5:45 a.m; miraban unos cansados y ojerosos verdes ojos el reloj en el centro de la pared de un estéril y frio pasillo, olvidó cuando fue la última vez en estos días que durmió en su cálida cama, pues, la primavera inició con un gran número de emergencias pero le apasionaba su profesión. El poder ayudar, dar aliento, sentir que dejaba sonrisas con lo aprendido en la medicina así como en la vida, es que, ella siempre iba más allá, no podía evitarlo, conectaba con cada herida que sanaba y con cada lágrima que limpiaba gracias a su vocación que llenaba sus días, sin quejas, esa parte de su vida le era satisfactoria.
Ya escuchaba a Michael, su amigo y mentor de profesión, con seriedad decirle:
-Candice, ¡Debes descansar! ¡No aceptaré un no como respuesta!- Sacudió la cabeza, desechando este pensamiento con una media sonrisa en sus labios, mientras se disponía a preparar café, era imperioso recargarse con una taza de este líquido vital, la mantenía activa y así aprovechaba en escabullirse de la vista de Michael, quien estaba por iniciar su ronda vespertina, si se lo topaba la enviaría sin ceremonias a casa y ella podría estar en pie unas horas más ¡Claro que sí! Sus pacientes la requerían.
Caminó en el austero cuarto de descanso, algo improvisado del hospital hasta la ventana de la esquina, abrió las persianas para así dejar entrar las primeras luces del alba , eso la revitalizaba, miró algunos carros estacionados, transeúntes madrugadores en las aceras, mientras del cielo brotaban unos tímidos rayos que la hicieron remembrar su amado hogar de pony con la colina cubierta de coloridas flores y el imponente padre árbol, sintió tibio su pecho, las personas que amaban estaban allí, la dulce señorita pony bordando en su mecedora de roble charlando con la gentil hermana Lane, suspiro, por instantes se visualizó allá frente a la chimenea de piedra natural rodeada de niños. Pronto las visitaría. Aspiró una fuerte bocanada de aire y el embriagante olor a café inundo sus sentidos sacándola de su ensoñación, disponiéndola a servirse su anhelada bebida. Un carraspeo la hizo virar, solo para encontrase con un ceño fruncido, lanzándole una mirada severa.
-Srta. White- le replicaron con voz estrangulada- ¿Se puede saber que diantres hace usted aun en este recinto?
- ¡¿No fui suficientemente claro con usted?! ¿Piensa que escondiéndose de mi vista no la notaria? Vaya a descansar, son más de 10 días ininterrumpidos postergando el salir de aquí. Agradecemos su valiosa colaboración pero es momento de parar . White, porque siempre acabamos en la misma conversación?. -
Ella solo bajó la vista, Michael, cuando se enfadaba le hablaba con cierta formalidad. Se giró a servirle una taza de la cálida bebida a su amigo. Este, gustoso aceptó la ofrenda de paz, pero no quitaría el dedo del renglón. Tomó asiento en la pequeña mesa, instándola a sentarse frente a él.
-Vamos, Candy ¿En serio? Ya no como tu superior si no como amigo, te vas enfermar. Es solo 1 año que estaremos en Nueva York. No me imaginé otra persona en el mundo a quien poder ofrecerle esta oportunidad de expandir los conocimientos con más entrega que tú, eres buena en lo que haces, vaya que lo sabes, pero cariño, para un poco, no sacas esa respingada nariz de este hospital más de lo necesario, hasta me he preguntado si huyes de algo- Dijo este, jocoso, sin saber cuánto peso tenía sus palabras.
Candy, en el acto sintió el cambio en su presión sanguina, sin embargo se controló, lo encaró sacando la lengua en forma graciosa y agregó -No hay que desperdiciar cualquier oportunidad en ayudar, así dejo algo a mi paso.
–Notando el lenguaje corporal de él, sabía que esta vez no cedería, aceptando su derrota y haciendo con las manos señal de rendición
- ¡Está bien, está bien! Al terminar esta taza de café, que por cierto voy a recargar, tomaré mis días libres más los acumulados, no me veras aquí hasta inicios de mayo.
