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ROSA PASTEL PARTE 1
ROSA PASTEL
PARTE DOS
POR YURIKO YOKINAWA
PARTE DOS
POR YURIKO YOKINAWA
Huseyin solía llamar con cierta frecuencia, siempre traté de estar en casa a esa hora de la noche. Hablaba con voz queda, le preguntaba la razón de hacerlo, me decía que había muchos oídos en la casa a pesar de estar en el despacho o de uno de los hoteles de la ciudad. Inicialmente se oía entusiasta, enamorado, hasta que poco a poco se le fue apagando la voz y dejó de llamar. Siempre le pregunté si pasaba algo en su hogar, entre nosotros, si había dejado de amarme, su frialdad me carcomía el alma. La garantía del compromiso se esfumaba poco a poco, muchas veces intenté llamarle, pero recordaba que era una Leagan y una Leagan no se doblega ante nadie.
Cómo desearía tener una amiga con la que pudiera platicar, desahogar mis penas, una amiga con la que pudiera abrir mi corazón y sacar todo este dolor que tengo, pero no, no hay nadie a la que pueda hablar abiertamente de lo que me pasa. De solo acordarme lloro, no sé qué hago viviendo todavía aquí, todo me recuerda a ese infeliz que ha jugado con mis sentimientos… y ¿si hubiera una razón poderosa que le impidiera llamar? Sé que me ama, siempre me lo demostró, y ¿si le pasó algo? Intento concentrarme en las revistas de moda, ojeo rápidamente cada página sin que nada de ahí llame mi atención hasta que llego a la sección de ropa de playa. Las fotografías fueron tomadas dentro y fuera del hotel de mis padres. En Florida siempre hace sol, las nubes celestes sin amenaza de lluvia se conjuga con el verde esmeralda de sus playas, y las bien ordenadas palmeras hacen gala con la blanca arena que brilla ante los rayos del sol. ¡Floridaaa! Lo he decidido, volveré a casa.
He regresado las llaves del departamento donde rentaba, los muebles que había comprado los doné a una beneficencia. Empaqué todas mis cosas, no dejé nada de mí en el departamento de Huseyin, nada de lo que pudiera recordarle, como si nunca hubiera estado allí. Era doloroso pero necesario, había decidido comenzar con mi nueva vida… Realmente tengo temor de lo que se viene, para empezar, con mis padres, aunque debería darle mayor importancia a la tía abuela, ¡es capaz de desheredarme! Me doy un manotazo en la frente por pensar en malos chistes, mi asunto es serio… ¡No creo que la tía Elroy o mis padres me manden a un convento! He entrado en un conflicto al analizar todos los posibles escenarios sobre el futuro de mi hijo y el mío, si me hubiera embarazado sin amor, la antigua Elisa lo hubiera dejado en un orfanato, se hubiera ido del país a parir su deshonra o, incluso, no dejarlo nacer. De pensar en tanta maldad se me eriza la piel. Sacudo la cabeza para quitarme esos malvados pensamientos. Tampoco puedo huir, no quiero, no es justo para mi hijo, lo correcto es que el bebé conozca su familia y que lo amen como lo que es, mi hijo, como un Leagan.
No tengo otro remedio más que acudir a la única persona que me ayudaría en este caso. Si protegió y solapó en cierta manera a Candy en sus decisiones, aceptó el matrimonio Conrwell, no dudo que pueda interceder mi situación ante la familia. Envío a la residencia de Nueva York la mayoría del equipaje, luego mandaré por ella. Voy a la estación de trenes y compro un boleto para Chicago, ahí está el tío William, el señor Jhonson me ha confirmado que tiene una semana de haber llegado de un viaje de negocios.
Durante el trayecto me pongo a pensar sobre mi pasado y mi presente, hago un recuento de los daños y llego a la conclusión de que la vida me está cobrando con creces todos mis actos. Me hago la promesa de disculparme con todas aquellas personas que ofendí por mi soberbia, empezando con mi hermano, mis padres y Candy, sobre todo, a ella, le hice mucho daño, y, a pesar de ello, se mantuvo de pie. No quería decirlo, pero si ella no murió por amor y por todo lo que le hice, menos yo, tengo por quien vivir y salir adelante. Seré feliz ¡claro que sí!
Tomo un taxi, doy la dirección de la mansión, tengo prisa por llegar, estoy cansada, mareada y asqueada, nunca pensé que me cayera tan mal el viaje. Saco un espejo de bolsillo para ponerme un poco de polvo para dar color a mi rostro pálido y demacrado ¡me veo fatal! termino con un brillo labial rosa pastel. Con ese tono le había dado color a mi romance con Huseyin, había sido tan perfecto lo nuestro que parecía que no tendría fin, un final que ni siquiera llegó porque no tuvo la confianza o el valor por concluirla, ni siquiera su silencio fue suficiente para que lo asimilara, es algo que todavía no acepto y no creo comprenderlo. Por más que busco entre mis recuerdos, no encuentro indicio alguno de que lo nuestro haya sido una mentira.
