LO QUE PASÓ EN LAS VEGAS, NO SE QUEDÓ EN LAS VEGAS...
CAPÍTULO 2
En Hawái, las chicas se encontraban en sus habitaciones, el viaje y la caminata las había agotado; Candy fue una de las primeras en dormirse, después de haber tomado una ducha, mientras lo hacía no dejaba de pensar en Terry, no sabía por qué se sentía inquieta, no quería darle peso a esos pensamientos, así que le mandó un mensaje a su chico engreído para desearle buen descanso, los dos siempre lo hacían, sin embargo, esa noche, después de la llamada telefónica, no había sabido nada de él, ni de los demás.
Lo comentaron en la cena, ninguna de sus amigas tuvo comunicación con sus novios. Las bromas no se hicieron esperar. — ¿Qué les parece? ¡Solo bastó un día para que nuestros amorcitos se olvidaran de nosotras! — Decía Karen con su característico humor negro — ¡Sí! ¡Seguramente están pasándola bien con unas mujeres exuberantes!... Jajaja… — Comentó Molly — ¡Entonces ya no tendrán despedida de soltero! Serán castigados, ¡Total! ¡Ya la están festejando con mucha antelación! — Exclamó Patty — ¡Tienes toda la razón! Yo también, se la aplicaré a Archie y creo que todas deberíamos hacer lo mismo, ¡Nada de despedida de solteros! — Rieron todas. — ¡Chicas! ¡Los muchachos serían incapaces de hacer algo así! Ellos querían las vacaciones para distraerse del trabajo, de la cotidianidad, ¡Tal ves estén nerviosos por la boda! ¡Seguramente están ya dormidos! — Repuso Candy — ¡Lo sabemos amiga! ¡Pero no es tan bueno ser tan crédula! ¡Los hombres siempre serán hombres! Y aunque los nuestros se porten bien, nunca faltan las lagartonas que andan en busca de los guapos para seducirlos, como aquellos animales que están vigilando a su presa para saltar sobre ellos y ¡Zas! — Diciendo esto, Karen se fue aproximando a Patty con los brazos en alto y formando con los dedos de sus manos unas garras, para aplaudir de repente logrando con ello que la chica de gafas respingara soltando un grito. Las otras muchachas soltaron tremenda carcajada que hizo eco en el salón de la cabaña VIP de una elegante zona turística. —¡Karen! — Gritó Patty, quien a pesar de que sabía que era broma, había puesto demasiada atención a la actuación de su amiga. Sintió escalofrío tan solo de imaginar una situación así. — ¡Vamos, Patty! Todas conocemos a nuestros prometidos, ¡Ninguno caería bajo los embrujos de mujeres así! — Intervino Molly — Por lo menos, Archie con lo exigente que es con el aspecto físico, ¡Dudo que una fémina de esas le llame la atención! — … Jajaja... ¡A decir verdad, yo tampoco lo creo de Anthony! — Comentó Karen.
A pesar de que, Candy se divertía con las ocurrencias de Karen, se dio cuenta de que, nunca había pensado en que Terry le fuera infiel, así como ella tampoco lo sería. Su amor era firme, el paso de los años lo había fortalecido, sus discusiones, que eran pocas, se debían a la necedad de ella por dedicar mucho tiempo a sus obras de caridad, más cuando el castaño se encontraba en Estados Unidos y requería de toda la atención de la rubia. Se encontraba inmersa en sus pensamientos que no escuchó cuando Molly le preguntaba. — ¿Y tú Candy? ¿Crees capaz a Terrence de tener una aventurilla con una… ¡Candy, Candy! ¿Qué piensas? ¡Que no me haces caso! — Perdón Molly, ¿Qué me decías? — Te preguntaba si ¿Crees capaz a Terrence de tener una aventurilla? — ¡Justamente pensaba en ello! La verdad, es algo que no ha atravesado por mi mente, ¡Yo no lo creo capaz! ¡Pero de que les llame la atención a otras mujeres sí! Cuando salimos, me molesta de sobremanera el descaro de algunas, que a pesar de que él viene conmigo, tomados de la mano o abrazándome, no disimulen que les atrae o intenten llamar su atención. No obstante, creo que si algo así sucediera, sería el acabose de nuestra relación, ¡Yo no perdonaría una infidelidad! ¡Así muera de amor! — El silencio se apoderó de la sala, todas se quedaron pensando en lo que harían si sus prometidos pondrían en juego su próximo enlace por una aventura. Las tres chicas, asumieron la misma postura, aunque dentro de sus corazones el temor se había hecho presente.
