Empezamos con los regalitos? firma para las primera 10 que comenten...
EL GATO EN LA VENTANA
Maullaba sin parar en la ventana. Cada noche sin falta. Tenía semanas que había aparecido y aunque a Neal le gustaban los gatos estaba pensando seriamente en deshacerse de el minino de alguna forma. Ese gato rubio de ojos azules no solo maullaba en su ventana sino que hacia intentos incansables por entrar y solo se iba cuando el sol estaba asomándose por en medio de los arboles anunciando un nuevo día...
Tras varias semanas sin poder dormir Neal se levantó completamente ido aquel día maldiciendo al gato, a la noche y a quien se le iba poniendo enfrente. Aquella noche en particular el minino maulló con más fuerza, rasgo con sus filosas uñas la ventana y cuando Neal se despertaba a ahuyentarlo le lanzaba una mirada tan feroz que el moreno no se animaba a abrir la ventana para lanzarlo. Pero no más, lo encontraría, lo atraparía y lo echaría fuera de la propiedad.
Con jaula en mano y guantes gruesos camino por toda la mansión llamando al minino, Elisa lo siguió con curiosidad, ella también quería a los gatos y quería ver a aquel que molestaba tanto a su hermano en las noches, a su parecer Neal exageraba pues ella dormía plácidamente sin escuchar ni un maullido, ni siquiera el de la gata de la casa quien se acurrucaba en su cama especialmente en esos fríos días.
Por dentro y por fuera, por establos y jardines, por la cochera y los cuartos de los sirvientes, no hubo lugar en el cual Neal no buscara al maldito felino sin resultado alguno.
- Tal vez ya se ha ido Neal.
- Tal vez, al fin podré dormir tranquilo. –respondió el moreno respirando profundamente aliviado.
Volvió a la casa a recostarse, sus ojeras eran ya tan profundas que cualquiera que lo viera pensaría que estaba enfermo, su cabeza le dolía y se sentía mareado de la falta de dormir, ya estaba atardeciendo cuando por fin logro caer rendido en su cama, una hora, dos horas, tres horas logro dormir plácidamente cuando de pronto sintió el rasguño en la ventana, esta vez más intenso, el maullido molesto de un gato y después el vidrio romperse ante la presión de las uñas del felino.
Abrió los ojos como pudo, no estaba preparado para lo que vio en ese momento. Ahí, mientras se encontraba acostado el gato que había logrado entrar caminaba en posición de ataque, lento, muy lento, pero con cada paso su tamaño se iba duplicando, Neal no podía moverse, tan solo observar hipnóticamente los movimientos del felino, sudaba de miedo, estaba aterrorizado, pero no podía moverse, de pronto sintió como una garra enorme lo aplastaba y vio como las fauces del animal se abrían para tragárselo y él no podía gritar ni pedir ayuda, solo ser víctima de su atacante. El gato puso la otra pata encima de él, haciendo que su cuerpo crujiera bajo su peso y ante el horror de Neal en vez de maullido una voz salió de aquel hocico.
- Tan cobarde como siempre…
Sus ojos se abrieron aún más al escuchar esa voz tan conocida para el… Anthony…
- Yo…yo… no volveré a tocarla, de verdad, no volveré a tocarla… -dijo automáticamente al recordar al fiel guardian de Candy, a quien hacia unos días habia encerrado en un cuarto para hacerla suya y obligarla a casarse con el.
Grito con fuerza y entonces logro levantarse, el gato ya no estaba encima de el, habia vuelto a la ventana y desde ahí lo miraba ronroneando mientras lamia sus manos y su cuerpo.