de su familia le generaban, relegándola a ella y el noviazgo que tenían por años, a un segundo plano. Cerró los ojos y recordó la última fiesta a la que lo había acompañado. Esa noche, ingirió mas alcohol del que acostumbraba. Salió al jardín de aquella enorme casa para dejar salir las lágrimas que había retenido luego que su novio le dejara claro que ni el matrimonio ni los hijos estaban en sus planes. ¡Dios!, su desesperación y tristeza la llevaron a cometer lo que consideraba el peor error de su vida. Se comportó como una mujersuela frente a un completo desconocido a quien, en la oscuridad de la noche no le vio el rostro siquiera. Abrió los ojos nuevamente y se centró en su interlocutor quien la miraba de maneja fija sin perder detalle en el efecto que sus palabras estaban causando en ella.
—¿No has pensado que quizas a tu novio se le dificulta pasar mediodía a la semana con su aburrida y moralista novia bibliotecaria?… —¡Aush! Aquello dolió… —Candy apretó los dientes —¿ Has sentido eso con él? —le preguntó serio Terry en tono demandante.
—Yo no te he dicho que tengo novio —respondió la rubia con el ceño fruncido.
—¿Por que te enojas?
—No estoy enojada —respondió ella con seriedad.
—Eres muy mala mintiendo —replicó él observándola —tus pecas te delatan —se burló —además, tus gestos también lo hacen. Tu expresión fue de frustración y tristeza. No soy tonto, Candy —tocó la punta de su pequeña nariz —soy bueno leyendo expresiones. —concluyó de manera engreída.
—Estas invadiendo mi privacidad —replicó Candy poniéndose de pie en un salto
—No lo hago —respondió él —te has delatado sola, o ¿es mentira todo cuanto revelaste con tu lenguaje corporal?
—No tengo porque responder a tal falta de respeto. —respondió frunciendo el ceño.
—Disculpa si te he ofendido, Candy. Pero en verdad no creo haberte faltado el respeto. —añadió él tranquilo —Pero si te has sentido aludida es porque tengo razón en algo de lo que dije —arremetió con púa encogiéndose de hombros.
—Escúchame bien, Terry —Candy alzó su dedo índice de manera amenazadora —no tengo necesidad de que vengas a psicoanalizar mi intimidad, ella está bien como está. —maldijo el que su voz hubiese temblado. —¡Bah! Aquel engreído bien podía interpretarlo como un gesto de ira.
—Creo que has malinterpretado todo —Terry aspiró profundamente y dejó escapar el aire con pesadez —Créeme Candy, todo cuanto te dije, fue con la única intención de ayudarte a que seas más libre. No tienes que sentirte cohibida; menos conmigo.
<<¿Que demonios?>>
—¡Disculpa! ¿Como pretendes que no me sienta cohibida? Apenas te conzco y ya estas segun tu, “preocupándote” por mi vida privada y sexual — Candy achicó los ojos —¿quien me garantiza que no eres un psicópata, un enfermo mental o un asesino en serie?.
Terry estalló en carcajadas.
—No soy un psicópata, ni nada por el estilo —respondió tras reponerse —soy solo un escritor en busca de inspiración —así que, por que mejor no te relajas y te sientas.
Candy negó con la cabeza.
—No te hagas del rogar, solo quiero que me des tu opinión sobre si lo que he comenzado a escribir es hermoso u obsceno. —le señaló una de las sillas. Esbozó una leve sonrisa al ver que accedía a su petición y comenzó a relatar lo que rondaba en su cabeza.
Conforme Terry avenzaba en el relato, Candy se identificó con este, pero su narrativa la tenía cautivada que olvidó hasta su nombre, y pronto, tenía los codos apoyados en la mesa con la mirada un tanto perdida mientras él proseguia con aquella profunda pero emotiva voz:
La chica, a pesar de estar enamorada de su novio no conseguía sentirse bien y menos cuando él se negara a cumplir su único sueño. Fue entonces cuando salió a dar un paseo para tranquilizar su atribulado corazón. Creyéndose sola en la oscuridad de aquel lugar, se desahogó y lloró por largo rato. De pronto, se sobre saltó al sentir como una mano se apoyaba sobre su hombro y el dueño de esta la atrajo con fuerza hasta él para brindarle la protección que en ese momento anhelaba. Permaneció así, quieta por un largo rato, hasta que sus manos adquirieron vida propia y de manera inconsciente comenzó a acariciar a aquel desconocido que se apareció de la nada para consolarla sin pedir nada a cambio. La reacción del cuerpo masculino no se hizo esperar y sin darse cuenta, ambos se dejaron llevar por la fuerte atracción que los envolvió. Luego de varios besos compartidos, la respiración de ambos se entre corto, la exitación era palpable en el ambiente. Las manos de él descendieron hasta la parte inferior del cuerpo femenino y sus ávidos dedos comenzaron a introducirse entre la tela y la piel y comenzó a acariciar su intimidad. Los quedos gemidos de ella, aumentaron el deseo del chico quien con movimientos circulares en aquella humeda zona provocó que ella explotara y se pegara a él en busca de más.
