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Capítulo VIII Defenderé el amor
Narrado por Karen—Siempre te voy a elegir a ti Karen —dice Albert besando mi frente—. Siempre.
—¿Por qué me elijes a mí? —Pregunto creyendo que el hombre que amo solo me está mintiendo—. No soy la mujer más bonita, ni inteligente o carismática, la gente huye de mí y yo solo les sirvo para hacerlos reír. Soy tonta, aburrida, fea y cobarde. Lo único que tengo y que ni siquiera es mío es un buen apellido.
Suspiro, para tratar de no llorar, pero soy una sensible sin remedio que no puedo por lo menos evitar que las lágrimas salgan de mi ojos.
—Soy un caso perdido y no merezco que un hombre como tú se enamore de mí.
La suave risa de Albert y su toqueteo en mis manos hacen que olvide mis lamentos y me concentre en él.
—Mi querida Karen, lastimosamente no puedes verte como yo te miro —ríe y luego acaricia mi mejilla—. La vida ha sido injusta contigo y te ha dado al peor de los padres que te ha metido en tu cabecita cosas que no son, la Karen que acabas de describir solo es la mujer que Richard te ha hecho sentir, pero la verdadera Karen es inteligente, interesante, hermosa y sobre todo valiente.
No, no creo que Albert me esté mintiendo, él dice la verdad y yo debo de confiar en él, pero sobre todo en mí y mi intuición.
—Por favor nunca me abandones —suplico acercándome a él.
—Prometido, nunca te voy abandonar —asegura—. Pero tú también promete que nunca te darás por vencida lucharas por lo que sea que diga tu corazón aunque todos estén en contra y confiaras siempre en ti.
Prometido, luego unimos nuestros labios para sellar la promesa.
Esa tarde fue de las promesas, miro el dibujo de flor de cerezo que se encuentra dibujada en este árbol. Albert y yo siempre nos parecimos en querer ser originales y no queríamos dibujar el tradicional corazón y adentro con nuestras iniciales en un árbol como cientos de parejas lo han hecho.
La flor de cerezo tiene un significado para ambos, cuando era una niña y el un jovencito empezando experimentado la verdadera vida íbamos a una colina donde había un árbol con dichas flores, ahí leímos, jugábamos o simplemente disfrutábamos con la compañía del otro.
Cuanto añoro esas tardes tranquilas, lo que daría porque él no hubiera muerto y volver a vivir esos momentos, que regresarán esas tardes tranquilas y haber luchado por lo que mi corazón sentía.
—Por favor perdóname —pido acariciando el número 27. En el dibujo en vez de haber puesto K+A colocamos 27+2 el numero favorito de ambos—. Te amo, siempre te amé y siempre te voy a amar.
Si tan solo hubiera tenido la valentía que ahora siento ahora no estaría llorando su muerte y ausencia. Ahora estaría junto a él, formando nuestra familia quizás, realizando nuestros sueños y yo olvidándome de que por mis venas corre sangre Grandchester, sangre de una persona la cual me cuesta pensar y decirle padre.
—Pero cumpliré mi promesa —digo esperando que Albert dónde quiera que está escuché mi promesa—. Aunque cueste creerlo, pero tú partida me dio el coraje para enfrentar a mi papá, ahora cada vez que me miro al espejo me miro bonita, ya no les tengo miedo —recuerdo cuando él entro a mi habitación y vio que todos los espejos estaban tapados porque no podía ver mi reflejo. Se enojó tanto e hizo de todo para que mi autoestima subiera—. También ahora ya no me visto de negro, siento que mi nuevo look te gustaría. He trabajado en mí misma y también en mi sueño de ser diseñadora de modas.
Paro un segundo porque los sentimientos se apoderan de mí y no puedo con tanto dolor que siento.
