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Chicas, gracias a todas por las porras y apoyo. Les brindo la version Rosa del Pecado que es la lujuria. Espero que sea de su agrado.
Serie: los 7 pecados Andrew
Guerra Florida 2015
Lujuria: es el deseo por emoción en la vida, o necesidad de ser aceptado o reconocido por otros. La lujuria impide la claridad de pensamiento y comportamiento racional - el desarrollo del amor se atrofia ya que se concentra en el aspecto físico y no en lo emocional.
La lujuria secreta del patriarca – por Candy Fann
Me encuentro solo otra vez en esta cárcel de cristal y cemento que es el solárium, un Dante de los días modernos descendiendo a un infierno privado, atormentado por la variedad de pensamientos lujuriosos que despacio, como neblina negra y fría, comienzan a invadir mi mente cada noche, perturbando una vez más la precaria paz de mi alma.
Hay un fuego latente dentro de mí... algo que, cual tigre acechando a su presa, amenaza con asaltar mis sentidos en cualquier instante cada vez que mis pensamientos vuelan hacia ella.
Desde que volví a ver esa pequeña ninfa de ojos verdes aquella noche nebulosa en Londres, una centella desconocida encendió algo en mi ser que con el transcurso del tiempo se ha convertido en una hoguera de pasión y deseo prohibido.
Mi viaje a África hizo poco para asfixiar ese fuego que el hechizo prendió, cosa que solo el bendito accidente en el tren logró conseguir temporalmente con eficacia aterradora. Con mis memorias hechas trizas, el recuerdo de Candy desapareció por completo de mi mente, hasta aquel fatídico día cuando un ángel blanco de ojos verdes entro nuevamente en mi vida y otra vez perdí el poco sentido de lógica y razonamiento que aun poseía.
Gracias a esos hilos invisibles del destino que parecen entrelazar nuestras vidas de una manera inevitable, de un día a otro y a pesar de la penumbra en mi mente, estar con ella se hizo una necesidad tan fuerte como lo es respirar. Incluso podría jurar que el mismísimo latido de mi corazón dependía del ritmo que el de ella, siempre a mi lado, marcaba diariamente.
Con el paso de los meses, lo que había sido apenas una chispa en un pasado que aun era desconocido para mí se convirtió en un fuego incontrolable de proporciones épicas... algo que me esforcé siempre por sepultar profundamente dentro de mi alma a diario cuando vivíamos juntos, como hermano y hermana... cuando ella todavía suspiraba abiertamente por otro.
Aun hoy, encerrado en la oscuridad de este solárium no puedo olvidar todos meses de anhelo silencioso; recuerdo vívidamente las noches que observe completamente embelesado el sutil movimiento de los labios de Candy cada vez que ella hablaba y cuanto deseé en aquel entonces probar el néctar que seguramente se encuentra oculto en el sabor de sus besos.
Su boca me tenía hechizado!
Corrección: ¡todavía estoy bajo el hechizo de sus labios!
De hecho todo en ella, sus ojos, su cabello, incluso las pecas que delicadamente salpican el puente de su
nariz... mis recuerdos de sus rasgos es suficiente para oscurecer en mi mente la memoria de cualquier otra mujer en mi vida antes que ella.
Sentado aquí en este sillón puedo recordar claramente la primera vez que me deje llevar por la lujuria que completamente me robó la cordura después abandonar ese pequeño apartamento del edificio Magnolia.
Habían pasado casi tres días desde que mi sol desapareció del firmamento y desesperadamente comencé a buscar como un desquiciado los mismos ojos verdes y el mismo cabello dorado que me atormentaban diariamente en cada chica que aparecía en los periódicos o revistas para caballeros, especialmente las revistas inglesas Salud y Eficiencia y Pedacitos de Fotografías, que vienen por correo religiosamente donde quiera que yo me encuentre. Después de estar ausente por casi un año, resulta que tengo muchos volúmenes que leer!
