Capítulo 3
Los días transcurrieron, y el trabajo fue tan absorbente que al terminar el día, sabía que el local de los relojes estaría cerrado. Así pasaron las semanas que se convirtieron en meses, tal vez su inconsciente que se negaba a saber que era solo una burla de alguien, cada carta la añoraba era la primera vez que sentía ansias y emoción por algo. Sin pensarlo era diciembre casi fin de año y sabía que pronto debía llegar la carta para él, pero no fue así. Dejó pasar unos días y decidió ir al lobby del hotel tal vez se habían equivocado en su correspondencia.
—No joven Lagan —mencionaba el hombre que atendía la recepción. —Si es un documento muy importante el que espera le puedo preguntar al hombre de correo.
—No, no olvídalo es algo sin importancia.
Regresó a su habitación, tomó su abrigo y decidió ir a la relojería era hora de darle punto final a esa estúpida situación.
«Soy un idiota como pude seguir creyendo en esta tontería» se decía mientras manejaba su auto, llego al lugar observo el local se debatia ente hacerlo o no tomo, la desicion y bajo de su auto y camino con paso firme, abrió la puerta y efectivamente la chicha del mostrador era la misma que lo atendió cuando escogiera su reloj el día de su cumpleaños.
Ella inmediatamente lo reconoció sabía que ese día llegaría. Tendría que darle una explicación al señor Lagan.
Trato de disimular sus nervios y fingir no reconocerlo .
—Buenas tardes —saludó la chica—. Le puedo ayudar en algo, está buscando algo en específico.
—Soy Neil Lagan, ¿me recuerdas? Estuve aquí hace un par de meses.
—No señor, no lo reconozco, le pido disculpas atiendo a muchos clientes.
—Entiendo, tal vez no recordarme a mí pero si a este reloj, —lo sacó del bolso de su abrigo y lo puso en el mostrador. Este reloj es muy especial y sobre todo no porque todos llevan una inscripción de parte de los diseñadores Arnold & Son.
—Este…, yo, bueno verá señor —titubeó—. Es que no puedo, yo no debo decir nada.
—¡Maldita sea! Solo habla —hizo que la chica empezara a llorar.
—Lo siento —se arrepintió de haberle gritado y cambió el tono de su voz y añadió—: Discúlpame por haber reaccionado así, es solo que cuando me entregaron el reloj me diste aquella carta, después empezaron a llegar al lugar donde vivo, yo se que provienen de la misma persona, es su perfecta caligrafía y el olor de esos sobres es sin igual en todos. Es solo que quiero saber quien es ella se atrevió a decir.
—¿Cómo sabe que es una mujer?
—El olor en sus sobres la ha delatado, quiero conocerla por favor.
En uno de los sobres, meses atrás también dejó una fecha, hora y lugar donde nos veríamos pero nunca llegó y si esto es una broma quiero descubrirlo y parar con todo esto.
—Joven Lagan se que no debo decir esto, pero esta bien hablare y le aclaro porque en verdad veo que todo esto le esta afectando demasiado.
Ella la que le ha mandado todas esas cartas es la
hija del señor Arnold.
—Me estás diciendo el mismo Arnold & Son de mi reloj.
—Si
—Después de adquirir el reloj indague sobre ellos se que solo tiene un hijo; él es un hombre.
—Pues no sabría decirle sobre eso pero yo se que Blair, la señorita es hija del señor Arnold de hecho ella diseña los relojes, ese que usted escogió se que fue un diseño muy especial para ella.
—Blair dijiste así se llama, entonces no estoy loco. Quiero verla, saber por qué no llegó a la cita donde nos conoceríamos.
—Bueno verá, ¡Ay Dios mío! Creo que si se enteran lo que le voy a decir puedo perder mi trabajo pero esta bien por alguna razón le tengo confianza, aunque al principio usted tiene cara de arrogante algo en su mirada me dice que no es tan malo —se atrevió a decirle y Neil solo abrió los ojos muy grandes y frunció el ceño ante su declaración—. ¡Ay no se enoje por favor! yo y mi lengua.
