FanArt De Génesis Carmesí
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DESTINO O CASUALIDAD
By
ROSSY CASTANEDA
&
PECAS T.G
CAPÍTULO 4 —FINAL
By
ROSSY CASTANEDA
&
PECAS T.G
CAPÍTULO 4 —FINAL
—Abre los ojos Candy, quiero que me veas cuando tengas tu segundo orgasmo –ella obedeció. Ver sus gestos fue para Terry aliciente perfecto para explotar en su interior mientras ella aún se retorcía en la mesa a causa del exquisito placer que estaba experimentando y le hizo sentir lo que él exactamente le dijo con respecto a que el sexo no era solo un momento de compartir fluidos sino uno en donde dos cuerpos se fundían en uno solo
Candy se quedó quieta sobre la mesa, mientras él se sujetaba de los bordes de la misma para no caerse estando aún dentro de ella. Bajó la mirada y vio las prendas de ambos esparcidas en el suelo, la alzó luego y la fijó en la estantería, recordando lo que había sentido con Terry en ese mismo lugar minutos atrás. De pronto, apartó la mirada tras sentir vergüenza por su comportamiento.
—¿Por qué rehúyes la mirada? —le preguntó el castaño inclinándose un poco —¿No fue lo que esperabas?, ¿te he decepcionado? —preguntó con evidente ansiedad de escuchar su respuesta.
<<¿Cómo le preguntaba aquello?>> —se cuestionó para si la rubia.
—No me has decepcionado, —respondió mordiendo sus labios —eso es imposible. Pero para si te soy sincera, me averguenzo de mi conducta. —Cubrió su rostro con ambas manos —No soy la mujer que has visto Terry. —Colocó el dedo índice en los labios de él cuando estuvo a punto de replicar sus palabras — Sigo siendo Candice White —suspiró —La misma joven moralista de siempre. No voy a negar que esta experiencia fue mucho mejor que la primer pero… —hizo del silencio su aliado ¿Como decirle lo que su yo interno le gritaba?
—Pero… —la instó él besando el dedo que reposaba en sus labios.
—Tú te irás a New York, seguiras con tu vida y tus libros como lo has hecho hasta hoy — se mordió los labios —y yo me quedaré aquí con mi aburrida y rutinaria vida, así que lo mejor es que hagamos de cuenta y caso que aquí nada a pasado.
—¿Qué no ha pasado nada Candy? —Terry rió sarcástico y se levantó, pasó luego una de sus manos por su cabellera castaña y le dirigió una molesta mirada. —Te equivocas —continuó cuando ella se incorporó —La mujer cohibida que estaba detrás del mostrador de madera cuando llegué, desapareció en el mismo instante en que me permitiste que te besara a mi antojo. Y más aun cuando me pediste que te hiciera mía como aquella noche. ¿O vas a negarlo? —le preguntó curvando los labios de manera triunfal al ver que ella bajaba la mirada totalmente derrotada.
—Eh…no…pero…—comenzó a balbucear Candy.
—Dime una cosa Candy —Terry le tomó el rostro y pegó su frente a la de ella —¿tu novio a cambiado de parecer con respecto al matrimonio?
—No, Terry —respondió Candy sintiendo que su corazón se agitaba ferozmente ante su cercanía.
—¿Cuánto tiempo piensas seguir atada a una relación que no tiene futuro? —le preguntó con la mandíbula apretada —porque si es así, te aseguro que cuando estes con él pensarás en mis besos, en mis caricias y en todo lo que acabamos de hacer, ¿es eso lo que quieres?
Candy se tensó.
—¿Qué pretendes con esto Terry? —espetó ella molesta y aterrada a la vez por no haber pensado en las consecuencias que sus actos podrían traer y afectar su vida —¿Quieres que lo deje y así tu ego masculino se sienta omnipotente? —le preguntó tras reponerse —¿Quieres que siga una ilusión por un momento magnífico de sexo?.
— No tengo ningún derecho a pedirte eso —replicó él serio —pero dudo mucho que lo ames como para resignarte a ver tus sueños truncados, de lo contrario habría necesitado doparte para poder estar contigo como hace años —sonrió con abierta malicia –Y eso no fue necesario.
Candy abrió la boca para protestar, iba a revelarle que aquella misma noche, el noviazgo entre Anthony y ella era cosa del pasado pero él la interrumpió.
—Te recuerdo que New York no está muy lejos de aquí, Candy —un malicioso brillo se dibujó en sus ojos azules —ten por seguro que ahora que te he encontrado, no te dejaré escapar tan fácilmente como lo hiciste aquella noche.
