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Un brusco frenazo de auto, arrancó a Stear y Archie de sus pensamientos. Ambos intercambiaron miradas preocupadas en el asiento delantero al escuchar los gritos desgarradores de Neil desde el asiento trasero.
—¡No puede ser! —exclamó Neil, su voz ahogada por el pánico. El ambiente en el lujoso auto se cargó con una tensión tan espesa que casi se podía cortar.
Algo terrible debía estar ocurriendo con su primo.
Llegaron a la imponente mansión en un tensó silencio. Apenas salieron del vehículo, Archie tomó la iniciativa con voz firme: —Lo mejor es que subas a tu habitación y te des un baño caliente. Te ayudará a despejarte. Nosotros nos encargamos de avisarle a Albert de tu regreso.
Stear asintió con el ceño fruncido, al tiempo que invitó: —Ve, Neil. Te hará bien.
La confusión nublaba los ojos de Neil.
—¿Estás bien…? —Pero… no tengo idea de cuál es mi habitación en esta casa.
Una honda preocupación se instaló en el rostro de Stear.
—Parece que el golpe te afectó más de lo que creíamos. Llamaremos al doctor de inmediato. Iris te acompañará a tu habitación y te ayudará con el baño.
Una gentil voz femenina lo sacó de su trance. La mucama, que había estado observando la escena desde la entrada de la mansión, se acercó con pasos mesurados: —Joven Neil, que alegría verlo sano y salvo. Todos en esta casa estábamos muy preocupados por usted.
Neil soltó una risa amarga y sin humor mientras se dirigían a su habitación.
—¿Todos? ¿Quienes? Siempre he estado solo.
Supongo que está desorientación seguirá hasta que despierte de esta extraña pesadilla —mencionó con amargura y un matiz de tristeza mientras entraban a la habitación.
Iris contempló al joven Lagan con cierta perplejidad. Conocía la distancia que él mantenía con su madre y hermana desde el fallecimiento de su padre, pero la idea de despertar de un profundo sueño le resultó desconcertante.
—Permítame, joven. Le preparé un baño relajante —ofreció con voz suave y servicial.
Mientras exploraba su habitación. Cada detalle estaba cuidadosamente elegido, con un encanto vintage que cautivaba. En el centro, un candelabro de cristal añadía un toque de elegancia.
—Una verdadera joya para capturar en Pinterest —murmuró para sí mismo.
—¿Dijo algo, joven Lagan? —preguntó, al notar que había hablado en voz alta.
—Oh, no, nada importante. Todo está bien—respondió él, con una leve incomodidad.
Con una sonrisa comprensiva, Iris asintió.
—Entonces lo dejaré en paz. El mayordomo traerá algo para cenar y un té reconfortante para que pueda descansar.
Tras un baño relajante, Lagan salió y encontró una pijama cuidadosamente doblada en su cama, junto a unas pantuflas. Al calzarlas, notó que eran de su tamaño perfecto.
Sus ojos, aún nublados por el sueño, se posaron en dos marcos que reposaban sobre una repisa de la habitación. Con pasos lentos y cautelosos, se acercó a ellos, como si temiera romper el frágil hechizo que lo envolvía. Al llegar más cerca, sus pupilas se dilataron al reconocer su propio rostro en uno de los marcos, flanqueado por dos jóvenes que, según le habían dicho, eran sus primos, Stear y Archie.
En el otro marcó, una sonrisa radiante iluminaba su rostro, enmarcado por el cabello castaño de una joven que parecía ser su abuela. Un torrente de recuerdos inundó su mente, transportándolo a la pequeña caja de madera donde su madre guardaba sus tesoros más preciados.
—Ellos son mis abuelos… y mi madre tiene esta fotografía… la recuerdo muy bien, en su caja de recuerdos… pero ¿cómo es posible? ¡Ellos creen que soy mi abuelo! ¡Viajar en el tiempo! ¡No puede ser!, exclamó en voz alta, mientras recorría la habitación de un lado a otro como un animal enjaulado, bordeando el límite del desquicio ¿Cómo sucedió esto? No, no, no… Esto debe ser un sueño, una pesadilla demasiado vívida… pero tan real. Y si fuera verdad… ¿qué hago aquí?
Al otro lado de la puerta de su habitación, el tío abuelo Albert y Stear captaron los susurros de su monólogo interior, así como el trasiego de sus pasos de un lado a otro.
—Lo ves, tío, algo no anda bien con él. Es realmente extraño. Neal dijo que no nos reconoce —expresó Stear con preocupación, su voz resonando con una nota de inquietud.
—Me preocupa. Quizás sufrió un accidente del que no recuerda nada. Mañana vendrá el médico de la familia para revisarlo. Será mejor que lo dejemos solo por ahora —respondió Albert, su tono denotando cautela y cuidado.
—Sí, tengo una idea —mencionó Neil, con un dejo de esperanza en su voz. —Será mejor que intente dormir. Tal vez despierte de este extraño sueño.