Michael, achicando los ojos -No Srta. No es tan sencillo, esta vez no me engañaras y saldrás de aquí a buscar los albergues o algún voluntariado, la biblioteca o ¡Que se yo lo que tengas en tu cabecita! -Amiga mía, esta vez tome cartas en el asunto, revisando en su carpeta médica le extendió unos papeles.
Candice, extrañada y algo temerosa los tomó – ¿Qué es esto Doctor? –
-Vaya semblante Candy, es una reservación que me permito obsequiarte por las venideras Pascuas, en un agradable sitio recomendado por un familiar, ya que no iras con tus madres, se me ocurrió esto y así me aseguro como plus que tu no me mientas en los días que yo tampoco este por aquí.
-Todo está allí Srta. White, ajuste todo lo necesario porque mañana a las 3pm debe partir según lo estipulado ah ¡Felices Pascuas colega!- Dijo despidiéndose por ahora con un amistoso abrazo que recibía una asombrada Candy, viéndolo salir del cuarto.
Michael, apreciaba mucho a Candy incluso en algún punto de tanta admiración llegó a plantearse algo más que amistad, sintió cierto enamoramiento, hasta quiso aventurase iniciando un sutil cortejo con ella, pero su corazón estaba blindado y no la perdería, no, él tenía la madurez necesaria para elegirla como amiga, colega y desear que ese, para el que ella se guardaba tan celosamente, no perdiera más tiempo.
Y así, como cuando las cosas están predestinadas, a los meses llegó a Michael una bella y exótica morena acompañando a su padre a consulta.
Al día de hoy es su prometida, no podía estar más enamorado y orgulloso de su elección. Esperaba que todo conspirará en algún momento a favor de su amiga y colega estrella, confiaba al ser un hombre creyente en algo más allá de la ciencia.
Solo y con estos pensamientos se dirigía más tranquilo a empezar la revisión de su piso.
Candy, en sus cavilaciones, comenzaba a asimilar. Michael la agarró con la guardia baja, fue un hermoso gesto, él siempre estaba preocupado por sus necesidades, pero ¿Era tan obvio para él o para todos que si quería encerrarse? Que evitaba transitar por toda esta ciudad, ¿Cómo creía él que no era consciente del calendario? Si tenía uno en cada lugar posible e iba tachando los días que pasaba allí en Nueva york, cada equis en rojo era una victoria personal de no verlo o topárselo, con saberlo vivo y exitoso en lo que él amaba era suficiente, no se pondría a prueba con ese tema, desde luego que no.
Haciendo varias respiraciones y relajándose comenzó a hojear sobre la reserva que le consiguió Michael con recomendación de su prometida. Mientras recogía sus cosas no pudo evitar recordar aquellos días en lo que temió perder su amistad al notar un ligero cambio en su trato, pero el destino obra de maravillosas formas y él consiguió una gran pareja, estaban predestinados porque quizás cosas buenas suceden a las personas que saben aguardar.
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En un pestañeo, ya estaba en el taxi que la llevaría a su destino, el alma de la rubia pecosa descansó cuando supo lo apartado que era de la ciudad el lugar del descanso, así que decidió disfrutarlo, si, sería un tiempo para ella y con una sincera sonrisa fija en sus labios rosa, escuchando la música clásica que brotaba en el auto se dejó adormitar lo que restaba de viaje, hasta que un explosión, un sonido sordo y freno abrupto la hizo abrir de golpe los ojos, se centró viendo al chofer, lo oyó maldecir y bajar del auto, miraba a los lados y espero que este hiciera su evaluación de daños.
-Lo siento, explotó un neumático – le dice él, algo cabizbajo.
-Descuide- agregó dulcemente, mientras bajaba para observar en silencio y desde sus vagos conocimientos automovilísticos, lo dejó obrar. Ayudó colocando el triángulo de seguridad y en tiempo record el chofer hizo seña para reanudar el viaje informándole que poco le quedaba.