El chico se volvió hacia ella y se detuvo. La observó durante unos segundos. Por su reacción, él supo que ella sintió una avalancha de calor en su zona más íntima y sin previo aviso lo beso de una manera tan apasionada que la cordura que acababa de recuperar se fue al mismo infierno.
Eres tan hermosa. —murmuró él de pronto – Tendré que hacer magia para poder dibujar lo que veo. Y acto seguido la alzó en brazos y la llevó a otro extremo del jardín en donde le arrebató su virginidad. Él no tenia idea que ella fuera pura de lo contrario jamás la hubiese osado en profanar aquel templo …..
Mientras Terry continuaba con su relato, Candy disfrutaba de aquella deliciosa voz. Hubo momentos en los que se sintió dentro de su narrativa e imaginó que el hombre era él y la chica era ella.
De pronto, su cuerpo estaba reaccionando tal cual el de la protagonista de aquel condenado relato. Su respiración y los latidos de su corazón estaban agitados. Se mordía el labio inferior con deseo carnal. Sintió su boca y su entrepierna sumamente húmeda. Trató inútilmente de controlarse. Bajó la mirada al ser consiente que se estaba devorando con la mirada al narrador. Pero fue demasiado tarde. Su reacción no pasó desapercibida para Terry quien de pronto, subió su mentón con su dedo índice y la observó de una manera en la que nadie lo había hecho antes. Como si nada fuese la más deseable.
— No te molestes en tratar de disimular lo que estás sintiendo. Lo veo en tu rostro, en tu posición y hasta lo escucho en tu respiración. Además es normal excitarse un poco con estos relatos.
El problema real era que ella no estaba un poco excitada; estaba “muy… demasiado… estremadamente excitada”.
Se puso de pie con torpeza al comprenderlo todo. Él acababa de relatar lo que había sucedido aquella neche, por ende, aquel misterioso hombre a quien en un momento de debilidad y borrachera le entregó su virtud, no era otro que el hombre frente a ella.
Necesitaba salir de allí lo mas pronto posible o de lo contrario se lanzaría sobre Terry en ese mismo lugar sin importarle nada. Como si hubiese leído sus pensamientos, Terry la sujetó de su brazo y la atrajo hacia él
Gracias Por Leer
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—¡Oh, ya me empezaste a tutear! ¡grandioso!
Candy rodó los ojos ante sus palabras. Se centró luego en la búsqueda de los libros que tuvieran el contenido del interés de Terry. Tras encontrar 4 ejemplares, extendió uno de sus brazos y los tomó para posteriormente entregárselo.
—Aquí tienes estos.
Terry la miró con profundidad mientras tomaba los ejemplares de su mano. Luego se giró y caminó a la mesa del rincón que estaba detrás de ella. Se despojó de su impermeable negro al igual que lo hizo con su bufanda bicolor. Agitó la mano sobre su rostro al mismo tiempo que ella soplaba el suyo en un claro ejemplo que ambos habían sentido la oleada de calor que los rodeó de pronto.
—¿Por qué no hay aire acondicionado en esta área? —preguntó Terry algo sofocado.
Candy se encongió de hombros, lamentando estar con una camisa manga larga en ese momento, más un chaleco y un pantalón, ambos de color negro.. para variar. Afortunadamente, esa tarde llevaba el cabello recogido en un moño que le deba una apariencia demasiada seria.
—Te recuerdo que esta ala está en remodelación ¿Acaso sufres de lagunas mentales o algo así? —bromeó a la distancia.
—Eres odiosa —respondió él sonriendo suavemente.
—Sí, me lo han dicho antes. —le respondió con humor. Puso luego otros ejemplares sobre la mesa —es todo lo que tenemos con la temática que buscas, espero sea suficiente para que tu inspiración vuelva —dijo de manera sarcástica mientras se encaminaba a la puerta de salida.