Neil se acomodó en su cama y luchó por encontrar el sueño. Al principio, fue una batalla contra la turbulencia de sus pensamientos, pero conforme los primeros rayos de sol se filtraban por la ventana, finalmente logró cerrar los ojos.
La familia decidió dejarlo descansar, aunque todos estaban profundamente preocupados por él. Al mediodía, un suave golpeteo resonó en la puerta de su habitación. Neil abrió los ojos y se percató de que nada había cambiado.
—El médico ha llegado —anunció Albert, ingresando con una mezcla de esperanza y ansiedad en la habitación de su sobrino.
— ¿Cómo te sientes, Neil? —preguntó William Albert Ardlay, el patriarca de la familia, con una mezcla de curiosidad y preocupación en su mirada. Neil lo miró fijamente, recordando las historias que su abuela le había contado sobre este hombre imponente. Todo lo que sabía de su familia paterna provenía de su madre, ya que su padre se había distanciado de ellos, negándose a cualquier tipo de contacto. Neil nunca había preguntado ni indagado sobre sus antepasados, ya que el rechazo de su padre le había bastado. Su madre y su carrera eran lo único que importaba en su vida. Por eso, las visitas al Palm House en Florida eran escasas. Su padre y los Ardlay eran los dueños desde hacía años, pero la relación se mantenía únicamente a través de intermediarios legales.
—Bien, creo que he logrado dormir un poco —respondió Neil, intentando ocultar el cansancio que aún pesaba en sus párpados.
Un incómodo silencio se apoderó de la habitación. Las palabras de Neil parecían insuficientes para expresar la complejidad de sus emociones. La tensión entre ambos era palpable.
William Albert carraspeó, buscando las palabras adecuadas.
—Me alegra saber que has descansado un poco, Neil —dijo finalmente—. Es importante que te tomes el tiempo necesario para recuperarte.
Neil asintió, sin saber qué más decir. La conversación se había estancado, atrapada en una red de rencores y silencios del pasado.
De pronto, un rayo de sol se coló por la ventana, iluminando el rostro de Neil. En ese instante, una idea surgió en su mente.
—Tal vez... —comenzó Neil, dudando de sus propias palabras—, tal vez sería bueno hablar un poco.
William Albert lo miró con sorpresa.
—¿Hablar? —preguntó, intrigado.
Sí —confirmó Neil—. Hablar de todo esto. Del pasado, de la familia, de... de lo que sea.
William Albert sonrió, una sonrisa tenue que reflejaba un atisbo de esperanza.
Me parece una buena idea, Neil —dijo—. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que conversamos.
Neil se dejó revisar por el doctor. —Te duele la cabeza.
—No, bueno sí un poco anoche vomité y me sentí muy mareado pero supongo fue…
—¿Qué pasó Neil? —preguntó su tío preocupado.
De la nada iba decir: “Después de caer a mi cama y darme cuenta que estoy viviendo un estupido sueño”
Pero lo medito, sabía que debía tenía que tener cuidado con lo que decía y hacía pues si contaba toda esa locura era capaz de acabar en un manicomio. Y si era verdad que había viajado en el tiempo debía de tratar de encontrar entonces donde estaba su abuelo y si es que le había pasado algo.
Si, él seguiría el jugo del golpe en la cabeza.
—Es que no recuerdo muy bien las cosas.
—Cuéntame todo lo que recuerdes —mencionó el galeno.
—Bueno llegué al Palm House y yo… oh si iba a tomar un baño pero sin darme cuenta amanecí al otro día en el piso con un fuerte dolor de cabeza.
El doctor revisó su cabeza y él fingió dolor aunque no era mentira que sentía un poco de molestia.
—No hay rastro de una contusión o sangre, no tiene líquido en los oídos pero supongo sí debió ser muy fuerte el golpe para que hayas perdido el conocimiento y está claro que la memoria, debes estar reposo unos días poco a poco irás recordando cosas.
—Si sobrino yo mejor que nadie entiende lo que sientes y la confusión por la que debes estar pasando.
—¿Tu? No comprendo “acaso él también ha viajado en el tiempo, no, no puede ser” pensó.
Si hace algunos años estuve en una explosión, y perdí la memoria totalmente. No sabía quién era, ni dónde vivía o cómo me llamaba pero gracias a los cuidados de Candy y que me reconoció es que pude recuperarme poco a poco.
—¿Quién es Candy?
Es tu prima al igual que Archie, Stear y Anthony, no te forces tratando de recordar los recuerdos serán paulatinamente, ellos estarán contigo apoyándote lo sé.
Gracias a Dios recuerdas cosas y estás en casa que es lo importante. Y tu novia está muy preocupada, ha venido a visitarte.
—¿Mi novia? Yo no tengo novia, nunca la he tenido, para mí lo más importante es ser abogado —se le salieron las palabras sin pensarlo.