- Espero disfrute su estadía. ¡Las montañas rocosas de colorado son un gran lugar!- expresó cortésmente-
Estacionó frente a una encantadora cabaña , rodeada de unas frondosas laderas y diversidad de fauna , vegetación y flores que con su agradable perfume inundaban la zona, propiciándole un aspecto de cuentos infantiles.
Complacida le agradecí al chofer del taxi toda su colaboración y me despedí.
En la puerta ya esperaba una mujer de edad avanzada, algo robusta, nos presentamos dándome las recomendaciones del espacioso y cómodo lugar que sería su casa en los próximos días incluyendo unos más allá de la semana santa.
Sonó un claxon y la dulce señora al marcharse, me dejo saber sus buenos deseos y que en mi estadía obrará la magia primaveral y de las pascuas para que mis ojos brillarán nuevamente de forma auténtica. Le guiñé un ojo , asintiendo mientras nos despedíamos.
conmovida, vio cómo su figura se alejaba a través los grandes ventanales, subía a una camioneta azul, escoltada por hombre contemporáneo a ella, de semblante sereno y amoroso al trato que le daba. -¡Que papable su conexión!- La hicieron suspirar.
Se dispuso a arreglar sus cosas, ponerse cómoda, tenía tanto sueño atrasado que al sentirse relajada y avisarle a Michael que ya se encontraba instalada, reiterándole su agradecimiento, se quedó dormida profundamente.
-Por primera vez desde que estoy aquí, me atrevo a despejarme.- Se repitió a ella misma. Y Descansó con sensación de tranquilidad.
Luego de ese sueño reparador y con las energías más que renovadas, decidió dividir sus actividades por hacer en estos días de descanso, nadie la detendría de hacer los tours, uno de sus atractivos turísticos eran esos increíbles paisajes naturales, pero quizá un poco más adelante.
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Llegado el día de iniciar los recorridos, me enfundé con ropa para la ocasión, satisfecha salí y el aire que entraba por mis pulmones era tan puro, la cabaña más cercana en mi caminar se hallaba a unos 300m.
Al pasar en la cercanía, se escuchaban notas musicales como clásica o similar, quizás de piano, ¿Será algún compositor? Porque eran tan cambiantes las tonadas…
fue inevitable seguir hasta un cristalino río, sentándome a contemplar sus tonalidades azules, perdiéndome en el ambiente, la noción del tiempo me falló entre la paz de lugar y mis recuerdos, hasta que, un crujir de hojas me puso alerta, captando toda mi atención, sin preparación alguna a lo que venía.
Parpadeando varias veces, esperando que con cada abrir y cerrar desaparecía esta visión, conmocionada hasta oírle decir
-¿Eres…eres Candice?-Esa dócil voz, me indico lo real de la situación, tardando en recomponerme pero asintiendo con la cabeza.
-¡Vaya! ¿Quién diaria este encuentro? -
A lo que forzando una sonrisa, volví asentir, aún estupefacta.
Seguía siendo una mujer hermosa de piel delicada, largo cabello lacio , sedoso, con mirada angelical y gestos suaves.
-Susana… -musite –
Por lo inesperada de la situación. No agregue más. Y no hizo falta, ya que ella fue acercándose, la verdad no sabía si saltar al rio, porque no procesaba este encuentro, ni en mi estado podía formular una forma de zafarme, lleve la mano a mi pecho, bajo las capas de ropa estaba el crucifijo que me obsequio la hermana Lane, al que me aferré como nunca e inspiré renovando así mi compostura. Estrechamos las manos, no sabía ya en qué escenario dantesco me hallaba, pero debía superar esta prueba.
Susana, por su parte, más dueña de la situación, tomó el mando de la conversación poniéndome al día, estaba componiendo música aquí, le gustaba estar apartada y hacerlo variando lugares para su inspiración, una prótesis le permitía movilidad y había retomado el ritmo laboral en lo que ama, partiría al siguiente día.
