¿Tienes los ojos cerrados?
Terry trató de respirar y controlar sus ansias. _¿Qué estaba haciendo ahí con ella?_ Miraba a esa joven pecosa que parecía dormitar sobre sus piernas mientras él le acariciaba su rostro y cabello. La verdad él también estaba cansado, se suponía que su viaje era para descansar, y la verdad había dormido poco, no más que un par de horas. Pero temía dormirse y que algo malo pasará.
Sin embargo, el sueño fue más fuerte que él y terminó sucumbiendo al mundo mágico de Morfeo.
Me vi en un jardín ya no estaba en el barco mucho menos en el camarote, estaba en una colina reclinado en un árbol y con Candy en mis piernas, la chica tenía un vestido blanco similar al de un ángel. La bella chica me miraba y me sonreía, luego algo me dejó perplejo. Vi cómo subía corriendo Harlock, llegando y comenzando a darnos lamidas a ambos, Candy cerraba sus ojos y arrugaba su pequeña naricita mientras él enorme perro le mostraba su cariño, mientras yo le acariciaba su lomo, tan suave, con su olor de hogar. Era como si fuéramos una familia. Jamás me sentí tan feliz tan pleno.
Candy se sentó y recargo su cabeza en mi hombro, sentía sus rizos haciéndome cosquillas deliciosas, mientras Harlock se acostaba en las piernas de ambos, la edificación del frente la vi tan hermosa y fascinante, con el sol que nos daba su calor; candy puso su cara contra mi cuello y sus labios se rozaban en los míos, esto me volvía loco. Bese su frente y levante su mentón y nuestras bocas estaban tan cerca.
De repente mi cuerpo empezó a girar, era como si estuviera ahí pero al mismo tiempo no. Y fue tomando consciencia del lugar donde estaba, al abrir los ojos y de a poco la vi, frente a mí. Ya no estaba en mis piernas, estaba en mi hombro y su boca estaba muy cerca de la mía. No creo que lo hiciera consciente, sólo parecía querer buscar mi respiración, o sentir los latidos de mi corazón, pero ella estaba dormida, ahí la veía con sus ojos cerrados y unos pequeños gruñidos que salían de su boca entreabierta.
La contemplé por unos minutos más, era preciosa.
_¿porque no me temía, porque me sentía? ¿Harlock necesitará mi ayuda? ¿no estará bien? ¿Cómo voy a volver? ¿será que si quiero volver? ¿Cómo la veré sufrir y no hacer nada? ¿Y Susana qué pasará entre los dos? ¿Cómo voy a sobrevivir así?_ Todas esas preguntas lo hicieron dejar de pensar un poco en la cercanía que tenía con la jovencita.
_ Además es muy joven, no debo hacer algo de lo que luego ella se arrepienta, solo tratar de ayudarla es por lo que vine.
Con calma la recostó en la cama y se recostó a su lado, minutos más tarde ella se acurrucó contra su pecho.
Pasado un rato se levantó, Candy tenía ahí pan y frutas, tomó algunas, moría de sed, pero no se atrevió a tomar agua, no sabía si le haría daño, tomó una copa de vino y entró al baño, se miró en el espejo y se quedó petrificado de no verse, ¿era él? sabía que era físico, se sentía, pero por alguna extraña razón su cuerpo carecía de color, la luz lo reflejaba.
Se mojó la cara, con el máximo silencio para no levantar a Candy.
Su cuerpo tenía las mismas funciones, pero nadie podría verlo, así que al tener sus esfínteres llenos, usó una bacinica y abrió una pequeña ventana del barco y lanzó el líquido al mar.
_ ¿Qué acaso tendré que acostumbrarme a esto por el resto de mi vida? _ Terry miró a Candy que aún dormía. Y de pronto la puerta se abrió, miró el reloj y era pasado el mediodía.
La empleada llegó y descargo la Charola y se dirigió a despertar a Candy que ahora si estaba dormida.
_Señorita, ¿Está bien?_ Dorothy la movió, Candy comenzó a despertar de a poco.
_ Ter…_ Candy miró a su amiga en frente y se contuvo de llamarlo, miró a todos lados y sabía que Terry aún estába ahí.
_ Pasa algo señorita, ¿cómo se siente? Dorothy tocó su frente para ver qué no tuviera calentura, sus mejillas estaban muy rodadas.