—Eso lo sé muy bien me lo has demostrado a la perfección, pero Eloise ella es tu novia hace algunos meses la conociste en la inauguración del hotel.
“Mí bisabuela” pensó Neil y su mente empezó a trabajar a mil por hora. “No es que sea un Físico o científico pero sí cambió en algo el pasado lo más seguro es que haya un efecto mariposa en el futuro y yo dejaría de existir”
—¡Diablos! —soltó al imaginar todo lo que podría pasar.
—¡Neil! qué es ese vocabulario entiendo perfectamente cómo te sientes ya te lo dije, le explicaré la situación a Eloise, pero solo saludala y se cortés con ella es todo lo que te pido está muy preocupada por ti, ella es una buena chica, te lo demostró ya al enfrentarse a su padre por ti.
—¿Ella hizo eso por mí? —Si, a la Familia Morgan no le gustó que te comprometiste con ella pues rechazan el tema que vienes de una familia de padres divorciados y tú madre Sarah al igual que tu hermana Eliza, mmm cómo decirlo creo que no me voy a dar con rodeos, son las propietarias de uno de los burdeles más conocidos en la Florida.
Así que puedes entender la posición de su padre.
—Yo hablé con él, y le hice ver que nosotros no tenemos nada que ver con ellas desde hace mucho tiempo. Y me amenazó que no daría dote ni nada por su hija, yo le dije que no sería necesario y que yo los apoyaría en todo.
—Lo entiendo tío, trataré de comportarme bien con ella.
Esa tarde Neil recibió a Eloise en la Mansión Ardlay, ambos decidieron salir a caminar por la playa al atardecer. Sin duda reconoció por qué su bisabuelo se había fijado en alguien cómo ella, era muy hermosa de ojos color miel y cabello castaño oscuro.
Neil pensaba en tantas cosas, cuál era el motivo de estar ahí en ese tiempo y lugar, qué pasaría si no podría volver a su época y lo más importante, dónde estaba su abuelo, si algo le pasaba a él era claro que el futuro cambiaría y tal vez…. Ni siquiera se enamoraría de una mujer cómo la que caminaba a su lado.
Siempre se había negado al amor o más bien dicho a entregar su corazón porque como hombre tenía necesidades y por supuesto le encantaban las mujeres y había tenido una que otra aventura.
“Lo primero que tengo que hacer es averiguar dónde está mi abuelo”
—Neil —se atrevió a hablar Eloise, al verlo tan callado y pensativo—. Yo, yo sabes que te amo de verdad —mencionó tímidamente y añadió—: y esperaré el tiempo que sea necesario para que recuerdes todo lo que ha pasado entre nosotros.
—Eh… ah…, si —respondió titubeando pues sabía que difícilmente recordaría algo de lo vivido, él no era la persona a la que amaba—. Gracias por entender todo esto que está pasando, ni yo mismo comprendo cómo pudo pasar, estoy muy confundido.
Ella tomó su mano, lo detuvo de caminar y se paró frente a él. —No es esta la forma en que te lo quería decir, lo imaginé de mil maneras más, y no quiero causarte un conflicto pero creo debes de saberlo lo más pronto posible.
—¿Qué pasa? me asusta tu tono de voz —preguntó al ver la cara de preocupación y unas lágrimas rodar por sus mejillas.
—Estoy embarazada, no sé cuánto te tomará recuperarte pero espero sea pronto pues dentro de unos meses mi vientre se notará y yo.. no quiero que mi padre…. Tú comprendes.
Él limpió con su mano las lágrimas de Eliose, entendía perfectamente la situación, para esa época era mal visto salir embarazada sin antes casarse. La abrazó y mencionó.
—No te preocupes trataré de arreglar todo esto y tú tendrás a tu Neil de vuelta a tu lado.
Esa expresión le causó extrañeza, pero sabía bien lo que le estaba pasando el hombre al que amaba, el tío abuelo Ardlay le había explicado lo delicado de la situación y le dijo que solo lo comprendiera, apoyara y no le causara miedo o extrañeza si decía cosas sin sentido, era normal.
Mientras la abrazaba sintió un escalofrío al pensar que en el vientre de esa mujer estaba nada menos que su padre, aquel hombre que había sido un extraño toda la vida.
No estaba enamorado y mucho menos había pensado en tener hijos, pero de algo si estaba seguro era preferible no tenerlos a comportarse como lo había hecho su padre toda la vida.
“Que hiciste bisabuelo, para que mi padre me odiara por el simple hecho de recordarte en mi” Es claro que no estás muerto, tu supuesto sucidio fue cuando él tenía ocho años, pero quiero averiguar qué es lo que está sucediendo y cómo fue que terminaste muerto.
Recordó que el día anterior cuando lo encontraron en el Palm House, su primo le había dicho que él había dejado una nota que los hizo preocuparse.