Yo intentaba asimilar información, girando todo esto en mi cerebro como un cubo rubik insoluble.
-Por favor, Candice, acepta compartir conmigo un té en la cabaña que me hospeda. Sé que es mucho pedir pero, ¿Cuándo nos volveremos a ver de esta misteriosa manera? Ah y descuida, estoy sola -Agregó – Una alarma interna me dijo que esta cruel mujer pensaría asesinarme y huir? igualmente, sin titubeos la seguí.
-Estas muy callada Candy, tengo referencias que eres una persona muy locuaz, pero no te culpo querida, quizás no soy tu persona favorita en el mundo y créeme que estoy consciente de ello, pero aún no nos meteremos en esas aguas profundas, solo lo haremos si sabes nadar-
Fingí que no escuche lo que dijo, al no valer la pena ningún comentario, pero mientras caminamos en compañía del sonido de la naturaleza solo podía apretar los puños.
Entramos con las normas básicas de cortesía, observando alrededor las partituras esparcidas, algunos papeles arrugados en el piso, varios libros en el sofá y unos sobres atados sobre la mesa central al lado del florero. Ella se manejaba muy bien en el entorno.
Aún en silencio, puso a hervir el agua, coloco tazas, crema, azúcar, galletas, puras nimiedades, y ahora sentadas, frente a frente, con solo los ventanales al fondo que proyectaban en la transparencia de sus vidrios la bella montaña, expresión de grandiosidad, una hermosura que cualquier pintor amaría plasmar en sus lienzos como una obra ¿Qué tan bizarra podía ser una situación? Nos servimos a gusto, esperé que ella sorbiera primero y dije al fin:
-Soy toda oídos Susana- en tono mordaz- Creo que los temas entre ambas están mas que zanjados, y sí, es cierto que por azares estamos reunidas, pero no somos amigas. La educación y curiosidad me sentaron aquí pero no voy a postergar esto en una agónica hora de té entre fraternas que se ponen al día.
Susana, dio dos sorbos más, y esbozo una media sonrisa – ¡Vaya! esto si es una novedad dulce Candy- incordiándola.
-Tienes razón, que inteligente. Sabía que no te negarías a seguirme- Espetó, revolviendo un terroncito adicional de azúcar lentamente en su taza
- Crecí en la misma sociedad que tú, claro que en condiciones diferentes, nos fijamos en el mismo hombre, tu tenías su amor a su favor y yo simplemente no podía rendirme- Revolviendo un poco más rápido
- Lo quise para mi desde la primera vez que tocó en el teatro preguntando por las audiciones, me deslumbró, sabía que era brillante incluso antes de quedar en el equipo, él siempre huraño, caballeroso, ¿Cómo no suspirar por él?-
-Yo una chiquilla que se levantó siendo alabada y que conseguía todo lo que quería, quise a Terry, Candy- Y detuvo la cucharita para verla fijamente, los orbes turbios, las palabras envueltas en una clase de vapor venenoso.
- No concebía que él fuera indiferente ¿De mí?...No, solo tenía que luchar por él, me lo propuse ¿Sabes? Aun cuando supe de ti, no me importo. –mordió una galleta de vainilla antes de seguir.
-Te eché aquella vez del hotel, intentaba llamar su atención con lo que sabía que amaba, el teatro, actuar, estando a su par para que me notará, pero cada esfuerzo era contrarrestado.
–¡Basta!- gritó, levantándose intempestiva, con un brillo iracundo en sus iris jade- ¿Qué pretendes con esto? No, Susana, basta ya.
-¡Oh, por favor Candice! – volteando ligeramente los ojos y con una voz comedida- Este no es el mejor relato que oirás en tu vida pero es necesario que me escuches, sin máscaras.
-¿Cómo te atreves…? ¿Qué clase de acción retorcida es esta? Lo tienes…-Dijo, volteándose, abrazándose a sí misma- Y vienes a regodearte revelándome estas perversas acciones a un amor inocente- reforzando el agarre de sus manos- ¿Solo porque sí?