-Bienvenida a casa señorita Elisa.- Me recibe la ama de llaves como es su costumbre. Toma mi equipaje, pide a una mucama que lo suba y que arregle mi habitación. Amablemente pregunté por el tío William. No esperaba tanta educación de mi parte porque titubeó para contestarme. -Es-está en su despacho, déjeme anunciarla.- Le digo que no se preocupe por eso, mejor, le pedí de favor que ordene preparar algo ligero para desayunar sin grasa y un vaso con leche mientras hablo con el tío. Sé que comer no me caerá bien, pero necesito recuperar la energía que he perdido por el bien de los dos. Me dirijo nerviosamente al despacho…
Entro en cuanto me autoriza hacerlo, no me mira en el momento, estaba firmando algunos documentos. No sé por qué, pero entré en pánico, me quedé parada luego de cerrar la puerta, sabía mi culpa, a pesar de todo, el tío siempre ha impuesto su autoridad ante mis acciones, estoy dudando en confiarle lo que estoy pasando. Levanto el rostro al sentir su mirada fija sobre mí, palidezco al percatarme que ve más allá de mi cuerpo, mis dientes empiezan a castañear, las piernas comienzan a perder fuerza, antes de perder el equilibrio, me sostiene entre sus brazos, no pude más y comencé a llorar con tanta agonía que mi tío me dijo que no parara hasta que terminara de sacar todo el dolor que guardaba mi alma.
Soltó su abrazo cuando terminé de llorar, me llevó al asiento para que descansara, me ofreció un vaso con agua, tomé un poco, bajé la cabeza y guardé silencio mientras entrelazaba los dedos de mis manos. Mis ojos se abrieron ampliamente por la sorpresa cuando me preguntó cuántos meses de embarazo tenía. No pude evitar tocar mi vientre que apenas comenzaba a abultarse. “¿Cómo lo sabes?” le pregunté, respondió que había aprendido mucho sobre el tema cuando era un trotamundos. “¿Quién es el papá?” Ahora le tocó cuestionarme, tomé otro sorbo de agua y le conté todo desde un principio.
Para darme confianza y seguridad, no me soltó de la mano que era protegida por las suyas hasta que terminé de relatarle aquel amor rosa pastel. Le enseñé el anillo de diamantes que me había dado como una promesa de matrimonio. Le planteé las posibles hipótesis por las cuales habíamos perdido comunicación, ni una era buena… El tío escuchaba con atención sin interrumpirme. Cuando guardé nuevamente silencio volvió hacer una segunda pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?” Mis lágrimas volvieron a salir por los temores que me invadía de perder a mi hijo. Con palabras entrecortadas, le supliqué que hablara con la familia para que no me arrebataran ese pedacito de cielo que crecía en mi interior.
Luego de comer, dormí lo que restaba de la tarde hasta la mañana siguiente. Me sentí completamente renovada, llena de emoción por comenzar esta nueva etapa de mi vida. Pasase lo que pasase mi hijo estaría a mi lado sin importar qué. También, sin pedírselo, el tío William averiguaría el paradero de Huseyin, aunque me advirtió que Turquía era una reciente nación y que se encontraba en guerra…de mientras, me quedaría en Chicago por unos días en lo que él se desocupaba de las actividades empresariales.
En una de las conversaciones que tuvimos surgió el tema sobre mi futuro, el tío William me dijo que debo hacerme cargo de mi hijo, que no debía depender de nadie aún a pesar de que la familia me apoye y no tenga la necesidad de trabajar. Sé que tiene razón, es por ello, que le comenté que había estudiado en casa libros de administración y que Huseyin me había apoyado con esos temas. Fue entonces que el tío me ofreció estudiar la licenciatura y así poder defenderme en la vida al tiempo que forjaría un patrimonio. Acepté gustosa. Ahora veo la vida desde otro ángulo y entiendo la postura de Candy al no depender de los Andrew para seguir con su camino. Ahora, más que nunca, me arrepiento de haberle puesto tantos obstáculos para sacarla de nuestras vidas.
Mis padres han enviado un vehículo a la estación de trenes, saben que no he llegado sola, nos ha acompañado también el señor Jhonson. Han aceptado quedarse en la residencia de mis padres. Mi hermano vive solo, ha prometido cenar en casa para darle la bienvenida a nuestro tío. La relación entre ellos ya no es tan mala como hace años, Neal ya no es ese niño caprichoso, ha madurado tanto que se ha convertido en un gran empresario y tan es así que ha logrado que los Leagan ya no dependan financieramente de los Andrew. He decidido seguirle los pasos y, si todo sale bien, extenderemos los hoteles a otros países.