—Eso es, ya sé lo que debo de hacer —separó a la chica de su pecho y la miro a los ojos diciéndole—: No te preocupes todo estará bien.
—Entonces nos casaremos. —Eh…. si, si claro es lo más correcto.
—Empezaré a preparar todo, quiero algo muy sencillo debe ser antes de que mi vientre se note. —Neil solo asintió con la cabeza bastante nervioso por la situación.
—Ahora es mejor que volvamos a la mansión , he recordado algo y debo preguntarle a mi primo Stear.
Se despidió de ella solo dándole un hasta luego, para Eloise realmente era algo muy difícil ver a Neil de esa manera, de ser tan cariñoso a solo ver como si hablara con una persona cualquiera.
Ambos chicos se habían conocido en la inauguración del Palm House después de aquel lamentable incidente del incendio. En la Florida los titulares de los diarios decían: “La poderosa Familia Ardlay de Chicago invierte en la reconstrucción” Su padre la había obligado a asistir a la gala, y cuando menos lo pensó esa noche chocó contra aquel joven de cabellos castaño rojizo y ojos color ámbar. Al instante se le había hecho tan varonil y guapo. Él la ayudó y pidió disculpas por lo sucedido. Sin pensarlo esa noche acabaron conversando de lo que era la abogacía, y los estudios. Ella le había confesado que le hubiese encantado ir a la universidad pero su padre se lo había prohibido.
El padre de Eloise, Ronald Morgan al principio se sintió complacido al saber que su hija estaba siendo cortejada por alguien de la familia Ardlay, pero al conocer que era hijo de padres divorciados unas semanas después amenazó a su hija prohibiendole el seguir viendo al chico.
Neil por primera vez conocía lo que era que alguien lo amara por lo que él era.
Ronald Morgan era viudo hacía varios años, y conocía muy bien la casa de citas llamada “El descanso del viajero”
En ella era muy bien atendido por Madame Harás solo unos pocos sabían que su verdadero nombre era Sarah. Era un secreto a voces entre caballeros que lejos de ser un hostal solo para descansar y poder pasar la noche la dueña alquilaba habitaciones para hombres que quisieran ser muy bien complacidos.
Desde la primera vez que visitó el lugar quedó prendado de la hija de la madame. El cabello rojizo y el perfecto cuerpo de la chica lo habían vuelto loco de pasión. Él le hacía regalos costosos y pagaba muy bien por su servicio. Después la joven fue para uso exclusivo de él, prometiéndole a la dueña grandes sumas de dinero y aparte pagar sobornos a la policía para que no la molestaran o clausuraran aquel lugar.
Una noche como tantas donde Rondald visitaba a su hermosa pelirroja. Después de tener aquel cuerpo que lo volvía loco y hacer suya a Eliza Lagan, ella descansaba en su pecho después de una noche de ardiente sexo.
No es que el hombre le gustara o estuviera enamorada de él; cuando lo conoció fue su salvación en el hecho de no complacer a más hombres por las órdenes madre Sarah, es verdad que podría ser su padre si pensaba en la diferencia de edad, pero había dejado al lado eso y reconocía que esa edad y años de experiencia que le llevaba lo habían hecho un excelente amante. Y de la nada el hombre declaró:
—No permitiré que ese chico Neil Ardlay siga cortejando a mi hija.
—¡Neil Ardlay! ¿Has dicho? —repitió Eliza levantándose mirándole a los ojos.
—¿Por qué te sorprende tanto ese nombre, acaso lo conoces? —la tomó por el cuello y en tono amenazador le mencionó—: Yo soy tu principal cliente ya te lo dije, he pagado un precio bastante caro para que así sea. Y si ese idiota ha venido a este lugar quiero saberlo.
—Suéltame —masculló—. No es lo que piensas, él es mi hermano, ese imbécil ha dejado de usar el apellido Lagan y ahora se presenta como un Ardlay, aunque sí lo es no es su primer apellido, él es un Lagan igual que yo.
Eliza habló muy mal de él, lo odiaba por no ayudarla cuando se lo pidió meses atrás.
Al escuchar aquello Ronald Morgan se convenció aún más que no era el pretendiente indicado para su hija.
Lo amenazó en no seguir viendo a su hija y si no le hacía caso, lo pagaría muy caro. Albert Ardlay mandó a indagar los secretos de Ronald Morgan y de igual modo lo amenazó a él pidiendo que dejara a los chicos ser felices.
—No lo estoy amenazando es solo una advertencia de que los deje en paz, mi sobrino Neil no está solo y no es culpable del pecado de sus padres y de una cosa sí estoy seguro él ama a su hija y daría la vida por ella.
—Pues le advierto que no daré ningún tipo de dote o dinero por mi hija.
—No será necesario, Neil no lo necesita tiene su propia herencia la que le ha dejado su padre y la tía abuela .
Ronald se quedó muy pensativo. “Quiere decir que Eliza también debe tener una herencia y entonces por qué madre e hija llevan esa vida” se preguntó.
continuara...