—¿Por qué no te quedas y lees conmigo?. —le señaló la silla a su lado.
Candy sufrió un ataque de tos ante semejante invitación. Su sarcasmo se transformó en vergüenza.
—E…ese no es mi estilo…de lectura. –Balbuceó con las mejillas encendidas mientras pasaba sus manos por el moño que sostenía su cabello —ahora si me discuplas, me retiro.
—¿Por qué? ¿Acaso no lees novelas románticas? –enarcó las cejas incrédulo.
—Románticas sí. —respondió. Su sonrorojo había llegado hasta sus orejas.
—¿Entonces por qué no lees estos? —levantó uno de los libros y la miró detenidamente —no me digas que porque es erótico —aguantó las ganas de reír al ver que la joven tenía problemas para tragar su propia saliva.
—Por supuesto que no—respondió ella haciendo su mayor esfuerzo para que sus palabras sonarán convincentes.
—¿Y entonces?
—No es correcto —respondió.
—¿Por qué?
—No estoy aquí para leer junto a las personas que vienen en busca de un libro en particular —respondió sintiéndose una completa tonta por escudarse en la excusa más estúpida que jamás hubiese utilizado.
—No le veo nada malo —Terry se encogió de hombros —además no hay nadie más en la estancia, así que bien podrías dejarte seducir por esta belleza.
Candy sintió recorrer un fuerte cosquilleo que iba desde la raíz de su cabello y bajaba hasta la planta de sus pies ante la sensual manera como aquella palabras fueron expulasada por aquellos preciosos labios.
—Me está haciendo sentir incómoda señor Grantchester. —le tembló la voz —lo dejo solo para que lea tranquilo.
—¿Ya volvimos con los formalismo? —dijo Terry rodando los ojos con fastidio ante la forma como ella se dirigió a él —no te vayas, Candy. —extendió su mano hacia ella —Siéntate conmigo.
—No puedo hacerlo.
—¿Por qué, acaso tienes miedo?
—¿Miedo, yo?, mira como me rió del miedo —fingió unas carcajadas imitando a Nalah la leona de la película de El Rey Leon y continuó: —mejor dime, ¿debería tenerlo? —se limpió un sucio imaginario de su ropa.
—No, por supuesto que no —respondió él curvando sus labios de manera burlona.
—Escucha, no tengo miedo — se acercó a él.
—Claro que lo tienes, puedo verlo en tu mirada.
Mierda! ¿Era tan evidente?.
—No se trata de miedo —respondió tras reponerse —es cuestión de valores morales y pudor.
<> pensó.
—¿Valores Morales?, ¿pudor? —Terry rió de manera sarcástica —¿Sabes cuantos matrimonios se han basado en esas tonterias del pudor y valores morales? —rodó los ojos —¿sabes que quienes lo han hecho, al pasar del tiempo suelen aburrirse y terminan con una tercera persona?
Candy tomó asiento en la mesa con sentimientos de derrota, él se paró frente a ella con la mirada fija en sus ojos sin pestañar siquiera.
Cuando viajó de New York a Chicago, Terry jamás imaginó la sorpresa que la vida le tenía deparada. ¿Sería aquello lo que todos llaman destino o una simple casualidad?. De pronto, recordó una charla con su padre en donde ambos debatieron sobre el tema.
**********
Existen muchas teorías sobre el tema. Los griegos por ejemplo, llamaban al destino Ananké. Lo consideraban una fuerza superior no solo a los hombres, sino incluso a los mismos dioses. Los Romanos por su parte utilizaban una palabra en Latin para llamar al destino “Fatum”, ellos decian que era el poder sobrenatural inevitable e ineludible que guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido, de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad. Los religiosos en cambio, creían que el destino era un plan creado por Dios, por lo que no puede ser modificar de ninguna manera, pero los Japóneses, creen en la leyenda del Hilo Rojo del Destino, segun ellos, se trata de un hilo rojo invisible, atado a sus meñiques, el cual une a las personas destinadas a conocerse. Dicho hilo se puede estirar, contraer, enredar, pero jamás podrá romperse. —le había dicho a su padre quien se limitó a responderle como todo un filósofo de la vida real:
“Nada existe por azar, al igual que nada se crea de la nada.Todo tiene una causa, y si tiene una causa, estaba predestinado a existir desde el momento en que la causa surgió. La vida existe antes que nosotros, y nos corresponde a nosotros incorporamos a ella en el momento de nacer, es necesario apegarnos a ella y no tratar de estar por encima de ella. Toda acción conlleva una reacción, dos acciones iguales tendrán la misma reacción”.
