Letras y letras escribí y nunca pude plasmar el verdadero sentimiento que hay en mi interior de volver a este foro que tiene mucha significancia para mí. ¡Claro! Desde gratas amistades y bellos recuerdos de este lugar conservo. ¿Y qué puedo decir de las experiencias vividas en las Guerras Floridas? Desafortunadamente me he perdido algunas. Sin embargo, hoy hago acto de presencia y no lo hago sola. A mi lado, viene un pequeño contingente también Terrytano; y en conjunto hemos construido algo hermoso que desde este instante compartiremos y confiamos sea del gusto de toda aquella que llegase a leernos. No todas somos expertas en la escritura, pero el amor hacia un personaje lo ha hecho posible. Para defenderlo a él, es que estamos aquí con el siguiente aporte…
Era una de noche de Mayo y, escondido entre las ramas de un árbol, un hermoso ruiseñor anunciaba la primavera; y a pesar de ser un ser que representa al amor, para el leñador que tendido sobre su camastro intentaba dormir, su canto le era molesto.
Así que hecho un energúmeno, aquel hombre en pijama blanca se levantó y, descalzo caminó en dirección a la ventana que abrió para gritar fuertemente:
– ¡Ya déjame dormir! –. Sin embargo, aquel pajarillo admirado por muchos, al escuchar la voz del leñador, borboteó aún más. Como si lo hiciera especialmente para él.
Pero el hombre, cansado de una dura jornada y malhumorado, tomó una zapatilla y la lanzó hacia donde provenía el canto que por instantes cesó; entonces creyendo que había espantado al ave, el leñador, sonriendo triunfador, cerró la ventana y regresó a su mullida cama.
Más estaba echándose las mantas encimas, cuando el plumífero animal volvió a silbar. Despotricando el hombre se cubrió hasta la cabeza; luego se destapó para que de entre una cajonera que estaba a lado de la cama, cogiera algodón, hiciera tapones que se colocó en los oídos para no oír más el canto del ruiseñor que esa noche no paró.
Capítulo Intro
by
Estrella
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Estrella
Era una de noche de Mayo y, escondido entre las ramas de un árbol, un hermoso ruiseñor anunciaba la primavera; y a pesar de ser un ser que representa al amor, para el leñador que tendido sobre su camastro intentaba dormir, su canto le era molesto.
Así que hecho un energúmeno, aquel hombre en pijama blanca se levantó y, descalzo caminó en dirección a la ventana que abrió para gritar fuertemente:
– ¡Ya déjame dormir! –. Sin embargo, aquel pajarillo admirado por muchos, al escuchar la voz del leñador, borboteó aún más. Como si lo hiciera especialmente para él.
Pero el hombre, cansado de una dura jornada y malhumorado, tomó una zapatilla y la lanzó hacia donde provenía el canto que por instantes cesó; entonces creyendo que había espantado al ave, el leñador, sonriendo triunfador, cerró la ventana y regresó a su mullida cama.
Más estaba echándose las mantas encimas, cuando el plumífero animal volvió a silbar. Despotricando el hombre se cubrió hasta la cabeza; luego se destapó para que de entre una cajonera que estaba a lado de la cama, cogiera algodón, hiciera tapones que se colocó en los oídos para no oír más el canto del ruiseñor que esa noche no paró.