—¡No puede ser! —exclamó Neil, su voz ahogada por el pánico. El ambiente en el lujoso auto se cargó con una tensión tan espesa que casi se podía cortar.
Algo terrible debía estar ocurriendo con su primo.
Llegaron a la imponente mansión en un tensó silencio. Apenas salieron del vehículo, Archie tomó la iniciativa con voz firme: —Lo mejor es que subas a tu habitación y te des un baño caliente. Te ayudará a despejarte. Nosotros nos encargamos de avisarle a Albert de tu regreso.
Stear asintió con el ceño fruncido, al tiempo que invitó: —Ve, Neil. Te hará bien.
La confusión nublaba los ojos de Neil.
—¿Estás bien…? —Pero… no tengo idea de cuál es mi habitación en esta casa.
Una honda preocupación se instaló en el rostro de Stear.
—Parece que el golpe te afectó más de lo que creíamos. Llamaremos al doctor de inmediato. Iris te acompañará a tu habitación y te ayudará con el baño.
Una gentil voz femenina lo sacó de su trance. La mucama, que había estado observando la escena desde la entrada de la mansión, se acercó con pasos mesurados: —Joven Neil, que alegría verlo sano y salvo. Todos en esta casa estábamos muy preocupados por usted.
Neil soltó una risa amarga y sin humor mientras se dirigían a su habitación.
—¿Todos? ¿Quienes? Siempre he estado solo.
Supongo que está desorientación seguirá hasta que despierte de esta extraña pesadilla —mencionó con amargura y un matiz de tristeza mientras entraban a la habitación.
Iris contempló al joven Lagan con cierta perplejidad. Conocía la distancia que él mantenía con su madre y hermana desde el fallecimiento de su padre, pero la idea de despertar de un profundo sueño le resultó desconcertante.
—Permítame, joven. Le preparé un baño relajante —ofreció con voz suave y servicial.
Mientras exploraba su habitación. Cada detalle estaba cuidadosamente elegido, con un encanto vintage que cautivaba. En el centro, un candelabro de cristal añadía un toque de elegancia.
—Una verdadera joya para capturar en Pinterest —murmuró para sí mismo.
—¿Dijo algo, joven Lagan? —preguntó, al notar que había hablado en voz alta.
—Oh, no, nada importante. Todo está bien—respondió él, con una leve incomodidad.
Con una sonrisa comprensiva, Iris asintió.
—Entonces lo dejaré en paz. El mayordomo traerá algo para cenar y un té reconfortante para que pueda descansar.
Tras un baño relajante, Lagan salió y encontró una pijama cuidadosamente doblada en su cama, junto a unas pantuflas. Al calzarlas, notó que eran de su tamaño perfecto.
Sus ojos, aún nublados por el sueño, se posaron en dos marcos que reposaban sobre una repisa de la habitación. Con pasos lentos y cautelosos, se acercó a ellos, como si temiera romper el frágil hechizo que lo envolvía. Al llegar más cerca, sus pupilas se dilataron al reconocer su propio rostro en uno de los marcos, flanqueado por dos jóvenes que, según le habían dicho, eran sus primos, Stear y Archie.
En el otro marcó, una sonrisa radiante iluminaba su rostro, enmarcado por el cabello castaño de una joven que parecía ser su abuela. Un torrente de recuerdos inundó su mente, transportándolo a la pequeña caja de madera donde su madre guardaba sus tesoros más preciados.
—Ellos son mis abuelos… y mi madre tiene esta fotografía… la recuerdo muy bien, en su caja de recuerdos… pero ¿cómo es posible? ¡Ellos creen que soy mi abuelo! ¡Viajar en el tiempo! ¡No puede ser!, exclamó en voz alta, mientras recorría la habitación de un lado a otro como un animal enjaulado, bordeando el límite del desquicio ¿Cómo sucedió esto? No, no, no… Esto debe ser un sueño, una pesadilla demasiado vívida… pero tan real. Y si fuera verdad… ¿qué hago aquí?
Al otro lado de la puerta de su habitación, el tío abuelo Albert y Stear captaron los susurros de su monólogo interior, así como el trasiego de sus pasos de un lado a otro.
—Lo ves, tío, algo no anda bien con él. Es realmente extraño. Neal dijo que no nos reconoce —expresó Stear con preocupación, su voz resonando con una nota de inquietud.
—Me preocupa. Quizás sufrió un accidente del que no recuerda nada. Mañana vendrá el médico de la familia para revisarlo. Será mejor que lo dejemos solo por ahora —respondió Albert, su tono denotando cautela y cuidado.
—Sí, tengo una idea —mencionó Neil, con un dejo de esperanza en su voz. —Será mejor que intente dormir. Tal vez despierte de este extraño sueño.