Candy quiso rebatir aquellas palabras, pero… se atragantó con su propia saliva y no pudo articular palabra, solo atinó a recoger su ropa y vestirse con rapidez para no escucharlo mas, sintiendo su penetrante mirada clavada en su espalda.
—¿Vas a seguir ignorando lo que ambos sentimos? —le preguntó Terry ya vestido en el momento en que ella se disponía a salir de la estancia.
—Sí —respondió ella girándose para verlo —hasta nunca Terry Grandchester —concluyó saliendo de aquella estancia y de la biblioteca sin importar dejar el lugar abierto; regresaría luego que él se marchara para cerrarla y largarse a su casa.
******
Cuatro meses después…
A pesar de su condición, Candy se cargó de trabajo para no pensar en Terry hasta que una tarde sucedió algo inesperado.
—¡No puede ser! —gritó Annie mientras leí el periódico del día.
—¿Qué pasa? —preguntó la rubia sobresaltada
—¡Terrence Granchester se muda a Chicago! —respondió emocionada la joven pelinegra.
Candy sufrió un ataque de tos excesiva, reacción que Annie ignoró ya que estaba centrada en la nota que leía.
—¡Oh Por Dios! Con un poco de suerte, tal vez coincida con él en algún lugar y así podré pedirle que me firme los libros —decía Annie eufórica. —¡Un momento! —musitó la joven observando cuidadosamente la fotografía adjunta —yo conozco este rostro —achicó los ojos —¡Oh Por Dios! —cubrió su boca con la mano libre. —Candy, este es el hombre importuno del 4 de julio, ¿Lo recuerdas? ¿Acaso no te dijo su nombre?, ¿no lo reconociste?
A Candy se le detuvo el corazón y no precisamente por recordar su rostro, sino lo que habían hecho esa tarde y las consecuencias que le dejó. Se aclaró la garganta ocultando sus emociones.
—Con razón se me hizo familiar —mintió deliberadamente.
—¿En serio no lo reconociste? —Annie la miró con cara de “no te creo”
Negó con la cabeza.
—Annie, ya sabes lo despistada que soy… además, no conozco mucho sobre autores —se encogió de hombros.
—Tienes razón —respondió Annie —deberías echarle una ojeada a sus historias, créeme Candy, son buenísimas, tanto que una vez comiences a leer te será imposible dejar de hacerlo. Este hombre es una maravilla.
<>, una deliciosa maravilla que le había dejado un preciado recuerdo.
—Si tu lo dices —Candy fingió indiferencia.
—Aún no puedo creerlo —dijo Annie mas emocionada aún —Terrence Grantchester será nuestro vecino —abrazó el periódico.
—¿Me lo prestas? —dijo la rubia señalando lo que su amiga y compañera sostenía en sus manos —quiero leer algo en la sección de doctor Michael.
—Si claro, ahora debes cuidarte mas que nunca —dijo Annie con una enorme sonrisa —Sabes Candy, te admiro.
—¿Por qué?
—¿Como que por qué? —Annie la miró —aunque no me has contado como pasó, admiro tu determinación a salir adelante sola. Anthony es un verdadero idiota que no sabe la gran mujer que perdió y con ella la oportunidad de formar una hermosa familia.
Candy suspiró…<> —pensó
En cuanto Annie se retiró, Candy se centró el encabezado del artículo que su amiga acababa de mencionar.
<<¿En qué diablos estaba pensando cuando anunció el destino de su nuevo domicilio?>> —se preguntó Candy internamente mientras con prontitud dirigió su mirada hasta la siguiente linea:
El aire comenzó a escasearle, se ventiló el rostro con el periódico. Aspiró profundamente. Se disponía a seguir la lectura cuando una profunda voz a espaldas de ella, recitó las mismas palabras escritas en aquella infame nota.
—Muy pronto residiré en la hermosa ciudad de Chicago. Voy por “mi musa”. Ya se me escapó dos veces y no permitiré que se me escapé una tercera vez.
**********
5 minutos mas tarde….
—¿Te encuentras mejor?
Candy parpadeó tres veces y al enfocar su mirada, el cuerpo entero le tembló… era él… Terrence Grantchester... La miraba con ojos cargados de amor y profunda ternura.
—¿Que….que… haces aquí? —preguntó entre balbuceos.
—Cumplir con mi palabra y ahora con mi deber como el caballero que soy.