Mientras tanto en las Vegas, Terry, Albert y Archie se miraron entre sí, preguntándose ¿Qué está pasando? Asombrados veían a sus amigos, pasados de copas. Ninguno de ellos reparó en Elisa, se veía tan diferente, que, entre el efecto del alcohol y la penumbra del lugar, los hacía sentirse en otro entorno con visiones y pensamientos distorsionados. Si bien, a Stear y Anthony se les pasaron las copas, los otros caballeros sufrían estragos por la bebida, que ninguno de ellos se atrevió a decir nada.
Elisa, tampoco decía nada, con su cabellera y abrazando a Stear cubría parte de su rostro, su atuendo tan llamativo la hacía verse como otra persona, además que, tenía bastante tiempo que no iba a las reuniones familiares y ninguno sabía que se había cortado el cabello. Su peinado tradicional, dio paso a uno más sofisticado, pero indudablemente rojizo. La doble vida que llevaba era desconocida por sus padres, quienes no reparaban en las largas ausencias de su hija. Elisa se cansó de perseguir primero a Anthony, quien nunca pasó de ser cortés con ella, después al conocer a Terrence, por más que hizo y deshizo, nunca logró nada; odiaba su vida, la cual estaba plena de apariencias, clásicas de la alta sociedad, así que, decidió cambiar, ser libre, conocer otro tipo de personas, pero sobre todo vivir experiencias “diferentes”; le encantaba ser asediada por toda clase de hombres en los que buscaba solamente satisfacción, sin embargo, sus amigas no sabía nada de su vida en Nueva York, pues ella se había inventado una historia triste de una joven solitaria, dado que sus padres fallecieron y su único hermano vivía en Chicago y ella quería abrirse camino en las Vegas. Cada seis meses iba a su casa, pero como siempre, nunca estaban sus padres, visitaba a los Ardlay, pero la única que la tomaba en cuenta era la tía abuela, quien la adoraba, situación que aprovechaba ella para obtener dinero, lo que ganaba en el centro comercial, donde todas trabajaban era muy poco, así que le convenía mantener una estrecha relación con la anciana. Con su hermano Neil se frecuentaba, pero él, salvo pretexto de aprender todo lo concerniente a los hoteles que tenían viajaba constantemente a Florida,
Anthony muy sonriente les dijo a sus amigos. — ¡Miren chicos, les presento a nuestras salvadoras! Ella esss — Intentaba decir, pero su lengua se arrastraba — ¡Luisa! ¡Hola! — Respondió tímidamente la joven — ¡Sí! Luisa — Prosiguió Anthony, mientras que Stear tambaleándose no soltaba la cintura de Elisa. Los que estaban en la mesa, respondieron con un hola, pero Archie reparó en Luisa. — ¿Nos conocemos? Tú rostro se me hace conocido. — ¡No, lo creo! Es mi primera visita al continente, vivo en Francia; mintió ella. — ¡Ohh! ¡Entonces, las copas me hacen ver visiones! — Declaró Archibald. — ¡No te preocupes! ¡Eso suele suceder! — ¡No, no, no! — Reparó Stear — ¡Eso no debe de ser! ¿Cómo podrías olvidar a una belleza como ésta? Archie, que estaba cerca levantó su brazo, palmeando el costado de su hermano — ¡Tienes razón! ¡Es un pecado!... Jajaja… ¡Disculpe usted madame! Al decir esto se levantó para hacer una reverencia, pero un mareo provocó que se fuera de frente, su cabeza quedó sobre el busto de Elisa, quien con su mano tapó su rostro fingiendo sorpresa; él se dejó llevar por el delicioso aroma que emanaba de ella, no obstante, al sentir que su barbilla tocaba el nacimiento de los cálidos senos, abrió grandemente sus ojos, desviando su mirada a la cara de la joven, quien lo miraba intensamente, el chico con las mejillas sonrojadas solo esbozo una risita, pero por más que trataba de levantarse el vértigo no lo dejaba. Albert se levantó de su asiento para ayudar a su sobrino, tomándolo del brazo para separarlo de la mujer, que por un motivo que él no entendió movió su cabeza para que la penumbra velara la totalidad de su semblante.