Neil se acomodó en su cama y luchó por encontrar el sueño. Al principio, fue una batalla contra la turbulencia de sus pensamientos, pero conforme los primeros rayos de sol se filtraban por la ventana, finalmente logró cerrar los ojos.
La familia decidió dejarlo descansar, aunque todos estaban profundamente preocupados por él. Al mediodía, un suave golpeteo resonó en la puerta de su habitación. Neil abrió los ojos y se percató de que nada había cambiado.
—El médico ha llegado —anunció Albert, ingresando con una mezcla de esperanza y ansiedad en la habitación de su sobrino.
— ¿Cómo te sientes, Neil? —preguntó William Albert Ardlay, el patriarca de la familia, con una mezcla de curiosidad y preocupación en su mirada. Neil lo miró fijamente, recordando las historias que su abuela le había contado sobre este hombre imponente. Todo lo que sabía de su familia paterna provenía de su madre, ya que su padre se había distanciado de ellos, negándose a cualquier tipo de contacto. Neil nunca había preguntado ni indagado sobre sus antepasados, ya que el rechazo de su padre le había bastado. Su madre y su carrera eran lo único que importaba en su vida. Por eso, las visitas al Palm House en Florida eran escasas. Su padre y los Ardlay eran los dueños desde hacía años, pero la relación se mantenía únicamente a través de intermediarios legales.
—Bien, creo que he logrado dormir un poco —respondió Neil, intentando ocultar el cansancio que aún pesaba en sus párpados.
Un incómodo silencio se apoderó de la habitación. Las palabras de Neil parecían insuficientes para expresar la complejidad de sus emociones. La tensión entre ambos era palpable.
William Albert carraspeó, buscando las palabras adecuadas.
—Me alegra saber que has descansado un poco, Neil —dijo finalmente—. Es importante que te tomes el tiempo necesario para recuperarte.
Neil asintió, sin saber qué más decir. La conversación se había estancado, atrapada en una red de rencores y silencios del pasado.
De pronto, un rayo de sol se coló por la ventana, iluminando el rostro de Neil. En ese instante, una idea surgió en su mente.
—Tal vez... —comenzó Neil, dudando de sus propias palabras—, tal vez sería bueno hablar un poco.
William Albert lo miró con sorpresa.
—¿Hablar? —preguntó, intrigado.
Sí —confirmó Neil—. Hablar de todo esto. Del pasado, de la familia, de... de lo que sea.
William Albert sonrió, una sonrisa tenue que reflejaba un atisbo de esperanza.
Me parece una buena idea, Neil —dijo—. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que conversamos.
Neil se dejó revisar por el doctor. —Te duele la cabeza.
—No, bueno sí un poco anoche vomité y me sentí muy mareado pero supongo fue…
—¿Qué pasó Neil? —preguntó su tío preocupado.
De la nada iba decir: “Después de caer a mi cama y darme cuenta que estoy viviendo un estupido sueño”
Pero lo medito, sabía que debía tenía que tener cuidado con lo que decía y hacía pues si contaba toda esa locura era capaz de acabar en un manicomio. Y si era verdad que había viajado en el tiempo debía de tratar de encontrar entonces donde estaba su abuelo y si es que le había pasado algo.
Si, él seguiría el jugo del golpe en la cabeza.
—Es que no recuerdo muy bien las cosas.
—Cuéntame todo lo que recuerdes —mencionó el galeno.
—Bueno llegué al Palm House y yo… oh si iba a tomar un baño pero sin darme cuenta amanecí al otro día en el piso con un fuerte dolor de cabeza.
El doctor revisó su cabeza y él fingió dolor aunque no era mentira que sentía un poco de molestia.
—No hay rastro de una contusión o sangre, no tiene líquido en los oídos pero supongo sí debió ser muy fuerte el golpe para que hayas perdido el conocimiento y está claro que la memoria, debes estar reposo unos días poco a poco irás recordando cosas.
—Si sobrino yo mejor que nadie entiende lo que sientes y la confusión por la que debes estar pasando.
—¿Tu? No comprendo “acaso él también ha viajado en el tiempo, no, no puede ser” pensó.
Si hace algunos años estuve en una explosión, y perdí la memoria totalmente. No sabía quién era, ni dónde vivía o cómo me llamaba pero gracias a los cuidados de Candy y que me reconoció es que pude recuperarme poco a poco.
—¿Quién es Candy?
Es tu prima al igual que Archie, Stear y Anthony, no te forces tratando de recordar los recuerdos serán paulatinamente, ellos estarán contigo apoyándote lo sé.
Gracias a Dios recuerdas cosas y estás en casa que es lo importante. Y tu novia está muy preocupada, ha venido a visitarte.
—¿Mi novia? Yo no tengo novia, nunca la he tenido, para mí lo más importante es ser abogado —se le salieron las palabras sin pensarlo.
—Eso lo sé muy bien me lo has demostrado a la perfección, pero Eloise ella es tu novia hace algunos meses la conociste en la inauguración del hotel.