Lejos de molestar le causo un poco gracia que le dijeran mal encarado, la verdad es que si lo era, lo reconocía sabía que no era el chico de antaño que solía sonreír como antes o ese niño que hacía travesuras junto con su hermana. Conocer a Candy le cambió la vida, esa muchacha que parecía un sol a pesar de todas las maldades que le hacían ella y su hermana. Al final de todo ella sonreía, muchas veces se preguntó cómo es que podía hacerlo; él teniendo todos los lujos y ella durmiendo en un establo era tan feliz. Después la manera en cómo lo defendió de aquellos maleantes es para que hubiera dejado le dieran una paliza y salió de la nada como mono volador trepada en un poste de Luz y les pateo el trasero. Sonrió al recordarlo, es por eso que al principio creyó sentir amor por ella y la quiso forzar a casarse «Que estupidez» se dijo. Con el tiempo entendió que definitivamente ese no era amor, que era el amor se preguntó varias veces. Definitivamente había carecido de él, su padre en su cobardía de no decirle una verdad dolorosa lejos de protegerlo lo castigó con su ausencia y Sarah definitivamente solo había sido complaciente con sus caprichos pero definitivamente cariño por parte de élla no tuvo.
Quería a su tío Albert, él era parte de las personas le habían demostrado un cariño desinteresado al igual que George y Archie.
Solía platicar mucho con George, no sabía porque pero sentía un afecto muy fraternal por él. Tal vez por la falta de un padre en su vida. Se llegaba a decir lo mismo cada que salían a tomar un café o a tomar un buen whiskey.
Pero definitivamente amor hacia una mujer esa sensación de mariposas en el estómago que le dijera Archie y el latir de su corazón, no, no lo había experimentado, no podía negar que había tenido uno que otro encuentro casual con alguna mujer.
Pero esas cartas lo vinieron a cambiar todo, a pesar que en ellas no había frases de amor ni de ninguna índole romántica las esperaba con ansias, con nervios cuando sabría podría tener en sus manos el próximo sobre. Pero ese dolor de estómago como si mariposas se movieran dentro de él fue el día que lo citará y su desilusión al no llegar sabía que la había convertido en mal humor.
—Bueno pues dime donde puedo encontrarla a Blair, porque no llegó el día que me cito, que es lo que esta pasa o no me digas que a todos sus clientes mandan cartas por meses. —por un momento rogó al universo que le dijera que no porque si definitivamente hacían eso él se había construido en su mente un castillo de naipes.
—No, solo se le hace llegar una carta a todos los que adquieren un reloj de Arnold & Son, Blair se los hace llegar. Ella con usted fue diferente venía y dejaba cada sobre lo hizo así para que usted no descubriera quien era; el día que no asistió a su encuentro me trajo varios sobres me dio las fechas en que debían ser enviados y usted recibirá el último en unos días.
—El último —sintió una especie de opresión en su estómago—. Pero como puedo contactarla ¡Por favor dime!
—Eso no lo sé, pero recuerdo muy bien ese día que usted escogió el reloj o más bien el reloj lo escogió a usted. Ella estaba con el señor Ardlay, porque si no mal recuerdo ella le dijo le alegraba mucho que usted escogiera esta preciosidad — señaló el reloj encima del mostrador. Todos los diseños de engranajes a la vista son creación de la señorita Blair, al principio le dijeron loca por la idea pero ha venido ha ser lo que los distingue ahora como una compañía.
—Así que, es ella… esta bien, con esta información me es suficiente, estaré en deuda con usted, debo marcharme.
Neil tomó su reloj y salió de aquel lugar con emociones encontradas,
«Entonces ella es la pareja de mi tío, con qué propósito me hacía llegar las cartas y si Albert si lo sabía porque no me lo dijo nada» se reprendió.
Su tío le tendría que dar una buena explicación, que tipo de juego era ese.
Llegó al consorcio Ardlay en la Florida y busco a George, entró a su oficina sin anunciarse.
—¡Tú lo sabías! —declaró molesto.
—¡Neal! ¿Qué pasa? No comprendo nada, que es lo que debía saber.
—Que esas estúpidas cartas era un juego de parte de mi tío y su amiga.
—Para tratar de comprender explícame qué cartas, no entiendo nada.
—En mi cumpleaños el día que escogí el reloj que me dio mi tío, había una chica con el se llama Blair, durante cuatro meses me ha mandado sobres con pequeñas frases todas referente a lo que es el tiempo. Cada una parece decirme por lo que estoy afanado ese día, la primera siempre la mandan Arnold & Son, en la compra de uno de sus relojes. ¿Y los demás que fueron? ¡Un juego acaso! Y hasta los sobres perfumados.
—Estoy sin palabras Neil, no sabía nada de eso. De verdad llegan perfumados los sobres —para George era claro qué significaba eso.
—Si, porque la pregunta —George iba responder cuando hablo Neil.
—Quiero ir a Chicago, necesito ver a mi tío creo que tiene varias cosas que explicarme.
