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ROSA PASTEL
POR YURIKO YOKINAWA
POR YURIKO YOKINAWA
Quien diría que el karma existe y que todo mal que hice tarde o temprano se revertiría. ¿Cómo podría describirme con tan pocas palabras sin sonar exagerado? Solo mencionaré algunas, aunque debo aclarar que en el fondo también tengo mi corazoncito, y eso lo supe cuando me enamoré. Me he adelantado mucho a lo que les estoy contando, eso se los mencionaré más adelante para que comprendan que uno puede cambiar por amor o por desamor. Decía, podría definirme como una persona independiente, manipuladora, impulsiva, envidiosa, intocable, caprichosa, rica, bella, con clase, toda una Leagan del clan Andrew.
Haré un breve recuento de los daños justificando mi forma de ser y comportamiento hacia con la única persona a la que más mal he hecho en el pasado: Candice White, que, de ser una hija de Pony pasó a ser la hija adoptiva del tío abuelo William Andrew para convertirse posteriormente en la esposa de un reconocido actor y luego duque inglés. Qué suerte la suya, ella me robó lo que por derecho me correspondía aún antes de conocerla. Era la única niña de la familia, con un padre ausente, una madre orgullosa, superficial y demasiado permisivo, un hermano menor dependiente con falto de carácter, el cual, fue blanco fácil para mis maquiavélicos planes. Por lo tanto, se me fue concedido todo lo que quisiese y desease, tenía en apariencia una buena relación con mis primos, digo en apariencia porque luego de la llegada de la huérfana, me di cuenta de que por educación toleraban el comportamiento de una señorita mimada con un ego inalcanzable.
Para mi padre, era una niña que debía convivir con amigas de su edad, pero, la única niña de mi clase había salido de viaje con sus padres para regresar años después, la recuerdo muy bien, era una chiquilla callada y demasiado crédula al que le daba miedo mi sola presencia. Por más que intenté ser amable con ella, al final, la terminaba ridiculizando para mi propia satisfacción, me gustaba tenerla a mi merced para que no realzara ante los demás, porque aquí como en donde estuviese, el centro de atención era yo y solo yo. Posteriormente, fue la carnada para culpar a Candy de lo que le sucediese, sin embargo, tarde comprendí por qué protegía a esa chiquilla llorona y asustadiza, resultó ser nada más y nada menos que otra hija de Pony, el cual, se avergonzaba de sus orígenes hasta que logró tomar confianza y seguridad de sí misma. Ya no la podía manipular, pero sabía que guardaba su distancia hacia conmigo porque todavía me tenía temor. Aclarado esta parte para que se pueda entender mi conducta y forma de ser, explicaré como es que la envidia se apoderó de mi alma.
En una conversación en la hora del té, mi padre, leyendo un libro, le mencionó a mi madre que era tiempo que tuviera una amiga de mi edad con la que pudiera jugar, platicar y compartir. Recuerdo bien ese momento, como si hubiera sido ayer, mi madre dejó su bordado para ver a mi padre como si fuera un ser de otro planeta, Neal y yo dejamos lo que estábamos haciendo para prestar atención a lo que diría a continuación… “Hay un orfanato en Illinois, adoptaremos a una huérfana acorde a su edad para que le haga compañía al tiempo que se educará como una señorita para que esté a la altura de Eliza hasta que alcance la mayoría de edad.” Mi madre y yo dijimos un rotundo ¡NO! Mis padres voltearon hacia a mí y con la mirada me llamaron la atención, sabía que no debía ser impertinente ni de meterme en conversaciones que no eran mías. Me sentía enojada, mi padre estaba tomando una decisión sin preguntar si yo lo deseaba. No sé qué tanto hablaba mi madre, azoté la muñeca al suelo para luego pisotearla, tenía una serie de sentimientos encontrados que en su momento no podía entender hacia mis padres y la huérfana que pretendía robar mi calma, mi vida y la atención que gozaba. Salí corriendo del cuarto de bordado hacia el jardín, Neal salió detrás de mí, luego de alcanzarme, me dijo que me ayudaría a deshacernos de la impostora si así lo quería. Abracé a mi hermano, lloré por mi orgullo herido, luego, con una sonrisa perversa, le dije que así sería. Estuvimos planificando su llegada al tiempo que les hacíamos creer a nuestros progenitores que aceptábamos a esa nueva integrante de la familia.
¡Cuántas maldades le hicimos para que pudiera marcharse! La calumniamos, levantamos falso testimonio y mentimos ruinmente… Al final, ¿qué logramos? Candy no era Annie Britter, parecía que se le resbalaba todas nuestras hazañas por no decir que no le importaba lo que le pasara, por más que le hiciéramos, se hacía más fuerte, pocas veces la vi enojada, solo una vez la vi llorar, ¡jajaja! Inolvidable recuerdo, ni cuando la acusamos de haberse robado las joyas de mamá le dolió tanto como cuando la encontraron a medianoche con Terry en el establo del colegio. No puedo negar que ahora sí había salido victoriosa, y para cerrar con broche de oro mi osadía, le envié un anónimo al duque de Granchester dándole detalles de la procedencia de la huérfana y de su historial delictivo. Era necesario hacerlo, el fin justifica los medios, había logrado que al fin se marchara del Colegio, de nuestras vidas. Muy poco me duró el gusto, así como se fue la primera vez de Lakewood luego de la muerte de Antony, volvió a América con nuevos bríos. Si yo no podía ser feliz, menos ella, me encargué de envenenar a la ingenua de la tía abuela para que la rechazara más de lo que ya lo hacía, no le perdonaba la muerte de mi primo, luego, la partida de Stear al frente de la Gran Guerra. Seguí poniéndole obstáculos para frenar su progreso y gozar de sus fracasos, hasta que, alguien más lo hizo sin el más mínimo esfuerzo, dándole en donde más le dolía: Su corazón. Esa dulce actriz de quinta resultó ser una mosca muerta, ni yo pude entrar en esa batalla que nunca existió entre Susana, Candy y yo. Ella se había quedado con Terry. Salió lista la muchacha, sin embargo, nunca logró ganarse su amor, es más, ni su sacrificio fue suficiente para que pudieran contraer nupcias. Por supuesto que estaba enterada de lo que pasaba entre ellos. No eran felices, yo misma pude constatarlo, así que, me congratulaba por ello, nadie era feliz, ni siquiera yo. En un inicio, Terry se perdió en el vicio hasta que volvió a los escenarios, fue tal su éxito que años después marchó a Londres a interpretar Hamlet por unos meses. Candy siguió con su vida como si nada pasara a pesar de que la vetamos de los hospitales y de casi casarla con mi hermano. ¡Qué rabia sentí cuando el vagabundo la salvó del compromiso! Luego de ello, marchó al orfanato del que nunca debió haber salido. Muchísimos años de acoso, maltrato y humillaciones habían valido la pena hasta que la lisiada se murió… Lo demás, es de dominio público: Se casó con Granchester y para evitarme como la plaga, partieron a Londres para convertirse más adelante en los nuevos duques de Granchester. Me enteré por el New York Times, no se me olvida haber terminado de leer el diario y felicitarlos mentalmente. Pienso que, sin mí, ellos jamás hubieran fortalecido su amor como para esperar tantos años esperando una esperanza de volverse a ver viviendo de un amor de juventud y de viejos recuerdos.
