CAPÍTULO 2
con nuestros corazones partidos en dos
Noches de insomnio
perdiendo terreno
te estoy alcanzando…
Capítulo 3
Presente
Dos meses antes de “La crisis”
Dallas, Texas
Enero 1981
Elisa Legan caminaba con su novio Anthony Brown recorriendo la lujosa suite de los Numbed Crows haciendo un rápido cálculo mental de cuánto costarían los desperfectos de esa noche, nada que sus ojos no hubieran visto antes de un primer concierto en una ciudad nueva: botellas de licor, restos de comida chatarra, líneas sin terminar de cocaína, colillas de cigarro, alguna tapicería arruinada, chicas casi inconscientes semi desnudas, Charlie, Archie, Stear y Terry vivos por pura gracia divina durmiendo en algún incómodo lugar seguramente donde ya no pudieron beber y drogarse más y sencillamente se quedaron dormidos.
−Son como animales sin límites—exclamó Elisa enfadada.
−Cariño, siempre los malcrías y en mañanas como éstas te enojas con ellos, eres muy inconsistente—le sonrió el abogado dándole un dulce beso en los labios.
−Lo sé, siempre es lo mismo, pero es hora de arreglar esto. Parece que son felices al estar rodeados de tanta inmundicia, el ensayo de hoy antes del concierto empieza en 6 horas, ¡Albert!! ¡Albert!!!
El médico apareció de forma oportuna detrás de ellos-
−Haz que descansen y se recuperen, en 6 horas, deben estar frescos y hermosos para el show de la noche, y ahorita me encargo de estas fulanas… — le pidió Elisa al médico mientras volteaba y miraba a su alrededor decidiendo qué hacer primero.
−En seis horas estarán como nuevos Elisa, no te preocupes—respondió el médico
Elisa caminó decidida, quitó casi a punta de patadas y jalones de cabellos a dos rubias drogadas hasta las uñas que dormían encima de un Terry en ropa interior, a una morena semidesnuda del regazo de Archie, a una afroamericana con la cara pegada a la bragueta de Stear y a una latina sin ropa interior tirada en la alfombra a un lado de Charlie.
−Un día de estos se les va a caer el pito—lo dijo mientras sacaba a las mujeres a empujones por la puerta de servicio—¡Tony!!! Gritó antes de acabar de sacar a las mujeres de la suite.
−Si, ya sé cariño, no te preocupes, abajo ya las esperan una mucama con ropa decente y se asegurará de ponerlas en un taxi seguro.
−Afortunadamente cobro muy bien por mi trabajo de niñera—contestó Elisa sonriendo.
Albert llevó a los cuatro integrantes del grupo a sus respectivas habitaciones y los acomodó en sus camas como si se trataran de párvulos, ya recostados aplicó un suero por vía intravenosa con un coctel hecho especialmente para levantar a muertos, una combinación de suero fisiológico que rehidrataba rápidamente a sus empleadores, vitamina b12, un poco de antiinflamatorios y alguna sustancia medio prohibida que hacía verdaderos milagros. Ellos dormirían unas 5 horas y con una ducha y comida cargada de carbohidratos estarían nuevamente en sus cinco sentidos, bueno casi en sus 5 sentidos. Y efectivamente, casi todos despertaron de buen semblante y excelente apetito, se alistaron para irse al estadio, un breve ensayo y después el gran concierto.
Terry Graham, el vocalista, aún estaba en su habitación, no había comido casi nada y se encontraba de pésimo humor, nada nuevo desde que había iniciado la gira. Parecía que entre más avanzaba la gira, Terry estaba más frustrado y más irascible y fácilmente perdía el control, la noche anterior estuvo a punto de irse a golpes con Charlie, afortunadamente las “groupies” (chicas seguidoras del grupo que estaban dispuestas a tener encuentros sexuales con ellos) entraron en la suite distrayendo su atención, sustituyendo los puños por una de las famosas bacanales que ya eran una costumbre cuando estaban de gira desde que iniciaron con la banda a los 18 años.
Terry era el único de la banda que estaba casado desde hacía casi tres años con Susana Marlowe, ambos eran muy jóvenes y parecían estar muy enamorados en los tiempos en que la banda empezaba apenas a remontar en Inglaterra, pero las constantes giras y las sabidas y evidentes infidelidades y adicciones de Terry estaban cobrando un costo muy alto: en ésta última gira, Terry había salido de su casa sin hablarse con su esposa y con una amenaza de divorcio a cuestas. A escondidas de sus compañeros y sobre todo de Elisa, su representante y algo parecido a un capataz, había empezado a usar heroína, su vida estaba cayendo en una espiral de frustración y depresión sin final.