*******
<<¿Seria aquello posible?>>. No lo sabía, pero ahora, iba a comprobar si era cierto o no.
—Dime una cosa Candy, ¿que es el sexo para ti? …a Candy se le hizo un fuerte nudo en la garganta, pero lo disimuló muy bien. —¿crees que es solo un intercambio de fluidos y sonidos guturales hasta llegar al orgasmo?.
Ella permaneció en silencio observándolo y controlando los temblores de su cuerpo ante el curso que había tomado aquella charla.
—Para mí…—prosiguió Terry poniendo ambas manos en la mesa a los lados de sus caderas acercándose peligrosamente a ella —es una conexión casi sagrada. En el proceso hay un punto en el que sientes que tu alma y tu cuerpo se funden con la de la otra persona. —Se aproximó a su rostro. —Si no has experimentado eso con tu novio, significa que estás con la persona equivocada. —sentenció seguro mientras la rodeaba como un felino rodea a su presa.
A Candy no le quedó mas opción que asentir con la cabeza. ¿Que otra cosa podía hacer? .. él tenía razón.. su relación con Anthony se estaba yendo a la basura. Ella quería una relación estable con hijos, Anthony en cambio, estaba tan centrado en su trabajo y todas las responsabilidades que el manejo de la empresa de su familia le generaban, relegándola a ella y el noviazgo que tenían por años, a un segundo plano. Cerró los ojos y recordó la última fiesta a la que lo había acompañado. Esa noche, ingirió mas alcohol del que acostumbraba. Salió al jardín de aquella enorme casa para dejar salir las lágrimas que había retenido luego que su novio le dejara claro que ni el matrimonio ni los hijos estaban en sus planes. ¡Dios!, su desesperación y tristeza la llevaron a cometer lo que consideraba el peor error de su vida. Se comportó como una mujersuela frente a un completo desconocido a quien, en la oscuridad de la noche no le vio el rostro siquiera. Abrió los ojos nuevamente y se centró en su interlocutor quien la miraba de maneja fija sin perder detalle en el efecto que sus palabras estaban causando en ella.
—¿No has pensado que quizas a tu novio se le dificulta pasar mediodía a la semana con su aburrida y moralista novia bibliotecaria?… —¡Aush! Aquello dolió… —Candy apretó los dientes —¿ Has sentido eso con él? —le preguntó serio Terry en tono demandante.
—Yo no te he dicho que tengo novio —respondió la rubia con el ceño fruncido.
—¿Por que te enojas?
—No estoy enojada —respondió ella con seriedad.
—Eres muy mala mintiendo —replicó él observándola —tus pecas te delatan —se burló —además, tus gestos también lo hacen. Tu expresión fue de frustración y tristeza. No soy tonto, Candy —tocó la punta de su pequeña nariz —soy bueno leyendo expresiones. —concluyó de manera engreída.
—Estas invadiendo mi privacidad —replicó Candy poniéndose de pie en un salto
—No lo hago —respondió él —te has delatado sola, o ¿es mentira todo cuanto revelaste con tu lenguaje corporal?
—No tengo porque responder a tal falta de respeto. —respondió frunciendo el ceño.
—Disculpa si te he ofendido, Candy. Pero en verdad no creo haberte faltado el respeto. —añadió él tranquilo —Pero si te has sentido aludida es porque tengo razón en algo de lo que dije —arremetió con púa encogiéndose de hombros.
—Escúchame bien, Terry —Candy alzó su dedo índice de manera amenazadora —no tengo necesidad de que vengas a psicoanalizar mi intimidad, ella está bien como está. —maldijo el que su voz hubiese temblado. —¡Bah! Aquel engreído bien podía interpretarlo como un gesto de ira.
—Creo que has malinterpretado todo —Terry aspiró profundamente y dejó escapar el aire con pesadez —Créeme Candy, todo cuanto te dije, fue con la única intención de ayudarte a que seas más libre. No tienes que sentirte cohibida; menos conmigo.
<<¿Que demonios?>>
—¡Disculpa! ¿Como pretendes que no me sienta cohibida? Apenas te conzco y ya estas segun tu, “preocupándote” por mi vida privada y sexual — Candy achicó los ojos —¿quien me garantiza que no eres un psicópata, un enfermo mental o un asesino en serie?.