—No tendrás que ir, él llega esta noche de New York, estuvo ahí por…
Nuevamente Neil no lo dejó terminar la frase.
—Yo iré por él a la estación de tren, no necesitas preocuparte —salió corriendo sin que George pudiera decirle que se llevaría una gran sorpresa.
Continuará…
—No joven Lagan —mencionaba el hombre que atendía la recepción. —Si es un documento muy importante el que espera le puedo preguntar al hombre de correo.
—No, no olvídalo es algo sin importancia.
Regresó a su habitación, tomó su abrigo y decidió ir a la relojería era hora de darle punto final a esa estúpida situación.
«Soy un idiota como pude seguir creyendo en esta tontería» se decía mientras manejaba su auto, llego al lugar observo el local se debatia ente hacerlo o no tomo, la desicion y bajo de su auto y camino con paso firme, abrió la puerta y efectivamente la chicha del mostrador era la misma que lo atendió cuando escogiera su reloj el día de su cumpleaños.
Ella inmediatamente lo reconoció sabía que ese día llegaría. Tendría que darle una explicación al señor Lagan.
Trato de disimular sus nervios y fingir no reconocerlo .
—Buenas tardes —saludó la chica—. Le puedo ayudar en algo, está buscando algo en específico.
—Soy Neil Lagan, ¿me recuerdas? Estuve aquí hace un par de meses.
—No señor, no lo reconozco, le pido disculpas atiendo a muchos clientes.
—Entiendo, tal vez no recordarme a mí pero si a este reloj, —lo sacó del bolso de su abrigo y lo puso en el mostrador. Este reloj es muy especial y sobre todo no porque todos llevan una inscripción de parte de los diseñadores Arnold & Son.
—Este…, yo, bueno verá señor —titubeó—. Es que no puedo, yo no debo decir nada.
—¡Maldita sea! Solo habla —hizo que la chica empezara a llorar.
—Lo siento —se arrepintió de haberle gritado y cambió el tono de su voz y añadió—: Discúlpame por haber reaccionado así, es solo que cuando me entregaron el reloj me diste aquella carta, después empezaron a llegar al lugar donde vivo, yo se que provienen de la misma persona, es su perfecta caligrafía y el olor de esos sobres es sin igual en todos. Es solo que quiero saber quien es ella se atrevió a decir.
—¿Cómo sabe que es una mujer?
—El olor en sus sobres la ha delatado, quiero conocerla por favor.
En uno de los sobres, meses atrás también dejó una fecha, hora y lugar donde nos veríamos pero nunca llegó y si esto es una broma quiero descubrirlo y parar con todo esto.
—Joven Lagan se que no debo decir esto, pero esta bien hablare y le aclaro porque en verdad veo que todo esto le esta afectando demasiado.
Ella la que le ha mandado todas esas cartas es la
hija del señor Arnold.
—Me estás diciendo el mismo Arnold & Son de mi reloj.
—Si
—Después de adquirir el reloj indague sobre ellos se que solo tiene un hijo; él es un hombre.
—Pues no sabría decirle sobre eso pero yo se que Blair, la señorita es hija del señor Arnold de hecho ella diseña los relojes, ese que usted escogió se que fue un diseño muy especial para ella.
—Blair dijiste así se llama, entonces no estoy loco. Quiero verla, saber por qué no llegó a la cita donde nos conoceríamos.
—Bueno verá, ¡Ay Dios mío! Creo que si se enteran lo que le voy a decir puedo perder mi trabajo pero esta bien por alguna razón le tengo confianza, aunque al principio usted tiene cara de arrogante algo en su mirada me dice que no es tan malo —se atrevió a decirle y Neil solo abrió los ojos muy grandes y frunció el ceño ante su declaración—. ¡Ay no se enoje por favor! yo y mi lengua.
Lejos de molestar le causo un poco gracia que le dijeran mal encarado, la verdad es que si lo era, lo reconocía sabía que no era el chico de antaño que solía sonreír como antes o ese niño que hacía travesuras junto con su hermana. Conocer a Candy le cambió la vida, esa muchacha que parecía un sol a pesar de todas las maldades que le hacían ella y su hermana. Al final de todo ella sonreía, muchas veces se preguntó cómo es que podía hacerlo; él teniendo todos los lujos y ella durmiendo en un establo era tan feliz. Después la manera en cómo lo defendió de aquellos maleantes es para que hubiera dejado le dieran una paliza y salió de la nada como mono volador trepada en un poste de Luz y les pateo el trasero. Sonrió al recordarlo, es por eso que al principio creyó sentir amor por ella y la quiso forzar a casarse «Que estupidez» se dijo. Con el tiempo entendió que definitivamente ese no era amor, que era el amor se preguntó varias veces. Definitivamente había carecido de él, su padre en su cobardía de no decirle una verdad dolorosa lejos de protegerlo lo castigó con su ausencia y Sarah definitivamente solo había sido complaciente con sus caprichos pero definitivamente cariño por parte de élla no tuvo.
