VENERACIÓN
Dejó a un lado la revista Forbes para dar un sorbo a su té negro con medio limón y sin azúcar esbozando una torcida sonrisa de lado mientras pensaba lo hermosa y radiante que su excompañera de colegio lucía en la portada de la máxima publicación de negocios a nivel mundial como la empresaria más influyente del mundo, la llamada “Reina Midas de los negocios” estaba marcando el ritmo en la manera de innovar fuentes de inversión, todas con resultados sorprendentes, ganancias exorbitantes para sus socios y no se diga para ella. Recordó aquel primer beso entre ambos, beso robado por él, porque ella no estaba para distracciones con temas banales como el amor, no quería distracciones que la hicieran perder su foco, aunque disfrutaba enormemente la grata compañía del chico rebelde del Colegio San Pablo, siempre que estaban juntos le hablaba de sus sueños, de cómo haciendo uso de su inteligencia y habilidad negociadora entraría con paso firme en un mundo mayoritariamente masculino para romper todos los esquemas y abrirse camino hacia la cima; se graduaron del Real Colegio San Pablo, ella con honores y el con excelentes calificaciones pero con pésima conducta.
—Me enorgullece verte lograr tus sueños querida…— no pudo completar la frase porque su asistente Charly llegó para anunciarle la inminente partida, ya que tenían una ocupadísima agenda incluyendo firmas de autógrafos, entrevistas de radio y TV para promocionar su última película y para rematar la noche, un evento de la revista Forbes para agasajar a las personas más influyentes del mundo, acorde con su última publicación.
Al llegar a The Plaza Hotel para la alfombra roja en medio de flashes y gritos de los admiradores, pudo divisarla a lo lejos, portaba con orgullo un hermoso vestido Dior color piel de gasa con cristales Swarovski que daba la impresión de estar desnuda, envuelta en un halo seductor tornasolado, en ese momento no pudo acercársele debido a la sesión de fotos que debían tener las celebridades en su arribo al magno evento Forbes. Ya dentro del recinto la ubicó en el bar, rodeada de importantes figuras de la esfera empresarial de New York, seguramente tratando de convencerla para invertir con cada uno de ellos, sutilmente se acercó, pidió en la barra un whisky y de manera natural se incorporó a la conversación —¡Terrence! ¡Bienvenido! — dijo uno de los ahí reunidos —Tengo el honor de presentarte a la famosa “Midas de los Negocios”, la señorita A… —Mucho gusto señor… —dijo ella interrumpiendo su presentación de manera educada pero infinitamente fría, dejando desconcertado al castaño ojiazul que solo atinó a decir —Graham. El gusto es mío— Después de algunos minutos, la conversación llegó a su fin y las personas se integraron a otros grupos para seguir platicando, quedando la mujer y Terrence en la barra.
—Así que la más experimentada mujer de negocios no reconoce a un viejo amigo?
—Por Dios Terrence! Sabes perfecto porque lo hago.
—Comprendo y comparto tus políticas de hermetismo a tu vida privada, solo te estoy molestando— le dijo con una sonrisa pícara y unos ojos enigmáticos que la miraron de arriba abajo provocadoramente.
—Y dime… ¿Cómo has estado en este tiempo de no vernos? ¿Ya existe un señor B..?
—¡Claro que no! ¡Me enfoco en otras cosas! Y no empieces con que me cierro al amor, simplemente lo disfruto de otra manera.
—¡Yo estaría encantado de ser el señor B…!
—¡Basta ya Terry! ¡Personas como tú y yo no estamos hechas para el amor convencional y tradicional! Dijo dando por zanjado el asunto.