Terry estalló en carcajadas.
—No soy un psicópata, ni nada por el estilo —respondió tras reponerse —soy solo un escritor en busca de inspiración —así que, por que mejor no te relajas y te sientas.
Candy negó con la cabeza.
—No te hagas del rogar, solo quiero que me des tu opinión sobre si lo que he comenzado a escribir es hermoso u obsceno. —le señaló una de las sillas. Esbozó una leve sonrisa al ver que accedía a su petición y comenzó a relatar lo que rondaba en su cabeza.
Conforme Terry avenzaba en el relato, Candy se identificó con este, pero su narrativa la tenía cautivada que olvidó hasta su nombre, y pronto, tenía los codos apoyados en la mesa con la mirada un tanto perdida mientras él proseguia con aquella profunda pero emotiva voz:
La chica, a pesar de estar enamorada de su novio no conseguía sentirse bien y menos cuando él se negara a cumplir su único sueño. Fue entonces cuando salió a dar un paseo para tranquilizar su atribulado corazón. Creyéndose sola en la oscuridad de aquel lugar, se desahogó y lloró por largo rato. De pronto, se sobre saltó al sentir como una mano se apoyaba sobre su hombro y el dueño de esta la atrajo con fuerza hasta él para brindarle la protección que en ese momento anhelaba. Permaneció así, quieta por un largo rato, hasta que sus manos adquirieron vida propia y de manera inconsciente comenzó a acariciar a aquel desconocido que se apareció de la nada para consolarla sin pedir nada a cambio. La reacción del cuerpo masculino no se hizo esperar y sin darse cuenta, ambos se dejaron llevar por la fuerte atracción que los envolvió. Luego de varios besos compartidos, la respiración de ambos se entre corto, la exitación era palpable en el ambiente. Las manos de él descendieron hasta la parte inferior del cuerpo femenino y sus ávidos dedos comenzaron a introducirse entre la tela y la piel y comenzó a acariciar su intimidad. Los quedos gemidos de ella, aumentaron el deseo del chico quien con movimientos circulares en aquella humeda zona provocó que ella explotara y se pegara a él en busca de más.
El chico se volvió hacia ella y se detuvo. La observó durante unos segundos. Por su reacción, él supo que ella sintió una avalancha de calor en su zona más íntima y sin previo aviso lo beso de una manera tan apasionada que la cordura que acababa de recuperar se fue al mismo infierno.
Eres tan hermosa. —murmuró él de pronto – Tendré que hacer magia para poder dibujar lo que veo. Y acto seguido la alzó en brazos y la llevó a otro extremo del jardín en donde le arrebató su virginidad. Él no tenia idea que ella fuera pura de lo contrario jamás la hubiese osado en profanar aquel templo …..
Mientras Terry continuaba con su relato, Candy disfrutaba de aquella deliciosa voz. Hubo momentos en los que se sintió dentro de su narrativa e imaginó que el hombre era él y la chica era ella.
De pronto, su cuerpo estaba reaccionando tal cual el de la protagonista de aquel condenado relato. Su respiración y los latidos de su corazón estaban agitados. Se mordía el labio inferior con deseo carnal. Sintió su boca y su entrepierna sumamente húmeda. Trató inútilmente de controlarse. Bajó la mirada al ser consiente que se estaba devorando con la mirada al narrador. Pero fue demasiado tarde. Su reacción no pasó desapercibida para Terry quien de pronto, subió su mentón con su dedo índice y la observó de una manera en la que nadie lo había hecho antes. Como si nada fuese la más deseable.
— No te molestes en tratar de disimular lo que estás sintiendo. Lo veo en tu rostro, en tu posición y hasta lo escucho en tu respiración. Además es normal excitarse un poco con estos relatos.
El problema real era que ella no estaba un poco excitada; estaba “muy… demasiado… estremadamente excitada”.
Se puso de pie con torpeza al comprenderlo todo. Él acababa de relatar lo que había sucedido aquella neche, por ende, aquel misterioso hombre a quien en un momento de debilidad y borrachera le entregó su virtud, no era otro que el hombre frente a ella.
Necesitaba salir de allí lo mas pronto posible o de lo contrario se lanzaría sobre Terry en ese mismo lugar sin importarle nada. Como si hubiese leído sus pensamientos, Terry la sujetó de su brazo y la atrajo hacia él
Gracias Por Leer