LO QUE PASÓ EN LA VEGAS, NO SE QUEDÓ EN LAS VEGAS
CAPÍTULO 7
En la mansión de Nueva York, Elisa esperaba a que su hermano llegara, en cuanto arribó lo primero que hizo después de cambiar su apariencia fue acudir con su estilista, no soportaba verse sin un mechón, que a decir verdad era bastante notorio, parecía como una mordida que un burro da al pastizal, al verla su peinador no pudo evitar comentarle — ¡Cariño! Pero ¿Qué te pasó? ¡Pareciera que una jauría de burros te comió la melena! — ¡No seas tan atrevido, Francis! — ¡Lo siento, mi reina! Pero la verdad ¡Estas hecha un desastre! — ¡Mejor cállate y haz tu trabajo! — Una vez lista, se miró en el espejo y la imagen que le devolvió la dejó satisfecha.
Miraba una revista cuando escuchó los pasos de su hermano por la estancia. — ¡Neil! — Exclamó levantándose para correr a los brazos del joven, que la recibió contento de verla. — ¡Hermanita! ¡Ya te extrañaba! — ¡Yo también! — El afecto entre los dos era real, siempre vivieron solos apoyándose entre ellos, sin un verdadero afecto; solo la tía abuela los cuidó y procuró. En sus primeros años, sus padres los malcriaron, para después ser la anciana la encargada de consentirlos, sin fomentar en ellos una educación que fuera más allá de los convencionalismos sociales. Todo aquello terminó por hacerlos odiosos ante el resto de los Ardlay, que solo los soportaban. De ahí provenía su resentimiento, acrecentado por los celos que despertaron en Elisa al ver el amor que nació en Neil por su prima, la dulce Candy.
Brevemente se comentaron lo que pasaba con sus primos y sus respectivas parejas, no tenían mucho tiempo antes de que Lily y sus pupilas llegaran a Nueva York, no sabían si los cinco que se encontraban, quién sabe dónde, al ver las fotos interrumpirían sus vacaciones para regresar de inmediato a la ciudad que nunca duerme. — ¿Qué has pensado? — Preguntó Elisa — ¡Les tengo preparado todo un espectáculo en Hawái! Mis amigos se quedaron vigilando los pasos de la comitiva de Candy, si Jake observa cualquier intento por abandonar la isla, me informará para cambiar de planes. — Respondió él — Pero no me has dicho ¿Qué pretendes que haga con las chicas? ¡Tú sabes que ellas no conocen nada de mí! ¡Yo no puedo presentarme como una de los Ardlay? ¿Annie? En ella no confío sigue enamorada u obsesionada con Archie. Luisa no me delataría, pero aun así es ¡Un riesgo! — ¡Calma, hermanita! Dices que pretenden llegar a las casas de cada uno de ellos ¿No? ¡Bueno! Pues ponte en contacto con ellas y ayúdales a entrar a la mansión. ¡Debemos aprovechar que Michell tampoco está! — Pero ¿La servidumbre? — ¡No seas tonta, Elisa! ¡Solamente las ayudarás a entrar! De lo demás ¡Me encargo yo! — ¿Qué quieres qué haga? — ¡Hazte la inteligente! ¡Disimuladamente muestra los accesos! Y quién puede asumir la culpa será Annie ¡No dudarán de ti! — Mmm… ¡Lo pensaré! — ¡No te tardes! Yo regreso a Hawái hoy mismo — ¡No quiero que las palomas vuelen!... Jajaja…
En la enorme isla de Hawái, las chicas ya se estaban preocupando, porque Karen salió desde muy temprano sin avisar a dónde iría, en tanto Patty Molly estaban preparando sus equipajes, no querían seguir al asecho de Neil y sus amigos, tampoco estaban dispuestas a tener problemas con sus prometidos, no sabían hasta dónde eran capaces de llegar. A Candy le extrañó la llamada tan breve con Terry, por una extraña situación que todavía no alcanzaba a entender, no le daba buena espina nada de lo que estaba sucediendo. Sabía que Karen tenía razón, no tenían por qué huir del acoso de Neil, ya no eran unas chiquillas para salir corriendo, Debían saber defenderse por ellas mismas. A la vez, sabía también lo testarudo que podía ser su primo Leagan, así como la insistencia de Jake por regresar con Molly, eso le podría atraer a ella demasiados problemas, sobre todo conociendo el carácter de Archibald.
