Capítulo 12
Blair solo se dejó llevar ante las sensaciones, su olor, la excitación de un hombre de ese modo la estaba haciendo bajar la guardia ante el. Sentía su corazón salir de su pecho, ese hombre con el que había sonado varias veces estaba ahí y de ese modo besándola y acariciando su nuca. De repente un relámpago la hizo tener un ápice de cordura y se separó de él.
—¿Qué crees que estás haciendo?
—Solo estoy besando a mi esposa.
—¡Esposa! de palabra, me lo dejaste muy en claro ayer “solo es deseo, en ningún momento me ha dicho que me quiere o me ama no cometere esta estupidez” si—Toma tu maleta y dejame sola. Neil salió del cuarto dando un portazo.
—Solo hay una palabra para los hombres que quieren forzar a una mujer —grito y anadio—: ¡Eres un Tonto!
No supo si alcanzo a escucharla. Tocó sus labios y sentía que hormigueaban era la primera vez que alguien la besaba de ese modo. “Es un atrevido” hizo un puchero.
Ella decidió no bajar a cenar, aunque moría de hambre.
el al ver que no bajó le mandó una sopa caliente y un té para las molestias del estómago.
—Como puede ser tan gentil y a la vez tan indiferente, es mucho pedir que me diga que me quiere o que tiene algún sentimiento por mi. Eres tan frustrante…
Ella se despertó ya tarde pues tardó en conciliar el sueño, ese beso le había provocado insomnio. Al bajar a medio día supo por la servidumbre que el señor no se encontraba se había ido con el apoderado legal de la familia Grandchester pues lo habían ido a buscar muy temprano y requerían su presencia con urgencia.
Había tratado de distraerse buscando un libro, caminando y recorriendo la villa pero la verdad es que lo extrañaba y mucho.
Decidió ir frente a la chimenea a leer, por un momento perdió su mirada en el fuego y el crepitar de los leños. Lo escucho llegar y por impulso se puso de pie y fue a su encuentro.
—Has regresado —mencionó sonriendo.
—Acaso te importa, anoche me corriste de tu cuarto.
—Que he hecho para que seas tan grosero conmigo, haz lo quieras y creeme como van las cosas creo que no llegaremos ni a un mes de casados. Será mejor que me marche a mi habitación.
El la tomó por el brazo al verla darse la media vuelta para marcharse —Perdoname, no quise responderte ha sido un dia dificil, esto de llevar el apellido Granchester, cosa que no pedí y no quiero, pero básicamente es a la fuerza lleva varios procesos y uno de ellos una audiencia con la reina. No quiero hacer esto, solo soy feliz sabiendo quién fue mi madre, fui a ver al duque también para pedirle que detuviera todo el proceso y ante sus argumentos no pude decirle que no.
Me pidió disculpas en nombre de los Granchester y me dijo que aceptara el apellido en nombre de mi madre, que es lo menos que se merece por el hecho de cómo se le trato. Así que no me pude negar. Perdón.
—Ella no había esperado una disculpa de parte de él.
—Acepto tu disculpa, y entiendo lo que estás pasando pero de ahora en adelante es mejor que cada quien viva su vida sin molestar al otro me voy a mi habitación.
—No, no me dejaras así —la tomo más fuerte del brazo. —Suéltame —dijo con un hilo de voz.
—Dime Blair que quieres de mi y lo haré, creo que te he demostrado lo que siento.
—¿Como? ¡comprándome como tu esposa! diciendo que nos divorciamos en dos años y que vivamos fingiendo, es una manera muy rara de decir algo.
Neil se quedó sin argumentos. Ella tenía toda la razón si se ponía en su lugar podía entender.
La soltó y él tocó su reloj por inercia, algo que solía hacer cuando se sentía nervioso, ella lo observó y recordó cómo había empezado todo.
—Yo fui sincera en cada una de mis cartas, las mandaba llenas de ilusión, a la persona que posee el reloj que mi madre me regaló en un sueño.
En ningún momento mentí o me quise burlar de ti, cada frase dicha fue con mucho amor y siempre pensando en ti.
Cuando estuve hospedada en el hotel de tu familia te observé a lo lejos sin que tú lo supieras, nunca me notaste.
En realidad es porque no llamé tu atención hasta que supiste que yo escribí cada frase de las cartas que te envié. Nunca me has dado la oportunidad de explicarme.
Cuando te cité y no llegué, fue por el temor a tu rechazo, entendí que la que se había hecho ilusiones era solo yo por eso no llegué a ese encuentro, después en la playa acudí por que Terry me dijo que querías hablar conmigo.
“Así que fuiste tú Terry y no mi tío Albert” pensó mientras la seguía escuchando.