—Y lo más importante —sigo contándole—, Terry, tu mejor amigo se ha enamorado de una chica increíble que lo ama mucho, bueno ambos se aman tanto que al verlos es como si vieras al amor encarecido en dos personas. —Sonrió porque de verdad que me siento contenta por ellos y porque al verlos juntos experimento una sensación de paz en mi ser—. Pasaron seis meses sin verse y a penas unas semanas atrás se volvieron a reencontrar, cuando se vieron ambos corrieron de una manera muy chistosa, estuvieron a punto de caerse, pero sus ganas por estar juntos nuevamente fue más fuerte hasta que por fin lograron abrazarse y besarse de nuevo.
Era como estar viendo una película romántica, lo gracioso y la ternura agarrados de la mano. Debo de aceptar que casi lloré, Kiara lo hizo, cuando llegue al auto ella estaba con varias lágrimas en sus mejillas y solo me dijo que era muy sensible y se emociona por cualquier cosa.
—Como comprenderás, papá tampoco acepta a Candy, y le hemos mentido diciéndole que Terry solo quiere pasar el rato con ella, algo que mi hermano jamás haría, pero creo que hasta ahora nos ha creído la mentira que inventamos —explico esperando que Albert no esté enojado, ya que él siempre nos enseñó el valor de decir la verdad y que las mentiras piadosas no tienen que formar parte de nuestra vida—. No te enojes que esa mentira ya va acabar, Terry ha decidido tener una vida de gitanos junto con Candy y mañana mismo se irán de Reino Unido.
No es que les tenga envidia, todo lo contrario yo quiero que ellos sean felices, que defiendan lo que quieran, pero si me recuerdan lo que yo nunca hice por defender mi amor.
—Sé que aunque siga ayudando a mi hermano, a mi cuñada y a una docena de enamorados jamás podré quitarme esta culpa que siento por no haber sido así —lloro—. Pensé que tú eras un ser inmortal y ahora como consecuencia tengo que soportar tu ausencia.
Suspiro y limpio mis lágrimas, a Albert no le gustaba verme llorar.
—Pero ellos si van a hacer felices y a través de su felicidad yo imaginare y hare de cuenta que somos nosotros los que por fin pudimos estar juntos para toda la vida.
—Señora Karen —reconozco la voz de una de las sirvientas de la casa.
Me pongo alerta y limpio mis lágrimas ya que si antes no me importaba que la gente me mirara llorar, ahora ya no quiero que ninguna persona más lo haga.
La gente y especialmente mi padre dicen que solo los débiles lloran, que la acción de que te salga agua del lagrimal solo es para gente perdedora. Y sea como sea yo ya no seré una débil ni una perdedora.
—Disculpe, pero su padre la están esperando en la biblioteca —comunica la sirvienta.
—¿Esperando, quienes? —Cuestiono aún sin voltearme.
—Sus padres, hermana, su cuñado, esposo, la familia Britter y el señor Legan —explica y siento una especie de pesadez en el estómago.
Le agradezco a la sirvienta y espero que se vaya para terminar lo que estaba haciendo.
—Es hora de enfrentar el destino de una vez por todas —digo pasando mis dedos por el dibujo—. Te amo Albert y te amare siempre.
Me levanto del suelo y sacudo mi pantalón el cual se han ensuciado de tierra. Camino hasta llegar a la mansión, sé que posiblemente todos están hartos esperándome, pero antes paso a mi habitación a lavarme la cara y aplicarme más maquillaje, nadie debe de enterarse que estuve llorando.
Antes de bajar me veo en el espejo y me doy una seña de aprobación al verme y sentirme bien. Bajo hasta donde me indicaron que estaban, y justamente ahí se encuentran mi mamá, Patty al lado de su esposo Stear. El idiota de Archie está al lado de la inútil de Annie. Angelina está al lado de mi mamá y a su derecha Eliza. Marcus a la izquierda de papá. Y los parásitos de Susana y Niel están sentados juntos.
Se me hace sospechoso tan solo verles la cara a ambos, es como si entre esos dos existiera una asquerosa relación y digo asquerosa porque Susana es igual de mustia que Annie, acostándose con cuanto hombre desean.
Y pensar que cada una me condenó cuando por boca de Archibald se enteraron que yo ya no era virgen cuando me case con él.
