EL DOLOR FLORECE
Corría por los pasillos de su casa persiguiendo a su pequeño niño de dos años, hasta que la pelota que llevaba el bebe en sus manos resbaló haciendo que golpeara una mesita y cayera el jarrón encima de ella, regalo de la tía abuela el día de su boda, el sonido de la cerámica en el piso y aquella pintura de Vincent Van Gogh, con bellas flores de almendro le hizo recordar lo sucedido cuatro años atrás.
Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ
La cancelación de su compromiso con Candy, fue un golpe duro para él, por primera vez no le salían las cosas como él quería, salió huyendo de la casa de Lakewood, para ir a su mansión aledaña.
—¡Neal! Espera debemos hablar, —Le pidió Albert, su tío abuelo presentado en esos momentos, lo sujetó del brazo.
—Suéltame, no, no hay nada que hablar, todo lo acabas de decir, dejándome en vergüenza delante de toda la familia — ¡suéltame!
—¡Por favor! Hablemos sé que tú estás confundido sobrino.
Neil salió furioso de la mansión de Lakewood, caminó durante varias horas en los alrededores pensando en qué hacer. Sin que lo escucharan llegó a la mansión Legan y lo que escucho detrás de las puertas de la biblioteca fue el golpe más bajo jamás imaginado en su vida, la cancelación del matrimonio fue mínimo a la verdad que escuchó a su padres discutir.
—¡Todo esto es tu culpa Sarah! Si no accedieras a todos sus caprichos, esto no habría pasado, era más que claro que estaban forzando a esa chica.
¡Vamos Mujer! Ahora me echas la culpa a mi, siempre que yo lo castigaba o reprendia, venías tú y lo premiabas, nunca respetaste mi autoridad delante de él como padre.
—¡Sin tan solo le hubieras dado algo de amor Roger!
—¡Estás bromeando! ¿Verdad? siempre le he dado el lugar de hijo mío, aunque no lo es.
—¡Roger! Callate te pude escuchar, alguien.
—Quien me va escuchar a esta hora de la madrugada, tu hijo está perdido y Eliza se quedó en Lakewood.
—Nuestro hijo te necesita.
—Ahora si es nuestro, no tienes vergüenza Sarah, nunca has reconocido tus errores, yo te ame demasiado tanto que acepte casarme contigo embarazada; ahora nuestra vida solo es una farsa y apariencia.
Neil solo salió corriendo de la mansión, «No soy su hijo» pensaba mientras caminaba, gotas empezaron a caer, y el sonido de un relámpago se hizo presente anunciando la tormenta. Las gotas de lluvia en su rostro se confundian con sus amargas lágrimas.
Llegó a una casa abandonada, que sabía también era propiedad de los Ardlay. Varias sábanas blancas polvosas cubrían varios muebles. Camino a la cocina y trato de buscar una vela para alumbrarse, no encontró nada solo una botella de licor. La tomó entre sus manos, destapó de ella y bebió como si fuera agua. Deambuló por la casa a oscuras hasta llegar a la chimenea, encima de la repisa encontró una vieja caja de fósforos.
—Será un milagro si funcionan, —para su sorpresa sirvieron, prendió fuego en la chimenea.
Dió un trago a la botella y tambaleándose quedó parado frente aquella pintura color turquesa, era un almendro al óleo.
—Supongo que está pintura es una réplica del Almond Blossom de Vicncet van Gogh, y si no lo es, supongo mi familia está loca de remate por tenerte aquí abandonada, estas sola sin poder alegrarle la vista a nadie —le decía a la pintura como si pudiera escuchar.
Sentado en la pared sujetaba su cabeza, todo le daba vueltas y la noticia de la cual se acababa de enterar había rematando en todas sus emociones «ahora entiendo tantas cosas» sujetaba su cabeza con sus dos manos por el dolor, dormito por unas horas hasta levantar el alba. Hasta que el rechinar del piso de madera lo hizo reaccionar.
Frente a él, una chica de cabello al hombro y ojos color café lo miraba.
—¿Quién eres tú?
—Era de suponerse que no me recordaría joven Neil.
—No importa quien soy, su familia lo está buscando, están desesperados.
—No me interesa, no tengo familia.
—Esta equivocado, la señora Elroy, está muy mal por usted joven, y el señor Ardlay…
—No me interesa, ¡Lárgate!
—No me voy a ir, si no es con usted.
—Estas completamente loca —la observó levantando su vista hacia arriba, la chica por unos instantes se perdió mirando el cuadro arriba de él.
—¿Ese es un almendro verdad? Son tan bellas sus flores. —por unos instantes pensó que más decirle antes que la sacará a patadas de ahí—. Sabías que hay una leyenda que una de las hijas del Rey Midas, llamada Fílide, se enamoró de Acamante, un soldado que la abandonó para ir a luchar en la Guerra de Troya.
Luego de enterarse de la caída de la ciudad, Fílide salía a la costa todos los días para recibir a la flota ateniense. Al noveno día sin ver el barco de su amado, Fílide creyó que Acamante había muerto y ella misma murio del dolor por su pérdida.
Conmovida por la tristeza de la joven, Atenea transformó el cadáver en un árbol de almendros. Al día siguiente, el barco de Acamante, que se había retrasado por reparaciones, llegó a la costa. Y Acamante corrió al bosque a llorar a su amada cuando se enteró de su muerte.