—La verdad es que si en estos momentos tú no sabes qué es lo que quiero y necesito de ti, no tiene caso seguir hablando. —la vio retirarse a toda prisa y no fue capaz de detenerla.
Se quedó muy pensativo y serio. El ordenó una copa de whisky y sin pensarlo se quedó dormido en el sofá frente a la chimenea. Despertó a la mañana siguiente y fue a buscarla a su habitación grande fue su sorpresa al no encontrarla, revisó y vio que no estaban sus pertenencias
Observó en la cama un sobre como aquellos que estuvo recibiendo meses atrás. Su corazón se estrujó al tomarlo con sus manos.
Abrió el sobre, había dos hojas en el, a diferencia de los otros este si tenía una carta larga dirigida a él:
Neil:
No tengo palabras para expresar mi gratitud hacia ti por lo que has hecho en mi vida, me salvaste de ser la esposa de alguien al que no amaba, se que gastaste una gran fortuna por mi, el día de nuestra boda mi padre me dijo que me heredo en vida, mi apoderado legal se encargará de que toda ella pase a tus manos.
Se que dijiste nos separaremos en dos años, pero para mí esto sería un infierno por el hecho de tenerte tan cerca y sentir que no soy más que alguien a la que aprecias, eso no lo puedo negar supongo el hecho de mandarte todas esas frases sobre el tiempo te hicieron sentir afecto por mi y te lo agradezco con el corazón, eres el único poseedor del reloj que mi madre me diera en sueños, por algun momento pense que ella de algún modo me estaba uniendo a ti, pero al final solo fue eso ideas en mi tonta imaginación, se que ahora tienes cosas importantes que hacer y yo no quiero ser un estorbo para ti, ni tampoco quiero pasarmela sola en esta villa. No te preocupes tu familia no sabrá nada, es mejor que vuelva a américa.
Recibí una oferta de la prestigiosa joyería Tiffany & Co, para diseñar sus relojes de dama, pues se enteraron de algún modo que yo diseñaba para Arnold & Son.
He decidido tomar su oferta y viajaré a New York, para platicar con ellos sobre lo que yo sé hacer. Si aceptan mi trabajo te haré saber mi dirección en unos meses para que me hagas llegar los papeles de divorcio. Me marcho a Londres para tomar el primer barco.
Junto con esa carta en una segunda página estaba la última frase del tiempo dirigida a él.
“Los únicos que te dicen la verdad es el tiempo y el destino” haz de ellos tus mejores amigos. Te deseo lo mejor Neil Lagan.
—¡No puede ser! —empezó a empacar debía alcanzarla en la estación de tren de Edimburgo o en el primer barco que zarpara a Londres. Bajo las escaleras a toda prisa con maleta en mano y grande fue su sorpresa al encontrar a Terry en la puerta junto con el apoderado legal de la Familia Granchester, Henrry Chester.
—¿Qué hacen aquí? —pregunto sorprendido. —¿A dónde crees que vas? —De igual modo preguntó Terry ¿Y Blair dónde está? —Ella se marchó hacia Londres y debo alcanzarla.
—Entonces está listo, que bien yo pensé que deberíamos esperar que empacara —mencionó el señor Henrry.
—No entiendo —Si joven Neil, hemos venido por usted porque la reina le ha mandado llamar, la audiencia con ella se adelantó quiere verlos mañana a usted y al joven Terry.
—No me mires a mi Neil, estoy igual que tu, muy sorprendido por todo esto, pero debo ir, vayamos juntos después de la audiencia te ayudare a buscar a Blair, te prometo que todo saldrá bien. Ella te ama, lo se.
Ya en el tren rumbo a londres Terry lo observaba tan pensativo no quería interrumpir sus pensamientos pero se animó a preguntar.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué se marchó?
—Pues ni yo mismo lo sé, la noche anterior solo me dijo que si no sabía lo que quería escuchar de mí, no tenía caso seguir con toda esta farsa del matrimonio.
—¡Farsa! No te comprendo Neil.
—Es que al verla en su actitud de horror en la noche de bodas, yo… le dije que nos divorciaríamos en dos años y que todo sería apariencia.
—¡Qué hiciste qué…! ¡Si seras estupido! todo lo que habías hecho por ella se fue al traste con tu declaración, ahora comprendo todo.
—Pero le dije que, que me quería de mí, que yo ya había hecho todo lo posible para demostrar mis sentimientos.
—Mmm pero sin embargo hay una cosa que no hiciste y fue decirle que estás enamorado de ella y que la amas. Ella necesita escuchar de tu boca que la amas, debes sincerarte con ella aunque como hombres a veces para nosotros no es tan importante creemos que con los hechos es más que suficiente, ellas necesitan escucharlo es darles la seguridad de nuestro amor.
—Soy un idiota, solo debia decir que la amo —Asi es.