Esa es la historia de la antigua Elisa Leagan, toda mi adolescencia y casi juventud fue de maldad, tan meticulosa, fría y calculadora, que, al no encontrar la felicidad en ni un lado, decidió buscarla por cuenta propia. Mis primos gozaban de las mieles del amor con las simplonas de Patricia O’Brian y Annie Britter, sin saberlo, Candy tenía un romance con Granchester, jajaja yo que pensaba que se entendía con el vagabundo y el tonto de mi hermano que cae en sus encantos, nunca entendí qué le vieron, qué hacía ella para enamorarlos hasta que me sucedió…
Luego de que había pasado el encanto y gusto de saber que Candy había perdido a Terry ante Susana y de su enclaustramiento en el famoso Hogar de Pony, entré en un proceso de letargo y monotonía, las compras no me satisfacían, las fiestas eran aburridas con tanto viejo casadero. Jamás de los jamás permití que mi madre y tía abuela decidieran por mi felicidad a conveniencia, comencé a sentirme sola, vacía, sabía lo que quería pero no lo encontraba, las amigas que frecuentaba ya se habían casado, pero no tenían ese brillo en los ojos cuando hablaban de sus finísimos y casi perfectos esposos, nunca tuvieron ese atisbo de un sentimiento como el que expresaba y manifestaba el ahora matrimonio Conrwell, el cual, no habían podido casarse sin la bendición de la tía abuela a pesar de que el tío William había aprobado el compromiso, ellos tan bien, tan pulcros, bajo las exigencias de las normas sociales ¡OCH! Asistía a las fiestas sociales porque era estrictamente hacerlo, pero, detrás de ellos, comencé a escaparme a los cabaret, solo bastó ir una sola vez con Neal para enamorarme del lugar, ahí comenzó mi segunda vida llena de excesos y de falsos romances hasta que lo conocí en el Cabaret Cotton Club ubicado en Harlem, Nueva York, en el mes de febrero, día de mi cumpleaños.
Esa ocasión había viajado a Nueva York bajo el pretexto de comprar lo último en moda y glamour, en algo era cierto, pero mis planes reales eran festejar mis veinticinco primaveras de frustración, soledad y desamor. Ahora radicaba en Florida, mi hermano se había enfrascado en los negocios que ya no tenía tiempo ni para hacerme compañía. Hice la reservación previamente. Comencé mi arreglo personal con antelación, había decidido ir vestida con formalidad, para ello, había adquirido lo nuevo de Coco Chanel, el Little black dress, con accesorios largos y sombrero cloché. El maquillaje resaltaba el perfil de mi rostro entre sombras oscuras, rubor rosa y lápiz labial carmesí que le daba forma de corazón a mis labios. Como toque final, el rocío del perfume Channel number five. Esa noche sería solo para mí y nadie más, no iba en plan de conquista, solo iría a despedirme de lo que restaba de mi juventud para vivir posteriormente al máximo porque al paso que iba, sería la futura tía abuela Elroy al no encontrar marido que amara y me pudiera amar. Yo era una mujer liberal y lo demostraba hasta con mi corte estilo bob. Desde antes quería sentar cabeza, independientemente de mi vida loca, empezaba a involucrarme en la administración de los hoteles de la familia, pero no lo había hecho a tiempo completo. Contesto el teléfono, del otro lado de la línea, me informan que el taxi que había pedido esperaba en la entrada del hotel. Tomo mi bolso, me cercioro en llevar la pitillera, la boquilla larga para fumar y el encendedor.
El lugar estaba lleno, entregué el abrigo, me dirigieron a la mesa que había reservado, la música de jazz amenizaba el ambiente, antes de que se retirara el camarero le pedí dos Martini para brindar conmigo misma, era el momento adecuado para comenzar mi celebración antes de que iniciara el espectáculo principal, el cual, desconocía y no me importaba saberlo. Estaba por encender el tercer cigarrillo de la noche cuando una mano masculina se adelantó con el fuego, lentamente levanté el rostro para ver al hombre que interrumpía mi celebración. Sus ojos grandes y negros como la noche me atraparon, podía reflejarme en la profundidad de ellos, estoy segura de que él también podía verse a través de mis pupilas. Aspiré profundamente de la boquilla para que se encendiera el cigarrillo, una fuerte tos me ha dejado en ridículo. El hombre caballerosamente ofrece su brazo para salir del cabaré y tomar aire fresco. Minutos después me recompuse. -¿Te encuentras bien?- Me preguntó con su grave voz varonil, el cual, hizo que mi piel se erizara, no tenía voz para contestarle, estaba muda y estática ante su presencia, esa, no era Elisa Leagan, el flechazo del amor había dado directamente al corazón, lo sabía, lo sentía, jamás había experimentado algo así por alguien más, ni Antony ni Terry me provocaron esas emociones. -¿Te encuentras bien?- volvió a preguntar con cierto aire de preocupación. Me recompuse, me di cuenta de que lo estaba mirando bobamente, no pude evitar sonrojarme ante lo sucedido, ¡ya no era una adolescente! Le contesté con voz entrecortada de que me encontraba bien mientras me daba ligeros golpes en el pecho justificando la reacción de hace unos instantes. -¿Bailamos?- Mirándome fijamente extendió su brazo, y, abriendo la palma de su mano en espera de una respuesta a su invitación, sin decir palabra, le di el dorso de mi mano. La tomó para depositar un beso en ella, luego entrelazó nuestros dedos para regresar al cabaré. Desde esa noche, no hemos dejado de vernos ni un solo día, y, sin darme cuenta, ya estaba viviendo en su departamento.