—No entiendo a que te refieres.
—Oh vamos Candy, no trates de negar lo que es mas que evidente —la miró a los ojos.
—No… no necesitas hacerlo, yo puedo sola.
—Se que eres muy capaz —sonrió de medio lado —pero deseo hacerlo.
—¿Por que? —preguntó con ojos cristalizados. Él había mencionado “deber”, no “amor”.
—¿Crees en el destino? —le respondió él con otra pregunta.
—He leído muchas teorías al respecto.
—¿Entonces has escuchado sobre la leyenda Japonesa del hilo rojo? —Candy asintió —bien —le tomó una de sus manos —eso es exactamente lo que pasó con nosotros —extendió su mano libre para limpiar las lágrimas que corrían por aquel precioso rostro —Candy, cuando me marché hace cuatro meses, me juré a mi mismo que no te buscaría más, pero con el tiempo comprendí que por mas que me rehusara, y que nuestros caminos se alejaran, enredaran y se tensaran, no podía escapar a mi destino junto a ti —La miró a los ojos —Te Amo Candy y no me permitiré que me alejes de ti y menos ahora que veo que lo que hicimos tuvo una hermosa consecuencia —acarició su vientre —permíteme ser parte de esto…permíteme cumplir tu otro sueño…Cásate conmigo Candy.
La joven rubia no pudo con tanta emoción, estalló en sollozos. Aquellas eran las palabras que deseó escuchar siempre.
—Si, acepto casarme contigo… porque yo también te amo Terrence Grantchester, te amé sin saberlo desde la primera vez que nuestros caminos se cruzaron, y al igual que tú, estos cuatro meses de ausencia me sirvieron para darme cuenta de lo estúpida que fui al huir de ti por segunda vez… y si, quiero que seas parte de esta nueva etapa de mi vida.
Tras las últimas palabras de la joven rubia, Terry la envolvió entre sus brazos y con desesperación buscó sus labios y la besó ante la mirada ensoñadora de Annie que fue testigo de aquella hermosa declaración de amor verdadero.
Fin…
A Nombre de Pecas T.G y su Servidora, Agradecemos Al Hermoso Grupo de Amazonas de Terry, por la oportunidad de ser parte de ellas, extendemos de igual manera nuestra gratitud a cada una de ustedes que se tomó el tiempo de leernos
Candy se quedó quieta sobre la mesa, mientras él se sujetaba de los bordes de la misma para no caerse estando aún dentro de ella. Bajó la mirada y vio las prendas de ambos esparcidas en el suelo, la alzó luego y la fijó en la estantería, recordando lo que había sentido con Terry en ese mismo lugar minutos atrás. De pronto, apartó la mirada tras sentir vergüenza por su comportamiento.
—¿Por qué rehúyes la mirada? —le preguntó el castaño inclinándose un poco —¿No fue lo que esperabas?, ¿te he decepcionado? —preguntó con evidente ansiedad de escuchar su respuesta.
<<¿Cómo le preguntaba aquello?>> —se cuestionó para si la rubia.
—No me has decepcionado, —respondió mordiendo sus labios —eso es imposible. Pero para si te soy sincera, me averguenzo de mi conducta. —Cubrió su rostro con ambas manos —No soy la mujer que has visto Terry. —Colocó el dedo índice en los labios de él cuando estuvo a punto de replicar sus palabras — Sigo siendo Candice White —suspiró —La misma joven moralista de siempre. No voy a negar que esta experiencia fue mucho mejor que la primer pero… —hizo del silencio su aliado ¿Como decirle lo que su yo interno le gritaba?
—Pero… —la instó él besando el dedo que reposaba en sus labios.
—Tú te irás a New York, seguiras con tu vida y tus libros como lo has hecho hasta hoy — se mordió los labios —y yo me quedaré aquí con mi aburrida y rutinaria vida, así que lo mejor es que hagamos de cuenta y caso que aquí nada a pasado.
—¿Qué no ha pasado nada Candy? —Terry rió sarcástico y se levantó, pasó luego una de sus manos por su cabellera castaña y le dirigió una molesta mirada. —Te equivocas —continuó cuando ella se incorporó —La mujer cohibida que estaba detrás del mostrador de madera cuando llegué, desapareció en el mismo instante en que me permitiste que te besara a mi antojo. Y más aun cuando me pediste que te hiciera mía como aquella noche. ¿O vas a negarlo? —le preguntó curvando los labios de manera triunfal al ver que ella bajaba la mirada totalmente derrotada.