—Y dime Terry —cambió de tema no quería seguir pensando que era un tonto—. ¿Tu porque vas a Londres? ¿Qué quiere la Reina de ti?
—Quiere escuchar la razón por la que no quiero el ducado y se lo cederé a mi hermanastro, ser duque no me permitiría seguir haciendo lo que tanto me gusta y es ser actor. Estoy a punto de empezar a trabajar con la Royal Shakespeare Company.
*
*
*
Llegaron sin contratiempos a Londres y a la mañana siguiente cada uno habló con la Monarca. Terry le explicó sus puntos para no ser duque de Granchester, incluyendo el ser primogénito que al final siempre fue tratado como un bastardo.
—Entiendo sus puntos joven Terrence —mencionó la Reina y aceptaré siempre y cuando me prometa que nadie lo está forzando a tomar esta decisión.
—No su Majestad, nadie me ha forzado, se que mi hermanastro hará un buen papel como duque de Granchester. —Y si le dijera que aceptaría que siendo duque actúe y haga lo que tanto ama, no me importa donde viva siempre y cuando acuda a los eventos que se requiera su presencia y se quede viviendo en Inglaterra. No tiene que darme una respuesta ahora dejaré que lo piense. —volteo y dirigió la mirada a Neil.
—Y usted joven Neil leagan Granchester, hace muchos años recibí a su madre en este mismo salón, yo le pedí disculpas por la situación en la que vivía, escondida ante la sociedad, le dije que como patriarca lucharía por que los derechos de cada ser humano fueran iguales, no importando raza, etnia o lugar de nacimiento. Me entristeció mucho su muerte, no sabía que ella hubiera tenido un hijo, las noticias de usted me alegraron tanto, es usted fruto del amor y de una hermosa mujer. Yo quiero que usted lleve el apellido Granchester con orgullo y enalteciendo a su madre. Quiero que usted tenga todo aquello que se le negó a ella.
Ante esas palabras no había manera de negarse. Tomaron el té con la Reina y fueron despedidos.
—Jamás pensé que ella fuera así —declaró Neil. —Ni yo tampoco, todos la pintan como una bruja mala del cuento, pero al final siempre son el parlamento. Pero la última palabra la tiene ella y se respetaran lo que hemos hablado con ella el día hoy.
Neil fue al puerto de Hampton para preguntar por la salida de barcos hacia New York, grande fue su sorpresa al saber que un barco había partido esa mañana y no habría otra salida hasta dentro de una semana.
—Lo siento tanto Neil, —declaró Terry, es mejor que volvamos a Escocia, en una semana harán el memorial de tu tía abuela.
—Quiero caminar un rato a solas, vuelve tu yo lo haré mañana.
—Te entiendo y respeto que quieras estar solo.
—Nos vemos, cuando vuelvas hazlo a la villa Granchester, yo no dire nada a la familia Ardlay.
Gracias primo —mencionó con sinceridad pero con melancolía Neil.
Camino por las calles de Londres pensando en ella, Blair la mujer que robó su corazón, por primera vez sabía lo que era sentir un dolor en el pecho al estar lejos del ser amado, antes le causaba gracia escucharlo o leerlo en algún libro, y él mismo lo experimentaba en su vida por primera vez.
Escuchó las campanadas del Binbag, el tiempo le recordaba que su vida pasaba y no se puede detener y tiene uno que vivir con sus buenas o malas elecciones.
Claro estaba que él había hecho una mala elección para sentirse de ese modo.
Las horas pasaron sin darse cuenta, y en Londres se dibuja de un rojo atardecer de colores ocres perfecta imagen de una postal, sin darse cuenta había llegado al puente donde había gente admirando el atardecer miro una pareja tomados de la mano y otra más besandose, siguió caminando y ahí estaba ella Blair admirando el atardecer. No lo podía creer, por un momento pensó que era su imaginación; se acercó para cerciorarse, ella se agacho a recoger la pelota de unos niños que jugaban y al levantar su rostro lo miro ahí parado frente a ella.
—Neil —atino a decir. —Pensé que habías partido en el barco de esta mañana —le dijo él. Yo vine a Londres a buscarte —ella se sorprendió ante su declaración.
—Mis planes eran partir, pero la realidad es que… —pensó si debía decirlo.
—¿Qué? —preguntó él. —No me alcanzaba para un boleto de primera clase y los de segunda clase estaban vendidos en su totalidad. Así que tendré que esperar una semana para irme. Pero bueno me dio gusto verte, es mejor que me vaya. —le dijo tratando de alejarse tenerlo cerca le dolía.
