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Linda noche para todas en esta guerra florida. Seguimos con el suspenso intriga y amores de la reina. Gracias a todas nuestras lectoras por leerla.
LA REINA
CAPÍTULO 9
Eleonor, Rose e Isabel. Recuerdos.
La ventana de la habitación real se abrió. Abriendo la reina Isabel poco a poco sus ojos. Era una mujer con sobre peso, de nariz chata, la cual por su gota y diabetes tenía una enorme úlcera en su pierna, que desde hacía tres años la había postrado en cama. La mujer que más odió a Terry y le hizo la vida imposible, siendo el artífice de la desgracia de su madre, Eleonor. Planificando su muerte por traición con la esperanza de que por linaje fuera la nueva reina de Richard, él que ahora era su esposo, ya que era hija del rey de Escocia y el hermano de Richard.
Con lo que no contaba, era que a Ricardo no le importaba mucho hacer alianzas con su padre, el rey escocés, y más bien se aventuró a casar a un muy descorazonado Richard con una princesa francesa y así poder tener alianzas con esas tierras. Rose Mary, era una mujer de gran hermosura, de unos hermosos ojos verdes que cautivaron a la corte inglesa, siendo de gran agrado para Richard y su desolado corazón. Pero alguien más se interesó en ella, siendo el único y verdadero amor del hermano menor de Richard, Georges, que por esos días hacía mejoras al castillo, le regaló un secreto a Rose Mary, su refugio. Refugio que llevo muchos secretos y la llave a la libertad para ella o el poder verla sin testigos.
Richard logró tomarle cariño, ya había pasado seis meses de la extraña ausencia de Eleonor. Y a su nueva y hermosa esposa le tomó cariño y cumplió con ella, quedando está embarazada tras la consumación del matrimonio, teniendo un delicado embarazo, el cual la hizo recluirse en su cuarto y no compartir mucho con su esposo, que no ponía mucha objeción a su ausencia. Esto motivó de nuevo a Isabel, que era muy adepta a pasar temporadas en el castillo inglés, tratando de llamar la atención de su esquivo primo, de cualquier forma, estaba más enamorada y obsesionada que tiempos atrás de él. Pero este se desvivía por su hijo y heredero, Terry, Richard con la marca de la soledad en su mirada, aun con una nueva esposa que así le doliera mucho aceptarlo, sabía que era tan hermosa como Eleonor, pero no vio a Richard tan feliz al lado de Rose como lo fue con Eleonor, eso la mataba en vida, por eso fue el enorme odio hacia Eleonor. Realmente Isabel hubiera renunciado a la corona y ser la amante del rey, si solo la hubiera mirado como miraba a Eleonor, la hija de un marqués de dudosa reputación, el cual amaba las artes y el teatro. El marqués Robert, le inculcó esta pasión a su hija, al tener una basta fortuna creo su propio teatro en su castillo donde cada noche se transformaba en un ser distinto y mágico. Convirtiendo a su hija en su pupila.
Estas diversiones estaban bien para el pueblo, pero no para las clases altas, mucho menos para la realeza, pero era innegable disfrutar de estos deleites. Así que el Marqués Hathaway, hacía reuniones privadas para la falsa moral de la realeza que lo visitaban bajo el más absoluto secreto. Así fue como Richard llegó hasta el extravagante y misterioso castillo, en completo anonimato, vistiendo ropas que conseguía con sus sirvientes más leales, “nadie les creerá a los criados” era el lema que usaban los aventureros jóvenes nobles, para obtener un agradable rato observando el espectáculo brindado por el reacio Marqués. Ocultándose entre los plebeyos para no ser reconocidos, animado por su hermano menor, que siendo solo un adolescente ya había ido un par de veces y estaba fascinado con aquel ambiente. Ahí conoció a Eleonor, en el escenario.
En una obra donde ella era un ángel y luego un demonio. La caída de Luz bella.
Desde entonces no pudo sacarla de su cabeza, Eleonor poseía gran belleza, era imposible no ser el centro de atención en aquel castillo. Fue a cada función y se enamoró profundamente de esta mujer, mientras su prima Isabel, la cual lo visitaba en los veranos, soñaba con el día en que Richard la viera como una mujer y la llevara por fin al altar.