-¡Elisa!- Había exclamado mi madre ante la noticia, mi padre negaba con la cabeza, mi hermano se había quedado estupefacto. -Por eso estás tan delgada y demacrada, tu padre y yo no te hemos educado así, ahora, ¿qué dirá la gente, la sociedad, la familia?- Mi madre escandalizada empezaba a enumerar todas las divinidades por el pecado cometido.
-Sarah, por eso he venido hablar con ustedes para responder por Elisa, ella no estará sola…- William tenía la intención de tomar nuevamente la palabra, pero mi padre interrumpió lo que les iba a decir.
-Todo este tiempo nos has engañado, nos hiciste creer que estabas estudiando en Nueva York, debiste confiar en nosotros para que ese hombre no se burlara de ti ni de nosotros. Ten la seguridad que lo vamos a encontrar y hacer que se haga responsable de sus actos.- Mi padre lo dijo con tanta convicción que pienso que puede hacerlo, pero yo no quiero obligarlo, prefiero que el tío William averigüe primero que ha sido de Huseyin.
-Supuse que esa sería el modo en que reaccionarían, es comprensible, pero Elisa no será la primera ni la última mujer con un hijo fuera del matrimonio, como les mencioné, él regresó a su país con su familia para formalizar el compromiso que había hecho con ella, pero no sabemos el por qué se perdió comunicación con él, recuerden que su país se encuentra en un proceso independentista… Hay que esperar los resultados de la investigación. De mientras, quieran o no, ella tendrá a su hijo a cambio de que estudie y se haga cargo de su manutención, y, ustedes como sus padres deberán apoyarla incondicionalmente. No tienen mucho que pensar, aún así, mañana se firmará una serie de documentos para protegerla.- Mi tío se levantó de su lugar, al pasar, tocó mi hombro para darme seguridad, sonreí ligeramente. Era hora de enfrentarme a mi familia.
Observo discretamente a Neal, su mutismo es evidente, lo que esté pensando me lo dirá después, debe de estar buscando las palabras correctas, porque cuando está enojado no mide su vocabulario, lo sé porque está tamborileando sus dedos en el reposabrazos.
Me duele ver la decepción que les he ocasionado, sobre todo, el que le provoqué a mi padre, no lo merecía. Sus palabras se escuchan apagadas mientras que en sus ojos se percibe la culpa de no haber estado conmigo para darme el tiempo, educación y la orientación que necesitaba. ¡Los he defraudado! “Perdónenme por favor.” Con el arrepentimiento que llevaba a cuestas por haber sido una chica sin límites para hacer y actuar como quería, me levanto de mi lugar para dejarme caer a los pies de mi papá, y, con el corazón en la mano les pido perdón, al tiempo que les juro que he cambiado y que seguiré cambiando para ser una mejor persona.
-No hay nada qué perdonar Elisa, como padres, también cometimos errores y eso no lo podemos cambiar, mejor, aprendamos de ellos y hagamos de este bebé el niño más amado del mundo.- Me dijo mi padre mientras acariciaba mi cabellera. Como niña pequeña lloré sobre su regazo. Eran sinceras sus palabras, le dí las gracias una y otra vez.
-Elisa, como madre, me duele lo que te está pasando, pero más me duele es no haber estado cuando más me has necesitado, pero, como dicen tu padre y William, nunca es tarde para empezar otra vez. Te prometo hacer a un lado mis prejuicios, te apoyaré con lo que has decidido además de cuidar de nuestro nieto.- Jamás en la vida hubiera esperado tanto de mamá, ella siempre tan ocupada en guardar las apariencias que ahora está decidida a no darles atención.
Neal no dijo nada, no hubo necesidad de palabras, al menos para ese momento, él conocía muy bien mi historia y no se delataría ante nuestros padres para no entorpecer lo que se había logrado, solamente se acuclilló ante mamá, y extendiendo sus brazos nos juntó para mantenernos unidos como la familia que éramos. No recuerdo cuándo fue la primera o última vez con una escena de este tipo, por más que busco en mi mente, no lo encuentro, así que trato de guardar cada instante de este memorable momento.
Fuimos a descansar ya entrada la madrugada, no hubo reproches ni lamentaciones, solo platicamos anécdotas y recuerdos de nuestra niñez y juventud, inclusive, mis padres nos contaron cómo se conocieron luego de un matrimonio arreglado… “Eso tiene que cambiar, ustedes deben elegir con el corazón.” Nos aconsejaba mi padre. Yo elegí con el corazón y aún no sé si me equivoqué, lo único que sé es que mi hijo nos ha unido.