Neal pegó el grito al cielo cuando se lo platiqué por teléfono: -¿Estás loca? No es lo mismo tus secretas aventuras a que estés con un tipo al que apenas conoces y para variar no sabes nada de él más que su nombre y nacionalidad. Elisa, algo esconde ese turco, no es posible que los hombres que lo acompañan no lo dejen ni a sol ni a sombra, ¿acaso es un jeque? ¿un delincuente?- -Hermano, si te he contado todo esto es para que me ayudes con mamá y papá, se me acabaron los pretextos para continuar mi estadía en Nueva York, tú eres el único que me puede ayudar, ¡por favor!- -Hermanita, no confío en tu amante, guarda muchos secretos. En cuanto a nuestros padres, nos van a matar cuando se enteren, no sin antes llevarte a rastras hacia el altar, no olvides que no es bien visto lo que haces y menos para el círculo social al que nos desenvolvemos.- ¡Neal! Huseyin no es lo que tú piensas, él es un hombre bueno, me ama, es increíble, además uno de sus acompañantes es su hermano, si habría algo me hubiera dado cuenta.- Traté de defender la relación extramarital que tengo con él, sabía en la situación en la que me encontraba pero no me importó, no me fui con él de la noche a la mañana y tampoco le cuestiono sobre su vida, él no lo hace con la mía, solo le he contado algunos pasajes superficialmente, yo ya no soy la Elisa de antes, he cambiado y sé que también él lo ha hecho. Ya no es esa persona tan seria que conocí, ambos sonreímos tan abiertamente que cualquiera se daría cuenta de que estamos enamorados, nos llevamos bien, pocas veces tuvimos diferencias y lo supimos solucionar, ya no soy esa persona superficial, me he involucrado en algunos labores del hogar hasta en la cocina, he aprendido sobre su cultura y gastronomía, él es una persona letrada, madura, divertida y protectora. Simplemente, me enamoré.
Abrazo a mi hermano con alegría luego de que descendiera del tren, ha venido a visitarme y a corroborar de que me encuentro bien, al tiempo de que viene a conocer a Huseyin, estoy segura de que le agradará. -Elisa, ¿qué te ha pasado? ¡Tú no eres tan expresiva! Déjame verte.- Doy una vuelta para que me pudiera observar bien. Con sus dos manos me toma del rostro y me dice: -Tienes razón, estás enamorada, ha cambiado tu semblante, tu actitud, hasta la postura. Debo de felicitar a mi cuñado por haber domado a la antigua fierecilla perversa.- -¡Oh, Neal! No digas tonterías, eso quedó en el pasado y ahí permanecerá. Además, tú también has cambiado, ya no eres ese joven al que le daba miedo enfrentarse a las adversidades, eres todo un aguerrido empresario que va por todo o nada.- -No lograrás sonrojarme. Ven, te invito a comer y así me hablas sobre tu novio árabe.-
-…Me enamoré de Elisa desde que la vi entrar al Cabaré, su entrada indomable, segura de sí misma, mirando todo o nada ignorando su alrededor, los primeros dos Martini que pidió me hizo creer que tendría acompañante, pero cuando la vi chocar las dos copas, comprendí que no esperaba a nadie y que existía la posibilidad de que su corazón deseaba ser amado, en ocasiones sus ojos reflejaban añoranza, pero inmediatamente su semblante cambiaba por el de una persona fría. Me sentí identificado con ella, podría decirse que así soy y este tipo de comportamiento es porque queremos protegernos de quien sea, pero, si nos sentimos atacados, nos defendemos, somos muy selectivos con nuestras amistades y podemos soportar todo tipo de dolor sin la necesidad de mostrárselo al mundo. Pienso que lo único que nos hace diferentes a Eli y a mí aparte de nuestra cultura es lo caprichosa y eso lo adoro. Hemos aprendido a equilibrar nuestro carácter, nuestra forma de ser, jamás me había enamorado, sonreír como un tonto, hacer locuras…- Huseyin platicaba de nosotros con Neal, mi hermano lo escuchaba mientras comía, asentía o bebía, de repente se le escapaba una media sonrisa, sé lo que pasaba por su mente: La Elisa que describía no era totalmente su hermana, pero si él supiera que el amor hace milagros lo comprendería en su totalidad. Esa noche compartimos amenamente, pero sé que en el fondo se mostraba un poco escéptico. Nos fuimos a acostar ya pasada la medianoche, Neal en la recámara de invitados, Huseyin y yo, en nuestro nido de amor.
Solo tres días estuvo con nosotros, mi novio y yo lo convencimos de quedarse en casa, mi hermano no quería interferir en la vida que habíamos establecido, pero en nuestro caso, era compartir lo que tenemos, de regalarle un poco de nuestra felicidad, de mostrarle que puede confiar en él, en mí, porque nuestro amor es verdadero, real, íntegro, se percibe en cada latido del corazón, en cada soplo de nuestra respiración, en aquellas miradas de deseo y pasión que logra calmarse con un beso, una palabra, en la entrega del alma y el cuerpo cuando se cierra la puerta de la habitación. Yo, Elisa Leagan, por vez primera puedo decir que me enamoré perdidamente de un hombre maravilloso, el cual, mi hermano pudo constatar, ya no le quedaba duda de que todo lo que le había platicado era verdad. Él se fue tranquilo, no sin antes, dejarme una lista bibliográfica de libros administrativos para leer y aprender, me dijo que la felicidad no siempre se podía comprar y menos permanecer, me enojé con él por su comentario, no podía pensar de esa forma de nuestro amor, claro que puede permanecer, durar toda una vida, lo sé porque lo vi con Candy, ahora lo entiendo, y para ser honesta, no deseo estar en su lugar, el sacrificio de ambos les sirvió para reafirmar, madurar y consolidar sus sentimientos, ellos estaban predestinados o fue la intervención de Susana y mía para que al final del día pudieran estar juntos, completamente felices con una hermosa familia. Yo no soy Candy ni Huseyin Terry, no permitiríamos que un tercero se involucrara en nuestra relación, pelearíamos hasta el final, lucharíamos en contra del viento y la marea, pero no nos separaríamos por honor ni por la felicidad de alguien más a costa de la nuestra. -Elisa, debes entender quién es él, él no es un cualquiera, es como Granchester, pero con una educación mucho más arraigada, impuesta, su cultura es radical, tú como mujer, al lado de él, en su país, pasarás a ser parte del yugo de ese régimen oligárquico y patriarcal.- Mi hermano aceptaba a Huseyin en su vida americana, pero dudaba que fuera permanecer toda la vida en el país.
A pesar de que ambos platicaran sobre anécdotas y negocios, Neal concluyó que había una razón poderosa para la cual Huseyin no le hablara de mi a su familia, una razón para vivir en concubinato, una razón de tener guardias de seguridad las veinticuatro horas del día. Me dijo que lo mandaría a investigar, lo vi tan determinado que tuve que suplicarle que no lo hiciera, yo también guardaba como secreto este romance a la familia, Por lo tanto, creía ciegamente en él, esperaría el tiempo que fuese necesario para consolidar nuestra relación con una boda, no tenía prisa, aunque en el fondo lo deseaba. Vivíamos libres, sin convencionalismo, solamente él y yo hasta que decidiéramos gritarlo al mundo entero.