Un taconeo reconocido fue escuchado por la rubia, de inmediato se levantó y con las manos en la cintura dijo — ¡¿Dónde andabas, Karen?! ¡Nos tenías preocupadas! — ¡Lo siento, querida! Pero fui a ver a un amigo, que trabajó conmigo durante mucho tiempo, entre la plática y algunos detalles que tuve que, arreglar se me fue el tiempo. — ¿De qué se trata? — ¡¿Dónde están las demás?! — En sus habitaciones, preparando su equipaje — Pero ¿Por qué? — Molly esta temerosa de que Jake y Neil le cuenten a Archie cosas que nunca sucedieron y Patty no confía para nada en Leagan. Dice que tarde, que temprano nos causará problemas. — ¡Molly, Patty! — Les llamó Karen — Las dos chicas acudieron a su llamado — ¡Hola, Karen! ¿Dónde has estado? — Precisamente, les llamé para comentarles mi plan. ¡No hay manera de que esos tontos nos generen problemas! ¡Obvio lo intentarán! Pero para ello debemos de estar preparadas. ¡Les aseguro, que eso no tendrán ganas de volver a molestarnos jamás! — ¿Qué estás planeando, Karencita? — Cuestionó Patty — ¡Sentémonos! Les tengo que comentar lo que haremos. ¡Eso sí, no se vale la deserción! — ¡Me asustas! — Murmuró Molly — ¡No hay de qué temer! ¡Verán! —
La inquietud e intriga se reflejaba en el rostro de las chicas, quienes ávidamente escuchaban el relato de su amiga de fuerte carácter — Fui a buscar a mi antiguo guarda espaldas, que me acompañó durante unos años, antes de que me retirara del mundo artístico. Le comenté lo que nos estaba sucediendo con el estúpido de Jake y tu primo Candy, así que acordamos ponerles una trampa para que en su vida se quieran meterse con nosotras. ¡Chicas estamos a punto de casarnos! ¡No podemos iniciar nuestra vida de casadas con estos monitos merodeando, a ver en qué momento nos clavan una espada por la espalda! ¡Tenemos que deshacernos de ellos, ¡Definitivamente! — ¡¿No será arriesgado?! — Preguntó Molly — ¡Digamos, que un poco! Dado que tendríamos que fingir que tenemos un grupo exclusivo de amigos, que nos entretienen durante nuestras vacaciones. — ¿Cómo? — Respingaron todas al mismo tiempo.
Mientras, Karen explicaba el plan a sus amigas; Neil llamaba a Michell para preguntarle por su tío Albert aludiendo a que, no sabía nada de él y estaba preocupado por él. Michell, claro que conocía al chico, no en valde, su esposo tuvo muchos problemas por la distribución de la herencia que la tía abuela les había dejado. Amablemente, tomó la llamada, pero no le gustó el tono del chico, así que se decidió a llamar a su marido para comentarle, cuando llamó, una mujer le contestó; eso le pareció extraño y colgó, puesto que su consorte ya tenía nuevo número, no era posible, constató los números y efectivamente eran diferentes. ¿Qué estaba pasando? Por un momento pensó que se había equivocado y volvió a marcar, no obstante, la misma voz contestó, no pudo con la curiosidad y preguntó — ¡Hola! ¿Quién habla? — ¡Lily! — ¡Disculpe! ¡Me he equivocado! — La sonrisa maquiavélica se dejó ver en el rostro de Lily, quien iba en taxi rumbo al aeropuerto.