En ese momento, una voz llamó la atención del rubio mayor, que entre el tambaleo de Stear y Archie, el también comenzó a trastabillar — ¡Chicas, aquí están! ¡Las andamos buscando! — Se trataba de Lily, quien acomedidamente tomó a Albert por el codo diciendo — ¡Cuidado! ¡Estos chicos te tumbarán! — Él, que sin voltear sintió como la mano de la mujer apretaba su brazo. — ¡Gracias! — Respondió, mientras lograba sentar a Archie nuevamente en su silla. — ¡Lily! — Saludó ella, extendiendo su mano sutilmente y esbozando una sonrisa coqueta. — ¡Albert! ¡Mucho gusto! ¡Lamento esto! — ¡Ohh! No te apures, a veces se nos pasan las copas y más cuando festejamos algo, o estamos muy contentos. — Decía, al momento que suavemente deslizaba la palma de su mano en el costado de él. Albert comenzaba a sentirse un poco más atontado por el whisky. Luisa había sido desplazada por Eliza, que ya sostenía a Anthony, abrazándolo. Stear, estaba perdido, para cuando Luisa lo abrazó él acorrucó su cabeza en el pecho de la joven. — ¡Patty! ¿Por qué no, nos vamos al departamento?... Terry al ver todo eso, se levantó y tomando al chico de gafas de la chaqueta se lo arrancó a Luisa. — ¡Con cuidado, cariño! ¡No lo vayas a lastimar! — El castaño no hizo caso de los comentarios; hacía esfuerzos para que el inventor se quedara sentado. — ¡Camarero, camarero! — Llamaba el inglés al mozo, que inmediatamente fue a él. — ¡Traiga hielo por favor! — Ordenó. — ¿Por qué tan enojado? — Terry se volvió para ver quién hablaba. — ¡Por todos los santos! ¡No puede ser! ¡Susana! — ¡En persona! ¡Terry cariño hace tanto tiempo que no te veo! — Comentó la rubia lacia, abrazando al joven, quien no ocultó su disgusto. — ¡Suéltame, Susana! ¡No me digas cariño! — ¡Vamos, Terrence! ¡No puedes tratar así a una vieja amiga! — Te equivocas, ¡Tú nunca fuiste mi amiga, solo eres una conocida del colegio! — Terrence no quería ser tan grosero, pero recordó lo insistente que fue esa chica en el periodo escolar, además que por su culpa Candy no le creía su amor, dado que la despechada muchacha dispersó por toda la escuela que él era su novio. — ¿No me equivoco? ¿Eres Susana Marlow? — Cuestionó Archie, levantándose de nuevo. — ¡Archibald Corwell! — Exclamó la chica, abrazándolo. — ¿Qué les parece? ¡Una reunión de ex compañeros! — La voz de Annie era fuerte, no contaba más con su dulce y mustio tono al que su ex novio estaba acostumbrado.
Lily que estaba atenta a todo lo que sucedía observó como Archie miraba fijamente a Annie. Pensó que cualquier error de alguna de ellas echaría abajo sus planes, así que, comentó. — ¡Genial! Entonces no todos somos desconocidos, que mejor para celebrar juntos. Ni tarda, ni perezosa llamó a los meseros ordenando que se ajustara la mesa para que todos estuvieran juntos. Albert, no dijo nada, estaba un poco aturdido, pero pensó que departir con esas mujeres no tendría nada de malo, finalmente era la única ocasión en que las verían.
Para Archibald ver a Annie así, lo sorprendió, ¿Dónde había quedado la tímida de su ex novia? Se veía tan diferente. Stear, que intentaba limpiar sus gafas con su camisa comentó. — ¡Pero que cambiada estás! No te conocía esas… Decía mientras que, simulaba unas manos llenas. — ¡Stear! — Lo calló Archie, que no aguantaba la risa. — ¡Y esas piernas! Creo que nunca te vi más allá del tobillo, como las puritanas del siglo pasado… Jajaja… — Continuaba Stear, su hermano no pudo más y terminó riendo a carcajadas. Era verdad, su ex novia era tan… tan… no sabía como definirla. Luisa se acercó y acariciaba el cabello del inventor. — ¡Gracias! — Decía con el conocido arrastre de lengua que caracteriza a una persona ebria. Lily ya había pedido otra botella, la música sonaba y todos tomaban alegremente. La embriaguez de Archibald le hizo olvidar el motivo por el que se separó de Annie, los demás estaban eufóricos, para ser el primer día de vacaciones, todo estaba siendo divertido.