No hubo necesidad de firmar documento alguno, mis padres estarían al pendiente de mis cuidados, yo estudiaría en casa para luego hacerlo en la universidad y legalmente, tendría la custodia de mi hijo, hubiera sido lo contrario si mis padres me hubieran repudiado, como quien dice, habría estado bajo la tutela de mi tío. Así es, me quedaría en Florida, es un buen lugar para vivir y educar a mi hijo.
El tío William regresó a Chicago antes de lo previsto, le agradezco su intervención y todo el apoyo que me brindó. Me pide que siga mi camino con o sin Huseyin, ya había dado un gran paso, ahora, era seguir adelante sin mirar atrás. Nos despedimos con un abrazo en la estación de trenes con un hasta pronto.
Eso fue lo que hice, seguir con mi camino, me sentía útil al poder apoyar a mis padres con los negocios, ser parte en la toma de decisiones, ¡claro! todo bajo la supervisión de Neal. Aprendí que una cosa son los libros y otra la práctica, debía conjugar bien ambas cosas si deseaba tener éxito. Algunos días eran agotadores pero satisfactorios, jamás en la vida pensé tener tan organizado mis tiempos, lo mejor de todo, es que recibía un sueldo, como una empleada más, por el momento, podría decir que era solo una aprendiz, pero, cuando tuviera un certificado podría ganar como lo que sería: una licenciada en administración de empresas, de mientras, estaba ahorrando para comprar algunas cosas para el cuarto del bebé.
Era el séptimo mes de gestación y ya no podía conmigo misma, mi vientre era una enorme pelota de playa, ya no había forma de cómo ocultarlo desde el quinto mes que duplicó su tamaño. Mi madre me había acompañado a comprar algunas prendas de maternidad y de bebé, se pagó con lo que había ahorrado y con lo que ella completó. También me acompañaba a las citas mensuales para el control prenatal, todavía recuerdo la cara de mamá cuando el doctor nos dijo que escuchaba latir dos corazones. Mi felicidad era ahora por partida doble. Ahora, sé lo que es trabajar, ganar y gastar cada centavo, ahora, valoro el esfuerzo de mi familia para darnos nuestras comodidades.
En el octavo mes, decidí descansar por recomendación del doctor. Tan delgada estaba antes del embarazo y ahora, no puedo verme los pies. ¡Cómo ha cambiado mi vida! Los bebés han transformado en amor y felicidad toda la tristeza que siento por la ausencia de Huseyin. No voy a negar que lo extraño y que lo sigo amando, la constancia está en esos pequeñitos que crecen dentro de mí. Termino de guardar la ropa y pañaleros que el tío William ha enviado desde Nueva York, mandó como si fuera a tener una guardería y para ambos sexos, dice que hay que estar prevenidos. En unos días los conoceré, muero por tenerlos en mis brazos.
Neal y yo nos hemos hecho más cercanos luego de la discusión que tuvimos después de irse el tío William cuando vino a hablar con mis padres. Lo conozco bien, sabía que me diría algo, pero la contestación que le dí fue cortante, le pedí que no se metiera con mi vida, y la respuesta que me dio me hizo comprender que él tenía razón, me dijo que yo lo involucré y lo hice cómplice de esa relación clandestina, por lo tanto, tenía el derecho de opinar y de meterse. El primer trimestre de embarazo había estado demasiado sensible, no pude evitar llorar, él más que nadie debía comprenderme porque sabía mi situación, pero yo también debía de comprenderlo, mi hermano solo me quería proteger y no lo permití por querer ser una mujer libre con el hombre que amaba.
Al terminar de arreglar la recámara de mis hijos, Neal me invitó a caminar un rato a la playa. Mientras disfrutábamos esa tarde con la brisa marina en la orilla del mar, comencé a tener contracciones, las punzadas eran fuertes. Manteniendo la calma y con la mano en el vientre, le dije sonriente que sería tío, “eso ya lo sé” fue la respuesta inmediata que me dio, detuvo sus pasos cuando comprendió lo que quería decir, él se puso como papel, traté de calmarlo, ya que por un momento se había perdido por la impresión. Otra contracción, no pude evitar tomarlo del brazo y encajarle las uñas para contrarrestar un gemido por el dolor. ¡Elisaa! “Perdón, es que me duele, llévame al hospital por favor.”
Ahí íbamos los dos, era tanto sus nervios que no pudo cargarme, rodeó mi cintura para que no fuera a caerme, caminábamos a paso lento, ambos respirábamos y exhalábamos. De pronto, comencé a reír a carcajadas y luego a llorar, me ganaron las emociones, mi hermano estaba en el lugar de Huseyin, cuando no debía ser así. No sé si odiarlo o no por perderse el nacimiento de sus hijos, de no estar conmigo, de haberse marchado haciéndome una promesa de matrimonio. No sé si odiarme por seguir pensando en él, por seguir amándolo, por desear que estuviera conmigo en estos momentos.