-y Terry ¡No lo vale! Lo que debemos…-
-No quiero oir nada más -la Interrumpió Candy, caminando de un lugar a otro, moviendo las manos mientras le decía
–¡No tengo nada que decir que no te dijera años atrás! ¿No te bastó enviarme aquella horrible carta que lo amarías por las dos? ¡Qué demonios!–vociferó.
Susana ya al borde, elevó la voz y dio un golpe a la mesa, haciendo con este acto vibrar las tazas de porcelana, derramando algo de té sobre el blanco mantel de encaje
- Si, la mayoría de mis acciones te atropellaron pero a mí me valió hasta una extremidad este amor, lo conseguí, me lo cediste, se quedó conmigo en cuerpo…no en alma. ¡Jamás en amor!- dijo mientras observaba las montañas
- Lo até a mí. Pero no tuve al Terry con el que soñé o al que quizás tú si conoces, de hecho, nunca supe quién era, no me dejo ver su alma.
-Pensé que sin obstáculos tendríamos nuestra historia, pero no. Tuve todas las atenciones y tratamientos, distracciones, pero este hombre no cedió a mí amor , como persona se fue transformando en lo que yo no esperaba, manteníamos charlas en monosílabos de su parte, no logré derribar ni una capa de su coraza y traté, traté… de ser perfecta, inclusive de ser tú… pero nada.
-Prefería una aventura con cualquiera pero yo simplemente como mujer no existí para él y quise herirlo más, enviándote esa carta, porque sé que tu jamás mientras yo viva volverías a él y eso lo mata-
¡Plafff! Retumbó, con el crepitar de las llamas en la chimenea, Candy aun con la mano en el aire por la sonora bofetada que acaba de dar, una como nunca, su mano simplemente cobró vida, no se disculparía por ello.
-Atónita y con la mejilla enrojecida, me la merezco- Dijo Susana con ojos desubicados por esta acción-
- Era mi venganza a él, pero me harte Candy, deseé morir y no, no quiero pasar así el resto de mis días, logré esta prótesis, con su ayuda y gracias a él, a Robert también, he ido incursionando en el teatro de otras formas. ¡Arte es arte y me apasiona! Si como las sanguijuelas, saqué lo que pude y ahora que puedo valerme por mí, le dejé libre, no podemos siquiera tener una amistad, lo amé creo, pero más me amo yo ahora, y a las malas algo aprendí, sé que deje algunos daños a mi paso, pero no me debes ya nada Candy, no sé qué diablos con Terry y si ustedes puedan rescatarse, pero que no quede de mi parte – Sonriéndole.
- De hecho he intentado redactarte una y otra vez una misiva que no logre dar forma para informártelo y adjuntar las que enviabas hace años con tu listón rosa, nunca las leí, no sé, quizás sea acción de Dios o el Diablo lo que prefieras, pero apareciste aquí y nuevamente tomé esta oportunidad.
Candice, se halló presa del llanto, uno amargo, profundamente doloroso, uno de los que quizá dejen cicatrices en las mejillas y que las manos no se toman la molestia en limpiar. Cansada, se encamino a la salida tomando el paquete de cartas que divisó sin pensar al entrar, que eran, eran suyas.. sin voltear
-No quiero volver a saber de ti nunca más, te recomiendo que no me pongas a prueba con ningún juego retorcido. - Azotando la puerta, saliendo al fin.
- Lo siento...- dijo Susana para sí.
Esa noche, compuso una partitura singular, emotiva, cargada del pasado tortuoso y un mañana incierto, a la que dio sonido y la consagró en escena.