—Eh…no…pero…—comenzó a balbucear Candy.
—Dime una cosa Candy —Terry le tomó el rostro y pegó su frente a la de ella —¿tu novio a cambiado de parecer con respecto al matrimonio?
—No, Terry —respondió Candy sintiendo que su corazón se agitaba ferozmente ante su cercanía.
—¿Cuánto tiempo piensas seguir atada a una relación que no tiene futuro? —le preguntó con la mandíbula apretada —porque si es así, te aseguro que cuando estes con él pensarás en mis besos, en mis caricias y en todo lo que acabamos de hacer, ¿es eso lo que quieres?
Candy se tensó.
—¿Qué pretendes con esto Terry? —espetó ella molesta y aterrada a la vez por no haber pensado en las consecuencias que sus actos podrían traer y afectar su vida —¿Quieres que lo deje y así tu ego masculino se sienta omnipotente? —le preguntó tras reponerse —¿Quieres que siga una ilusión por un momento magnífico de sexo?.
— No tengo ningún derecho a pedirte eso —replicó él serio —pero dudo mucho que lo ames como para resignarte a ver tus sueños truncados, de lo contrario habría necesitado doparte para poder estar contigo como hace años —sonrió con abierta malicia –Y eso no fue necesario.
Candy abrió la boca para protestar, iba a revelarle que aquella misma noche, el noviazgo entre Anthony y ella era cosa del pasado pero él la interrumpió.
—Te recuerdo que New York no está muy lejos de aquí, Candy —un malicioso brillo se dibujó en sus ojos azules —ten por seguro que ahora que te he encontrado, no te dejaré escapar tan fácilmente como lo hiciste aquella noche.
Candy quiso rebatir aquellas palabras, pero… se atragantó con su propia saliva y no pudo articular palabra, solo atinó a recoger su ropa y vestirse con rapidez para no escucharlo mas, sintiendo su penetrante mirada clavada en su espalda.
—¿Vas a seguir ignorando lo que ambos sentimos? —le preguntó Terry ya vestido en el momento en que ella se disponía a salir de la estancia.
—Sí —respondió ella girándose para verlo —hasta nunca Terry Grandchester —concluyó saliendo de aquella estancia y de la biblioteca sin importar dejar el lugar abierto; regresaría luego que él se marchara para cerrarla y largarse a su casa.
******
Cuatro meses después…
A pesar de su condición, Candy se cargó de trabajo para no pensar en Terry hasta que una tarde sucedió algo inesperado.
—¡No puede ser! —gritó Annie mientras leí el periódico del día.
—¿Qué pasa? —preguntó la rubia sobresaltada
—¡Terrence Granchester se muda a Chicago! —respondió emocionada la joven pelinegra.
Candy sufrió un ataque de tos excesiva, reacción que Annie ignoró ya que estaba centrada en la nota que leía.
—¡Oh Por Dios! Con un poco de suerte, tal vez coincida con él en algún lugar y así podré pedirle que me firme los libros —decía Annie eufórica. —¡Un momento! —musitó la joven observando cuidadosamente la fotografía adjunta —yo conozco este rostro —achicó los ojos —¡Oh Por Dios! —cubrió su boca con la mano libre. —Candy, este es el hombre importuno del 4 de julio, ¿Lo recuerdas? ¿Acaso no te dijo su nombre?, ¿no lo reconociste?
A Candy se le detuvo el corazón y no precisamente por recordar su rostro, sino lo que habían hecho esa tarde y las consecuencias que le dejó. Se aclaró la garganta ocultando sus emociones.
—Con razón se me hizo familiar —mintió deliberadamente.
—¿En serio no lo reconociste? —Annie la miró con cara de “no te creo”
Negó con la cabeza.
—Annie, ya sabes lo despistada que soy… además, no conozco mucho sobre autores —se encogió de hombros.
—Tienes razón —respondió Annie —deberías echarle una ojeada a sus historias, créeme Candy, son buenísimas, tanto que una vez comiences a leer te será imposible dejar de hacerlo. Este hombre es una maravilla.
<>, una deliciosa maravilla que le había dejado un preciado recuerdo.
—Si tu lo dices —Candy fingió indiferencia.
—Aún no puedo creerlo —dijo Annie mas emocionada aún —Terrence Grantchester será nuestro vecino —abrazó el periódico.
—¿Me lo prestas? —dijo la rubia señalando lo que su amiga y compañera sostenía en sus manos —quiero leer algo en la sección de doctor Michael.