Un año ha pasado, mi hermano me ha visitado en algunas ocasiones, mis padres lo han hecho también, no frecuentemente como mi hermano, pero, para ese caso, tenía rentado un departamento, ahí permanecía cada vez que venían, les daba gusto ver que su hija estaba bien, radiante, esplendida. Le negué a mi madre la verdadera razón, solo le manifestaba que se debía a los logros de los movimientos feminista, ya que tenía la oportunidad de estudiar y tener una plaza laboral en cualquier empresa donde cubriera ese rubro en su totalidad, aunque era evidente que los hoteles de la familia estaban a mi disposición para administrarlos. Mis padres estaban orgullosos de mí, sin embargo, no pudieron evitar manifestarme su preocupación por mi estado civil: “La hija de William se ha casado, Elisa, debes formar una familia antes que la edad termine de apoderarse de ti y no puedas darnos nietos.” Había dicho mi madre. Cómo deseaba decirles que había alguien en mi vida pero que no había forma de concretar nuestra relación por las diferencias culturales.
Estar en esa situación me frustraba por mi familia, les ocultaba mi pecado, pero era mejor eso que dejar ir mi felicidad, yo no era la Candy bondadosa que no luchó por el amor de Terry, yo estoy con él porque lo amo a pesar de que él está comprometido. ¡SÍ! Han entendido bien, Huseyin está comprometido desde antes de nacer y esa es la razón por la que está en América. Con el pretexto de abrir nuevos mercados en el sector hotelero ha podido estar en varias partes del mundo hasta llegar a los Estados Unidos. A lo que él me ha contado, no me es ajeno porque aquí sucede casi igual, ambas familias fusionan los negocios para hacer crecer el patrimonio, darle estabilidad, y rentabilidad.
Por cuestiones de tiempo, no habíamos podido celebrar nuestro primer aniversario. En lugar de ir a un restaurante, decidimos hacerlo en nuestro nido de amor, sin nadie que pudiera interrumpir nuestro momento, solo él y yo. Desde temprano fuimos a hacer las compras para preparar los más suculentos platillos que íbamos a degustar. Quién me viera haciendo compras de ese tipo. Sonrío. Mi madre jamás lo hizo, siempre había alguien que lo hiciera, solo daba el menú de lo que se comería en la semana y listo. El pan y las galletas se preparaban en casa, siempre tuve curiosidad de ver como se elaboraba y como se horneaba en el horno de leña. Como la hija de los patrones no debía acercarme a la cocina porque ese no era mi lugar, yo había nacido para que me sirvieran y no para servir. Si me vieran ahora, aunque tenemos quien nos ayude con la casa y con la cocina, los dos hacemos los labores del hogar. Esos pequeños detalles nos han unido más como pareja, como equipo, compartir lo que tenemos, aunque él es el que solventa la mayor parte de los gastos.
La cena no fue nada extravagante, el menú fue algo sencillo, típico de Turquía que se puede adquirir hasta en los puestos ambulantes. Yo le ayudé a prepararlo, hice lo que me indicaba. Debo confesar que le perdí el asco a las carnes, aunque todavía no supero el malestar que le tengo a los mariscos y pues no faltó en el menú. Hicimos brochetas de kebab de cordero, pollo, res y pescado, lo acompañamos con salsa, aderezo, mazorcas asadas y kumpir, de recordarlo, se me hace agua la boca, es una papa gigante horneada cortada a la mitad y untada con espuma de mantequilla y queso kasar. No sufrimos por las bebidas, compramos vino y cerveza, pero para el postre, preparamos salep, es una bebida caliente hecha de orquídeas cubierta con canela, lo degustamos con güllac, el cual, es un postre tradicional que se consume generalmente durante el Ramadam y el mozaik, para los amantes del chocolate, este pastel es una receta demasiado sencilla y barata, es una capa de galletas rotas y salsa de chocolate. Esta experiencia culinaria fue demasiado fantástica y erótica, en donde solo estuvimos él y yo.
Arreglamos la mesa en la terraza, pusimos algunas velas para que amenizara el ambiente y como música de fondo, nos decidimos por Carlos Gardel, cenamos las delicias que preparamos, compartíamos la última cucharada de postre, cuando me dijo que faltaba algo más, me pidió que esperara. Me pregunté qué podría ser, en lo que regresaba miraba el reflejo de las llamas que bailaban en los porta velas de cristal, no sé por qué, pero se me vino a la mente las palabras de mi hermano, no quería empezar a dudar, teníamos un año felizmente juntos, pero ¿qué pasaría si nuestro amor se consumiera como como la cera? La incertidumbre comenzaba a invadirme, pero se fue de un plumazo por lo que sucedió segundos después del regreso de Huseyin.
Su mirada y sonrisa radiante me regresó a mi realidad, le respondo con el mismo gesto, nos quedamos viendo expectantes al cubreplatos que él había puesto al frente mío. Yo, preguntándome qué habría traído y él esperando a que levantara el cloche. -¿Me vas a dejar esperando?- La curiosidad me ha ganado y para alargar el momento, lo destapo lentamente. Dentro de ella había una cajita en terciopelo negro, el corazón se me paralizó por la impresión, ¿acaso era lo que pensaba? Pongo la campana a la mesa, Huseyin toma la caja, la abre al tiempo que se hinca para pedirme que sea su esposa, mis manos están en mi boca para no saltar y gritar de la emoción. -Liz, me lo estás poniendo difícil, tendré que robarte como lo hacen en mi país.- ¡Dios mío, cuanto tiempo he esperado este momento! Sin poder evitarlo, con voz chillona le digo que sí, extiendo mi mano para que me ponga el hermoso anillo de diamantes. Lo abrazo sobre su cuello, él me carga quedando a su altura. Nos besamos, y, aunque suene cursi, no pude evitar derramar unas cuantas lágrimas por la emoción.
-Neal, Neal, Huseyin me ha propuesto matrimonio, ¡nos vamos a casar!- Fue lo primero que dije en cuanto mi hermano tomó mi llamada. Todavía no podía creerlo a pesar de que llevaba el anillo en el dedo. -Neal ¿estás ahí?-
-Sí, sí, me ha tomado por sorpresa, eso es todo, te felicito hermana, ya se había tardado ese granuja. Ahora hay que ver una fecha para que pida formalmente tu mano y todo lo que le sigue.-
-Hermanito, no es tan fácil de lo que parece.-
-¿Qué quieres decir?
-El matrimonio para su cultura es más importante que la nuestra, necesita la aprobación de su familia y realizar una serie de… cómo te lo explico… de rituales previas a la boda.-
Neal se oía molesto después de lo que le dije, ya no me dejó que le explicara porque lo había inferido. -Ya sé, regresará a su pueblo para pedir la bendición y aprobación de sus papás mientras tú te quedarás esperando como tonta su regreso. Deseo que cumpla con su palabra, si no, yo mismo iré a buscarlo.-
El día de despedirlo al Puerto, llegó, se fue con la promesa de volver con sus padres para formalizar la relación, él me aseguró que me amarían porque él me amaba más allá de lo que es. Yo le creí cada palabra, había un anillo de por medio y un hijo en camino, pero esa sorpresa se la daría cuando regresara, no quería que se sintiera comprometido ni perturbarlo con preocupaciones por mi gravidez. Él me pidió ser su esposa porque deseó compartir su vida conmigo y yo acepté porque también deseo lo mismo, y, con nuestro bebé, nuestra dicha será completa.