Michell estaba confundida, así que le marcó a George para cotejar el nuevo número del móvil de su marido; Sin embargo, no tuvo suerte, la mano derecha del consorcio estaba desde temprano en una junta importante de negocios. No quería pensar mal, pero una punzada de un mal presentimiento se instaló en su pecho, tenía que hablar con su marido, pero no encontraba la manera de localizarlo y por la emoción del nacimiento de su sobrino no puso atención cuando Albert le dijo en qué ciudad se encontraba, confiada estaba en la comunicación diaria, pero ahora, era necesario saber…
La madrugada había llegado a las Bahamas, una diferencia de 6 horas de diferencia con Hawái, pareciera que la noche daría la tregua que los Ardlay y Terrence necesitaban para pensar bien en lo que harían, ninguno daba crédito real a las imágenes recibidas, incluso los vídeos no eran concluyentes, pero de algo estaban seguros, la aparición de Jake y Neil no eran coincidencia, pero quién les habría dicho que las chicas viajarían solas y a Hawái. La isla era demasiado grande como para encontrarse por coincidencia. Algo que no le gustaba sucedía, pero ellas por qué no les comentaron nada. Si ellos se quedaron incomunicados tres días y los mensajes llegaron justo en su partida de la Riviera Maya, suponían que, el encuentro entre ellos esa misma noche. Hablaron antes de despegar el jet, ¿Entonces? Existía un cabo suelto que no encontraban.
Terrence se alejó de los demás, sentado a la orilla de la playa tomaba un vaso de whisky, estaba molesto, frustrado por no haber hablado con Candy y preguntarle, pero en ese momento no quería saber nada, conocía su carácter, si no se calmaba antes de hablar con ella, la discusión no tendría sentido, terminarían de la peor manera. No sabía cómo cuestionar a su novia, sin dejarle ver que estaba molesto y por qué no, desconfiado, no de ella, sino del tarado de Neil. También, sabía que Candice nunca le permitió nada, pero durante mucho tiempo los constantes intentos de Leagan para acercarse a su chica no se detuvieron hasta que él intervino. En aquella ocasión intentó ser paciente, arreglar todo conversando, pero el descaro del moreno terminó con su paciencia arremetiendo a golpes. Eso no fue de su agrado, pero estuvo satisfecho con el resultado. De ahí en adelante, no se acercó a Candy, incluso Elisa dejó de frecuentar la mansión de los Ardlay.
En similar situación se encontraba Archie, estaba seguro del amor de su novia, pero qué demonios hacía Jake con ella, peor aún, ¿Qué hacían las cuatro jóvenes con ellos? Esa idea le taladraba el cerebro, no quería pensar, que Molly fuera capaz de engañarlo con él, ella le dijo siempre que se sentía incómoda con la presencia de su ex novio cuando frecuentaba la mansión en compañía de Neil, incluso insistió en no acudir a las reuniones familiares para evitar cualquier contratiempo, dado que Jake al estar pasado de copas lanzaba indirectas a él para provocarlo, de alguna manera entendía que el tipo quería desquitar su despecho mediante una pelea, así que él, no hacía caso. Le había costado tanto, hacer entender y sentir a su prometida que la amaba, que lo de Annie nunca fue amor. Tampoco quería salir de su habitación, necesitaba pensar o tal vez decidir y dejar libre a su novia, liberarla del compromiso si sus afectos aún estaban con Jake.
Anthony estaba sumamente celoso, cómo era posible que su fiera hubiera encontrado a otra presa, se sintió inseguro pensaba que el carácter de Karen era firme y tajante, él en cambio era tranquilo no le gustaban las discusiones, pero sobre todo era extremadamente seductora, que con su amor doblegaba su más testarudo comportamiento; amaba a esa mujer que le transmitía fuerza, amor, lo complementaba en todas sus formas. Y ¿Sí ella, se hubiera cansado de él? Y ¿Hubiese encontrado un hombre diferente, uno que ella no pudiera dominar? ¡No! Tenía que hablar con ella. Decidido se levantó para llamarla, pero entró Stear y le dijo — Tonny, Albert quiere vernos a todos en el salón — ¿Qué pasa? ¡No me digas que más vídeos? — ¡No lo sé! ¡Vamos! — ¡Sí! ¿Cómo estás, primo? — ¡Bien! Digo un tanto intrigado, quiero saber a quién le importan tanto nuestras vidas que se dedican a tomar fotos a nuestras prometidas. ¡Eso más que nada! ¡Yo estoy seguro de que ellas no harían algo así! ¡Confío en Patty! — Decía el inventor, antes de entrar al salón.