El Marqués Robert Hathaway, padre de Eleonor, visitó al rey Ricardo y le puso a su disposición su fortuna y los contactos con la realeza de diferentes partes del mundo al monarca, prometiéndole dejar las secretas reuniones. El rey no pasaba por un buen momento las disputas con su familia y los reyes de Francia lo tenían en un mal estado económico, así que a pesar de tener la desactivación de miembros de la corte. Decidió esta unión para suerte de un feliz Richard.
Vivieron una verdadera historia de amor, teniendo el más bello romance después del enlace matrimonial, dando este casi de inmediato un fruto, el primogénito de Richard y futuro rey de Inglaterra. Pero la amargura y los celos no dejaron en paz a Isabel y se dedicó en esos cuatro años a vigilar a la mujer que le robó la felicidad. Buscaba el más mínimo error en Eleonor, la cual junto con su padre y a escondidas de Ricardo, el aún rey, que estaba en cama enfermo, y de Richard, su muy enamorado esposo, ellos seguían haciendo representaciones para su selecto público. Isabel los sorprendió haciendo obras teatrales de nuevo y la que representaban en ese momento era “La creación” en donde Eleonor, que interpretaba el papel de Eva, llevaba un traje hecho de pequeños trozos de tela que simulaban ser hojas y le cubrían solo lo necesario; también estaba Adán, un joven artista que conoció el Marqués, muy querido para él.
En la obra Adán y Eva, siendo los únicos seres humanos en la tierra, no tenían con quien más interactuar, la puesta en escena mostraba la naturaleza humana desde sus inicios, el inevitable instinto carnal que se despertó por haber probado el fruto prohibido. Ellos eran actores, se podía decir profesionales y en la condición de futura reina, Eleonor, era muy cautelosa y omitía muchos de los diálogos donde había contacto físico; sin embargo, en la única escena que no podía borrar, Adán le daba un beso en los labios. En su obsesión por conquistar a Richard, y tras escuchar rumores que el Marqués ofrecía los deshonrosos espectáculos teatrales, Isabel asistió disfrazada a la obra con algunos miembros de la corte y vieron tan horrendos actos de Eleonor “desnuda” para ellos, besada por otro hombre igualmente desnudo.
Esto fue todo un escándalo al momento que Isabel lo informó con algunos testigos de la más alta moral de la corte, el enfermo rey que solo quería que su alma fuera salva y estos pecadores en su palacio no lo dejarían morir en paz; total ya la inmensa fortuna del marqués se había acabado. Así que tomó la decisión de enjuiciar por actos inmorales al marqués Robert Hathaway y al actor, a Eleonor, por adulterio y desviacionismo en público. No sirvió de nada que el marqués confesara que aquel joven actor era su amante, sabía que ambos tendrían una tortura agónica por tal monstruosidad, pero su hija quedaría libre de toda culpa.
Eso no importó para el rey Ricardo. Eleonor sería condenada a muerte, pero sin la tortura, por la confesión de su padre y por un muy dolido y destrozado Richard, que tuvo una larga conversación con su padre, el rey, pidiendo piedad para su amada, él la conoció en el escenario, sabía que ese beso no era real, ella no le fue infiel, pero la realeza no perdonaría lo que para ellos era una clara traición y falta a la moral.
El marqués y su amante, después de una larga tortura pública, finalmente murieron. La muerte de Eleonor fue en privado. Y fue un secreto para todos el lugar donde descansaba su cuerpo, su tumba fue desconocida. Se prohibió hablar de ella en el castillo y sus alrededores. Querían borrar la vergüenza y hacer como si jamás hubiese existido, pero estaba el heredero, Terry, la prueba más grande de la existencia de la bella mujer.
Isabel estuvo más cerca que nunca del destrozado y desconsolado Richard y de su moribundo padre, esperando que antes de morir al fin la considerara como la mujer adecuada para su hijo y así gobernar esas tierras, pero todos sus sueños cayeron de golpe cuando un emisario francés visitó Inglaterra, en especial al enfermo rey para comenzar pactos y alianzas. ¿Y, cómo sería? A través de un matrimonio, de qué otra manera, sino esa. La sobrina del rey William, su favorita, hija de su hermana, la duquesa Elroy.