—No, no te volverás a marchar de mi lado estoy listo para decirte lo que quieres escuchar de mí. —La tomó por el brazo jalandola hacia sí tomándola por la cintura y le declaró mirándola a los ojos:
—Aqui estoy para ti, quiero abrirte mi corazón y decirte que te amo, que todo lo que he hecho es porque estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo, quiero ser yo el que diga todos los días lo importante que eres para mi, dejame demostrartelo el resto de nuestras vidas, por favor solo aceptame, si te he lastimado con mis palabras te pido perdon. Soy tu esposo no solo de palabra sino también de corazón. Llegaste a mi vida cuando no creía en el amor, tus frases llegaron a mi vida en el momento exacto. Nunca antes había sentido esto que siento en mi pecho, es una sensación que me quema. Quiero respirar el mismo aire que tú respiras, quiero conocer todo de ti, lo que te agrada, lo que te molesta. Si me das la oportunidad de estar a tu lado prometo que no te arrepentirás. Se inclinó para besarla y ella lo recibió respondiendo de igual modo, los besos tiernos empezaron a ser apasionados y exigentes ambos se sentían en un mundo mágico donde nadie existía a su alrededor.
—Tus labios encienden mi piel —le mencionó al oído. Ella sonrió y le respondió de igual modo —Tu eres mi sueño perfecto y creo que nos miran. —Salgamos de aquí le dijo y ella sonrojada asintió con la cabeza.
Ambos llegaron al hotel Savoy donde se encontraba hospedado Neil, ella entró con temor a la habitación pero no por el hecho de lo que sabía muy bien que pasaría y deseaba, si no por el hecho que sería la primera vez de estar con un hombre de ese modo.
La luz suave de la noche se filtraba por la ventana, mezclados con el resplandor de la lámpara del mueble, que aguardaba ansiosa la llegada de la pareja de amantes. Con un vestido rosado de encajes que se deslizaba con gracia a cada paso, ella cruzó el umbral de la alcoba. Neil, con la camisa entreabierta y los pies descalzos al salir del baño, la observaba con una intensidad que encendía el fuego en el corazón de ella. La anticipación comenzó a envolverla, tiñendo sus mejillas con un rubor natural. Sabía que esa noche, en aquel santuario íntimo, daría inicio a una vida plena junto a su amado, dejando atrás los sueños de fantasía para abrazar su papel de mujer y construir un hogar.
Sin pronunciar palabra alguna, extendió la mano hacia Neil, quien la tomó con firmeza. Empezaron a moverse al ritmo de una melodía que parecía susurrada por los mismos suspiros de la noche. No hacía falta música; bastaba el compás de sus corazones y el susurro de sus promesas de amor, selladas con el roce cálido y húmedo de sus labios. Ella cerró los ojos y se dejó llevar, sintiendo cómo el calor ascendía desde sus pies y la pasión incendiaba cada fibra de su ser.
Neil la atrajo hacia sí con determinación, y sus cuerpos se entrelazaron en un abrazo apasionado. La ternura de ella se mezclaba con la urgencia de él, como dos fuerzas que se fusionaban en un torbellino de deseo. Sus labios se encontraron en un beso ardiente y voraz, y el mundo desapareció a su alrededor. Solo existían ellos dos, entregados al éxtasis del deseo y la pasión, unidos por un lazo indisoluble.
Las chispas que desataban no eran solo metafóricas; eran palpables, como si la electricidad misma recorriera cada centímetro de sus cuerpos entrelazados. La luz de la luna, testigo cómplice de su amor, se colaba por la ventana, intensificando el ardor de la noche. Giraban y se movían con una danza sinuosa y sensual, como si cada movimiento estuviera coreografiado por el deseo mismo.
Probó cada centímetro de su piel recorriendo con besos y caricias todas las profundidades del badén.
Cada caricia dejaba una huella ardiente en su piel, y ella sabía que esas marcas serían eternas, como su amor. Las chispas se disipaban en el aire, formando una constelación secreta que solo ellos podían ver. Él la quería de ese modo y para siempre a su lado.
Finalmente, extasiada, se recostó en el pecho de Neil, sintiendo el latido de su corazón en perfecta armonía con el suyo. El baile había alcanzado su clímax, y en ese momento, supo que nunca olvidaría esa noche. Habían entregado todo su amor, toda su pasión, toda su vida.
La pasión no conocía límites; aún anhelaba más de su amada, y él buscó de nuevo el refugio de sus brazos, donde solo existía el fuego del deseo que los consumía en ese lugar mágico.
—Nunca subestimes el tiempo todo puede cambiar en un instante… —le susurro al oído, ella levantó su rostro para mirarle, le sonrió y respondió.
—El tiempo es ahora, solo vivámoslo —le dio un beso apasionado y se sentó a horcajadas sobre él.