Ver este cuadro me da una mezcla de terror y repugnancia, es como ver a los mortífagos y por supuesto tenían que ser encabezados por el señor tenebroso; es decir mi padre.
Ahora vuelvo a entender porque Terry quiere largarse de toda esta vida. Nosotros no somos una familia, no somos unidos, solo somos unas personas más parecidas a unas víboras que se atacarían con tal de darle gusto a Richard Grandchester.
Aquí la verdadera pregunta es: ¿mi padre merece tantos gustos?
—Siéntate hija —ordena mi padre con voz suave, pero sigue siendo una orden. No sé porque, pero tengo el deseo de desafiarlo.
—No sé que se traen entre manos todos ustedes —digo mirando a todos—. Lo único que sé es que nada de lo que estén pensando me interesa.
—Pero resulta que a mí sí me importa lo que tú y Therius hacen —indica mi padre y sigue con calma la cual hace que hasta prefiera que este furioso y gritando—. Y por lo visto ustedes dos pensaron que me engañarían por siempre.
Es inútil negar la innegable, mi padre ha descubierto la mentira que creamos, así que no queda de otra más que aceptar la verdad.
—No les dejo de otra más que mentir —digo aceptando que mentimos en nombre del amor—, y usted no los iba a dejar en paz.
—No quería que esa muchachita se acercara a mi hijo porque sé que no es una buena muchacha —añade con seriedad. Claro lo mismo dijo con Albert, y yo terminé casada con uno de los peores hombres que he conocido—. Ahora tú también vas a ser culpable por el sufrimiento de tu hermano.
—¿De qué estás hablando? —Pregunto y por mi mente pasa el recuerdo de cuando desconfíe en Albert y mandé todo lo nuestro al demonio por no confiar en nuestro amor—. Habla al grano.
—Lo que quiero decirte Karen querida es que te volviste a equivocar soberanamente —responde mi padre, se levanta de la silla dónde se encontraba y camina despacio hasta llegar a mí—. La mujer a la que ayudaste no es más que una mentirosa, aprovechada e infiel.
Mi padre me pasa una foto en la cual muestra a Candy con otro hombre.
¡Dios mío! La pesadez de mi estómago aumenta, el corazón me late rapidísimo y siento una especie de frío en todo mi cuerpo.
La foto se centra en Candy y ese hombre al cuál no conozco, pero se ve muy claramente que ahí hubo un encuentro pasional.
Debajo de esa fotografías hay más, en diferentes poses, en diferentes ángulos los cuales dan a entender que ahí sucedió algo.
—¿Qué demonios es esto? —Cuestiono sin acabar de ver las fotos ya que no soy capaz de soportar ver tanto descaro.
—La prueba de que tú siempre te equivocas con las personas —señala papá—. ¿Ya ves por qué siempre tengo que ser severo contigo? Una persona te trata con dulzura y tú rápido le das confianza y le abres la puerta para entrar ennuestra familia. —Coloca un dedo en mi mejilla. Mi papá nunca me había hecho una caricia de ese modo, no sé porque, per no me gusta y siento que sus dedos me queman la piel—. Si soy duro contigo es porque te quiero mi niña, solo quiero protegerte de la gente mala.
—Lo mismo pasa conmigo —habla el imbécil de Archie. Y hace una cara como si él fuera un santo inocente cuando ambos sabemos que es solo un demonio—. Tengo que actuar con severidad contigo por que si no...
—¡Tú te callas descarado! —Le grito y me alejo de mi padre—. ¡Tú ni todos ustedes tienen que estar aquí en esta sala! ¡Nadie tiene derecho en meterse en la vida de mi hermano! ¿Escucharon? ¡¡¡Nadie!!!
—Querías llevarme la contraria para que Terry no se quedará conmigo y por eso le hiciste un daño enorme —acusa Susana—. Es tu culpa Karen, el corazón de Terry será destruido y todo será por tu culpa.