Haré un breve recuento de los daños justificando mi forma de ser y comportamiento hacia con la única persona a la que más mal he hecho en el pasado: Candice White, que, de ser una hija de Pony pasó a ser la hija adoptiva del tío abuelo William Andrew para convertirse posteriormente en la esposa de un reconocido actor y luego duque inglés. Qué suerte la suya, ella me robó lo que por derecho me correspondía aún antes de conocerla. Era la única niña de la familia, con un padre ausente, una madre orgullosa, superficial y demasiado permisivo, un hermano menor dependiente con falto de carácter, el cual, fue blanco fácil para mis maquiavélicos planes. Por lo tanto, se me fue concedido todo lo que quisiese y desease, tenía en apariencia una buena relación con mis primos, digo en apariencia porque luego de la llegada de la huérfana, me di cuenta de que por educación toleraban el comportamiento de una señorita mimada con un ego inalcanzable.
Para mi padre, era una niña que debía convivir con amigas de su edad, pero, la única niña de mi clase había salido de viaje con sus padres para regresar años después, la recuerdo muy bien, era una chiquilla callada y demasiado crédula al que le daba miedo mi sola presencia. Por más que intenté ser amable con ella, al final, la terminaba ridiculizando para mi propia satisfacción, me gustaba tenerla a mi merced para que no realzara ante los demás, porque aquí como en donde estuviese, el centro de atención era yo y solo yo. Posteriormente, fue la carnada para culpar a Candy de lo que le sucediese, sin embargo, tarde comprendí por qué protegía a esa chiquilla llorona y asustadiza, resultó ser nada más y nada menos que otra hija de Pony, el cual, se avergonzaba de sus orígenes hasta que logró tomar confianza y seguridad de sí misma. Ya no la podía manipular, pero sabía que guardaba su distancia hacia conmigo porque todavía me tenía temor. Aclarado esta parte para que se pueda entender mi conducta y forma de ser, explicaré como es que la envidia se apoderó de mi alma.
En una conversación en la hora del té, mi padre, leyendo un libro, le mencionó a mi madre que era tiempo que tuviera una amiga de mi edad con la que pudiera jugar, platicar y compartir. Recuerdo bien ese momento, como si hubiera sido ayer, mi madre dejó su bordado para ver a mi padre como si fuera un ser de otro planeta, Neal y yo dejamos lo que estábamos haciendo para prestar atención a lo que diría a continuación… “Hay un orfanato en Illinois, adoptaremos a una huérfana acorde a su edad para que le haga compañía al tiempo que se educará como una señorita para que esté a la altura de Eliza hasta que alcance la mayoría de edad.” Mi madre y yo dijimos un rotundo ¡NO! Mis padres voltearon hacia a mí y con la mirada me llamaron la atención, sabía que no debía ser impertinente ni de meterme en conversaciones que no eran mías. Me sentía enojada, mi padre estaba tomando una decisión sin preguntar si yo lo deseaba. No sé qué tanto hablaba mi madre, azoté la muñeca al suelo para luego pisotearla, tenía una serie de sentimientos encontrados que en su momento no podía entender hacia mis padres y la huérfana que pretendía robar mi calma, mi vida y la atención que gozaba. Salí corriendo del cuarto de bordado hacia el jardín, Neal salió detrás de mí, luego de alcanzarme, me dijo que me ayudaría a deshacernos de la impostora si así lo quería. Abracé a mi hermano, lloré por mi orgullo herido, luego, con una sonrisa perversa, le dije que así sería. Estuvimos planificando su llegada al tiempo que les hacíamos creer a nuestros progenitores que aceptábamos a esa nueva integrante de la familia.
¡Cuántas maldades le hicimos para que pudiera marcharse! La calumniamos, levantamos falso testimonio y mentimos ruinmente… Al final, ¿qué logramos? Candy no era Annie Britter, parecía que se le resbalaba todas nuestras hazañas por no decir que no le importaba lo que le pasara, por más que le hiciéramos, se hacía más fuerte, pocas veces la vi enojada, solo una vez la vi llorar, ¡jajaja! Inolvidable recuerdo, ni cuando la acusamos de haberse robado las joyas de mamá le dolió tanto como cuando la encontraron a medianoche con Terry en el establo del colegio. No puedo negar que ahora sí había salido victoriosa, y para cerrar con broche de oro mi osadía, le envié un anónimo al duque de Granchester dándole detalles de la procedencia de la huérfana y de su historial delictivo. Era necesario hacerlo, el fin justifica los medios, había logrado que al fin se marchara del Colegio, de nuestras vidas. Muy poco me duró el gusto, así como se fue la primera vez de Lakewood luego de la muerte de Antony, volvió a América con nuevos bríos. Si yo no podía ser feliz, menos ella, me encargué de envenenar a la ingenua de la tía abuela para que la rechazara más de lo que ya lo hacía, no le perdonaba la muerte de mi primo, luego, la partida de Stear al frente de la Gran Guerra. Seguí poniéndole obstáculos para frenar su progreso y gozar de sus fracasos, hasta que, alguien más lo hizo sin el más mínimo esfuerzo, dándole en donde más le dolía: Su corazón. Esa dulce actriz de quinta resultó ser una mosca muerta, ni yo pude entrar en esa batalla que nunca existió entre Susana, Candy y yo. Ella se había quedado con Terry. Salió lista la muchacha, sin embargo, nunca logró ganarse su amor, es más, ni su sacrificio fue suficiente para que pudieran contraer nupcias. Por supuesto que estaba enterada de lo que pasaba entre ellos. No eran felices, yo misma pude constatarlo, así que, me congratulaba por ello, nadie era feliz, ni siquiera yo. En un inicio, Terry se perdió en el vicio hasta que volvió a los escenarios, fue tal su éxito que años después marchó a Londres a interpretar Hamlet por unos meses. Candy siguió con su vida como si nada pasara a pesar de que la vetamos de los hospitales y de casi casarla con mi hermano. ¡Qué rabia sentí cuando el vagabundo la salvó del compromiso! Luego de ello, marchó al orfanato del que nunca debió haber salido. Muchísimos años de acoso, maltrato y humillaciones habían valido la pena hasta que la lisiada se murió… Lo demás, es de dominio público: Se casó con Granchester y para evitarme como la plaga, partieron a Londres para convertirse más adelante en los nuevos duques de Granchester. Me enteré por el New York Times, no se me olvida haber terminado de leer el diario y felicitarlos mentalmente. Pienso que, sin mí, ellos jamás hubieran fortalecido su amor como para esperar tantos años esperando una esperanza de volverse a ver viviendo de un amor de juventud y de viejos recuerdos.