Terry sabía que ya debían estar esperándolo todos en la limusina que los llevaría al Dallas Memorian Auditorium para un rápido ensayo antes del concierto que empezaría a las 9 de la noche, pero una angustia lo ahogaba, necesitaba escuchar la voz de ella. Eran casi las 6 de la tarde, en Londres debía ser casi la una de la mañana, probablemente la despertaría y le diría alguna palabrota, pero era más la necesidad de él de escuchar su voz.
Nervioso con manos temblorosas encendió un cigarro, dio una primera calada profunda que esperaba calmara un poco el nerviosismo que empezaba a sentir, dejó el cigarro en un cenicero para tomar la bocina el teléfono, le pidió a la recepcionista que cargara a la cuenta de la suite una llamada de larga distancia, marcó el número telefónico de su casa en Londres en el disco del aparato de teléfono. El timbre sonó una, dos, tres y cuatro veces. Él colgó, respiró profundamente, debería haber desistido, pero tenía una opresión en el pecho que le impedía respirar. Volvió a intentarlo, pidió línea de nuevo a la recepción y marcó nuevamente de manera cuidadosa el número telefónico. El timbre resonó en su oído, una, dos y tres veces… antes del cuarto timbrazo la voz de su adormilada esposa contestó.
—¿Hola?
—Susy…
—¿Terry? ¿Qué te sucede idiota? Porqué me llamas en la madrugada, sabes que mañana es día de trabajo y no toda la gente se la pasa en las noches de fiesta.
—Discúlpame, solo…solo quería escucharte ¿estás bien?
—Terry, no me jodas, adiós.
Ella colgó el teléfono, Terry se quedó con la bocina del teléfono en su mano viendo al infinito. Un ataque de furia lo invadió, arrancó el aparato telefónico y lo estrelló contra la pared, los latidos de su corazón se habían acelerado, tenía muy poco tiempo que había probado la heroína, y para ser sinceros, nunca la había usado antes de un concierto, pero hoy, hoy sí que la necesitaba, antes de intentar usar la heroína para sentirse mejor había usado demerol, pero este ya no le hacía el mismo efecto, la cocaína no le gustaba, aceleraba sus pensamientos y él lo que buscaba era calma, alivio, sosiego.
El sonido de alguien tocando su puerta interrumpió sus pensamientos, estaba demasiado enojado y ansioso para preparar una jeringuilla, y la puerta seguía sonando sin tregua.
—Con un carajo, ¡Ya voy!!!
—Vamos imbécil, Elisa me mandó a buscarte, llevamos media hora de retraso— gritó Charlie al otro lado de la puerta.
—Ya estoy listo.
Terry tragó bastantes pastillas de demerol antes de abandonar su habitación y salió fulminando con la mirada a Charlie.
Camino al estadio en la limusina, Terry iba furioso pero callado, nadie se atrevía a hablar para no desencadenar uno de esos arrebatos de ira que ya eran casi normales en él, Elisa cada día estaba más preocupada, Albert ya le había comunicado de sus sospechas sobre el uso de heroína.
El ensayo transcurrió sin mayor problema, el demerol ya había surtido efecto en Terry y logró permanecer tranquilo por un buen rato, hasta que Charlie se equivocó por cuarta vez en la introducción de una de las canciones.
Eso hizo que Terry explotara liberando toda la presión que sentía por dentro, sin ningún control fue hasta la batería, agarró a Charlie de su camiseta para jalonearlo y después intentar golpearlo.
—¡maldito estúpido!!! ¿Cuántas veces hemos ensayado esto??? ¿Cuántas veces más te vas a equivocar???— gritaba Terry sin control e intentaba volver a golpear a Charly.
Los hermanos Cornwell dejaron sus instrumentos a un lado para tratar de evitar otro enfrentamiento como el del día anterior.
—¿Qué te pasa pendejo? ¿La dosis de heroína no logra calmar tu locura? Un día de estos vas a acabar muerto en una casa de locos como tu madre.—arremetió Charlie contra él
—Charlie, ¡cállate de una maldita vez!— Archie lo empujó tratando de que reaccionara y no provocara más al vocalista.
—¡Te voy a matar a golpes hijo de puta!!— Terry volvió a atacar cegado de enojo por la mención innecesaria de su difunta madre.
Ambos comenzaron a golpearse sin piedad, los Cornwell no pudieron detenerlos más, Elisa tuvo que llamar a varios guardias de seguridad para lograr separarlos.
Las maneras duras de Elisa lograron calmar a Terry y a Charlie, pero esa noche, después de un tenso ambiente en el concierto que afortunadamente los fanáticos no notaron, Charlie abandonó el grupo diciéndole a Elisa que su abogado se comunicaría con Anthony Brower, su novio y el encargado de todos los asuntos legales de los Numbed Crows.
Elisa y Tony debían encontrar urgentemente otro baterista, la gira no podía parar y la próxima presentación sería en 5 días.
Continuará...
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Última edición por DTG el Lun Abr 29, 2024 9:38 am, editado 1 vez