No aguanto más acusaciones y menos de esta estúpida, así que me acerco a dónde ella se encuentra sentada, la agarro del pelo y la obligo a salirse de esta habitación cuando estamos en la sala arrojo a Susana a uno de los sillones. Creo que es tanto mi agresividad y furia que Susana cae y el sillón también.
—¡Susana! —Exclaman las Britter y las tres junto con Niel se acercan para ayudarla.
—¿Cómo te atreves a lastimar a mi hermana? —Me pregunta Annie.
—¡Ustedes cómo se atreven a meter sus narices en un tema familiar y tan personal que a ninguno de los bufones de mi padre le debería de importar! —alego negando ante tanta hipocresía y desfachatez.
—¿Qué es lo que sucede aquí? —Volteo y veo a mi hermano con una mirada incrédula al vera Susana en el suelo y a todos nosotros.
—¡Terry! —Vocifera Susana y como puede se levanta del suelo y corre hasta Terry donde intenta abrazarlo, pero el se quita—. La agresiva de tu hermana me tiró al suelo —acusa señalándome—, y me duele mi brazo.
—Pero, ¿qué es lo que pasa? —Insiste en saber Terry que es lo que pasa. Yo bajo la cabeza incapaz de decir nada. Por lo que creo mi padre tiene razón, me he equivocado, Candy no es la chica que pensé—. ¿Por qué están todos ustedes aquí?
—Therius mi fuerte y valiente muchacho —dice papá acercándose a Terry—. Tienes que ser muy valiente, ya que —hace una pausa para seguir adelante con su explicación—, ya que al igual que tú hermana entiendo que seas tan noble que no encuentres la maldad en las personas.
Susana aprovecha que mi hermano está absorto en lo que mi padre está tratando decirle que aprovecha en acercarse a él y abrazarlo.
¡Estúpida!
—Hijo, yo trate de que no estuvieras con es muchachita yo sabía que no te convenía y estaba en lo cierto.
—¿Qué estás tratando decirme padre? —Pregunta Terry, por primera vez me atrevo a mirarlo a los ojos en los cuales miro desesperación la misma que ahora siento.
—Que Candice White solo te mintió. —Esperaba que mi padre fuera un poco más sensible con Terry, pero nada de eso, papá le enseña una a una las fotografías que anteriormente me había enseñado a mí.
Lo ha hecho, le ha dado las fotos. Terry tiene los ojos muy abiertos y su color de piel cambia por uno más blanco.
—¡¿Qué es esto?! —Pregunta Terry alterado arrancando las fotos y tirando a Susana otra vez al suelo—. ¿Qué hiciste padre? ¡Esto no es real! Padre tú hiciste algo para obtener estas porquerías.
—Tranquilo, tranquilo —pide papá abrazando a Terry. Puedo sentir su dolor y sufrimiento, el mismo dolor que yo siento porque me siento culpable de lo que ahora mi mellizo está sintiendo.
Quizás yo proyecte e idealicé a Terry y Candy como la pareja que Albert y yo jamás pudimos ser. Fueron mis ganas de que ellos si cumplieran mi sueño lo que arrojo a Terry a los brazos de un amor engañoso.
—Esa muchacha te mintió, tiene otro cuando juró amarte a ti. —Mi padre sigue abrazando a Terry mientras escucho como llora y se me parte el corazón—. Pero no te preocupes que sé que toda la culpa no la tienes tú, tu hermana también es culpable.
Terry me mira y yo no sé cómo reaccionar. Me siento igual de destruida que él.
—Ella te impulso a mentirme cuando era mejor hacer lo que tenía planeado, mandarte lejos por unos meses para que se te quitará la ilusión —asegura papá y Terry se suelta de su agarre y viene directo hasta mí.
—¡Dime que eso que acabo de ver no es verdad, Karen! —Exige agarrando mis manos. En sus ojos veo súplica por que le diga que todo es mentira—. ¡¡¡Dímelo!!!
—Lo siento Terry, lo siento mucho —pido perdón mientras coloco mis manos en sus mejillas para darle consuelo—. Me equivoqué.