Debo admitir que mi obsesión casi lindaba en una ofuscación enfermiza en esos días, así que tratando de encontrar una solución, decidí buscar el alivio a mi tormento a solas… específicamente en el refugio que son las páginas de esas revistas, gozando por primera vez de la discreción absoluta que me brinda este mausoleo vacio que es Lakewood momentáneamente. Aunque ya no tengo que esconderme detrás de un bigote y una barba pretendiendo ser un hombre más viejo, todavía me veo obligado a tomar en cuenta que no dejo de ser su tutor... y ella es apenas una chiquilla en muchos aspectos.
Así que esa noche cuando mi desesperación llegó a su cúspide, rodeado por pilas de revistas con fotos de muchachas rubias con ojos verdes, mi cuerpo tembló… y por primera vez desde que abandoné su lado fui capaz de conciliar el sueño gracias al sopor que la lujuria satisfecha proporciona.
Ahora cada noche mi cuerpo se retuerce en éxtasis sobre mi colchón cuando mi mente y cuerpo luchan en las penumbras tenazmente para obtener una tregua a esta dulce agonía que nace cuando pienso en ella y jamás fallece en la pequeña muerte que es el sueño nocturno.
Estas revistas son mi secreto… la única pista de la lujuria ardiente por un amor prohibido que desgasta el fondo de mi ser bajo esta facha pulcra, refinada y pacífica.
Mantengo estas revistas escondidas… pero siempre al alcance, sin remordimiento ni culpa. Como que si con su existencia pudiera reemplazar mis recuerdos privados de Candy…. ¡Ja! Nada se compara con ver su rostro levemente sonrosado por las caricias de su almohada y su cuerpo núbil saliendo de su litera cuando el primer rayo del sol se asoma perezosamente entre las cortinas de lo que fue nuestra habitación. Estos son substitutos baratos… porque la realidad de lo que es ella es irreemplazable en mi corazón. Aunque en estos momentos, ella este en los brazos de otro, cada anochecer, en la gloria que es el sueño ella es mía.
En el enorme espacio que es esta mansión, el único lugar donde puedo esconder todos estos estúpidos substitutos de su presencia, sin peligro de que sean descubiertas por los criados, es dentro de un maletín viejo y desgastado que fue de mi padre, donde guardo los documentos de negocios que estudio cuidadosamente todos los días, listos para ser entregados a George cada fin de semana.
Bueno, es decir… así era todo eso era antes de perder el control de mis deseos… antes de que mi pecado fuera descubierto finalmente esta mañana.
A pesar de trabajar afanosamente en la biblioteca durante el día, poco a poco algunos documentos comenzaron a acumularse y ciertas decisiones importantes fueron prorrogadas porque últimamente estoy demasiado cansado…
No me encuentro enfermo, es decir, no creo que esté enfermo… al menos que esta lujuria creciente a la que doy rienda suelta cada noche en mi recamara pueda clasificarse como enfermedad. Mis pensamientos lascivos, los sueños y las imágenes de mi ninfa conjurando todo tipo de placer me roban el sueño hasta que mi cuerpo alcanza alivio a través de las revistas, dejándome agotado al rayar el alba.
Esta mañana fue diferente, ya que el destino confabulo para sacarme de este sopor libidinoso que abruma mi cuerpo y mente diariamente, y que amenaza con extinguir mi firme resolución de ser el patriarca ideal que mi familia necesita.
Anoche mi yegua Trinity por fin dio a luz a su potrillo, y después de pasar toda la noche asistiendo el parto en los establos, me dirigí a la mansión esta madrugada para tomar una ducha caliente… y tal vez darle una ojeada rápida a mis revistas antes de comenzar mi día laboral.
Subí los peldaños de la gran escalera de mármol de dos en dos, mis dedos ya hormigueando de placer al solo imaginar mis manos acariciando cada página donde una joven rubia de ojos verdes idénticos a los de Candy me mira con una sonrisa sensual dibujada en su rostro.
