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CAPITULO 9
A la hora señalada se dio el estruendo, la tormenta se había desatado a las afueras del recinto, la lluvia de balas, y los gritos de los caídos, quebró el silencio de esa noche. Neal observaba, con una sonrisa triunfante en los labios, las puertas de la iglesia. Por la cantidad de plomo percutado era cosa de segundos para que sus hombres entraran con el cuerpo de Terry. Morello por su parte se mostraba cauteloso, sabía lo mañoso que podía ser el mocoso inglés, hasta no ver un cuerpo no cantaría victoria.
Las puertas comenzaron a abrirse, dando paso a una densa niebla de pólvora. Ante la atónita mirada de los presentes, Grandchester caminaba por la nave central, de punta en blanco, sin un solo rasguño. Giuseppe miró a la parte trasera de la iglesia buscando a Barzini, sólo bastó un cruce de miradas y un asentimiento silencioso. Las cartas estaban echadas, quedaba esperar la movida de sus contrincantes.
Terry pudo ver los pensamientos de Neal plasmados en su rostro, del desconcierto al miedo, y del mismo tratando de poner una careta imperturbable, que ya no valía de nada.
-¡¡Bienvenido Grandchester!!! –gritó Neal aplaudiendo mientras bajaba del púlpito con una sonrisa en los labios. – ah, mira, te ves muy bien, yo esperaba verte arrastrado por alguien, pero bueno, seguro tu no esperabas encontrarme aquí… ¡Sorpresa!
-Qué haces en Nueva York Leagan…- su tono era amenazante. - te veo en buena compañía- le dirigió una mirada de odio a cada uno de los jefes de familia, especialmente a Giuseppe. – No pensarías que te recibiría de la misma manera que estos traidores, con los brazos abiertos ¿o sí?
El interpelado optó por dejar caer la careta de forma definitiva. No veía a sus hombres por ningún lado, despertando sus instintos defensivos. El temor que comenzó a nacer en él al ver a su enemigo entrar se iba acrecentando con cada paso que daba, sabía de antemano que había perdido, y que no por nada los demás jefes de la mafia habían tenido que votar a favor del inglés, a pesar de no quererlo. Ahora necesita una salida y sin embargo no quería irse con las manos peladas.
-Vengo por lo que es mío imbécil. Entrégame a Candy y prometo irme en paz. - le sonrió cínicamente, quería ver la cara que ponía Grandchester al ponerle dueño a la mujer que él estaba protegiendo.
-¿Candy…? - Terry paró en seco. Sacó del bolsillo de su chaqueta una carta – ¿no fuiste tú quien le ordenó escribir esta nota? –le mostró la misiva lanzándosela.
Neal miró el papel en el piso y supo que las cosas habían salido mal, fue un error garrafal el haberla mencionado en sus tratos con los otros, le habían traicionado de la misma forma que hacían con Terry. En ese momento el sonido de varios martillos percutores en tensión interrumpió la conversación. Giuseppe, sumado a los demás jefes sacaban sus armas, apuntando a los dos jóvenes. Con rápidos movimientos, Terry se hacía de sus propias armas, abriendo sus brazos de par en par, dirigiendo la mira a cualquier objetivo en movimiento, había ordenado a su gente que dispararan contra cualquiera que intentara matarlo, pero no a Neal, a él lo quería para sí mismo.
Neal, absolutamente fuera de sus casillas, comenzó a girarse hacia donde estaban las armas dándose cuenta que lo tenían cubierto más de una pistola y gritó.
-¿!A QUIEN CREES QUE ESTAS APUNTANDO ESA ARMA, IDIOTA!?- se dirigió a Giuseppe específicamente.
-Parece que hasta aquí llegó tu plan expansionista- se mofó Terry, sin dejar de vigilar su entorno mientras se preparaba para lanzar el primer disparo.
-¡CALL… -intento gritarle Neal sin lograr terminar la frase pues fue bruscamente interrumpido.
-¡SILENCIO, AMBOS!- gritó Giuseppe en un atisbo de valentía, estaba seguro que los tenía a ambos entre sus manos, al fin y al cabo él tenía la carta que ambos se estaban peleando.
En ese momento entraban, desde la parte trasera de la iglesia, Barzini y un grupo de hombres. Él llevaba a la rastra a la joven enfermera, amordazada y amarrada; mientras que un par de soldados cargaban con el cuerpo de Ricci, para estupor de Neal, estaba acabado, no solo habían usado a Candy en su contra sino que habían aniquilado a su mejor hombre.
-El trato se mantiene, Grandchester. Tu posición, por tu vida y la de la rubia… -dijo el hombre con el arma en la mano.
Neal miraba enfurecido la imagen, al final lo estaban ignorando como si él no mereciera el mismo respeto que Grandchester, como si no fuera nada.
-¿Qué te hace creer que voy a aceptar?- rió Terry. - ¿Has visto alguno de los hombres que tenían apostados afuera de la iglesia? – preguntó.
Su profunda voz resonó en la iglesia, al tiempo que se escuchaba el sonido de armamento preparándose para disparar. Giuseppe miró alrededor suyo, efectivamente los únicos hombres que tenía eran los que estaban apostados detrás suyo, empezó a temblar ante la situación, pero ya no había marcha atrás.