“Mí bisabuela” pensó Neil y su mente empezó a trabajar a mil por hora. “No es que sea un Físico o científico pero sí cambió en algo el pasado lo más seguro es que haya un efecto mariposa en el futuro y yo dejaría de existir”
—¡Diablos! —soltó al imaginar todo lo que podría pasar.
—¡Neil! qué es ese vocabulario entiendo perfectamente cómo te sientes ya te lo dije, le explicaré la situación a Eloise, pero solo saludala y se cortés con ella es todo lo que te pido está muy preocupada por ti, ella es una buena chica, te lo demostró ya al enfrentarse a su padre por ti.
—¿Ella hizo eso por mí? —Si, a la Familia Morgan no le gustó que te comprometiste con ella pues rechazan el tema que vienes de una familia de padres divorciados y tú madre Sarah al igual que tu hermana Eliza, mmm cómo decirlo creo que no me voy a dar con rodeos, son las propietarias de uno de los burdeles más conocidos en la Florida.
Así que puedes entender la posición de su padre.
—Yo hablé con él, y le hice ver que nosotros no tenemos nada que ver con ellas desde hace mucho tiempo. Y me amenazó que no daría dote ni nada por su hija, yo le dije que no sería necesario y que yo los apoyaría en todo.
—Lo entiendo tío, trataré de comportarme bien con ella.
Esa tarde Neil recibió a Eloise en la Mansión Ardlay, ambos decidieron salir a caminar por la playa al atardecer. Sin duda reconoció por qué su bisabuelo se había fijado en alguien cómo ella, era muy hermosa de ojos color miel y cabello castaño oscuro.
Neil pensaba en tantas cosas, cuál era el motivo de estar ahí en ese tiempo y lugar, qué pasaría si no podría volver a su época y lo más importante, dónde estaba su abuelo, si algo le pasaba a él era claro que el futuro cambiaría y tal vez…. Ni siquiera se enamoraría de una mujer cómo la que caminaba a su lado.
Siempre se había negado al amor o más bien dicho a entregar su corazón porque como hombre tenía necesidades y por supuesto le encantaban las mujeres y había tenido una que otra aventura.
“Lo primero que tengo que hacer es averiguar dónde está mi abuelo”
—Neil —se atrevió a hablar Eloise, al verlo tan callado y pensativo—. Yo, yo sabes que te amo de verdad —mencionó tímidamente y añadió—: y esperaré el tiempo que sea necesario para que recuerdes todo lo que ha pasado entre nosotros.
—Eh… ah…, si —respondió titubeando pues sabía que difícilmente recordaría algo de lo vivido, él no era la persona a la que amaba—. Gracias por entender todo esto que está pasando, ni yo mismo comprendo cómo pudo pasar, estoy muy confundido.
Ella tomó su mano, lo detuvo de caminar y se paró frente a él. —No es esta la forma en que te lo quería decir, lo imaginé de mil maneras más, y no quiero causarte un conflicto pero creo debes de saberlo lo más pronto posible.
—¿Qué pasa? me asusta tu tono de voz —preguntó al ver la cara de preocupación y unas lágrimas rodar por sus mejillas.
—Estoy embarazada, no sé cuánto te tomará recuperarte pero espero sea pronto pues dentro de unos meses mi vientre se notará y yo.. no quiero que mi padre…. Tú comprendes.
Él limpió con su mano las lágrimas de Eliose, entendía perfectamente la situación, para esa época era mal visto salir embarazada sin antes casarse. La abrazó y mencionó.
—No te preocupes trataré de arreglar todo esto y tú tendrás a tu Neil de vuelta a tu lado.
Esa expresión le causó extrañeza, pero sabía bien lo que le estaba pasando el hombre al que amaba, el tío abuelo Ardlay le había explicado lo delicado de la situación y le dijo que solo lo comprendiera, apoyara y no le causara miedo o extrañeza si decía cosas sin sentido, era normal.
Mientras la abrazaba sintió un escalofrío al pensar que en el vientre de esa mujer estaba nada menos que su padre, aquel hombre que había sido un extraño toda la vida.
No estaba enamorado y mucho menos había pensado en tener hijos, pero de algo si estaba seguro era preferible no tenerlos a comportarse como lo había hecho su padre toda la vida.
“Que hiciste bisabuelo, para que mi padre me odiara por el simple hecho de recordarte en mi” Es claro que no estás muerto, tu supuesto sucidio fue cuando él tenía ocho años, pero quiero averiguar qué es lo que está sucediendo y cómo fue que terminaste muerto.
Recordó que el día anterior cuando lo encontraron en el Palm House, su primo le había dicho que él había dejado una nota que los hizo preocuparse.
—Eso es, ya sé lo que debo de hacer —separó a la chica de su pecho y la miro a los ojos diciéndole—: No te preocupes todo estará bien.
—Entonces nos casaremos. —Eh…. si, si claro es lo más correcto.