Blair solo se dejó llevar ante las sensaciones, su olor, la excitación de un hombre de ese modo la estaba haciendo bajar la guardia ante el. Sentía su corazón salir de su pecho, ese hombre con el que había sonado varias veces estaba ahí y de ese modo besándola y acariciando su nuca. De repente un relámpago la hizo tener un ápice de cordura y se separó de él.
—¿Qué crees que estás haciendo?
—Solo estoy besando a mi esposa.
—¡Esposa! de palabra, me lo dejaste muy en claro ayer “solo es deseo, en ningún momento me ha dicho que me quiere o me ama no cometere esta estupidez” si—Toma tu maleta y dejame sola. Neil salió del cuarto dando un portazo.
—Solo hay una palabra para los hombres que quieren forzar a una mujer —grito y anadio—: ¡Eres un Tonto!
No supo si alcanzo a escucharla. Tocó sus labios y sentía que hormigueaban era la primera vez que alguien la besaba de ese modo. “Es un atrevido” hizo un puchero.
Ella decidió no bajar a cenar, aunque moría de hambre.
el al ver que no bajó le mandó una sopa caliente y un té para las molestias del estómago.
—Como puede ser tan gentil y a la vez tan indiferente, es mucho pedir que me diga que me quiere o que tiene algún sentimiento por mi. Eres tan frustrante…
Ella se despertó ya tarde pues tardó en conciliar el sueño, ese beso le había provocado insomnio. Al bajar a medio día supo por la servidumbre que el señor no se encontraba se había ido con el apoderado legal de la familia Grandchester pues lo habían ido a buscar muy temprano y requerían su presencia con urgencia.
Había tratado de distraerse buscando un libro, caminando y recorriendo la villa pero la verdad es que lo extrañaba y mucho.
Decidió ir frente a la chimenea a leer, por un momento perdió su mirada en el fuego y el crepitar de los leños. Lo escucho llegar y por impulso se puso de pie y fue a su encuentro.
—Has regresado —mencionó sonriendo.
—Acaso te importa, anoche me corriste de tu cuarto.
—Que he hecho para que seas tan grosero conmigo, haz lo quieras y creeme como van las cosas creo que no llegaremos ni a un mes de casados. Será mejor que me marche a mi habitación.
El la tomó por el brazo al verla darse la media vuelta para marcharse —Perdoname, no quise responderte ha sido un dia dificil, esto de llevar el apellido Granchester, cosa que no pedí y no quiero, pero básicamente es a la fuerza lleva varios procesos y uno de ellos una audiencia con la reina. No quiero hacer esto, solo soy feliz sabiendo quién fue mi madre, fui a ver al duque también para pedirle que detuviera todo el proceso y ante sus argumentos no pude decirle que no.
Me pidió disculpas en nombre de los Granchester y me dijo que aceptara el apellido en nombre de mi madre, que es lo menos que se merece por el hecho de cómo se le trato. Así que no me pude negar. Perdón.
—Ella no había esperado una disculpa de parte de él.
—Acepto tu disculpa, y entiendo lo que estás pasando pero de ahora en adelante es mejor que cada quien viva su vida sin molestar al otro me voy a mi habitación.
—No, no me dejaras así —la tomo más fuerte del brazo. —Suéltame —dijo con un hilo de voz.
—Dime Blair que quieres de mi y lo haré, creo que te he demostrado lo que siento.
—¿Como? ¡comprándome como tu esposa! diciendo que nos divorciamos en dos años y que vivamos fingiendo, es una manera muy rara de decir algo.
Neil se quedó sin argumentos. Ella tenía toda la razón si se ponía en su lugar podía entender.
La soltó y él tocó su reloj por inercia, algo que solía hacer cuando se sentía nervioso, ella lo observó y recordó cómo había empezado todo.
—Yo fui sincera en cada una de mis cartas, las mandaba llenas de ilusión, a la persona que posee el reloj que mi madre me regaló en un sueño.
En ningún momento mentí o me quise burlar de ti, cada frase dicha fue con mucho amor y siempre pensando en ti.
Cuando estuve hospedada en el hotel de tu familia te observé a lo lejos sin que tú lo supieras, nunca me notaste.
En realidad es porque no llamé tu atención hasta que supiste que yo escribí cada frase de las cartas que te envié. Nunca me has dado la oportunidad de explicarme.
Cuando te cité y no llegué, fue por el temor a tu rechazo, entendí que la que se había hecho ilusiones era solo yo por eso no llegué a ese encuentro, después en la playa acudí por que Terry me dijo que querías hablar conmigo.
“Así que fuiste tú Terry y no mi tío Albert” pensó mientras la seguía escuchando.
—La verdad es que si en estos momentos tú no sabes qué es lo que quiero y necesito de ti, no tiene caso seguir hablando. —la vio retirarse a toda prisa y no fue capaz de detenerla.