Esa es la historia de la antigua Elisa Leagan, toda mi adolescencia y casi juventud fue de maldad, tan meticulosa, fría y calculadora, que, al no encontrar la felicidad en ni un lado, decidió buscarla por cuenta propia. Mis primos gozaban de las mieles del amor con las simplonas de Patricia O’Brian y Annie Britter, sin saberlo, Candy tenía un romance con Granchester, jajaja yo que pensaba que se entendía con el vagabundo y el tonto de mi hermano que cae en sus encantos, nunca entendí qué le vieron, qué hacía ella para enamorarlos hasta que me sucedió…
Luego de que había pasado el encanto y gusto de saber que Candy había perdido a Terry ante Susana y de su enclaustramiento en el famoso Hogar de Pony, entré en un proceso de letargo y monotonía, las compras no me satisfacían, las fiestas eran aburridas con tanto viejo casadero. Jamás de los jamás permití que mi madre y tía abuela decidieran por mi felicidad a conveniencia, comencé a sentirme sola, vacía, sabía lo que quería pero no lo encontraba, las amigas que frecuentaba ya se habían casado, pero no tenían ese brillo en los ojos cuando hablaban de sus finísimos y casi perfectos esposos, nunca tuvieron ese atisbo de un sentimiento como el que expresaba y manifestaba el ahora matrimonio Conrwell, el cual, no habían podido casarse sin la bendición de la tía abuela a pesar de que el tío William había aprobado el compromiso, ellos tan bien, tan pulcros, bajo las exigencias de las normas sociales ¡OCH! Asistía a las fiestas sociales porque era estrictamente hacerlo, pero, detrás de ellos, comencé a escaparme a los cabaret, solo bastó ir una sola vez con Neal para enamorarme del lugar, ahí comenzó mi segunda vida llena de excesos y de falsos romances hasta que lo conocí en el Cabaret Cotton Club ubicado en Harlem, Nueva York, en el mes de febrero, día de mi cumpleaños.
Esa ocasión había viajado a Nueva York bajo el pretexto de comprar lo último en moda y glamour, en algo era cierto, pero mis planes reales eran festejar mis veinticinco primaveras de frustración, soledad y desamor. Ahora radicaba en Florida, mi hermano se había enfrascado en los negocios que ya no tenía tiempo ni para hacerme compañía. Hice la reservación previamente. Comencé mi arreglo personal con antelación, había decidido ir vestida con formalidad, para ello, había adquirido lo nuevo de Coco Chanel, el Little black dress, con accesorios largos y sombrero cloché. El maquillaje resaltaba el perfil de mi rostro entre sombras oscuras, rubor rosa y lápiz labial carmesí que le daba forma de corazón a mis labios. Como toque final, el rocío del perfume Channel number five. Esa noche sería solo para mí y nadie más, no iba en plan de conquista, solo iría a despedirme de lo que restaba de mi juventud para vivir posteriormente al máximo porque al paso que iba, sería la futura tía abuela Elroy al no encontrar marido que amara y me pudiera amar. Yo era una mujer liberal y lo demostraba hasta con mi corte estilo bob. Desde antes quería sentar cabeza, independientemente de mi vida loca, empezaba a involucrarme en la administración de los hoteles de la familia, pero no lo había hecho a tiempo completo. Contesto el teléfono, del otro lado de la línea, me informan que el taxi que había pedido esperaba en la entrada del hotel. Tomo mi bolso, me cercioro en llevar la pitillera, la boquilla larga para fumar y el encendedor.
El lugar estaba lleno, entregué el abrigo, me dirigieron a la mesa que había reservado, la música de jazz amenizaba el ambiente, antes de que se retirara el camarero le pedí dos Martini para brindar conmigo misma, era el momento adecuado para comenzar mi celebración antes de que iniciara el espectáculo principal, el cual, desconocía y no me importaba saberlo. Estaba por encender el tercer cigarrillo de la noche cuando una mano masculina se adelantó con el fuego, lentamente levanté el rostro para ver al hombre que interrumpía mi celebración. Sus ojos grandes y negros como la noche me atraparon, podía reflejarme en la profundidad de ellos, estoy segura de que él también podía verse a través de mis pupilas. Aspiré profundamente de la boquilla para que se encendiera el cigarrillo, una fuerte tos me ha dejado en ridículo. El hombre caballerosamente ofrece su brazo para salir del cabaré y tomar aire fresco. Minutos después me recompuse. -¿Te encuentras bien?- Me preguntó con su grave voz varonil, el cual, hizo que mi piel se erizara, no tenía voz para contestarle, estaba muda y estática ante su presencia, esa, no era Elisa Leagan, el flechazo del amor había dado directamente al corazón, lo sabía, lo sentía, jamás había experimentado algo así por alguien más, ni Antony ni Terry me provocaron esas emociones. -¿Te encuentras bien?- volvió a preguntar con cierto aire de preocupación. Me recompuse, me di cuenta de que lo estaba mirando bobamente, no pude evitar sonrojarme ante lo sucedido, ¡ya no era una adolescente! Le contesté con voz entrecortada de que me encontraba bien mientras me daba ligeros golpes en el pecho justificando la reacción de hace unos instantes. -¿Bailamos?- Mirándome fijamente extendió su brazo, y, abriendo la palma de su mano en espera de una respuesta a su invitación, sin decir palabra, le di el dorso de mi mano. La tomó para depositar un beso en ella, luego entrelazó nuestros dedos para regresar al cabaré. Desde esa noche, no hemos dejado de vernos ni un solo día, y, sin darme cuenta, ya estaba viviendo en su departamento.
Neal pegó el grito al cielo cuando se lo platiqué por teléfono: -¿Estás loca? No es lo mismo tus secretas aventuras a que estés con un tipo al que apenas conoces y para variar no sabes nada de él más que su nombre y nacionalidad. Elisa, algo esconde ese turco, no es posible que los hombres que lo acompañan no lo dejen ni a sol ni a sombra, ¿acaso es un jeque? ¿un delincuente?- -Hermano, si te he contado todo esto es para que me ayudes con mamá y papá, se me acabaron los pretextos para continuar mi estadía en Nueva York, tú eres el único que me puede ayudar, ¡por favor!- -Hermanita, no confío en tu amante, guarda muchos secretos. En cuanto a nuestros padres, nos van a matar cuando se enteren, no sin antes llevarte a rastras hacia el altar, no olvides que no es bien visto lo que haces y menos para el círculo social al que nos desenvolvemos.- ¡Neal! Huseyin no es lo que tú piensas, él es un hombre bueno, me ama, es increíble, además uno de sus acompañantes es su hermano, si habría algo me hubiera dado cuenta.- Traté de defender la relación extramarital que tengo con él, sabía en la situación en la que me encontraba pero no me importó, no me fui con él de la noche a la mañana y tampoco le cuestiono sobre su vida, él no lo hace con la mía, solo le he contado algunos pasajes superficialmente, yo ya no soy la Elisa de antes, he cambiado y sé que también él lo ha hecho. Ya no es esa persona tan seria que conocí, ambos sonreímos tan abiertamente que cualquiera se daría cuenta de que estamos enamorados, nos llevamos bien, pocas veces tuvimos diferencias y lo supimos solucionar, ya no soy esa persona superficial, me he involucrado en algunos labores del hogar hasta en la cocina, he aprendido sobre su cultura y gastronomía, él es una persona letrada, madura, divertida y protectora. Simplemente, me enamoré.