La bella rubia llegó y sorprendió a muchos con su belleza y dulzura, pero lo que más le admiraban eran sus verdes ojos como unos bellos jades del medio oriente. Isabel vio que conquistó incluso al pequeño y solitario Terry, al cual llenó de amor de inmediato. Contrario a lo que pasaba con ella, que el niño solo le huía cuando trataba de acercarse. Los sentimientos de Isabel hacia Rose Mary eran encontrados, ya que Rose era muy dulce y amable con ella y sabía que Richard no la amaba, no la miraba ni se comportaba con ella como lo hizo con Eleonor, pero sí la trataba con cariño y respeto. La princesa francesa, al verse tan sola y tener casi la misma edad de Isabel, se refugió en ella, le pidió que estuviera a su lado el día de su boda. Lloraba y estaba nerviosa, sabía bien del antiguo y escandaloso primer matrimonio de Richard y que él no la amaba a ella, que aún estaba enamorado de su fallecida esposa, pero lo entendía muy bien porque ella amaba a alguien más. Sabía lo triste y frustrante que era eso, pero tenía a Isabel que también le había contado de su amor frustrado, a pesar de no decirle que era el hombre con el que ella se casaría ese día, la consideraba su amiga.
Fue una boda bella, pero con corazones rotos por doquier. Georges se marchó al poco tiempo de la ceremonia con su ejército, no esperó a la luz del día, no quería estar esa noche de bodas ahí, solo quería poner distancia. Isabel consoló y limpió las lágrimas de una triste Rose antes de recibir al hombre que compartiría su lecho. Bañándose luego en lágrimas al salir de la alcoba, se repetía esa horrible ceremonia, era la segunda vez que su amor, Richard, pasaría por lo mismo y otra vez no sería ella la que estaría con él.
Luego, cuando Rose le quiso contar, Isabel le pidió a su amiga que no le diera detalles de lo que vivió, ya que ella era pura y quería seguir siéndolo incluso de mente hasta su boda. La realidad es que no soportaría saber que su amor estuvo en los brazos de otra. Pasadas algunas semanas, los síntomas del embarazo de Rose, se hicieron evidentes, casi al mismo tiempo de la muerte del rey Ricardo y una desconcertante coronación de Richard y Rose, como su esposa y reina consorte.
Este hecho quebró más a Isabel, el segundo hijo de su gran amor y ahora rey. Sus sentimientos de amor y odio hacia Rose crecieron y se hicieron más profundos, fue testigo de cómo se desarrollaba su embarazo, pero la rubia no dejaba mucho su cuarto y pasaba largas horas a solas. Isabel esperó cada día, sin éxito, que ese fruto se perdiera; finalmente, el día llegó, Isabel tomó con fuerza la mano de la adolorida Rose y con una punzada de celos y dolor, vio como traía al mundo a un varón rubio como la francesa y de ojos claros. Reparó en lo contento de su primo, pero no al nivel que Terry se veía con la llegada de su hermano y la alegría de que su nueva madre, la mujer que lo cuidaba y daba tanto cariño, estaba bien.
Isabel también contempló sonreír a Rose, Richard y a Anthony, nombre puesto por su hermano Terry. Por primera vez los vio como lo que eran, una familia real. Sintió que sobraba y no era parte de ellos, sufrió luego de ver la imagen perfecta ante los ojos de los demás, se les veía felices, plenos, como si el pasado por fin los hubiera dejado en paz. A todos menos a ella que, consumida por el odio y dolor, lloró encerrada en su habitación y luego huyó en busca de una respuesta a su padecimiento y encontró a una anciana que le ofreció todo lo que deseara. Y cuando el momento llegara, ella le cobraría, pero tendría una larga y buena vida al lado del hombre que amaba, y lo que más anhelaba, tendría descendencia con él, sería la verdadera reina de Inglaterra
La mujer, después de pensarlo por un momento, aceptó. La anciana le comenzó a dar unas pócimas, que ella le daba en gotas a su amiga Rose y está de a poco se fue marchitando; después de un año que su rival cayó en cama y tras darle también bebedizos al rey se convirtió en su amante, se robó el amor de su hijo Anthony, y así Isabel cada vez tomaba más poder sobre la vida de Rose. Hasta el último día estuvo en su cuarto y con mirada fría vio como los ojos de Rose, su amiga, la cual confió en ella, se cerraron para no abrirlos nunca más.