Se quedó muy pensativo y serio. El ordenó una copa de whisky y sin pensarlo se quedó dormido en el sofá frente a la chimenea. Despertó a la mañana siguiente y fue a buscarla a su habitación grande fue su sorpresa al no encontrarla, revisó y vio que no estaban sus pertenencias
Observó en la cama un sobre como aquellos que estuvo recibiendo meses atrás. Su corazón se estrujó al tomarlo con sus manos.
Abrió el sobre, había dos hojas en el, a diferencia de los otros este si tenía una carta larga dirigida a él:
Neil:
No tengo palabras para expresar mi gratitud hacia ti por lo que has hecho en mi vida, me salvaste de ser la esposa de alguien al que no amaba, se que gastaste una gran fortuna por mi, el día de nuestra boda mi padre me dijo que me heredo en vida, mi apoderado legal se encargará de que toda ella pase a tus manos.
Se que dijiste nos separaremos en dos años, pero para mí esto sería un infierno por el hecho de tenerte tan cerca y sentir que no soy más que alguien a la que aprecias, eso no lo puedo negar supongo el hecho de mandarte todas esas frases sobre el tiempo te hicieron sentir afecto por mi y te lo agradezco con el corazón, eres el único poseedor del reloj que mi madre me diera en sueños, por algun momento pense que ella de algún modo me estaba uniendo a ti, pero al final solo fue eso ideas en mi tonta imaginación, se que ahora tienes cosas importantes que hacer y yo no quiero ser un estorbo para ti, ni tampoco quiero pasarmela sola en esta villa. No te preocupes tu familia no sabrá nada, es mejor que vuelva a américa.
Recibí una oferta de la prestigiosa joyería Tiffany & Co, para diseñar sus relojes de dama, pues se enteraron de algún modo que yo diseñaba para Arnold & Son.
He decidido tomar su oferta y viajaré a New York, para platicar con ellos sobre lo que yo sé hacer. Si aceptan mi trabajo te haré saber mi dirección en unos meses para que me hagas llegar los papeles de divorcio. Me marcho a Londres para tomar el primer barco.
Junto con esa carta en una segunda página estaba la última frase del tiempo dirigida a él.
“Los únicos que te dicen la verdad es el tiempo y el destino” haz de ellos tus mejores amigos. Te deseo lo mejor Neil Lagan.
—¡No puede ser! —empezó a empacar debía alcanzarla en la estación de tren de Edimburgo o en el primer barco que zarpara a Londres. Bajo las escaleras a toda prisa con maleta en mano y grande fue su sorpresa al encontrar a Terry en la puerta junto con el apoderado legal de la Familia Granchester, Henrry Chester.
—¿Qué hacen aquí? —pregunto sorprendido. —¿A dónde crees que vas? —De igual modo preguntó Terry ¿Y Blair dónde está? —Ella se marchó hacia Londres y debo alcanzarla.
—Entonces está listo, que bien yo pensé que deberíamos esperar que empacara —mencionó el señor Henrry.
—No entiendo —Si joven Neil, hemos venido por usted porque la reina le ha mandado llamar, la audiencia con ella se adelantó quiere verlos mañana a usted y al joven Terry.
—No me mires a mi Neil, estoy igual que tu, muy sorprendido por todo esto, pero debo ir, vayamos juntos después de la audiencia te ayudare a buscar a Blair, te prometo que todo saldrá bien. Ella te ama, lo se.
Ya en el tren rumbo a londres Terry lo observaba tan pensativo no quería interrumpir sus pensamientos pero se animó a preguntar.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué se marchó?
—Pues ni yo mismo lo sé, la noche anterior solo me dijo que si no sabía lo que quería escuchar de mí, no tenía caso seguir con toda esta farsa del matrimonio.
—¡Farsa! No te comprendo Neil.
—Es que al verla en su actitud de horror en la noche de bodas, yo… le dije que nos divorciaríamos en dos años y que todo sería apariencia.
—¡Qué hiciste qué…! ¡Si seras estupido! todo lo que habías hecho por ella se fue al traste con tu declaración, ahora comprendo todo.
—Pero le dije que, que me quería de mí, que yo ya había hecho todo lo posible para demostrar mis sentimientos.
—Mmm pero sin embargo hay una cosa que no hiciste y fue decirle que estás enamorado de ella y que la amas. Ella necesita escuchar de tu boca que la amas, debes sincerarte con ella aunque como hombres a veces para nosotros no es tan importante creemos que con los hechos es más que suficiente, ellas necesitan escucharlo es darles la seguridad de nuestro amor.
—Soy un idiota, solo debia decir que la amo —Asi es.
—Y dime Terry —cambió de tema no quería seguir pensando que era un tonto—. ¿Tu porque vas a Londres? ¿Qué quiere la Reina de ti?