—Si claro, ahora debes cuidarte mas que nunca —dijo Annie con una enorme sonrisa —Sabes Candy, te admiro.
—¿Por qué?
—¿Como que por qué? —Annie la miró —aunque no me has contado como pasó, admiro tu determinación a salir adelante sola. Anthony es un verdadero idiota que no sabe la gran mujer que perdió y con ella la oportunidad de formar una hermosa familia.
Candy suspiró…<> —pensó
En cuanto Annie se retiró, Candy se centró el encabezado del artículo que su amiga acababa de mencionar.
EL CÉLEBRE ESCRITOR
TERRENCE GRANTCHESTER
ANUNCIA EN RUEDA DE PRENSA
EL NOMBRE DE SU NUEVA ENTREGA
Y SU CAMBIO DE RESIDENCIA
TERRENCE GRANTCHESTER
ANUNCIA EN RUEDA DE PRENSA
EL NOMBRE DE SU NUEVA ENTREGA
Y SU CAMBIO DE RESIDENCIA
<<¿En qué diablos estaba pensando cuando anunció el destino de su nuevo domicilio?>> —se preguntó Candy internamente mientras con prontitud dirigió su mirada hasta la siguiente linea:
“MI NUEVA OBRA SE TITULARÁ , DESTINO O CASUALIDAD”
El aire comenzó a escasearle, se ventiló el rostro con el periódico. Aspiró profundamente. Se disponía a seguir la lectura cuando una profunda voz a espaldas de ella, recitó las mismas palabras escritas en aquella infame nota.
—Muy pronto residiré en la hermosa ciudad de Chicago. Voy por “mi musa”. Ya se me escapó dos veces y no permitiré que se me escapé una tercera vez.
**********
5 minutos mas tarde….
—¿Te encuentras mejor?
Candy parpadeó tres veces y al enfocar su mirada, el cuerpo entero le tembló… era él… Terrence Grantchester... La miraba con ojos cargados de amor y profunda ternura.
—¿Que….que… haces aquí? —preguntó entre balbuceos.
—Cumplir con mi palabra y ahora con mi deber como el caballero que soy.
—No entiendo a que te refieres.
—Oh vamos Candy, no trates de negar lo que es mas que evidente —la miró a los ojos.
—No… no necesitas hacerlo, yo puedo sola.
—Se que eres muy capaz —sonrió de medio lado —pero deseo hacerlo.
—¿Por que? —preguntó con ojos cristalizados. Él había mencionado “deber”, no “amor”.
—¿Crees en el destino? —le respondió él con otra pregunta.
—He leído muchas teorías al respecto.
—¿Entonces has escuchado sobre la leyenda Japonesa del hilo rojo? —Candy asintió —bien —le tomó una de sus manos —eso es exactamente lo que pasó con nosotros —extendió su mano libre para limpiar las lágrimas que corrían por aquel precioso rostro —Candy, cuando me marché hace cuatro meses, me juré a mi mismo que no te buscaría más, pero con el tiempo comprendí que por mas que me rehusara, y que nuestros caminos se alejaran, enredaran y se tensaran, no podía escapar a mi destino junto a ti —La miró a los ojos —Te Amo Candy y no me permitiré que me alejes de ti y menos ahora que veo que lo que hicimos tuvo una hermosa consecuencia —acarició su vientre —permíteme ser parte de esto…permíteme cumplir tu otro sueño…Cásate conmigo Candy.
La joven rubia no pudo con tanta emoción, estalló en sollozos. Aquellas eran las palabras que deseó escuchar siempre.
—Si, acepto casarme contigo… porque yo también te amo Terrence Grantchester, te amé sin saberlo desde la primera vez que nuestros caminos se cruzaron, y al igual que tú, estos cuatro meses de ausencia me sirvieron para darme cuenta de lo estúpida que fui al huir de ti por segunda vez… y si, quiero que seas parte de esta nueva etapa de mi vida.
Tras las últimas palabras de la joven rubia, Terry la envolvió entre sus brazos y con desesperación buscó sus labios y la besó ante la mirada ensoñadora de Annie que fue testigo de aquella hermosa declaración de amor verdadero.
Fin…
A Nombre de Pecas T.G y su Servidora, Agradecemos Al Hermoso Grupo de Amazonas de Terry, por la oportunidad de ser parte de ellas, extendemos de igual manera nuestra gratitud a cada una de ustedes que se tomó el tiempo de leernos