Cómo desearía tener una amiga con la que pudiera platicar, desahogar mis penas, una amiga con la que pudiera abrir mi corazón y sacar todo este dolor que tengo, pero no, no hay nadie a la que pueda hablar abiertamente de lo que me pasa. De solo acordarme lloro, no sé qué hago viviendo todavía aquí, todo me recuerda a ese infeliz que ha jugado con mis sentimientos… y ¿si hubiera una razón poderosa que le impidiera llamar? Sé que me ama, siempre me lo demostró, y ¿si le pasó algo? Intento concentrarme en las revistas de moda, ojeo rápidamente cada página sin que nada de ahí llame mi atención hasta que llego a la sección de ropa de playa. Las fotografías fueron tomadas dentro y fuera del hotel de mis padres. En Florida siempre hace sol, las nubes celestes sin amenaza de lluvia se conjuga con el verde esmeralda de sus playas, y las bien ordenadas palmeras hacen gala con la blanca arena que brilla ante los rayos del sol. ¡Floridaaa! Lo he decidido, volveré a casa.
He regresado las llaves del departamento donde rentaba, los muebles que había comprado los doné a una beneficencia. Empaqué todas mis cosas, no dejé nada de mí en el departamento de Huseyin, nada de lo que pudiera recordarle, como si nunca hubiera estado allí. Era doloroso pero necesario, había decidido comenzar con mi nueva vida… Realmente tengo temor de lo que se viene, para empezar, con mis padres, aunque debería darle mayor importancia a la tía abuela, ¡es capaz de desheredarme! Me doy un manotazo en la frente por pensar en malos chistes, mi asunto es serio… ¡No creo que la tía Elroy o mis padres me manden a un convento! He entrado en un conflicto al analizar todos los posibles escenarios sobre el futuro de mi hijo y el mío, si me hubiera embarazado sin amor, la antigua Elisa lo hubiera dejado en un orfanato, se hubiera ido del país a parir su deshonra o, incluso, no dejarlo nacer. De pensar en tanta maldad se me eriza la piel. Sacudo la cabeza para quitarme esos malvados pensamientos. Tampoco puedo huir, no quiero, no es justo para mi hijo, lo correcto es que el bebé conozca su familia y que lo amen como lo que es, mi hijo, como un Leagan.
No tengo otro remedio más que acudir a la única persona que me ayudaría en este caso. Si protegió y solapó en cierta manera a Candy en sus decisiones, aceptó el matrimonio Conrwell, no dudo que pueda interceder mi situación ante la familia. Envío a la residencia de Nueva York la mayoría del equipaje, luego mandaré por ella. Voy a la estación de trenes y compro un boleto para Chicago, ahí está el tío William, el señor Jhonson me ha confirmado que tiene una semana de haber llegado de un viaje de negocios.
Durante el trayecto me pongo a pensar sobre mi pasado y mi presente, hago un recuento de los daños y llego a la conclusión de que la vida me está cobrando con creces todos mis actos. Me hago la promesa de disculparme con todas aquellas personas que ofendí por mi soberbia, empezando con mi hermano, mis padres y Candy, sobre todo, a ella, le hice mucho daño, y, a pesar de ello, se mantuvo de pie. No quería decirlo, pero si ella no murió por amor y por todo lo que le hice, menos yo, tengo por quien vivir y salir adelante. Seré feliz ¡claro que sí!
Tomo un taxi, doy la dirección de la mansión, tengo prisa por llegar, estoy cansada, mareada y asqueada, nunca pensé que me cayera tan mal el viaje. Saco un espejo de bolsillo para ponerme un poco de polvo para dar color a mi rostro pálido y demacrado ¡me veo fatal! termino con un brillo labial rosa pastel. Con ese tono le había dado color a mi romance con Huseyin, había sido tan perfecto lo nuestro que parecía que no tendría fin, un final que ni siquiera llegó porque no tuvo la confianza o el valor por concluirla, ni siquiera su silencio fue suficiente para que lo asimilara, es algo que todavía no acepto y no creo comprenderlo. Por más que busco entre mis recuerdos, no encuentro indicio alguno de que lo nuestro haya sido una mentira.