Al fondo del lugar una orquesta en vivo tocaba un apasionado tango antiguo, tomando de la mano a la hermosa mujer le susurro —¿Y personas como nosotros si estamos hechos para la danza? Al tiempo que la conducía a la pista donde la pareja bailó con exquisita sensualidad, nadie ignoró como el castaño se aferraba a la cintura de tan despampanante mujer. Terminando el baile, él la condujo de la mano a la terraza con el pretexto de respirar aire fresco, pero se escabulleron a la suite principal del pent-house donde traspasando el umbral, la sujeto posesivamente de la cara y le plantó un tierno beso cargado de seducción —¡Moría por besarte desde que te vi! ¡No puedo creer que puedas vivir sin besarme! ¡Qué nos castigues de esta manera! — le dijo mientras la llenaba de besos y la conducía a la amplia cama. En el camino iba murmurándole lo hermosa que era al tiempo que acariciaba su voluptuoso físico, ella correspondía con ardor los besos y también acariciaba el masculino cuerpo, quitó el saco y desbrochó la camisa para acariciar el esculpido pecho y besarlo con pasión contenida, nunca admitiría cuanto lo extrañaba, pero se lo demostraba en cada beso, en cada abrazo y en cada suspiro. El actor desabrochó el delicado vestido y con cuidado para no maltratarlo la despojó del mismo que colocó suavemente en el sillón, sabía lo amante que era ella de la alta costura, y que lo mataría si algo le pasada a su exclusivo Dior.
Teniéndola en una fina lencería color piel la condujo al espejo de cuerpo completo —¡Quiero que veas mi expresión al descubrir cada porción de tu bello cuerpo! Y sumando la acción a la palabra comenzó con desabrochar el sostén de fina seda que dejó ver unos redondos pechos con erectos pezones mismos que él tomó con delicadeza amoldándolos perfecto dentro de sus manos y estrujándolos suavemente mientras se veían ardorosamente a los ojos a través del espejo, ella levantó su cara ofreciéndole el níveo cuello para que lo besara y mordiera a su antojo, cosa que Terry no desaprovechó dejando un húmedo rastro con besos desde la mandíbula hasta el hombro bajado por el delicioso cuello perfecto de la mujer que amaba, quién subió sus brazos para poder enredar las manos en el sedoso cabello masculino que tanto le gustaba acariciar —¡No!, ¡No cierres tus ojos preciosa! ¡Quiero verlos como se van llenando de ardor!, ¿Cómo me provocan tus pupilas cuando se dilatan! —Exclamó mientras delineaba el torso femenino con su breve cintura donde demoró siglos apenas tocándola con la yema de sus dedos —¡Tu tersa piel me enloquece!, ¡Quisiera tenerte así para mí solamente!, ¡Tocar tu cuerpo piel con piel, fundirme en ti para ser uno solo! ¡Venerarte eternamente como lo merece una diosa como tú! ¡Mi diosa de pasión!— Bajó por el plano vientre para posteriormente delinear las caderas y delicadamente quitar la diminuta ropa interior que ocultaba un níveo monte perfectamente depilado, tal como a él le gustaba, poco a poco se fue hincando para sacar la prenda íntima y al incorporarse lentamente fue delineando las perfectas piernas con su lengua hasta llegar al vértice donde ambas se unen y lamer el exquisito monte que se ofrecía ante él, con delicadeza tomo el trasero para darle estabilidad mientras imprimía más fuerza a las acometidas con su lengua no solo en su triangulo si no en las ingles y su enigmática abertura que humedecida recibía las muestras de amor, mientras su dueña se excitaba viendo su propio reflejo perderse en el calor que se liberaba lentamente mientras ella se sostenía de los hombros del castaño.
Incorporándose totalmente, el ojiazul besó la tan ansiada boca que sabía aun a fresa y menta como esa lejana primera vez, mientras la besaba, ella aflojaba el cinturón para después desabrochar el pantalón que cayó rápidamente sobre la mullida alfombra, bastaron unos pasos al frente para liberarse completamente dela prenda masculina, mismos que dio la mujer hacia atrás hasta llegar a la orilla de un sofá donde delicadamente fue depositada en medio de más pasionales besos, los cuales fueron interrumpidos por la voz del actor diciendo —¡Ahora mírame!, ¡Tócame!, ¡Poséeme!— a la vez que conducía las manos de la mujer al fino bóxer para que tirara de él hacia abajo dejando libre la empalmada masculinidad que estaba deseosa de profanar las secretas carnes femeninas, ella lo tomó entre sus manos acariciándolo suave pero decididamente hasta dejarlo totalmente húmedo y después lo besó lentamente iniciando en la base, al tiempo que jalaba ligeramente la piel que cubría las joyas masculinas provocando un gemido profundo, los besos subieron lentamente hasta la punta que fue lamida y saboreada en medio de suspiros y jadeos, cuando ella apartó su boca, fue recostada en el sofá y su pierna acomodada en el reposabrazos dando una vista de la ansiosa cueva femenina que invitaba a ser probada lenta y delicadamente actividad que Terry hizo como si tuviera toda la eternidad para deleitarse, lánguidamente se acercó para oler el aroma femenino de la anticipación y luego acariciar lentamente los labios que bordeaban el intrincado sexo escondido para después lentamente abrirlos y acariciar suavemente su interior primero con las yemas de los dedos cual si fuera ligera brisa y después con su cálida lengua de arriba a abajo a lo largo de toda la abertura para al final introducirla lentamente con movimientos lentos y circulares al tiempo que posaba sus manos bajo las nalgas de su amante para dar mayor comodidad y profundidad a sus caricias.