Coloco su frente encima de la mía y los dos empezamos a llorar. No sé si hay un adjetivo para calificar mi estado de estupidez, supongo que no y mi padre tiene razón soy la culpable del sufrimiento de mi mellizo una de las personas que mas amo en esta vida.
—¡No! —Grita él separándose de mí—. ¡Yo confío en Candy, y sé que todo esto tiene una maldita explicación! ¡Todos ustedes mienten y quieren vernos separados, pero no lo van a lograr!
Terry empieza a caminar rápidamente.
—¿A dónde crees que vas Therius? —Exige saber mi padre.
—A defender mi amor —responde con decisión Terry y sale de la casa con la firme convicción que Therius va a buscar a Candy.
—Hijo, por favor vuelve —oigo gritar a mi mamá y ella también corre tras él.
—¡Vuelve aquí Therius! —Ordena papá.
—No se preocupe, señor Grandchester yo traeré a su hijo —anuncia Niel.
Yo ya no puedo seguir viendo más drama, llantos, exigencias y órdenes así que corro hacia mi cuarto.
Abro la puerta de una patada y tiro todo lo que se encuentra en mi escritorio relacionado con el diseño de modas.
—¡No! —Grito—. ¡Yo no pude equivocar de está manera! ¡No!
¿Tan tonta soy? ¿Mis ojos no vieron y sintieron el peligro? ¿Cómo es que Candy se miraba tan enamorada por mi hermano? ¿Será una excelente actriz?
—Kari —Patty mi hermana mayor está en mi habitación, ella también tiene cara de aflicción.
Corro hasta ella y me hecho a llorar.
—¿Por qué? Me equivoqué tanto y ahora por mi culpa es Therius es el que sufre —digo mientras la abrazo.
—Hermana, tú no tienes la culpa de nada —asegura Patty sin dejar de abrazarme y dándome besos en mi cabello.
Recuerdo la promesa que le hice a Albert, donde yo prometía que confiaría en mí y en mi corazón, sobre todo en mi corazón el cual me dice que Candy no es la que estaba en las fotos o por lo menos no consiente.
—Therius tiene razón, Patty. Esto tiene una explicación —digo tratando en encontrar una respuesta razonable a todo este embrollo—. Y tú tienes que decírmelo, ¿qué dijo nuestro padre antes de que me mandará a llamar? Esto lo trataron ustedes verdad. Todo es una trampa.
—Karen por favor. Todo esto sucedió porque así tenía que ser —dice Patty tratando que deje de pensar y buscar posibles respuestas a mis preguntas.
—No, esto no es así y yo tengo que volver a ver de nuevo esas fotos para entender algo —digo empujando a Patty y saliendo de mi cuarto. Voy en busca de mis padres, ellos tienen que responder muchos cuestionamientos.
Los encuentro en el mismo lugar donde estaban anteriormente, ahora ya no están los Britter, solo se encuentran mis dos padres.
—Aun no entiendo cómo lograste conseguir estás fotos Richard —oigo la voz de mi mamá algo dentro de mí me dice que debo de escuchar esta aparente conversación ajena—. Pero por Dios. Has destruido para siempre esa relación y roto el corazón de mi niño, a veces no puedo entender tus métodos.}
—Debí de cortar esa relación de raíz, ya te dije que esa mocosa no es suficiente para Therius —comenta mi papá—. Y lo logre, dormir a toda esa gentuza y contratar a un actor de quinta para que hiciera ese trabajo, y el resultado la separación definitiva de mi hijo con esa ramera.
—A veces me das miedo Richard —dice mi mamá y yo siento una especie de asco, ¿cómo mi mamá puede estar enamorada de este hombre?—. Pero insisto que Terry va a sufrir como nunca. Pero si todo es por su bien, yo y sus hermanas haremos de todo para que pronto vuelva a ser el mismo.
—Nadie muere de un corazón roto, mujer, nadie.
—Ahora sí que quiero azotarme contra las paredes —digo entrando a donde ellos se encuentran y enfrentar a mi padre—. ¡Pero que idiota, solo me utilizaste para hacerme sentir culpable de algo que tú hiciste!