-Bienvenida a casa señorita Elisa.- Me recibe la ama de llaves como es su costumbre. Toma mi equipaje, pide a una mucama que lo suba y que arregle mi habitación. Amablemente pregunté por el tío William. No esperaba tanta educación de mi parte porque titubeó para contestarme. -Es-está en su despacho, déjeme anunciarla.- Le digo que no se preocupe por eso, mejor, le pedí de favor que ordene preparar algo ligero para desayunar sin grasa y un vaso con leche mientras hablo con el tío. Sé que comer no me caerá bien, pero necesito recuperar la energía que he perdido por el bien de los dos. Me dirijo nerviosamente al despacho…
Entro en cuanto me autoriza hacerlo, no me mira en el momento, estaba firmando algunos documentos. No sé por qué, pero entré en pánico, me quedé parada luego de cerrar la puerta, sabía mi culpa, a pesar de todo, el tío siempre ha impuesto su autoridad ante mis acciones, estoy dudando en confiarle lo que estoy pasando. Levanto el rostro al sentir su mirada fija sobre mí, palidezco al percatarme que ve más allá de mi cuerpo, mis dientes empiezan a castañear, las piernas comienzan a perder fuerza, antes de perder el equilibrio, me sostiene entre sus brazos, no pude más y comencé a llorar con tanta agonía que mi tío me dijo que no parara hasta que terminara de sacar todo el dolor que guardaba mi alma.
Soltó su abrazo cuando terminé de llorar, me llevó al asiento para que descansara, me ofreció un vaso con agua, tomé un poco, bajé la cabeza y guardé silencio mientras entrelazaba los dedos de mis manos. Mis ojos se abrieron ampliamente por la sorpresa cuando me preguntó cuántos meses de embarazo tenía. No pude evitar tocar mi vientre que apenas comenzaba a abultarse. “¿Cómo lo sabes?” le pregunté, respondió que había aprendido mucho sobre el tema cuando era un trotamundos. “¿Quién es el papá?” Ahora le tocó cuestionarme, tomé otro sorbo de agua y le conté todo desde un principio.
Para darme confianza y seguridad, no me soltó de la mano que era protegida por las suyas hasta que terminé de relatarle aquel amor rosa pastel. Le enseñé el anillo de diamantes que me había dado como una promesa de matrimonio. Le planteé las posibles hipótesis por las cuales habíamos perdido comunicación, ni una era buena… El tío escuchaba con atención sin interrumpirme. Cuando guardé nuevamente silencio volvió hacer una segunda pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?” Mis lágrimas volvieron a salir por los temores que me invadía de perder a mi hijo. Con palabras entrecortadas, le supliqué que hablara con la familia para que no me arrebataran ese pedacito de cielo que crecía en mi interior.
Luego de comer, dormí lo que restaba de la tarde hasta la mañana siguiente. Me sentí completamente renovada, llena de emoción por comenzar esta nueva etapa de mi vida. Pasase lo que pasase mi hijo estaría a mi lado sin importar qué. También, sin pedírselo, el tío William averiguaría el paradero de Huseyin, aunque me advirtió que Turquía era una reciente nación y que se encontraba en guerra…de mientras, me quedaría en Chicago por unos días en lo que él se desocupaba de las actividades empresariales.
En una de las conversaciones que tuvimos surgió el tema sobre mi futuro, el tío William me dijo que debo hacerme cargo de mi hijo, que no debía depender de nadie aún a pesar de que la familia me apoye y no tenga la necesidad de trabajar. Sé que tiene razón, es por ello, que le comenté que había estudiado en casa libros de administración y que Huseyin me había apoyado con esos temas. Fue entonces que el tío me ofreció estudiar la licenciatura y así poder defenderme en la vida al tiempo que forjaría un patrimonio. Acepté gustosa. Ahora veo la vida desde otro ángulo y entiendo la postura de Candy al no depender de los Andrew para seguir con su camino. Ahora, más que nunca, me arrepiento de haberle puesto tantos obstáculos para sacarla de nuestras vidas.
Mis padres han enviado un vehículo a la estación de trenes, saben que no he llegado sola, nos ha acompañado también el señor Jhonson. Han aceptado quedarse en la residencia de mis padres. Mi hermano vive solo, ha prometido cenar en casa para darle la bienvenida a nuestro tío. La relación entre ellos ya no es tan mala como hace años, Neal ya no es ese niño caprichoso, ha madurado tanto que se ha convertido en un gran empresario y tan es así que ha logrado que los Leagan ya no dependan financieramente de los Andrew. He decidido seguirle los pasos y, si todo sale bien, extenderemos los hoteles a otros países.
-¡Elisa!- Había exclamado mi madre ante la noticia, mi padre negaba con la cabeza, mi hermano se había quedado estupefacto. -Por eso estás tan delgada y demacrada, tu padre y yo no te hemos educado así, ahora, ¿qué dirá la gente, la sociedad, la familia?- Mi madre escandalizada empezaba a enumerar todas las divinidades por el pecado cometido.
-Sarah, por eso he venido hablar con ustedes para responder por Elisa, ella no estará sola…- William tenía la intención de tomar nuevamente la palabra, pero mi padre interrumpió lo que les iba a decir.