Georges, no se había vuelto a casar después de ser un hombre viudo, solo con su pequeño Alistear; el cual cuidaba Rose con el más sincero amor, al igual que a Terry, que eran como hermanos, Rose Marie prohibió que tuviesen institutrices, ella misma se encargaría de enseñar a sus tres hijos, como los veía a Terry, Anthony y Stear, al cual amaba profundamente, mientras Georges no le pusiera otra madre. Algo que el buen Georges no planeaba hacer, ella era la única y verdadera madre que los ojos de su hijo verían.
Después de la muerte de Rose, un frío y extraño Richard le propuso matrimonio a su prima. No era feliz, en realidad no sabía ni porque razón lo hacía. Después de intimar con ella se sentía fatal, asqueado y frustrado, pero no entendía por qué no era capaz de decirle que no. Con el tiempo su vida comenzó a carecer de sentido y tras pasar unos años donde se trató de refugiar en su reino, finalmente llegó el embarazo de la mujer que lo hizo prisionero, ella juraba que sería el verdadero rey de Inglaterra y haría que su esposo firmase un documento donde lo aceptase haciendo ilegítimos a Terry y a Anthony. En especial a Terry, pero al nacer Annie su mundo se vino abajo. Sin embargo, ganó algo, Richard tenía dos hijos varones y la llegada de una pequeña de cabellos oscuros y ojos azules como él, lo llenó de alegría de nuevo.
Isabel quería a Anthony y al no tener un hijo varón y tras tener a Annie, por complicaciones le fue prohibido un nuevo embarazo y veía a su esposo feliz con su pequeña, así que decidió poner todas sus esperanzas en Anthony, el hijo de su antigua amiga y que la amaba como su madre, así ella seguiría en el poder el día que su esposo no estuviera. Se dedicó a hacerle la vida imposible al solitario Terry, que vivía con el odio de su madrastra y un padre que se refugió en su pequeña hija.
Pero la hora de pagar llegó y tres años atrás, la enfermedad la visitó y la postró pudriéndose de a poco sin solución alguna, los mejores médicos la visitaron, intentaron todo, pero fue en vano. Su destino estaba marcado y lo sabía, ella misma lo trazó el día que aceptó la ayuda de la anciana, estaba condenada a estar en esa cama hasta que su hora final llegara, pero no se arrepentía, su felicidad fue poca entre los brazos de Richard, pero al menos pudo amarlo, no solo en sus sueños.
Los ojos de Isabel miraban con terror a la mujer en su cuarto, que con la mano en su frente la paralizó y vio todas estas escenas de cómo Isabel llegó a ser la reina. Se inclinó hasta la altura de su cara y con una voz susurrante le dijo:
—Sabías que tenías que pagar y yo vengo a liberarte de tu sufrimiento —en su cara se formó una sonrisa escalofriante— Isabel intentó gritar, pero parecía que su boca estaba sellada. Amelia tomó una almohada y la puso en su rostro haciendo presión tras un gemido ahogado y movimientos de la obesa y ulcerada mujer, después de unos minutos Amelia soltó la almohada.
—Bien, una menos. El reino estará en manos de mi hija y yo, nadie más. Sigues tú española —añadió antes de salir por la ventana, dando un gran salto, se marchó.
Terry veía con asombro el pasadizo del cual jamás tuvo conocimiento y como el ave se introducía en el, en el fondo se apreciaba una tenue luz, percibió ese olor embriagante que lo desestabilizaba y seducido por el aroma, corrió tras el halcón.
El ave se adentró con facilidad en la puerta apenas abierta. El aroma se intensificó al acercarse, Terry llegó y miró por la hendidura, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a la diosa que se bañaba de pie y de espaldas a él, totalmente desnuda, tirándose agua a su dorado cabello. Fue como ver magia, jamás pensó que una mujer desnuda se podía ver tan perfecta, quedó impactado con la imagen casi celestial de la muchacha, de piel de porcelana y esbelta figura, con perfectas y tentadoras curvas. Sus delicadas manos al tirarse agua acariciaban su cuerpo. Cautivado por tanta belleza, abrió la puerta un poco más y tras esta sonar, escuchó la melodiosa voz.
—Madre, ¿eres tú?
Candy volteo, encontrándose con los ojos de Terry.
Continuará…
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Última edición por Carmín Castle el Vie Abr 14, 2023 1:42 pm, editado 2 veces