—Hija —susurra mi madre claramente asustada—. Hijita por favor esto es por el bien de tu hermano. Debes prometernos que no dirás nada. —Eleanor me toma de las manos tratando de convencerme de hacer algo que no quiero ni voy a hacer—. Por favor, tú padre sabe que esa muchachita no es...
—Esa muchachita es la que mi hermano ama y a la que ustedes la han mancillado con sus maldades —culpo negando me a creer que tengo por padres a dos maniáticos perversos—. Pero claro, ¿cómo no me di cuenta antes? Usaron el mismo método conmigo y Albert para separar a Candy y Terry con un tercero en discordia.
Recuerdo cuando encontré a Helen en el apartamento de Albert medio desnuda y a él durmiendo plácidamente. Todo indicaba que él me había engañado, pero después descubrí que solo fue un engaño de mi padre para separarme de Albert y que aceptará casarme con Archie.
—La única verdad que te dije es que eres muy ingenua Karen y por eso no triunfas en la vida —declara el hombre que me dio la vida dándome una mirada de burla y lastima.
—¡Santo cielos sí que soy imbécil por creerte y dejar que me manipularas! ¡Caí dos veces con la misma piedra, pero nunca más! —Juro saliendo de la sala.
—Te prohibió que salgas de esta casa Karen —grita mi padre y yo dejo la mano en el aire a punto de tocar el pomo de la puerta—. Si sales me olvidaré que eres mi hija y estarás muerta para todos nosotros.
Decido unos segundos, salir o quedarme. Lo fácil o lo difícil. La promesa que le hice a Albert vuelve a mi mente así que ya tomé una decisión. Todo o nada.
—Eso es Karen —felicita mi padre pensando que no voy a decirle nada a Terry y me quedaré callada—. Has tomado la decisión correcta. Al final si tienes algo de inteligencia en esa cabecita, mi niña.
—Tengo tanta inteligencia en mi cabecita que sé que nada bueno me puede esperar si me quedo aquí —aseguro—. No tengo la más mínima idea de que pecado hemos cometido Terry, Patricia y yo para haber tenido unos padres como ustedes, pero sobre todo un padre malévolo y carente de sentimientos que cree que nosotros solo somos peones en su maldito juego de ajedrez.
—¡No te permito que me faltes a…!
Detengo la mano de mi padre quien quiere darme una bofetada, me pesa su brazo, pero me he hecho otra promesa a mí misma y pienso defenderla.
—En su vida me vuelva a pegar —grito—. Nunca. Ya he decidido y me voy lejos de esta casa y de usted. He pasado parte de mi vida sin su presencia, no los necesito a ninguno de los dos. —Veo a ambos, creo que esta será la última vez que los vea, pero no me importa—. Ojalá que sufras en carne propia lo que nos has hecho sufrir, Richard Grandchester.
Salgo de mi casa o más bien de la casa de los Grandchester ya que esta propiedad nunca fue mi hogar.
Tengo miedo por lo que me depare el destino, pero voy a hacer valiente y voy a salir adelante por mis propios méritos y jamás dejaré que nadie me manipule.
Salgo con solamente lo que llevo puesto y mi celular, es una suerte que lo traía en mi bolsillo interior ya que necesito hacer una llamada a Kiki.
—Hola, Kiara necesito que vengas por mí necesito alcanzar a Terry antes de que haga una tontera o se muera del coraje.
Kiki no entiende nada de lo que pasa, así que intento hacerle un resumen de todo lo acontecido.
—Te lo contaré todo con lujo de detalles Kiki, pero por el momento solo quiero que sepas que ahora en adelante voy a defender el amor.
Kiara asegura que en diez minutos estará aquí y juntas alcanzaremos a Terry, pero en los minutos que espero una desesperación intensa se apodera de mi ser.
Empiezo a llorar, sudar frío, siento taquicardia, me tiemblan las manos y hasta mareos fuertes. Esto no es normal y algo me dice que Terry no está bien.
Continuará…
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Hola queridas y adiós. =)
Recuerden que las quiero♡