Quería a su tío Albert, él era parte de las personas le habían demostrado un cariño desinteresado al igual que George y Archie.
Solía platicar mucho con George, no sabía porque pero sentía un afecto muy fraternal por él. Tal vez por la falta de un padre en su vida. Se llegaba a decir lo mismo cada que salían a tomar un café o a tomar un buen whiskey.
Pero definitivamente amor hacia una mujer esa sensación de mariposas en el estómago que le dijera Archie y el latir de su corazón, no, no lo había experimentado, no podía negar que había tenido uno que otro encuentro casual con alguna mujer.
Pero esas cartas lo vinieron a cambiar todo, a pesar que en ellas no había frases de amor ni de ninguna índole romántica las esperaba con ansias, con nervios cuando sabría podría tener en sus manos el próximo sobre. Pero ese dolor de estómago como si mariposas se movieran dentro de él fue el día que lo citará y su desilusión al no llegar sabía que la había convertido en mal humor.
—Bueno pues dime donde puedo encontrarla a Blair, porque no llegó el día que me cito, que es lo que esta pasa o no me digas que a todos sus clientes mandan cartas por meses. —por un momento rogó al universo que le dijera que no porque si definitivamente hacían eso él se había construido en su mente un castillo de naipes.
—No, solo se le hace llegar una carta a todos los que adquieren un reloj de Arnold & Son, Blair se los hace llegar. Ella con usted fue diferente venía y dejaba cada sobre lo hizo así para que usted no descubriera quien era; el día que no asistió a su encuentro me trajo varios sobres me dio las fechas en que debían ser enviados y usted recibirá el último en unos días.
—El último —sintió una especie de opresión en su estómago—. Pero como puedo contactarla ¡Por favor dime!
—Eso no lo sé, pero recuerdo muy bien ese día que usted escogió el reloj o más bien el reloj lo escogió a usted. Ella estaba con el señor Ardlay, porque si no mal recuerdo ella le dijo le alegraba mucho que usted escogiera esta preciosidad — señaló el reloj encima del mostrador. Todos los diseños de engranajes a la vista son creación de la señorita Blair, al principio le dijeron loca por la idea pero ha venido ha ser lo que los distingue ahora como una compañía.
—Así que, es ella… esta bien, con esta información me es suficiente, estaré en deuda con usted, debo marcharme.
Neil tomó su reloj y salió de aquel lugar con emociones encontradas,
«Entonces ella es la pareja de mi tío, con qué propósito me hacía llegar las cartas y si Albert si lo sabía porque no me lo dijo nada» se reprendió.
Su tío le tendría que dar una buena explicación, que tipo de juego era ese.
Llegó al consorcio Ardlay en la Florida y busco a George, entró a su oficina sin anunciarse.
—¡Tú lo sabías! —declaró molesto.
—¡Neal! ¿Qué pasa? No comprendo nada, que es lo que debía saber.
—Que esas estúpidas cartas era un juego de parte de mi tío y su amiga.
—Para tratar de comprender explícame qué cartas, no entiendo nada.
—En mi cumpleaños el día que escogí el reloj que me dio mi tío, había una chica con el se llama Blair, durante cuatro meses me ha mandado sobres con pequeñas frases todas referente a lo que es el tiempo. Cada una parece decirme por lo que estoy afanado ese día, la primera siempre la mandan Arnold & Son, en la compra de uno de sus relojes. ¿Y los demás que fueron? ¡Un juego acaso! Y hasta los sobres perfumados.
—Estoy sin palabras Neil, no sabía nada de eso. De verdad llegan perfumados los sobres —para George era claro qué significaba eso.
—Si, porque la pregunta —George iba responder cuando hablo Neil.
—Quiero ir a Chicago, necesito ver a mi tío creo que tiene varias cosas que explicarme.
—No tendrás que ir, él llega esta noche de New York, estuvo ahí por…
Nuevamente Neil no lo dejó terminar la frase.
—Yo iré por él a la estación de tren, no necesitas preocuparte —salió corriendo sin que George pudiera decirle que se llevaría una gran sorpresa.
Continuará…
Última edición por Saadesa el Lun Mayo 01, 2023 4:22 pm, editado 4 veces