Con la anticipación del placer que estaba por venir, abrí la puerta de dormitorio rápidamente con un corazón expectante... que inmediatamente se hundió hasta el fondo de mis botas en cuanto mis ojos se encontraron inesperadamente con un par de ojos marrones entrecerrados mirándome con desaprobación.
Necesité algunos segundos para recobrar la cordura lo suficiente como para darme cuenta de que era George quien estaba sentado en el borde de mi cama con el viejo maletín abierto y su contenido esparcido encima de la cama... cada revista, cada álbum de recortes que yo había hecho... todo estaba allí a la luz de día, justo así como el contrato que supuestamente yo tenía que haber firmado ayer.
¡Nunca me había sentido más como un niño travieso y menos como el patriarca de una familia de prestigio!
George me miró severamente, una sutil contorsión de su bigote el único indicio de su rabia bullendo bajo esa actitud tan imperturbable.
A George le disgustan las complicaciones imprevisibles en el negocio, y mi obsesión privada claramente ha llegado a afectar y complicar mis obligaciones comerciales de una manera muy pública.
Como un director de escuela, mi amigo esperó pacientemente por mí, su estudiante díscolo; sentado y cogiendo en sus manos el contrato que tenía que estar completo esa mañana al verme entrar.
“¡George! ¡Casi me matas del susto! No te esperaba hasta las diez, ¿que haces aquí tan temprano?” tartamudee cuando el alma me volvió al cuerpo, cerrando la puerta detrás de mi espalda. No había ninguna necesidad de que uno de los pocos criados en la casa escuchara el sermón que seguramente estaba a punto de recibir.
“Ahora me parece entender mejor la naturaleza de las ' circunstancias imprevisibles' que parecen retrasar tu trabajo cada semana,” dijo ignorando mi pregunta, con la frialdad de su voz tomándome inicialmente por sorpresa, “así que por favor, no te avergüences a ti mismo insultando mi inteligencia si estas tratando de inventar una excusa válida para toda esta... distracción.”
En ese instante casi podía sentir cómo un enrojecimiento cálido se expandía desde donde mi corazón yacía: un rubor comenzando desde la planta de mis pies hasta la raíz de mi cabello. Incluso mis orejas parecían palpitar como alumbrado de neón en las calles parisienses, probablemente ya de un rojo más vivo que el resto de mi rostro.
“Mira William... sé que no soy tu padre y que no eres ya un niño. También soy consciente de que muchos caballeros 'coleccionan' este tipo de literatura en privado,” suspiro profundamente, como que si con cada palabra deseara restar el brillo de mi vergüenza. “No apruebo esta práctica pero también no juzgo tu elección de un 'pasatiempo' como este. Sin embargo... lo que me preocupa es esto: no puedo ignorar que las modelos de estas fotografías lucen notablemente como alguien que ambos conocemos... alguien por quien se supone tu no deberías de albergar esta clase de pensamientos. William, te estás metiendo peligrosamente en aguas profundas, y como tu amigo y mentor, me veo obligado a advertirte de los peligros asociados en el desarrollo de sentimientos por una chica con quien no puedes tener una relación amorosa.”
Di unos pasos hacia delante, evitando su mirada mientras buscaba asiento nerviosamente en una silla al lado de la cama. Al hacer eso, mi atención se centro en una imagen particular... una de mis favoritas, y por un momento casi olvidé que George estaba allí reprendiendo mis acciones mientras yo sólo veía una mirada verde sonriéndome desde mi lecho.
“¡William!” espetó enfadado, al darse cuenta hacia donde habían viajado mis ojos. “¡Esto tiene que parar! ¿Qué estás haciendo? ¿Estás teniendo pensamientos lascivos sobre Candy porque te recuerda a estas chicas, o te gustan estas chicas porque te recuerdan a Candy? ¿Cuál es la atracción que sientes por las rubias de ojos verdes que te ciega a todo, incluso tu trabajo?”
