VENENO VIL III
¡La medalla al buen comportamiento otorgada por el voto decisivo del padre Hannover! La coloco alrededor de mi cuello y queda justo entre mis deliciosas tetas, luce tan bien, y lucirá mejor rebotando a la par de aquellas justo en la cara del padre Hannover como me hizo prometerle al concederme su voto… No fue casualidad que yo estuviera en los confesionarios ni que estos estuvieran solos, mis adeptos se encargaron de esparcir la voz de que esa tarde no habría servicio de confesiones, así tuve plena libertad para exorcizar sus demonios, ¡O al menos darles un poco de esparcimiento!, su cara cuando entré y le dije que necesitaba urgentemente hablar frente a frente, pero en secreto de confesión ¡Mientras desabrochaba lentamente mi uniforme! Se puso pálido al ver el nacimiento de mis senos y como me los tocaba yo misma ofreciéndoselos, pude imaginar su dureza por que se acomodó mejor en el asiento, ¡Seguro para liberar un poco de presión! Subí lentamente mi rodilla hasta tocarlo y hacer que emitiera un sonoro jadeo que sonó en todo el recinto por el eco, ¡Fue tan divertido ver como su frente se perlaba de sudor por el deseo contenido!
Siguió observando mis manos frotarme lentamente, pero desvió su mirada a mi boca cuando rozé mis labios con la lengua mientras lo miro provocativamente, intentó decirme algo, pero poso mi índice sobre sus labios para posteriormente llevarlo a mi boca y lamerlo suciamente. Tal parece que llegamos a un entendimiento en ese momento, porque delineó mi cintura con sus dedos atrayéndome hacia él —¡Aun no!— le dije —¡Sé todo sobre sus secretos comportamientos y sus gustos! ¡Puedo darle mucho placer! Pero… A cambio… ¡Quiero la medalla del buen comportamiento mañana colgando de mi cuello!— Sus ojos se abrieron desmesuradamente, no sé si por lo inesperado de mis palabras o por cómo voy alzando la falda de mi uniforme dejando ver mis bien tornadas piernas
—¡No puedo hacer eso! ¡Es una decisión que el concejo toma!
—¡Lo sé! ¡Pero también sé que usted tiene el voto decisivo! Tiene dos opciones: le doy el mayor placer de su vida y usted me da mañana la medalla o…¡El concejo se entera que usted me trajo aquí con fines perversos y se acaba su carrera eclesiástica! ¡No intente hacerse le puritano conmigo! ¡Sé todo lo que hace en sus sesiones de ayuda al prójimo cada primer lunes del mes en su oficina!
Mientras hablo voy acercándome lentamente, tomo su cara entre mis manos e imprimo un suave pero húmedo beso sobre sus labios no puede resistirse y me abraza para sentarme en sus piernas, busca profundizar el beso, me aparto para asegurar la medalla, solo cuando tengo su promesa verbal, me entrego a sus ardientes deseos. Sube su mano acariciando mi muslo mientras con la otra me estrecha en un abrazo sensual que estruja mi suave pecho contra el macizo de él, abro la boca y puedo saborearlo mientras con su lengua me explora a su antojo a la par que su mano bajo mi falda llega a mis nalgas las aprieta y jala un poco mi ropa interior, pero aún no es momento, quiero tenerlo totalmente a mi merced loco de deseo por mí. Quito su mano de mi trasero y la coloco sobre mis excitados montes, el deja de abrazarme y se recrea palpando y apretando con ambas manos mis redondos senos, hace que me levante para tenerme frente a frente, y abriendo un poco más le uniforme, saca mis esferas de su sitio para hundir su cara en ellas, lamerlas, morderlas, succionarlas, toma mis erectas puntas y las jala con los dientes hasta que logra oír un gemido mío, eso lo enardece y poniéndose de pie, desabrocha su pantalón para liberar su masculinidad completamente encendida, me toma de la cintura para ponerme de espaldas a él, sube totalmente mi falda para restregarse en mi trasero, puedo sentirlo duro y húmedo, lo que hace que me moje también, siento su mano dentro de mi braga frotar mi monte, decididamente hunde sus dedos en mi interior, me siento aprisionada entre su falo y su hábil mano dándome placer por ambos lados mientras busca mi boca para penetrarla con su lasciva legua, súbitamente me voltea, toma mis hombros empujando hacia abajo para hincarme, quiere introducirse en mi boca, pero hoy no me apetece, así que me levanto para besarlo a la vez que presiono suavemente sus hombros para sentarlo, después dirijo sus manos por debajo de mi falda y así pueda quitarme la única prenda q nos impide un contacto mas cercano al tiempo que yo alzo su sotana y me siento a horcajadas sobre él, puedo percibir su cálido aliento murmurar —¡Ni todas las medallas del mundo son suficientes para ti! ¡Prométeme que volveremos a hacer esto en mi oficina con la medalla como única prenda sobre tu cuerpo! ¡Es fuego señorita Lagan!—
Tomo su erecto miembro y lo froto con mi mano logrando que se humedezca más, lo pongo delicadamente en mi abertura para empalarme con decisión provocando una masculina sonrisa lasciva y malévola. Al percibir mi acción, con sus manos aprieta mis nalgas hacia él para darle más profundidad a las acometidas mientras da suaves mordiscos a mi mandíbula y cuello para luego bajar su cabeza a mis tetas y recibirlas a lamidas en cada muelleo. Es tan excitante tenerlo así. A medio vestir, a mi antojo y disposición oyendo sus jadeos y verlo tan fuera de sí, aturdido por el deseo y placer que le inspiro, de pronto oigo —¡Voy a correrme! ¡No puedo más! Al tiempo que me aparta de sí y ambos observamos como se derrama entre sus propias manos, no puedo evitarlo y alzo mi falda para tocarme yo misma, me penetro con mis dedos hasta alcanzar el éxtasis lo cual logro con un profundo gemido recibiendo mis propios jugos en los dedos ante la mirada masculina que presa de la excitación toma mi mano para chuparme los dedos —¡Es totalmente exquisita señorita Leagan! ¡Mañana la quiero ver radiante para recibir su medalla! ¡Ahora, regrese a su habitación! ¡Esto nunca pasó!—.
Guardo mis ardientes pechos dentro del estrecho uniforme que abrocho lentamente bajo su mirada lujuriosa, luego de acomodarme la falda tomo su mano y besando su dorso ardorosamente le digo —Agradezco su tiempo y atención a mi solicitud Padre Hannover— a lo que el responde —Ve con dios hija mía!– mientras guarda algo en el bolsillo de su sotana. Es hasta mi habitación cuando caigo en cuenta de que él se quedó con mi ropa interior.