_ Estoy bien._ Candy le bajó su mano de la frente.
Está bien iré por un paño para refrescar la señorita. Dorothy fue al lavabo.
_ ¿estuvo usted haciendo uso del tocador?_ Dorothy salió con él paño mojado en su mano. Candy y Terry se paralizaron.
_¡Ahhhh! ¡Si! Lo hice hace un rato, la verdad si tengo algo de calor. Explicó ella.
_ Señorita no es prudente que se levante, el medicamento que tomo es fuerte y tal vez se pueda caer, ya ve que este es un barco y usted está débil. Dijo su empleada tomando la jarra y Charola con el paño de seda.
_ ¿Qué harás?_ Indaga la rubia intrigada.
_La ayudaré con su baño de esponja, y si está acalorada el baño la refrescara y le cambiaremos su pijamas.
_ ¡NO!_ Dijo Candy con sorpresa. Terry abrió sus ojos de par en par.
_ ¿Señorita Candy aún sigue mal? bebé comer y asearse un poco, el médico la verá de nuevo en un rato. Debo cambiar sus sábanas y que usted y el lugar esté presentables._ Dorothy ponía orden en el camarote.
_ Dorothy destapó el plato con puré de papas, salmón, ensalada, y flan de chocolate. Jugo de naranja y café caliente.
Terry vio apetitosa la deliciosa comida que tenía la chica, pensó en las indicaciones que le dió Joseph. Era él quien le podría indicar en donde era seguro tomar sus alimentos, pero ahora él no estaba para decirle que hacer, estaba solo y debía aceptarlo y buscar por su cuenta.
_ Candy parecía intuir que su extraño visitante deseaba unirse a sus alimentos.
Había escuchado miles de leyendas de seres que necesitaban alguna fuente de aliento.
_ ¿Será un vampiro tal vez? ¿Un brujo?_ Candy sacudió su cabeza levemente.
_ No, él no es malo, él es un ángel, se repitió.
Recuerdo que la hermana Lane me enseñó que los ángeles que visitaron a Abraham se sentaron con él en su tienda y comieron, Abraham le mandó a su esposa Zara a prepararles lo mejor de sus viandas._ Eran los pensamientos de Candy mientras tomaba un sorbo de jugo dado por Dorothy.
_ Seré una mala anfitriona si este ser que vino a cuidar de mí lo dejó morir de hambre, tal vez y me condené por esto._ Siguió cavilando en su mente.
_ ¿Además como me puedo asear y estar desnuda en su presencia? Aunque sea en paños menores. Candy abrió los ojos con vergüenza. No puedo hacer tal cosa, me iré directo al infierno si lo hago. _ La pecosa pasaba de lo rojo a lo pálido, frente a Terry y su empleada. Y su cara era una mezcla de miedo, vergüenza y sorpresa.
_ ¿Señorita acaso no le gusta la cena?_ La mucamas la sacó de sus pensamientos.
_ Dorothy. Estoy bien._ Candy retiró el tenedor de su boca.
_ Puedo comer sola, puedo vestirme sola, lo he hecho toda mi vida, y lo sabes. Teníamos un trato de que tú serías mi amiga no mi sirviente, no lo hagas ahora._ Dijo Candy con firmeza.
_ Pero…_ Intentó replicar Dorothy.
_ Pero nada. Si me das la comida como si fuera un bebé y me traes el baño hasta la cama quiere decir que para tí soy una inválida, me darás a entender que si estoy enferma. _ Candy estaba sería con su amiga.
_ Pero, son órdenes del señor Georges._ Se disculpó Dorothy.
_ Si Georges me ve valiéndome por mi misma todo estará bien._ Candy tomó su mano.
_ Tranquila, lo único que me pasa es que él jamás me había montado en barco y eso me puso mal ayer, ya hoy todo está bien Candy le sonrió.
_ Ve y has tus cosas, dices que amas escribir. Ve y escribe una de esas obras de teatro que te encantan y luego me las lees o las podemos representar aquí._ A Dorothy se le iluminaron los ojos. Es verdad que desde que fue empleada de Candy y tras esta contarle de su pasión, Candy dejaba que parte de su tiempo lo dedicará a escribir.
_ Déjame sola, estaré bien. Si te necesito te llamaré de inmediato._ Candy le apretó su mano y sonrió.
