Hola
Hoy quiero compartir con ustedes el primer capítulo de "Entre Flores y Piropos". En total serán 10 capítulos.
Les cuento que desde hace una semana no puedo sacarme de la mente la canción "Te guste o no" de Ricardo Arjona. Aclaro que no es un songfic aunque la idea surgió a partir de la canción, cuando me di cuenta ya tenía varias escenas en mi mente, hasta soñé jaja no tuve otra opción que escribirlo. Aquí se las dejo por si quieren escucharla.
Es la primera vez que escribo en primera persona, no sé por qué cuando comencé a teclear salió así Si les gusta agradeceré me lo hagan saber y si no también.
– Pareces queso italiano ¡ricootaaaaaaa¡
– ¡Tú con tantas herramientas y yo trabajando a mano!
Esto pasa cuando el coche se descompone y tienes que caminar al trabajo. Todos los días escucho tal retahíla de “piropos” que si los escribiera podría armar una muy buena antología. Lo peor es que la calle alterna está en obras así que no puedo esquivar la construcción que está una cuadra antes del edificio en que trabajo.
– ¡Quien fuese bizco para verte dos veces!
No me molestan pero tampoco los disfruto. Apresuré el paso y bajé de la banqueta para cruzar la calle.
– Perdona, ¿no tendremos algún amigo en común?
Sobresaltada me detuve frente a un hombre con chaleco naranja jódeme la vista. Llevaba casi 2 semanas recibiendo todo tipo de frases gritadas por los obreros y nunca antes se habían atrevido a acercarse y mucho menos a cortarme el paso. Aferré mi paraguas, era mejor tenerlo listo por si acaso.
No respondí, no lo miré. Lo esquivé y crucé la calle a toda prisa. A lo lejos escuché las carcajadas de los demás trabajadores, seguramente estaban burlándose del tipo con chaleco. Cinco minutos más tarde estaba cruzando las puertas del edificio. Saludé a Emmanuel el chico de recepción quien me devolvió el gesto con su usual sonrisa aniñada. Cinco pisos después estaba colocando mi bolsa en el respaldo de mi ergonómica silla giratoria y el paraguas en el bote de basura. Debo estar al pendiente de que la Sra. Mago no lo tire, ya una vez lo rescaté de su carrito de limpieza. Ocupé mi lugar frente al escritorio y me dispuse a iniciar otro día laboral.
Un golpe en la puerta me hizo dar un brinco, desde que encendí la computadora al llegar he estado sumergida en mi monitor leyendo contratos. Me enderecé y di permiso para que entraran. En el umbral estaba Oli, la asistente del Director Comercial, es una buena chica pero habla por todos los orificios del cuerpo. Si quiero que se vaya rápido debo atenderla y pretender estar muy pero muy ocupada o la tendré aquí hablando de la última muñeca que su hija quiere, del traje que compró para su gato y que su vecina le robó para su chihuahua y como a su vez ella se lo quitó a medio parque al chihuahua; bien decía mi bisabuela “el que de prestado se viste (en este caso de robado), en la calle lo desvisten”.
– Buenos días nena – agitó la mano y dio un brinco, siempre he pensado que erró de profesión y debió trabajar con los teletubbies.
– Hola Oli, ¿en qué puedo ayudarte? – directa y al grano. Hoy no quiero saber nada de vecinas malandras.
– Acaban de traerte esto – entró y detrás de ella venía el chico de recepción cargando un delicado arreglo floral.
Decir que estaba sorprendida es quedarse corto, nunca en mis 24 años de vida me habían enviado flores al trabajo. Tampoco es que lleve 24 años trabajando. Oli parloteaba sin ton ni son ¿cómo puede hablar tanto sin detenerse a respirar? Llega un momento en que su voz empieza a disminuir hasta un murmullo, como que de tanto que habla llega a un punto en que se le va la voz, pero luego carraspea y regresa con mayor ímpetu.
