Los siguientes días Dulce prefirió no alejarse mucho de la cabaña y si era necesario salir o comprar, hacerlo con su amiga Flammy. Ella estaba aprovechando al máximo las horas de soledad, tranquilidad y paz… bueno, paz muy poco. Suele observar detalladamente su entorno, por si de algún momento a otro le aparezca Dubois entre los árboles; ahora le parece demasiado extraño y muchas rara coincidencias que las dos ocasiones que ha sido atacada y su vida corría peligro, él estuviese cerca para “salvarla”
-¿Será que él ha preparado esos incidentes? ¿Con qué propósito? Es un hombre insufrible, imposible de dialogar con él. Tal parece que todos los que están alrededor de Dubois respiran por pura misericordia. ¡Es un déspota!
Gruñe a la vez que le da una patada a un trozo de rama que estaba cerca a sus pies. Tras cerciorarse que no hay nada extraño ni muros en la costa, regresa a la vivienda para comer. En la noche deciden ir a tomar un par de copas al pub del pueblo, y cuando llegan no hay muchas personas, están bebiendo tranquilamente cuando de presto un caballero se coloca a un lado de ellas como quien va pedirse una nueva cerveza
-Dulce… por favoooor… dime que mis ojos no me engañan y que ese hombre está “Toma pan y Moja”
-¿Quién?
-¡¡No!! Pero no mires… disimula, disimula
Le suplica mientras la sujeta del ante brazo. La rubia accede y coloca su copa en la barra y por el rabillo del ojo fisgonea. Al instante su ánimo decayó cuando lo reconoció.
-Flammy, te sugiero que vayas a revisarte la vista porque con esas gafas no ves bien
-¿Pero qué dices Dulce? Si es muy guapo ¿Qué te parece si lo saludamos?
-Si realmente quieres, te dejo para que lo conquistes… pero desde ya te digo que buena persona no es, ese hombre no vale la pena, sólo te traerá humillación.
Finaliza sus palabras con contundencia, Flammy no sabe muy bien qué hacer; cuando él se apoya con su cadera y mira a las chicas. Con una sensual sonrisa les dice
-¿Puedo invitarlas a una copa?
-No, muchas gracias señor Laurus, pero no hace falta.
-¿Me conoce señorita? Aunque debo de decir que también su rostro me suena familiar
-En una gala que se celebró en el Museo Metropolitano, pero no crea que lo tengo en el mejor de los conceptos
-Bueno, me gustaría poder hacer algo en favor de cambiar dicho concepto
-Lo siento, no estoy para perder el tiempo. Buenas noches
Y sin más camina en dirección de la salida dispuesta en dejarlo atrás, su amiga le sigue los pasos; dejaron aun Benoit rabiando del disgusto, sabía que estar con ella no le iba a ser fácil, pero no se había imaginado cuánto.
Finalmente, Dulce regresa a su casa en la ciudad el domingo a media mañana, pues no quería permanecer en el pueblo más tiempo para no volver a coincidir con Benoit Laurus, ni Greum Dubois. Su amiga aceptó la propuesta pues no tenía argumentos para lo contrario. La rubia paga con dos billetes al taxista y le dice que se puede quedar con el cambio, acto seguido el conductor se baja para sacar su equipaje del maletero y despedirse.
Ella suspira aliviada, siente que sólo en ese lugar puede estar segura, es su escondite, refugio, ese rincón especial. Cuando estaba dándole vuelta a la llave en la cerradura escucha un sonido extraño, se gira para ver de qué se trata y para su gran sorpresa una bestia peluda se abalanza sobre sí con tal ímpetu que chocó con la puerta
-¡Aaayy! ¡Musone! Ha, ha, ha. Vaya sorpresa
Lo saluda sonriendo al sentir el hocico húmedo y suave olfateándola de arriba hacia abajo. Siente cosquillas y una especie de felicidad por volver a ver al can; momentos después de tan efusivo encuentro, Dulce levanta la vista del animal para cerciorarse si venía acompañado por su dueño, a lo mejor están ahí para agradecerle el haberlo cuidado la vez anterior… pero para su sorpresa no había nadie.