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Candy, llego prendiendo las luces, dejando descuidadas en el sofá el paquete de sus letras, su amor juvenil, naciente, ese que se les arrebató o el que ella había entregado. Se sentía Judas Iscariote, ella vendió su amor a cambio de qué… a quien…
Saco con manos temblorosas una botella de vino, esa que puso a enfriar para su cena ¡Y que rayos! La partió, arrasó con todo en esa isla de la cocina al piso
-¿¡Por qué?!- chilló, tantas veces quiso estirar su mano hasta él y ella, ella… Susana nunca fue digna de él. Pero ella tampoco… De su alma noble, ¿Cuántos tomentos?...
En un punto indefinido de su agonía, ella se dejó caer al piso, se hizo un ovillo y dejó su dolor ser libre, desgarradoramente libre.
No quería tener memoria de lo vivido hace pocas horas, un vendaval arrasó buena parte en ella, ella que ya había cruzado ese desierto ¿Cuántas veces más Susana? ¿Cuánto más me arrebataras?
-¡Cuánto me deje robar!- Gritó, desde una parte tan profunda de su ser, desde su herida jamás cerrada -No más… ¡Nada más Susana!
¿A cuántos había curado, ayudado, salvado?... A ella ¿Quién la salvará?
Como pudo se arrastró al cuarto de baño, se desvistió y entró bajo ese líquido que purgará todo sus pecados -¿Desde cuándo ser buena o justa era retorcido?- Estaba tan caliente el agua que quemaba su piel, dejándola roja, anestesiada al punto que el calor de esa agua le recordó el aquí y ahora, reajustándola ..
Terminado su ducha, salió envuelta en una impoluta bata de baño blanca, no le apetecía peinarse, ni hacer más nada, solo avivó el fuego en la chimenea y se sentó en esa confortable silla marrón de la habitación con vista a las sierras, estoica, girando todo en su mente como un cubo rubik aun intrínsecamente inconcluso.
El frio la despertó, tardo en enfocarse pero una vez ubicada se estiró, además suspiró pensando en cómo zurcirse tantos rotos, recomponerse… ¿Era posible?
Bajó las escaleras, ignorando el desastre que hizo con las emociones a flor de piel, se preparó un té , un emparedado, avivó nuevamente la chimenea, y volvió a su mutismo, pensando, sintiendo tanto, demasiado dolor, moviéndose como un fantasma por el chalet.
Así paso los siguientes 3 días, hasta que encendió la radio y sonó "Auld Lang Syne” y fue cuando todo se decidió. Ella, ella que por tantas almas ha luchado, no se iba a consumir así, no, no podía hacer crecer su vida alrededor del dolor. Tenía claro lo que no quería en su vida y lo que no quería ser. Se perdonó, finalmente, aferrada a su crucifico, con fuerzas distintas.
Lo hizo porque amar, confiar, es lo que nos hace humanos, porque los buenos a veces son condenados, y ya era hora de reír. Se negaba a dejar ganar a Susana, no sería como ella, la perdonaría una vez más por su tranquilidad, antes no sabía lo que sabe ahora.
-Sigamos nuestros caminos y que pase lo que tenga que pasar…
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A las horas Decidió que su estadía allí había culminado, se levantó, recogió todo el desastre de aquella noche sin prisas, dejando todo limpio y con sus cosas a la mano dejo una nota a la amable dueña, no había taxis disponibles quizás por la fiestas religiosas de la época, pero no importaba, no era la primera vez que se aventuraba en un regreso. Si antes siendo una chiquilla logro cruzar el continente nada impediría salir de allí.
Con una sonrisa traviesa salió con su maleta, sin tantas cargas emocionales, quizás volviendo un poco a esa Candy que dejo el Real Colegio San Pablo llena de un colorido por venir, porque nadie sabe lo que espera a la vuelta de la esquina y existe un cielo despejado aunque con caminos inciertos para todos los que se atreven
-será un mejor comienzo- se repitió.
No estaba tan alejada de la vía principal como pensó, optimista esperaba que alguna alma caritativa le diera un aventón, los milagros ocurren, pero nada, escasos vehículos pasaban sin parar y no divisaba cerca nada más que asfalto, pero su fe seguía.
Se sentó sobre su maleta, cuestionándose sobre sus decisiones, hasta que un auto negro, con vidrios polarizados, frenó.