La expresión de mi cara debe haber dicho más que las palabras que parecían estar atoradas en mi garganta podrían decir ya que fui capaz de sentir su gélida mirada escudriñando mi rostro. George no es un tonto y seguramente se había enterado de mi deseo por ella meses atrás... pero aun no tenía ninguna manera de saber que esto no es sólo un hambre física. Yo la amo... mi corazón y mi cuerpo están completamente a su merced... y esta es la única manera que puedo estar con ella.
Las revistas y las chicas que tanto se parecen a Candy... este secreto es mi calvario y mi aliciente a la vez.
“Lo siento George. No era mi intención que encontraras... todas estas cosas,” respondí sinceramente al saber que mi secreto había sido descubierto y ninguna excusa serviría para justificar mi comportamiento. “Tienes razón, creo que he estado demasiado distraído y he descuidado mis deberes como patriarca. He intentado mantener esta lujuria bajo control... pero últimamente debo confesar que me controla. Prometo que en cuanto mi presentación oficial se lleve a cabo, voy a poner cierta distancia entre Candy y yo. Tú estabas hablando acerca de un viaje hasta Brasil la semana pasada y me parece la oportunidad perfecta de salir de Estados Unidos por un tiempo sin levantar sospechas. ‘La distancia engendra el olvido’, ¿no es eso lo que siempre has dicho?”
“William… esperaba más de ti como hombre culto, pero esto es de adolescentes. Has descuidado tus obligaciones por estar… por estar… ¡ARGH!” resoplo gruñendo. “No quiero ni pensar en lo que te ha mantenido ‘ocupado’ todos estos días.”
“Lo siento, George… prometo que no volverá a suceder,” aseguré con mi vista clavada en sus ojos oscuros.
“¡Por supuesto que no! Sé que eres un hombre de palabra, así que mi ayuda removiendo estas distracciones de tu presencia no te causara molestia alguna, ¿no?” declaró George, poniéndose súbitamente de pie y recogiendo las revistas metódicamente en sus brazos, aun sosteniendo mi mirada y escudriñando mi rostro de reojo en el proceso.
Tuve que hacer acopio de todo mi entrenamiento en el arte mantener la compostura en cualquier tipo de circunstancias para no tragar en seco visiblemente y mascullar una maldición que George con sus oídos agudos pudiera escuchar. Si mostraba un ápice de debilidad, George me hubiera hecho trizas con su lengua mordaz, recordándome nuevamente de mis innumerables obligaciones familiares y lo inapropiado que son mis sentimientos por mi ‘pupila’.
“No…” suspire tratando de parecer despreocupado por sus movimientos agiles y eficientes, encogiendo mis hombros y escondiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón desgastado para ocultar el frio sudor que las cubría.
“Muy bien, entonces me desharé de… de… todo esto en la chimenea del estudio para que nadie pueda ver las revistas si las tiro en la basura,” dijo caminando hacia la puerta. “Firma ese contrato, ¿quieres? Te veré en la biblioteca en una hora. Estoy seguro que ahora que ya no tienes ‘distracciones’ no tardaras mucho en estar listo para comenzar nuestras labores. Ay William…” suspiró con el leve tintineo de una risa apagada sonando en su voz, “y yo pensando que ya habíamos dejado estos menesteres de adolescentes atrás. En fin, te espero abajo.”
Cuando finalmente escuche la puerta cerrándose detrás de mi espalda, solté el aire que mantuve atrapado en mis pulmones sin saberlo… ¡que pesadilla tan vergonzosa!
¿George en mi recamara buscando el contrato? ¿Cómo no se me había ocurrido esa posibilidad?