Lo que los chicos ignoraban era que, momentos antes, el grupo de mujeres instaladas en su mesa, a pesar del espectáculo, que era magnifico, no dejaban de observar la forma desmedida en que los caballeros bebían. — ¿Ya vieron? Ellos solitos se están preparando para nuestra aparición especial — Al decir esto Lily, las demás muchachas disimuladamente miraron hacia la mesa contigua. — ¡Brindemos por ello!, ¡Tal vez, esta sea nuestra gran oportunidad de salir de pobres! — Exclamó Lily levantando su copa. Sus amigas imitaron el gesto con fuertes risas, sin embargo, el alto sonido de la música mitigó las estruendosas carcajadas. — ¡Tenemos que idear la forma de acercarnos! — Comentó Luisa. — ¡Amiga solo tenemos que esperar el momento oportuno! No los perdamos de vista, cuando alguno se levante lo interceptaremos para generar un encuentro ocasional. ¡Y para eso falta muy poco! ¡Así que preparadas! — Lily presentía que esa sería su noche.
Annie guardaba silencio, el volver a ver a su exnovio le provocaba sentimientos encontrados, por un lado, le seguía gustando, amaba su estilo, su olor; recordaba su aliento y sus caricias, pero, por otro lado, el rencor por su desdén se mantenía intacto, no había superado del todo su rompimiento. El resentimiento y despecho surgieron en su interior, quería vengarse y si esa noche pudiera hacerlo, lo haría. Después del escándalo que provocó, sus padres decidieron mandarla a Dakota del Norte como castigo. Le enviaban una mesada, pero nada más. A ella no le gustaba el lugar, no se veía ordeñando vacas. Se sentía traicionada por sus padres, así que decidió irse a las Vegas, sin decirles nada; mes con mes iba al cajero por su dinero, mismo que utilizaba para sus gustos. Al llegar a esa ciudad, buscó trabajo colocándose en el centro comercial, lugar donde conoció a Lily, quien de inmediato la incluyó en su círculo de amigas. Le sorprendió encontrar a Elisa viviendo en ese departamento, que, si bien era lujoso, no se comparaba con la mansión de los Leagan. Ambas se saludaron como si no se conocieran, pero cuando estuvieron solas Elisa le aclaró — ¡Mira Annie! Tus motivos tendrás para estar aquí, imagino que, ¡Después de tu escandalito, no encontrabas donde esconderte! Sé que, por esa razón, tus padres perdieron los negocios con los Ardlay, así que, ¡Entendámonos! ¡Sí tú no me conoces, yo tampoco! Será la única manera que vivamos en paz, sin cuestionamiento, preguntas o que alguna de las nos juzguemos, ¿Estás de acuerdo? — ¡Sí, Elisa! Pero también me gustaría decirte algo. ¡Ya no soy la misma! ¡A mi no me darás órdenes! Si acepto este convenio, es porque a mí y a ti nos interesa que las demás no conozcan de dónde venimos. Pero no significa que, ¡No toleraré ninguna afrenta de tu parte! — Elisa no se intimidó, pero si notó el notable cambio en el carácter de la exnovia de su primo. Así la convivencia en el departamento, hasta el momento había sido llevadera. Ninguna de las dos se entrometía en la vida de nadie, se trataban bien y participaban en todas las noches locas de sus nuevas amigas.
Después de un rato, Terry, no quería beber más, no estaba tan influenciado por el alcohol, así que se acercó al rubio mayor para comentarle que mejor se fueran. — ¡Calma, Terry! ¿Qué puede pasar? A estas señoritas no las volveremos a ver, además no podremos los dos con Anthony, Stear y Archie, tendremos que esperar un poco a que se les baje la ebriedad. — ¡Ahh! ¿Sí? ¡Eso lo arreglo en unos minutos! ¡Camarero! ¿Dónde están los hielos que pedí! — El mozo le indicó que en la mesa. Terrence los tomó diciéndole a Albert. — ¡Vuelvo en un rato! — El castaño separó a Anthony de un jalón de Elisa y se lo llevó a los sanitarios, llevando también la cubetilla de hielos.
