No sentía dolor, tal era la adrenalina que recorría su cuerpo. Corría con todas sus fuerzas, con tal de no ser alcanzada, metiéndose en callejuelas, sin atreverse a mirar atrás. Hasta que al fin dio con un pequeño recoveco donde ocultarse. Ahí permaneció quieta. Las extremidades le hormigueaban, los pulmones quemándole por la falta de oxígeno. Trataba, dentro de lo que podía, dar bocanadas de aire en silencio. Nerviosa, apenas y se asomaba a ver.
-¡PORCA MISERIA!
Ricci gritaba lleno de frustración, mirando de lado a lado la callejuela, sin notar el pequeño espacio. Candy se tapó la boca, pegándose contra la pared mientras observaba a su perseguidor. Poco después llegaron los demás hombres.
-El jefe va a matarme
-Sigamos buscando, no debe estar tan lejos- dijo otro.
-Separémonos- ordenó Ricci. – Clemenza, tú vienes conmigo. Ustedes sigan por este camino.
Candy no se movió hasta no estar segura de estar sola. Su corazón seguía latiendo con fuerza, su cuerpo se había relajado y se negaba a responderle. Con esfuerzo, salió de su escondite. Llegó hasta la esquina, observó su entorno, no vio a nadie sospechoso y creyó estar a salvo. Sólo alcanzó a dar dos pasos. De la nada, un pañuelo con cloroformo.
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El poder y la juventud de Terry no sólo incomodaba a los Don de las familias, también provocaba la envidia de muchos de los soldados. Hombres que se sentían con más derecho por todo lo que habían entregado: fidelidad, sangre, su vida. Giuseppe vio morir a Vicenzo en absoluto silencio. No sólo era la caída de uno de los capos más importantes, era la caída de un régimen obsoleto. Pero Giuseppe Morello era un hombre cobarde que, para mantener su posición, decidió dar su voto al inglés, con tal de mantener su puesto.
Neal esperó su reacción, para su sorpresa el hombre se mostró apático. Leagan soltó una fuerte carcajada, extendiendo la mano.
-Espero contar con su apoyo, Don Morello…
-Usted dirá- estrechó su mano. – sabia que se encontraba en igualdad de peligro, si se iba Leagan lo mataba, si Terry lo descubria igual podia decir que lo habian obligado.
Una vez resuelta la junta, Neal y las demás familias idearon un plan para atraer a Grandchester. A fin de lograr que Terrence cayera en la trampa era necesario que el mismo Giuseppe se presentara ante él, dando parte de la información. Si algo había aprendido de su antiguo señor era que decir una buena mentira había que mezclarlo con porciones de la verdad. Fue así que pidió a sus hombres le propinaran una buena paliza, más no sólo eso. Neal ni siquiera sospechaba que Morello tenía su propia agenda. Giuseppe odiaba de igual, o mayor manera, al hombre con quien cerrara trato. Por las mismas razones, más un adicional: Ningún mafioso de Chicago vendría a gobernar las familias neoyorquinas. Le seguiría la corriente hasta que pudiera clavarle el puñal.
Fue el mismo Leagan quien le diera la solución a sus problemas. Hombres que perdían la templanza por una falda, no eran dignos de ser el cabeza de serie. Unos cuantos mensajes y llamados bastaron para tener el apoyo de los demás jefes, una tregua efectiva para deshacerse del problema mutuo: extraños en la familia. En silencio, formaron una red en torno a ambos hombres. Ordenaron a sus hombres seguir de cerca los movimientos de los soldados del outfit y los de la mafia negra. Fue así que dieron con la joven enfermera.
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Candy despertó con un fuerte dolor de cabeza. Se incorporó de repente, mirando su alrededor como cervatillo asustado. Atada de pies, manos y amordazada, no podía hacer nada, salvo chillar. Varios hombres la rodearon rápidamente, armas en mano, listos para disparar.
-¡Hey Barzini! La bionda despertó- gritó uno de ellos, sin quitarle los ojos de encima. – Shhhhh… lo mejor será que se tranquilice, o la ponemos a dormir- mostró su pistola.
La rubia guardó silencio al instante. Un hombre pequeño y regordete se hizo presente. Se acercó hasta donde ella se encontraba, acuclillándose para quedar a su altura.
-Voy a soltar cepo, ma ti recomiendo guardar silencio. Mi amico qui no tolera los gritos, o llantos- señaló al mismo hombre que la amenazó anteriormente.
Candy asintió molesta, su ira era más fuerte que su miedo en ese momento.
-Ja ja ja ja ja Mira Tessio, tenemos a una temeraria entre manos- indicó divertido. -Supe que te lanzaste del carruaje, y ancora te atreves a mirarme con odio. Ahora veo porque están dispuestos a batirse per te- sonrió socarrón.
-¡Terry!
Se le llenaron de lágrimas los ojos, sintiéndose culpable por su tozudez y descuido.
-¿Tú quieres salvar al inglese, e vero?- le preguntó el hombre.
-¡si!- respondió de inmediato.
El regordete hombre volvió a carcajearse con ganas.
-Yo puedo decirte cómo, ma debes prometerme algo…
-Lo que sea- Candy se mostró ansiosa.
-Debes lograr que se vaya contigo, que renuncie a todo. Si lo logras, mi señor les garantiza un salvoconducto.
-¿Renunciar? ¿A qué? - temía la respuesta.
Barzini se dispuso a revelar todos los secretos que Terry guardaba, ante una atónita Candy. No sólo eso, los planes de Leagan también. Ella ya sospechaba de ambos, pero jamás imaginó los alcances de sus acciones. Guardó silencio por varios minutos, pensando. Luego, con determinación, respondió a su interlocutor.
-Cuál es su plan…
Continuará…
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Última edición por GEZABEL el Lun Mayo 03, 2021 1:17 pm, editado 1 vez