—Empezaré a preparar todo, quiero algo muy sencillo debe ser antes de que mi vientre se note. —Neil solo asintió con la cabeza bastante nervioso por la situación.
—Ahora es mejor que volvamos a la mansión , he recordado algo y debo preguntarle a mi primo Stear.
Se despidió de ella solo dándole un hasta luego, para Eloise realmente era algo muy difícil ver a Neil de esa manera, de ser tan cariñoso a solo ver como si hablara con una persona cualquiera.
Ambos chicos se habían conocido en la inauguración del Palm House después de aquel lamentable incidente del incendio. En la Florida los titulares de los diarios decían: “La poderosa Familia Ardlay de Chicago invierte en la reconstrucción” Su padre la había obligado a asistir a la gala, y cuando menos lo pensó esa noche chocó contra aquel joven de cabellos castaño rojizo y ojos color ámbar. Al instante se le había hecho tan varonil y guapo. Él la ayudó y pidió disculpas por lo sucedido. Sin pensarlo esa noche acabaron conversando de lo que era la abogacía, y los estudios. Ella le había confesado que le hubiese encantado ir a la universidad pero su padre se lo había prohibido.
El padre de Eloise, Ronald Morgan al principio se sintió complacido al saber que su hija estaba siendo cortejada por alguien de la familia Ardlay, pero al conocer que era hijo de padres divorciados unas semanas después amenazó a su hija prohibiendole el seguir viendo al chico.
Neil por primera vez conocía lo que era que alguien lo amara por lo que él era.
Ronald Morgan era viudo hacía varios años, y conocía muy bien la casa de citas llamada “El descanso del viajero”
En ella era muy bien atendido por Madame Harás solo unos pocos sabían que su verdadero nombre era Sarah. Era un secreto a voces entre caballeros que lejos de ser un hostal solo para descansar y poder pasar la noche la dueña alquilaba habitaciones para hombres que quisieran ser muy bien complacidos.
Desde la primera vez que visitó el lugar quedó prendado de la hija de la madame. El cabello rojizo y el perfecto cuerpo de la chica lo habían vuelto loco de pasión. Él le hacía regalos costosos y pagaba muy bien por su servicio. Después la joven fue para uso exclusivo de él, prometiéndole a la dueña grandes sumas de dinero y aparte pagar sobornos a la policía para que no la molestaran o clausuraran aquel lugar.
Una noche como tantas donde Rondald visitaba a su hermosa pelirroja. Después de tener aquel cuerpo que lo volvía loco y hacer suya a Eliza Lagan, ella descansaba en su pecho después de una noche de ardiente sexo.
No es que el hombre le gustara o estuviera enamorada de él; cuando lo conoció fue su salvación en el hecho de no complacer a más hombres por las órdenes madre Sarah, es verdad que podría ser su padre si pensaba en la diferencia de edad, pero había dejado al lado eso y reconocía que esa edad y años de experiencia que le llevaba lo habían hecho un excelente amante. Y de la nada el hombre declaró:
—No permitiré que ese chico Neil Ardlay siga cortejando a mi hija.
—¡Neil Ardlay! ¿Has dicho? —repitió Eliza levantándose mirándole a los ojos.
—¿Por qué te sorprende tanto ese nombre, acaso lo conoces? —la tomó por el cuello y en tono amenazador le mencionó—: Yo soy tu principal cliente ya te lo dije, he pagado un precio bastante caro para que así sea. Y si ese idiota ha venido a este lugar quiero saberlo.
—Suéltame —masculló—. No es lo que piensas, él es mi hermano, ese imbécil ha dejado de usar el apellido Lagan y ahora se presenta como un Ardlay, aunque sí lo es no es su primer apellido, él es un Lagan igual que yo.
Eliza habló muy mal de él, lo odiaba por no ayudarla cuando se lo pidió meses atrás.
Al escuchar aquello Ronald Morgan se convenció aún más que no era el pretendiente indicado para su hija.
Lo amenazó en no seguir viendo a su hija y si no le hacía caso, lo pagaría muy caro. Albert Ardlay mandó a indagar los secretos de Ronald Morgan y de igual modo lo amenazó a él pidiendo que dejara a los chicos ser felices.
—No lo estoy amenazando es solo una advertencia de que los deje en paz, mi sobrino Neil no está solo y no es culpable del pecado de sus padres y de una cosa sí estoy seguro él ama a su hija y daría la vida por ella.
—Pues le advierto que no daré ningún tipo de dote o dinero por mi hija.
—No será necesario, Neil no lo necesita tiene su propia herencia la que le ha dejado su padre y la tía abuela .
Ronald se quedó muy pensativo. “Quiere decir que Eliza también debe tener una herencia y entonces por qué madre e hija llevan esa vida” se preguntó.
continuara...
como que Eliza odia al chocolatito amargo que nervios se pone cada vez mas interesante en espera del proximo capitulo mi querida Saadesa 