Abrazo a mi hermano con alegría luego de que descendiera del tren, ha venido a visitarme y a corroborar de que me encuentro bien, al tiempo de que viene a conocer a Huseyin, estoy segura de que le agradará. -Elisa, ¿qué te ha pasado? ¡Tú no eres tan expresiva! Déjame verte.- Doy una vuelta para que me pudiera observar bien. Con sus dos manos me toma del rostro y me dice: -Tienes razón, estás enamorada, ha cambiado tu semblante, tu actitud, hasta la postura. Debo de felicitar a mi cuñado por haber domado a la antigua fierecilla perversa.- -¡Oh, Neal! No digas tonterías, eso quedó en el pasado y ahí permanecerá. Además, tú también has cambiado, ya no eres ese joven al que le daba miedo enfrentarse a las adversidades, eres todo un aguerrido empresario que va por todo o nada.- -No lograrás sonrojarme. Ven, te invito a comer y así me hablas sobre tu novio árabe.-
-…Me enamoré de Elisa desde que la vi entrar al Cabaré, su entrada indomable, segura de sí misma, mirando todo o nada ignorando su alrededor, los primeros dos Martini que pidió me hizo creer que tendría acompañante, pero cuando la vi chocar las dos copas, comprendí que no esperaba a nadie y que existía la posibilidad de que su corazón deseaba ser amado, en ocasiones sus ojos reflejaban añoranza, pero inmediatamente su semblante cambiaba por el de una persona fría. Me sentí identificado con ella, podría decirse que así soy y este tipo de comportamiento es porque queremos protegernos de quien sea, pero, si nos sentimos atacados, nos defendemos, somos muy selectivos con nuestras amistades y podemos soportar todo tipo de dolor sin la necesidad de mostrárselo al mundo. Pienso que lo único que nos hace diferentes a Eli y a mí aparte de nuestra cultura es lo caprichosa y eso lo adoro. Hemos aprendido a equilibrar nuestro carácter, nuestra forma de ser, jamás me había enamorado, sonreír como un tonto, hacer locuras…- Huseyin platicaba de nosotros con Neal, mi hermano lo escuchaba mientras comía, asentía o bebía, de repente se le escapaba una media sonrisa, sé lo que pasaba por su mente: La Elisa que describía no era totalmente su hermana, pero si él supiera que el amor hace milagros lo comprendería en su totalidad. Esa noche compartimos amenamente, pero sé que en el fondo se mostraba un poco escéptico. Nos fuimos a acostar ya pasada la medianoche, Neal en la recámara de invitados, Huseyin y yo, en nuestro nido de amor.
Solo tres días estuvo con nosotros, mi novio y yo lo convencimos de quedarse en casa, mi hermano no quería interferir en la vida que habíamos establecido, pero en nuestro caso, era compartir lo que tenemos, de regalarle un poco de nuestra felicidad, de mostrarle que puede confiar en él, en mí, porque nuestro amor es verdadero, real, íntegro, se percibe en cada latido del corazón, en cada soplo de nuestra respiración, en aquellas miradas de deseo y pasión que logra calmarse con un beso, una palabra, en la entrega del alma y el cuerpo cuando se cierra la puerta de la habitación. Yo, Elisa Leagan, por vez primera puedo decir que me enamoré perdidamente de un hombre maravilloso, el cual, mi hermano pudo constatar, ya no le quedaba duda de que todo lo que le había platicado era verdad. Él se fue tranquilo, no sin antes, dejarme una lista bibliográfica de libros administrativos para leer y aprender, me dijo que la felicidad no siempre se podía comprar y menos permanecer, me enojé con él por su comentario, no podía pensar de esa forma de nuestro amor, claro que puede permanecer, durar toda una vida, lo sé porque lo vi con Candy, ahora lo entiendo, y para ser honesta, no deseo estar en su lugar, el sacrificio de ambos les sirvió para reafirmar, madurar y consolidar sus sentimientos, ellos estaban predestinados o fue la intervención de Susana y mía para que al final del día pudieran estar juntos, completamente felices con una hermosa familia. Yo no soy Candy ni Huseyin Terry, no permitiríamos que un tercero se involucrara en nuestra relación, pelearíamos hasta el final, lucharíamos en contra del viento y la marea, pero no nos separaríamos por honor ni por la felicidad de alguien más a costa de la nuestra. -Elisa, debes entender quién es él, él no es un cualquiera, es como Granchester, pero con una educación mucho más arraigada, impuesta, su cultura es radical, tú como mujer, al lado de él, en su país, pasarás a ser parte del yugo de ese régimen oligárquico y patriarcal.- Mi hermano aceptaba a Huseyin en su vida americana, pero dudaba que fuera permanecer toda la vida en el país.
A pesar de que ambos platicaran sobre anécdotas y negocios, Neal concluyó que había una razón poderosa para la cual Huseyin no le hablara de mi a su familia, una razón para vivir en concubinato, una razón de tener guardias de seguridad las veinticuatro horas del día. Me dijo que lo mandaría a investigar, lo vi tan determinado que tuve que suplicarle que no lo hiciera, yo también guardaba como secreto este romance a la familia, Por lo tanto, creía ciegamente en él, esperaría el tiempo que fuese necesario para consolidar nuestra relación con una boda, no tenía prisa, aunque en el fondo lo deseaba. Vivíamos libres, sin convencionalismo, solamente él y yo hasta que decidiéramos gritarlo al mundo entero.
Un año ha pasado, mi hermano me ha visitado en algunas ocasiones, mis padres lo han hecho también, no frecuentemente como mi hermano, pero, para ese caso, tenía rentado un departamento, ahí permanecía cada vez que venían, les daba gusto ver que su hija estaba bien, radiante, esplendida. Le negué a mi madre la verdadera razón, solo le manifestaba que se debía a los logros de los movimientos feminista, ya que tenía la oportunidad de estudiar y tener una plaza laboral en cualquier empresa donde cubriera ese rubro en su totalidad, aunque era evidente que los hoteles de la familia estaban a mi disposición para administrarlos. Mis padres estaban orgullosos de mí, sin embargo, no pudieron evitar manifestarme su preocupación por mi estado civil: “La hija de William se ha casado, Elisa, debes formar una familia antes que la edad termine de apoderarse de ti y no puedas darnos nietos.” Había dicho mi madre. Cómo deseaba decirles que había alguien en mi vida pero que no había forma de concretar nuestra relación por las diferencias culturales.