En el lugar ya estaba Albert y Archie, faltaba Terry, Stear iba a buscarlo cuando el castaño entró, su rostro se notaba más sereno, sin decir nada se sentó en un sillón para escuchar lo que Albert tenía que decir. — Miren chicos, creo que lo que han visto en esas imágenes y videos los tiene alterados, pero sospecho que esto es producto de alguien que nos conoce bien y sabe que actuaremos recelosos y lo primero que haremos será que duden de sus parejas. Recuerden que George esta investigando lo referente a las damas de las Vegas, pero esto nos puede servir también, para que conozcamos quién está detrás de las chicas en Hawái. Los llamé para que todos estemos de acuerdo en mandar la información a Villers para que investigue y entonces actuar en consecuencia. — ¡Yo no tengo problema! Justamente le decía a Anthony, que lo más intrigante es quién está tan interesado en nuestras vidas como para querer causar un conflicto con nuestras novias — Decía Stear — Y ¿Sí, están coludidos con las mujeres de las Vegas? ¿Annie, tal vez? — Comentó Archie — ¡No lo creo! ¡Annie nunca se llevó con los Leagan! — Respondió Anthony — ¡Yo tampoco lo creo! — Interrumpió Albert — Miren — Habló Terrence — ¡Esas mujeres son capaces de todo! Pero no tenían recursos para fraguar algo así, los Leagan no tienen tanto dinero ya, se mantienen de los dos hoteles en Florida, así que es poco probable que estén en contubernio. — Por eso es mi pregunta, ¿Están de acuerdo en pasar las imágenes y vídeos a George para que indague? ¡Eso quiere decir, que no harán, ni dirán nada a sus novias de esto! ¡Claro hasta que tengamos el resultado de la investigación de George! — Exclamaba Albert — Se miraron entre sí, asintiendo.
— ¡No sabes lo que me pides, amigo! — Reparó Terry — No acostumbro a quedarme callado, ahora mismo tengo ganas de ir a Hawái para buscar a Neil y volver a recordarle que no se acerque a Candy — Dijo mientras blandía su puño contra su otra mano. — ¡Calma, arrogante! ¡Lo haremos! ¡Porque yo te ayudaré! — ¡Obvio cuenta conmigo para hacer lo mismo con el tal Jake! — Afirmó el castaño — Pues ¡Yo tengo ganas de hacer lo mismo con el fulano que bailaba con Karen! Y ¿Sí vamos a Hawái? — Propuso Anthony — ¡No, quedamos en que se quedarían quietos hasta tener las pesquisas de George! — Intervino Albert — ¿Qué les parece si salimos? ¡Necesitamos cambiar de aires, distraernos para no pensar! —Invitó Stear. Todos asintieron menos Terrence — ¡No! ¡Yo me quedo! ¡No tengo ganas de salir! — ¡Vamos, Terry! ¡Te prometo que me emborracharé para que practiques tu técnica para bajar la ebriedad!... Jajaja… — Pero ¿Qué te crees, inventor? — Respondió el inglés, que por fin esbozo una sonrisa. — ¡Más bien! Creo que ¡Stear es quien batea del otro lado! — Comentó Anthony dando una fuerte palmada al chico de gafas, quien cayó sobre Terry casi al borde de la cremallera — ¡¿Stear?! — No hables de bulto — Dijo el castaño, que se levantó para dejar al inventor caer, no esperó más y con un cojín arremetió sobre el joven, seguido por Anthony, Archie y Albert.
Al día siguiente George se comunicaba con Michell para decirle que Albert tuvo problemas con el nuevo móvil, pero no dio más explicaciones. Michell le comentó la llamada que hizo y la contestación que obtuvo. El gentil amigo de su esposo quedó en informar a Albert y pedirle que se comunique cuanto antes. No era sólo para eso que tenía que hablar con su jefe y amigo, ya contaba con información respecto a las damiselas y algo más, pero no tenía intensión de hacerlo por teléfono, era necesario verlo para acordar lo que harían, pero antes tenía que averiguar por lo menos la procedencia de las fotos y vídeos, esperaría esa información para viajar de nuevo a las Bahamas, por lo pronto informaría a Albert lo comentado por Michell.