Neal entró en desesperación, las cosas no podían estar peor para él. Si iba a caer no lo haría solo, se llevaría a varios consigo, incluyendo a Terry. Aprovechó que todos estaban distraídos para sacar el arma que cargaba en sus espaldas, disponiéndose a disparar. Candy, que no le había sacado los ojos de encima, comenzó a gritar sin éxito, optando por removerse, pisando con fuerza al hombre que la retenía, empujándolo con su cuerpo. Echó a correr en loca carrera. Un grito, un disparo, seguido de una tempestad de balas. Si Neal hubiera sabido lo que vendría, no habría percutado su arma.
Giuseppe al ver a la chica correr entró en pánico y le disparó en su intento por retenerla, esto desató una lluvia de balas entre ambos bandos. Neal vio caer a Candy, y aunque quiso correr a asistirla era imposible hacerlo en medio de las balas. Terry quiso hacer lo mismo, pero en ese momento lo importante era sobrevivir para poder hacer algo más. Como si fuese una broma del destino, tanto Neal como Terry se unieron en un intento por salvar sus propias vidas contra los otros jefes y sus hombres, de alguna forma sabían que no tenía caso pelear entre ellos en ese preciso momento, pues cualquiera que sobreviviera estaba en manos de los otros. Los hombres de Terry cerraron filas detrás de los que intentaban escapar mientras en el suelo Candy se desangraba sin que nadie pudiera prestarle ayuda.
En pocos minutos, que parecieron horas, aquella iglesia se convirtió en un campo de batalla y aquellas imágenes en las paredes fueron testigos de aquel combate y toda la sangre derramada… Tanto Neal como Terry alcanzaron a Giussepe antes de que este pudiera escapar, al final habían caído en su propia trampa.
-Sr. Grandchester, jefe, yo… yo fui engañado, nuestras familias estaban amenazadas…perdóneme, per…
-Sus familias no sufrirán las consecuencias, tómalo como una retribución por tus servicios, llévenselo… -ordenó Terry a sus hombres. Nadie volvería a verlo ni a él ni a los demás que le habían traicionado.
Neal sabía que ese podía ser su fin, no tenía balas y además estaba completamente rodeado, vio como Terry le dio la espalda, seguro de que nada le ocurriría, caminó hasta donde yacía Candy.
-Tonta… te dije que…
-No lo mates...-dijo en un suspiro.
Terry escuchó y miró a Neal quien observaba la escena desde corta distancia.
-No lo mates…ya no más sangre… -volvió a decir Candy.
-¿Lo defiendes, aun cuando estas en esta situación por su causa?
-Fue mi culpa… yo…
Terry vio como en ese momento escupía sangre por la boca y supo que ya no podría hacer nada por ella. Buscó la herida dándose cuenta que sus pulmones posiblemente estaban reventados. Sintió lástima por ella, por no haber podido hacer más, y no protegerla hasta el final, pero también con ello rabia, porque al final ella había causado su propia desgracia, la odiaba por eso.
Ya no pudo decir más porque su cuerpo no se lo permitió, perdía la vida entre sus brazos, pero no podía darse el lujo de llorar por ella. La colocó en el piso y tomó el arma para apuntar directo a Neal, quien a su vez apuntó a Terry como si pudiera matarlo de una vez por todas. Nervioso, Leagan sonrió al pensar que había llegado su hora, y el inglés, sin amedrentarse hizo lo mismo, al mismo tiempo. Sentía rabia y ganas de molerlo a golpes. En ese momento ambos activaron el arma, pero ninguna se disparó, era empate.
-Es tu día de suerte Leagan.
-Parece que el tuyo también ¿no es así?
-Lárgate, te dejare que vayas de aquí sólo porque ella lo pidió. –dijo mientras revisaba su arma checando que efectivamente no tenía balas, y pensando para sí mismo que tal vez era su destino dejarlo partir ya que Candy se lo había pedido.
-¿Así? ¿Me vas a dejar ir sin más? - respondió incrédulo.
-Para mi eres insignificante, así que no veo por qué no hacerlo… Lárgate y no vuelvas, inventa una historia si quieres sobre Candy, pronto la llevaré yo mismo.
-¿Está muerta?
-Todavía tienes la desvergüenza de preguntarlo, lárgate si no quieres que me arrepienta y te mate ahora mismo.
Neal miró el cuerpo de Candy, dio unos pasos y antes de que terminara de partir Terry le soltó tremendo puñetazo que le hizo tambalear, estuvo a punto de responder el golpe, pero se contuvo ante la mirada de odio.
-Si no fuera por ti ella seguiría viva, tenlo presente para cuando volvamos a encontrarnos.
Neal se sobo el rostro y camino enfurecido ante lo acontecido. Había perdido, y no sólo a Candy, sino también la posibilidad de expandirse, a sus hombres y el honor frente a Grandchester...
Terry levantó el cuerpo de Candy, la subió al auto y la llevó directamente al hotel, no quería que la vieran involucrada en aquella masacre, aunque sus hombres limpiaron todo era obvio que todo había sido un ajuste de cuenta entre mafiosos.
FIN
Espero que les haya gustado este fic... a quienes nos dieron su apoyo les llegara su regalito...
Última edición por GEZABEL el Vie Mayo 14, 2021 3:53 pm, editado 1 vez
Lloro.