Una vez en el sanitario, Terrence metió a Anthony a un cuarto de baño, a pesar de la resistencia del rubio. — ¡Terry! ¡Suéltame! Vamos a bailar, hace tanto que no bailo… — ¡Primero te bajaré la borrachera! — Pero ¿Por qué? ¡Tanto trabajo que me costó ponérmela!... Jajaja… — ¡Ya tendrás oportunidad para ponerte otras mas durante el mes de vacaciones! — ¡Anda, ayúdame! ¡Sostente aquí! — Le ordenaba, recargándolo en la pared; el chico oscilaba, pero no caía, lo que le permitió al inglés desabrocharle el cinturón y el zipper del pantalón. Tomó los hielos, jaló el calzoncillo de Tonny, iba a dejar caer los hielos en el interior, cuando entró un chico, que, al verlos, movió la cabeza negativamente y comenzó ha hacer sus necesidades. — ¡No es lo que parece! — Reparó el castaño — Yo solo, quiee… — ¡Mira chico! A mi no me importa lo que hagan, solo cierra la puerta, ¿No? ¡Cada quién con sus perversiones! — Respondió el extraño, que lavándose las manos salía del lugar. — ¡Espera yo…! ¡Le quiero bajar la borrachera a mi amigo! ¡Ya ves, Anthony! Pero ¡Esta me la pagarás!... — Reclamaba Terrence, quien ya había metido los hielos dentro del calzoncillo. Un grito ahogado se escuchó en el baño. El joven que los había visto, sentado en la barra, se río comentando al cantinero — ¡Esos dos, sí que la están pasando bien!... Jajaja… ¡Lo que uno tiene que ver en las Vegas!... — Después de unos minutos salieron los jóvenes del cuarto de servició. Anthony se veía menos ebrio con la cara recién lavada. Al pasar por la barra, Terry no pudo evitar sentirse cohibido ante la mirada del joven.
Cuando llegaron a su mesa, en los profundos ojos azules del castaño se dibujó una expresión de terror, sus amigos bailaban muy acaramelados; Albert con Lily, Stear con Luisa y Archie con Annie. La pelirroja y Susana tomaban fotos y video de ellos. — Peeeroo… ¿Qué pasa?, ¿Quiénes son esas mujeres? — Cuestionó Tonny que atónito miraba. — Susana Marlow, Annie Britter y a las demás no las conozco, vienen juntas. Ahora tendrás que ayudarme para irnos, esto no es nada agradable. — Reparó Terry. — ¡Sí! ¡Tienes razón! ¡Vamos! — Los dos fueron a la pista de baile para intentar llevarse a sus amigos, pero de inmediato fueron alcanzados por Elisa y Susana. — ¡Bailemos, chicos! — ¡No! No queremos bailar, ¡Ya nos vamos! — Pero ¿Por qué? Sus compañeros la están pasando muy bien. — ¡Vamos Terry! ¿A caso me tienes miedo? — ¡No digas estupideces, Susana! — Elisa sin decir nada tomó a Anthony del cuello y comenzó a bailar. El rubio, trataba de no ser grosero con la despampanante mujer. — ¡Discúlpame! ¡Debo irme! — ¡Solo esta canción! Como ves mis amigas nos dejaron solas en la mesa. — Contestó Elisa fingiendo la voz. El rubio aceptó, ante la mirada furiosa de Terry. — ¡Lo siento Susana! ¡Búscate a otro! — Apuntó el inglés, quien se retiró a su mesa, no lo podía creer; tomó de un solo trago su vaso de whisky, se sirvió otro, ante la mirada de Susana, quien sonreía complaciente.
Cuando, Terrence se fue al baño Lily vertió unas gotitas de somnífero, dado que se dio cuenta de la reticencia del chico por convivir con ellas. Bastaron unos minutos para que Terry se sintiera mareado, tambaleándose, situación que Susana aprovechó para abrazarlo. — ¡Suéltame Suuu…! — No acabó la frase, cayó en su asiento casi inconsciente, pero todavía algo le decía que no debía quedarse dormido.
En ese momento en Hawái, Candy se despertó de súbito con una fuerte punzada en el pecho, bajó a tomar agua, no sabía por qué de su malestar, al llegar encontró a sus amigas, que conversaban en tono serio.
Continuará…
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