GUERRA FLORIDA 2016
CLASE ESPECIAL AQUELARRE ANDREW
"CONFIA EN MI"
CLASE ESPECIAL AQUELARRE ANDREW
"CONFIA EN MI"
Disclaimer: Candy Candy y sus personajes pertenecen a sus respectivas autoras, la historia a continuación es de mi autoría, realizada con el propósito de entretener y no de lucrar.
Capítulo 01
Albert se encontraba en su despacho terminando de firmar unos documentos, no podía creer que justo ese día se le hubiera pasado el tiempo tan rápido, eran las diez de la noche y seguía ahí; solo esperaba que su princesa no se enojara por llegar tarde a casa; solo un “file” más y terminaría, sería libre, por fin se podría ir.
Estaba finalmente ordenando todo los documentos a un lado de su escritorio para tomar su saco del perchero y enrumbar a casa cuando vió un sobre que se había deslizado bajo la puerta de su oficina, se agachó y curioso lo abrió, dentro había una nota que decía
“Si quieres pasar una noche que nunca olvidaras, te espero en el Marriot, pregunta por Sofía en la recepción, te prometo que será una experiencia inolvidable para los dos, no tardes”
-¿Qué demonios? -Dijo Albert abriendo la puerta de su oficina para descubrir quién había sido la chistosita que le había dejado ese recado, su secretaria no podía ser, pues Martha acababa de cumplir cincuenta y cinco años el mes pasado, estaba por jubilarse como para andar haciendo ese tipo de gracias, entonces ¿quién?
Ahhhh ya caigo, pensó Albert, seguramente era Archie jugándole una broma por el día de los inocentes, cuando no su sobrino, pero ya se reiría él después cuando lo acusara con Annie, vaya que esa parejita era de temer, Archie con sus bromas pesadas y Annie con sus frases en doble sentido, eran sutiles, pero todos sabían cómo se las gastaban cuando querían avergonzar a alguien, ya le había tocado muchas veces calmar las aguas cuando se metían con Candy.
Mientras pensaba en eso, iba bajando por el ascensor hasta el estacionamiento, tendría que manejar rápido si quería llegar a casa antes de la media noche, solo a él se le ocurría venir a trabajar ese día, sabiendo lo que se celebraba al día siguiente, si bien le advirtió la tía Elroy que lo haría ir a todas las fiestas de sociedad si le hacía pasar algún coraje a Candy, por más mínimo que fuera, y porque lo había amenazado con eso, pues por que como dijo la tía abuela “ya que para ti no es castigo dormir en el establo con los caballos, no tengo otra cosa con la cual amenazarte” y vaya que la cumpliría, solo esperaba que Candy no este dormida, sino ahí sí estaría perdido, ya que no había poder humano que la despertara.
Las calles de chicago iban pasando a su costado, abandonó la ciudad y se adentró en la carretera, le faltaba media hora de camino y llegaría a su hogar, sí por fin su hogar, una sonrisa se dibujó en su rostro mientras soltaba el nudo de la corbata para sacársela y dejarla en el asiento del copiloto junto con su saco, en cuyo bolsillo descansaba la nota de Archie (según él).
Sí que habían cambiado las cosas, quién hubiera dicho que a sus casi treinta años se encontraría felizmente casado y en espera de la llegada de su primer bebe; si, ahora tenía un hogar, una esposa y pronto un hijo, por fin era feliz, completamente feliz.
Albert llego a su mansión, estacionó su auto y tomó sus cosas del asiento de al lado para por fin ingresar a su hogar, pero no se percató de que ese sobre que cargaba en el bolsillo se había caído en trajín; ingresó a su casa, y corrió a su habitación, abrió la puerta despacio y entro sin hacer ruido, dejó el maletín en el suelo y el saco y la corbata en el perchero, se acercó a la cama y retiro el dosel para apreciar a su mujer, sí Candy era su esposa, se veía tan dulce descansando en aquella cama, sus risos regados sobre la almohada, su piel blanca y las pecas de sus hombros, el escote de su bata le permitía ver la redondez de su busto, y su vientre abultado por los 7 meses de embarazo que llevaba lo llenaba de gozo, se acercó su esposa y con la mayor delicadeza de la que fue capaz le dio un beso en los labios, eran justo las doce de la noche, ya había dejado de ser 28 y ahora era 29 de diciembre, cumplían dos años de casados, felizmente casados
-Feliz aniversario princesa – le dijo el rubio acariciando la mejilla de su amada. Candy abrió los ojos lentamente.
– Amor ya estás aquí – le dijo la pecosa – te estuve esperando pero tu hijo se moría de sueño y me lo contagió – comentó la rubia mientras un bostezo le ganaba.
-Tranquila mi cielo, descansa, ya mañana celebraremos – le respondió su amado arropándola nuevamente.
-Está bien amor – dijo Candy – feliz aniversario y que sueñes con los angelitos.