La decepción en su rostro se dibujó fugazmente, Musone estaba solo.
-Oye, me alegro de verte pequeño cascarrabias. ¿En dónde estuviste metido todo éste tiempo?
-Buuff
-¿En serio? Vaya, qué interesante. Y por cómo se mueve tu colita me parece que también te alegra verme.
Comenta tiernamente mientras le rasca la cabeza, el animal se deja; tal parece que es más afable que antes, por lo que a Dulce se le ocurrió la ingeniosa idea de adoptar al perro. Lo invita a pasar y Musone entra hecho un torpedo, olfatea todo el lugar mientas que ella busca algo que pueda usar como cama para él.
Aprovechó la comida que había comprado la última vez que había estado la bestia ahí para que éste comiera, pero Musone la despreció tajantemente. No le gustaba
-Bueno, si no quieres ¡Tú mismo Musone! Aguantarás hambre, porque de mi pollo no te pienso dar
-Bgof
-No, que no insistas
-Ggrrrrr… grrrr
-No me seas melindroso… come. Y más tarde saldremos a dar un paseo ¿De acuerdo?
-Grrr… grrr…
-Ha, ha, ha… qué mal humor te gasta. No pareces un animal
-Grrrr… grrrrr… boofff
Volvió a gruñir más no hizo gesto de probar bocado. Se acostó en su rincón y se puso a descansar.
A media tarde, un tintineo peculiar llamó la atención del can y una nueva lucha se volvió a dar; Musone no quería usar la correa. La hizo corretear por toda la casa evitando que lo alcanzara y amordazara con ese objeto tortuoso y denigrante; más decidido que nunca a que no usaría eso se acerca a la puerta y se levanta sobre sus dos patas para luego con destreza hacer girar la manecilla y abrirla, con su hocico termina de moverla para despejar el paso y luego volver a ver a la rubia que se había quedado impresionada por su habilidad. El animal jadea como si sonriera victoriosamente y emite un ladrido como si le estuviese diciendo que se diera prisa
-¿En dónde aprendiste eso?
Pregunta impresionada a la vez que toma las llaves y bolso para salir
-Ahora entiendo cómo es que lograste poner la casa patas p’a rriba
-Bguffff
-Por lo visto tendré que dejarte bajo llave de ahora en adelante
-Grrr… grrrrr
-Ha, ha, ha… ¿Qué clase de animal eres Musone? Cualquier diría que eres normal
Y con buen ánimo salieron a pasear hasta entrada la tarde.
Los días se siguieron sin mucha variación, Dulce disfrutaba de la compañía de Musone, su trabajo, las amistades y una vida tranquila, como había sido siempre. Hasta que una tarde al salir del Museo como de costumbre, un Maybach negro frena repentinamente cerca de ella y dos hombres encapuchados la obligan a subirse al coche.
Ella se resiste cuanto puede, pero ellos son más fuertes y la han tomado de improviso, con un pañuelo le taparon la boca y cuando aspiró el olor de químico con el que había sido empapado se desmayó. El hombre conduce por un rato hasta que finalmente llegan al escondite.
En el hangar Dulce es atada a una silla, una lámpara la ilumina mientras que su derredor está oscuro. Los hombres se acomodan por el lugar en espera de que aparezca su jefe en cualquier momento. La joven está por recuperar la conciencia, siente su cabeza un poco embotada y le cuesta enfocar la vista por lo que no logra ver bien su derredor ni quienes están ahí.
De presto la puerta que permite el acceso a lugar deja ver a un hombre alto y fornido, el eco de sus pasos anuncian que se aproxima a la joven, inmediatamente los chicos que estaban ahí se ponen en alerta ante cualquier orden que pudiesen recibir; cuando el caballero se detiene frente a la joven la observa silenciosamente y claramente se relame de placer al ver a su objetivo tan cerca.