—Quiere escuchar la razón por la que no quiero el ducado y se lo cederé a mi hermanastro, ser duque no me permitiría seguir haciendo lo que tanto me gusta y es ser actor. Estoy a punto de empezar a trabajar con la Royal Shakespeare Company.
*
*
*
Llegaron sin contratiempos a Londres y a la mañana siguiente cada uno habló con la Monarca. Terry le explicó sus puntos para no ser duque de Granchester, incluyendo el ser primogénito que al final siempre fue tratado como un bastardo.
—Entiendo sus puntos joven Terrence —mencionó la Reina y aceptaré siempre y cuando me prometa que nadie lo está forzando a tomar esta decisión.
—No su Majestad, nadie me ha forzado, se que mi hermanastro hará un buen papel como duque de Granchester. —Y si le dijera que aceptaría que siendo duque actúe y haga lo que tanto ama, no me importa donde viva siempre y cuando acuda a los eventos que se requiera su presencia y se quede viviendo en Inglaterra. No tiene que darme una respuesta ahora dejaré que lo piense. —volteo y dirigió la mirada a Neil.
—Y usted joven Neil leagan Granchester, hace muchos años recibí a su madre en este mismo salón, yo le pedí disculpas por la situación en la que vivía, escondida ante la sociedad, le dije que como patriarca lucharía por que los derechos de cada ser humano fueran iguales, no importando raza, etnia o lugar de nacimiento. Me entristeció mucho su muerte, no sabía que ella hubiera tenido un hijo, las noticias de usted me alegraron tanto, es usted fruto del amor y de una hermosa mujer. Yo quiero que usted lleve el apellido Granchester con orgullo y enalteciendo a su madre. Quiero que usted tenga todo aquello que se le negó a ella.
Ante esas palabras no había manera de negarse. Tomaron el té con la Reina y fueron despedidos.
—Jamás pensé que ella fuera así —declaró Neil. —Ni yo tampoco, todos la pintan como una bruja mala del cuento, pero al final siempre son el parlamento. Pero la última palabra la tiene ella y se respetaran lo que hemos hablado con ella el día hoy.
Neil fue al puerto de Hampton para preguntar por la salida de barcos hacia New York, grande fue su sorpresa al saber que un barco había partido esa mañana y no habría otra salida hasta dentro de una semana.
—Lo siento tanto Neil, —declaró Terry, es mejor que volvamos a Escocia, en una semana harán el memorial de tu tía abuela.
—Quiero caminar un rato a solas, vuelve tu yo lo haré mañana.
—Te entiendo y respeto que quieras estar solo.
—Nos vemos, cuando vuelvas hazlo a la villa Granchester, yo no dire nada a la familia Ardlay.
Gracias primo —mencionó con sinceridad pero con melancolía Neil.
Camino por las calles de Londres pensando en ella, Blair la mujer que robó su corazón, por primera vez sabía lo que era sentir un dolor en el pecho al estar lejos del ser amado, antes le causaba gracia escucharlo o leerlo en algún libro, y él mismo lo experimentaba en su vida por primera vez.
Escuchó las campanadas del Binbag, el tiempo le recordaba que su vida pasaba y no se puede detener y tiene uno que vivir con sus buenas o malas elecciones.
Claro estaba que él había hecho una mala elección para sentirse de ese modo.
Las horas pasaron sin darse cuenta, y en Londres se dibuja de un rojo atardecer de colores ocres perfecta imagen de una postal, sin darse cuenta había llegado al puente donde había gente admirando el atardecer miro una pareja tomados de la mano y otra más besandose, siguió caminando y ahí estaba ella Blair admirando el atardecer. No lo podía creer, por un momento pensó que era su imaginación; se acercó para cerciorarse, ella se agacho a recoger la pelota de unos niños que jugaban y al levantar su rostro lo miro ahí parado frente a ella.
—Neil —atino a decir. —Pensé que habías partido en el barco de esta mañana —le dijo él. Yo vine a Londres a buscarte —ella se sorprendió ante su declaración.
—Mis planes eran partir, pero la realidad es que… —pensó si debía decirlo.
—¿Qué? —preguntó él. —No me alcanzaba para un boleto de primera clase y los de segunda clase estaban vendidos en su totalidad. Así que tendré que esperar una semana para irme. Pero bueno me dio gusto verte, es mejor que me vaya. —le dijo tratando de alejarse tenerlo cerca le dolía.