Bien vendré en una hora, que hayas cenado y cambiado. Debo arreglar tu cama y eso si no tiene discusión. ¿Trató?_ La chica le extendió la mano.
_Trató._ Candy la apretó.
Dorothy salió, y Candy buscó con sus sentidos a Terry en el cuarto, el cual estaba sentado en un sillón alejado de ellas.
Candy se puso en pie con sus piecitos descalzos, su cabello suelto, sus mejillas sonrojadas, llegó y parándose frente a donde lo sentía, le sonrió.
_ Ven, come conmigo._ Candy estiró sus manos.
_No jamás podría hacerlo, es tu comida._ Dijo él en voz apenas audible.
_ No, es más que suficiente para ambos, las comidas siempre son abundantes en esta clase. Dijo ella.
Iré al baño un momento y te sentarás y comerás conmigo. Candy le guiñó el ojo y se adentro al lavabo.
_ Terry sabía que tenía algo de hambre pero no quería hacerle eso a ella. No era un hombre abusivo ni mucho menos y menos con una mujer.
Candy salió y se sentaron en la cama y por insistencia de Candy recibió algunos bocados. Le parecía divertido ver cómo Candy por instinto trataba de llevar la cuchara a su boca. Le aporreo un ojo, le untó la mejilla, también su cuello. Al fin se dió por vencido y comió algo de la abundante comida.
Después de estar llenos, Candy estaba con su cabeza baja y algo apenada.
_ ¿Pasa algo?_ Preguntó en su oído.
_ Debo hacerme y cambiarme._ Susurro.
_ ¿Quieres que salga?_ preguntó Terry de inmediato.
_ No, debes estar aquí. Afuera corres peligro, además si la abro Dorothy volverá de inmediato. _ Yo iré y me aseare en el lavabo y luego._ Candy se quedó en silencio.
_ ¿Cuando salga me prometes que te cubrirás tus ojos?_ Ella lo miró expectante.
Terry la miró con tal ternura, jamás vio una mujer tan inocente, inocente de verdad, no fingirlo como lo hacían muchas mujeres para llamar su atención.
_ ¿Y me creerás que cierro mis ojos para no espiarte?_ preguntó él mirándola divertido de cómo ella cambiaba de colores.
_ Debes cumplirlo eres un ángel._ Lo dijo como si fuera una regla universal.
Si Candy pudiera ver la mirada de Terry en esos momentos, veía la mujer más dulce como su nombre, tierna, e ingenua. Este hecho hizo que un halo de tristeza llenara sus ojos.
_ Candy, dulce Candy, ¿quién terminó con esa inocencia?_ Se preguntó.
Candy que se puso en pie comenzó a mostrarle algunas batas para ponerse. Terry solo la veía como le pedía su opinión.
_ Esa._ Le dijo, una bata color azul zafiro. Candy le sonrió.
_Es el color de tus ojos, buena elección._ Partió rumbo al baño, sintiendo Terry como cantaba algunas canciones que él nunca escuchó. Sonreía y miraba toda la decoración en el lugar, fotos de unos chicos, de Candy, y unas mujeres con pequeños, una de ella era una monja. Vio una que tenía Joseph en el cuaderno que le enseñó donde estaban tres jóvenes, uno pelinegro él bisabuelo de Joseph, un castaño muy elegante y un rubio, su mirada se clavó en el último ya que en la investigación supo que él sería el elegido para ser esposo de la rubia que ahora cuidaba. Sintió algo de molestia por el chico, sacudió su cabeza ya que él no era quien para estar celoso, Candy solo era una joven que encerraba un gran secreto. Él era un hombre casado y algo mayor y ni siquiera eran del mismo tiempo, debía recordar eso siempre.
Luego tomó una foto de Candy, la reconoció al instante ya que era una de las que vio en los diarios que incluso la llevaba con él para reconocerla; pero él tenía una foto donde se veía un poco mayor, con sus ojos realmente tristes parecían mirarlo y querer decirle algo. Esa foto fue la que lo hizo ir en su búsqueda.
_ No le hace justicia la cámara dijo._ Poniéndola en su lugar.
_¿Tienes los ojos cerrados?_ Fue la voz de Candy a sus espaldas.
Dedicado a Harlock. Te extrañamos.
Continuará...