Con el corazón bombeando a 1.000, miro al cielo inquieta,- otra prueba?- esperó alguna señal, pero nada y en un acto de Fe dio el primer paso, Tocó la ventanilla del vehículo, como no hubo ningún cambio, desistió y empezó a caminar arrastrando sus pertenencias, pero sonó una puerta y una profunda, masculina e inconfundible voz, dijo:
- Vaya… ¿Ahora los monos abandonan su habitad natural en plena primavera pascual?
Candice sin dar crédito, paralizada, tanteo nuevamente su pecho en busca de la cadena con el crucifijo entre sus delgados dedos, apretó tan fuerte que casi lo arranca.
- Esa voz ¿Será posible? -
Cerró los ojos, se sentía pequeña, estaba haciendo las respiraciones que le indicaba a sus pacientes
–Dios, ¡Soy médico!- pensó, mientras escuchaba unas pisadas acercarse en su dirección, pero se negaba a voltear, hasta que sintió unas manos alrededor de su cintura y unas cálidas lágrimas en su cuello que la volvieron a aquella noche del hospital.
Terry, Terry, el chico que me ama, el hombre que yo amo, al único que puede destruirme y rearmarme con dos palabras.
-Candy, nada ha cambiado en mí, amor. -Dijo en su oído.
Ella se aferró a esas fuertes manos que la envolvían, absorbiendo su calor, su olor y a esa pequeña pero honda frase que calo en ella Llenándola de luz!
Solo su Terry podía decirle y hacerle sentir eso. No… no estaba soñando y se giró a encararlo, y allí estaba:
más, alto, con facciones más maduras e increíblemente más atractivo que nunca, pero si era él, el de siempre, seguía siendo suyo como ella era de él, porque así es como debía ser y como seria desde ahora y hasta el fin de sus días. Porque esta vez no dejaría que nada los separara.
Con voz quebrada, tocándole la cara y aun de manos temblorosas, articuló - Pero ¿Eres tú? ¿¡Estas aquí!? ¿Cómo?-
Él, con su sonrisa arrolladora y sus marítimos ojos enrojecidos, asintió, dejándole un casto beso en su pura boca.
-Sí, amor, pero una respuesta más adecuada seria decir ¡Somos nosotros! Una carta llegó bajo mi puerta dejándome tu ubicación y que me necesitabas, firmada por Susana Marlow.
-Perdí la cabeza, tomé mi auto y salí desbocado sin más, con los pensamientos a mil por hora, solo conduje a ti, Candy, tenía meses intentando armarme de valor y paso esto, ¡Te vi en medio de la carretera! No eras una ilusión esta vez…-Se le corto la voz, pero a los pocos instantes recuperó su control ..
-¡Solo sé ser tuyo!- Sus almas ya no soportaron y se fundieron anhelado y profundo beso.
Luego de comprender y ser consiente del lugar, sonrieron y volvieron al vehículo, este le ayudo y guardo su equipaje, ella le propuso retornar al chalet que tenía arrendado pues aún le quedaban días de su reserva.
Él, estando de acuerdo se dejó guiar por ella.
El trayecto fue corto, se estacionó, bajaron, consiguió ella la llave donde la escondió ya que la señora no se había enterado de su nota de acortar su estancia. Así que, con su sonrisa cómplice, Terry, cerró la puerta, preparó la chimenea mientras, Candice, traía de algo tomar, en sincronía ellos se acercaron y dijeron al unísono -Te amo.- sellando así la intimidad del momento, ahora incluso podrían amar mejor de lo que lo hubieran hecho.
Ellos, retomaban su vida juntos, una que inicio desde hace años, ahora sin cargas continuaban porque así suceden las cosas cuando están predestinadas, siempre conspira el universo hasta juntarlas .
Escribiendo así el primer capítulo del resto de sus vidas.
F I N
Última edición por ambar graham el Miér Mayo 03, 2023 7:24 pm, editado 3 veces