Estar en esa situación me frustraba por mi familia, les ocultaba mi pecado, pero era mejor eso que dejar ir mi felicidad, yo no era la Candy bondadosa que no luchó por el amor de Terry, yo estoy con él porque lo amo a pesar de que él está comprometido. ¡SÍ! Han entendido bien, Huseyin está comprometido desde antes de nacer y esa es la razón por la que está en América. Con el pretexto de abrir nuevos mercados en el sector hotelero ha podido estar en varias partes del mundo hasta llegar a los Estados Unidos. A lo que él me ha contado, no me es ajeno porque aquí sucede casi igual, ambas familias fusionan los negocios para hacer crecer el patrimonio, darle estabilidad, y rentabilidad.
Por cuestiones de tiempo, no habíamos podido celebrar nuestro primer aniversario. En lugar de ir a un restaurante, decidimos hacerlo en nuestro nido de amor, sin nadie que pudiera interrumpir nuestro momento, solo él y yo. Desde temprano fuimos a hacer las compras para preparar los más suculentos platillos que íbamos a degustar. Quién me viera haciendo compras de ese tipo. Sonrío. Mi madre jamás lo hizo, siempre había alguien que lo hiciera, solo daba el menú de lo que se comería en la semana y listo. El pan y las galletas se preparaban en casa, siempre tuve curiosidad de ver como se elaboraba y como se horneaba en el horno de leña. Como la hija de los patrones no debía acercarme a la cocina porque ese no era mi lugar, yo había nacido para que me sirvieran y no para servir. Si me vieran ahora, aunque tenemos quien nos ayude con la casa y con la cocina, los dos hacemos los labores del hogar. Esos pequeños detalles nos han unido más como pareja, como equipo, compartir lo que tenemos, aunque él es el que solventa la mayor parte de los gastos.
La cena no fue nada extravagante, el menú fue algo sencillo, típico de Turquía que se puede adquirir hasta en los puestos ambulantes. Yo le ayudé a prepararlo, hice lo que me indicaba. Debo confesar que le perdí el asco a las carnes, aunque todavía no supero el malestar que le tengo a los mariscos y pues no faltó en el menú. Hicimos brochetas de kebab de cordero, pollo, res y pescado, lo acompañamos con salsa, aderezo, mazorcas asadas y kumpir, de recordarlo, se me hace agua la boca, es una papa gigante horneada cortada a la mitad y untada con espuma de mantequilla y queso kasar. No sufrimos por las bebidas, compramos vino y cerveza, pero para el postre, preparamos salep, es una bebida caliente hecha de orquídeas cubierta con canela, lo degustamos con güllac, el cual, es un postre tradicional que se consume generalmente durante el Ramadam y el mozaik, para los amantes del chocolate, este pastel es una receta demasiado sencilla y barata, es una capa de galletas rotas y salsa de chocolate. Esta experiencia culinaria fue demasiado fantástica y erótica, en donde solo estuvimos él y yo.
Arreglamos la mesa en la terraza, pusimos algunas velas para que amenizara el ambiente y como música de fondo, nos decidimos por Carlos Gardel, cenamos las delicias que preparamos, compartíamos la última cucharada de postre, cuando me dijo que faltaba algo más, me pidió que esperara. Me pregunté qué podría ser, en lo que regresaba miraba el reflejo de las llamas que bailaban en los porta velas de cristal, no sé por qué, pero se me vino a la mente las palabras de mi hermano, no quería empezar a dudar, teníamos un año felizmente juntos, pero ¿qué pasaría si nuestro amor se consumiera como como la cera? La incertidumbre comenzaba a invadirme, pero se fue de un plumazo por lo que sucedió segundos después del regreso de Huseyin.
Su mirada y sonrisa radiante me regresó a mi realidad, le respondo con el mismo gesto, nos quedamos viendo expectantes al cubreplatos que él había puesto al frente mío. Yo, preguntándome qué habría traído y él esperando a que levantara el cloche. -¿Me vas a dejar esperando?- La curiosidad me ha ganado y para alargar el momento, lo destapo lentamente. Dentro de ella había una cajita en terciopelo negro, el corazón se me paralizó por la impresión, ¿acaso era lo que pensaba? Pongo la campana a la mesa, Huseyin toma la caja, la abre al tiempo que se hinca para pedirme que sea su esposa, mis manos están en mi boca para no saltar y gritar de la emoción. -Liz, me lo estás poniendo difícil, tendré que robarte como lo hacen en mi país.- ¡Dios mío, cuanto tiempo he esperado este momento! Sin poder evitarlo, con voz chillona le digo que sí, extiendo mi mano para que me ponga el hermoso anillo de diamantes. Lo abrazo sobre su cuello, él me carga quedando a su altura. Nos besamos, y, aunque suene cursi, no pude evitar derramar unas cuantas lágrimas por la emoción.
-Neal, Neal, Huseyin me ha propuesto matrimonio, ¡nos vamos a casar!- Fue lo primero que dije en cuanto mi hermano tomó mi llamada. Todavía no podía creerlo a pesar de que llevaba el anillo en el dedo. -Neal ¿estás ahí?-
-Sí, sí, me ha tomado por sorpresa, eso es todo, te felicito hermana, ya se había tardado ese granuja. Ahora hay que ver una fecha para que pida formalmente tu mano y todo lo que le sigue.-
-Hermanito, no es tan fácil de lo que parece.-
-¿Qué quieres decir?
-El matrimonio para su cultura es más importante que la nuestra, necesita la aprobación de su familia y realizar una serie de… cómo te lo explico… de rituales previas a la boda.-
Neal se oía molesto después de lo que le dije, ya no me dejó que le explicara porque lo había inferido. -Ya sé, regresará a su pueblo para pedir la bendición y aprobación de sus papás mientras tú te quedarás esperando como tonta su regreso. Deseo que cumpla con su palabra, si no, yo mismo iré a buscarlo.-
El día de despedirlo al Puerto, llegó, se fue con la promesa de volver con sus padres para formalizar la relación, él me aseguró que me amarían porque él me amaba más allá de lo que es. Yo le creí cada palabra, había un anillo de por medio y un hijo en camino, pero esa sorpresa se la daría cuando regresara, no quería que se sintiera comprometido ni perturbarlo con preocupaciones por mi gravidez. Él me pidió ser su esposa porque deseó compartir su vida conmigo y yo acepté porque también deseo lo mismo, y, con nuestro bebé, nuestra dicha será completa.
CONTINUARÁ
Última edición por Yuriko Yokinawa el Miér Abr 20, 2022 12:17 am, editado 1 vez
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pero ahora ella está casada y feliz... 
solo espero que lo que sea tenga algo de bondad en ella y no sufra como los demás. 