Los cinco caballeros decidieron caminar por la playa, en su trayecto encontraron diversos bares que ofrecían diferentes espectáculos, pero el ánimo no era ese, decidieron parar en un pequeño bar, que era amenizado por un grupo con música tranquila, unas mesas estaban cerca de la playa, pidieron bebidas típicas y se sentaron en la arena. Todos miraban el vaivén de las olas. — ¿Quién me diría? Que mis vacaciones iban a ser tan intensas, estresantes, pero divertidas. — Comentó Albert — ¡Todo estaría bien, si no hubiesen llegado esas fotos! — Respondió Anthony — ¡No lo creo! ¡Andábamos estresados desde las Vegas! — Dijo Archie — Pero ¡Nosotros tuvimos la culpa por confiados! — Intervino Stear — ¡¿Se dan cuenta que esto puede cambiar nuestros destinos?! — Decía meditabundo Terrence. — ¡Cálmate, Grandchester! Eso sucedería si no aclaramos las cosas. Además, ellas tampoco pudieron provocarlo, ¿Qué tal si les pasó algo similar a nuestra situación? ¡Ellas no se ven tan comprometidas como lo estuvimos nosotros! — Todos voltearon a ver a Stear reconociendo su conjetura. Era verdad, se les había olvidado el problema con las mujeres de las Vegas.
No había sido necesario que Elisa guiara a Lily y su comitiva, Annie sabía a la perfección la dirección de los Ardlay, así como una forma no muy grata para entrar. — ¿Estás segura de esto, Annie? — Preguntaba Susana — ¡Sí! ¡Es el único medio para entrar sin ser vistas por la servidumbre! Lo utilice muchas veces para entrar a la recámara de Archibald sin que nadie me viera. Estaban en la parte trasera de la mansión, había una pequeña puerta que, años atrás fuera utilizada por los jardineros para introducir tierra y plantas. Era tan antigua, que estaba tapiada con alambres y palos, cubierta por una frondosa enredadera, había telarañas y bichos en todo el frente, la espesura de la planta no era fácil de pasar. Annie fue la primera en introducirse, sabía a la perfección el camino, la siguió Luisa, Lily que era más alta, no podía entrar por el diminuto agujero, si pasaba la mitad del cuerpo, no entraba su cadera, intentaba de varias formas, pero era imposible, ya tenía arañazos en los brazos y las piernas, no hasta que Susana cansada de los lamentos y esfuerzos de su mentora, que la empujó con tanta fuerza que Lily cayó sobre Luisa que la jalaba de las manos, fue tan aparatosa la caída que Annie soltó una carcajada, que provocó que se encendieran las luces por un breve momento. Las mujeres guardaron silencio, era más de media noche, el cielo estaba nublado indicando que se aproximaba una fuerte tormenta. Cuando Susana se decidió a pasar las primeras gotas caían, en su desesperación por entrar rápido atoró su cabello entre las ramas de la gruesa planta, por más que intentaba zafarse no podía, dio un fuerte grito cuando una araña se posaba entres sus senos. — ¡Ayúdenme! ¡No se queden paradas ahí! ¡Moriré del susto y asco! — Luisa la jaló de la mano, provocando que una gruesa mata de cabello quedara enredada en las ramas como vestigio de aquel allanamiento de morada. Los brazos de la rubia estaban arañados, su blusa desgarrada y su pantalón también se había descosido. Resignada comenzaba a caminar para unirse a sus amigas, pero sintió que algo le caminaba por los senos, volvió a gritar, brincar, retorcerse para que el animal cayera, pero no lo lograba. — ¡Auxilio! —Gritaba — La maltrecha Lily se acercó, arrancó la blusa, la sacudió, pero el bicho ya había picado uno de aquellos turgentes, pero falsos senos. La lluvia caía fuertemente, les imposibilitaba la vista, Annie, que conocía el camino las dejó para guarecerse de la caída del agua. Las demás intentaban ver dónde estaba, un relámpago les permitió verla y encaminarse hacía ella, casi llegaban, cuando tropezaron cayendo en el pasto, que ya era más lodo por el torrencial aguacero, al caer soltaron las maletas, mismas que se abrieron dejando salir su ropa. Parecía una pesadilla, cuando por fin entraron a la mansión, Annie las guio por los pasillos a las habitaciones, una vez ahí, la sonrisa de Lily fue en incremento al observar el lujo del lugar, subió a la gran escalera y al pie dijo en voz alta — ¡Bienvenidas a nuestra nueva vida!¡De aquí nadie nos sacará!...
Continuará…