DESDE LA MANSION LEAGAN
EL REGALO.
Agatha había sido por años la mascota de la familia Leagan, elegante, malvada como sus dueños, fiel complice de sus travesuras, pero cuando ellos crecieron, cuando se fueron de la casa, aquella gata se fue apagando poco a poco, al final, la vejez la alcanzo sin que sus dueños pudieran hacer nada, para cuando Elisa y Neal volvieron, aquella figura imponente, se había convertido en apenas un bulto en un rincon que ni siquiera levantaba el rostro para verlos.
Eliza quiso no darle importancia, pero fue imposible, aquel animal era el primer ser vivo al que ella habia aprendido a querer, lamentaba con toda el alma haberse ido dejandola sola, a decir verdad, en sus cartas siempre preguntaba por ella y al verla así, en medio de su arrogancia, exigio que trajeran al mejor medico para que su amiga volviera a ser lo que era antes, era imposible, su vida se estaba extinguiendo. La movio a su cuarto y como si aquel animal le escuchara, le contaba todo lo que había pasado en su viaje, en su vida, durante su ausencia.
- Me extrañaste verdad? yo tambien lo hice, no tenia con quien hablar o quien siguiera mis pasos, no tenía amigos verdaderos y tampoco quien secara mis lagrimas cuando me sentía triste.
Neal era el unico que lograba ver el sentimiento que embargaba a su hermana, tuvo lastima y se sintió culpable, en el colegio eran menos las veces que pudo acompañarla, se habían separado enormemente en ese viaje y lo lamentaba profundamente, al fin y al cabo eran hermanos y habían crecido juntos y la amaba, mas que a sus padres posiblemente, pues ambos fueron complices desde que nacieron.
Agatha murio una mañana fria, era otoño, pero el viento helado se coló por todos lados, demostrando así que la muerte había pasado por aquel lugar. Eliza se encerro en su cuarto para llorar por la partida del gato sin que nadie cuestionara, a decir verdad, todos sabían del cariño que esta le tenía al felino, pero nadie se atrevería a contar que aquella arrogante chica lloró por un simple animal.
Entrada la tarde Neal llego en medio de un paísaje rojo que denotaba el atardecer, entre sus manos, un pequeño can se removia intentando bajar a correr, el lo abrazaba con cariño y ternura.
- Eliza, mira lo que te he traido. -dijo al tocar la puerta sin obtener respuesta.
Ella no contesto, Neal suspiro profundamente y en ese momento se escucho un ladrido.
- Nada podra suplir a Agatha, nada, pero quiero que sepas que no estas sola y nunca lo estaras hermanita, te traje un compañero, se que prefieres los gatos, pero es hora de que te dejes querer un poco mas. Se llama Storm, me han dicho que traera dicha a tu vida y sera siempre tu compañero, te protegera cuando yo no pueda y esperara por ti sin remordimiento, buscara la forma de alegrarte en días de tristeza y en tus días de rabia calmara tu frustación... no es Agatha, no es un gato, pero sera un fiel amigo.
Eliza escucho atentamente a su hermano, nada podra suplir a Agatha pero si, ella requeria que alguien la quisiera sin reparo. Abrio la puerta y asomo el rostro para inmediatamente ser lamido por aquel cachorro...
- Un perro? en verdad crees que un perro me hara feliz? - dijo mientras sin querer lo tomaba en brazos y se iba contagiando de la felicidad del animalito.
Neal observo la imagen de manera tierna, sabía que su hermana entendió el mensaje y que al menos por hoy dejaria de llorar.