Tenía ganas de chocar mi frente contra la pared una y otra vez, murmurando: tonto, tonto, tonto… tal vez así podría olvidar el escozor que aun sentía en mis orejas enrojecidas.
Al caminar hacia mi cama, sentí como mi corazón latía acelerado… pero por una razón muy distinta. Tomando asiento justo al borde de la cama, respire profundamente y me tumbe de espaldas mirando el cielo raso a la vez que mi mano se hundía debajo de mis almohadas de plumas.
Hurgando por un par de segundos mis dedos finalmente tocaron la orilla de un papel, que retire cuidadosamente de su escondite especial.
Esta no era una fotografía… mas bien un bosquejo que dibujé utilizando como modelo de referencia el cuerpo desnudo de una chica de las revistas… y el rostro de Candy sonriendo con un dejo de inocencia sensual. Sus labios entreabiertos parecían brillar con la promesa de toda clase de deleite carnales, sus ojos mirando siempre como pierdo la cordura cada vez que contemplo su imagen.
No es un retrato exacto… pero es lo más cercano que tengo a la realidad, y por lo tanto mi más preciado secreto.
Y desde anoche, ese bosquejo esta aquí… bajo llave en mi escritorio en el solárium donde nadie lo podrá descubrir o destruirlo. Ella está aquí solo para mí y es mi recompensa al final de cada día de trabajo.
Cuando los rayos del sol comienzan su despedida cotidiana cada atardecer, ese hormigueo familiar comienza nuevamente en mis manos inquietas… deseando el tipo de alivio que solo su imagen me puede brindar.
¡Bendita oscuridad! ¡Cómo te he extrañado este día! Ven a mí y aplaca mi suplicio...
Con manos temblorosas por la emoción del momento, saco la única llave que abre este escritorio de mi bolsillo y extraigo la preciosa imagen de mi rubia amada de su pulcro interior.
Estoy solo… pero esta es la hora en que mi prisión de cristal y cemento se convierte momentáneamente en el refugio donde esta lujuria secreta que late dentro de mi puede palpitar sin estorbos.
Sin remordimiento…
Sin perjuicios…
Sin barreras…
Recorro suavemente los labios de Candy con la yema de un dedo, imaginando automáticamente como su boca se abriría al contacto con mi pulgar, su lengua jugueteando cálida y rosada; el sudor de su cuerpo emulando el rocío sobre los pétalos de una rosa.
Candy… con su cabellera dorada ondeando cada curva de su cuerpo núbil.
Candy… es Venus saliendo desnuda del mar.
Candy… tiene sus ojos clavados en mí.
Me levanto de mi sillón por un momento, dirigiéndome hacia la puerta del solárium sin prisa. Después de asegurarme que la puerta este cerrada con llave, me dirijo hacia un diván en la estancia con el dibujo de Candy en una mano mientras la otra busca con ansias la bragueta de mis pantalones.
“He cumplido… George. Hoy termine todo mi trabajo justo a tiempo,” murmuro entre dientes, con una sudorosa anticipación perlando ya mi labio superior, “y tampoco puedes esperar que siempre me comporte como un santo.”
Y en la oscuridad de mi cárcel… encuentro nuevamente mi salvación.
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- Continuara en el Lado Oscuro…. –
NOTAS
Health & Efficiency revista inglesa publicada en 1900 que ahora es H&E naturist
Photo Bits revista inglesa publicada en 1898 considerada pornografía
Última edición por M A Parker el Lun Abr 27, 2015 4:16 am, editado 3 veces
Le quitó sus revistas, jajaja...pero wero mañoso, tenía bien escondido ese dibujo. 
Buenísimo 
y claro q espero leer la continuación. Slds 
Deliciosa lectura mi querida Candy Fann me encanta este pecado y mira que adaptarlo al wero adorado te quedo fantastico!!! Ya quiero leer la continuacion!!! 
jajajaja. Espero que pronto encuentre alivio o ya le declare su amor a la pecosa. 