– ¡Pero nena! – odio que me diga nena, se lo he dicho desde la primera vez que lo hizo pero con el tiempo me di por vencida, para ella todas las mujeres de este edificio somos nenas. – ¿no piensas leer la tarjeta? – preguntó cerrando la puerta una vez que Emmanuel hubo salido.
Todavía sorprendida y - porque no decirlo - confundida enfoqué al arreglo floral que adornaba la esquina derecha de mi escritorio. Cuando iba a hablar me di cuenta que aún tenía la boca abierta. Carraspee un poco y miré a mi compañera.
– Gracias Oli – la despedí con una inclinación de cabeza. Su expresión no cambió y continuó parada delante de mi escritorio. A veces me pregunto si es tan inocente como aparenta. Iba decirle que no iba a mostrarle la tarjeta cuando el grito de ¡Olivia! resonó en el pasillo.
– ¡Ups! Creo que mi jefe me busca – rio tontamente y se dio la vuelta sin despedirse. Su tarareo de libre soy de frozen se perdió cuando cerró la puerta.
Volví la vista a la esquina derecha de mi escritorio. Entre las flores sobresalía la punta crema de una tarjeta. Me quedé observándola sin decidirme a estirar el brazo y tomarla. ¿Qué podría suceder? Probablemente sea de la empresa por mi cumpleaños, es dentro 6 meses pero a lo mejor aquí son precavidos; o tal vez sea un “Bienvenida a la compañía” aunque ya tenga aquí 2 meses. Sabía que estaba pensando burradas incoherentes, lo hago siempre que estoy nerviosa así que casi sin darme cuenta la tomé.
La tarjeta tenía unos trazos curvos en relieve a los que no puse mucha atención. Me temblaba la mano cuando finalmente le di vuelta y leí.
No tenía firma.
continuará...
gracias por terminar de leer. Por cierto el personaje de Olivia es real y es verdad que recuperó el traje recuperado de su gato jajaja
LEER EL CAPÍTULO 1
Hoy quiero compartir con ustedes el primer capítulo de "Entre Flores y Piropos". En total serán 10 capítulos.
Les cuento que desde hace una semana no puedo sacarme de la mente la canción "Te guste o no" de Ricardo Arjona. Aclaro que no es un songfic aunque la idea surgió a partir de la canción, cuando me di cuenta ya tenía varias escenas en mi mente, hasta soñé jaja no tuve otra opción que escribirlo. Aquí se las dejo por si quieren escucharla.
Es la primera vez que escribo en primera persona, no sé por qué cuando comencé a teclear salió así Si les gusta agradeceré me lo hagan saber y si no también.
Entre Flores y Piropos
Prólogo
– Pareces queso italiano ¡ricootaaaaaaa¡
– ¡Tú con tantas herramientas y yo trabajando a mano!
Esto pasa cuando el coche se descompone y tienes que caminar al trabajo. Todos los días escucho tal retahíla de “piropos” que si los escribiera podría armar una muy buena antología. Lo peor es que la calle alterna está en obras así que no puedo esquivar la construcción que está una cuadra antes del edificio en que trabajo.
– ¡Quien fuese bizco para verte dos veces!
No me molestan pero tampoco los disfruto. Apresuré el paso y bajé de la banqueta para cruzar la calle.
– Perdona, ¿no tendremos algún amigo en común?
Sobresaltada me detuve frente a un hombre con chaleco naranja jódeme la vista. Llevaba casi 2 semanas recibiendo todo tipo de frases gritadas por los obreros y nunca antes se habían atrevido a acercarse y mucho menos a cortarme el paso. Aferré mi paraguas, era mejor tenerlo listo por si acaso.
No respondí, no lo miré. Lo esquivé y crucé la calle a toda prisa. A lo lejos escuché las carcajadas de los demás trabajadores, seguramente estaban burlándose del tipo con chaleco. Cinco minutos más tarde estaba cruzando las puertas del edificio. Saludé a Emmanuel el chico de recepción quien me devolvió el gesto con su usual sonrisa aniñada. Cinco pisos después estaba colocando mi bolsa en el respaldo de mi ergonómica silla giratoria y el paraguas en el bote de basura. Debo estar al pendiente de que la Sra. Mago no lo tire, ya una vez lo rescaté de su carrito de limpieza. Ocupé mi lugar frente al escritorio y me dispuse a iniciar otro día laboral.