Una vez saciada su ansia de poseerla con la boca, de nuevo la incorporó y en medio de profundos besos la condujo a una silla donde la invitó silenciosamente a acomodarse sobre las piernas de él mientras le acariciaba la espalda suavemente y ella se aferraba a su espalda mientras lo acomodaba en su mojada entrada para proceder lentamente a introducirlo hasta lo más profundo de su ser, rítmicamente chocaban sus pelvis en una mezcla de jugos pasionales que facilitaban las intensas acometidas, ella se sujetó del respaldo de la silla para dar más intensidad a su muelleo y él la sujetaba firmemente de la breve cintura mientras mordía los blancos pechos con las puntas totalmente duras por la excitación, victimas de una explosión pasional, él la tomó de los muslos y se levantó con ella en brazos para ahora poseerla arrinconada en la pared, las manos femeninas se sujetaron firmemente a los anchos hombros mientras el empujaba con toda su fuerza y sus sudores se mezclaban en medio de intensos jadeos y ardorosos besos, luego de unos minutos de intensa posesión, é la depositó en la cama con sumo cuidado recreándose en sus pupilas dilatadas, su hermoso rostro sonrojado por la actividad física, su sedoso cabello revuelto en la almohada y su resplandeciente sonrisa que decía mucho más de lo que su boca callaba. Tomó una de sus piernas y la alzó en toda su longitud lamiendo desde la parte interna de la rodilla hasta la planta del pie provocando espasmos de placer en su amante, después hizo lo mismo con la otra pierna para culminar nuevamente paladeando el sabor de esa femineidad que lo volvía loco cada que la probaba.
Separándose una vez más, acomodó el delicado cuerpo femenino sobre la cama apoyándose en sus rodillas y los antebrazos, el ojiazul de colocó atrás con la perfecta vista del derrier y una delicada espalda que fueron prodigados con suaves caricias mientras nuevamente era invadida su intimidad con la dureza masculina que ella tanto añoraba, los empellones fueron subiendo de intensidad a la par de los sonidos que escapaban de ambas gargantas presas de la excitación y la pasión largamente contenida desde su último encuentro, apartándose brevemente, Terry coloco al objeto de su pasión boca arriba para deleitarse viendo su cara, sabía que ella no cerraría los ojos porque también moría por ver las expresiones de él mientras la atravesaba lenta pero decididamente saboreando cada instante de esa unión carnal, las piernas femeninas fueron colocadas sobre los hombros masculinos y las manos entrelazadas buscando hacer más íntima esa unión, las pupilas reflejaban la mirada ardorosa del otro cuando en medio de los apasionados besos se encontraban, luego de un intenso bombeo, ambos tocaron el cielo en manos del otro con un profundo suspiro y una explosión de pasión que sólo lograban cuando estaban juntos, con nadie más, aun unidos pero ya con el cuerpo laxo y él apoyado sobre un seno de ella y acariciando perezosamente el otro, quiso declararle su amor —Adr.. —¡Shh! ¡No lo digas!, tú y yo estamos bien así, sin ataduras, sin rutinas, libres de seguir nuestros caminos y gozando con inmenso placer de nuestros esporádicos encuentros, ¡No arruinemos con palabras lo que de sobra ya sabemos! — y él cayó por que ella tenía razón.
Tanto así se conocían y a su modo, pero ambos se amaban.