-Contigo mi amor, soñare contigo – finalizo Albert dándole un último beso a su esposa antes de que esa cayera rendida en los brazos de Morfeo nuevamente.
Albert se levantó y se fue al baño, se aseo y se cambió para dormir, se acostó al lado de su esposa y la abrazó sujetando su vientre de manera protectora, ellos eran su mayor tesoro, y si era necesario hasta con su vida los protegería, con este pensamiento nuestro rubio bello se quedó dormido.
El día siguiente era sábado, por lo que no tendría que levantarse temprano, pero si creía que eso sería posible, pues estaba soñando, sintió a su esposa moverse entre sus brazos y abrió sus ojos para observarla, dándose cuenta que un par de esmeraldas lo observaban y que no era el vientre de su esposa lo que estaba sujetando exactamente, sino otra parte de la anatomía de su mujer
-Buenos días señor Andrew – saludo Candy de manera sensual, nuestra querida pecosa se había vuelto muy desinhibida en cuando a los juegos de alcoba se refería – espero que le guste lo que toca.
-La verdad señora Andrew – respondió Albert con dándole un fugaz beso a su mujer – me gustaría estar haciendo otra cosa aparte de tocarla.
-Vaya, vaya con usted señor Andrew, creo que no ha escarmentado con las consecuencias de sus constantes travesuras verdad – dijo la rubia apegándose más al cuerpo de su esposo – permítame recordarle que por ser tan travieso es que este angelito viene en camino – finalizó Candy acariciando su vientre.
-Lo se mi amor, pero creo que más bien nos habíamos tardado – sonrió el rubio, a lo que Candy respondió con más risas por su gracia.
-Por qué llegaste tan tarde anoche mi amor, estuvimos esperándote todos para cenar, hasta Archie y George estuvieron aquí desde temprano – le reprochó Candy haciendo un puchero.
-Preciosa - dijo Albert mientras acariciaba la barbilla de la rubia – lo que pasó es que justo cuando estaba por salir, llegaron los documentos que he estado esperando desde hace una semana, por el negocio con los Campbell, recuerdas que te conté – cuestiono el güero, a lo que Candy asintió con la cabeza – y pues tenía que revisar esos contratos y dejarlos firmados para hoy no ir a la oficina y que George se encargara solamente de enviarlos.
-Uhmmmmm – dijo Candy – está bien te creo, pero para recompensar que anoche me acosté sin cenar por esperarte, quiero un pastel de chocolate en el desayuno – solicito la pecosa haciendo un gesto de niña chiquita
-Amor, sabes bien que no puedes comer dulce tan temprano, el doctor ha dicho que tenemos que cuidar tus niveles de azúcar mi vida – alegó el rubio.
-Pero Albert anoche no he probado bocado por esperarte, además no soy yo quien te lo pide, es el bebé – finalizó la rubia con un puchero.
-Está bien princesa, sabes que no puedo negarte nada – dijo Albert – ahorita pido que te lo traigan.
-No, no quiero me lo traigan, quiero lo traigas tú, y también un vaso con leche, tibia por favor – pido la pecosa haciéndole ojitos.
-Que voy a hacer contigo princesa – dijo Albert levantándose de la cama – pero la culpa la tengo yo por engreírte tanto – finalizo dándole un peso en la nariz a su esposa.
-Es que Albert tengo que aprovechar, solo me quedan dos meses para que me engrías, luego de que nazca el bebé te olvidaras de mi – dijo Candy haciendo un puchero y con los ojitos llenos de lágrimas.
-Vamos princesa, sabes que eso no es cierto – hablo Albert dulcemente, acercándose a su esposa para abrazarla con amor, ya le había explicado el doctor que estos cambios de ánimo e inseguridades eran muy comunes en los embarazos y más al tratarse de Candy ya que aparte de ser primeriza sus hormonas y emociones parecían montaña rusa .
-Lo dices en serio Albert – cuestionó la pecosa.
-Claro que sí princesa, tu sabes que eres lo más importante en mi vida, y que este bebé viene a completar nuestra alegría, vamos amor ¿acaso no me crees?
-Tienes razón amor, discúlpame es que estoy muy emocional estos días, este bebe hace conmigo lo que quiere – respondió Candy regalándole una sonrisa a su esposo.
-Así me gusta princesa, ya te he dicho que eres mucho más linda cuando sonríes – le dijo el rubio – ahora voy por tu pastel y tu leche – finalizó Albert saliendo de la habitación para buscar el pastel y la leche de su esposa.
Lejos estaban los dos de imaginar que ese día que había empezado entre miel y hojuelas, terminaría entre vinagre y sal.
CONTINUARA.....
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Buenas horas a todas, estoy muy feliz de participar en esta GF-2016 me siento muy emocionada de poder compartir con todas ustedes, espero que les guste este fic y pues cualquier cosita nos estamos leyendo, besos bonitas