Un golpe en la puerta me hizo dar un brinco, desde que encendí la computadora al llegar he estado sumergida en mi monitor leyendo contratos. Me enderecé y di permiso para que entraran. En el umbral estaba Oli, la asistente del Director Comercial, es una buena chica pero habla por todos los orificios del cuerpo. Si quiero que se vaya rápido debo atenderla y pretender estar muy pero muy ocupada o la tendré aquí hablando de la última muñeca que su hija quiere, del traje que compró para su gato y que su vecina le robó para su chihuahua y como a su vez ella se lo quitó a medio parque al chihuahua; bien decía mi bisabuela “el que de prestado se viste (en este caso de robado), en la calle lo desvisten”.
– Buenos días nena – agitó la mano y dio un brinco, siempre he pensado que erró de profesión y debió trabajar con los teletubbies.
– Hola Oli, ¿en qué puedo ayudarte? – directa y al grano. Hoy no quiero saber nada de vecinas malandras.
– Acaban de traerte esto – entró y detrás de ella venía el chico de recepción cargando un delicado arreglo floral.
Decir que estaba sorprendida es quedarse corto, nunca en mis 24 años de vida me habían enviado flores al trabajo. Tampoco es que lleve 24 años trabajando. Oli parloteaba sin ton ni son ¿cómo puede hablar tanto sin detenerse a respirar? Llega un momento en que su voz empieza a disminuir hasta un murmullo, como que de tanto que habla llega a un punto en que se le va la voz, pero luego carraspea y regresa con mayor ímpetu.
– ¡Pero nena! – odio que me diga nena, se lo he dicho desde la primera vez que lo hizo pero con el tiempo me di por vencida, para ella todas las mujeres de este edificio somos nenas. – ¿no piensas leer la tarjeta? – preguntó cerrando la puerta una vez que Emmanuel hubo salido.
Todavía sorprendida y - porque no decirlo - confundida enfoqué al arreglo floral que adornaba la esquina derecha de mi escritorio. Cuando iba a hablar me di cuenta que aún tenía la boca abierta. Carraspee un poco y miré a mi compañera.
– Gracias Oli – la despedí con una inclinación de cabeza. Su expresión no cambió y continuó parada delante de mi escritorio. A veces me pregunto si es tan inocente como aparenta. Iba decirle que no iba a mostrarle la tarjeta cuando el grito de ¡Olivia! resonó en el pasillo.
– ¡Ups! Creo que mi jefe me busca – rio tontamente y se dio la vuelta sin despedirse. Su tarareo de libre soy de frozen se perdió cuando cerró la puerta.
Volví la vista a la esquina derecha de mi escritorio. Entre las flores sobresalía la punta crema de una tarjeta. Me quedé observándola sin decidirme a estirar el brazo y tomarla. ¿Qué podría suceder? Probablemente sea de la empresa por mi cumpleaños, es dentro 6 meses pero a lo mejor aquí son precavidos; o tal vez sea un “Bienvenida a la compañía” aunque ya tenga aquí 2 meses. Sabía que estaba pensando burradas incoherentes, lo hago siempre que estoy nerviosa así que casi sin darme cuenta la tomé.
La tarjeta tenía unos trazos curvos en relieve a los que no puse mucha atención. Me temblaba la mano cuando finalmente le di vuelta y leí.
Perdona,
¿No tendremos algún amigo en común para que pueda presentarnos?
¿No tendremos algún amigo en común para que pueda presentarnos?
No tenía firma.
continuará...
gracias por terminar de leer. Por cierto el personaje de Olivia es real y es verdad que recuperó el traje recuperado de su gato jajaja
LEER EL CAPÍTULO 1
Última edición por Jari el Jue Abr 09, 2015 2:58 pm, editado 1 vez