—No, no te volverás a marchar de mi lado estoy listo para decirte lo que quieres escuchar de mí. —La tomó por el brazo jalandola hacia sí tomándola por la cintura y le declaró mirándola a los ojos:
—Aqui estoy para ti, quiero abrirte mi corazón y decirte que te amo, que todo lo que he hecho es porque estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo, quiero ser yo el que diga todos los días lo importante que eres para mi, dejame demostrartelo el resto de nuestras vidas, por favor solo aceptame, si te he lastimado con mis palabras te pido perdon. Soy tu esposo no solo de palabra sino también de corazón. Llegaste a mi vida cuando no creía en el amor, tus frases llegaron a mi vida en el momento exacto. Nunca antes había sentido esto que siento en mi pecho, es una sensación que me quema. Quiero respirar el mismo aire que tú respiras, quiero conocer todo de ti, lo que te agrada, lo que te molesta. Si me das la oportunidad de estar a tu lado prometo que no te arrepentirás. Se inclinó para besarla y ella lo recibió respondiendo de igual modo, los besos tiernos empezaron a ser apasionados y exigentes ambos se sentían en un mundo mágico donde nadie existía a su alrededor.
—Tus labios encienden mi piel —le mencionó al oído. Ella sonrió y le respondió de igual modo —Tu eres mi sueño perfecto y creo que nos miran. —Salgamos de aquí le dijo y ella sonrojada asintió con la cabeza.
Ambos llegaron al hotel Savoy donde se encontraba hospedado Neil, ella entró con temor a la habitación pero no por el hecho de lo que sabía muy bien que pasaría y deseaba, si no por el hecho que sería la primera vez de estar con un hombre de ese modo.
La luz suave de la noche se filtraba por la ventana, mezclados con el resplandor de la lámpara del mueble, que aguardaba ansiosa la llegada de la pareja de amantes. Con un vestido rosado de encajes que se deslizaba con gracia a cada paso, ella cruzó el umbral de la alcoba. Neil, con la camisa entreabierta y los pies descalzos al salir del baño, la observaba con una intensidad que encendía el fuego en el corazón de ella. La anticipación comenzó a envolverla, tiñendo sus mejillas con un rubor natural. Sabía que esa noche, en aquel santuario íntimo, daría inicio a una vida plena junto a su amado, dejando atrás los sueños de fantasía para abrazar su papel de mujer y construir un hogar.
Sin pronunciar palabra alguna, extendió la mano hacia Neil, quien la tomó con firmeza. Empezaron a moverse al ritmo de una melodía que parecía susurrada por los mismos suspiros de la noche. No hacía falta música; bastaba el compás de sus corazones y el susurro de sus promesas de amor, selladas con el roce cálido y húmedo de sus labios. Ella cerró los ojos y se dejó llevar, sintiendo cómo el calor ascendía desde sus pies y la pasión incendiaba cada fibra de su ser.
Neil la atrajo hacia sí con determinación, y sus cuerpos se entrelazaron en un abrazo apasionado. La ternura de ella se mezclaba con la urgencia de él, como dos fuerzas que se fusionaban en un torbellino de deseo. Sus labios se encontraron en un beso ardiente y voraz, y el mundo desapareció a su alrededor. Solo existían ellos dos, entregados al éxtasis del deseo y la pasión, unidos por un lazo indisoluble.
Las chispas que desataban no eran solo metafóricas; eran palpables, como si la electricidad misma recorriera cada centímetro de sus cuerpos entrelazados. La luz de la luna, testigo cómplice de su amor, se colaba por la ventana, intensificando el ardor de la noche. Giraban y se movían con una danza sinuosa y sensual, como si cada movimiento estuviera coreografiado por el deseo mismo.
Probó cada centímetro de su piel recorriendo con besos y caricias todas las profundidades del badén.
Cada caricia dejaba una huella ardiente en su piel, y ella sabía que esas marcas serían eternas, como su amor. Las chispas se disipaban en el aire, formando una constelación secreta que solo ellos podían ver. Él la quería de ese modo y para siempre a su lado.
Finalmente, extasiada, se recostó en el pecho de Neil, sintiendo el latido de su corazón en perfecta armonía con el suyo. El baile había alcanzado su clímax, y en ese momento, supo que nunca olvidaría esa noche. Habían entregado todo su amor, toda su pasión, toda su vida.
La pasión no conocía límites; aún anhelaba más de su amada, y él buscó de nuevo el refugio de sus brazos, donde solo existía el fuego del deseo que los consumía en ese lugar mágico.
—Nunca subestimes el tiempo todo puede cambiar en un instante… —le susurro al oído, ella levantó su rostro para mirarle, le sonrió y respondió.
—El tiempo es ahora, solo vivámoslo —le dio un beso apasionado y se sentó a horcajadas sobre él.
FIN
Muchas gracias a todas y cada una de ustedes que se tomaron el tiempo de leer este fic, gracias por sus comentarios siempre es grato leerlas me despido de esta GF 2024 cerrando este fic los dias que quedan los ocupare para apoyar a mis companeras valquirias y mi otro clan. Nos leemos la siguiente GF si la vida y Dios nos lo permite.