-Todo este tiempo nos has engañado, nos hiciste creer que estabas estudiando en Nueva York, debiste confiar en nosotros para que ese hombre no se burlara de ti ni de nosotros. Ten la seguridad que lo vamos a encontrar y hacer que se haga responsable de sus actos.- Mi padre lo dijo con tanta convicción que pienso que puede hacerlo, pero yo no quiero obligarlo, prefiero que el tío William averigüe primero que ha sido de Huseyin.
-Supuse que esa sería el modo en que reaccionarían, es comprensible, pero Elisa no será la primera ni la última mujer con un hijo fuera del matrimonio, como les mencioné, él regresó a su país con su familia para formalizar el compromiso que había hecho con ella, pero no sabemos el por qué se perdió comunicación con él, recuerden que su país se encuentra en un proceso independentista… Hay que esperar los resultados de la investigación. De mientras, quieran o no, ella tendrá a su hijo a cambio de que estudie y se haga cargo de su manutención, y, ustedes como sus padres deberán apoyarla incondicionalmente. No tienen mucho que pensar, aún así, mañana se firmará una serie de documentos para protegerla.- Mi tío se levantó de su lugar, al pasar, tocó mi hombro para darme seguridad, sonreí ligeramente. Era hora de enfrentarme a mi familia.
Observo discretamente a Neal, su mutismo es evidente, lo que esté pensando me lo dirá después, debe de estar buscando las palabras correctas, porque cuando está enojado no mide su vocabulario, lo sé porque está tamborileando sus dedos en el reposabrazos.
Me duele ver la decepción que les he ocasionado, sobre todo, el que le provoqué a mi padre, no lo merecía. Sus palabras se escuchan apagadas mientras que en sus ojos se percibe la culpa de no haber estado conmigo para darme el tiempo, educación y la orientación que necesitaba. ¡Los he defraudado! “Perdónenme por favor.” Con el arrepentimiento que llevaba a cuestas por haber sido una chica sin límites para hacer y actuar como quería, me levanto de mi lugar para dejarme caer a los pies de mi papá, y, con el corazón en la mano les pido perdón, al tiempo que les juro que he cambiado y que seguiré cambiando para ser una mejor persona.
-No hay nada qué perdonar Elisa, como padres, también cometimos errores y eso no lo podemos cambiar, mejor, aprendamos de ellos y hagamos de este bebé el niño más amado del mundo.- Me dijo mi padre mientras acariciaba mi cabellera. Como niña pequeña lloré sobre su regazo. Eran sinceras sus palabras, le dí las gracias una y otra vez.
-Elisa, como madre, me duele lo que te está pasando, pero más me duele es no haber estado cuando más me has necesitado, pero, como dicen tu padre y William, nunca es tarde para empezar otra vez. Te prometo hacer a un lado mis prejuicios, te apoyaré con lo que has decidido además de cuidar de nuestro nieto.- Jamás en la vida hubiera esperado tanto de mamá, ella siempre tan ocupada en guardar las apariencias que ahora está decidida a no darles atención.
Neal no dijo nada, no hubo necesidad de palabras, al menos para ese momento, él conocía muy bien mi historia y no se delataría ante nuestros padres para no entorpecer lo que se había logrado, solamente se acuclilló ante mamá, y extendiendo sus brazos nos juntó para mantenernos unidos como la familia que éramos. No recuerdo cuándo fue la primera o última vez con una escena de este tipo, por más que busco en mi mente, no lo encuentro, así que trato de guardar cada instante de este memorable momento.
Fuimos a descansar ya entrada la madrugada, no hubo reproches ni lamentaciones, solo platicamos anécdotas y recuerdos de nuestra niñez y juventud, inclusive, mis padres nos contaron cómo se conocieron luego de un matrimonio arreglado… “Eso tiene que cambiar, ustedes deben elegir con el corazón.” Nos aconsejaba mi padre. Yo elegí con el corazón y aún no sé si me equivoqué, lo único que sé es que mi hijo nos ha unido.
No hubo necesidad de firmar documento alguno, mis padres estarían al pendiente de mis cuidados, yo estudiaría en casa para luego hacerlo en la universidad y legalmente, tendría la custodia de mi hijo, hubiera sido lo contrario si mis padres me hubieran repudiado, como quien dice, habría estado bajo la tutela de mi tío. Así es, me quedaría en Florida, es un buen lugar para vivir y educar a mi hijo.
El tío William regresó a Chicago antes de lo previsto, le agradezco su intervención y todo el apoyo que me brindó. Me pide que siga mi camino con o sin Huseyin, ya había dado un gran paso, ahora, era seguir adelante sin mirar atrás. Nos despedimos con un abrazo en la estación de trenes con un hasta pronto.