Al acariciar el árbol, Fílide floreció repentinamente para consolar a su amado. Es por ello que las flores de almendro significan amor eterno, amor más allá de la muerte o consuelo al ser amado. ¿No crees que esa pintura arriba de tu cabeza te está dando una señal?
Neil solo la observó con extrañeza. «Esta mujer está loca»
—¿Por qué me miras así? El hecho de que sea una persona al servicio de tu familia, no quiere decir que no pueda ser culta, amo la lectura, aparte de ser enfermera.
—¿Enfermera?
—Si, yo soy la enfermera de su tía abuela, varias veces nos cruzamos en el pasillo de la mansión pero nunca me miró, ni respondió mi saludo. Le pido reconsidere volver a Lakewood, la señora Elroy…., ella está muy mal por su desaparición. —se atrevió a sentarse al lado de él—. Ella estaba apunto de salir a buscarlo, le dije que yo saldría por ella, no sabía hacia donde ir, monte a caballo por varios minutos y a lo lejos observé está bella casa, algo me llamó a venir hasta aquí, y ve aquí estás.
—Lo único que quiero es desaparecer, la vida de todos será mejor sin mi.
—No joven, no diga eso, su tía abuela no lo soportaría, ni tampoco Candy.
—Ella más que nadie, desearía verme muerto.
—No, ella está preocupada por ti, eres su familia y te quiere, pero no en la forma que tú quisieras.
—¡¿Tú que sabes?!
—Ella es mi amiga, y supongo después de esto, usted pedirá que me corran, así que me va a escuchar.
—Ahora resulta que viniste aquí a regañarme.
—No, no es regaño, quiero que medites solo en lo que te voy a decir. —se atrevió a hablarle como a un amigo.
—Tu no estás enamorado de Candy, en tu vida solo siempre has estado acostumbrado a decir, quiero esto, quiero lo otro y siempre se te ha dado. Has tenido todo menos el amor de tus padres acaso alguna vez tu padre o tú madre ¿te han abrazado? ¿Te han dicho un te amo?
Neil iba a responder. «No» solo se quedó con las palabras en su mente.
—No, no me contestes solo piensalo, Candy es como un agua refrescante por dónde va, da alegría a sus pacientes, se da con la gente sin esperar nada a cambio, se que ella te defendió de aquellos malhechores, pero eso no quería decir te amaba, ella es tu familia obvio te iba defender. Aunque creeme después de contarme las que le has hecho desde niños. Yo te hubiera dejado ahí te dieran una buena tunda.
Neil solo abrió los ojos con asombro ante la declaración de la chica.
—Eres tan afortunado y no lo ves, tienes tanto, está tu tía Elroy para empezar, ella es una buena mujer algo enojona, nada raro en alguien de su edad —lo hizo sonreír—. Pero te ama, no tienes idea cómo está de preocupada, tu primo Archie y el señor Albert, lo están también. Una cosa es que no estén de acuerdo con tu forma de actuar, pero otra muy diferente es que no te quieran. Porque no tomas un largo viaje, conoce lugares que yo sólo puedo conocer en libros y viajar solo en mi imaginación.
Podrías viajar a dónde se da el hermoso árbol que tienes en tu cabeza y renacer como un almendro que este dolor por el que estás pasando saque lo mejor de ti.
—Sabias que eres una atrevida.
—Si, pero no me importa, creo que hoy será mi último día trabajando aquí, pero que valga la pena quedarse sin trabajo. Siempre que sientas dolor mira más abajo, otras personas están en peor condición que tú. Te invito ir al hospital y ver aquella gente que no tiene salud y que todo el dinero del mundo no la puede comprar. Mira estás completito de tu cuerpo que yo sepa, con salud, tanta que casi matas a tu abuela de un infarto —ella se incorporó y le extendió la mano a él para levantarse—. Ven vamos a casa esperan por ti en Lakewood.
Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ
—¡Neil… ¡Neil! ¿Estás bien? ¿Te has cortado con el jarrón?
—Eh…, —reaccionó él ante las palabras de su esposa, miró a su bebé en los brazos de ella—. Si estoy bien solo recordaba.
—¿Qué es lo recordabas amor?
—Como me enamoraste en este lugar, o más bien como te encantó regañarme.
—Eres un tonto, anda vamos a comer con la tía abuela, llegaremos tarde, ya deben estar todos para festejar su cumpleaños.
—Solo que promete no contarle nada sobre este jarrón o de plano ahora si la mato del coraje.
—Te lo prometo, anda vamos, le diré a una chica del servicio lo recoja y no deje huella del delito.
Él la estrechó por la cintura y la besó, al mismo tiempo le dió un beso a su pequeño.
Neil había seguido el consejo de aquella chica, que en su momento no supo su nombre, durante un largo año viajó conoció lugares hermosos, pero nunca se quitó de la cabeza a aquella chica y sus palabras. Cuando regresó, fue a buscarla a la mansión de Lakewood con la tía abuela; pero para su sorpresa ella ya no estaba ahí. La tía abuela Elroy fue cómplice con su sobrino y le dijo dónde podía encontrarla. Aquella casa donde se conocieron fue el regalo de su tío junto con el cuadro de almendros que los unió de manera muy peculiar.
Última edición por Saadesa el Vie Abr 15, 2022 7:51 pm, editado 1 vez