Eso fue lo que hice, seguir con mi camino, me sentía útil al poder apoyar a mis padres con los negocios, ser parte en la toma de decisiones, ¡claro! todo bajo la supervisión de Neal. Aprendí que una cosa son los libros y otra la práctica, debía conjugar bien ambas cosas si deseaba tener éxito. Algunos días eran agotadores pero satisfactorios, jamás en la vida pensé tener tan organizado mis tiempos, lo mejor de todo, es que recibía un sueldo, como una empleada más, por el momento, podría decir que era solo una aprendiz, pero, cuando tuviera un certificado podría ganar como lo que sería: una licenciada en administración de empresas, de mientras, estaba ahorrando para comprar algunas cosas para el cuarto del bebé.
Era el séptimo mes de gestación y ya no podía conmigo misma, mi vientre era una enorme pelota de playa, ya no había forma de cómo ocultarlo desde el quinto mes que duplicó su tamaño. Mi madre me había acompañado a comprar algunas prendas de maternidad y de bebé, se pagó con lo que había ahorrado y con lo que ella completó. También me acompañaba a las citas mensuales para el control prenatal, todavía recuerdo la cara de mamá cuando el doctor nos dijo que escuchaba latir dos corazones. Mi felicidad era ahora por partida doble. Ahora, sé lo que es trabajar, ganar y gastar cada centavo, ahora, valoro el esfuerzo de mi familia para darnos nuestras comodidades.
En el octavo mes, decidí descansar por recomendación del doctor. Tan delgada estaba antes del embarazo y ahora, no puedo verme los pies. ¡Cómo ha cambiado mi vida! Los bebés han transformado en amor y felicidad toda la tristeza que siento por la ausencia de Huseyin. No voy a negar que lo extraño y que lo sigo amando, la constancia está en esos pequeñitos que crecen dentro de mí. Termino de guardar la ropa y pañaleros que el tío William ha enviado desde Nueva York, mandó como si fuera a tener una guardería y para ambos sexos, dice que hay que estar prevenidos. En unos días los conoceré, muero por tenerlos en mis brazos.
Neal y yo nos hemos hecho más cercanos luego de la discusión que tuvimos después de irse el tío William cuando vino a hablar con mis padres. Lo conozco bien, sabía que me diría algo, pero la contestación que le dí fue cortante, le pedí que no se metiera con mi vida, y la respuesta que me dio me hizo comprender que él tenía razón, me dijo que yo lo involucré y lo hice cómplice de esa relación clandestina, por lo tanto, tenía el derecho de opinar y de meterse. El primer trimestre de embarazo había estado demasiado sensible, no pude evitar llorar, él más que nadie debía comprenderme porque sabía mi situación, pero yo también debía de comprenderlo, mi hermano solo me quería proteger y no lo permití por querer ser una mujer libre con el hombre que amaba.
Al terminar de arreglar la recámara de mis hijos, Neal me invitó a caminar un rato a la playa. Mientras disfrutábamos esa tarde con la brisa marina en la orilla del mar, comencé a tener contracciones, las punzadas eran fuertes. Manteniendo la calma y con la mano en el vientre, le dije sonriente que sería tío, “eso ya lo sé” fue la respuesta inmediata que me dio, detuvo sus pasos cuando comprendió lo que quería decir, él se puso como papel, traté de calmarlo, ya que por un momento se había perdido por la impresión. Otra contracción, no pude evitar tomarlo del brazo y encajarle las uñas para contrarrestar un gemido por el dolor. ¡Elisaa! “Perdón, es que me duele, llévame al hospital por favor.”
Ahí íbamos los dos, era tanto sus nervios que no pudo cargarme, rodeó mi cintura para que no fuera a caerme, caminábamos a paso lento, ambos respirábamos y exhalábamos. De pronto, comencé a reír a carcajadas y luego a llorar, me ganaron las emociones, mi hermano estaba en el lugar de Huseyin, cuando no debía ser así. No sé si odiarlo o no por perderse el nacimiento de sus hijos, de no estar conmigo, de haberse marchado haciéndome una promesa de matrimonio. No sé si odiarme por seguir pensando en él, por seguir amándolo, por desear que estuviera conmigo en estos momentos.
CONTINUARÁ
está completamente sola, así que decide regresar a su casa, ahí su familia se escandaliza y el tío Williams la recibe con cariño ya que son familia. Elisa le propone al tío trabajar en los hoteles en Florida, todo marcha bien sol que el no saber nada de Huseyin le preocupa y ahora los hermanos se han aliado más que nunca ya que Elisa tendrá gemelos y él es muy protector con su hermana. 
está muy linda, 
te mando un abrazo. 
